Cecilia se fue temprano hoy, su mamá la recogió apenas había pasado dos horas de escuela.
No pude decirle que no encontré nada.
En el recreo, Lucía se me quedó mirando con cara enojada; me ponía nervioso al jugar fútbol.
Cuando sonó la campana para salir de la escuela, le dije que me dejará de mirarme así.
— No lo haré, opinó que todos deberían mirarte así. — contestó con todo serio.
— ¿porque? — pregunté.
— Pregúntale a Cecilia, si no la recuerdas. Es la niña que haz destrozado su dibujo, quien te lo hizo para que te sintieras mejor. —
— ¿Un dibujo? — esta situación estaba más extraña.
— No te hagas más el tonto. — se acercó más a mi ,haciendo que chocará contra la pared. — Solo eres un niño bonito; te advierto, si haces que mi mejor amiga llore. Yo misma haré que tú llores más. —
Cuando terminó su advertencia, se alejó de mí y saco la lengua. Salió del salón, dejándome con los nervios de puntas y más confuso que antes.