Capítulo 19

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Los Cazadores los habían encontrado. No tenían salida. Estaban en un callejón con paredes por todos lados. Con Roxanne detrás, Cameron rugió para hacerlos retroceder, pero eran demasiados. Ella logro escuchar el mecanismo de las armas al cargar las balas y se dio cuenta de que no saldrían vivos de ese encuentro. La muerte finalmente los había alcanzado.

Lentamente, comenzaron a retroceder y en el último momento Roxanne lo tomó de la mano y salió de detrás de él.

Cameron la miró unos momentos mientras intentaba cubrirla de las miras, pero ella se resistió. Si su momento había llegado, no moriría como una cobarde detrás de quien ya la había salvado tantas veces.

Cuando la orden fue dada, ambos soltaron su último suspiro y cerraron los ojos. Su fin había llegado.

Esperaron el impacto de los cientos de proyectiles, pero jamás llegaron.

Cameron abrió los ojos, y vio que una de las balas estaba a centímetros de su rostro, pero de alguna manera, congelada. Todas las balas estaban congeladas así como los que las habían disparado. Su vista se desvío hacia Roxanne y vio que ella lo miraba con una sonrisa en el rostro y de repente, el sonido de un bocinazo comenzó a sonar en la lejanía haciéndose más y más presente hasta que súbitamente, despertó.

Era de día y la radio estaba prendida a todo volumen.

Estaban en el auto, el en los asientos traseros, y Roxanne manejaba mientras cantaba alegremente ignorando que él había despertado. Extrañamente, había mucha neblina rodeándolos y el camino parecía muy silencioso. El sonido clásico de las ruedas rodando sobre el pavimento era inaudible.

— ¿Dónde estamos?— preguntó con la vos muy grave asustando a Roxanne quien dejó caer en picada el Impala golpeando la cabeza del Alfa contra el techo hasta que recupero el control del vehículo— ¡Estamos volando!

—Así es, y te agradecería mucho que no me mates del susto con tu voz de ultratumba— le reclamo la hechicera mientras apagaba la radio— ¿Cómo te sientes?

— ¿Porque estamos volando?— pregunto él ignorando su pregunta y pasando al asiento delantero.

—Es menos riesgoso que ir por la carretera donde pueden interceptarnos y acorralarnos. Además, quiero conservar en buen estado el auto por un tiempo un poco más largo y este hechizo es más simple que el que uso para repararlo—

Cameron miro el coche y noto que ya no había sangre manchando el cuero y las alfombras, ni agujeros de bala por todos lados.

—Mi primo nos ayudó mucho cuando tú perdiste la conciencia— respondió anticipadamente Roxanne a la pregunta que el Alfa le iba a lanzar.

— ¿El mismo sujeto que te ayudo aquella vez con la trampa lunar?—

—TJ— le recordó Roxanne.

—Es sorprendente. Dejo el auto como nuevo—

—Y te salvo la vida—

— ¿Qué?—

—Estabas muy grave Cameron. Creo que moriste por algunos segundos incluso. Si no fuera por TJ seguramente ahora estaría en tu funeral— exclamó Roxanne— Nunca me asuste tanto en mi vida como cuando te vi desfallecer— susurro la hechicera con los ojos empañados.

—Tranquila. Ya estoy bien— exclamó el Alfa tratando de tranquilizarla— Y dudo que solo tu primo haya sido la causa de que siga vivo. Tú me llevaste al hospital y tú lo llamaste a él. Supiste actuar con la suficiente rapidez para salvar mi vida, y por ello, estaré en deuda contigo eternamente.

—Gracias Cameron. Eso fue muy dulce de tu parte— exclamó emocionada limpiándose una lagrima. El Alfa sonrió y volvió la vista al frente

—Ahora... Dime una cosa que no me queda del todo clara, ¿Porque estamos tan alto en el cielo?—

Historias Cruzadas. Segunda Parte. ©®Where stories live. Discover now