Vanesa entre líos ©

Por TatianaMAlonzo

6.6M 882K 325K

Secretos y Papeles #2 No tengo una vida más allá de mi cubículo de oficina. De lunes a viernes le sirvo café... Mais

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
1. Calamity Vanesa mode off
2. Calamity Vanesa mode off
3. Calamity Vanesa mode off
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
HACKEANDO
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capitulo 54
Capítulo 55
Armando entre faldas
Epílogos
Escena extra 1. "Te presento a Vanesa."
Escena extra 2: "Tu asistente"
EN FÍSICO

Capítulo 11

118K 16.3K 7.7K
Por TatianaMAlonzo

Marco ha tenido dos reuniones importantes hoy y falta una tercera. He tenido que montar y desmontar mobiliario dos veces... y me falta esta.

Estoy cansada, pero no es por halagarme pero me he caracterizado por ser responsable. 

—¿Necesitas un poco de ayuda? —me pregunta Gloria al escucharme no querer tomar mi descanso del almuerzo.

—Estoy bien —digo y me apresuro a bajar y subir de la cafetería a la oficina. Tengo que tener listo café, bebidas y aperitivos para recibir atentamente a los clientes potenciales que visitarán a Marco.

Debo ir un paso adelante siempre. 

Con esa actitud estoy abriéndome paso entre los cubículos y demás personas que salen a almorzar... cuando repentinamente Nicole me detiene en seco. ALTO: Jirafa obstruyendo el paso. Disimuladamente la miro de píes a cabeza. Lo que es mala idea porque medirme con ella afecta mi autoestima. Estoy consciente de que no soy competencia.  

—¿Ya tienes montado todo para la siguiente reunión de Marco? —me pregunta, cruzada de brazos.

¿Quién le dijo a esta tipa que es mi nueva supervisora?

—Estoy en eso —digo, mirando hacia un lado.

Porque simplemente no puedo mirarla a los ojos. Podría percibir mi odio.

Ella se muestra indignada:

—Nos estás retrasando a todos, Vanesa —ladra y camina en grandes zancadas hacia la oficina de Marco. Sin duda a pasarle la queja.

—Nos estás retrasando a todos, Vanesa —repito a manera de burla.

¡Quiero patear algo! Pero me contengo y continúo mi camino. Si Marco le quiere creer a ella, genial... Genial. Genial. GENIAL. Tal vez sería capaz de echarme con tal de tener contenta a la lagarta.

No, él no sería capaz. O al menos eso quiero pensar. 

Creo que debo aclarar que mi trabajo no es tan sencillo como parece. Hay normas de etiqueta que no debo de pasar por alto a la hora de montar todo para Marco. Debería decirle eso a Nicolasa ¡No soy una simple asistente! Soy una anfitriona. 

En la Sala de juntas termino de instalar la cafetera mientras muevo de un lado al otro mi cuello. Me siento tensa. Entre Armando y el trabajo me están matando. Veamos:

1. Novela polémica cada vez en más bocas.

2. Jirafa supervisora. 

Todo se te está saliendo de control, Vanesa.

¿Cuál será el final de mi historia? No quiero saberlo. Tal vez termine en algún tipo de reunión de "Adictas a Wattpad". Aunque no soy adicta a Wattpad. ¿O lo soy? No. Mi problema es no afrontar con seriedad la realidad. Es por eso escribo novelas pretendiendo obtener lo que más deseo. ¡Já! Ni Freud hubiera hecho un mejor análisis de mi caso. 

Ahora debo concentrarme en cambiar. Pero no quiero...

Me gusta fantasear. 

Cansada, el móvil de mi bolsillo y me coloco los auriculares. Escuchar música me desestresa. Busco y busco. Veamos... 

—Póngamos algo de Ed Sheeran —digo para mí—, y a modo de repetir la misma canción muchas veces. 

Eso es. Sheeran para combatir el estrés.

Y para contribuir a las fantasías.

Tengo que limpiar una por una las tazas para el café porqué, como experiencia, cuando recién llegué a Grupo M uno de mis primeros errores fue atenerme al cuidado que supuestamente tiene la gente de cafetería, pero un socio del señor Maldonado (el padre de Marco) encontró un poco de mugre en su taza y... Afortunadamente el señor Maldonado no fue un jefe prepotente.

