Hawa: Debemos salir a flote |...

By meg-books

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COMPLETA - PRONTO EN LIBRERÍAS. Tras los intensos acontecimientos que han ocurrido últimamente, Audrey recibe... More

Sinopsis
❄ Preludio ❄
Capítulo 1
Capítulo 2 (Parte 1/2)
Capítulo 2 (Parte 2/2)
Capítulo 3
Capítulo 4 (Parte 1/2)
Capítulo 4 (Parte 2/2)
Capítulo 5 (Parte 2/2)
Capítulo 6 (Parte 1/2)
Capítulo 6 (Parte 2/2)
Capítulo 7
Capítulo 8 (Parte 1/2)
Capítulo 8 (Parte 2/2)
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12 (Parte 1/2)
Capítulo 12 (Parte 2/2)
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19 (Parte 1/2)
Capítulo 19 (Parte 2/2)
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22 (Parte 1/2)
Capítulo 22 (Parte 2/2)
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 (Parte 1/2)
Capítulo 25 (Parte 2/2)
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28 (Parte 1/2)
Capítulo 28 (Parte 2/2)
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33 (Parte 1/2)
Capítulo 33 (Parte 2/2)
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36 (Parte 1/2)
Capítulo 36 (Parte 2/2)
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41 (Parte 1/2)
Capítulo 41 (Parte 2/2)
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44 (Parte 1/2)
Capítulo 44 (Parte 2/2)
Capítulo 45 (Final)
Top 15 Comentarios + Agradecimientos
Tercer libro: Gea + Avisos
¡Concurso!

Capítulo 5 (Parte 1/2)

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By meg-books

Llego a casa pensando que tal vez ésta sea la última vez que la vea en un largo tiempo. Es decir, claro que volveré en ocasiones, pero ya no será lo mismo si lo hago. No comeré aquí, no pasaré el tiempo libre (si es que lo tengo) aquí, y, definitivamente, no dormiré aquí. Clark se encuentra caminando nerviosamente por la cocina mientras habla por teléfono. Se despega tan sólo un segundo para saludarme y luego sigue con su conversación. Yo paso de largo la pequeña sala de estar y me dirijo hacia el pasillo, deteniéndome en el umbral de la puerta de mi habitación.

Me quedo allí un momento admirando mi cuarto, pero no entro y sigo caminando por el pequeño pasillo. Será mejor que antes hable con mi madre; contarle lo que me ha dicho Danna y convencerla de que me deje ir sin provocar más problemas.

Me acerco hacia su puerta, y la abro con normalidad.

Mamá está en medio proceso de cambiarse la camiseta. Se tapa con ambos brazos el torso, que estaría desnudo si no fuera porque llevase puesto el sostén. Pero eso no es lo que me deja quieta; eso no es lo que detiene mi corazón y, efectivamente, eso no es la razón por la cual mi madre trata de taparse torpemente con los brazos.

Lleva una horrible marca rosada en el abdomen.

Agarra con ineptitud la otra camiseta que está sobre un estante del armario abierto y se la apoya sobre la mancha, mientras da unos pasos hacia atrás y se choca con la puerta del ropero.

Salgo de mi estupor y la miro con ojos abiertos.

—Quítate eso.

—Me estoy vistiendo —espeta, aunque todavía sigue un poco nerviosa.

Me acerco en tres zancadas y lucho con sus manos hasta arrancarle la camiseta. La arrojo sobre la cama y, en cuanto le observo el abdomen una vez más, me llevo las manos a la boca.

Tiene una horrible quemadura del tamaño de un plato pequeño. La piel levemente enrojecida y unas pocas ampollas hacen que ahogue una exclamación. Mamá vacila con las manos, pero ya sabe que es tarde para ocultarla.

—Audrey... —suspira, pero yo salgo corriendo.

Entro en mi habitación y azoto la puerta detrás de mí. Con mucha rapidez, abro mi armario y comienzo a sacar ropa al azar. Casi al instante, mamá toca a la puerta pero yo sacudo la cabeza. Retiro un bolso grande de un estante y tiro todo adentro.

