Risk It All: No Control || Bradley Simpson

Capítulo 2.

―¡Ya despierta tonta! ―se escuchó el grito por toda mi habitación. Abrí los ojos pesadamente.

―Vete de mi habitación si no quieres terminar herido, Simpson. ―murmuré sínicamente.

―Ya, ya. Eres una amargada, Amber.

―Tú me gritas al oído cuando estoy durmiendo. No sé qué esperas que haga. ―me senté en el borde de la cama y solté mi cabello.

―Buen punto. De todas formas eres una amargada.

―No lo soy, sólo te odio. ―sonreí falsamente.

―No lo haces.

―Claro que sí, ahora vete de mi habitación.

―No se me da la gana. ―respondió tirándose a mi cama y tomando mi móvil.

―Haz lo que quiera. ―me adentre a mi baño, comencé a quitarme la ropa y me metí en la ducha; una vez bien limpia me enrollé en una toalla y salí para buscar el estúpido uniforme.―Eres peor que las moscas, Bradley. ―solté un bufido y tomé el uniforme, junto a unas bragas y un brassier.

―Ya te he visto sin nada, no sé por qué te cubres. ―dijo burlón.

―Me has visto en traje de baño, no desnuda.

―Es lo mismo.

―No lo es, no me verás desnuda jamás, hermanito.

―Oh, claro que lo haré.

―Cierra la boca y vete. ―dije y me metí nuevamente en el baño para ponerme la ropa. Una vez vestida, proseguí a ponerme algo maquillaje; delineador, arqueador para pestañas y labial rojo. Sequé mi cabello y lo ondulé un poco. Todo perfecto. Tomé mi mochila y bajé por mi botella de agua.

―Buenos días, hija. ―sonrió mi madre.

―Buenos días, Amber. ―dijo Christoffer, también sonriendo.

―Buenos días.

―¿No comerás nada? ―preguntó mi madre.

―No. ―contesté tomando la botella de la nevera.

―¿Por qué?

―Pasaré por alguna cafetería luego, mamá. ―mentí. Besé su mejilla y salí de la cocina. Caminé fuera de la casa tranquilamente, claro, hasta que me di cuenta de que no conocía Londres. Giré y me encontré con Bradley riendo.

―¿Vamos? ―dijo agitando las llaves cerca de mi rostro y apuntando su Toyota FT 86.

―No me impresionas, idiota.

―¿Quieres caminar? ―preguntó. Bufé y subí al asiento del copiloto. Segundos después subió él, encendió el coche y comenzamos a andar hacía el instituto. Ninguno habló en el camino, cosa que agradecí, ya que tenía un pequeño gran odio hacía mi futuro hermanastro. Era idiota, arrogante y egocéntrico, sin mencionar excesivamente irritante.

―¿Te quedarás todo el día allí o bajarás? ―pregunto bajando del coche.

―Oh. ―no me percaté de que habíamos llegado.

―Toma. ―estiró un papel con mis horarios.―Desgraciadamente tienes los mismos horarios que yo.

―Definitivamente la vida me odia. ―murmuré y me encaminé al edificio.

Las personas me miraban como si fuese alguna especie de bicho raro. Di vueltas por todo el instituto y aun así no logré encontrar el maldito salón 67, por lo que me vi obligada a preguntarle a un chico que pasó por mi lado.

―Lo siento, ¿Podrías ayudarme? Soy nueva aquí y no logro encontrar el salón 67.

―Claro, ven. ―respondió sonriente.

―Mi antiguo instituto no era tan grande como éste. ―murmuré incómoda mientras subíamos escaleras que parecían eternas.

―Es el más grande de Inglaterra. Aquí es, piso 3, salón 67.

―Muchas gracias. ―sonreí y extendí mi mano.―Soy Amber, Amber Scott.

―No es nada, Amber. ―tomó mi mano.-―Connor Ball. ―sonrió.―Debo irme, Historia.

―Una vez más, gracias, Connor.

―Una vez más, no es nada, Amber. -sonrió.- Te veo luego.

―Claro, adiós. ―golpee la puerta, ya que era tarde, y me adentré en la clase al escuchar a alguien gritar "adelante". Todos me miraron.

―¿Nombre? ―preguntó el profesor con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

―Amber Scott.

―Llegas tarde Scott.

―Yo... Lo siento, es mi primer día aquí y me he perdido.

―Bien, toma asiento. Ten en cuenta que el asiento que elijas será el mismo todo el año. De todas formas hay un solo lugar libre. ―miré y el único lugar disponible era delante de Bradley que tenía su mirada fija en mí. Oh, genial. Caminé sin ganas hasta este y me senté.

―Hola hermanita. ―escuché detrás de mí.

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All the love, Sabrina