Hacía mucho calor ese día, y era algo extraño, dada la estación en la que estaban.
Pero eso no importaba tanto como la cantidad abrumadora de trabajo que el taller del pueblo tenía ese día. Siete autos en dos horas, todos con problemas difíciles de reparar y con solo cinco mecánicos, la cola en la entrada del taller comenzaba a hacerse larga.
Sin embargo... Aun no llegaba lo peor.
Del otro lado de la calle, un auto negro se estacionó y a los pocos minutos, un hombre enfundado en un traje gris, con zapatos negros tan lustrosos que brillaban como el sol, se bajó.
— ¿Tu eres Scott?— preguntó el extraño mientras se quitaba los lentes de sol, tan negros como sus zapatos.
—No señor. Es... El que está reparando el Bentley Continental del fondo—
—Gracias muchacho—
—Señor... ¿Quién es usted?—
—Marcus Light. Soy el padre de su novia—
—Oh... Ya veo— exclamó el mecánico mientras miraba inquisitivo al hombre frente a el— ¿Quiere que lo llame? Este no es lugar para que un hombre como usted se pasee. Podría mancharse.
—Tranquilo. Sigue trabajando. Yo iré. Gracias—
Marcus avanzó a paso lento pero sin bacilar. Mientras caminaba, iba mirando el lugar de trabajo de su nuevo y posible yerno, y descubrió con cierta sorpresa, que estaba bastante limpio y muy ordenado.
—Disculpa muchacho... ¿Eres Scott?— pregunto mientras observaba al Beta ir y venir apresurado.
—Sí. En un minuto lo atenderé señor— exclamó Scott mientras intentaba alcanzar un cable en el motor del Bentley.
—No creo que quieras que tu suegro tenga una pésima primera impresión haciéndolo esperar ¿Verdad?— exclamó el hombre cruzado de brazos, y Scott rápidamente salió del motor, golpeándose la cabeza con el capo en el proceso.
— ¿Suegro? ¿Usted es...?—
—Creo que aún no hemos sido presentados formalmente, pero seguro has oído de mí—
—Oh... Diablos... Quiero decir... Señor no sabía que vendría—
—Quería ver cómo te ganas la vida. Eso es todo— explicó Marcus con un gesto que Scott no pudo descifrar del todo mientras miraba el lugar una vez más— En fin, ¿Tienes unos minutos?
—Pues... La verdad señor... Hoy tenemos mucho trabajo y...—
—Entiendo. Bien. Supongo que puedo esperar con mi hija en la casa de mi cuñada—
—Terminare lo más rápido que pueda señor Light—
—Tranquilo chico, tienes tiempo—
Tranquilamente tal y como llegó, pero habiendo respondido algunas de sus preguntas, y dejando un ambiente tenso a sus espaldas, Marcus volvió sobre sus pasos y se subió a su flamante auto, para luego desaparecer doblando en una esquina.
—Diablos— exclamó el Beta mientras apresuradamente se limpiaba las manos y tomaba su teléfono para llamar a su novia, que no tardo más dos tonos en contestar— Layra...
—Hola precioso. Justo estaba por llamarte ¿Te gusta el azul?—
—No...—
— ¿El blanco?—
—Si... Pero...—
— ¿Encargaste las muestras de pintura?—
—Sí. Ya lo hice...—
—Excelente y que me dices del...—
— ¡Escucha!—gritó interrumpiendo la diatriba de Layra— Tu padre acaba de presentarse en el taller y ahora va...
— ¡Que! ¿Sigue ahí?—
—No, acaba de irse. Me buscaba a mí pero...—
—No entres en pánico—
—Es tu padre Layra. Ya estoy en pánico—
— ¿Cuánto te falta para salir?—
—Unas tres horas—
— ¿Puedes salir antes?—
—No. No lo creo. Hoy no. Tenemos muchos autos y apenas si he reparado dos y el jefe...—
—Bien, bien. Escucha. Tu quédate tranquilo y yo me encargare ¿Si? Cuando termines ahí, ve a casa, dúchate y ven aquí lo más rápido que puedas. Yo hare el resto—
—Bien—
(...)
En un tiempo récord y con el sudor resbalando copiosamente por su frente, Scott pudo al fin terminar con el último auto, justo a tiempo para el fin de su turno.
Sus compañeros, quienes apenas pudieron decirle dos palabras, lo vieron firmar sus papeles del día, antes de tomar su moto, y salir casi volando del lugar en dirección a su casa.
— ¿Qué diablos le pasa?—
—Creo que su suegro va a su casa—
—Oh... Yo también estaría nervioso—
(...)
Al llegar, corrió directamente a la ducha, e ignorando los lloriqueos de su nuevo huésped canino, se vistió, antes de nuevamente salir corriendo.
En serio quería caerle bien al que podría ser según Layra, el hombre menos impresionable del mundo, y el posible suegro más difícil de complacer que encontrara en su vida.
Con eso en mente, se subió a su motocicleta y al intentar encenderla, algo falló. El motor hizo un ruido extraño, y luego de una pequeña explosión que salió del caño de escape, comenzó a manar un humo negro que lo asustó y decepcionó.
Era la primera vez que su moto le fallaba, y justo había sido en el peor de los días.
