East Of Heaven ~ Larry Stylin...

By MrsHorik

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Harry es un adolescente víctima de bullying, todos sus compañeros lo maltratan y lo insultan por ser homosexu... More

East Of Heaven ~ Larry Stylinson
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
AVISO
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
¡TRAILER DE LA NOVELA!
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Twitter, bitches.
Capítulo 26
Capítulo 27 - Maratón 1/2
Capítulo 28 - Maratón 2/2
Capítulo 29
Capítulo 30
AYUDA!
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Link 2ª Temporada
Capítulo 47
Capítulo 48
Aviso.
Capítulo 49 - FINAL
Epílogo ♥
Hola... Otra vez.

Capítulo 22

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By MrsHorik

Aquellos dos últimos días habían sido más buenos de lo normal, todo había sido perfecto, a parte de las miradas de desprecio de muchos de los alumnos ahí presentes a las que ya estaba más que acostumbrado.

Al parecer el día que no asistí a clases expulsaron a Max, mi acosador, y a su pandilla de amigos por dos días ya que se habían metido en una pelea y uno de ellos golpeó sin querer al profesor que trataba de separarlos, rompiéndole la nariz.

Todo iba perfectamente para entonces… Pero todo lo bueno tiene un final. Aquél día volvían.

-Simplemente estoy… asustado –miré a Perrie por el rabillo del ojo al decir la última palabra mientras sujetaba el celular en mi oreja.

-Tranquilo Hazza, intenta que no te vean y todo irá bien –hablaba Louis desde el otro lado de la línea.

Bufé rodando los ojos.

-¿Y qué te crees que hago? ¿Te piensas que voy por ahí con una flecha hecha de luces de Neón para que me vean? –A veces Louis parecía tonto-. Aunque me escondiera bajo las piedras me verían.

-Tranquilo fiera, que yo sólo intento animar­ –rió.

Perrie y yo giramos la esquina de la calle del colegio, me miré el reloj, faltaban 5 minutos para que abrieran.

-Estamos llegando, Lou –suspiré-. Hablamos pronto, ¿sí?

-Iba a decir lo mismo. Te llamo ésta tarde, bebé.

-No deberías hablar por teléfono mientras conduces –le recordé por enésima vez en aquellos 10 minutos.

-Es que es muy aburrido ir a la universidad a solas. Antes podía hablar con la Negra pero desde que tiene las patas escayoladas y necesita estar en reposo, me toca ir sólo. Por cierto, recuerdos a Perrie de su parte.

-Recuerdos de parte de Zayn –le dije a la rubia.

Ella se giró y rodó los ojos con una sonrisa.

-¿Zayn? ¿Qué Zayn?

Reí negando con la cabeza y volví a hablar con Louis.

-¿Has escuchado?

-Alto y claro –rió divertido.

-¿Y qué hay de Liam? ¿Y Niall? Él puede andar, puede ir contigo.

-Liam se ha tomado una semana para cuidar a Zayn ya que sus padres no pueden y no lo quieren dejar sólo… ¿por qué será? –rió irónico-. Y Niall, bueno, él tiene tu edad así que es su último año de instituto, todavía no va a la universidad… aunque ésta semana se la pasa con Zayn y Liam.

Un coro de ángeles salió de la nada para cantar en el interior de mi cabeza en el instante que Louis me recordó que ése era mi último año en aquella cárcel.

Cruzamos la entrada del instituto y comenzamos a caminar por el pequeño jardín de la entrada. Varios alumnos comenzaban a entrar mientras que otros simplemente conversaban tranquilamente sentados en el césped. Deduje que aquellos llevaban ahí bastante tiempo. La gente comenzó a amontonarse a nuestro alrededor en el momento que sonó la campana.

-Es hora de entrar, hablamos luego Louis –bajé la voz para decir lo siguiente-. Te quiero.

Miré a mi alrededor, esperando a que nadie lo hubiera escuchado.

-Y yo a ti amor –me dio un beso, haciendo sonar un chasquido en mi oído-. Adiós.

Para entonces ya me encontraba de camino a mi taquilla siendo observado por todo el mundo… aunque ya no sabía si la gente me miraba a mí o miraba a Perrie, que caminaba con orgullo con su nueva ropa gótica.

