Quisiera poder amarte

By pepymoray

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Alejandra es una joven de 23 años, que tras la muerte de su madre, se ha dedicado a cuidar de su hermana pequ... More

Quisiera poder amarte
Capítulo 1: "De viaje"
Capítulo 2: "El accidente"
Capítulo 3: "¿Tú?"
Capítulo 4: "¿Qué he hecho?"
Capítulo 6: "Su lado tierno"
Capítulo 7: "Mi suerte"
Capítulo 8: "Chantaje"
Capítulo 9: "Con dos condiciones"
Capítulo 10: "Secretos del pasado"
Capítulo 11: "La otra"
Capítulo 12: "El viento me recuerda a ti"
Capítulo 13: "Sentir su cuerpo"
Capítulo 14: "Por siempre suya"
Capítulo 15: "¿Me ama?"
Capítulo 16: "La herencia Kyros"
Capítulo 17: "Sabor a alcohol"
Capítulo 18: "La sorpresa de Lysander"
Capítulo 19: "En las nubes"
Capítulo 20: "Fuegos artificiales"
Capítulo 21: "Promesas"
Capítulo 22: "Un acto de amor"
Capítulo 23: "Bésame"
Capítulo 24: "Dentro de mí"
Capítulo 25: "Mi boda griega"
Agradecimientos
Capítulo 26: "Siempre a tu lado...mi príncipe griego" (Fin)

Capítulo 5: "Una cruel mentira"

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By pepymoray

Capítulo 5: “Una cruel mentira”

Estaba destrozada por lo que me acababa de pasar, por el beso de Lysander, pero el dolor aminoró al mirar al desconocido que tenía frente a mí. Me miraba con la intención de decirme algo que me consolara, y su dulzura calmó mi dolor.

-Hola señorita. Siento mucho molestarla. Estaba usted…-dijo un poco apenado por la situación.

No terminó de decirlo, pero yo sabía cual era la palabra que seguía. Estaba… “llorando”, y todo por culpa de un imbécil arrogante.

Logré articular palabra, aunque con voz quebrada, para responderle a ese hombre que me inspiraba confianza.

- No me molesta. Al contrario, necesitaba la compañía de alguien- ¿por qué dije eso? El dolor me afectó bastante. No acostumbraba a hablar así con ningún hombre.

Él se asombró un poco, pero reaccionó de la manera que yo no esperaba. Se sentó a mi lado y me giré para mirarlo de cerca. Era hermoso…pero me resultaba familiar. Se parecía a… ¡A mi madre! ¿Cómo podía ser? No, las lágrimas de mis ojos me estaban nublando la vista. Aunque el parecido era asombroso.

¿Quién era? No podía soportar más saber…

- ¿Quién eres?- pregunté espectante ante su mirada.

- Soy el jardinero de la mansión Kyros, señorita. Estaba paseando por aquí para ver mis plantas…me relaja por la noche venir a visitarlas- dijo con una sonrisa que curvó sus labios.

- Hasta que yo te interrumpí en tu paseo con mi llanto. Lo siento mucho de verdad- confesé apenada.

- Olvídelo. Y olvide lo de llorar, su cara tan linda no se merece quedar arrugada por el sufrimiento- afirmó riéndo con los ojos iluminados.

- Gracias. Te prometo no llorar mucho- el dolor de hace unos momentos casi había desaparecido. Sólo quedaba el sabor salado de mis lágrimas en mis labios…y una sensación de vacío-, ¿Cómo te llamas? ¿Eres de Grecia?- vaya pregunta que le hice, claro que sería griego.

Su cara se tensó, y dejó de mirarme para centrar su vista en una de las fuentes que había en el jardín.

- Mi nombre es Christos…y de mi origen no se mucho.

- Lo siento, no debí preguntar.

- No lo sienta señorita. Yo a veces también necesito hablar con alguien- me dio mucha pena aquel joven. Continuó-, Nunca he conocido a mis padres. Me abandonaron en esta casa recién nacido y Sandra, el ama de llaves me cuidó como si fuera su hijo. La familia Kyros se ha portado muy bien conmigo y me han tratado como parte de ellos. Tengo mucho que agradecerles al señor Nikos y a la señora Olimpia. Y, por supuesto a los hijos que han sido como hermanos para mí, Lysander, Leo y Karisa- ¿Karisa? No sabía que Leo y Lysander tuvieran una hermana.

Sentí pena por Christos. La historia que acababa de contarme era la más triste que había escuchado nunca. Yo pensaba que mi vida había sido lamentable, la muerte de mi padre antes de yo nacer, perder a mi madre a los 17 años, el abandono de mi hermana, cuidar de la pequeña…pero siempre había tenido amor de familia de verdad. Mi madre me adoraba, mi hermana Alba, y mi tía, que siempre me ha ayudado.  Christos, en cambio, no ha conocido a nadie de su familia. Él vio que yo estaba muy triste por su historia, y trató de remediarlo.

- A pesar de todo he sido feliz. Considero a Sandra como mi madre, y ésta como mi verdadera familia. Siempre tuve amor.

- Me alegro. Seguro que te merecías tanto amor- traté de animarlo porque vi en su rostro cierta nostalgia y tristeza.

- Gracias señorita, es usted demasiado amable. ¿Es hermana de Aline, no es así?

- Así es…pero no me vuelvas a decir señorita. Tutéame, por favor. Me hace parecer más vieja- dije riéndome. Ya había desaparecido toda la pena. Él también rió.

- Me entusiasma mucho que vuelvas a sonreír… ¿Cuál es tu nombre?- dijo.

- Alejandra. Me puedes llamar Ale- sonreí.

- Pues entonces encantado Ale- se acercó a mí y apoyó su mano en mi hombro para darme un beso en cada mejilla. Sentí un cariño muy especial. Como si aquella persona formara parte de mi familia. Quizá fuera por el parecido que guardaba con mi madre-, Es mejor que te vayas ya a dormir…es tarde y tienes los ojos hinchados de tanto llorar. Ya hablaremos otro día, si te apetece.

- Llevas razón. No sabes el día que he tenido. Necesitaré a alguien con el que hablar durante este mes, me has caído muy bien- dije con una sonrisa.

- Igualmente- se levantó, y yo lo imité.

- Hasta mañana- dijimos los dos al unísono, nos miramos riéndonos de forma cómplice y cada uno se fue por su lado.

Con Christos mi estancia en esa mansión griega, rodeada de griegos duros e implacables sin corazón, que piensan que con un dedo pueden mover el mundo, no sería tan difícil.

Cuando llegué a mi habitación, volvió a atravesarme el alma el recuerdo del beso con Lysander. Estaba en la escena del delito, yo y él éramos los culpables y Aline era la víctima. Esperaba que nunca se enterara de lo que ocurrió allí, y que nunca lo notara. “Mañana intentaré que no se note nada. Actuaré normalmente con Lysander y con mi hermana” Sumida en esos pensamientos, me tendí en la cama y me sumergí dentro de ella deslizándome por esas suaves sábanas y acomodándome boca abajo agarrando la almohada, mi postura favorita. El sueño se fue apoderando de mí hasta que al fin cerré los ojos.

A la mañana siguiente, cuando abrí los ojos me extrañé del lugar en el que estaba, hasta que logré recordar dónde me encontraba. Creí que todo lo que había vivido había sido una pesadilla, pero para mi disgusto, fue real.

Cuando fui a levantarme de la cama sonó el teléfono. ¿Quién sería a esta hora? ¿Ya empezaba otro día catastrófico? Esperaba que no…aunque con la fiesta de bienvenida podía esperar de todo al lado del prometido de mi hermana. Yo no me iba a quedar con los brazos cruzados, no permitiría que se burlara de mí. Antes lo hacía yo de él.

Alcancé el auricular y hablé.

-¿Diga?- dije con la voz ronca de estar recién levantada.

- Dormilona…deja ya de dormir que hoy tenemos que hacer muchas cosas. En primer lugar, ¡nos vamos de compras! Necesitamos un vestido espectacular para esta noche- aseguró Aline muy alegre. Me la estaba imaginando con una sonrisa que ocupaba toda su cara, con ganas de convertirme en una princesa de cuento contemporánea para que lograra conquistar a algún multimillonario griego.

- Seguro que vendrán los griegos más apuestos y ricos de Grecia, ¿verdad?- le dije a Aline pensando que esta hermana mía no tenía remedio. No descansaría hasta verme felizmente casada con un magnate.

- No te equivocas. Serás la más bella de la fiesta y todos caerán rendidos a tus pies. Pero antes…- su voz cambió repentinamente, tornándose seria-,…tengo que confesarte algo que nadie sabe.

- ¿Es algo grave?- dije alarmada.

- Mejor lo hablamos en persona. Nos vemos en unos 10 minutos en el salón.

- Allí estaré. Besos- la primera vez que le decía “besos”. En el fondo la quería mucho, a pesar de que me dejara sola con la responsabilidad de cuidar a Alba.

Ella también se extrañó y añadió:

- Besos para ti también. Hasta ahora.

Cuando colgamos, me bajé de la cama y me dirigí corriendo al baño. ¡10 minutos! Me tenía que dar tiempo de darme un baño, vestirme y maquillarme. Elegí unos shorts vaqueros que se ceñían perfectamente a mi trasero y lo realzaba. Me encantaban esos shorts. En la parte de arriba me puse un top holgado de color blanco en la que aparecía dibujado unos ojos y una boca. A mi look añadí unas zapatillas converse porque seguro que con mi hermana me llevaría horas dando vueltas en los centros comerciales. Antes de que mamá muriera solíamos ir de compras y, Aline me arrebataba todas las energías al llevarme por todas las tiendas de Londres.

Me maquillé un poco y salí escaleras abajo a encontrarme con mi hermana. Bajé lo más rápido que pude, no quería encontrarme con Lysander. No quería verlo después del beso, pero me tendría que aguantar porque era su casa. Por suerte, no me lo encontré. Sólo vi a mi hermana esperándome en el salón con un vestido blanco estilo ibicenco. Estaba bella con todo lo que se ponía. Normal que Lysander se hubiera fijado en ella y se casaran, a pesar de pertenecer Aline a una familia humilde y él ser poseedor de una gran fortuna. El amor no entiende de dinero.

- Espero que hayas dormido bien Ale- “claro”, pensé. “Tu prometido me besó y me siento la peor persona del mundo”-. Nos espera una mañana de compras inolvidable. Quiero que seamos la envidia en la fiesta. Lysander está en su trabajo y nos ha dejado a dos de sus guardaespaldas para que nos acompañen a las tiendas más exclusivas de Santorini.

- Pues vamos cuanto antes porque conociéndote…llegaremos después del almuerzo.

Mi hermana comenzó a reírse a carcajadas y salimos de la casa para subirnos en el coche que nos estaba esperando escoltado por dos guardaespaldas. ¿Tan importante era la familia que necesita seguridad? ¿Tendrían enemigos que quisiera acabar con alguno de ellos?

Cuando llegamos a la zona de tiendas de Santorini vi que había tiendas de arte, fotografía, artesanía, venta de vino, venta de antigüedades, y, por supuesto, de complementos y ropa. Los escaparates mostraban unos vestidos maravillosos y a buen precio. Pero mi hermana Aline, quería ir a Koukla, la tienda más importante de la isla. Donde las celebridades de allí y de todo el mundo compraban sus vestidos para galas o fiestas.

