Amanda Turner
Después de comer y hacer algunos comentarios divertidos respecto a esa reunión a la que mi amiga iba a acudir con el chico de rizos, volvimos a nuestra tarea del día: recorrer el mayor número de tiendas posible. Salimos del restaurante y pasamos a las tiendas que nos faltaban, aunque la tarea no fue tan fácil como por la mañana. Fans de Little Mix y One Direction habían descubierto que una de las chicas junto a una de las novias de sus chicos estaban de compras por Oxford Street y, en pocos minutos, estábamos rodeadas de chicas pidiéndoles fotos y autógrafos. Hasta ahí todo era normal. Lo mejor vino cuando una de esas chicas se dirigió a mí.
—Perdona, perdona. ¿Tú eres Amy? —fue cuando escuché mi nombre cuando me giré sin comprender bien por qué una de ellas me llamaba a mí.
—Emm...sí, soy yo.
— ¿Te importa hacerte una foto conmigo? —eso ya me descolocó completamente.
— ¿Conmigo? Estás de broma, ¿verdad? —la chica sonrió, simpática.
—Claro que contigo. Eres la nueva chica de Harry, ¿no? —solté una carcajada comprendiéndolo todo.
—No, no soy la chica de Harry. Solo somos amigos.
—Pues todo el mundo está —la interrumpí.
—Sí, lo sé. Las fotos del otro día. Oye, soy su amiga. Fuimos de compras juntos. Nada más —expliqué amablemente.
—Perdona si te he molestado.
—No ha sido nada —sonreí.
Nos despedimos en el lugar donde nos habíamos encontrado esa misma mañana y Eleanor y yo nos subimos en el metro de vuelta a casa mientras charlábamos un poco.
—Espero que repitamos lo de hoy pronto —me dijo cuando estábamos frente a la puerta de su casa.
—Claro. Lo hemos pasado bien.
—Y no te preocupes por lo de Nick. Se le pasará en seguida.
Durante el camino de vuelta me había preguntado el porqué de nuestra repentina salida la noche anterior de la casa de Zayn y le conté los motivos de nuestra discusión en el coche. Nos abrazamos a modo de despedida y yo caminé los pocos pasos que separaban mi puerta de la suya.
—Ya estoy en casa —grité mientras cerraba la puerta tras de mí con algo de dificultad por las bolsas que llevaba llenas de ropa.
—Hola hija —me saludó mi madre desde el salón. Entré para besar su mejilla—. No vayas muy lejos. Tenemos que hablar —dijo. La miré extrañada.
— ¿Qué he hecho? —pregunté alarmada.
Era imposible que se hubieran enterado de la fiesta de anoche. O quizás era que sabía que salía con Nick.
—Ahora lo sabrás. Deja las cosas arriba y baja —indicó. Hice lo que me pidió, subí a mi habitación y dejé las bolsas en el suelo. Me quité las zapatillas y bajé descalza después de asomarme a la habitación de Dani a saludarle.
—Tú dirás, mamá.
— ¿Puedes explicarme por qué sales con un chico famoso y no nos cuentas nada? —me miró seria.
— ¿Qué? Yo no...—me callé cuando mi madre sacó de su espalda una revista adolescente. En ella salíamos claramente Harry y yo en la tienda de trajes. La portada decía "Harry Styles de compras con su nueva novia".
—No te atrevas a mentirme.
—Pero mamá, es mentira.
— ¿Sí? Eso no es lo que dice aquí —señaló la revista y la abrió por una de las primeras páginas. Estaba llena de más fotos que pertenecían al mismo día—. "Al parecer, el rompecorazones de nuestra boyband favorita se ha enamorado. Esta chica rubia responde al nombre de Amanda y es hija de uno de los empresarios londinenses más importante. Aún no sabemos más acerca de ella, pero os iremos informando. De momento os dejamos una pregunta, ¿qué os parece que la rubia haya robado el corazón de nuestro Harry? ¡A nosotras nos parece que hacen una pareja monísima!" —me eché a reír— Claramente la de las fotos eres tú así que no me digas que no es cierto que le conoces.