NARRA NIALL

-¿Cómo haces eso? –abrí la boca de par en par cual niño pequeño.

Zayn siguió haciendo trucos de magia imposibles. Cogió una bolita roja y la colocó entre sus dedos, luego los juntó y de ahí salieron dos bolitas. Eso era brujería, yo lo sabía. Estaba seguro.

-Yo hago maravillas con las manos, Niall –me miró divertido para luego guiñarme un ojo, eso fue una indirecta muy directa.

Me sonrojé de inmediato y él desvió de nuevo la mirada hacia sus manos. Liam vino de la cocina con un vaso de agua, bebiendo a sorbos.

-¡Mira Liam! –Exclamé cuando el morocho sacó cuatro bolitas-. ¡Eso es brujería, practica las artes oscuras!

Él bufó y se sentó a mi lado en el sofá.

-Es Zayn… no practica nada.

Entrecerré los ojos observando las manos del chico, que rápidamente se juntaron y de ahí salió una sola bolita roja.

La dejó en la caja de magia y me miró satisfecho. En esos momentos mi boca llegaba al suelo. ¡Brujería!

Agarré el vaso de agua de Liam y sin pensármelo dos veces lo vertí todo en su cara. Le entregué de nuevo el vaso al castaño y esperé, ahora eran ellos dos los que tenían dos palmos de boca.

-Según El Mago De Oz las brujas se quemaban con el agua –musité extrañado.

-¡¿ERES IDIOTA O MASTICAS PIEDRAS?! –gritó el morocho, empapado- ¡¿PERO A TI QUÉ BICHO TE HA PICADO?!

-¡BRUJO, BRUJO! –grité, echándome hacia atrás formando una cruz con los dedos- ¡ATRÁS, HIJO DE SATÁN!

-¡TE VOY A MATAR!

-¡CON UN HECHIZO, ¿VERDAD?! –Me levanté del sofá antes de que me cogiera y salí corriendo- ¡NUNCA ME COGERÁS VIVO, BRUJO! ¡MAGIA NEGRA, MAGIA NEGRA! ¡SATÁN! ¡TE QUEMARÉ EN LA HOGUERA! ¡BRUJOOOO!

-Ay la ostia –escuché bufar a Liam mientras Zayn comenzaba a correr detrás de mí con la silla de ruedas.

-¡LIAM, NECESITO AGUA BENDITA! –grité desesperadamente mientras corría a encerrarme en el baño- ¡AGUA BENDITA! ¡ESO QUEMARÁ AL BRUJO! ¡BRUJOOO! MORIRÁS CALCINADO, ¡COMO EL SANDWICH! ¡BENDITO FUEGO!

-¡Estáis como una cabra! –gritó Liam por detrás nuestro.

Me encerré en el baño y me senté en el suelo, apoyando la espalda en la puerta. Zayn comenzó a dar golpes en ella como si no hubiera mañana, yo simplemente reí. ¡No me iba a coger vivo! Mierda, eso significaba que me iba a matar.

-¡No me convertirás en rana! –le chillé.

-¡Algún día saldrás de ahí, Horan! ¡Y ese día te mataré!

-¡Me haré un collar de ajos!

-Eres idiota, eso es para los vampiros –rió, dejando de golpear la puerta.

-Eres un brujo, puedes convertirte en lo que te plazca –razoné.

-Pues me convertiré en fantasma y travesaré la puerta sin necesidad de que se abra.

-Mierda –hice chascar los dedos y me quedé pensativo, sentado en el suelo.

Escuché pasos por detrás de mí y seguidamente un golpe seco.

-Puta madre, Liam –se quejó el morocho.

-Madura ya, joder –masculló el castaño-. Que se note que eres el mayor. ¡Niall, sal de ahí!

-¡Y una mierda! Si salgo, Chocolatito me matará.

-Eso será poco en comparación a lo que yo te haré si no mueves tu culo y abres la puerta antes de que cuente hasta tres.

Las amenazas de Liam siempre se quedaban en eso, en una amenaza. Nunca llegaba a hacerme nada a parte de arrearme ostias en la cabeza con la mano abierta, para darme un aviso. Puede que por eso yo sacara cincos pelados en la mayoría de asignaturas, porque cada vez me dejaba más tonto de lo que ya era. Injusticia.

