En este momento, hacer círculos en una hoja es más interesante que escuchar al profesor hablar del comportamiento. Una bola de papel cayó sobre mi cuaderno, lo abrí y leí lo que decía.
"Tengo una perfecta imagen de tu trasero aquí atrás hermanita x"
Abrí los ojos completamente anonadada con su nota. Me di vuelta y le dediqué una mirada de odio.
"Se mira y no se toca, idiota." escribí en el mismo papel que me había arrojado y se lo arrojé. Escuché una carcajada y luego vi toda la clase mirando a Bradley.
―¿Qué es tan gracioso, Simpson? ―preguntó el profesor seriamente.
―No importa, profesor.
―Claro que sí, dígalo así nos reímos todos.
―No lo haré. ―rio
―Entonces irá a la oficina de la directora.
―Como quiera. ―tomó su mochila y se paró para irse.
―Siéntese, Simpson. No quiero volver a escucharlo en lo que queda de la clase.
―Bien. ―se encogió de hombros y se sentó, mi mirada quedó fija en él hasta que me guiñó un ojo. Rodee los ojos y volví a hacer círculos en mi cuaderno
[...]
―...Pueden retirarse. ―terminó el profesor de la última hora, Química, y salí rápidamente del salón.
Bajé las escaleras y seguí a la multitud de alumnos que bajaban por las escaleras. Salí del instituto y busqué a mi madre con la mirada, se suponía que debía estar aquí para llevarme a casa. Sentí unas manos abrazarme por detrás, por lo que giré rápidamente.
―¡Cameron! ―chillé y lo abracé.
―¡Boo!
―Te he echado de menos, mucho.
―También yo, pequeña. ¿Cómo te sientes?
―Bien, supongo. ¿Tú?
―Bien, papá me ha presentado a su novia, es linda.
― ¿Has llegado hace mucho?
―Hace como una o dos horas.
―Deberías estar con tu padre, Cameron. ―lo regañé, a lo que él se encogió de brazos.
―Da igual. ¿Vamos?
―Claro. ―sonreí y comencé a caminar hacía su motocicleta.
―¿Dónde vas tú? ―escuché detrás de mí, giré y ahí estaba Bradley junto a los que supongo que son sus amigos, Connor entre ellos. Me agradaba tanto...
―¿Me hablas a mí?
―Claro, ¿a quién más?
―No te importa.
―Claro que me importa, debo llevarte a casa.
―No es necesario, gracias.
―Amber.
―¿Bradley?
―Vamos, sube al coche.
―No quiero.
―Tendré que subirte yo mismo entonces. ―dijo y me subió a su hombro.
―Déjala o te parto la cara. ―dijo fríamente Cameron apoyado en su moto.
―¿Y tú quién mierda eres?
―¡Bradley bájame!
―Su maldito mejor amigo. Bájala, yo la llevaré a su casa.
―¡Bradley bájame de un maldita vez! ―en cuanto mis pies tocaron el suelo empujé al idiota de turno lejos de mí.―Vete a la mierda. ¿Quién te crees?
―Tu hermano mayor.
―¡Pues no lo eres! ¡Sólo eres el estúpido hijo de mi padrastro!
―Vamos, Amb. -murmuró Cameron, entregándome un casco, ya montado en su moto. Me lo coloqué y subí, seguidamente comenzamos a andar por las frías calles de Londres. Pocos minutos después estábamos en la puerta de mi nueva casa.
―¿Como...?
―Candice. ―interrumpió mi pregunta.
―Claro. ¿Vienes?
―Por supuesto. ―sonrió y caminamos hasta la casa. Toqué timbre, ya que aún no tenía mi copia; pocos segundos después una chica completamente extraña nos abrió.
―¿Si? ¿Qué desean? ―preguntó ésta.
―¿Entrar a mi casa quizás?
―¿Disculpe?
―Disculpada, ahora déjame entrar. ―dije intentando pasar, pero ésta me lo impidió.
―No puedo dejarla entrar si no me dice quién es.
―Amber Scott. ―bufé al escuchar la carcajada de Cameron.
―Oh Dios mío, disculpe señorita.
