Hawa: Debemos salir a flote |...

By meg-books

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COMPLETA - PRONTO EN LIBRERÍAS. Tras los intensos acontecimientos que han ocurrido últimamente, Audrey recibe... More

Sinopsis
❄ Preludio ❄
Capítulo 1
Capítulo 2 (Parte 1/2)
Capítulo 2 (Parte 2/2)
Capítulo 3
Capítulo 4 (Parte 1/2)
Capítulo 4 (Parte 2/2)
Capítulo 5 (Parte 1/2)
Capítulo 5 (Parte 2/2)
Capítulo 6 (Parte 1/2)
Capítulo 6 (Parte 2/2)
Capítulo 7
Capítulo 8 (Parte 1/2)
Capítulo 8 (Parte 2/2)
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12 (Parte 1/2)
Capítulo 12 (Parte 2/2)
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19 (Parte 1/2)
Capítulo 19 (Parte 2/2)
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22 (Parte 1/2)
Capítulo 22 (Parte 2/2)
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 (Parte 1/2)
Capítulo 25 (Parte 2/2)
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28 (Parte 1/2)
Capítulo 28 (Parte 2/2)
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33 (Parte 1/2)
Capítulo 33 (Parte 2/2)
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36 (Parte 1/2)
Capítulo 36 (Parte 2/2)
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41 (Parte 1/2)
Capítulo 41 (Parte 2/2)
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44 (Parte 1/2)
Capítulo 44 (Parte 2/2)
Capítulo 45 (Final)
Top 15 Comentarios + Agradecimientos
Tercer libro: Gea + Avisos
¡Concurso!

Capítulo 9

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By meg-books

Encontrar a Marshall Frey realmente fue complicado, y ni hablar de conocerlo. Parece que se pasa todo el día tirando chistes, frases irónicas y comentarios molestos e irritantes, por lo que nunca sé cuándo está hablando en serio y cuándo no. No puedo saber a ciencia cierta con quién estoy charlando, si lo que estoy escuchando de Marshall me da alguna pista de lo que él es. Supongo que justamente lo hace para esconderse, en cierto modo.

Danna se sorprende al ver a Marshall. Supuestamente, «está algo más diferente» y «ha cambiado un poco de aspecto». Él le responde que ella sigue igual de bonita, y entonces todos terminamos de meternos en la furgoneta y emprendemos el viaje de regreso al Gremio. El muchacho se queda parte del viaje mirando por la ventana, con los ojos color café clavados en el cielo. Como si su expresión lo predijera, comienza a lloviznar y unas gotas finas y suaves empiezan a caer desde las nubes.

Ashley me echa una mirada.

-No soy yo -respondo con expresión aburrida.

De hecho, hace bastante tiempo que no intervengo en el clima. O, tal vez, no que yo sepa. Pero no lo he sentido de esa forma, por lo cual creo que no he alterado nada. ¿Será que, aunque no me he dado cuenta, he comenzado a controlarme más? ¿Estoy dejando a un lado algunos sentimientos, inconscientemente, para no provocar nada fuera de mi control? ¿Estoy volviéndome más fría, en cuanto a emoción se refiere? Veo de reojo a Fénix y de repente pienso que no le he dado el apoyo que se merecía cuando todos discutieron con él sobre amenazar a aquel hombre. En otra ocasión del pasado, habría hecho cualquier cosa por animarlo y hacerle saber que lo comprendía. Lo mismo ocurrió con mi madre; yo estaba en cierto modo impactada por ver el daño que dejó marcado mi ataque en su vientre... pero era un sentimiento de menor medida e importancia. Estaba, en cierto punto, carente de emoción; no dejé que la escena me afectara tanto como comúnmente lo habría hecho. Sin darle más rodeos al asunto, me alejé inexpresiva y comencé a preparar mis cosas para marcharme, en vez de haberme puesto a llorar por culpa como habría sucedido unos meses atrás.

-¿En general lo provocas tú?

Me despego de mi ventanilla, saliendo de mi estupor. Marshall me mira con curiosidad.

-Sólo me ha pasado muy pocas veces -respondo.

-¿Y sabes manejarlo a tu antojo?

-No, creo que es la única cosa que puedo hacer sin depender de mi control.

-Tampoco creo que haya muchos multis como para enseñarte eso...

Pongo mi rostro de costado y lo miro hasta que se da cuenta.

-Depende completamente de mi situación sentimental... -empiezo.

-Como cualquier otra cosa -interviene, y se acomoda en el asiento-. Como para encender una chispa, como para desplazar una llamarada.

-Pero a eso debo lograrlo por mi propia voluntad -espeto-, en el momento en que quiero hacer alguna de esas cosas. El clima simplemente... actúa cuando yo no puedo controlar mis emociones.

Ladea la cabeza.

-Significa que sí puedes manejarlo porque al manejar tus sentimientos el clima te obedece.

-¿Qué? No es eso lo que...

-Basta, ustedes dos -ruge Danna desde el volante-. No falta mucho para adentrarnos en el bosque de la frontera, y no quiero escuchar más disputas por hoy. Necesito silencio.

Pongo los ojos en blanco y después vuelvo mi atención hacia el exterior de mi ventanilla. ¿Qué sabe él del factor emocional en el clima? Es mucho más distinto que el que se emplea cuando quieres manipular el fuego. Tienen diferentes funciones; en el caso de querer encender una llamarada, por ejemplo, tus emociones influirán en la efectividad. Pero el caso del clima es al revés, pues sucede que éste depende de aquellos sentimientos que no son fáciles de evitar. Es incontrolable.

Me encuentro sorprendiéndome a mí misma. ¿Y desde cuándo yo sé tanto sobre este asunto?

Pasamos los letreros y avisos, de los cuales he identificado más esta vez, y dejamos atrás el enorme muro que rodea al Gremio. El enorme portón se cierra con un chirrido grave y bajo y entonces todos salimos de la furgoneta.

La estructura del edificio se alza con un aspecto terrorífico en medio de la noche. Los ventanales de bordes negros y las antorchas distribuidas le dan un aspecto de un pequeño castillo sacado de un libro de terror. Las llamas danzan leves y tranquilas, pero dan la iluminación necesaria para crear extrañas sombras que se proyectan sobre la pared interior del muro y el portón. La enorme puerta principal está abierta de lado a lado, y algunos ignisios que se encontraban fuera comienzan a entrar al Gremio. Sumándonos a ellos, mi pequeño grupo y yo nos adentramos por los pasillos y nos dirigimos hacia adonde va la mayoría.

-No podré olvidarme nunca más del horrible olor que caracteriza a este lugar -comenta Marshall sin ninguna razón.

La verdad, yo no siento ningún olor desagradable.

Como nadie le responde o le contesta con otro comentario, él agrega:

-Y, bueno, ¿tengo que hablar con alguien o...?

-No, yo me encargaré de ello. Déjamelo a mí -ataja Danna, mientras seguimos andando por un pasillo.

-Espero no tener la misma cama incómoda que me daban antes.

-Tendrás exactamente la misma porquería.

-Pero antes era algo así como un ignisio más -dice, y entonces vacila-. Ahora soy... un instructor destacado.

-Tendrás exactamente la misma porquería -repite Ashley.

Llegamos al final del corredor. Una sala enorme se abre hacia los costados, llena de mesas y sillas metálicas. Varias personas se encuentran cenando, a pesar de que ya es muy tarde y probablemente el comedor cerrará en poco tiempo.

Estoy a punto de sentarme en una mesa, pero entonces veo que Fénix sigue de largo. Lo persigo con la mirada y tan sólo recién noto le mesada larga junto a la pared, donde aparentemente se busca el plato de comida.

Me acerco y me coloco al final de la fila. Los demás han quedado separados de mí, pero supongo que no importa porque al fin y al cabo nos sentaremos juntos a la mesa. Cruzo ambas manos detrás de la espalda, y mientras espero me dispongo a analizar cómo funciona el sistema; si la cena se puede elegir o si es un plato determinado. Tal vez como somos la última tanda y llegamos casi en la última hora, no haya tanta elección como...

