Síndrome de Estocolmo~ ♡ b29;

By PlumStardust

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Síndrome de Estocolmo: Es una reacción psicológica en la cual la víctima de un secuestro, o una persona reten... More

El primer año...
Te Perdono
La Luna Eclipsando al Sol
Libertad a Cambio de Amor
Azul Tristeza
Talk That
Razones
La Única Salida
Encuentros
Epílogo: Nacieron del Amor

Su Obsesión

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By PlumStardust

La primera vez que Minho se tuvo que ir de la casa, dejando solo a Taemin fuera de aquella habitación, el menor aprovechó su falta de supervisión. Tenía que trazar una ruta, descubrir si había algún lugar por el que pudiera escapar. Primero corrió a la puerta principal, tratando en vano de que abriera, pero, después de pelear por horas con el cerrojo, desistió. 

-Ah, ¡maldición, no abre!- Exhaló, dejándose caer por la pared, con la espalda contra ésta. Taemin se sentó en el suelo. Estaba desesperado por salir y la puerta no cedía, pero eso no lo iba detener. Tenía que hallar una manera de salir, debía de haber otro tipo de salidas como ventanas, o algún tragaluz. A este punto, si descubriera un balcón, también lo tomaría como una salida. 

Se puso de pie y corrió a cada ventana de la casa, revisándolas con desesperación. Buscó de habitación en habitación. Todas estaban cerradas y aseguradas, ninguna se podía abrir. Taemin suspiró frustrado. Buscó algún objeto pesado y no dudó en lanzarlo contra la primera venta en su camino. Vaya rabia que sintió al ver como esa figura de cerámica se hacía añicos contra la ventana, pero esta no daba de sí.

-¡Maldito!- Dijo, lágrimas acumulándose en los ojos, sentía ira, desesperación. –Te odio...Lo tenías todo planeado.- Absolutamente todas las ventanas estaba reforzadas, en realidad no había manera de que Taemin pudiera escapar.
  
   
   
   
   

Estuvo sentado entre los pedazos de cerámica rota un largo rato, encolerizado, su mente imaginaba formas, escenarios, de escapar, pero todas terminaban en fallas. Bostezó, estaba cansado, de todo, y tenía que limpiar ese pequeño desorden que había hecho, si no, sería muy obvio su intento de huida. No quería saber a qué se enfrentaría si Minho regresaba y descubría que lo había intentado. Así que se puso en pie, mirando a su al rededor, buscando un lugar dónde poder esconder la pieza rota. Realmente no había muchos lugares en donde pudiera hacerlo. Golpeó los trozos rotos con más molestia aún. Quizás, debía tratar de ser un poco menos impulsivo, y planear más, pero saldría de esto.

Tras terminar de limpiar, regresó con pocas ganas a la habitación del enorme ventanal, cuando vio una puerta que estaba en el fondo de la recamara. Era un baño completo. Taemin pasó de largo hasta llegar a la única ventana que había en ese espacio de diez por quince metros. En lo alto, con una maya contra insectos, la ventana se burlaba de Taemin, ya que era totalmente inalcanzable, y demasiado pequeña. ¿De qué le servía una ventana pequeña por la que a penas lograría pasar su brazo?

Taemin odió más que todas las puertas dentro de la casa estuvieran abiertas, era una burla hacía lo que quedaba de su persona. Sin más que hacer, regresó al baño que correspondía a su nueva cárcel, tal vez no había agotado sus opciones aún, pero se sentía desagradablemente sucio. Y necesitaba algo de tiempo para pensar claramente. 

Abrió los cajones de una cómoda en la habitación donde había sido confinado, en búsqueda de alguna toalla. Se llevó la gran sorpresa de encontrarlos llenos de ropa, sintiéndose instantáneamente asqueado por como Minho tenía todo planeado. Era prácticamente su muñeco, en una casa de juguete, lo vestía y manejaba cuando tenía tiempo y quería. Le maldijo mil veces dentro de su cabeza, odiando cada segundo de su existencia, hasta el cansancio.