—Eso sí es cierto, pero solamente es un amigo mío.
— ¿Y de qué conoces tú, si puede saberse, a un famoso cantante?
—Le conocí a él y al resto del grupo cuando acompañé a Gin a su concierto. Tenía pases de meet&greet, nos caímos bien y hemos estado saliendo por ahí a tomar algo. Además, el batería es Josh. Dani también los conoce.
—Como se entere tu padre...
—No se lo digas —pedí rápidamente—. Mamá, por favor. Sabes como es y no le gustará que tenga a unos chicos famosos como amigos —suspiró.
—Está bien. No le diré nada —sonreí y la abracé.
—Gracias, mamá. Son unos chicos majísimos, de verdad.
— ¿En serio que no te gusta? —volvió a señalar la revista— Es muy guapo —canturreó balanceándola. Reí negando con la cabeza.
— ¡Mamá! —la regañé y, después de escuchar risas por su parte, subí a la habitación de mi hermano. Tenía que pedirle un favor.
—Hola tortuguita. Eres famosa por medio twitter —dijo después de que besara su mejilla.
—No empieces tú también. Es todo mentira —me senté sobre la cama.
— ¿Qué tal el día de compras? ¿Habéis dejado algo o no hay ni una sola prenda de ropa en todo Londres?
—Idiota. Pues te he traído algo, que lo sepas, pero ahora no te lo voy a dar.
—Oh, venga. No seas mala.
—Ahora vengo —salí de allí para ir en busca de mi pequeño regalo— ¡Tachán! —exclamé tendiéndoselo. Era una gorra de visera plana, negra con el logo de vans en rojo.
—Muchas gracias, tortuguita —recibí un abrazo como agradecimiento y se la puso para atrás—. Venga, suelta lo que tengas que pedirme —apremió sentándose en la silla para colocarse frente a mí.
— ¿Cómo sabes que...?
—Te conozco muy bien. Además, traes tu cara de inocente a la que es imposible decir que no. Venga, ¿en qué puedo ayudarte? —apoyó sus manos en mis rodillas.
—Mañana he quedado con Harry y Zayn —empecé a explicarle—. Me van a llevar al estudio donde se hacen ellos los tatuajes. Ya sabes que llevo mucho tiempo queriéndome hacer uno y...
—No sigas —dijo medio riendo—. Quieres que te acompañe para autorizarlo por eso de que aun eres menor y bla, bla, bla, ¿me equivoco?
—Eres un asqueroso sabelotodo —le golpeé suavemente el brazo.
— ¿A qué hora vienen a por nosotros? —preguntó sonriéndome.
— ¿Sabes que te quiero mucho? —dije mientras me echaba sobre él para abrazarle.
Lucy Austen
Terminé de vestirme casi con la hora justa para salir de casa y llegar a tiempo a Trafalgar Square. Me miré una última vez en el espejo, estiré la camiseta que había elegido para aquella ocasión y me sonreí cogiendo del primer cajón de la estantería la pequeña pista que esperaba que hiciera que Niall descubiera de qué nos conocíamos. Me despedí de mi padre y salí de casa. Cogí el metro y tras un par de paradas, llegué a mi destino. Subí las escaleras hasta la calle, caminé unos metros y al entrar en la plaza puse toda mi atención en encontrarle. Distinguí su figura unos minutos después. Estaba sentado en el borde de una de las fuentes, vestido con unos vaqueros y una camisa de cuadros azules abierta, con una camiseta básica debajo y unas raybans negras que protegían sus ojos del sol londinense de aquella tarde. Decidí acercarme sigilosamente, parecía estar bastante metido en su mundo, y al llegar a su lado, metí la mano en el agua y le salpiqué. Dio un pequeño bote y yo empecé a reírme.
— ¡Pero qué...! —empezó a protestar llevándose una mano a la nuca donde tenía varias gotas de agua, pero se calló al verme riendo a su lado— Vaya maneras tienes tú de empezar una cita, eh —me encogí de hombros.
—Soy original —dije divertida.
— ¿Vamos a tomar algo? Tengo hambre.
—Mientras no vayamos a un Nando's, donde quieras.
— ¡Vaya! —exclamó— Con lo bien que se está allí. Te iba a llevar al de Covent Garden que nos pillaba cerca y además, allí trabaja una chica muy guapa —me eché a reír. Ese Nando's era donde yo trabajaba.
—No seas pelota.
—Y tú no seas creída. No hablaba de ti —se cruzó de brazos.
— ¿Y de quién entonces? ¿De la señora Brown? Te van las maduritas ¿o qué? —bromeé. Allí solo trabajábamos la señora Brown, un par de chicos y yo.
—Vaaaale, me has pillado.
Niall Horan
Decidimos sentarnos en la mesa más apartada del Starbucks, en la planta superior y fue ella la que bajó a pedir lo que tomaríamos. Quería una tarde tranquila, de relax. Una tarde en la que mis obligaciones como famoso no intervinieran. Subió unos minutos después con una bandeja llena de cosas, apenas podía con ella. Me levanté a ayudarla.
—Gracias.
—No hay de qué. Aunque que en una cita tenga que ir a pedir la chica es un poco cutre, que lo sepas —bromeó y rodé los ojos.
— ¿Preferías tener una cita con mis fans de invitadas? —negó con la cabeza— Entonces no te quejes.
Empezamos a hablar de un montón de cosas mientras ella se bebía su café y yo devoraba un par de croissants con chocolate. Durante nuestra conversación no podía parar de darle vueltas al hecho de saber que nos conocíamos de antes, pero por más que lo pensaba no lograba llegar a ninguna conclusión porque me veía distraído cada vez que me sonreía o se reía con alguna de las anécdotas que compartía con ella.
— ¿Vas a decirme ya de qué nos conocemos, Lucy? —pregunté apoyando los codos sobre la mesa y la cabeza sobre las manos, acercándome a ella.
—Te dije que tendrías que descubrirlo tú solito —dijo imitando mi gesto haciendo que pocos centímetros nos separaran. Su movimiento causó que un pequeño colgante que llevaba quedara al aire. Era un pequeño trébol de plata, con las hojas esmaltadas en verde que reconocí al instante. Se lo había regalado yo.
Elizabeth Hunt
Me despedí de las chicas y, en cuanto me quedé sola, me puse los cascos del iPod para sumergirme en la música con la que decidía deleitarme. Después de unos quince minutos en el autobús, bajé en la parada que más cerca me dejaba de mi casa. Aun así, todavía tenía que andar unos diez minutos más, pasando por el parque donde siempre solía practicar con el skate junto a Josh y Dani.
— ¡Eli! —gritó una voz fácilmente reconocible para mí. Me giré para encontrarme con mi amigo que venía hacía mí— ¿Cómo estás?
— ¿Ahora mismo? Agotada —levanté levemente las dos bolsas que llevaba— ¿Y tú?
—Bien. Aquí pasando el rato con el skate.
—Eh, Josh, tío. Tu técnica no funciona —otra voz reconocible para mí, pero que no era la del hermano de Amy. Escuché un ruido de alguien bajándose de un skate y su silueta apareció detrás de Josh que se reía—. He estado a punto de caerme tres veces ya. No hay manera de mantener el equilibrio sobre este cacharro —se quejó llegando donde estábamos. Sonreí tímidamente cuando llegó—. Hola Eli.
—Hola Zayn.
—Eso será porque eres un torpe. No estás hecho para esto —contestó Josh queriendo aparentar superioridad.
—No le hagas caso. Yo tuve que aprender sola. La culpa es de su técnica que es una chapuza.
