Hawa: Debemos salir a flote |...

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COMPLETA - PRONTO EN LIBRERÍAS. Tras los intensos acontecimientos que han ocurrido últimamente, Audrey recibe... Mais

Sinopsis
❄ Preludio ❄
Capítulo 1
Capítulo 2 (Parte 1/2)
Capítulo 2 (Parte 2/2)
Capítulo 3
Capítulo 4 (Parte 1/2)
Capítulo 4 (Parte 2/2)
Capítulo 5 (Parte 1/2)
Capítulo 5 (Parte 2/2)
Capítulo 6 (Parte 1/2)
Capítulo 6 (Parte 2/2)
Capítulo 8 (Parte 1/2)
Capítulo 8 (Parte 2/2)
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12 (Parte 1/2)
Capítulo 12 (Parte 2/2)
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19 (Parte 1/2)
Capítulo 19 (Parte 2/2)
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22 (Parte 1/2)
Capítulo 22 (Parte 2/2)
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 (Parte 1/2)
Capítulo 25 (Parte 2/2)
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28 (Parte 1/2)
Capítulo 28 (Parte 2/2)
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33 (Parte 1/2)
Capítulo 33 (Parte 2/2)
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36 (Parte 1/2)
Capítulo 36 (Parte 2/2)
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41 (Parte 1/2)
Capítulo 41 (Parte 2/2)
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44 (Parte 1/2)
Capítulo 44 (Parte 2/2)
Capítulo 45 (Final)
Top 15 Comentarios + Agradecimientos
Tercer libro: Gea + Avisos
¡Concurso!

Capítulo 7

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De meg-books

Fénix oprime con un poco más de fuerza el grueso cuello del hombre acorralado. Lleva sus labios hacia atrás con furia mientras le murmura algo, pero el hombre no parece reaccionar. Simplemente se queda mirándolo con firmeza mientras intenta no demostrar que necesita abrir la boca para recibir una buena bocanada de aire con urgencia.

Ashley llega al encuentro y se interpone ante la mirada de Fénix.

—Fénix —murmura para que sólo él la escuche, mientras intenta decirle algo con la mirada. Él no parece darle mucha atención— ¡Fénix!

Me acerco a ellos mientras soy consciente de la considerable cantidad de miradas que hay sobre nosotros.

Ash lo aferra del brazo, que está tan tenso y duro como una roca.

—¡Fénix, suéltalo!

No parece ver más allá de lo que quieren ver sus propios ojos. El hombre regordete que se encuentra entre sus manos logra ser levantado unos centímetros, sorprendiéndome.

—Fénix, déjalo ir —le susurro, y entonces me acerco hacia su rostro, tomándolo por el hombro e insistiéndole—. Por favor...

Sus sentidos parecen titubear, y después de vacilar con la mirada, oprime los labios con furia en una fina línea y abre los dedos, dejando al hombre caer con un jadeo y un pequeño tambaleo de rodillas.

Apenas despega las manos del cuello de aquel hombre, Ashley lo empuja lejos de él.

—¿Qué diablos crees que estás haciendo, eh? —exclama. Luego acerca el rostro para que sólo él pueda oírla— ¿Tienes que hacer eso? ¿Ahora?

Fénix se queda inquieto, aunque sin ir a ninguna parte, como si estuviera dudando entre quedarse donde está o volver al encuentro del hombre. Se nota que la furia todavía no abandonó su cuerpo.

Me quedo estupefacta, sin entender muy bien la situación, fuera de órbita. ¿Qué demonios fue eso? ¿Por qué tuvo que hacerlo? No dejarán que se quede en el Gremio si hace una estupidez así sin haber pasado siquiera un día aquí adentro.

Miro a Ashley, con una mezcla de enojo y confusión.

—Creo que podríamos ir a echar un vistazo a nuestro nuevo dormitorio.

Ella le echa una mirada intensa a Fénix y asiente con descaro.

—Creo que deberíamos.

Después de subir hasta el tercer piso y recorrer un pasillo repleto de dormitorios, Ashley abre la puerta que, según la llave que nos entregó Danna, lleva a nuestra nueva habitación.

Empuja a Fénix dentro del cuarto con una mano y cierra la puerta una vez que los tres nos hallamos dentro.

—¿Piensas decir algo? —espeta.

Fénix se gira sin ánimo, con el rostro serio e indiferente, y se sienta sobre el borde de la cama. La habitación es bastante pequeña, pero caben a la perfección dos camas de una plaza, un armario y un escritorio. Todo ordenado, limpio y con cajones y estantes vacíos.