We keep this love in a photograph

We made these memories for ourselves...

Es más entretenido hacer algo con soundtrack de fondo, me digo... Hacer el amor, por ejemplo. Aunque nunca he hecho el amor con música de fondo. Ahora que lo pienso hace mucho tiempo que no tengo sexo. Es tu culpa, Marco Maldonado.

De cara al lavaplatos, reviso cuidadosamente cada taza mientras canto y contoneo mis caderas. Debo aprovechar que no estoy en casa para escuchar algo que no sea Celine Dion.

Ed Sheeran partiendo mi corazón desde tiempos memorables... Esta es mi parte favorita:

So you can keep me inside the pocket 

Of your ripped jeans Holding me closer till our eyes meet

You won't ever be aloneWait for me to come home...

Haciendo notar con mi cuerpo cuán alto llevo la música por dentro, doy media vuelta para coger más tazas cuando... Mierda. Marco. Salto y dejo caer la taza que tengo en las manos. 

¡Oh, rayos!

Genial, mi jefe acaba de verme bailar como si estuviera haciendo una audición para un vídeo de Ed Sheeran. ¿Cuán humillante puede ser eso?

Marco está de píe frente a mi. Luciendo tan reservado como siempre. Aunque esta vez parezco entretenerle. Me apresuro a sacarme los auriculares.

—Señor —digo, apenada. Además de que tiré la taza me doy cuenta de que tengo mi ropa un poco mojada. 

¡Oh, rayos! No puedo ser cuidadosa ni siquiera lavando tazas. Lo que me recuerda... ¡La taza! Me pongo a gatas para recoger lo poco que queda de ella.

Eres tonta, Vanesa. Tonta. Tonta. Tonta.

—Lo lamento tanto —insisto.

Marco se coloca en cuclillas para ayudarme. 

—Es sólo una taza, Vanesa —dice. Lo miro de reojo para advertir qué tan molesto está, pero... está sonriéndome. ¿En serio está sonriéndome? Mi mundo se detiene unos segundos—. Nicole se fue a quejar de ti a mi oficina —añade.

No es como si no me lo esperara. Suspiro y los dos nos ponemos de píe otra vez. Maldita jirafa.

—Señor, yo... —intento explicarme.

—Está bien, Vanesa —dice él, restándole importancia—. Sé que te esfuerzas.

Es ahí cuando Marco me sorprende otra vez. Pensé que le daría la razón a Nicole, pero no... Aquí hay gato encerrado. Aún así, me muestro prudente. 

Él, como siempre, está vestido impecable: traje completo bien almidonado y zapatos lustrados. Huele a limpio y su cabello está bien acomodado. Él es perfecto. Es todo lo que quiero. Oh, Dios. Mejor miro hacia otro lado o notará que babeo. 

—Hago lo mejor que puedo —digo, pensando en si lo mejor sería guardar silencio. 

Marco me da otra media sonrisa y lentamente acerca su mano hacia mi pecho. Mi corazón se acelera. Mi cuerpo se tensa. No entiendo el por qué de este movimiento hasta que lo veo acomodar mis auriculares.

—Se van a caer —dice.

Contengo la respiración. —Sí, eso creo.

¡Qué importa, estabas a punto de tocarme!

—¿Qué escuchabas? —me pregunta. 

Yo miro el piso. Me siento incapaz de verlo a los ojos. No después de que él me viera bailando. Qué vergüenza

—Ed Sheeran —digo, sintiéndome tímida. Recordemos que yo él y yo no pasamos de un mísero "Buenos días".

—¿Y ése... —Él intenta imitar mis movimientos. Muero— baile que hacías?

Cierro mis ojos ¡Mátenmete, por favor! Creo que mis piernas se estás derritiendo.

—Creo que iré al baño a suicidarme —digo e intento huir, pero él me bloquea el paso.

—Mírame, Vanesa —me pide y niego con la cabeza—. Vanesa... —insiste.

