Our Little Secret #BEAwards20...

By _itsjustsarai

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"De momento, quedará entre nosotros, será nuestro pequeño secreto." #76 FanFic en 2015. More

Introducción.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23
Capitulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Sorry.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62.
Capítulo 63
Capítulo 64.
Capítulo 65.
Capítulo 66.
Capítulo 67.
Capítulo 68.
Capítulo 69.
Capítulo 70.
Epílogo.
Secuela.

Capítulo 11.

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By _itsjustsarai


Amanda Turner

Llevaba toda la tarde tirada en la cama, escuchando música y pensando en todo lo que había pasado el día anterior con Gin. Seguía sin entender por qué si se suponía que era mi mejor amiga había decidido no creer ni una sola palabra que pronunciara respecto al tema Harry. Pensé en volver a llamarla para hablar con ella esa tarde, incluso pensé en invitarla a que viniera conmigo a la fiesta de los chicos, pero supuse que sería inútil. La conocía demasiado bien. Era bastante cabezota y que apartara aquella estúpida idea de su cabeza me iba a costar mucho más de lo que me gustaría.

No estaba en mi mejor momento para salir de fiesta, pero la noche prometía ser divertida y no iba a perdérmela. Me metí a la ducha y conseguí que el agua me relajara un poco. Salí rodeando mi cuerpo con una toalla y el pelo en una más pequeña. Caminé unos pasos hasta mi habitación y abrí el armario para elegir la ropa que llevaría. Me decanté por unos pantalones largos, azules desteñidos que remangué hasta el tobillo para que se viera la doblez de un azul más oscuro, haciendo contraste con el resto del pantalón. Elegí una camiseta de manga corta blanca, con la palabra smile escrita en el medio en letras mayúsculas de color negro. Después de vestirme, me dirigí nuevamente al cuarto de baño, me deshice de la toalla que llevaba en el pelo y me lo sequé un poco con el secador. Lo dejé suelto, por lo que quedaba un pelín ondulado y, a continuación, me pinté la raya inferior del ojo con el lápiz negro, me puse un poco de colorete rosa, me eché rímel y, por último, me pinté los labios de un brillo rosa clarito. Volví a la habitación y en una pequeña mochila de esas que se encogen por la parte de arriba metí el móvil, el monedero con algo de dinero por si a la vuelta tenía que coger un taxi y mi inseparable cámara de fotos. Seguro que la noche de hoy daba para hacer unas cuantas. Me puse mis converse blancas bajitas y salí de la habitación.

— ¿Dónde va usted a estas horas, tortuguita? —preguntó mi hermano a mi espalda.

— ¿Qué versión quieres? ¿La de papá o la buena? —ambos reímos.

—Las dos.

—La de papá es que estaré con Eli en su casa. La buena, que iré a casa de Harry.

—Pues que lo pases bien. Si necesitas algo, ya sabes dónde estoy.

Bajé las escaleras rápidamente y, después de decirle a mi padre que estaría en casa de Eli, salí para poner rumbo a la casa de Harry. Por la mañana, Zayn me había enviado la dirección y me había indicado cómo llegar hasta allí. Cogí el metro y, tras algún trasbordo y unas cuantas paradas, salí en la estación que me había indicado. Según él, ahora tenía que girar a la derecha, luego a la primera a la izquierda y habría llegado.

Debe ser esta calle, pensé.

Ahora tenía que buscar el número 12. Caminé un par de veces por la calle pero no había ni rastro de la casa correspondiente a ese número, la última casa de la calle tenía el 10. Volví a hacer mentalmente el recorrido desde que salí del metro. Había seguido sus indicaciones, pero estaba claro que algo había hecho mal. Miré a ambos lados de la calle, afortunadamente aún no había anochecido del todo y un señor mayor se acercaba a donde me encontraba.

—Disculpe, ¿sabe cómo llegar a esta dirección? —le pregunté educadamente, enseñándole el móvil donde tenía apuntado la calle.

—Sí, claro. Es justo al contrario.

— ¿Está seguro?

—Completamente.

—Muchísimas gracias —dije despidiéndome de aquel hombre y caminé sobre mis pasos, de vuelta a la parada del metro para hacer el mismo recorrido pero totalmente al revés.

Me aseguré de que en la placa que se encontraba en una de las fachadas ponía el nombre de la calle y continué, buscando de nuevo el número 12. Casi al final, lo encontré. Reconocí aparcado en la puerta el coche que había chocado hacía ya unas semanas con el de mi madre y me dirigí a la puerta. La verja estaba abierta así que caminé hasta la puerta de entrada a la casa. Llamé al timbre un par de veces y mi amigo de rizos no tardó en abrirme.

— ¿Estás segura de que no eras fan nuestra? —preguntó nada más abrir. Le miré extrañada— Mírate, vas vestida al estilo Tomlinson.

—Pues no tenía ni idea. Lo juro.-respondí.

—Debes saber que él suele llevar los pantalones remangados y —enfatizó el "y"— no lleva calcetines. Vamos, igual que tú hoy. Aparte de rayas y tirantes, ya lo irás viendo —empezó a explicarme mientras me conducía por un largo pasillo. Llegamos al salón donde estaban los otros cuatro chicos y una chica sentada al lado de Louis que no reconocí.

—Hola. Soy Amy —me presenté a la otra chica.

—Ronnie —contestó.

— ¡Pequeñaja! Ya pensábamos que te había pasado algo —dijo Nialler.

—En realidad sí que me ha pasado.

—Creía que a las niñas no os dejaban salir por la noche —comentó Louis. Ya empezaba.

—Te equivocabas —respondí indiferente. No pensaba dejar que me amargara la noche.

— ¿Y bien? —preguntó Liam— ¿Qué te ha pasado para llegar tan tarde? –había aparecido media hora más tarde de lo acordado.

—Pues la cosa es que me he perdido al salir del metro: he caminado justo al contrario —expliqué y Zayn, en su intento fallido por aguantar la risa, soltó una gran carcajada— ¡Serás capullo! Me indicaste mal a posta, ¿verdad?

—Lo siento Amy. No pude resistir la tentación —automáticamente me le eché encima, dándole varios golpes que para él debieron suponer simples cosquillas.

—Haya paz —intervino Liam.

—Esta me la vas a pagar, Malik.

—Estáis todos de testigos. ¡Acaba de amenazarme! —me señaló con el dedo.

—Te lo has buscado tú solito —me defendió Liam.

—Leeyum es el único que me quiere —dije como una niña pequeña y besé la mejilla de Liam mientras él me abrazaba.

—Anda, ven. Te enseñaré la casa.


Harry Styles

La agarré de la mano y la llevé por el pasillo hasta la cocina para empezar el tour por mi casa. Luego subimos a la planta superior que constaba de cuatro habitaciones: tres de invitados y la mía; una sala donde normalmente los chicos y yo pasábamos las horas muertas jugando a la Play Station o al billar, un cuarto de baño, un vestidor y una terraza.

—He reservado lo mejor para el final. Cierra los ojos —cuando me aseguré de que lo había hecho, abrí la puerta de cristal que daba a la terraza—. ¡Tachán! —exclamé con los brazos abiertos. Ella abrió los ojos y sonrió caminando hasta la barandilla para asomarse. Desde allí tenía unas vistas espectaculares de la capital inglesa.

—Es precioso.

— ¿Verdad que sí? —asintió, pero la sonrisa que antes me había mostrado había desaparecido. A decir verdad, desde que habíamos empezado a recorrer la casa, la notaba algo extraña— Amy —la llamé, colocándome a su lado—, ¿te pasa algo?

—No. No es nada —sonrió forzosamente.

— ¿No confías en mí?

—Claro que sí.

— ¿Entonces? Venga, cuéntamelo —la animé dándole un ligero toque en el brazo que la hizo sonreír.

— ¿Te acuerdas de Gin? —asentí con la cabeza. ¿Cómo me iba a olvidar de aquella loca pelirroja? — Estamos enfadadas. Bueno, más bien es ella la que no me habla —pregunté la razón con un leve movimiento de cabeza—. Verás, es que...ella está celosa: piensa que tú y yo estamos juntos —reí levemente—. No tiene gracia, Harold. Le he dicho que no es verdad, pero no me cree. ¡Ya no sé en qué idioma decírselo!

—Prueba en chino —bromeé—. Auh. No me pegues —dije sobándome el brazo derecho—. ¿Y por qué cree eso?

—Dice que me besaste en la discoteca aquella noche —explicó. Fruncí el ceño haciendo memoria. Si eso había ocurrido no lo recordaba.

— ¿Y lo hice? —negó con la cabeza— Menos mal —ella abrió los ojos como platos y reí levantando las manos—. No me malinterpretes. Eres una chica preciosa, pero eres mi amiga. De hecho, hacía muchísimo tiempo que no encontraba una chica que pudiera serlo. Es como si desde el primer día hubiera sabido que te convertirías en mi mejor amiga —confesé abrazándola de lado.

— ¿Tu mejor amiga? —dijo mirándome de reojo.

—Sí, señorita. La mejor. ¿Sabes cuánto tiempo llevo sin poder hablar con una chica que no se acerque a mí solo para ligar conmigo? Ya sé que estoy de muy buen ver pero uno también necesita amigas.

—Tú y la modestia no os lleváis bien, ¿no? —preguntó divertida. Ambos reímos.

—Volviendo al tema de tu amiga, ¿por qué no la llamas y que se venga? No sé, quizás así pueda quitarse sus paranoias de encima —sugerí.

—Lo pensé esta mañana, pero no me coge el teléfono.

—A Harry Styles no podrá resistirse.

—La va a dar algo como escuche tu voz al otro lado del teléfono —dijo buscando el número entre sus contactos.

—Entonces, ten preparado tú el número de la ambulancia por si acaso —le guiñé un ojo mientras marcaba el número en mi móvil. Me lo puse en la oreja y esperé a que lo cogiera. Un toque. Dos.

