No Soy una Falla ||LIBRO 1||

Bởi AbrilFanara

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La pigmentación de tus ojos te hace especial de algún modo. Esas diferencias te determinan un poder único. Su... Xem Thêm

Sinopsis
TRAILER
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
Aclaraciones
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
NUEVO TRAILER!
CAPÍTULO 31
SORPRESA!
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
Salí en la tele!!!
CAPÍTULO 35
Wattys Ya, ya, ya!!
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
Respuestas+Adelanto
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
AGRADECIMIENTOS
SEGUNDO LIBRO
PROLOGO EL LEGADO SIGMA
NO MÁS DISPONIBLE EN FÍSICO
EXTRA

CAPÍTULO 32

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Bởi AbrilFanara

(Dr. Sigma)

Desperté con la respiración agitada y me senté instantáneamente como un muerto en pleno proceso de cremación. Mi pulso estaba acelerado, mi cabeza daba mil y una vueltas y mi cara ardía producto de una leve fiebre que no se agravaría.

Al pestañear repetidas veces, logré enfocar y reconocí el lugar en el que estaba. Me habían dejado en una de las habitaciones del sector médico como a un paciente común y corriente.

Mi cuerpo descansaba sobre una camilla ortopédica. Me mantenían nutrido a base de un suero que ingresaba su líquido transparente a través de una intravenosa.

La puerta de la habitación se abrió de par en par y María se asomó con cautela. Al ver que estaba despierto, irrumpió en la habitación y cambió su gesto pacífico por un ceño fruncido y una mueca de amargura.

Ya iba a empezar con su reproche sobre el alcohol, las mezclas y bla, bla, bla...

—Tendría que agradecerle a Dios que aún sigue con vida —alegó furiosa—. Mezclar alcohol y químicos de esa forma podría haberle resultado letal o en el mejor de los casos podría haber caído en un coma de tres meses.

—Soy ateo. —Puse los ojos en blanco e intenté que su histeria no me sacara de quicio—. Después tendrás tiempo para agradecerle a tu Dios todo poderoso de mi increíble recuperación —dije con sarcasmo y reí ante la mirada de desaprobación de mi asistente.

—¿Qué esperaba conseguir con esas mezclas? —Manifestó su duda, con un tono de voz arisco y chillón.

—Solo quiero acabar con este insoportable problema que no hace más que estresarme —le resumí y le resté importancia con un ademán—. Si me disculpas, necesito ir a hacer una llamada.

Necesitaba buscar la forma de zafarme de esta pesada para poder realizar una llamada al Deltágono.

Aquella conexión iba a ser determinante en el papel que me tocaba jugar. Iba a ponerme en la delantera y tener el juego y la victoria asegurada en la palma de mi mano.

—¿Por qué no los deja en paz? ¿Por qué no puede aceptar que esos adolescentes son tan listos como usted y que solo causarán caos si se confrontan? Esto le está afectando Sigma y se está saliendo de control. Está actuando como un psicópata...

—¡Ya basta! —Le di una cachetada, cortando su reproche innecesario.

María retrocedió ante el impacto y me miró horrorizada. Nunca antes le había levantado la mano, pero de verdad hacía falta para cerrarle la boca de una vez por todas.

Agarré la manguera que me brindaba el suero y la arranqué de mi muñeca, para poder recuperar la movilidad. Me levanté de la camilla descalzo, aún con la bata de hospital puesta y caminé en su dirección con la mandíbula tensa.

Ella intentó retroceder, pero su espalda chocó contra la pared.

La tomé de la barbilla con mucha fuerza y apreté su cabeza contra la pared. Ella chilló e intentó librarse, pero no se lo permití.

—Si vuelves a hacerme alguna escenita de madre sobreprotectora, te arrancaré la cabeza María —la amenacé entre dientes

Ella no lloraba, simplemente me dedicaba miradas de odio, que poco a poco se iban quedando sin fuerza.

No necesitaba matarla. Solo asustarla y hacerle entender que ningún hombre, y mucho menos una mujer, podría decirme que hacer y que no hacer.

La solté con brusquedad y ella necesitó agarrarse contra la pared para no perder el equilibrio. Comenzó a toser, pero nada me importó.

Tomé la llave que estaba en la cerradura del lado de adentro y la coloqué del lado de afuera.

—Ahora, te quedarás aquí. Ya estás advertida. —Le dirigí una última mirada antes de cerrar la puerta y dejarla allí encerrada.

Abrí la puerta de mi oficina provocando un fuerte estruendo al entrar.

