Cuando el amor llegó ⟨••Caius...

By Huess15

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[REESCRIBIENDO] Un encuentro inesperado, dos personas solitarias sin experiencia alguna en el amor. Ella es u... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capítulo 4
Capitulo 5
Capítulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capitulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capitulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capítulo 27
Capitulo 28
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32

Capítulo 29

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By Huess15

La boda de Edward y Bella se acercaba, lo que tenía a todos un tanto estresados. Aleksandra cada día empeoraba más y prefería quedarse callada para no interrumpir nada.

Estaría mintiendo si dijera que no estaba asustada por los cambios que tenía su cuerpo diariamente, pero no quería arruinar aquello y mucho menos quería ser motivo de estudio de Carlisle. Hacía años había intentado descifrar el motivo por el cual sus ojos no habían cambiado en lo absoluto, pero no había llegado a nada.

Conducía lentamente por Seattle, pues Caius tenía un turno bastante largo en el hospital y no tenía a nadie más con quien pasar el rato. Hacía bastante tiempo que no se daba un tiempo para si misma, por lo que lo estaba disfrutando mucho. La radio estaba encendida, por lo que subió el volumen al instante en que comenzó a sonar "Everybody Wants to Rule the World".

Se detuvo frente a un semáforo, dejando pasar a un hombre con una enorme hamburguesa en la mano. Parecía disfrutarla mucho, lo que le dio bastante gracia. Para su sorpresa, su estómago comenzó a sonar ruidosamente, sintiendo una sensación muy extraña. Aquello la dejó pensando mucho, por lo que en cuanto el semáforo volvió a ponerse en verde, aceleró y se estacionó en un centro comercial.

Apagó la radio y se quedó en completo silencio por unos cuantos segundos, intentando descifrar aquella extraña sensación que le causaba pesadez en el estómago. Era imposible que tuviera hambre, pues desde que se había convertido en inmortal aquello que antes solía gustarle le causaba un asco excesivo. Por primera vez en días, notó que el ardor de su garganta se había disminuido notablemente.

Era bastante curioso, por lo que decidió salir de su auto y entrar rápidamente al centro comercial para evitar el sol. Una vez adentro, se dirigió a las escaleras y subió al segundo piso en busca de algo de comida. La simple idea de imaginar una hamburguesa la hacia salivar. Lo primero que notó fue McDonalds, así que se acercó rápidamente, aunque tenía algo de duda.

—Buenos días, mi nombre es Josh. ¿Cuál será su pedido?

Aleksandra se quedó pasmada por un segundo. Las pantallas frente a ella le mostraban cientos de cosas que en ese instante le parecían deliciosas. Pestañeó un par de veces al mismo tiempo que el joven levantaba la mirada. La quijada del empleado cayó por un segundo y al instante se puso nervioso. Eso siempre solía causar en los humanos.

—Eh... ¿Me puedes recomendar algo? —Aleksandra se acomodó el cabello con vergüenza— es la primera vez que vengo aquí.

La sorpresa del joven fue evidente, pues era extraño que nunca haya estado en una cadena de comida rápida.

—Si es la primera vez que estás aquí, te recomiendo una Cheeseburger. Es algo muy básico, pero si está rico.

—Entonces quiero eso —Aleksandra volvió a mirar las pantallas— también quiero una Coca Cola mediana, unas papas chicas y un cono de vainilla.

El chico solo asintió con la cabeza, dándole una última mirada nerviosa, para después comenzar a pedir en la computadora que tenía al frente.

No sabía que estaba haciendo, tampoco sabía por qué había pedido tantas cosas si estaba muy segura de que todo le iba a saber a cartón, pero aun así quería experimentar.

—Muy bien, puedes tomar asiento. En un instante te llamaré —el chico le entrego un número y su cambio, pero en el acto sus manos chocaron.

El jadeo del joven fue evidente, pues Aleksandra estaba extremadamente helada. Para evitar comentarios, se dio media vuelta y rápidamente se dirigió a una mesa vacía que estaba lo bastante lejos como para que le prestara más atención de la que debía.

Después de unos minutos de espera, su teléfono vibró en su bolsillo. De inmediato lo sacó, sonriendo al instante al ver que era un mensaje de Caius.

CaiusTe veré esta noche, linda.Te quiero.

La chica guardo el teléfono con una sonrisa en el rostro al mismo tiempo de que la llamaban. Nerviosa se le levantó a recoger su pedido. No le dirigió ni una mirada al joven y salió del centro comercial lo más rápido que pudo sin usar su velocidad.
Ya estaba anocheciendo, por lo que ya no tenía que esconderse.
Subió a su auto y aparcó en un parque que estaba al frente. Tenía mesitas y estaba vacío, así que le pareció un buen lugar.