Entonces cedió un poco a su rabia. Estaba cansado, todo era mentalmente tan exhaustivo. Realmente necesitaba lograr un tiempo fuera para su mente, decidiendo a seguir su plan de bañarse. Se rio amargamente,  como si no pudiera obtener nada más de la vida que continuar con la rutina que tendría, de no estar atrapado en un lugar que desconocía, siendo prisionero de alguien que confesaba tener una obsesión con él. Se bañó, restregándose cada parte de su piel, tratando de deshacerse de la sensación sucia que le recorría en cada célula de su ser. Incluso, podía considerar que llevaba consigo años de suciedad.

Sentir el agua le hizo calmarse un poco, darse una escapada de su triste realidad, y sin darse cuenta terminó de bañarse. Se cambió de ropa, dejando la sucia a un lado de la puerta.

Volvió a sentir un enorme desespero al encontrarse sólo, en una casa totalmente sellada al mundo exterior, privado de la libertad. Quería salir, quería ver a sus amigos, regresar a esas pláticas de negocios que tenía para poder empezar una nueva empresa con sus socios...

Pero no, no podía, porque seguía siendo el rehén de un extraño obsesionado de su persona. Odiaba llorar, simplemente no le gustaba, porque sabía que a estas alturas no era tristeza, temor o angustia lo que sentía. Una enorme ira le embargaba desde la base del estómago, arrastrándose hacia arriba, hasta llegar a su garganta. Le golpeaba desde dentro, manifestándose en llanto. No tenía otra opción, estaba totalmente vulnerable, inutilizado una vez más. No había algo más que pudiese hacer, que no hubo intentado ya, dejándole en un torbellino de emociones y sentimientos, que le llevaban a derramarse en lágrimas de rabia. 

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.

.

-Taemin...- Minho regresó a casa al atardecer, sabía que no debía dejarle sólo, sabía que iba a querer escapar, que lo intentaría desesperadamente. Pero tuvo que hacerlo.

Tenía que informar en su trabajo que no iba a asistir por un tiempo, darles una razón de peso y establecer una coartada para cualquier momento. Habiendo hecho esto, entonces vigilaría a Taemin hasta que se sintiera seguro de que el menor no se escaparía jamás. Cuidaría de él con fervor, atesorando cada segundo de poder tenerle como tanto lo deseaba. Y sabía que para eso, tenía que cambiar por completo su aproximación hacia él. Que Taemin no le asociara más con algo malo.

–Tae...- Exhaló al encontrar los pedazos de cerámica rota que habían sido barridos, escondidos al fondo del cesto de basura. Una parte de él estaba ligeramente alarmada, ¿qué tal si Taemin se había lastimado en un intento de huir? De inmediato buscó al menor, sintiendo como su sangre corría cada vez más rápido, acelerando el bombeo de su corazón. Terminó encontrándolo en aquella habitación del ventanal, al fin volviendo a respirar al saber que Taemin seguía ahí, sin poder escapar de su lado, de ningún modo.

Se acercó lentamente, cuidando de ver cómo se encontraba, examinándole en busca de heridas. Taemin no reaccionó a su cercanía, señal de que se encontraba dormido. Se había quedado dormido después de haber llorado, hecho rabietas y demás. Minho notó pequeñas heridas en las manos del menor, no tan graves como para que se hubiese hecho un daño real. Probablemente se las hizo al recoger los cristales rotos. 

Entonces Minho sintió algo molesto su interior. 

¿Remordimiento?

No.

-Discúlpame...-Susurró, acariciándole a lo largo de la mandíbula, deslizando su pulgar sobre aquella mejilla ligeramente enrojecida y entintada con lágrimas secas. No era estúpido, sabía que Taemin no lloraba por temor, podía verlo en sus ojos todo el tiempo, excepto cuando se bloqueaba. Entonces aquel par de bellos ojos se miraban trasparentes, como si el mismo Taemin sólo fuera un fantasma dentro de cualquier cuerpo, ajeno a la realidad. – Lo siento, pero no puedo dejarte ir, simplemente no puedo.- Repitió, porque por más que lo intentara, la desesperación en su pecho no lo dejaba. Quería a Taemin, quería tenerlo a su lado, todo el tiempo, satisfaciendo esa extraña necesidad de verle, de tocarle y saber que era real y no un producto más de su imaginación. 