— ¿Sí? ¿Quién es?

—Hola Gin —saludé— ¿Te acuerdas de mí? Nos conocimos en el meet and greet del último concierto en Londres y estuvimos bailando hace unas semanas en la nueva discoteca.

— ¿Harry? —preguntó dudosa. Amy reía por mi anterior explicación.

—El mismo, sí. Tu amiga Amy quería invitarte a la pequeña fiesta que he organizado hoy en mi casa, pero dice que no contestas sus llamadas así que, te invito yo en persona. ¿Qué me dices?

—Yo...n-no sé.

—Vamos anímate. Está Amy; Ronnie, una amiga de Louis; los chicos y yo —insisití—. Te envío ahora mismo la dirección y, si quieres, te unes a nosotros después de cenar, ¿de acuerdo? Hasta dentro de un rato, Gin.

—Adiós Harry.

—No ha dicho que sí.

—Vendrá. Ya lo verás —guardé el teléfono en el bolsillo del pantalón y bajamos de nuevo con los demás.


Veronica Reed

El timbre sonó interrumpiendo la conversación que los seis manteníamos mientras esperábamos a la persona que faltaba por llegar. Harry se levantó a abrir y unos segundos después, apareció abrazando por los hombros a una chica más bajita que él, rubia con mechas rosas y ojos verdes. Nos saludó a todos en seguida y se presentó confirmando que ella era Amanda. Después de una pequeña pelea que mantuvo con Zayn y que terminó en risas, Harry se la llevó de la mano a enseñarla toda la casa. Entonces recordé a Gin y su excusa para no aceptar mi invitación. Los había observado a los dos cuando entraron en el salón, pero no me pareció en absoluto que mantuvieran una relación. Más bien mi instinto me hacía pensar que eran una especie de mejores amigos, entre los que había bastante confianza. De hecho, por su anterior aparición en escena, parecía que aquella chica tenía confianza con todos los miembros de la banda excepto con mi querido amigo. Asunto en el que indagaría más tarde. Ellos dos solo habían intercambiado dos frases y no de buenas maneras precisamente.

—Levantad los culos, vagos. ¡A poner la mesa! —ordenó Harry entrando de nuevo en el salón.

Le hicimos caso y nos dividimos las tareas: Niall, Liam, Amy y yo pondríamos la mesa en el salón mientras Harry terminaba de cocinar la cena y Louis y Zayn hacían de pinches en la cocina. Aproveché la ocasión para acercarme a Amy y entablar una conversación con ella.

— ¿Cómo hemos ido a parar tú y yo esta noche con estos cinco locos? —comenté mientras colocaba los cubiertos y ella ponía los vasos. Se encogió de hombros.

—Supongo que nos va el riesgo —reímos.

—Buena respuesta.

—Menos hablar y más poner la mesa, señoritas.-nos regañó Niall, entrando con un vaso en una mano y una patata frita en la otra.

—Y tú deja de comer.

—Y aprovecha los viajes. Como tengas que poner los siete vasos de uno en uno podemos morir de asco —contraatacamos las dos. Él, en respuesta, nos sacó la lengua.


Ginger Bennet

Me había quedado a cuadros cuando distinguí su voz ronca al otro lado del teléfono. Por segunda vez en el día me proponían lo mismo. ¿Lo rechazaba de nuevo? Por supuesto que sí/no. La respuesta negativa la gritó la vocecita de mi cabeza.

Vamos, te ha llamado él en persona. Ahora no puedes decir que no te han invitado.

Seguramente solo lo haya hecho porque Amy se lo habrá pedido.

Deja de ser tan idiota. Te ha invitado. Él. Harry. Ese chico de ojos verdes y hoyuelos adorables. Así que haz el favor de bajar a cenar, luego te arreglas y sales como alma que lleva el diablo hasta su casa.

No tengo la dirección.

Dijo que me la mandaría, pero hace ya más de diez minutos que hablé con él y ni rastro del mensaje prometido. Como si se tratara de cuestión de brujería, mi móvil sonó. Era él. El mensaje con la dirección.

No pongas más pretextos.

Cállate de una maldita vez. No me dejas pensar con claridad, grité interiormente.

—Gin, la cena está lista —bajé las escaleras y me senté en mi sitio de todos los días: frente a mi padre y al lado de mi madre.

—Creí que saldrías por ahí. No sueles quedarte en casa los viernes por la noche —comentó mi padre.

—La verdad es que sí que voy a salir —Wohooo!, celebró la vocecita interior—. Me acaba de llamar Amy. Me voy en cuanto cene.

Dicho y hecho. Cuando terminé de cenar, mi madre me dio permiso para ir a vestirme en vez de ayudarla a recoger y subí a mi habitación. Saqué del armario unos pantalones negros, me puse una camiseta verde flúor y lo acompañé con mis vans negras. Me recogí el pelo en una coleta alta y prácticamente no me maquillé. Cogí un bolso pequeño y, después de despedirme de mis padres, me monté en el metro para dirigirme a casa de Harry.


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