Como veo que sigue sin responder, yo insisto.

—¿Por qué hiciste eso?

De repente me mira, pero sin alzar la cabeza. Se queda allí observándome con su repentino odio, y entonces yo entorno los ojos para no ser menos que él. Ashley le echa un vistazo a Fénix, luego a mí, y por último a él nuevamente, ya dándose por vencida mientras resopla.

—Bien, no digas nada. A Danna la han llamado urgentemente y no dudo de que sea por tu estupidez, y ahora ella quiere hablar conmigo. Y no, no sé por qué —ataja un movimiento para irse y exhala con fuerza nuevamente, deteniéndose un instante y acercándose a Fénix con más recompostura y tranquilidad—. Mira que te hubiese apoyado en eso, sabes que sí —murmura por lo bajo, y entonces sonríe levemente. Supongo que Ashley ya ha acorralado a otras personas antes—. Pero no así, Fénix. Necesitamos que te comportes.

Fénix le sostiene la mirada pero sigue sin pronunciar palabra. Termina por rodar los ojos hacia otra parte mientras se humedece los labios con la lengua; los ha tenido duros en una línea furiosa desde que salimos del salón.

Ash se queda un segundo más pero al final se pone de pie, resoplando una última vez mientras también gira los ojos hacia arriba, cansada.

—Veré qué quiere decirme —anuncia, y se va por la puerta.

Cuando el sonido del picaporte retumba dentro de la silenciosa habitación, Fénix se endereza y me mira con intensidad.

—Vamos, di que piensas que fue una tontería.

Elevo las cejas con aire de obviedad.

—Es que lo fue —respondo—. No entiendo por qué estás tan enojado.

Se pasa una mano por el pelo mientras lo sacude.

—Ashley parece saberlo de cierto modo...

—Sabe quién es, no qué pasó allí abajo —me interrumpe, y antes de seguir toma una larga bocanada de aire—. Cuando me propusieron el trato a cambio de buscarte, yo estaba en las calles al sexto día de haberme escapado. Recuerdo que estaba comenzando a llover. Me encontraba caminando hacia ningún lado en específico cuando unos hombres del Gremio me hallaron —menea la cabeza—. Cuando lograron acorralarme en un callejón, uno de ellos arremetió contra mí. Me mantuvo quieto a golpes. Aquel —remarca la palabra con rudeza— hombre, ese mismo, era el que se encontraba allí abajo en el salón.

Pestañeo, tratando de buscar una respuesta... ¿apropiada? No sabía que le habían ordenado aquella misión de esa manera. Y, sí, no se lo habían propuesto; se lo habían ordenado. ¿Desde cuándo las «propuestas» se dan a golpes, manteniéndote a raya entre las paredes sin escape de un callejón? Pensé que lo habían llamado a una reunión, no sé, tal vez dentro del Gremio, para charlar los términos de ganarse su libertad por conseguirme para el bando de los Ignisios y demostrarles mi lealtad hacia ellos.

—¿Estaba lloviendo? —es lo único que me sale por la boca.

Fénix asiente sin ánimo.

—¿Y cómo pudieron unos ignisios correr por las calles bajo la lluvia sin decaer después de un tiempo?

—Yo aguanté lo que pude, pero ellos no eran ignisios —responde—. Algunos mundanos trabajan también para el Gremio, aunque muy pocos.

Doy unos pasos por la pequeña habitación, mientras él me sigue con una mirada disimulada.

—¿Y tenías que portarte así con él delante de todos?

—¡El imbécil me provocó! —Murmura con voz grave— Se acercó simplemente para percatarse de que yo lo viera, me sonrió como un estúpido y se hizo el sorprendido de verme.

—¿Y te dijo algo? —pregunto, pero no quiere responder— Te dijo algo, ¿verdad? Para que reaccionaras así.

Evita la pregunta.

—No importa.

—¡Fénix!

—No es nada que tengas que escuchar.

Levanto las manos con exasperación.

—¿Estás bromeando? Dímelo.

Agacha la cabeza y se pasa las manos por el rostro, y luego el pelo, mientras aún tiene los codos sobre las rodillas.

—Me llamó idiota y se burló de mí por haber cumplido el trato y aún así quedarme aquí.

Me mira como si esperara a que respondiera con furia.

—Y... ¿nadie más lo oyó?

—Se acercó cuando estaba solo —me recuerda.

Me acerco pensativa y me siento en el borde de la otra cama.

