Revenge. {James "Bucky" Barne...

By not-flawless-writer

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Cuando el Soldado de Invierno deja a un inconsciente Steve Rogers en el bosque, escapa. Se ha enterado de que... More

Revenge.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
¡NOTA!
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8

Introducción.

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By not-flawless-writer

Introducción.

Base de HYDRA, Washington. 1987.

Aún seguía preguntándose qué demonios hacía una niña sentada en el suelo.

Todos los soldados, doctores, científicos y, en fin, cada uno de los trabajadores, parecían ignorar su presencia. Caminando por los pasillos, vio a su mayor: un hombre de unos cuarenta años, rubio y no tan alto. Se adelantó y él le dejó hacerlo. Siempre olvidaba cómo se llamaba. Lo único que sabía era que en ese momento se dirigía a la misma habitación. Es exactamente igual al acabar una misión, siempre.

Podía escuchar los pasos de los soldados atrás de él y, de pronto, vio a la misma niña corriendo hasta llegar a la par de su mayor, a lo que el hombre respondió tomándole la mano. ¿Acaso era su hija? Bueno, de todos modos no tenía que interesarle. Su trabajo ya estaba hecho, ahora solo tenía que volver a pasar por aquel proceso. El hombre se detuvo frente a la inmensa puerta negra y los soldados la deslizaron para que pudiera entrar.

Entró detrás de él y le ordenaron quitarse el chaleco antibalas y todo lo que traía en el torso. Luego de eso, los doctores lo llevaron hasta la acolchonada silla oscura, en donde se sentó y observó cuidadosamente a su alrededor. Notó a la niña en la esquina de la habitación. Estaba con la mirada perdida en el suelo, sin embargo sintió que él la veía y se encontró con sus ojos. Eran de color azul, así como los de su mayor. Rápidamente, ella se tomó el brazo y volvió a ver al suelo como si hubiera sido la cosa más interesante del mundo. El cabello rubio le cayó hacia adelante, y luego escuchó al hombre dando pasos hasta llegar a él.

—¿Informe de la misión? —preguntó con autoridad.

—Jones, Joseph. Gobernador de California. Muerto—respondió viéndolo automáticamente.

Vio como sonrió cínicamente y tomó una silla que estaba a su lado, sentándose en ella y quedando frente a su soldado.

—Haces un buen trabajo, muchacho—comentó y le palmeó la mejilla izquierda, a lo que se sintió un poco incómodo. Raramente hacía eso. —Te felicito. Poco a poco vamos cumpliendo nuestro objetivo—al momento, alejó la mano y suspiró. —Me gustaría dejarte con tan gratos recuerdos, pero me temo que no se podrá. Es por tu propio bien—le dijo y él le vio minuciosamente. Cumplía con el mismo color de ojos y cabello que la niña. —Algún día lo entenderás—se levantó y uno de los doctores apartó la silla en la que se había sentado. —Límpienlo—ordenó de espaldas.

Vio cómo caminó hasta otro hombre de bata blanca y comenzó a hablar con él de cosas que no entendía. Sintió la máquina en su cabeza y el asistente le metió una placa en la boca, a lo que no se opuso. La silla le ató las muñecas y mientras se preparaba para lo que estaba por venir, divisó a la niña. No dejaba de verlo en ese momento. Parecía asustada por lo que pasaría. La máquina lo atrajo más al asiento y uno de los doctores la encendió.

El dolor de esa cosa era insoportable. A pesar de que ya se había acostumbrado a pasar por eso, era lo único que recordaba. Sintió cómo penetraba en su mente y en todo lo que sabía que había hecho a lo largo de su mísera vida. Ahogaba los gritos con la placa, no obstante, siempre se escuchaban.

La niña se quedó perpleja con lo que estaba pasando frente a sus ojos y su respiración se hizo más y más pesada. Se abrazó a sí misma, queriendo voltear a otro lado, pero su cuerpo no respondía. Sentía las lágrimas de miedo a punto de salir de sus ojos y de pronto, comenzó a gritar como si ella estuviera en la misma situación. Llamó la atención de los doctores al momento, y su padre llegó hasta ella en pocos segundos.

—Vera, hija, cálmate—dijo de cuclillas frente a ella. No obstante, su grito aumentó más. —¡Vera, cálmate, él estará bien!

—¡NO! Papá, ¡¿qué le estás haciendo?! —preguntó en un grito, aterrorizada.

—¡Él estará bien, no te preocupes! —respondió tocándole el cabello y los hombros.

La niña se movió y trató de correr hasta él, pero su padre la tomó del brazo rápidamente.

—¡Vera, basta, tranquilízate! —regañó él, atrayéndola en un abrazo fuerte para que no escapara de nuevo. La niña se removió y gritó todo lo que pudo, llorando para que detuviera eso.

Lo único que recibió fue una inyección en el cuello por parte de uno de los doctores. En un instante se calmó y quedó dormida, mientras que el soldado, ya limpio de memoria y recuerdos, fue trasladado a una cámara de hielo para su sueño y poder prepararlo para su próximo objetivo.

**

Cuando Vera se despertó, vio la oscuridad de su habitación. Sentía sus ojos cansados y tenía la sensación de haber llorado demasiado. Se volteó en la cama y vio al buró a su lado. El reloj rosa daba la una y treinta y tres de la madrugada. Se preguntó por qué había despertado a esa hora y la luz debajo de la puerta llamó su atención.

—¡Eres un idiota! —escuchó a su madre gritando en el pasillo. — ¡¿ Cómo se te ocurre llevarla a ese lugar?! ¡Tú, más que nadie, conoce los peligros de esa organización! ¡¿Cómo permitiste eso?! ¡¿CÓMO?!

—¡No tenía remedio, Liz! —respondió su padre. —¡Estaba gritando, llamando la atención de todos, necesitaba calmarse!

—¡¿Y dejaste que uno de tus doctores maniáticos y psicópatas la inyectara?! —reclamó exaltada.

—¡Fue un calmante!

—¡Tiene siete años, pudo haberla matado! ¿Crees que no sé que llevan esas cosas? ¡Déjame recordarte que soy una doctora! No soy estúpida Alex, yo las he estudiado...

—Sigue viva, ¿no? ¡Eso es lo que importa!—interrumpió su padre.

—¿Sabes qué? Estoy harta—comenzó a caminar y sus pasos llegaron hasta la habitación que compartía con su esposo, y con él siguiéndole el paso. —Estoy harta de todo tu juego con HYDRA y SHIELD y el gobierno y esa mierda en la que te metes siempre—tomó una maleta y mientras hablaba comenzó a llenarla con sus pertenencias.

—¿Qué haces? ¿Te vas? —preguntó confundido.

—¿Eso te parece? —dijo secamente ella y en unos minutos terminó con su tarea. —Voy a decirte algo y quiero que me escuches muy bien—se acercó a él decidida. —Después de esto y que te infiltres y que logres tu cometido, vas a acabar muerto—él frunció el ceño.

—¿Qué?

—Como lo escuchas—abandonó la habitación y llegó hasta el pasillo. —No importa cuánto tiempo pase, lo harás. Esto es demasiado peligroso y nadie puede manejarlo. ¿Por qué crees que dejé SHIELD y desaparecí de la nada por un tiempo? —le encaró. —Y voy a hacerlo de nuevo si tengo que protegerla.

Elizabeth abrió lentamente la puerta de la habitación de su hija y Vera, quien había escuchado todo, cerró sus ojos y disimuló que había despertado antes. Escuchó como su madre tomó una de sus maletas y comenzó a meter todo lo que pudo dentro de ella. Luego, sintió el peso de su cuerpo a su lado y la despertó suavemente, tocándole el rostro con su mano.

—Hija, despierta, nos vamos.

—¿A dónde? —preguntó adormitada y abrió los ojos. Lo primero que vio fue a su padre apoyado en la pared del cuarto viéndolas muy preocupado.

—Con los abuelos—mintió. —Ven, hay que irnos.

Su madre la tomó en sus brazos y la bajó para salir de la habitación. Bajaron las escaleras de la casa con las maletas y salieron. Cuando Elizabeth dejó a su hija dentro del auto en el asiento trasero, se volvió a su esposo.

—Esperaría que cambies, pero te conozco, entonces dudo que lo hagas—habló con tristeza. Él suspiró.

—Lo siento.

—Y si lo sientes, ¿no vas a detenerme?

—Es tu decisión y debo respetarla. Solo te pido que la cuides.

Vera vio como su madre y su padre se despedían. Era muy triste para ella. Por dentro sabía que algo no estaba bien y en su pequeña cabeza tenía la sensación de que nunca volvería a casa. Cuando su madre se dio la vuelta para entrar al auto, escuchó un impacto y vio desde la ventana cómo se tambaleó y que empezaba a sangrar. Su padre la tomó antes de que cayera al suelo y Vera gritó como nunca lo había hecho antes. Lloró y lloró. Quiso salir del auto, pero la puerta estaba bloqueada y solo pudo ver cómo su madre se desvanecía en el regazo de su padre.

De ese día recordó las sirenas de policía y la ambulancia acudiendo a socorrer a la mujer que más amaba. Deseó tanto haber estado en el lugar del hombre que había visto el mismo día para que borrasen ese horrible momento de su vida.

**

ya se llegó marzo eeeh

¿qué les pareció? ¿alguien recuerda que iba a publicar? ¿no? oc *se sienta a comer helado en una esquina y llora* :v

en fin, espero que les guste el inicio y me disculpo por la demora, pero sí, ¡he vuelto a escribir!

ya saben, semana santa y vacaciones, trataré de avanzar un poco aunque no prometo nada xd

y trataré de publicar siempre que pueda *y que recuerde que hago esto coff coff*

que odín las bendiga, paz <3

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