-No...

Me volteo al escuchar esa voz tan sorprendida. Después de todo, no tengo otra cosa interesante por hacer.

La chica se quita las manos de la boca y comenta:

-Yo no me lo puedo creer.

Frunzo el ceño, porque parece que lo ha dicho para entablar una breve conversación conmigo, o simplemente para llamar la atención... pero sin embargo se encuentra viendo hacia una parte del comedor.

Estoy a punto de tratar de distinguir qué es aquello que la impresionó, pero entonces caigo en la cuenta de que es la misma muchacha que me llamó la atención en la sala principal el primer día, minutos antes de que Fénix acorralara a aquel hombre.

Siento que de algún modo me está hablando a mí, así que me veo en la necesidad de responderle algo para no quedar tan descortés.

-¿Qué cosa?

«Buena pregunta, Audrey».

Avanzamos un poco más en la fila y entonces ella me contesta muy entusiasmada.

-Esto es lo mejor que puede pasar este año -sonríe- ¿En serio Marshall Frey volvió? ¡No lo puedo creer, no lo puedo creer! -chilla por lo bajo, mientras cierra sus dos manos en puños y los pone bajo su barbilla- ¡Y encima el otro día vi a Fénix Elmend en la entrada! Ruego todo el tiempo para que esta vez se quede más tiempo aquí en el Gremio.

Debo tener la cara muy consternada, pero es que esta tipa me parece un poco... chiflada. O tal vez sólo está emocionada; no parece ser de mi edad, sino uno o dos años menor. Yo a veces me ponía así en mi escuela cuando veía al típico muchacho guapetón de último año. Pero, sin embargo, nunca me puse así de «conmocionada».

Como no respondo nada y me la quedo viendo como si estuviera charlando con algún extranjero que habla otra lengua, ella chasquea la lengua, rota los ojos y sigue:

-Bueno, qué digo. Seguramente tú eres nueva porque nadie te ha visto antes por aquí. Te explico: esos dos son de las cosas más sexys de esta academia, y uno terminó el Nivel Tres y le permitieron irse. El otro se escapó de aquí, o eso dicen los rumores, y después lo encontraron de nuevo o algo así. No lo sé bien -echa una risita-, ¡pero nunca pensé que volvería a verlo por los pasillos! ¡Menos aún a los dos casi al mismo tiempo!

Se acerca tanto a mí, como si me contara un secreto a pesar de que prácticamente está a punto de gritar, que tengo que alejarme lo más que puedo y lo que el espacio me permite. Si piensa o quiere que forme parte de su extraña obsesión, pues puede irse buscando otra amiga de quince años que tenga tiempo para fantasear con los chicos grandes.

No sé bien si esto me irrita o si me da un muy buen tema para burlarme y molestar a Fénix un rato.

Las mejillas regordetas se le encienden mientras se queda mirando a Marshall en la mesa, enredándose, a la vez, un rizo cobrizo en el dedo con timidez.

Se vuelve tan sólo un segundo hacia mí para decirme su nombre.

-Me llamo Cindy, por cierto.

Y algo me dice que Cindy no es la única chica del Gremio que es así. Después de todo, además de las lecciones, ejercicios y aprendizajes, supongo que las chicas tienen que distraerse con algo aquí adentro. Muy probablemente los chicos están igual.

Entonces por fin llegamos al puesto de comida, donde la primera de tres señoras comienza a servir un plato para entregarme.

-Yo soy... -musito, y dejo la frase en el aire un rato mientras me inclino para recibir mi plato sobre un alto expositor de vidrio.

De repente Fénix pasa a nuestro lado con su cena ya en manos, y se detiene un instante en cuanto me ve.

-Audrey, estaremos en la mesa de allí -me avisa.

Un segundo después sigue avanzando y yo le asiento con la cabeza con normalidad, pero la muchacha parece estar a punto de recibir una crisis nerviosa, porque me mira con la boca y los ojos exageradamente abiertos.

Está a punto de decirme algo pero no tengo las ganas suficientes de que comience a interrogarme.

-Ah, iba a decirte que me llamaba Audrey. Nos vemos, Cindy.

Le regalo una sonrisa amigable y me voy deprisa a calmar los rugidos de mi estómago abandonado.

Encuentro la mesa con facilidad. Tan sólo concentrándome en alejarme con rapidez del puesto donde nos sirven la cena, termino sentándome de la manera más veloz y fácil posible, que resulta ser junto a Marshall. Me percato de ello recién cuando apoyo mi plato sobre la mesa y me dispongo a ver a mi alrededor. Ashley llega y se sienta frente a mí, y a su lado Fénix me observa con un rostro serio. Pasa la mirada por sobre Marshall y luego la clava sobre su cena.

Bajo la mirada: es un plato con fideos, salsa y un pedazo de pan tostado.

Marshall ya está succionando unos fideos, salpicándose con gotas rojas ambas comisuras de los labios.

-Tengo una pregunta muy, muy importante -masculla mientras mastica al mismo tiempo.

Jota, que se encuentra sentado a su otro lado, levanta la mirada hacia él indicando que le presta su atención.

-¿Sobre qué?

-Sobre el Gremio -añade, mientras le arranca un pedazo al pan y se lo lleva a la boca con rapidez.

-Dime -responde, dejando salir su tono de voz de «te puedo brindar mi ayuda».

Marshall traga su comida y coloca su brazo sobre la espalda del chico que se encuentra sentado detrás de él como respaldo, para girarse y mirar hacia el otro lado del comedor.

-La chica pelirroja de los ojos oscuros, ¿sigue asistiendo?

Ashley bufa con mucha molestia, y Jota rueda los ojos con sumo cansancio. Fénix levanta una comisura de sus labios, con aire divertido. Apoya ambos brazos sobre la mesa y se inclina hacia adelante mientras gira el tenedor en su plato, enredando los fideos en él.

-Creo haberla visto cuando llegué -le susurra, trasmitiendo entusiasmo.

Marshall se vuelve y lo mira con brillo en los ojos, mientras ambos se sonríen con aire cómplice. Sin darme mucha cuenta, le clavo la mirada a Fénix con la expresión más seria que he dejado salir en mi vida, y él borra la sonrisa y se echa hacia atrás nuevamente en cuanto se percata de mi reacción. Vuelve a su tarea de recolectar fideos enrojecidos.

-Sería más importante preguntar cómo y cuándo te dedicarás a darle lecciones a Audrey -comenta Jota.

Marshall suspira.

-De acuerdo, Rastas. ¿Cómo y cuándo me dedicaré a...?

-Eso te lo confirmaré yo -interviene Danna, sentándose a la mesa. Apoya su plato junto al de Fénix-. Tengo que reunirme con Kendrick, avisarle de tu llegada y arreglar los tiempos para el entrenamiento.

-¿Te reúnes siempre con Kendrick para hablar de cosas tan aburridas como esas o para llevar a cabo cosas más interesantes?

El tono que emplea para la palabra «interesantes» hace que Danna casi escupa la soda que estaba bebiendo. Fénix levanta las cejas y aprieta los labios reprimiendo una sonrisa mientras se hace el que mira hacia otro lado.

-¿Qué...? ¿De qué estás hablando? -balbucea Danna con el ceño fruncido.

-Ya sabes, algo que... mejore sus estados físicos -agrega Marshall con el tono más normal del mundo, mientras arranca otro pedazo de pan-. Vamos, no me hagas decirlo más explícito.

-¡¿Cómo piensas que...?! ¡¿Qué crees?! -Tartamudea, hasta que se obliga a calmarse y se inclina sobre la mesa para dirigirle una mirada fulminante-. Más te vale que no andes diciendo estupideces como esas delante de la gente -murmura severa.

-Bueno, está bien. Está bien, mujer -Marshall levanta una mano como si lo estuviera apuntando con un arma. Creo que levantaría ambas si no fuera porque no puede parar de meterse comida a la boca-. Tampoco sé qué tiene de malo.