—Audrey, por favor, hablemos —murmura con desesperación detrás de la pared.

Trato de ser fuerte, en serio que quiero serlo; pero no puedo. Un sollozo débil se me escapa y me tapo la nariz y la boca con una mano para que mamá no pueda escucharme. Tenía la quemadura de mi ataque. A los tres segundos levanto la mirada para recomponerme, y sigo con mi labor. Después de la ropa aleatoria, coloco dos pares de zapatillas y mis botas.

Mamá se decide por abrir la puerta, y yo sólo la dejo hacerlo. Me mira atentamente mientras apoyo el bolso en la cama y le coloco el cierre.

Parpadea con ojos desorbitados.

—¿Qué haces? —pregunta exasperada.

Tratando de que no me vea, me paso el dorso de la mano por debajo de la nariz.

—Mañana me voy —es lo único que digo, con un hilo de voz.

—¿A dónde? —Casi exclama, con pena en la mirada— ¿Otra vez vas a dejarme?

Me quedo congelada. La miro tal vez con más dureza de la necesaria, mientras me tiembla la barbilla y los labios. ¿Es que no lo puede entender?

—Si te dejé es porque quería que estuvieras a salvo —digo, y mi voz se quiebra con la última palabra—. Y si te dejo ahora será por la misma razón.

Parece calmarse un poco, sólo un poco, porque relaja los hombros y me mira todavía con aquellos ojos tristes que me matan.

—¿Al Gremio? —es lo que pregunta.

—Sí —respondo, cortante.

Resopla, mientras observa cómo meto un par de medias en un bolsillo.

—Te veo muy segura sobre ello... —se encoje de hombros— así que simplemente te dejaré hacerlo. Sé que sabrás lo que debes hacer.

Me incorporo, colocándome el bolso al hombro.

—¿Qué... qué es lo que podría yo decirle a Clark? —pregunta abrumada.

—Algo se te ocurrirá —mascullo, y entonces recuerdo fugazmente a Danna—. La verdad, tal vez.

—¿Y cómo pretendes que le cuente esa verdad? —pregunta, y ahora es ella quien utiliza dureza en el tono de voz— ¿Qué crees que él haría con eso?

—Han pasado por cosas peores como para que te deje ahora —murmuro.

—No va a dejarme, y menos por ti. Él te quiere mucho, ¿sabes?

Asiento con la cabeza mientras veo el suelo, y entonces me dispongo a pasar por su lado.

—Por eso lo digo; la verdad no es mala.

Salgo por la puerta cuando oigo de nuevo su voz.

—Me dices que yo le diga la verdad a él, pero tú no eres capaz de decírsela a tus amigos —responde—. Es tan difícil para mí como lo es para ti.

Estoy a punto de responderle, pero termino echándole una mirada por sobre mi hombro.

—Volveré algunas veces —aseguro.

—Te espero —susurra, allí, todavía dentro de mi habitación—. Y no me duele, te lo prometo.

Se toca levemente el estómago sobre la camiseta, y entonces aparto la mirada. Paso por el pasillo, paso por la sala de estar y hasta paso al lado de Clark, que sigue hablando por teléfono.

—Adiós —susurro aunque él no pueda oírme, ni verme.

Sólo cuando salgo de mi departamento me dispongo a pensar mi siguiente movimiento. Recién está cayendo la tarde, y no puedo irme a lo de Ebby cuando al otro día debo ir al Gremio. Tampoco puedo ir al Gremio en sí, porque no tengo ni idea de dónde estará o qué debo hacer al llegar. Si tan sólo tuviera clases mañana, y así tendría la oportunidad perfecta para dormir en casa de mi amiga... pero no creo que el colegio abra sus puertas un sábado.

Levanto la mirada, y me encuentro mirando la puerta frente a mí. Aquella con la letra D colgando y una grieta subiendo desde un costado.