Se apartó, saliendo del cuarto. No soportaba ver esa escena por mucho tiempo más. El chico le odiaba y con justa razón. Él mismo era el creador de esta situación, y lo único que podría hacer para mejorar todo, era lo mismo que le hacía sentir que moriría. Suspiró, dejando que el aire tembloroso dejara sus pulmones al final; quería que Taemin sintiera el mismo amor que él sentía, la misma desesperación, la necesidad que le recorría neciamente. No le importaba que otras personas dijeran que pensar así era material de pesadillas, él sabía la verdad. Era amor, total devoción, aunque le doliera a él saber que Taemin aún no lo quería de ese modo. Lo haría con el tiempo, se daría cuenta de que estaban hechos el uno para el otro.

             
                
              
               
          
    

Por las siguientes semanas, Taemin busco una ruta de escape, algún punto débil en la casa o un simple descuido de Minho, pero jamás logró encontrar una falla, un error.

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.

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Era de tarde, Minho tenía muchos planes, tener a Taemin consigo era una decadente tentación que repetía día con día. Una que se procuraba mantener a raya, para convencer a Taemin que su amor era sincero.

-¡Taemin!-  Gritó, sintiendo la urgencia picándole en todo el cuerpo. Sólo quería verle, quería poder demostrarle lo necesario que podría convertirse para él. Pero Taemin era tan terco, tan necio, siempre negándose. Minho siempre se decía que tenía que mantener la calma, no ceder ante el deseo de revocar ese pequeño privilegio que le había concedido al dejarle tener una habitación donde pudiera apartarse para estar consigo mismo. No, ese había sido el primer paso que había dado para ganarse la confianza del chico, debía mantenerse en esa camino.

Aun asi, su necesidad de verle le enviaba al borde. Sólo había tanto que podía ceder, antes de empezar a volverse loco. Había traído a Taemin consigo, para poder atesorarlo siempre. Eso incluía este momento. Exigió al menor que saliera de aquella colorida habitación, golpeando repetidamente la puerta. Taemin podría bloquearla por dentro todo lo que quisiera, pero eventualmente saldría. Siempre salía.  

–Sal de una buena vez, tienes que hacerlo en algún momento. - Una vez más trató de ahogar a aquel monstruo que existía en él, pero terminó ahogando al Minho humano.

-No quiero...-Taemin se contrajo en sí mismo, mirando con horror como la puerta parecía retumbar. – Minho, por favor.- Rogó, porque en esto casos, Taemin buscaba aquel rastro del hombre con quien a veces conversaba a través de la puerta, quien había sido lo suficiente misericordioso como para permitirle tomar la habitación con aquel ventanal de colores, quien le hacía compañía en la soledad. 

No le halló.

-No me importa lo que quieras...- Minho logró abrir la puerta y tomar bruscamente a Taemin por el brazo. –Hoy vas a comer en la mesa, conmigo.- Le arrastró fuera de la habitación, llevándole a la fuerza al comedor. 

Por supuesto, ambos sabían que, en ese estado, a comer probablemente sería lo último en aparecer dentro de los pensamientos de Minho. 

   
         
             
              
                
 

           

                              
Taemin lloraba, enojado. Odiaba el hecho de que Minho a veces era agradable, después se transformaba en ese ser desagradable que lo había raptado del exterior. La peor parte era que, Minho recientemente se había dedicado a solo tocarle suavemente, caricias delicadas. Ni siquiera eso le concedía, el ser totalmente horrible y malo como para abusar de él y mandarlo a ese estado mental en que se desaparecía. No, seguía en el presente, viendo como todo sucedía, sintiéndose asqueado, sucio, aunque fueran sólo caricias en sus brazos, en su rostro, o besos regados por todos lados. Todo sería simplemente más fácil si pudiera bloquearse, que su cuerpo se encargara de reaccionar, y él no hacerse cargo de cuándo sentir y cuando no. 

La enorme tormenta que se arremolinaba en lo profundo de su ser, con los sentimientos de rabia y odio crecía cada vez más, inundando la poca inocencia que le quedaba era sólo el preludio de lo ya sabido. Taemin ya no era él, había perdido su todo.

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En cuanto Minho dejaba la casa, el menor volvió a respirar con tranquilidad. Taemin miraba la puerta con resignación, ya no tenía miedo, simplemente se había resignado a ser la marioneta de su secuestrador.