-¿Qué tiene de malo? -Repite atónita- Él es el líder del Gremio. El líder. Además, se han ido dos de los líderes menores y está en busca de gente que los reemplace, y estoy totalmente dispuesta a hacer todo lo posible porque me escoja a mí.

Ah, con que por eso está siempre tan pendiente de seguir sus órdenes con eficiencia.

Marshall la escucha y luego ladea la cabeza.

-Ese «dispuesta a hacer todo lo posible» no ha calmado mucho mis dudas.

Jota abre los ojos y Fénix prácticamente se tapa la cara con una mano anticipando la reacción de Danna. Ella golpea la mesa haciendo vibrar los vasos, platos y cubiertos, con las mejillas levemente ruborizadas.

-Cierra la maldita boca -advierte, y luego descubre a Fénix y a Ash-. ¿Y ustedes de qué se ríen?

Yo tampoco puedo evitar dejar salir una sonrisa, pero soy mejor disimulándola al tener el cabello largo y poder esconder parcialmente mi rostro en él.

-¿Qué? -pregunta Marshall indignado-. Ni que fuera un hombre tan feo. Admito sin vergüenzas que el tipo es atractivo. Es atractivo, ¿verdad, Audrey?

Me quedo de piedra cuando se gira hacia mí. Está buscando ayuda en su argumento, para no quedar tan mal él solo. Fénix levanta su mirada hacia mí, interesado por la respuesta.

-Yo... eh... -musito como idiota- No lo sé, no me metas a mí.

-Pero si tú ya lo has visto -dice-. Y además estabas ya muy callada y sentía la necesidad de hacerte hablar -añade veloz, por lo bajo.

-Ese hombre me lleva como dieciocho años -exclamo en mi defensa.

-¿Y eso qué? -Pregunta Marshall sin comprender- Yo me he liado con una mujer de más de cuarenta que no estaba nada mal. Admitir el atractivo de alguien no es ningún delito.

-Bueno... qué se yo -tartamudeo, sintiendo la presión de todas las miradas-. Supongo... supongo que no es un tipo horrible.

Fénix deja salir aire, parecido a un bufido divertido, mientras agacha la cabeza y recoge el vaso con soda.

-Ya basta -espeta Danna, y entonces se pone en pie y agarra su plato para irse, aunque recién ha llegado-. Ya deja de hablar de eso, y váyanse de una vez a sus dormitorios, antes de que se haga demasiado tarde. El comedor tiene que cerrar.

Tras decir esto, se da media vuelta y se marcha, tal vez, hacia otra mesa o a comer a su dormitorio, si es que a ella se lo permiten.

Toda la mesa queda en silencio tras su ausencia.

-Qué maldito asco -murmura Ash antes de terminarse el plato-, una vieja de cuarenta...

Antes de irme a dormir, me escabullo hacia el baño común para tomar una ducha. A estas horas ya no hay nadie, por lo cual puedo elegir la que quiera y no tener que esperar a ningún turno. Por suerte los dormitorios del Gremio se separan según el género, porque ni siquiera me atrevería a tomarme una ducha rápida sabiendo que puede entrar cualquier muchacho al mismo baño. Según tengo entendido, todo este piso pertenece a las chicas y, el piso inferior, a los chicos. Se pueden mezclar durante el día, tal como Fénix vino a mi dormitorio la tarde pasada; pero, durante la noche, hay reglas estrictas sobre permanecer en el piso de dormitorios determinado.

La parte de duchas está al fondo del baño. No sé si es la falta de luz, pero todo aquí es gris; desde el suelo hasta las paredes e incluso las estructuras de las duchas. Abro las puertas de una, me meto y me desvisto. Dejo mi ropa sobre un estante pequeño que hay sobre la parte superior de la pared, y entro en la parte de la ducha. Sin mirar, y automáticamente, dirijo mi mano hacia la izquierda para abrir el grifo de agua caliente. Pero, sin embargo, me sorprendo al no sentir nada en mi palma. Echo un vistazo y descubro un solo grifo en el medio. Lo abro, dudosa, y el agua cae primero suave, y luego fuertemente sobre mi cabeza. Las gotas calientes recorren mi cuerpo mientras yo apoyo mi frente sobre la pared fría. Me llevo una mano a los ojos, recordando que mañana tendré que ir a la escuela, y después me despego un segundo para tomar el champú y acondicionador que me he traído de casa.

