12 CHICOS LOBOS ©

De bellaminelli

2.9M 217K 63.8K

Erika acaba de terminar con su novio, es de noche, hace frío y esta sola. Como si eso no fuera suficiente, la... Mais

12 CHICOS LOBOS - Capitulo 1
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 2
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 3
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 4
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 5
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 6
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 7
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 8
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 9
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 10
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 11
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 12
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 13
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 14
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 15
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 16
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 17
12 CHICOS LOBOS - Capítulo 18
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 19
12 CHICOS LOBOS - Capítulo 20
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 21
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 22
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 23
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 24
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 25
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 26
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 27
Capitulo 29 - 12 CHICOS LOBOS
Capitulo 30 - 12 CHICOS LOBOS
Capitulo 31 - 12 CHICOS LOBOS
Capitulo 32 - 12 CHICOS LOBOS
Capitulo 33 - 12 CHICOS LOBOS
Capítulo 34 - 12 CHICOS LOBOS
Capítulo 35 - 12 CHICOS LOBOS
Capítulo 36 - 12 CHICOS LOBOS

Capitulo 28 - 12 CHICOS LOBOS

57.9K 4.2K 1.1K
De bellaminelli

Capitulo 28

Apenas y podía creer lo irresponsable que había sido. No solo se había embriagado hasta el punto de no recordar casi nada, sino que también había revelado la existencia de la cabaña de Nick, y mencionado el nombre de Simón, perjudicándolo por igual.

Debía pensar en algo y pronto, ella sabía que los chicos no se sacarían la idea de la cabaña tan fácil, hasta lograr comprobar si era verdad o no. Sin embargo, no podía decirle a Nick lo que había hecho, porque eso sería revelarle que lo había estado siguiendo y que sabía que ocultaba algo.

Sus opciones se estaban agotando más rápido de lo que había pensado. No podía detener a los chicos, pero tampoco podía advertirle a Nick. Miró con frustración a Simón mientras este hacía aviones de papel sin la menor preocupación.

- Simón, esto está mal, tenemos que hacer algo.

- Lo sé, ya van cuatro veces que me corto con el papel, no puede ser coincidencia. – dijo frunciendo el ceño.

- No estoy hablando de los aviones, Simón, estoy hablando de la cabaña. – susurró entre dientes mirando hacía el pasillo.

El chico levantó la mirada para encontrar la de ella y la observó en silencio por un momento, una media sonrisa se formó en su cara.

- Creo que te estás obsesionando un poco, lo cual me parece realmente adorable. – acto seguido continuó doblando aviones.

- Hablo en serio. – dijo frustrada.

- Yo también.

Comenzó a desesperarle el hecho de que Simón no dejara de doblar hojas de papel y no le prestara ni la más mínima atención. Tomó ambas manos del chico con las suyas obligándolo a parar abruptamente.

- ¿No te das cuenta lo mal que esto puede terminar? – lo miró suplicante.

Por fin Simón pareció comprender lo mucho que esto le preocupaba e hizo las hojas y los aviones a un lado para poder sentarse frente a Erika.

- Baby Doll, ¿qué es lo peor que podría pasar? – preguntó tranquilamente.

- Bueno, pues... que los chicos irán a la cabaña y entrarán y...

- ¿Y qué? No sabemos lo que Nick guarde en esa cabaña, tal vez ni siquiera es algo malo, ¿no te has puesto a pensar en eso?

Simón tenía razón, no había considerado la posibilidad de estar exagerando y hacer un problema de nada, no sabían lo que Nick guardaba ahí.

- ¿Tú qué crees que sea?

- No lo sé, quizá una simple bodega donde guardan leños y comida, oh no, espera, ¡quizá es un gimnasio!

- ¿Un gimnasio? ¿Por qué tendrían un gimnasio en medio del bosque a donde van en la madrugada?

- Bueno, porque están en todo su derecho de intentar estar en forma, aunque ambos sabemos que solo están perdiendo el tiempo. – sonrió Simón burlesco.

Un sinfín de posibilidades comenzaron a darle vueltas en la cabeza. Quizá después de todo, no había tal cosa como un "secreto", simplemente preocupaciones absurdas y conclusiones apresuradas. Suspiró tranquila al considerar de aquella nueva perspectiva.

Sin embargo, una mínima parte de su conciencia, le seguía indicando que algo no estaba bien, tenía que haber un motivo más importante que un simple gimnasio para que Nick actuara tan raro, para que luciera tan cansado, y desapareciera en medio de la noche.

- Deberíamos ir y averiguarlo. – dijo despreocupada.

- Ya te dije que no, y esta vez, no lograrás romperme. – la miró severo – Seré un adulto responsable.

Resultaba hasta gracioso el hecho de que Simón no fuera consciente de lo fácil que era convencerlo.

- ¿Cuál es el problema? Tú dijiste que es sólo un gimnasio, no le hacemos daño a nadie al ir a un gimnasio.

- Pero no es "nuestro" gimnasio, es de Nick y sus hermanos.

- ¿Cómo lo sabes? Tal vez es público.

Simón soltó una risa escéptica, seguida de una mueca tras cortarse de nuevo con el papel.

- Estamos en medio de un bosque, aquí no hay cosas públicas, o tiene dueño o no. Además, existe algo llamado respeto, deberías estar familiarizada con él.

- Pues ya que lo mencionas, secuestrar a una chica y obligarla a vivir con un montón de desconocidos no es algo muy respetuoso que digamos. – dijo frunciendo el ceño.

¿Desde cuándo se había vuelto tan rígido? Erika comenzaba a quedarse sin argumentos. Tenía que quebrarlo, y pronto, antes de que los llamaran para la cena y Simón se negara a seguir discutiendo el tema.

- ¿No te da curiosidad saber que hay ahí? ¿ni siquiera un poco? – insistió suplicante.

- No, tengo cosas más importantes que hacer.

- ¿Cómo qué? ¿Hacer "avioncitos" de papel todo el día, o armar el mismo estúpido rompecabezas una y otra vez? – susurró irritada.

De pronto, Simón dejó de doblar aviones y se quedo quieto, con la mirada fija en el suelo. Erika tragó saliva y contuvo el aliento. No había querido decir eso, realmente no, pero su paciencia por convencerlo se había evaporado tan repentinamente que había terminado por hablar sin pensar y ofenderlo.

- Simón... no quise decir eso... yo lo siento es que... - lo miró preocupada buscando las palabras adecuadas para disculparse.

El chico levantó la mirada, había dolor en ella pero también frialdad. A Erika le dio un escalofrío, Simón jamás la había mirado así antes, como si fuera una extraña. Su expresión cambió rápidamente, dando paso a una mirada nostálgica y herida.

- Si no te gusta mi rompecabezas, pudiste habérmelo dicho, no te habría hecho armarlo conmigo, "una y otra vez". – dijo en tono secó, imitando las hirientes palabras de Erika.

- No, Simón... me gusta armar tu rompecabezas contigo, lo siento, hablé sin pensar.

- De hecho, solo dijiste lo que piensas. – la miró con recelo.

Una profunda ira consigo misma la invadió. ¿Cómo pudo ser tan estúpida para decir aquellas cosas? Había ofendido a Simón terriblemente y un simple "lo siento" no iba a arreglar las cosas, no tan fácil.

El chico se levantó de pronto para salir de la habitación. Erika se levantó también para seguirlo, pero él se detuvo abruptamente, provocando que ella chocara contra su espalda.

- Tú ganas, - susurró sobre su hombro para que lo escuchara – hoy en la noche, te llevaré a la cabaña de Nick, pero no esperes que te salve si hay problemas.

Tras decir aquello, se alejó por el pasillo, dejándola sola en la habitación. Había conseguido lo que quería, pero la frialdad con la que Simón se lo había dicho, le dejó un amargo nudo en la garganta.

***

Ninguno de los dos se dirigió la palabra por el resto de la tarde, y en la cena apenas y se habían mirado. Ella seguía buscando las palabras apropiadas para poder pedirle perdón de la manera más honesta.

Era más que consiente de lo mucho que había ofendido a Simón, pero él le había dejado un vacío al tratarla de manera tan hostil después de lo sucedido.

A media noche, tal y como lo había prometido, Simón la despertó con un suave balanceo. Lo miró en la oscuridad mientras su visión se adaptaba, y lo siguió por el pasillo.

Una vez fuera, el chico le dio la espalda para que Erika subiera. Dio un pequeño salto y le rodeó el cuello con los brazos, pegando su cara al calor de su nuca. Podía sentir como Simón se tensaba un poco al tenerla tan cerca, pero se relajó al instante y emprendió la marcha.

Durante el camino, ninguno decía nada. Dado a que ella había provocado todo, sintió que era su deber iniciar la conversación.

- Simón, lo que dije antes, juro que no lo dije en serio, solo estaba enojada, pero no significó nada. Por favor perdóname.

- No debes pedir disculpas por ser honesta.

- Pero no lo fui, adoro armar rompecabezas contigo, y tus aviones de papel, vuelan increíble.

- Solo dices eso para que te perdone.

- Simón, por favor, no soporto tu frialdad, no soporto que estés enojado conmigo...

- ¿No lo soportas? – preguntó curioso.

- Es una de las peores sensaciones que he tenido.

- ¿Ah sí? – podía escuchar como aquello lo decía sonriendo.

- Si.

- En ese caso, lamento haberte causado una de las peores sensaciones que has tenido, Baby Doll, no volveré a hacerlo. – sonrió satisfecho.

- ¿Me perdonas?

- Claro que sí, no tienes idea de lo difícil que es permanecer enojado contigo por mucho tiempo.

- Dios, eres igual de bipolar que Chris. – rodó los ojos sonriendo.

Simón soltó una carcajada por su comentario y continuó caminando. Después de arreglar las cosas con él, una agradable sensación de alivio le recorrió todo el cuerpo. Sonrió contra su nuca, respirando su agradable y familiar aroma.

El resto del camino discutieron acerca de cuál superhéroe era mejor y por qué, llegando a la conclusión de que mientras más trágico fuera su pasado, más empatía despertaban en los demás.

- ¿Cómo no puede darte lástima Superman? Baby Doll, su planeta y sus padres fueron destruidos cuando era sólo un bebé.

- Pero los padres de Batman fueron asesinados, ¡frente a él!

- Sí, pero si no hubiera sido así, el no sería el hombre que es ahora, y nadie protegería ciudad gótica. – dijo Simón encogiéndose de hombros.

- Solo digo que Superman no puede extrañar a sus padres como lo hace Batman, porque apenas y los conoció, seguramente ni siquiera los recuerda... - suspiró relacionándose a sí misma con el personaje ficticio.

- Tal vez... pero Superman puede volar.

- Touché. – susurró resignada.

Conforme se acercaban a su destino, el corazón de Erika se aceleraba más y más. ¿Qué encontrarían en aquella cabaña? Le emocionaba la idea de que por fin todas sus dudas serían resueltas, pero también la asustaba. No sabía que esperar.

- Baby Doll, si sigues apretándome el cuello de esa manera, me asfixiaras antes de que lleguemos. – rio Simón.

- Lo siento, - dijo aflojando raídamente sus brazos – no me di cuenta que lo estaba haciendo.

- ¿Estás nerviosa?

- Bastante.

- Podemos regresar, si quieres.

- No, no. – negó energética con la cabeza - