Escenas De Matrimonio

By LiliaSolisRamirez

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Basado en la serie española del mismo nombre. Escenas de matrimonio en diferentes etapas con Sasuke y Naruto... More

Presentación y reseña.
Capítulo 1
Capitulo 3
Capitulo 4.
Ultima parte

Capítulo 2

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By LiliaSolisRamirez


-Jovenes-

Sasuke abrió la puerta de su apartamento, su maletín en mano y esa ropa elegante que gustaba usar para su trabajo en la oficina.

Al percatarse de que su esposo estaba dormido en el sofá, redujo el nivel de sonido en sus pasos y movimientos. Naruto babeaba abrazando uno de los cojines, su sonrisa de bobo lo hacía verse más joven de lo que era. Sasuke lo contempló unos segundos mientras se acercaba lentamente, recargándose en el filo del sillón, acercó su boca con cuidado hasta el rostro del rubio.

-¡¿Estas despierto?!

-¡Santa madre! –gritó asustado levantándose de repente. Miró frente a él a su esposo que sonreía de lado. –Que susto... ¿no deberías estar en el trabajo? –preguntó al notar la hora.

-Me imagine que estarías al borde del colapso por el enorme trabajo que haces en casa... -le respondió al notar que la casa estaba hecha un caos y él seguía arrullándose.

-Me ah dado un ataque de depresión, ttebayo... -se estiró sentado.

-Y a mi uno de nervios. Me ah hablado mi padre. –su expresión se endureció mientras se preparaba un café.

-Ah... ¿Ya se enteró que no eres hijo suyo? –se burló.

-No tiene gracia, Naruto.

-¿Tu padre? Ninguna, ttebayo. Es un desgraciado, pero es tu papá... hay que quererle, Sasuke.

-Te proporciona un trabajo de medio turno para que tú sigas escribiendo y tú lo dejas colgado a media mañana. –su taza negra quedó sobre la mesita de centro y él se sentó justo al lado de su esposo.

-Le hubiera colgado mucho antes pero tiene guardaespaldas hasta en el servicio, ttebayo. –sus pies estaban sobre la mesita y los movía de manera infantil.

-¿Y qué le digo yo ahora? Idiota.

-Que... eh tenido un paro cardiaco.

-Un paro y no cardiaco vas a tener si no vas con mi padre a pedirle perdón y aceptar el trabajo. –le amenazó y se dispuso a darle un primer sorbo a su bebida.

-No hagas cara de fascista porque voy a vomitar.

-Y tú no tengas fachas de vago maleante. No tengo por qué estar costeando todos tus gastos, esa es la imagen que le hemos dado a mi padre. –le entregó la taza para que el rubio le diera un trago también.

-¡¿Imagen?! No quiero ser el chico de la fotocopiadora, tampoco. Que solo quiere humillarme, dattebayo. –hizo una mueca al saborear el café.

-¡Mi padre es un hombre muy recto!

-Menos cuando quiere ocultar todos los errores de la empresa matando o desapareciendo gente, yo lo eh visto, ttebayo. –su dedo golpeó su mejilla justo debajo del ojo.

-Por esas acusaciones, te podría denunciar.

-¿Para qué denunciarme? Un disparo y ya. ¡Pum!

-Pues era una ocasión de oro. Empezando desde abajo, podrías haber llegado a la cúspide. –su mano se alzó unos segundos.

-Sí, anda... lamiéndole las bolas al suegro... -se levantó con esfuerzo. - ¡No, gracias! Me gustan las tuyas nada más. Y... -se regresó a besarle la mejilla. –Cada uno tiene sus principios.

-Y cada mes tiene sus finales, Naruto. La renta, los servicios, el internet. Y los gastos extras. –se levantó y enumero con los dedos.

-¡Mira, esos son los que más me gustan, ttebayo! –se acercó hasta rodearlo de la cintura con un brazo. –Un extra... asi, rapidito ¿eh? –se le insinuó susurrándole al oído.

Sasuke, inevitablemente, sonrió dejándose besar el cuello.