Lo cierto es que la tienda era enorme y estaba llena de vestidos espectaculares de todos los colores y de todas las formas habidas y por haber. Aline, se fijó en uno para ella que era de color negro y que tenía un escotazo, se lo probó y le estaba muy bien. El precio era excesivo, pero a ella no le importaba. Para ella el dinero es para gastarlo. “No sé como tengo una hermana tan materialista”.

Yo me probé algunos y me quedaban bien, pero sólo hubo uno que sabía que a Lysander le produciría sentimiento de desprecio. Si pensaba que era una cazafortunas, le iba a hacer pensar esa noche que tenía razón. Coquetearé con todos los hombres de la fiesta, incluido su hermano. Así lograré enfurecerlo, y tal vez me deje algo de espacio en la fiesta en la que estaba obligado a acompañarme en todo momento.

Pagamos los vestidos con una tarjeta de crédito que tenía mi hermana, y me sentí muy incómoda al pensar que era Lysander quien me había comprado ese vestido que sería un instrumento para vengarme de él por su comportamiento. Pero sería una venganza suave.

Entramos después en otra tienda para comprar los complementos, y cuando mi hermana y yo estabamos en un lugar de la tienda donde no había nadie, mi hermana no pudo esperar más y me contó algo que quería que yo supiera.

- Tal vez te preguntes que cómo me ha elegido Lysander si no soy una mujer de su posición social- soltó mi hermana.

- Es evidente Aline- dije segura de lo que decía-. Eres hermosa y buena persona. Si se ha enamorado de ti, el dinero no es un obstáculo.

- Le estoy engañando- dijo Aline sin ningún tipo de culpabilidad en su rostro-. Estoy haciéndole pensar que estoy embarazada.

En ese momento pensé que el mundo se me venía abajo. ¿Cómo era capaz de engañar así a una persona? Mi propia hermana, sangre de mi sangre…no tenía escrúpulos. Lysander no era santo de mi devoción, pero no se merecía lo que le estaba haciendo Aline. Me enfurecí como no lo hacía en mucho tiempo y le dije a mi hermana todo lo que pensaba.

-¿Estás loca? ¿Cómo puedes fingir un embarazo? ¿No tienes sensibilidad ni escrúpulos?- intenté no elevar tanto la voz para que los guardaespaldas que estaban en la entrada de la tienda no corrieran en nuestra busca.

- No tenía otra opción- “¿Qué no tenía otra opción?”-. Ale, para los griegos es muy importante la familia, tanto que la mujer que se quede embarazada debe convertirse en su esposa. Necesito ser una mujer rica y con una buena posición social, es lo que siempre he soñado. Lysander es guapísimo y rico, tenía que atraparlo de cualquier forma.

No podía ser verdad lo que estaba escuchando. Me avergonzaba de ser su hermana. La furia crecía cada vez más en mi interior. Tendría que hacer algo para evitar esa locura. Lysander tenía que saber de ese engaño, pero si Lysander se enterara de que Aline no espera a ningún heredero…no quería saber lo que sería de nosotras. Seríamos desterradas de allí de la peor manera y nos haría la vida imposible en Londres con sus influencias y poder.

Tenía que pensar algo rápido. No quería verme salpicada con la sangre que se derramaría cuando se supiera la verdad. Tendría que desaparecer antes de la boda, no había otra solución. “No sé si soy capaz de guardar este secreto”. El beso de la noche anterior de Lysander pasó a un segundo plano después de esto. Me dolía la cabeza de tanto pensar.

- Vámonos de aquí. No soporto estar en este lugar ni un segundo más contigo- dije asqueada por la actitud fría de Aline.

No sentía remordimientos por la mentira. Le daba igual los sentimientos de Lysander. Jugar con algo tan delicado y hermoso como estar embarazada.

Aline no dijo nada, salimos de la tienda y fuimos al coche. Le indicó secamente al chófer que nos llevara a la mansión Kyros. Mientras iba de camino, observé tras la ventana del coche lo maravillosa que era la isla. “Como me hubiera gustado venir y conocer Santorini en otras circustancias”, pensé. Es una lástima que me llevara de aquella isla ese sabor tan amargo a Londres.

