¡Mi vecino es stripper!

By Itsbeautifulove

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Freya Harrison nunca llegó a pensar que su vida cambiaría por completo al decidir pasar el verano junto a su... More

¡Mi vecino es stripper!
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
[Libro 2] ¡Mi novio es stripper!
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
EXTRA
EXTRA 2
¡Embarazada y en problemas!
¡Una fuga y un juguete sexual!
¡Inocente!
¡Un empujón más y...!
¡Un parto prematuro, y alguien del pasado!
Bye, bye, Troy!
¡Un año después!
[Libro 3] ¡Mi hijo es stripper!
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo final

Capítulo 3.

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By Itsbeautifulove



Evité el alboroto que se formó en casa; al parecer, Isis, cogió algo de nuestros padres que escondían muy bien en alguna de las mesillas de noche y salió corriendo entre risas mientras que la seguían. Mi padre pasó por mi lado y tuve que pegar mi espalda contra la pared para no golpearme contra él y caer. La pequeña de la casa siguió entre carcajadas, y cuando la alcanzaron, le arrebataron lo que llevaba entre las manos y con las mejillas sonrojadas se lo escondieron detrás de la espalda para que yo no viera nada. No le di mucha importancia, así que seguí subiendo las escaleras con el fin de descansar un rato en la habitación después de un largo día de instituto.

En pocas horas, al menos lo que calculé, Leia llegaría con la intención de quedarse unos cuantos días en nuestro hogar. El problema era...que nuestra familia no era del todo normal, así que sus padres cogieron la primera y más arriesgada opción que podrían elegir. Pero como bien le dije en su momento, nos lo íbamos a pasar muy bien. Ya que varios de mis planes se habían ido a la...« ¿cómo decirlo de una forma normal y menos desesperada?» Lo mejor era dejarlo. Ya buscaría la diversión en otro momento y de otra forma muy distinta a la que iba a explorar dentro de mi propia habitación.

Con la puerta cerrada, acomodé los codos en el alféizar de la ventana y observé la casa que había delante. Meses atrás, un enorme furgón de mudanzas estuvo parado en la carretera exactamente tres días. ¡Vecinos nuevos! A mis diecisiete años seguía sin entender porque mis padres escogieron esa casita rodeada de gente algo... ¿vieja? Sí, no era nada divertido ver como un par de personas paseaban a sus perros y te paraban únicamente para tirarte del moflete de la cara. Pero los nuevos vecinos eran como nosotros; jóvenes, o ese aspecto tenía la pareja que entraba y salía de vez en cuando.

Una débil luz iluminó la habitación que quedaba delante de la mía. Un cuerpo de estatura normal se paseó de un lado a otro, mostrándome su figura en una sombra.

«Por favor, que sea una chica. »

- ¡Nick! -gritaron.

La habitación siguió iluminándose un poco más. Gracias a eso, vi un poster de un grupo de chicas que tocaban pop cutre comercial.

« ¡Sí, es una chica!»

- ¡Nick, Nick, Niiiiick! -Isis no dejaba de insistir.

La ignoré un poco más.

La silueta se estaba acercando a la ventana, por fin descubriría quién era mi nueva vecina.

- ¡Nicholas! -el puño de la pequeña impactó en mi espalda. La luz de la habitación de la casa de delante se apagó y todo ese misterio que se formó...se esfumó por la mocosa que tanto quería.

- ¿Qué? -pregunté entre dientes.

-Papá quiere hablar contigo.

Miré por encima del hombro.

Ahí ya no había nadie.

La cogí de la mano y salimos de mi habitación para reunirme con mi padre. Mamá no dejaba de gritarle: -Ethan, llegaremos tarde. Mientras que él no dejaba de mirar el teléfono móvil y las escaleras que estábamos bajando en ese mismo instante Isis y yo. Nos sentamos delante de él, y con las manos detrás del cuello esperé a que comenzara hablar. No había hecho nada malo (o al menos esa semana) así que esperaba que no hubiera castigo de por medio.

-En unos minutos vendrá Leia -asentí con la cabeza. Ginger me lo dejó muy claro; el dolor testicular seguía ahí. -Nosotros saldremos a cenar.

Atrapó la mano de su mujer y la besó delante de nosotros dos.

- ¿Podríais dejar eso para más tarde? No queremos imaginarnos cosas -Isis soltó una risita. Ella no entendía esas cosas, era demasiado pequeña.

-Tranquilo, cielito, -besó con fuerza mi mejilla -tu padre y yo volvemos a ser adolescentes cuando estáis dormidos.

«Genial» Pensé. «Ella y su forma indirecta-directa de decirme que tenían sexo cuando nos quedábamos dormidos. » Esos eran mis padres.

Cambié de tema.

- ¿Nos vamos a quedar solos? -No sé por qué lo hice, pero sonreí. Pero dejé de estirar los labios cuando sacudieron con la cabeza, negándolo. - ¿Entonces?