Una vez tengo todo el pelo recogido en un extraño peinado sostenido por el producto, extiendo la mano y dejo que las gotas choquen contra mi palma, causándome leves cosquillas. Me las quedo viendo mientras disfruto del silencio absorbente, aunque un poco aterrador. Poco a poco, las gotas comienzan como a vibrar. Arqueo las cejas cuando las veo moverse, aunque mi palma sigue allí, quieta y abierta. Las gotas que caen y las que perduran en mi mano empiezan a juntarse en el centro de la palma, uniéndose. No es una forma certera porque las que caen chocan y arruinan la figura, desarmándola. Por un instante pienso en sacar la mano fuera de la ducha para ver si se forma mejor, y termino haciéndolo, pero rápidamente lo atajo y dejo caer el brazo.

Se siente raro. Estoy en el Gremio, no debería estar haciendo esto.

Y, sobre todo, esto no debería resultarme tan fácil.

Me enjuago con velocidad el cabello y salgo lo más rápido posible. Me seco con la toalla y vuelvo a vestirme con la misma ropa; después de todo, volveré al dormitorio y me cambiaré allí para dormir.

Efectivamente, apago la luz y cruzo el baño a oscuras para dirigirme a mi dormitorio a través del pasillo. Todas deben encontrarse durmiendo porque, como es común, no cualquiera se ducha a la una de la madrugada. Saco mi llave del bolsillo y abro con delicadeza la puerta; lo último que quiero es despertar a Ashley. Pero está roncando, lo que significa que está profundamente dormida.

Sin pensarlo más, me cambio con una nueva camiseta y unos shorts y me meto a la cama. Puedo conciliar el sueño con facilidad a causa del cansancio, por lo cual no necesito de Las noches del Sol.

Cuando ya creo que estoy por cruzar la línea entre el sueño y la realidad, allí cuando no distingues el espacio muy conscientemente, oigo un sonido en la puerta. Abro los ojos de repente, un poco asustada. Veo a Ashley y estoy a punto de despertarla para que veamos juntas qué sucede. Pero antes de hacerlo, me dispongo a cuestionar si es algo importante o no.

El ruido se repite, con más rapidez y desesperación. Golpes en la puerta.

Me incorporo de repente y me acerco descalza hasta la puerta. Ya basta de ser tan paranoica, seguro es una chica de algún dormitorio que necesita algo.

Pero me detengo antes de abrir la puerta. Mejor ser paranoica antes que estúpida.

-¿Quién es? -pregunto a través de la cerradura.

-Abre ya, antes de que me maten por estar aquí -susurra Fénix con exasperación.

El escuchar su voz sin habérmela esperado para nada hace que de un respingo y se me acelere el corazón. Busco la llave con prisa y la coloco en la cerradura con dedos temblorosos; su tono de voz apresurado me ha llenado de una inesperada adrenalina.

Cuando, por fin, logro abrir la puerta, Fénix se entra tan de repente que choca un poco de frente conmigo. No entra por completo a la habitación, sino que se queda con la espalda pegada a la puerta y la cabeza echando miradas a través del umbral.

-Tienes que dejar ese ámbito de aparecerte por las noches -susurro, y él vuelve la atención hacia mí-. Me vas a matar de un susto alguna vez.

-¿Me vas a decir que nunca deseaste que me aparezca por la noche en tu dormitorio?

Abro los ojos y lo golpeo, ruborizada.

-¡Era broma! -se defiende en medio de una carcajada, y entonces se palma donde le pegué con una mueca.

-¡Van a matarte a ti y a mí si nos pillan!

-Tranquila, por el amor de Gea -murmura, y vuelve a echar un vistazo al pasillo-. ¿Acaso te olvidas de con quién estás hablando? Hasta pude escaparme del Gremio una vez sin que me vean.