—Es que tú no lo entiendes —susurra al cabo, y entonces me dirijo hacia él y me doy cuenta de que me está mirando con el ceño levemente fruncido—. He hecho dos favores por ellos, por el Gremio, a cambio de nada. Te he convencido de unirte a nosotros, sí, como yo también lo quiero; pero también me he quedado yo, como ellos siempre quisieron. Se ha burlado de mí por eso, Audrey. Porque... —resopla con odio— ante sus ojos yo soy un imbécil. He hecho todo lo que ellos querían, y se las hice muy fácil.

No sé lo que habrá pasado entre ellos dos, tampoco sé exactamente quién es ese tipo y cuál es su importancia aquí; pero se nota la cierta rivalidad que hay entre ellos. Se nota que hubo un episodio donde ambos se han caído muy mal, y esa relación competitiva ha perdurado.

Evito el hecho, y la horrible sensación que me provoca en el estómago, de que haya insinuado de cierto modo que está aquí por mi culpa.

—Kendrick no parecía el tipo de persona que se burlaría así de un ignisio...

—Tal vez él no —ataja bruscamente, mientras se pone de pie—, pero aquel mundano... —aprieta las manos en dos puños un segundo y luego vuelve a aflojarlas, dejándolas oscilar en al aire— si se vuelve a topar conmigo para seguir molestándome, juro que voy a reaccionar peor que sólo acorralarlo contra una columna. Que lo considere como una advertencia.

—Y tú considera ignorarlo, por favor —lo imito y me incorporo también—. Kendrick sabe que has vuelto y la cara que puso al enterarse fue demasiado extraña. No tendrías que provocar problemas porque sólo atraerás otros, y mucho más grandes.

La puerta se abre de repente, justo cuando Fénix parecía querer responderme.

—Detesto interrumpir el encuentro romántico —farfulla Ash abriendo la puerta aún más—, pero creo que necesitan salir.

Le echo una mirada a Fénix y él me la responde con otra. Baja sus irises verdes hacia el suelo y sale al pasillo. Lo sigo, mientras dejo que Ashley cierre la puerta de nuestro dormitorio detrás de mí, y entonces me encuentro envuelta entre las voces de Danna y Jota, que se hallan casi al final del pasillo.

—¿Por qué debemos buscarlo? —pregunta Jota. Parece indignado por algo en concreto— Marshall ha terminado el Nivel Tres hace ya dos años. Y es un idiota —agrega casi al instante, como si fuera el lado obvio que no es realmente necesario mencionar.

—Kendrick lo ha dicho —repite Danna como un robot, con tono cansado por la discusión—. Si lo ha solicitado, debemos obedecer.

—Le lames demasiado las medias a Kendrick, ¿eh? —comenta Ashley mientras nos acercamos.

Danna se pone incómoda al instante, y las mejillas de piel aceitunada se le sonrojan apenas.

—Es el líder, y por lo tanto...

—Debemos obedecerle y seguir ordenados y controlados —termina Ash su frase—. Lo sabemos.

Danna aprieta los labios con tono molesto, y por alguna razón dirige su mirada hacia mí. Diablos, yo no he hecho nada más que pararme cerca de Ashley.

—Él no necesita volver —continúa Jota con la conversación, inclinándose sobre Danna para que vuelva a prestarle atención—; nosotros no necesitamos que vuelva. ¿En serio quieres que ese patán se meta en nuestro asunto?

—Es un completo imbécil, Danna —comenta Ashley, cruzando los brazos y ladeando la cabeza con tono obvio—, eso no puedes negarlo.

—No me interesa lo que piense yo de él, ¿de acuerdo? —Ruge— Kendrick lo ha mandado a llamar, y quiere que nosotros vayamos a por él. Así que eso haremos.

—¿Podrían... —intervengo, luego de aclararme la garganta— explicar un poco la situación?

Jota se voltea con mucha rapidez hacia mí.

—Danna... Quiero decir, los líderes del Gremio quieren que haya una persona más en tu entrenamiento. Un imbécil llamado Marshall Frey que ya ni siquiera asiste al Gremio.

—¿Marshall? —Pregunta Fénix, mientras arquea las cejas— ¿Por qué lo querrían a él? Además, nunca lograríamos contactarlo. Vive yendo de un lado para otro sin hacer nada productivo de su vida más que hacer apuestas en casinos e invitar chicas desoladas en los bares.

—Marshall Frey es importante porque es el único ignisio de Auferte que puede sentir la temperatura térmica de las personas y así detectar sus presencias —dice Danna, como si lo tuviera memorizado en su mente—. Ha podido hacerlo desde los cinco años y se ha perfeccionado aquí.