-Tu abuela está en camino -imaginé que era la madre de papá, ya que mis otros abuelos seguían viajando sin parar por la afición de la "fotografía".

Se despidieron de nosotros, y ni siquiera me dieron un dato importante: ¿A qué hora llegaría Leia? Con la abuela vigilándonos, la trastornada de mi tía Marjorie asustando a Isis con la excusa de que mi madre le traumatizó la infancia...pasaría la peor noche de mi vida. Así que en un descuido de mi hermana, cogí el teléfono y le mentí. Mentí a mi familia y más tarde eso tendría consecuencias no muy agradables.

Por mi cabeza pasó la fantástica idea de presentarme a la puerta de enfrente y ser educado con los nuevos vecinos. Encendí el televisor, busqué unos dibujos entretenidos, y cuando Isis se quedó enfrente sin pestañear, me dirigí hasta la puerta de casa para salir un par de minutos. Por supuesto que no ganaría el premio al hermano del año, pero confiaba en la renacuaja de que se comportaría y no se movería de allí.

Pero nada me estaba saliendo bien.

Al abrir, esa sonrisa maliciosa, esa mujer que me estrujó el pene con las manos estaba delante, rodeándole los hombros a su hija.

-Hola, Ginger.

Leia alzó la cabeza.

Me mostró una sonrisa tímida.

- ¿Recuerdas lo que te he dicho esta mañana, verdad? -Ella no era de saludar. Más bien, las amenazas por encima de todo. Asentí con la cabeza. -Cuídate, mi amor -abrazó a su hija y después le susurró algo en el oído. -Te he apuntado el número de la policía en un post-it que llevas en el bolsillo derecho de tus pantalones. Te quiero.

¡Qué exagerada que era!

-Adiós, Ginger -me crucé de brazos mientras la veía marchar. Tragué saliva cuando sus dedos imitaron el movimiento de unas tijeras y me apuntó en la entrepierna.

Cerré la puerta, y lo único que escuché de fondo fue la bienvenida que le dio Isis a Leia. Me rasqué la nuca con el gran fracaso que había tenido, y arrastré mis zapatillas de deporte hasta reunirme con ellas, que se encontraba en la cocina calentando la cena que nos habían dejado preparada.

Esa chica, la hija de Byron Ross se mantuvo callada, y con la única persona que mantenía una conversación entretenida era con mi hermana de cinco años.

Abrí la puerta del horno cuando el pitido resonó por toda la cocina.

- ¿Por qué le mientes a las chicas? -preguntó de repente, posicionándose detrás de mí.

La miré por encima del hombro, con una ceja alzada.

- ¿Por qué te gusta Collins?

Silencio.

Saqué con cuidado la rendija del horno.

-No has respondido a mi pregunta.

¿Eso es lo que quería saber de mí? ¿Por qué fingía ser virgen?

-Porque funciona para ligar -concluí.

Y entonces me preparé para sacar el pollo con patatas, sin esperar, que esa chica que se escondía de los alumnos de nuestro instituto me pediría algo que jamás pensé que soltaría esa boquita que se tapaba por miedo a decir una estupidez y no gustar a los demás.

-Ayúdame a conquistar a Collins.

No sé qué me pasó, pero reaccioné de una forma un tanto...

- ¡Aaaaah! -muy torpe.

Volqué la rendija, sintiendo como las manoplas de cocina no sirvieron de nada y quemaron las palmas de mi mano. La comida me cayó encima del pantalón de chándal, quemándome por completo. Estaba sufriendo, intentando respirar para no soltar otro grito típico de una colegiala asustada por ver una maldita araña.

- ¿Estás bien? -sacudí la cabeza. -¿Quieres que te ayude?

-P-Por f-favor.

Las piernas me temblaban.

Necesitaba quitarme los pantalones.

Ignoré que el timbre sonó.

-B-Bájame los pantalones -dije lentamente.

- ¿Qué? -se apartó de mi lado.

- ¡Me estoy quemando, maldita sea!

Al darse cuenta que mi cara estaría ardiendo del calor de sentir todo ese aceite cubriendo la parte de debajo de mi ropa, se dignó a arrodillarse delante de mí para ayudarme ya que no podía usar las manos.

-No puedo deshacer el nudo.

-Voy a tener quemaduras de segundo grado. ¡Córtalo con algo!

Pasó de buscar unas tijeras.

-Lo quitaré con la boca -puso las manos a cada lado de mi cintura y de repente me calmé un poco. Ella se acercó lentamente, dudosa pero decidida en hacer algo rápido e irse corriendo. Acercó sus labios al cordón de los pantalones y...

Un grito nos heló la sangre.

Mi hermana había abierto la puerta.

Era Ginger.

Desde el ángulo en el que nos observaba...parecía que su única hija me estaba haciendo una felación.

Iba a morir.

Estaba más que muerto.


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