-Una vez, después de seis intentos fallidos.

Me echa una mirada seria y ojos aburridos.

-¿Quieres que nos pongamos a comparar nuestros errores? Puedo seguirte el juego si quieres.

-No, está bien -susurro, evasiva-. ¿Vas a decirme qué haces aquí?

-¿No recuerdas lo que te dije una vez? ¿Por qué volví al Gremio contigo?

Me quedo esperando a que siga, pero al parecer no era una pregunta retórica. De todos modos, prefiero no decir nada porque tengo por seguro que estará fuera de lugar y será erróneo.

-Te conté que aquí podría haber información sobre tu padre, y los míos -continúa-. Hay una habitación, en el ático, donde guardan todos los documentos e información clave sobre la gente que ha asistido aquí o sobre las personas que tienen importancia tanto en los asuntos ignisios como de hawas. Obviamente nadie puede entrar allí, excepto autoridades o encargados. ¡Por Ignis, ¿Ashley ronca así?!

Se exaspera de repente y yo me obligo a mirar a la muchacha durmiendo, echada sobre la cama aún con la ropa puesta... hasta las botas.

-¿Y estás completamente seguro de que podremos entrar allí? ¿Cómo?

Fénix sonríe con aire superior.

-No cualquiera tiene de amiga a una posible futura líder menor.

-Largo título -comento elevando las cejas-. De cualquier forma, no tengo ni la más mínima esperanza de que Danna acepte darnos las llaves de ese lugar.

-No, cierto. Ahora que intenta ser lo más perfecta posible para ocupar ese puesto, yo tampoco creo que nos ayudará en esto.

-¿Entonces por qué la mencionas siquiera?

Su sonrisa vuelve a aparecer, acompañada de un brillo en sus ojos verdes.

-Hay algo que se llama «tomar prestado».

-Estúpida forma de decir que robarás.

-Robaré, no -corrige-. Robaremos. Por un tiempo limitado. Después la devolveremos, niña buena.

Ese apodo hace que se me contraiga el abdomen, por alguna extraña razón. Y es fastidioso.

-Ajá, niño rebelde -añado al instante, con la misma ironía que él usó. Aunque a mí me molestó, a él parece gustarle o causarle cierta gracia-. ¿Y cómo piensas poder entrar en su dormitorio que, estoy cien por ciento segura, también estará cerrado con llave?

Después de espiar nuevamente hacia el corredor, él murmura:

-Porque a estas horas está en su escritorio, el cual está siempre abierto a disposición de cualquiera que quiera consultar algo. Allí donde se juntan los líderes menores, ciertas autoridades, las personas importantes aquí... o gente por el estilo. Y ahora que lucha por un puesto más importante, se queda hasta tarde para demostrar su valía. Pero Danna nunca se ha aguantado quedarse despierta hasta pasar la medianoche, por más que lo intente o se distraiga con algún que otro trabajo.

Fénix se vuelve hacia mí por última vez. Nos quedamos viendo unos segundos mientras repaso en mi mente la idea no tan segura y confiable.

Levanta una ceja con intención y me ofrece una mano.

-¿Vamos ya?

Le echo un último vistazo a la habitación, mientras sigo procesando pensamientos. Bueno, si me atrapan, podrían castigarme o algo por el estilo, pero no sería algo tan grave, ¿verdad? ¿Qué podrían hacer? ¿Echarme de aquí?

Vuelvo a clavar mis ojos en aquellos verdes y termino por agarrar las llaves con fuerza y cerrar la puerta una vez salimos juntos hacia el largo corredor de los dormitorios.







***

¡Hola! Quería contarles que estaré dedicando capítulos como agradecimiento :)

En el capítulo anterior hubo varios que me lo pidieron, y de ahí surgió la idea.

Como se sabe, no puedo dedicarle un capítulo a más de una persona, por lo cual estaré seleccionando. Así que, si quieres una dedicación, no tengo problema en dártela si eres lector/a. ¡Tan sólo pídelo aquí en un comentario!

Espero les haya gustado; como siempre ¡gracias! Nos leemos ♥

❄❄❄

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