Mis ventanas vibraron por el fuerte impacto, pero nada de eso importaba.

Me acerqué hacia el mini bar en busca de algo que pudiera dejarme un gustito en la boca, pero lo único que encontré al abrir la puerta fueron botellas de agua con gas.

—¡Esa hija de perra las escondió! —grité totalmente cabreado.

Respira... uno... dos...—Tres... —pronuncié para mí mismo, algo más calmado.

Extraje un radio negro del primer cajón y me costó unos minutos conseguir la frecuencia que me conectaba con el Deltágono.

Necesitaba realizar una llamada urgente para poder avanzar con el plan de recuperación.

Ya daba por sentado que Mayer y su grupo habían llegado al Deltágono, puesto que mi informante me lo confirmó. Ya no tenía sentido ir a buscarlos, por lo cual, se me ocurrió dejarlos seguir con su pequeño plan y hacer que ellos vengan a mí sin siquiera mover un dedo.

—¿Hola, se escucha? —pregunté a través de mi radio negro cuando la respiración de alguien más se manifestó por el parlante.

—Se escucha a la perfección —contestaron por el otro lado de la línea—. ¿Sigma, es usted?

—El mismo. ¿Estás con Scarlett? Porque te tengo un pequeño trabajo y dependo de ti para que salga a la perfección.

—Ella ya se alejó. ¿En qué consiste tu trabajo? No pienso asesinar a nadie esta vez.

—¡Nada de ello! —exclamé—. Solo necesito que guíes a Mayer y a todos sus amigos hasta un determinado punto en el bosque, luego te enviaré las coordenadas exactas.Tú les dirás que el plan consiste en atacar el laboratorio esta misma noche. Nosotros los estaremos esperando ocultos a mitad de bosque. No lo verán venir. Mienteles y convéncelos de algún modo u otro. Estoy seguro de que te las arreglarás.

—Quieres matar a Mayer, ¿verdad? Porque si es así no te ayudaré. No seré cómplice de algún asesinato más —se negó—. A las fallas no les va bien cuando un Sigma está cerca.

—No le tocaré ni un pelo. Solo quiero ayudarla. He descubierto una nueva fórmula para devolver sus ojos a la normalidad —mentí—. Pero sí quiero que me entregues a sus amigos, ellos deben ser castigados por escapar de una de las instalaciones Sigma.

Terminó por acceder y cortó la llamada.

Estaba cien por ciento seguro de que mi plan no podía fallar. Por aquella razón, necesitaba que todo resultara perfecto.

Mandé a llamar al general de mi ejército.

Necesitaba planificar estrategias con el general de mi equipo militar y quedarme tranquilo de que mi plan fuera eficaz y por supuesto, que cumpliera el objetivo de acabar con la falla de una vez por todas.

(Scarlett)

Me la pasé hablando con Caleb sobre el asunto Sigma. Debatimos muchísimas estrategias para acabar con el de una vez por todas, pero terminamos por coincidir en que sería mejor tener primero, a un grupo pequeño de gente para que aporten conocimiento y estrategia, y luego, se lo comunicaríamos al resto del Deltágono.

Acordamos una reunión en mi cuarto que incluía a los jefes de vértice, y a todos mis amigos.

—Seré breve —comencé. Observé a los chicos y chicas que me prestaban atención y luego de una enorme inhalada continué—: Debemos frenar a Sigma de una vez por todas. No podemos permitir que continué con su plan, ¿ustedes saben lo que ocurre cuando los insertan nuevamente entre la sociedad ya intervenidos?

Nadie fue capaz de responder.

—Nos implantan un controlador en la cabeza para transmitirnos órdenes que debemos cumplir —expliqué.

—Pero por lo menos podremos volver al mundo real. —me interrumpió Drew—. Quizá habrá que hacer una que otra tarea sucia, pero podré volver con mi familia otra vez. En cambio, si nos enfrentamos a Sigma y fracasamos, nada de ello ocurrirá.

Ninguno de ellos parecía haberse puesto a pensar en lo que ocurriría luego de ser intervenidos científicamente.

Eso era algo increíble que le rescataba a Sigma. Primero arruinaba sus vidas, pero en la etapa final les ofrecía toda clase de lujos a los chicos para que olvidaran las penas y claro... para que a ninguno se le ocurriera alzarse en su contra teniendo toda necesidad básica satisfecha.

Necesitaba hacerles entender a lo que se estaban sometiendo si no actuábamos cuanto antes.