—¿Es una orden? —pregunto, aún con los ojos cerrados.

—Tómalo como quieras.

No suena amenazante, pero me siento cobarde. No obstante, me armo de valor y una vez más miro a Marco. Hay un brillo especial en sus ojos. Le divertirá verme bailar... supongo.

—Perdón —mascullo.

No es que piense que él me echará por bailar tontamente, pero, vamos, hacer eso aquí no es muy profesional de mi parte. 

—Lo haces bien —dice él.

—¿Mi trabajo? —pregunto, mordisqueando la uña de mi dedo meñique.

Él ríe. —Muchas cosas, Vanesa. Haces bien muchas cosas.

Pero si apenas lo notas...

Mis hombros se relajan un poco: —Gracias, jefe.

Jefe. Porque no debo olvidar que eso es. 

Silencio incómodo. Nos miramos un par de segundos hasta que recuerdo que aún tengo mucho que hacer y me vuelvo hacia el lavaplatos... con él viéndome. 

Después de unos minutos no sé si Marco continúa detrás de mí, pero me niego a averiguarlo. Se vería raro. Sin embargo, cuando termino de acomodar todo y me vuelvo, puede notar que ya no está.

Ya no está. 

Perfecto. Estoy más segura con él estando lejos. 

—Tonta, Vanesa —me regaño. 

Haces bien muchas cosas, dijo. Pero no sabe que hago mal la más importante: Olvidarle.

No verlo solo como un jefe. 

...


Armando: Llegué primero. ¿Te pido un café?

Vanesa: Chocolate.

Llego puntual a la reunión con Armando... pero él llegó antes. ¿Punto en mi contra? Tal vez.

Él está esperándome en una mesa

—Chocolate —dice, mostrándome el vaso.

Gracias a las obsesiones naturistas de mamá odio el café, pero amo el chocolate. Puedo tragarme una caja completa de Ferrero rocher si me lo propongo.

Creo que Armando esperaba a que me acercara a saludarlo pero yo todo asiento de inmediato. Estoy molesta y quiero demostrárselo. 

—¿Qué tal tu día? —me pregunta.

—Bien hasta que vi —digo enfática, pero él sonríe. 

Por lo visto jugará el papel del "amigo". 

No es que este siendo mala persona con Armando, pero quiero saber qué quiere de mi. ¿Qué hará con la información sobre mi novela?

Armando no es un mal tipo. Hablo de él físicamente, claro. Es tan alto como mi tormento eterno, pero él no es rubio como Marco, es moreno. Parece un integrante de Il Divo. Me río por dentro al concluir eso. El punto es que Armando es guapo, pero... no es Marco.

Él me mira atento. 

—Eres menos serio de lo que pareces —digo, cogiendo entre mis manos mi vaso e intentando sorber un poco de mi chocolate.

Mierda, está caliente... Me lagrimea un ojo y me apresuro a remojar una servilleta en el vaso con agua de Armando... para después mojar mi lengua con esta. Así, hago el ridículo por milésima vez este día.

Calamity Vanesa, deberían llamarme. 

—Claro que puedes servirte de mi vaso —dice él, burlón e intentando beber de este.

Me sonrojo. No tienes remedio, Vanesa.

—Trae acá —se lo arrebato—. Te traeré uno nuevo.

Pero él me lo impide: —Está bien. Sólo era una servilleta.

No insisto. Y para tener algo con qué entretenerme en lo que él me dice qué quiere de mi, soplo mi chocolate.

Armando pidió un café americano acompañado de un vaso con agua. Otro hábito que me recuerda a Marco. 

—Dinero no tengo —digo, ya que él está callado.

—No te estoy cobrando —responde él, mirando mi vaso.

Piensa que hablo del chocolate. No, si no iba a pagárselo.

—Me refiero a... —Tengo que encontrar un modo de que las palabras salgan— mi novela en Wattpad. Si quieres que pague por tu silencio...

—Me ofendes, Vanesa —dice, sin perder el humor en su tono de voz.

Ja ja

—Tampoco... ya sabes —Nos señalo a ambos—. No voy a...

Espero a que entienda la insinuación de "No voy a acostarme contigo".

—Vanesa, no te estoy chantajeando —dice él, categóricamente—. Te pedí reunirnos porque quise... —Él relaja sus hombros— ya sabes, tranquilizarte. Decirte que tu secreto está a salvo conmigo.

—Eso pudiste decírmelo por WhatsApp —me quejo.

Finalmente me atrevo a darle otro sorbo a mi chocolate. Exquisito. 

—¿Y perder la oportunidad de verte? —broma él. Creo.

Está bromeando, ¿cierto?

Guardo silencio. Miro mis manos. Mmm... ya me toca un cambio de uñas de acrílicas. Estoy reflexionando sobre de qué color me las pintaré esta vez cuando...

—Tengo novia y la amo mucho —escucho decir a Armando.

Pongo los ojos en blanco: —Que dejes de decir eso cada vez que me ves.

—Imposible. Es mi mantra —dice él.

Lo miro con mala cara.

—Si te sientes infiel por estar conmigo puedes irte —aclaro—. No te detendré

Le señalo la puerta. No pretendo ser "la zorra", "la otra".

Sueña en grande si cree que le haré caso.

—Estoy bien —dice él, quitado de pena.

Pero a mí no me lo parece.

—¿A ella no le molesta que estés aquí. Ya sabes... conmigo? Porque es raro que me cites si quieres es evitarte problemas.

Armando niega con la cabeza y se le ve un poco tímido al responder:

—Hace mucho que a ella no le interesa nada de lo que yo haga.

Escuchar eso me da en qué pensar.

—¿Cómo?

—Que no le intereso —dice él.

—¿Por qué?

Sé que Armando no es mi tipo, pero parece buen tipo. Me cuesta creer que su novia no quiera tenerle cerca.

—Nos dimos un tiempo —Él luce avergonzado. Tal vez lo estoy presionando demasiado. Eres una metiche, Vanesa—. Ella... Ella considera que debemos salir con otras personas y ver sí...

Oh, no...

—Amigo, te está engañando —digo, seria—. Esa es la forma más diplomática de mandarte al carajo.

Armando mira su café y se distrae jugando con él. Okay... quizá fui un poco cruel.

—O tal vez si quiere tiempo —agrego.

—No. Tú tienes razón.

Ahora él me mira como si agradeciera mi honestidad.

—No me gusta tener razón. Al menos no con esto —digo yo.

Sin embargo, la petición de Armando de citarnos sigue sintiéndose extraña hasta que...

—Quería pedirte un favor —dice.

¿Quiero escuchar qué favor?

—Dime —Aunque no sé si quiero escuchar esto. Él y yo nos conocemos poco...

Armando se tensa un poco.

—Verás... —Luce incluso más avergonzado—. Daniel me pidió salir con alguna chica para olvidar a.... Bien, eh... Si te pregunta, ¿le podrías decir que esta reunión fue por... Bueno, que yo te...

—¿Qué me invitaste a salir? —termino.

Dios, quiero reír.

—Sí —Sus mejillas se tiñen de rojo. Me da un poco de pena verlo—. ¿Me podrías ayudar con eso y yo, como pago, ofrecerte mis servicios como abogado cuando Marco te demande por daños y perjuicios?

Pongo cara de alarma, pero pronto me doy cuenta de que Armando está bromeando. Creo. ESPERO.

Pero acepto ayudarlo.

—Sabes, no deberías sentirte presionado por Daniel.

—No... Está bien. Él sólo intenta ayudarme. Verás... Mi novia ya está saliendo con alguien.

—Ex novia —lo corrijo.

—Sí. Mi ex novia a la que amo mucho —Él esta vez lo dice sarcásticamente.

—¿Ya no la quieres?

Ahí vas otra vez de metiche, Vanesa.

—A veces no lo sé. ¿La costumbre es más fuerte que el amor? Al menos eso dicen.

No me voy inmediatamente de Starbucks. Armando parece ser un hombre que necesita consuelo y yo... bueno. No está tan mal el chocolate una vez deja de estar extremadamente caliente. Hablamos un rato. Un laaargo rato. Intercambiamos anécdotas. Nos reímos. Nos quejamos. Él me cuenta todo sobre Heidi (a quién por perra a partir de hoy llamaré "la hiena") y yo le hablo de Marco.

