Cuando conseguí abrir mis ojos vi que me encontraba en una habitación blanca y conectada a muchos cables y una botella de oxígeno. Miré a mi al rededor por si había alguien que me explicara que había pasado. Vi a Isaac a los pies de mi camilla. Pero estaba diferente, llevaba las orejas perforadas y tenía un aire depresivo. Intenté mover mi mano pero estaba muy cansada así que sólo pude levantar mis dedos temblorosamente.
Isaac me miró y casi llora. Pero no dijo nada, salió corriendo a la puerta de la habitación y por el cristal pude ver cómo hablaba con un médico y volvían a entrar corriendo. El médico era un hombre de unos cincuenta años, con bigote y la piel arrugada como una pasa, además sólo le quedaba poco pelo y en la zona de arriba de la cabeza se veía una brillante clava. Llevaba unas gafas en la punta de su nariz, una carpeta en la mano y un estetoscopio en el cuello.
Cuando entraron dejó precipitadamente la carpeta en el sofá y se quitó el estetoscopio y me lo puso en el corazón y más partes del cuerpo. Me desenchufó de la botella y me quitó la mascarilla.
— Hola, Sam.— me dijo el hombre con voz muy profunda.— ¿Cómo te encuentras?
— Un poco cansada, creo que una bludger me dio fuerte durante el partido.— dije y él miró a Isaac.
— ¿Qué partido, Sam?— dijo Isaac. Hasta su voz sonaba diferente, sin acento, sin profundida, era suave y amable.
— El de Slyhterin.— dije yo.
— ¿Quieres decir que durante este año y medio has estado soñando con Hogwarts?— dijo él.
¿Año y medio? ¿Soñando? ¿Qué había pasado? Estaba comenzando a sentirme mal, como la primera vez que me dio el ataque de ansiedad pero el médico me ayudo a calmarme.
— ¿Año y medio?— pregunté.
Ambos se volvieron a mirar pero ninguno contestó mi pregunta. El médico me llevo a varias salas a hacerme pruebas que nos llevaron toda la mañana. Luego me volvieron a llevar a la habitación donde me había despertado y me dieron de comer un filete y una ensalada. Mientras comía, pude ver por el cristal como Isaac y el doctor discutían.
Cuando se llevaron mi plato ambos entraron con una mujer. Tenía el pelo rubio oscuro, la piel bronceada y unos bonitos ojos verdes. Parecía joven, unos veinticinco como mucho. Se acercó a mi y me abrazó y comenzó a llorar.
— Dígaselo, Doctor Grayson.— dijo y quitándose las lágrimas se apartó de mí y me sonrió.
— Lo haré yo.— dijo Isaac.— Pero creo que antes debería contarnos ella todo lo que ha vivido este tiempo.
Todos me miraron y yo respiré pesadamente. Sabía que no me dejarían hasta que no dijera nada y no me contarían nada hasta que hablara.
Les conté todo lo que recordaba de mi estancia en Hogwarts. Incluyendo mis veranos y mi relación con James cosa que me hizo recordar que no le había visto durante todo el día y el solía estar pegado a mí y más cuando estaba mal.
Durante mi relato, el doctor no paraba de tomar notas a toda velocidad y eso me ponía nerviosa. La mujer no paraba de mirarme y sonreír. Isaac me miraba serio, no quería perderse nada. Cuando acabé me dejé caer hacia atrás exhausta.
— Es mi turno.— dijo Isaac.– Hace año y medio papá, mamá, tu y yo íbamos en el coche camino de casa de los abuelos. De pronto.— hizo una pausa, y sentí como su voz se rompía.— Íbamos hablando un tema delicado y de repente gritaste haciendo que mamá pegara un volantazo y tuviéramos un accidente de tráfico. Caímos por una cuneta de unos ciento cincuenta metros, chocamos con piedras y árboles. Finalmente, paramos al chocarnos con un árbol, que atravesó la luna delantera y mató a papá que iba en el asiento del copiloto. Mamá estaba inconsciente y sangraban mucho sus piernas y su torso y tú no reaccionabas.— hizo una pausa para poder limpiarse las lágrimas.— Salí del coche con varios cortes y un fuerte dolor de cabeza y mientras intentaba subir para pedir ayuda cogí mi teléfono, que no sé como sobrevivió, y llamé a emergencias.
Las ambulancias tardaron en llegar y ya no notaba el pulso de mamá, pero tu si respirabas así que te saqué de ahí y me abracé pidiéndote para que te quedarás conmigo. Solo me quedabas tú.— entonces, la mujer se acercó a él y le abrazó.