-Uno… –comenzó a contar.

No le hagas caso, Niall. Te está engañando.

-Dos…

Liam no es capaz de hacerte nada, él es una buena persona.

-Dos y medio…

Bueno, aunque cuando se enfada da miedo…

-Dos y tres cuartos…

De acuerdo, quizás sería buena idea no hacerle enfadar.

-Y…

-¡De acuerdo! –me rendí-. Tiro la toalla. ¡Abandono! Tregua.

Un pequeño silencio por parte de mis amigos me dio a pensar que Liam tenía aquella sonrisa triunfante que tanto le caracterizaba pegada en sus labios.

-Va, que me meo –rió.

-Antes, prométeme una cosa –escuché como suspiró así que proseguí-. No me pegarás otra colleja.

-De acuerdo… ¡Sal!

-¡Espera! Primero agarra a Zayn.

-No te voy a comer, Rubia –murmuró el moreno con voz ronca-. Todavía tengo que hacer muchas cosas contigo.

Tragué saliva, mi corazón se aceleraba más y más por cada segundo que transcurría.

-Vamos, Niall –el tono de voz de Liam me dejó saber que estaba terminando con su paciencia.

Cogí aire por la nariz y me levanté con lentitud, quedando de pie en frente de la puerta de madera. Deslicé la mano dubitativamente por el mango de ésta, abriéndola poco a poco.

NARRA ZAYN

Dos pequeños ojitos redondos de color cielo se dejaron ver entre la gruesa estructura de la puerta, una nariz repleta de pequeñas pecas prácticamente invisibles se apoyó en el filo de la madera. Su mirada celeste se paró primero en los ojos de Liam, clamando piedad. Luego descendió hacia los míos, provocándome una sonrisa inconsciente. Frunció el ceño cual niño pequeñito.

-¿No me harás nada? –preguntó inseguro con un hilo de voz.

Negué con la cabeza y me acomodé en mi silla de ruedas, Liam me sujetaba por detrás.

En realidad no estaba enfadado con él, un poco de agua en mi cara no iba a matarme. Aunque molaba ver lo mucho que llegaba a intimidarle. Era divertido.

El rubio pareció armarse de valentía ya que abrió la puerta con seguridad y salió del lavabo con la cabeza gacha. Ahora no se atrevía a mirarme. ¿Tanto miedo me había cogido de repente?

Liam me soltó y entró al baño con urgencia, así que tomé el control de la silla y perseguí a mi amigo, quien pareció asustarse en el momento que se dio cuenta de que yo estaba libre.

Emprendió carrera hacia mi habitación, pasando por el salón, saltando el sofá para tomar un atajo. Traté de seguir su misma trayectoria así que en el momento que pasé por el lado del sofá, agarré un cojín y se lo lancé a la cabeza, acertando de pleno. Él pareció perder el equilibrio y se dio de morros contra la puerta de mi cuarto, cayendo al suelo.

-Mierda –maldijo en un susurro.

Me acerqué a él y lo miré a los ojos, pero él apartó la mirada.

-¡Te dije que no te haría nada! ¿Por qué huyes?

-No me mires –parecía asustado.

-Hey… Ni –suspiré-. No te haré nada, te lo prometo. Mira, me aparto si quieres.

-Si te miro me convertirás en piedra. ¡BRUJO!

Así que era eso.

-¡Niall! –Bufé-. Eso ni siquiera lo hacen los brujos, eso lo hace Medusa. Necesitas dejar de ir a clase de mitología. No aprendes nada, y lo único que se te queda en la cabeza lo utilizas en contra mío.

Se levantó del suelo y me miró inseguro. Al ver que nada ocurría, se relajó.

-¿Lo ves? No ocurre nada.

-Sigo pensado que eres un brujo.

-Eres muy… especialito, ¿sabías? –él decidió entrar a mi habitación, así que lo seguí como una sombra.

-Gracias por llamarme raro –rió.

Se echó de un salto encima de mi cama, rebotando por la misma inercia, abriéndose de brazos y piernas. En pocos segundos las sábanas se encontraban revueltas, el esfuerzo que Liam había gastado en dejarlo todo perfecto se había ido a tomar leche gracias al rubio. Qué majo.