Guardando su averiado vehículo, y teniendo varios kilómetros que recorrer, Scott hizo a un lado todo lo que podría distraerlo, y raudo, se lanzó a la carrera, en dirección a la casa de la colina.
(...)
— ¿Le falta mucho a tu novio?—
—Estaba trabajando papá—
— ¿Y qué pasó con tu empleo ahora que lo mencionas?—
—Me despidieron. La escuela tuvo problemas y no podía pagar. Hubo recortes de personal—
—Mmm— suspiró Marcus, mientras le daba un sorbo a su vaso de vino— Y ya estarás buscando uno nuevo supongo.
—Sí. Ya tengo un posible futuro empleo— respondió Layra girando los ojos en un gesto cansado mientras miraba por la ventana, rogando porque Scott llegara en los próximos minutos— ¿Porque no nos dijiste que vendrías?
—Le dije a tu madre que lo hiciera—
— ¿Pero porque no llamaste y avisaste que vendrías hoy?—
— ¿Acaso debo decirte cada paso que doy?—
—Tú sabes de lo que hablo papá. No intentes tergiversar mis palabras—
—Si no quieres que este aquí, bien. Me iré entonces— exclamó caminando hacia la puerta.
—Scott ya ha de estar en camino—
—Tu novio respondió todas las dudas que tenía sobre él hoy en su taller—
—No lo juzgues sin conocer. Él es un gran hombre— lo detuvo Layra.
—Seguro. Como tus otros tantos pretendientes—
—Esto es diferente papá. Con el voy en serio—
—Como lo fue con todos aquellos que pasaron por tus brazos... O tu cama— insinuó su padre con un gesto reprobatorio.
— ¿Que estas queriendo decir?—
—Tu sabes bien lo que estoy diciendo— rebatió tomando el pomo de la puerta.
—No te atrevas a irte— lo amenazó.
— ¿Y qué harás si lo hago? ¿Acostarte con otros jóvenes?—
—Si sales por esa puerta, olvida que tienes una hija, porque no me volverás a ver—
Marcus la miró un momento, y sonrió sin creer en lo más mínimo las aseveraciones de su hija.
Alisando su traje con las manos, el hombre giró el pomo y abrió la puerta, justo cuando Scott iba tocar. El Beta, jadeando y con el rostro recorrido por gotas de sudor, intentó sonreír amablemente, y normalizando lo más que pudo su respiración, intentó saludar al hombre, pero sorpresivamente, el Alfa paso imponente por su lado, sin dirigirle la palabra, y se subió a su auto, para luego irse.
— ¿Porque tardaste tanto?— pregunto Layra a sus espaldas.
Él se giró y le iba a contestar cuando noto que ella retenía las lágrimas.
—Oye, tranquila... Layra ¿Que paso?— pregunto mientras la abrazaba y ella a su vez hacía lo propio pero con mucha fuerza. Como si no quisiera que él se fuera jamás— Layra, me estas asustando ¿Que paso?
—Él es un idiota— exclamó dolida mientras daba rienda suelta a sus lágrimas.
— ¿Te hizo algo?— pregunto tomando su rostro.
—Ojala— exclamó desconcertando al Beta— Su arma principal es su palabra, su voz. Una frase suya es como un golpe directo al corazón...
— ¿Que dijo?—
—Insinuó que soy una puta, insinuó que no tengo futuro, dejo en claro que está decepcionado de mi... Toda su vida ha estado decepcionada de mí y mi forma de vivir... Nunca pude siquiera sacarle una sonrisa... Nunca nada de lo que hacía le venía bien ni le alcanzaba... En todo encontraba defectos y errores... Es un bastardo— lloriqueo.
— ¿Y porque lloras?—
— ¿Eres tonto o te haces? ¿Me has escuchado todo lo que dije?—
—Layra, si vas a llorar, hazlo por los que realmente importan. Si tu padre es como dices que es, el no merece tus valiosas lágrimas. Y tú no necesitas impresionarlo o que te acepte, o sonría, porque ya eres mucho sin eso. Si tu padre no ve la hermosa persona que tú eres, y si no ve a la asombrosa mujer que tiene como hija, él se lo pierde y tú no debes llorar por lo que diga o por sus gestos idiotas— dijo mientras le limpiaba las lágrimas— Y por lo que más quieras, nunca en tu vida, vuelvas a decir que un golpe hubiera sido mejor, porque tendría que matarlo si te toca un pelo y... Ya sabes... Matar a tu padre aunque sea un idiota, no es bueno. Además iría a prisión y no podría verte nunca más...
—Eres un tonto muy cursi— exclamó ella mientras lo abrazaba.
—Lo sé. Y es raro, solo me sucede cuando hacemos el amor o cuando te veo llorar—
—Me gusta oírte decir cosas cursis—
—Si quieres te puedo escribir un poema... Pero necesitaré de inspiración y... Preferiría no verte llorar nunca más Layra— beso el su cuello.
—Es un trato— dijo tomándolo del cuello de su camisa, y besándolo.
— ¿Que sucede aquí?— la vos de Laura los interrumpió.
—Nada tía. Solo le doy las gracias a Scott por existir— sonrió Layra.
El Beta sonrió e ignorando el hecho de que Laura estaba parada a sus espaldas, seguramente molesta, ahora fue él quien la beso con todo el amor que podía sentir.