— Después de que las ambulancias os trajeran, Jess y Paul, fueron llevados directamente a la morgue y a ti te subieron a planta con rapidez y tras una larga intervención nos dijeron que estabas en coma y que quizás nunca despertarías. Dos días después enterramos a tus padres y desde entonces tu hermano,— dijo mirando a Isaac.— viene todos los días a verte y te ha estado cuidando como si fuera Paul. Vuestros padres me dejaron vuestra custodia y desde entonces os trato como si fuerais mis propios hijos.
— Lo haces muy bien, tía Sarah.— le dijo Isaac todavía abrazado a ella.— Nunca he perdido la esperanza de que despertaras. Y por fin lo has hecho, Sammy.— por primera vez no me molestaba ese apodo.
Estaba en shock, no sabía qué hacer o decir, así que el doctor se apresuró a mirar todas sus notas y me miró para pedirme permiso y yo asentí.
— Durante el choque quedaste en coma, como bien han dicho Sarah e Isaac. Tu cerebro se agarró a algo que conocías y querías dándole tu propia visión. Por eso esa historia de Hogwarts.
— Te llamas Samantha Sherman, vives en..._— empezó a decir Isaac.
— Calle Wallaby, 42. Sidney, Australia.— dije recordando como mi verdadero padre y yo habíamos estado aprendiéndome eso en la cocina cuando tenía cinco años por sí me perdía.— ¿Cuál era el tema delicado?
Los tres se miraron nerviosos y titubearon sí decírmelo o no pero Isaac tomó las tiendas y me contestó.
— Que eras adoptada.— dijo y me miró expectante.
Eso fue lo que desencadenó el resto de mis recuerdos hacia atrás, en dos segundos empecé a recordar mi vida y decidí ir contándoselo a los demás para que me la verificaran.
— Soy la capitana del equipo de balonmano en el instituto. Quiero estudiar magisterio en Harvard, porque tengo media para ello. ¿Dónde estaba Jake?
Jake era mi novio y llevábamos seis meses cuando sucedió el accidente. Él era un vecino que conocíamos desde que nacimos prácticamente. Siempre me gustó y en el instituto nuestros sentimientos coincidieron.
Noté como Isaac se enfadaba y se tensaba.
— El muy... ya no se mi cómo calificarle por lo que te ha hecho.— dijo Sarah.
— Vino a verte la primera semana y después te dio por pérdida y se aprovechó de todas las chicas que sentían pena por él hasta que dijo que ya no saldrías de esta y fue tirándose a todo lo que se movía.— explicó y juro que pude escuchar como mi corazón se rompía.— Y el calificativo es cabrón, tía Sarah.— ella no le reprocho su lenguaje duro, simplemente le abrazó.
— También eres la presidenta del club de lectura y tu saga favorita siempre ha sido Harry Potter.— dijo Isaac.— Siempre te reproché que eso era de friki y mira por dónde, eso te ha traído de vuelta con nosotros.
No sabía cómo sentirme así que simplemente lloré e Isaac me abrazó. Sus abrazos se sentían igual de protectores y él seguía dándome confianza, eso sí que no había cambiado.
— ¿Quienes son Jack, Ken, Charlie, Luke y Harry?— pregunté.
— Son los primos con los que pasamos el verano en el lago en casa de papá en EEUU. No se sí te acordarás pero emigró aquí con unos veintisiete años para encontrar trabajo. Solo pudo conseguir trabajo en la panadería del abuelo hasta que ahorró lo suficiente para montar su propia clínica de dentista y se casó con mamá, la hija del panadero.— en cuanto acabó recordé todas esas veces que papá nos contaba como se habían conocido.
— ¿Y Mara y Alice?— me aventuré a preguntar.
Como si alguna fuerza mayor me escuchara las vi aparecer corriendo por el pasillo y al verme sentada, despierta y hablando empezaron a llorar. Me dieron un abrazo a la vez.
— Te he echado de menos.— dijeron las dos a la vez y yo comencé a reír.
Me contaron cosas suyas y sobre nuestras amistades durante la tarde, hasta que acabaron las horas de visita. Por ejemplo que conocí a Mara a los cinco años en el colegio y que desde entonces sé que practica la lucha libre. También participaba en los decathlones académicos porque sus notas eran envidiables y quería estudiar medicina para trabajar en una ONG curando a los más desfavorecidos en el tercer mundo.
Alice, sin embargo llegó nueva a mitad de nuestra estancia en el colegio, porque se había mudado desde otra zona de la isla. Era surfista desde antes de mudarse y nos había aficionado a Mara a mí aunque no llegábamos a su nivel pasábamos un buen rato juntas.
Cuando se fueron, Sarah mandó a Isaac a casa y ella se quedó conmigo contándome historias de cuando era pequeña hasta que me quedé dormida.
Mrs. Malfoy 💟