Rodé, si es que se le puede llamar así, hacia mi armario y lo abrí de par en par para poder escoger una camiseta al azar. La dejé entre mis piernas para poder sacarme la mía, empapada.

Una vez tuve el torso desnudo volví a rodar delante del gran espejo que tenía en frente de la cama, parándome delante para poder peinarme un poco. Observé el reflejo de Niall, quien levantó la cabeza del colchón y enrojeció al instante.

-¿Q-Qué haces? –titubeó.

Juro que aquél duende irlandés tenía el alma más inocente y más mal pensada al mismo tiempo que jamás haya conocido. ¿Qué pensaría que estaba haciendo?

-Cambiarme de camiseta, ¿no lo ves? –cogí mi camiseta blanca de “Cool kids don’t dance” de entre mis piernas y me la puse rápidamente sin dejar de mirar el reflejo rojo como un tomate de Niall- ¿Qué miras tanto?

-N-Nada –desvió su mirada rápidamente.

Solté una risita apenas audible para él.

-Ya, claro.  No has dejado de pensar en eso, ¿verdad?

Giré sobre mí mismo y me encaré a él, alzando una ceja. Se incorporó de inmediato, quedando sentado sobre la cama, sus piernas colgando.

-¿Pensar en qué?

-Lo que hicimos –sonreí pícaramente-. Lo deseas. Me deseas.

-¡¿Qué?! –Pareció atragantarse con su propia saliva, ya que comenzó a toser como un loco- Ni siquiera soy gay, Zayn.

-Nadie ha dicho que lo seas. Simplemente, sé que te gustó. Y quieres repetir.

-N-no –su nerviosismo aumentaba por momentos.

-Tus labios dicen que no –me acerqué lentamente hacia él, quedando a la misma altura ya que ambos estábamos sentados-. Pero el rubor de tus mejillas te delata. Y tus ojos parecen decir lo contrario.

-Cállate –musitó.

Me incliné hacia adelante, haciendo que él agachara la cabeza para evitar cualquier tipo de contacto visual.

-En dos semanas me quitarán estos malditos yesos de las piernas, y a ti te lo quitarán del brazo, Niall –susurré cerca de su cara-. Para entonces, esta cama nos va a servir de mucho… Y ese espejo también. Ya lo verás.

¿Qué mierdas estaba haciendo con mi vida? ¿Desde cuándo estaba yo tan desesperado como para querer acostarme con mi mejor amigo? Aunque… por muy asqueroso que fuera, me resultaba excitante la idea de tener a Niall sudando debajo de mí, rogándome por más. Joder, eso me ponía demasiado.

Mierda Zayn, ¿Qué coño dices? Eres un  maldito pirado, un enfermo. ¡Niall es tu mejor amigo desde que tienes memoria! Aunque estaba bueno, el cabrón, con esos ojazos azules que eran capaces de parar el mundo a mi alrededor cuando me mirab… ¡JODER! Cállate, Zayn, cállate por el amor de dios.

Dejé mi debate mental de lado en el momento que noté el aliento del irlandés chocar en mis labios. ¿Tanto me había acercado a él?

-L-Liam está en casa –trató de convencerme, o puede que a él mismo, de que lo que estábamos haciendo estaba mal.

Muy mal.

Aunque no había normas establecidas en contra de lo que estábamos a punto de hacer, ¿verdad?

No, no las había.

Llevé una de mis manos a su rodilla mientras que la otra rodó vagamente hasta su pelo, enterrando los dedos en él para luego agarrarlo con firmeza y obligarle a alzar el rostro. Pero no le miré, ni él me miró a mí. Sus ojos estaban cerrados. Me acerqué cual depredador a sus labios rozándolos levemente con los míos sin llegar a besarle, y por sorpresa no fueron rechazados. Él quería que lo besara. Demasiado obvio. Demasiado fácil. Demasiado aburrido.

Si él lo quería, no dejaría que lo tuviera.

NARRA NIALL

Bésame ya, bésame ya, bésame ya.

¿Para qué resistirse si era lo que yo quería? ¿Para qué engañarme? Desde que nos emborrachamos, no dejé de pensar en qué se sentiría al besarle… puede que desde un poquito antes también.

Un par de días antes.

Vale, un par de semanas.

Puede que un par de meses antes ya sintiera algo por él.