-Viejitos-

La televisión iluminaba sus rostros, Sasuke sentado en el sofá grande, Naruto descansando en el sillón más pequeño. Uno al lado del otro. Se podían escuchar los ronquidos a pesar del volumen de la televisión. Ambos dormían.

-¡Naruto! –se despertó asustado.

-¿Qué...? –se movió un poco abriendo los ojos con pereza.

-Roncas.

-¿Y tú qué? –se defendió.

-Sí, pero yo no me molesto.

-Pues yo tampoco con los míos, ttebayo.

-¿Por qué no te vas a la cama? –hizo un puchero.

-Porque estoy muy a gusto aquí. –se acomodó mejor en los cojines.

-Sí, pero aquí roncas más fuerte. –se quejó acomodando su cobija para cubrir sus piernas.

-Sasuke, estoy dormido... no lo controlo, ya deberías haberte acostumbrado.

-¿A esto? Si pareces león con catarro. –Naruto solo sonrió de lado y cerró los ojos. –Además, cuando roncas me recuerdas que aun sigues respirando.

-Yo también te amo, mi chocolatito amargo. –le hizo la seña de mandarle un beso y regreso a su búsqueda del sueño.

-Naruto... tengo insomnio.

-Duérmete, veras como se te pasa.

Sasuke lo miró molesto por la respuesta.

-Pues no puedo, idiota.

-Anda, si te fueras a la cama. –le respondió adormilado.

-Yo estaba aquí antes.

-Sí, siempre. Vejestorio...

-¿Qué hago?

-Pues cuenta cucarachas.

-Qué asco... serán ovejas...

-¡No! Ovejas no, ttebayo. Capaz que las pateas o algo por el ruido.

-Imbécil. –miró para otro lado.

-Muñequito de porcelana. –sonrió satisfecho.

-Que ganas tengo de echarte de menos.

-Maduros-

-¡Naruto! –entró a la sala a pasos agigantados. –Se estropeo la lavadora.

-Llama al técnico. –le dijo sin mirarle, estaba más entretenido leyendo el periódico.

-¿No sientes curiosidad de saber si la puedes arreglar tu? –se sentó en otro sillón. -¿Qué tal si es una cosa simple?

-Si la arreglo yo, vamos a tener que llamar al técnico, al plomero y al electricista.

-Idiota... -no había como refutar eso.

-¿Cuántos años tiene la lavadora?

-Yo que se... siete...

-Pues compremos otra, ttebayo.

-¡Que lástima de hombre! –tomó una revista y empezó a hojearla. –Tienes un espíritu de pereza.

Naruto no respondió, su dedo se fue directo a su boca para morder la uña. Sasuke, molesto, se inclinó hacia él para bajarle la mano.

-¡No te muerdas las uñas!

-¡¿Pero porque si son mías?! –por fin lo vio a los ojos.

-Y siéntate bien, pareces un vago. –el rubio solo hizo un puchero y se dejo caer aun mas en el sofá. –Y mañana me pones esa estantería, porque tus juguetitos esos de ranita no me gustan en el suelo.

-Val, vale, vale... -se esperó hasta no verlo. –Y yo que escogí casarme con un hombre para ahorrarme estas quejas. Jodido Sasuke con alma de chica... me castra más...

-¿Decías algo? –le interrumpió acercándose.

-Que sí, que mañana empiezo a armar la estantería, ttebayo. –sudó.

-Y antes del lunes, te cortas este cabello, entiendo que te guste largo pero esto ya es demasiado. –le acarició su nuca. –Va a venir Itachi y quiero que te vea cómo eres, guapo... -lo pensó mejor. –O limpio, por lo menos.

-Si...

-¿Sacaste la basura? –le preguntó mientras quitaba el polvo de sus muebles.

-¡Si...!

-Recuerda que comimos pescado y empieza a apestar la casa.

-¡Te dije que sí!

-Y ya quítate la pijama. Ya te planche tu ropa. –le acarició el hombro.

-Gracias, ttebayo. –le dijo molesto, no podía concentrarse en la lectura. Sasuke sonrió de lado.

-Y no leas de tan cerca que te vas a quedar bizco.

-¡Joder! ¡Sasuke! –lanzó el periódico al suelo para retarlo.

-¡A mí no me hables asi!

-¡Bueno, es que ya estuvo, pareces mi madre!

-Tampoco me grites.

-¡Yo grito cuando se me da la jodida gana! –Sasuke ni se inmutó, solo lo miraba. -¡A partir de hoy, voy a hacer lo que me suene la nariz! –se sentó dejándose caer en el sofá.

-¿Qué...? –se burló de la frase.

-¡Mejor dicho... de los huevos! –se fue a la habitación.

-Viejitos-

Sasuke ya estaba recostado en su cama, su pijama larga lo hacía ver más delgado de lo que ya era. Se asomó para revisar a Naruto que estaba afeitándose en el baño. Cuando lo vio caminar hacia la habitación, fingió estar concentrado en su libro.

-Más ducha y menor perfume, por favor. –le aconsejó serio.

-¿Sigues enfadado?

-Más bien, desvelado. –agitó el libro fingiendo ahogarse por la loción.

Naruto rodeó el colchón para llegar a su lado de la cama. Sasuke se encargó de revisar en silencio lo atractivo que le seguía resultando su esposo a pesar de la edad.

-Lo siento ttebayo.

-¿Por qué no me haces el amor? A ver si asi me quedo dormido.

-¿Te encuentras bien? –lo miró extrañado con una pierna ya encima del colchón.

-Dentro de lo que cabe.

-¿estás seguro que quieres hacerlo?

-¡Sí! Venga... -le dijo con una expresión socarrona. –Pero cuando me duerma, te quitas ¿eh?

-Prepárate, Sasuke, porque hoy te lo voy a hacer como en mis mejores tiempos. –se desabotonó su camisa de pijama.

-No, no... con que lo intentes, es suficiente.

-Precisamente hoy me han recomendado unos preservativos nuevos. –se puso en cuatro sobre Sasuke.

-Lo que me faltaba, tú encima. –lo intentó quitar.

-Espérate ttebayo. –lo trataba de abrazar.

-No, quítate.

-Necesito concentración.

-¿No sería mejor un trasplante de...? –sus ojos apuntaron al soldadito de Naruto.

Naruto lo miró ofendido y se levantó para acomodarse en su lugar.

-Bueno, Sasu, ya está bien. –le dijo seriamente. –Yo ya no puedo más. –su voz se quebró por el dolor.

-¿Qué pasa? –Sasuke aun estaba en su posición.

-Tú ya no me quieres. –le dijo a media voz viéndolo a los ojos.

-No. –se apresuró a negar. –Yo ya no te aguanto. –se sentó en la cama. -¿Quererte? No te eh querido en la vida.

Naruto lo miró con la quijada presionada.

-¡Buenas noches! –le dio la espalda y se cubrió con la sabana.

-Pero Naruto... que... ¿Por qué salió el tema? –no lo iba a dejar asi.

-No hay tema. –cerró los ojos con fuerza.

-Anda, luego di que yo no te motivo. –se enojó y abrió su libro para seguir leyendo mientras que Naruto lo miraba con una ceja alzada.

-¿Te ofendes tu?

-Yo quería hacer el amor.

-No es cierto. –se miraron con molestia.

-¿Tu qué vas a saber?

-Tu actitud, joder, tus palabras hacen que ya no me den ganas.

-No... ganas siempre has tenido. –se burló sin dejar de ver las hojas del libro.

-¿De verdad nunca te hice feliz en esto? –le preguntó dolido.

-¿Feliz? ¿Cómo voy a ser feliz teniendo sexo contigo? –Naruto solo pujo y se volvió a acostar antes de sentir la mano de su esposo colarse hasta adentrarse bajo su bóxer y empezar a acariciar su miembro.

-Sasuke... -lo miró confundió.

-Todavía no te mueres, asi que sigue intentándolo. –parecía que le había profesado amor eterno, los ojos de Naruto se iluminaron y lo recostó enseguida para encimarse, la calidez de su mano realmente estaba haciendo milagros.

-Uno de estos días, te hare muy feliz Sasuke. –le acarició su nariz con la propia.

-Claro... cuando me dejes tu herencia.

-Jóvenes-

-Waka waka hehe... -metió un plato al microondas y siguió moviendo el trasero mientras caminaba por la cocina acomodando los platos. Llevaba puesto un delantal con un estampado de zorritos por toda la tela. –Porque esto es Konoha... -había un montón de pasta derramada en la mesa y trataba de regresarla a un tazón hondo con las manos.

-¡Idiota! Ya estoy aquí. –la puerta se abrió mostrando a un sexy Sasuke con ropa formal. La televisión estaba tan alta que no podía escucharse bien su voz. -¡Naruto! ¡Naruto! –lo encontró en la cocina golpeando una tapa a modo de tambor. -¡Naruto!

-Hola, dattebayo. –le dio un beso rápido al verlo.

-¿Qué estas sordo?

-¿Ya llegaste?

-No, idiota, soy un fantasma. –se burló pero luego notó los audífonos. -¿estás escuchando música y al mismo tiempo la televisión encendida?

-Es que me hace compañía. –se alzó de hombros.

-Mucha... -dijo al ver el estado de la casa. –Capaz que son muchos amiguitos tuyos, esta la casa hecha un asco. –levantó un bóxer que seguía en el suelo.

-¡Hubieras visto antes de que la arreglara!

-Está asqueroso todo. –se dispuso a limpiar, recogió las revistas y empezó a levantar la ropa que descansaba sobre el sofá. –Tienes tanto tiempo para arreglarla y...

-Ya, ya, ya... que no me gusta que discutamos. –lo rodeó por la espalda para regalarle un beso en la mejilla.

-Es que eh tenido un día durísimo y me encuentro con esto.

-¿Esto? Es una casa viva... -lo meció tantito pegándose todavía más. –Con música, calor y oliendo a comida, ttebayo.

-Huele a que algo se quema. –le alertó.

-¡Joder! Las albóndigas. –corrió hasta el microondas.

-No, Naruto.

-Tranquilo, que yo tuve practicas con bomberos en mi primaria, ttebayo. –lo abrió sin cuidado.

-¡Naruto! –lo jaló de la camisa cuando vio que el aparato sacó chispas. El fuego apareció en segundos. –Dios... -lo traía abrazado por la espalda con ambas manos.

-¿Quieres pizza, ttebayo?

-Maduros-

Sasuke se estiraba de los brazos y de sus piernas mientras escuchaba su música favorita, instrumental. Frente a él, en la mesa, estaba un montón de fruta deshidratada y jugos. Naruto entró a la casa, caminando guiado por el sonido de la música, se topó con la imagen más exquisita que podía imaginar: El trasero de Sasuke.

Practicando su flexibilidad, el moreno no se había percatado de la presencia de Naruto.

-Tú me quieres matar ¿verdad, ttebayo? –dijo mordiéndose el labio.

-¡¿Ah?! Hola, dobe. –se abalanzó a él para darle un beso de bienvenida. –Ponte ropa cómoda y ven a hacer ejercicio conmigo.

-Yo preferiría hacerlo en la cama. –se quitó el saco y se aflojo la corbata.

-Estamos en pleno verano. –lo ignoró mientras se masajeaba el cuello.

-Razón de mas para que no hagas tanto ejercicio, luego te cansas y no quieres hacerlo conmigo en la noche, ttebayo.

-No seas ninfómano. –se agachó para sacar de la estantería una de las pesas. Naruto no perdió detalle de la vista y se acercó buscando el mejor ángulo para atacar. Sasuke ni se inmuto a pesar de sentir el paquete de Naruto rozando sus sentaderas.

-Me están dando unas ganas, ttebayo.

-No puedo. Hace ya mucho que no hago ejercicio y subí una talla.

-Que bueno, asi se te hace más gordito el trasero...

-Obsceno. Yo no puedo dejar de hacer mis rutinas solo porque el señor quiere que lo atiendan en plena tarde. –le dio un trago a su jugo.

Naruto solo lo arremedó molesto mientras se iba a su habitación. Otra ducha con agua fría...


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