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Minho tenía un mes de haber vuelto a su rutina usual en el trabajo, casi todo el día salía de casa, tomándose un tiempo para volver a y asegurarse de que Taemin aún siguiera ahí. Sin haberse ido de su lado. 

Siempre volvía, para encontrarse con ese par de ojos almendrados que le dedicaban una mirada cansada, mezcla de odio, tristeza y gran decepción. Minho volvía, para seguir destrozando su absurda idea de que estaba teniendo un avance. De que pronto podría vivir con Taemin, los dos amándose y sin que este quisiera huir y alejarse de él. Eso solo era parte de esa tonta imaginación que habitaba dentro de su cabeza, diciéndole que todo podía ser de color rosa, si se lo proponía con firmeza. Que eventualmente Taemin cedería ante esa fantasía. 

       

                 

                  

Un día volvió a casa, pero no encontró a Taemin sentado en el mismo rincón de siempre, tampoco estaba en su habitación. Por un segundo sintió el miedo subir por su garganta, carcomiéndole de adentro hacia afuera. No sólo se trataba de como todas las cosas se salían de control, entro en pánico, viendo como ahora nada de lo que había soñado jamás se haría realidad. Jamás tendría de nuevo eso que tanto deseaba. Pero escuchó un leve ruido provenir de la biblioteca, un leve ruido que le devolvió a la realidad, sintiendo como los latidos de su corazón dejaban de brincar, y ahora simplemente corrían ante la anticipación de saber que Taemin seguía ahí, sin haberse ido de su casa, sin haberle abandonado. Caminó algo impaciente a la biblioteca, pasos apresurados, odiando por una vez en su vida lo extenso de aquella casa que le había sido heredada por parte de su madre. Si fuera más pequeña, tal vez Taemin jamás saldría de su vista, permitiéndole sentirse tranquilo veinticuatro-siete. 

-¿Q-qué haces?- Preguntó con cierta calma al ver que el menor se encontraba entre una pila de libros y una de carpetas con archivos. -¿Tae...?- Una vez más un par de ojos tristes esquivaron su mirada. Taemin parecía querer decir algo, pero antes de hacerlo, revisó el libro una vez más.

-¿Qué significa pueril?- Preguntó aún con la vista entre las páginas del libro, mordía su labio inferior, apretando un poco la vista, casi como si necesitara gafas para leer pero no tuviera el hábito de usarlas.

-Perteneciente o relativo a un niño.- Contestó rápido, acercándose con cierta cautela a donde el menor se encontraba sentado. Debía admitir que le sorprendía las veces en que Taemin le hablaba de ese modo tan ajeno de la rabia que trataba de esconder que sentía. Era, como si en tiempos, el chico ya no pudiera cargarla consigo más y procedía como lo haría con cualquier otra persona. Se recargó contra la pared, metiendo ambas manos en los bolsillos de su pantalón en una posición cómoda. Entonces se dedicó a observar como Taemin daba vueltas rápidamente al libro, señalando otro punto.

-¿Y aciago?- Esta vez alzó la mirada, pero siguió sin mirarle directamente.

-A-algo desgraciado.- Minho pronunció lentamente, trastabillando un poco. Se acercó a ver cuál era el libro que Taemin leía. Por supuesto, era un libro de medicina. Minho había heredado los libros de la biblioteca junto a la casa, sabía a la perfección que había un montón de libros ahí de diversos temas, no había tenido la oportunidad de leer todos, tampoco le había interesado. Le parecía un poco curioso como Taemin había escogido justamente libros que él jamás hubiese revisado.

-¿Hice mal?- Taemin sonó monótono, interrumpiendo los pensamientos que Minho estaba teniendo. -¿No debí de entrar aquí?- Preguntó, de nuevo con la cabeza metida entre las páginas de aquel libro, sin embargo, Minho notó como Taemin le miró por el rabillo del ojo. Encontró eso como un punto a su favor.

-No...Puedes estar aquí todo el tiempo que gustes...Sólo me sorprende un poco que hayas tomado la decisión.- Lo sabía, que Taemin usaba su tiempo sin vigilancia para intentar huir. O así había sido por un par de meses, hasta que luego se resolvió a quedarse siempre en esa habitación de colorido aspecto.