Yo le cuento a Armando todo sobre Marco.

—Tiene suerte de que alguien lo quiera como tú lo quieres —opina él. Sé que es honesto. Soy buena midiendo la buena fe de las personas. 

—Soy como una "fan" —Intento que suene gracioso pero en realidad sueno patética. Extremadamente patética.

Armando coge mi mano como muestra de apoyo. Eso me hace querer seguir aquí con él. Qué bien... ¿de odiarlo ahora quiero abrazarlo? Al menos no me está juzgando severamente. Entiéndase: No es Carolina Navarro. 

—Y será un imbécil si no se da cuenta —agrega, intentando animarme.

Pero yo bajo mi mirada. —Es que no soy el tipo de mujer para él. Mírame. Soy la asistente. Soy... una especie de loca que escribe novelas que...

—Has escrito capítulos completos de cuán "perfecto" es él. Eso es increíble, Vanesa. Es...

—Es estúpido.

—Es hermoso —me corrige Armando—. Heidi ni siquiera me daba las gracias. Por Dios, no creo haberle inspirado si quiera algún tipo de poema. 

—Ya no regreses con ella —lo aconsejo por cuarta o quinta vez.

—Créeme que lo estoy considerando.

Algo es algo. Es lo más que ha avanzado después de las dos horas que llevamos platicando.

—Debe ser hermosa si te enamoró —digo. 

Quiero saber más de su relación con la hiena. 

—Tiene lo suyo.

Claro. Siento un nudo en la garganta. —En cambio yo al lado de Nicole...

—Eres el tipo de mujer para cualquiera, Vanesa —insiste Armando—. Cualquiera de buena manera, quiero decir, porque también debes de ser exigente —me aconseja. 

—¿Yo? —me río. Aunque involuntariamente mis ojos se llenan de lágrimas. Qué pena. No me había dado cuenta de cuán sensible estoy hoy. Me dicen que valgo la pena y me rompo—. Mierda. Pensarás que soy patética.

Intento reír, pero no. Mi pena aumenta. Avergonzada, miro a Armando. No me juzgues, por favor. No me juzgues. Él no ha soltado mi mano.

—En realidad pienso que eres muy tierna.

Sonrío un poco, pero sólo un poco. —Pero insinuaste que pensabas que estoy demente.

—También —sonríe él. Suelto una risa—. Pero demente de buena manera. Amas apasionadamente y eso está bien.

—¿En serio lo crees?

—Sí, y hazme otro favor: Nunca te avergüences de tus sentimientos..

¿No?

—¿Aunque sean ridículos?

—¿Ridículos?

—Es que...

Esta vez Armando luce molesto:

—Mira... Si alguna vez decides ser clara con él y, aún así, Marco te hace sentir que tus sentimientos hacia él son ridículos... yo...

Él no termina.

—¿Qué? —le pregunto.

Armando otra vez niega con la cabeza. Es como si se debatiera qué hacer.

—Sólo sé que... —Esta vez me mira con determinación en sus ojos—. Sólo sé que todo estará bien, Vanesa.

Todo estará bien, Vanesa.

Y le creo porque de alguna manera me siento a salvo con él de mi lado.


------------------

;)

Gracias por votar, comentar  y seguirme en Instagram como TatianaMAlonzo ♥

Grupo de lectores en facebook: Tatiana M. Alonzo - Libros

¡GRACIAS POR VOTAR!

Continuar a ler

Também vai Gostar

787K 40.1K 35
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...
417K 22.7K 44
«Los recuerdos son parte del alma» #YoSoyGuatemala
904K 43.1K 41
Victoria Espinosa ingresó a una universidad fuera de su país natal con tan sólo dieciséis años. En su último año de carrera, ve la oportunidad de rea...
Un Club Entre Dos Por HP Well

Ficção Adolescente

26.3K 3.4K 52
Allyson es en muchos sentidos una estudiante perfecta, y se espera mucho de ella de parte de su familia y de su escuela. Por eso sorprende a más de u...