―Como sea, déjame pasar. ―entré con mi estúpido mejor amigo detrás y fui directamente a mi habitación, no me apetecía socializar con quien sea que estuviese en la casa.
―Bonita... Pero me gustaba más la anterior. ―murmuró Cameron mirando mi habitación.
―También a mí. ―dije buscando mis maletas, pero ya no estaban.―Mierda... ¡Mamá! ―grité y a los pocos segundos tenía a mi madre en mi habitación, completamente preocupada.
―Qué sucede hija?
―¿Que qué me sucede? Oh, primero la empleada no me deja entrar a mi casa, segundo mis cosas desaparecen de donde las he dejado y tercero ¡Se han metido en mi maldita habitación!
―Relájate, Amber. Jane no te conocía y tiene órdenes de no dejar entrar a nadie desconocido; en cuanto a tus cosas, le he dicho a Jane que las ordene así no debías hacerlo cuando llegabas del instituto. Hola, Cameron.
―Hola, Candice.
―Bien, pues no lo hagas. Es mi jodida habitación, mamá.
―Lo siento, creí que querrías descansar, hija. No debes enfadarte tanto.
―Como sea. ―dije acostándome en mi cama con el móvil, mi madre se fue y Cameron se acostó abrazándome y con su cara en mi cuello.
―No debes tratarla así, Amb. ―susurró.
―Lo siento.
―No deberías decírmelo a mí.
―Luego hablaré con ella. Es que los últimos días han sido una mierda. ―murmuré.
―Lo entiendo, Boo. Pero aun así está mal.
―Lo sé. ―sentí como comenzó a besar mi cuello delicadamente.―¿Cam?
―¿Mhm...? -susurró y siguió con lo suyo.
―Cameron.
―¿Qué?
―Ya hemos hablado sobre esto.
―¿Sobre qué? ―sacó su cabeza de mi cuello y puso su cara muy cerca de la mía.
―Sobre esto, Cam.
―No sé de qué hablas, Amber. ―susurró acercándose a mis labios.
―Amber, ¿Quién mierda es ese...? ―gritó Bradley entrando en mi habitación, nuevamente, sin tocar. Su ceño se frunció completamente y se acercó a paso firme hasta la cama, para luego tomar a Cameron de la chaqueta y quitarlo de encima de mí.
―¡¿Qué mierda te pasa?! ―gritó Cameron, seguidamente Bradley le da un puñetazo en la nariz.
―¡Bradley! ―Cameron se incorporó y le dio un puñetazo en la boca, entonces comenzaron a golpearse.―¡Christoffer! ¡Mamá! ―grité desesperada por verlos pelear. Segundos después mi padrastro entro y quitó a Bradley de encima de Cameron, mientras que mi madre sostenía a Cam como podía.
―¡Jane, ve a buscar a John! ―le gritó mi madre al no poder controlar a Cameron. Salí de allí corriendo y me encerré en el baño de la planta baja, odiaba la violencia, la odiaba más que a nada. Los gritos cesaron unos minutos y luego se escuchó a Christoffer gritarle a Bradley. Alguien golpeo la puerta tiempo después.
―Hija, ¿Estás aquí? ―la voz de mi madre. Abrí la puerta y la abracé.―Tranquila...
―¿Cómo puedo estar tranquila, mamá?
―Sólo debes controlarte, hemos hablado de esto varias veces ya.
―¿Dónde está Cameron?
―John lo tiene encerrado en tu habitación.
―¿Lo ha lastimado mucho? ―pregunté preocupada.
―Él está bien, hija. Tranquilízate.
―Iré a hablar con él. ―subí las escaleras corriendo y entré a mi habitación.―Puedes irte, John. Muchas gracias.
―Voy a estar por aquí si necesita algo, señorita.
―Gracias. ―éste salió y miré seriamente a Cameron.
―No me mires así, él me ha golpeado antes.
―Tú más que nadie sabes lo que pienso de la violencia, Cameron.
―Lo siento. ―susurró intentando abrazarme, pero lo empujé.
―Vete.
―Amb...
―¡Que te vayas, Cameron!
―Lo siento. ―dijo una vez más y salió de la habitación dando un portazo.
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All the love, Sabrina