— Una vez me explicaron que los chips te dan órdenes, pero tú no eres capaz de negarte y eres consciente durante todo el proceso de lo que estás haciendo. ¿Entienden lo horrible que suena eso? Podrían obligarlos a tener que matar a alguien que no quieren y aun así tener que hacerlo sin oponerse.

—Debemos organizar un levantamiento en su contra cuanto antes —acotó Caleb, colocándose a mi lado.

Ambos nos sentamos con el resto para completar la ronda y poder vernos todos a la cara.

— Hay que actuar cuanto antes y es horrible exigir esto, pero necesitamos saber ahora mismo quiénes están comprometidos con esto —aproveché que estaba sentada para quitarme los zapatos, no podía aguantarlos más.

—Aguarda un momento —nos interrumpió Colin, quien observaba mi pie descalzo con detenimiento—, ¿qué es esa mancha en tu planta del pie, Scarl?

Lo miré extrañada y luego divisé la mancha a la cual se refería. Era una especie de triángulo mal formado, bastante fea, pero por suerte estaba en un lugar no muy accesible para el ojo humano.

—Es nuestra mancha de nacimiento —contestó Jade en mi lugar—. Yo tengo la misma al ser de la familia.

Colin nos observó dudoso y en silencio comenzó a quitarse sus borcegos hasta enseñarnos la misma marca en su planta del pie derecho.

—Ares y yo compartimos esta mancha desde nuestro nacimiento —nos explicó—. No puede ser consecuencia que ustedes también la tengan si nunca antes nos habíamos visto.

Todos nos miramos sorprendidos y a la vez confundidos.

—Yo también la tengo —añadió Brisa.

Al fin y al cabo, todos los allí presentes teníamos la misma marca.

—Apostaría toda mi vida a que esto es obra de Sigma —gruñó William y se volvió a poner las medias—. El maldito anciano nos tenía seleccionados desde la cuna, ¿y saben qué es lo peor? El día en que la hija de mi hermana, es decir mi sobrina nació, los doctores le encontraron la misma mancha en el pie.

Su acotación nos dejó atónitos.

Al parecer Sigma si nos tenía elegidos mucho antes de siquiera haber nacido, quién sabía si siquiera antes de ser concebidos.

—¿Ven a lo que me refiero? —insistí—. Hay que evitar que más gente sea utilizada para los medios de Sigma, chicos. Él debe dejar de arruinar vidas, como posiblemente lo hará con la sobrinita de William dentro de varios años.

—Cuenta conmigo —accedió Jade, quien fue la primera en hablar—. Yo te ayudaré hermana.

Volteé a mirarla con una extrema pesadez, lo único que me faltaba era que ahora viniera a hacerse la buena.

¿Ahora si me ibas a devolver el título de hermana? ¿Qué necesidad tenías de llamarme así en vez de Scarlett?

Quería decirle mil y una cosas a la cara, pero me guardé el llanto de impotencia que comenzaba a manifestarse y simplemente aparté la vista.

Ahora no Jade... el plan primero y mis emociones después.

—Yo estoy más que dentro. —Se sumó William—. No permitiré que la bebé de mi hermana pase por lo mismo que sufrimos nosotros.

—Deberemos evadir la poca seguridad del Deltágono —comenzó Jade, evaluando la situación—. Yo puedo con ellos, así que ustedes encárguense de la estrategia de ataque como más les guste.

—Tendrá que ser en la noche y necesitaremos disponer de todos los vehículos que tengan si es que queremos llegar para mañana cuando el sol se ponga —agregó Aarón, agarrando el hombro de mi hermana, suministrándole apoyo.

—Drew, Will y yo dividiremos los tres vértices y armaremos nuevas tropas para designarle una a cada uno de ustedes —explicó Brisa—. Una vez terminado el armado de los grupos, deberemos hacer una convocatoria general en el gimnasio para dar a conocer la movida.

—Deberemos distribuirnos y atacar el laboratorio por los flancos izquierdos y derechos, pero si o si tendrá que haber un batallón central y fuerte que avance por el medio del bosque —insistió Jade.

—Creo que tú deberías estar en ese grupo, Scarlett —opinó Caleb—. Si quieres que la gente te siga, muéstrales el camino. Yo distribuiré las armas y alistaré los extras que fuéramos a necesitar.

—Entonces estaré en la delantera del grupo si así lo crees conveniente —acordé con él siendo consciente de que no tenía ni la más mínima idea de cómo dirigir un grupo inmenso de gente.

Cuanta adrenalina jejejeje, se ta poniendo buena la novela.

No olviden votar y comentar fallitas preciosas 

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