Una vez en el lugar, tomó todo lo que pidió, aún sin soltar su cono, el cual ya estaba derritiéndose sobre sus manos. Le parecía algo asqueroso porque estaba pegajoso, pero no pensó en ello por mucho tiempo. Tomó asiento y con nerviosismo abrió la bolsa, sacando su comida.

La boca se le hizo agua en el momento en que el aroma impregnó sus fosas nasales. El helado que tenía en sus manos no aguantaría por mucho tiempo, por lo que dudosa sacó la lengua y le dio una lamida. La fría crema de vainilla le supo deliciosa. Abrió los ojos con sorpresa y no dudó en comérselo como si no hubiera un mañana. Sabía que se veía asquerosa haciendo aquello, pues el helado chorreaba un poco por sus labios, pero no podía evitarlo. Los recuerdos de su infancia llegaron a su mente como si de una película se tratara.
Recordaba a su papá cuando solía comprar pastel.

Una vez que terminó, tomó un pañuelo y se limpió como pudo, deseosa de darle un mordisco a su comida. Abrió el envoltorio, mirando la hamburguesa que tenía en sus manos. Siempre le había dado asco ver aquello, pues era repugnante el olor a grasa y químicos, pero en ese momento el aroma era magnífico.
Un poco nerviosa abrió la boca y tomó un pequeño pedazo de la hamburguesa entre sus dientes.

Frente a ella un hombre paseando a su perro se me quedó viendo con una mueca en el rostro, lo que la hizo sentir algo incomoda.

—¿Qué nunca habías visto a una chica comer? —exclamó con molestia. El hombre se dio media vuelta y regresó por donde había venido, incómodo.

La chica tomó el vaso con refresco y le dio un largo sorbo. En ese momento comprendió por qué a las nuevas generaciones les encantaba aquello que podía darles diabetes. El gas la refrescó por completo y no pudo dejar de beberla. Nunca había probado algo así.

X

Al llegar a casa solo estaba Carlisle, el cual la miró desconcertado en cuanto la vio entrar por la puerta principal. El aroma de Aleksandra era bastante notorio, además para su mala suerte, sus intestinos podían escucharse desde lejos. Estaba muy avergonzada por ello, pero al menos solo había una persona presente.

Carlisle de inmediato se acercó a ella al verla con un color extraño en la piel. Levantó la mano y le tocó la frente, lo que causó una preocupación instantánea. La temperatura que siempre solía tener no era la misma. No era muy notorio, pero estaba más cálida.

—Aleksandra... —Carlisle la llamó entre dientes, haciendo que la chica hiciera una mueca— ¿hay algo que quieras decirme?

La chica solo negó varias veces con la cabeza y al instante sonrío con dientes.

—No pasa nada fuera de lugar, papá. Solo es lo mismo de siempre, tú ya sabes —respondió algo nerviosa, pero eso Carlisle no se lo tragó.

—Tú sabes muy bien que esto no es normal. ¿Por qué no me lo dijiste? —Carlisle estaba molesto, pues su mandíbula estaba bastante apretada, pero aun así no dejaba de ser educado.

—No quería agobiarlos. Realmente no me siento mal, solo un poco extraña —lo miró directamente a los ojos— hoy sucedió algo muy raro.

—Creo que tu aroma me puede decir lo que sucedió.

—La comida humana tenía un sabor rico. ¿Qué me está pasando, papá? —le tembló un poco el labio inferior. Carlisle le colocó una mano en el hombro y le dio un apretón.

Realmente el hombre estaba guardándose todo lo que tenía por decir. Aquello lo asustaba muchísimo, temía por su hija. Todos los comportamientos y cambios físicos eran de un humano. No había explicación de ello, nada científico y sabía que en cuanto a algo religioso jamás se mencionaría una barbaridad como esa. Eso es lo que más lo preocupaba, no tener ni una respuesta que le pudiera dar al menos un indicio de lo que estaba sucediendo.

Aleksandra sintió un movimiento extraño en su vientre, lo que la hizo encorvarse un poco, mientras suspiraba con sorpresa.

—Creo que de alguna manera tendrá que salir lo que comiste hoy. No te asustes, es completamente normal.

La vergüenza de Aleksandra incrementó.

—Demonios. Estoy tan avergonzada de esto, papá. —bajó la mirada.

Carlisle le sonrió con tranquilidad, lo cual la ayudó un poco. Aquello era muy desagradable, especialmente dándose cuenta de que vivía con vampiros que podían darse cuenta hasta del más mínimo cambio.

—Es normal, cariño. No le diré de esto a nadie, así que confía en mí.

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