—Eso es mentira —se defendió Josh.
—Somos dos contra uno, así que creo que nosotros tenemos razón —argumentó Zayn pasando su brazo por mis hombros.
—Bah, no tenéis ni idea —protestó.
—La verdad es que yo sí.
— ¿Y te atreverías a ser mi profesora? —Zayn me preguntó mirándome fijamente con aquellos ojos marrones que aparecían tanto últimamente en mis sueños, esperando una respuesta.
—Claro, por qué no.
—Genial.
—Pues que te vaya bien con ella. Si luego te lesionas por su culpa, a mí no me digas nada —Josh levantó los brazos en el aire, como deshaciéndose de la responsabilidad.
—No te echaré la culpa de nada, pero solo si me invitas a una cerveza —Josh aceptó haciendo un movimiento con la cabeza—. ¿Te vienes? —me invitó. Negué con la cabeza.
—Me voy a casa. Mi madre lleva todo el día sola.
—Otra vez será entonces —dijo Josh. Me despedí de él con un abrazo y un beso en la mejilla y luego de Zayn.
— ¿Te llamo y quedamos para esas clases? —yo ya había empezado a caminar en dirección a mi casa.
—Claro —grité para que me escuchara mientras levantaba la mano con el pulgar hacia arriba en señal de aprobación.
Louis Tomlinson
Había pasado el día entero en casa, tranquilamente. Bueno, tranquilamente no. Ronnie me había dejado con una especie de remordimiento que no paraba de molestarme. Su insinuación antes de salir a las compras no me había gustado para nada y era algo que pensaba solucionar cuando volviera. Dicho y hecho. En ese momento apareció por la puerta con unas cuantas bolsas.
—Hola Boo Bear.
— ¿Qué tal, Ron?
—Bien, bien —dijo mientras caminaba por el pasillo hasta su habitación—. ¿Y tú? —entró en el salón de nuevo y se sentó a mi lado.
—Bien. ¿Qué has traído de cenar?
— ¿Cómo qué que...? La cena te tocaba a ti que llevas aquí todo el día.
Decidimos hacer algo de pasta para cenar entre otras cosas porque no es que hubiera mucho más en mi nevera. Mañana tendría que ir a hacer la compra. Después, nos sentamos en el sofá a ver algún programa de la televisión.
—Oye Ron.
— ¿Qué pasa? —me miró sonriente.
—Lo que dijiste esta mañana...No hablabas en serio, ¿verdad?
— ¿Qué dije? No me acuerdo.
—Lo de Amanda —respondí. Sabía que lo hacía para fastidiarme.
—Ah eso. Iba totalmente en serio. Se te caía la baba y no está bien que eso pase con tu novia delante, aunque ni ella ni los demás se dieran cuenta.
—No se dieron cuenta porque no pasó.
— ¿Estás seguro? —asentí enérgicamente con la cabeza— En ese caso no hay de qué preocuparse, ¿no? —empezó a reírse y la miré de mala manera. No me gustaba que se riera de esa forma y mucho menos de mí— ¿Qué? A mí no puedes engañarme y lo sabes.
—No intento engañarte.
—No. Es peor: intentas engañarte a ti mismo, Lou —dijo poniendo una mano sobre mi hombro—. Tendrías que haberte visto anoche. Son pequeñas cosas que para el resto pasan desapercibidas, pero no para tu mejor amiga. Pero bueno, tienes que darte cuenta de lo que sientes tú solo. Solo espero que cuando lo hagas no sea demasiado tarde. Me voy a dormir, estoy muy cansada. Hasta mañana, Boo Bear —besó mi mejilla y se levantó del sofá.
La miré con el ceño fruncido mientras desaparecía por el pasillo.
¿Qué había querido decir? ¿Es que acaso insinuaba que estaba enamorado de Amy? ¿De esa chiquilla? ¡Por favor, Ron! Tengo una preciosa novia a la que adoro. Eso no podría pasar. Nunca.