-Estaba aburrido.- Exhaló, y quizás con el poco coraje que aun pudo rescatar, alzó la vista mirándole directamente. -Es aburrido, recientemente. No hay mucho que pueda hacer.

Minho tomó una gran respiración, acercándose al chico.

-Sabes que no tiene que ser así.- Acarició la mandíbula de Taemin apenas con el dorso de su mano; no logró nada más, ya que Taemin se alejó, asqueado por esa muestra de cariño tan íntima, que simplemente no venía al caso. -¿Ya has comido?- Se retrajo, sintiendo como todo el ambiente se tensaba tras de sí.

-No...- Taemin sacó un libro más de la estantería, comparaba los puntos de vista, frunciendo de nuevo el ceño, inmerso en el tema.

-Debes comer...Te dejaré comida en la mesa, yo...Yo vuelvo más tarde.- Asintió por vencido. Tal vez, esa fantasía en su cabeza de la cual no podía deshacerse, jamás se haría realidad. Y tener ese pensamiento no le gustaba en lo absoluto. Salió de la habitación, olvidándose rápidamente de esas ideas pesimistas. Taemin podía quererse, sólo tenía que hacerle ceder. Eventualmente cedería.

  

   

            

Taemin suspiró al quedarse sólo nuevamente. Era caminar en una cuerda floja cada interacción que tenía con Minho. Esta vez, era aquel racional Minho que sí podía llegar a ser sensato. Otras veces, era el violento, que le asustaba tanto. Aunque esta vez sabía que había sido él quien cruzó la línea, dejándole saber un poco de su mente, al decirle que todo era simplemente cansado. Esperaba que así como él se sentía de estar peleando por huir, Minho también se estuviera cansando de tenerlo ahí.

Miró la puerta unos segundos hasta asegurarse que había quedado solo de nuevo, entonces dejó libre un suspiro más y terminó por decidirse a seguir leyendo.

Al terminar de recitar hasta el último punto de aquella extraña enfermedad, Taemin se atrevió a dirigirse al comedor. Como Minho había dicho, ahí se encontraba un plato de comida. Taemin exhaló, algo aliviado de ver que realmente había estado hablando con ese lado de Minho bueno, y que podía durar más que un par de minutos. Tal vez, en algún punto, podría ser sólo ese Minho.

.

.

.

Minho regresó al atardecer, quería encontrar despierto a su lindo chico. Regresó justo a tiempo para ver como el chico se preparaba para irse a dormir. Se encontraba parado en la puerta de la habitación, observando cómo se cambiaba, era obvio que Taemin no había notado su presencia, si no hubiera parado de desvestirse de inmediato.

-Ponte la pijama azul.- Dijo con su voz gruesa, provocando que el menor diera un brinco del susto. -Te va mejor el azul.- Volvió a insistir, señalando la ropa que sobresalía del cajón abierto, ahora provocando que Taemin tomara el cambio de ropa de color azul.

-Me voy a dormir...- Taemin agachó la mirada, tomando la camisa y apretándola contra su pecho. Ahora no haría ningún otro movimiento mientras Minho estuviera ahí.

Minho se adentró al cuarto, con la precaución adecuada. Se sentía como si estuviera en un documental, en el momento en que el predador había arrinconado a su presa. Y quería devorarle. 

Tomó a Taemin por el mentón, obligándole a mirarle directamente. Por más que su plan consistiera en enseñarle la buena que podrían tener estando juntos, permitiéndole hasta cierto punto su libertad, todavía tenía deseos con respecto a él. Se acercó con precaución, indicándole lo que haría, rosando su boca sobre aquel par de labios. Sabía que Taemin no se movería, no se alejaría, aún podía sentir su miedo en esas situaciones. Dios, se moría por lograr convencerle de una buena vez, que sólo tenía que entregarse, dejarse olvidar por lo demás. Lo cuidaría bien, le daría todo. Debería profundizar su intento. 

Le sostuvo con más aprehensión, acercando más sus bocas e intensificando el beso. Se recordó que debía detenerse, en cualquier momento se desbordaría, y ya nada podría frenar su necesidad por Taemin. Con ese pensamiento logró soltarle, primero de los brazos por donde le sostenía, después los labios. Al separarse pudo notar algo de enrojecimiento en las mejillas de su obsesión; por un momento pensó que esa era una buena señal, así que le sonrió y dejó que se fuera a dormir.

       

           

                   

A la mañana siguiente, antes de irse y tener que ponerle llave a todas las puertas y ventanas que dieran al exterior de la casa, Minho pasó a la habitación de su chico. Le miró dormir, sonreía entre sueños, aún había algo que le hacía feliz, provocando celos en Minho. No sabía de qué se trataba, podía estar soñando con un bonito escenario, o con su libertad. No importaba, Minho no confiaba en que estuviera él en lo que causara su felicidad, así que no podía evitar sentir celos y enfadarse. Taemin era su obsesión, y todavía no hallaba el modo de convertirse en la obsesión de Taemin.

Con tal mal humor había dejado la casa, agriando el día de quienes le rodeaba. Estaba lloviendo, siguió lloviendo hacia después del medio día. Ya era la hora de la comida de Minho, que significaba que Minho tenía que cruzar toda la avenida antes de poder llegar a la pequeña y alejada vereda que llevaba a la colonia con casas muy apartadas unas de otras. Cuando llegó, llevaba la ropa totalmente enlodada. Se cambió de ropa, preparó la comida y se aseguró de que Taemin le escuchara muy bien que tenía que comer. Desde hacía tiempo había tomado la horrible costumbre de no comer por estar encerrado, no podía permitir que ahora que había tomado el nuevo hobby de leer hiciera lo mismo.

Suspiró al ver que Taemin le hacía caso omiso, como siempre. Sin más remedio, regresó a su trabajo.

       

          

Taemin, después de haberse aprendido de memoria 'La copa de las Hadas', salió a ver si se volvía a encontrar solo. No se sentía capaz de convivir con Minho, no, él era un monstruo que se divertía tratando de ser amable con Taemin, o quizás era al revés, fuese cual fuese el caso, Taemin sabía que no debía caer ante los buenos tratos de Minho. En cambio debía mantenerse alerta.

Caminó por el pasillo, cuando se encontró con unas desagradables huellas de lodo. El primer pensamiento que brotó en su mente fue que, era desagradable. Taemin no soportaba la suciedad en su cuerpo, no desde que estaba encerrado aquí. Verla en el suelo por donde tenía que pasar le hacía sentir enfermo. Quizás se extralimitaría de nuevo, pero había tentado a su suerte el día pasado, y salido con un poco de victoria con respecto a la biblioteca. Y la desesperación de ver el suelo sucio le estaba matando, en especial porque gracias a eso había empezado a resaltar todo lo que estaba desordenado en la habitación. Minho solía ser ordenado, que muchas cosas estuviera fuera de lugar, sólo podía ser indicativo de su horrible estado de ánimo. Pero Taemin no pensó en eso, quizás porque no se le ocurrió, quizás porque quiso omitirlo y centrarse en un problema fácil: limpieza. Podría limpiar. Le ayudaría a dejar de sentir todo sucio.

Corrió a la lavandería, donde había productos de limpieza y empezó a quitar esas manchas del suelo, claro que seguir ese camino, le llevó a ver la ropa sucia por la lluvia. Hizo una mueca de desagrado, ya había empezado, no podía dejar todo a medias y la ropa así.

-Ah, ¿cómo puede dejarla tirada ahí, nada más?- Exhaló, frunciendo el ceño. La tomó y se dirigió, de nuevo, a la lavandería. Rio al darse cuenta que estaba actuando de lo más normal. Era absurdo, después de todo el tiempo que había estado ahí atrapado, ya no quedaba más en su cabeza que ver todo con normalidad. Y le asustaba saber eso. – Mi vida es realmente patética.- Sonrió a medias, y por primera vez en toda la tarde empezaba a sentir hambre, así que terminó por retomar el camino al comedor.

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Edición: 04/01/23

Originalmente este capítulo era más largo, y las correcciones que he estado haciendo sólo han agregado más a la dinámica, así que me decidí por dividir el capítulo a la mitad. Seguirá teniendo el mismo contenido, sólo que en dos capítulos. 

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