Pero nunca hubiera llegado a imaginar que él me correspondería de ésta manera.

Cerré los ojos para que no pudiera ver lo desesperado que estaba por probar de sus labios. Zayn siempre me dijo que mis ojos eran igual o mejor que un libro abierto y, que en el momento en el que me miraba, podía saber lo que me pasaba por la mente.

Así que, mejor cerrarlos y mantener su orgullo y ego flotando en el mismo nivel de superioridad de antes y no alimentarlos mucho, o aquello iba a ser insufrible.

A Zayn le gustaba jugar. Yo lo sabía. Él lo sabía. Todo el mundo lo sabía. Zayn… Zayn era Zayn, el chico malo, el ligón de turno, mujeriego pero encantador. Sabía cómo tratar a las chicas y hacerles saber cómo quería ser tratado. Sabía cómo hacer caer a la gente a sus pies con su adorable sonrisa y sus palabras encantadoras.

Mi abuela siempre me dijo “vale más el diablo por viejo, que por diablo”, pero al parecer a Zayn no le gustaba seguir aquella norma, ni ninguna otra. Él sabía más por diablo que por otra cosa, desde bien pequeño. No necesitó años de experiencia para saber que su carita le iba a ayudar mucho en su vida.

De repente se separó de mis labios y noté su aliento sobre mi mandíbula. Ya lo había descubierto, había descubierto lo mucho que quería besarle. Ahora iba a jugar.

Me dio un tirón en el pelo desde mi nuca, haciendo que levantara la cabeza, dejándole el cuello expuesto. Húmedos besos comenzaron a ser depositados en el borde de mi mandíbula, llegando al lóbulo de mi oreja, siendo mordido repetidas veces para dar paso a su lengua, que comenzó a recorrer mi cuello con picardía.

Llevé mis manos a su oscuro y todavía húmedo cabello acompañándolas con un suspiro. Los pantalones comenzaban a apretarme un poco demasiado.

-¡Zayn, Niall! –la voz de Liam sonó desde el salón, sus pasos se hacían cada vez más fuertes.

Ambos soltamos un pequeño suspiro, y no sé si yo lo hice por alivio o por fastidio. O una mezcla de ambos.

-Qué pena, se ponía interesante –rió el morocho, apartándose de mí.

Abrí los ojos en el momento que sus labios me dejaron y me encontré con los suyos de color miel por primera vez en bastante rato.

La puerta se abrió por detrás de él, por lo que me eché las manos a mi entrepierna para tapar el bulto. Vaya mierda.

-Oh, estáis aquí –nos sonrió amablemente-. Me voy a pasear a Hatchi, ¿vale? Volveré en una hora. No arméis ningún escándalo si no queréis que os tengan que enyesar el culo de la patada que os daré.

Zayn rió, negando con la cabeza.

-Tranquilo, yo me iba a dormir ahora, estoy molido –bostezó.

-¡Pero si te pasas el día sentado en la silla, no te mueves!

-Pero la energía que ahorro andando la empleo pensado, Li –dijo orgulloso.

-Ya, claro, no pienses tanto cerebrito –se carcajeó el castaño, mirándome- ¿Te ocurre algo, Niall?

Lo miré anonadado por varios segundos, hasta que Zayn decidió intervenir.

-Simplemente le he dejado claro quién manda ahora.

-¿Sigues con el tema del vaso de agua? –Liam negó con la cabeza con desaprobación-. Déjalo ya, Negra. En verdad parecías un brujo con esas bolitas rojas.

-Sí –se giró de nuevo hacia mí y me guiñó un ojo sin que lo viera nuestro amigo-. El vaso de agua.

NARRA HARRY

-Debéis elevar al cuadrado el primer término.

Louis.

-Después efectuar el doble producto del primer término, por el segundo término, y sumárselo al anterior.

Louis.

-Por último elevar el segundo término al cuadrado y sumarlo al anterior.

Louis.

Aquello era todo en lo que pensaba durante la hora de matemáticas. Y la de arte. Y la de música. Y puede que en cualquier otra hora.

El profesor Gatfield mantenía una aburrida charla con un tercio de la clase sobre las igualdades notables ya que el otro montón del grupo, yo incluido, nos entreteníamos en mirar por la ventana, contar las líneas del suelo, enviarnos mensajitos mediante papelitos o simplemente dejar de escuchar, que ya era mucho.

Perrie se encontraba sentada en el pupitre de mi derecha, mi mesa estaba pegada al lado de la ventana. La observé detenidamente mientras ella escribía cada palabra que salía de la boca del profesor. Empollona.

-Perrie –susurré, pero no me escuchó-. Psst. ¡Perrie!

-Espera Harry –me susurró de vuelta sin despegar los ojos de su libreta.

Cogí mi bolígrafo y le di golpecitos en el hombro con la parte del tapón.

-Perrie –insistí.

Ella suspiró y me miró algo quemada.

-¿Qué?

-A Garfield le huele el aliento a pescado –reí por lo bajo-. Ba-dum tss.

El profesor de matemáticas se llamaba James Gatfield, pero desde que pisó aquél instituto hacía dos años atrás se le apodó Garfield, como el gato, por el parecido entre ambos nombres.

Ella rodó los ojos y volvió a su tarea. Aquél había sido un chiste malo, lo reconozco, pero era muy cierto, aquél hombre necesitaba caramelos de menta.

Suspiré por décima vez en media hora.

-No seas infantil, Harry –musitó.

-No puedes negar que es cierto.

-Styles, Edwards –nos llamó el profesor-. Silencio.

Varias miradas curiosas se giraron para ver lo que ocurría entre Perrie y yo pero al ver que no había gran cosa volvieron a mirar al frente.

-Perdón –dijimos al unísono.

Tras unos minutos de aburrimiento una bola de papel se estrelló en mi nuca, varias risitas sonaron por atrás. Suspiré, cogiendo el papel para luego abrirlo, viendo una sola palabra escrita en él. “Pringao”.

Rodé los ojos y respondí de inmediato.

“Analfabeto.”

Hice una bola de nuevo y la lancé hacia atrás, con la mala suerte de que fui pillado.

-Styles, último aviso –me regañó Garfield.

Nuevas miradas se clavaron en mí, yo simplemente rodé los ojos.

-Sí, sí, lo siento –bufé.

El maldito truco de las pelotitas de papel me estaba empezando a tocar las narices, porque siempre terminaba siendo yo el que acababa siendo pillado.

-Gay –rió alguien por detrás.

Por la voz, pude reconocer que era uno de los amigos, o más bien, uno de los perritos falderos que iba siempre detrás de Max. Era uno de los típicos chicos que si iban solos y te veían por la calle te ignoraban por completo, pero que cuando iban con el matón de turno se crecían y creían ser los dueños del mundo.

-Púdrete –le respondí algo más alto de lo que hubiera querido.

-¿Qué ha dicho? –Don Gato paró la clase para mirarme sorprendido.

Haha, Don Gato, qué bueno Harry –Pensé-. Se lo contaré a Perrie.

-No se lo decía a usted, señor Garfie- ¡Gatfield!

-¡Styles, no toleraré esa falta de respeto! –me gritó con el ceño fruncido- ¡Salga de clase!

-Pero…

-¡AHORA!

Miré a Perrie de reojo y vi como ella negaba con la cabeza con desaprobación, luego alcé los ojos y pude ver como toda la clase me miraba sorprendida. Porque, claro, el bueno de Harry… ¿castigado? Novedad.

Suspiré frustrado antes de coger mis cosas y salir de la sala.

Empecé a caminar por el pasillo con las manos en los bolsillos y el ceño fruncido, en dirección a los lavabos. Una vez ahí, entré y me saqué el móvil, empezando a escribir.

“Muero por volver a verte, Louis.”

Me senté en el suelo cansinamente, esperando a su respuesta.

Holiiis.
¿Os habéis enterado del incendio en casa de Liam? Se le ha quemado la barbacoa en el balcón y, Andy, su mejor amigo, ha sufrido varias quemaduras. Dicen que Liam lo salvó de milagro, ahora está en el hospital... Pero a nuestro batman no le ha pasado nada :3
Y luego yo aquí, escribiendo sobre el microondas en llamas. Yo también soy bruja :P

Espero que os haya gustado, no os olvidéis de votar y comentar, que se que queréis. Lo sé. Lo veo.
BESIIIIS. Ay, ay.

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