Suelto aire y me encamino hacia allá. Levanto el puño para tocar, pero me contengo. Apoyo la frente sobre la madera, respirando algunas fuertes bocanadas de aire mientras me armo un poco de valor. Termino resoplando y cerrando los párpados mientras golpeo tres veces con los nudillos.

Bajo la mano rápidamente, como si hubiera hecho algo mal. Sin despegar la sien de la puerta, coloco mi oído de costado para poder oír algo. Nada. Bueno, él dijo que su departamento seguía abandonado en cierto modo, porque casi nunca se encontraba allí adentro.

Levanto el puño nuevamente, listo para otro intento, y entonces el picaporte gira.

Me despego al instante y me coloco erguida mientras la puerta se abre con suma lentitud.

Un iris verde espía por el espacio abierto. Me lo quedo mirando y frunzo los labios; debo verme un poco infantil, con las piernas bien juntas, la espalda derechita y las manos detrás de mi cuerpo, sosteniendo el bolso que, de todos modos, se apoya en el suelo. Fénix abre más el ángulo de la puerta y apoya una sien en el borde de madera, mientras se me queda mirando.

Me observa de pies a cabeza, deteniéndose también en el bolso gigante.

—¿Y bien? —pregunta, en busca de una lógica respuesta.

Tiene una expresión seria, casi aburrida en la mirada. Es más bien esa cara carente de emoción que sueles hacer cuando no entiendes nada.

Reboto sobre mis talones.

—¿Te estás quedando en el departamento? —pregunto yo.

Frunce los labios.

—Pues, aquí estoy. ¿Tú qué haces? —quiere saber.

—Yo... —comienzo, pero termino por trabarme.

No puedo decir eso. No puedo volver a decirle que tuve un problema con mi madre y que no puedo dormir en casa. No por segunda vez. Por el amor de Dios, Audrey, ¿cómo no pensaste antes que tendrías que decir aquello?

Hago una mueca mientras me hago la distraída, echando una mirada hacia el ascensor.

—Necesito un lugar donde pasar la noche —murmuro con un deje de vergüenza.

Se despega del borde de la puerta, pero aún sostiene el pomo con la mano. Parece que llamé su atención, porque además frunce el ceño.

—¿Y tu mamá está de acuerdo en que la pases conmigo? —eleva una ceja.

Siento que me arden las mejillas; hace mucho tiempo que no me ruborizo y deseaba no volver a hacerlo.

—No quiero... No... —balbuceo— No quiero pasarla de «esa» forma.

—Yo nunca dije eso.

—Mis padres no saben nada. Simplemente... tuve un momento difícil e incómodo y no me apetece pasar la noche allí.

No «puedo» pasar la noche allí. Después de ver aquello, después de volver a sentirme así de terrible, así de peligrosa; simplemente, no puedo.

Fénix echa una mirada al interior de su departamento.

—Bueno, me halaga que me escojas a mí y no a tu amiga Ellie.

—Ebby —corrijo. Debería aprenderse su nombre de una vez—. De todos modos, no puedo ir allí tampoco. Me pediría que pase el día con ella y yo no sé qué excusa tendría para ir al Gremio.

Aprieta los dientes, puedo verlo en su mandíbula. De nuevo está pensando en algo. Tal vez no quiere que yo entre; tal vez su departamento está hecho un desastre por su corta ausencia y no desea que yo pase la noche allí.

—¿Eso es para el Gremio? —señala con la barbilla el bolso tras mis piernas.

Asiento con la cabeza.

Fénix me mira un segundo más, y entonces amplía el espacio abriendo la puerta del todo. Me hace un ademán con la cabeza.

—Pasa —murmura.



***

POR FAVOR, LEAN:

¿Por qué estoy haciendo divisiones por partes? Cuando el capítulo supere las 12 - 13 hojas de Word, lo dividiré en dos porque cuando son demasiado largos el querido Wattpad se vuelve un poco loco y me cambia palabras o me junta letras -.- Además, creo que es un poco más cómodo.

La mayoría de las veces que haré está división en 2 partes las subiré el mismo día o lo más seguido posible, porque todavía cuentan como un sólo capítulo, no dos.

❄❄❄

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