Es la primera vez que oigo aquello. Nunca me había enterado de alguien que lograra hacer algo así. Aunque, claro, no es que conozca muchos casos de ignisios todavía; exceptuando la velocidad de efecto de Fénix y el impecable control de Ashley, Jota, Danna y todos aquellos que terminan sus lecciones.

Supongo que no querrán que...

—¿Quieren que le enseñe eso a Audrey? —pregunta Fénix, aún con el rostro arrugado en confusión.

—Es una multi —espeta Danna. Al instante, se arrepiente del apodo y me mira, como si yo me sintiera ofendida por ello—. Lo siento, una Hija de Gea. Y es muy posible que pueda desarrollar esa misma habilidad para detectar personas y, lo más importante, la presencia de hawas.

Diablos, ¿un instructor más? Todavía estoy procesando la idea de acceder a las lecciones de Sam y aceptar su ayuda. Además, este tipo no parece tener muy buena fama.

Pero, claro que quieren que pueda enterarme cuando esté cerca de algún Hijo de Hawa. Eso forma parte del paquete, para que yo les sirva de algo.

—¿Quieren decirme que es eso de Nivel Tres? —pregunto, tratando de cambiar un poco el tema y quitar de mi mente el término de «ser usada».

—Así se dividen a los ignisios dentro del Gremio —responde Jota. Parece no querer hablar de ello, pero el espíritu de maestro le sale de adentro—: los ignisios recién ingresados, ya sean pequeños, problemáticos o recién reconocidos como Hijos de Ignis, pertenecen al Nivel Uno. Cuando ya aprendes a manejarte y controlar tus poderes, se te otorga el título de Nivel Dos. Los ignisios de Nivel Tres son pocos, porque son aquellos que son elegidos para ser entrenados y poder luchar en caso de ser necesario, como nosotros.

—Bueno —comenta Ash con indiferencia—, eso lo convierte en alguien un poco menos idiota; es un ignisio que terminó el Nivel Tres.

—No accederá —espeta Jota, tratando de imponer su opinión para hacer entrar en razón a alguien—. Sólo empeorará todo. ¿Creen que querrá volver, y sólo para enseñarle a una chica? ¡Estamos hablando de Marshall, por el amor de Gea!

—Pues, entonces lo convenceremos —dice Danna como si nada—. Esto debe llevarse a cabo.

Se sube la cremallera de la chaqueta como para dar por terminado el asunto y marcharse.

—¿Qué? ¿Y crees que es tan sencillo? —Gruñe Fénix, parece que sigue un poco molesto por lo sucedido hace minutos— ¿Cómo piensas encontrarlo?

—Eso déjamelo a mí y un par de personas que podrán ayudarme en su ubicación —dice Danna—. Creo que no será tan difícil hallarlo como pensamos; suele visitar el mismo sitio frecuentemente y muchas personas lo han visto —suspira, y entonces se ajusta la alta coleta para tenerla más tirante. Me mira a mí y a Ashley—. Ya te acostumbrarás al lugar, Audrey. Espero que duerman bien en su primera noche, porque mañana saldremos a buscar a Marshall para no retrasar más tu entrenamiento.

Se va por el lado derecho del pasillo, y entonces Jota resopla con enojo y levanta las manos como dándose por vencido, yéndose por la izquierda.

Ash se queda mirando a Fénix un momento.

—¿Y bien, bravucón? Vete al rincón a reflexionar sobre lo malo que has hecho y déjame a solas con la multi; es el piso de dormitorio de chicas.

Fénix apenas ladea una comisura de sus labios, y entonces se da la vuelta, todavía fastidioso. Realmente tiene su carácter. Me quedo viendo cómo camina hacia el final del corredor, con pasos lentos, las manos en los bolsillos de su pantalón y la cabeza gacha. Todos pueden ver que es tan atractivo, que hasta podría considerárselo perfecto. Puedes ver su cabello agradablemente revoltoso, sus penetrantes ojos verdes, su sonrisa brillante y su físico esbelto y estilizado. Pero no cualquiera puede llegar a conocer sus demonios ocultos y su pasado doloroso, allí enterrados en el más profundo hueco donde se encuentran escondidos y a la espera de que nadie los conozca en realidad. Si lo ves desde otra perspectiva, la que obtienes cuando realmente conoces a Fénix Elmend, todavía puedes ver a aquel niño solitario que camina por los pasillos del Gremio, pensando en sus padres y esperando el día en que le abran las puertas hacia una vida segura, libre, llena de opciones y oportunidades.

Todavía puedes verlo, allí, caminando sin nadie a su lado.     




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