El camino se me hizo eterno. Sequía enojada y había una gran tensión entre mi hermana y yo. Necesitaba salir sola a algún lugar…y seguir pensando. ¿Pero dónde iría? Al mar.

Llegamos a la mansión y mi hermana le dijo al chófer que subiera las bolsas a nuestras habitaciones. Nos bajamos del coche y, sin decir nada me fui por el camino que comunicaba la casa con la playa.

- ¿Dónde vas Alejandra?- preguntó mi hermana llamándome por mi nombre completo.

Ella también estaba enfadada, pero ¿por qué? ¿porque yo lo estaba? ¿Y que esperaba? ¿Qué fuera igual de calculadora que ella?

- Voy a la playa a despejarme- dije de mala gana, sin volverme para mirarla y alejándome lo más rápido que pude de aquel lugar que estaba empezando a odiar.

Lysander

 

 

“¿Por qué llega esta mujer en este momento?”, pensé mientras caminaba por la playa. Toda la mañana había estado en el trabajo pensando en ella, en la forma en la que me había devuelto el beso, cómo sus dulces labios se habían entreabierto al sentir el roce de los mío, cómo acarició mi cuello, su cuerpo enlazado con el mío... Es una mujer frágil, que había cuidado durante años de su hermana pequeña, y que a su vez tenía un temperamento fuerte que me atraía. No podía desear a la hermana de mi prometida. “Aline está esperando un hijo mío y tengo que cumplir como un buen griego y casarme con ella, aunque no la ame”.

Aún sabiendo que tenía que cumplir y casarme con Aline, deseaba volver a besar a Alejandra. Pegarla a mi cuerpo y sentirla temblar.

Dejé escapar una maldición al sentir que la sangre se me calentaba. ¿Cómo era posible que un hombre como yo, maduro y siempre seguro de mi mismo me estuviera comportando como un adolescente con las hormonas revolucionadas? Desde que la vi bajar del coche con esa cara de preocupación el día del accidente para socorrerme supe que me sería difícil sacar a esa mujer de mi mente. Después la vi en la cena de esa forma vestida, enfureciéndome al ver cómo mi hermano la miraba. No quería que nadie la mirara así, nadie…y mucho menos que nadie la tocara o estrechara entre sus brazos. Sentía que esa mujer me pertenecía solo a mí. Pero era un imposible, y lo sabía. Por eso, quizás me comportaba de forma despótica y arrogante con ella, por la frustración de saber que nunca sería mía.

Aunque la tendría que tener fuera de mi vista para evitar cometer una locura, quería verla. Sólo con verla me conformaba…

De repente, me sobresalté al ver a Alejandra paseando por la playa. Allí estaba tan bella como la recordaba del día anterior, con los rayos del sol posados en su rostro. Sólo la conocía de un día y ya tenía el poder de volverme loco.  

Alejandra iba caminando aproximándose al mar, cuando se tropezó con una piedra. Inmediatamente, fui a ayudarla sin pensar en las consecuencias. Unas consecuencias que quería que ocurrieran. Verla desprotegida y herida acrecentaba mi deseo de besarla y tenerla entre mis brazos.

-¡Ay!- gimió Alejandra por el dolor cuando llegué a ella, que ya se encontraba sentada en el suelo…acariciando su pie.

- ¿Qué haces? ¿Por qué no miras por dónde pisas? ¿Cuántos accidentes tienen que ocurrir hasta que te vayas?- dije enfurecido conmigo mismo por desearla. Me agaché impulsivamente y le toqué el pie para ver si se había hecho algo. Sólo tenía un pequeño rasguño. Alejandra estaba enfadada por la forma en la que le había hablado.

Se iba a levantar, seguro porque la toqué y ella odió que lo hiciera. Pero no iba a dejar que se levantara sola después de ese pequeño accidente. Rodeé mi brazo por su cintura y la elevé en el aire para después apoyarla sobra mi cuerpo con mis dos manos. Estaba temblando y no podía apoyarse bien sobre su pie, por lo que no la solté en ningún momento. La pegué más a mí.

- ¡Suéltame!- gritó intentando soltarse de mis manos que agarraban fuertemente su estrecha cintura. 

Ignorándola, envuelto en mi deseo por besarla, tomé su mandíbula y puse su rostro a la altura del mio. Atrapé su boca con voracidad. Al principio se resistió, pero pronto el deseo se volvió protagonista y desbancó a la razón. Sentí cómo se prendía una llamarada en mi interior que iba a más. Y quería más.

 

 

Alejandra

 

Todo sucedió muy deprisa, de una forma muy explosiva. Más explosivo que la vez anterior. Como si hubiéramos extrañado besar nuestros labios. En unos segundos sentí la misma sensación e intimidad de la vez anterior, parece que no hubiera pasado el tiempo.

Nuestros labios seguían conociéndose y luchando por saciar el deseo de estar unidos. Pero no querían despegarse. Parece como si se pertenecieran. Era un beso furioso y hambriento. Una parte de mi cerebro estaba alarmada y horrorizada por lo que estaba sucediendo nuevamente, por el poder que Lysander tenía sobre mí. Aunque por otra parte, estaba feliz por ese beso, que me hacía perder el control y que me proporcionaba un placer que me tenía enganchada. El sabor de sus labios era como una droga para mí, una adicción que no sabía cuándo acabaría.

Lysander deslizó sus manos por mis caderas y me apretó contra él. Sentí que estaba excitado. Eso me alarmó e inmediatamente la fuerza de mi deseo se convirtió en una fuerza física, apartándolo de mí de un empujón.

Estábamos jadeando. Volviendo a poner nuestra respiración en orden. Se acercó a mi de nuevo, y me agarró de los hombros.

-Veo que me deseas, agapi mu. No puedes resistirte a mis encantos. Echabas de menos que te besara- dijo con una sonrisa burlona en su rostro.

¿Qué significaría agapi mu?

- ¡Eso no es verdad! ¡No te soporto!- grité-. Simplemente me apretabas y no he podido aparatarme de ti antes.

¿A quién intentaba engañar? Por supuesto que no podía resistirme, por supuesto que lo deseaba y por supuesto que quería repetir siempre que pudiera y volver a besarlo y sentirlo junto a mí. Pero no podía. Tenía que alejarme de él. Con el pie dolorido, me giré y comencé a andar hacia la casa como pude. La rabia me comía por dentro. Jugaba conmigo…sin saber que mi hermana estaba jugando con él. Me alejé de él que seguía en la playa riéndose a carcajadas, seguro que por la forma en la que iba caminando. Me daba igual. Quería llegar a mi habitación y dormir, no quería ni almorzar. Tenía que descansar para estar en la fiesta concentrada en mi objetivo. Haría que me odiara y se alejara de mí, que pensara que era una cazafortunas. Aunque no quisiera que se alejara de mí, tenía que hacerlo por Aline. Ella estaba usando unas malas armas, una cruel mentira, pero se iba a casar con él y eso tenía que respetarlo.

Me miré por última vez en el espejo del cuarto. Había conseguido el efecto deseado. El vestido que me compré en Santorini era muy atrevido. Era de seda, color lima y se deslizaba por mis curvas, marcándolas. El escote no era muy excesivo, pero la espalda la tenía toda al descubierto. La apertura llegaba al final de la espalda y principio de mi trasero. No sé cómo iría la noche, pero lograría apartar a mi futuro cuñado de mi mente y de mi cuerpo.

“Eso espero. Porque sino no se cómo reaccionaré”

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Gracias por leer!!! Espero que os haya gustado mucho. En el próximo capítulo vienen muchas sorpresas! Votad y comentad! Queréis que siga con el punto de vista de Lysander? Muchos besos y mil gracias!!!! xD

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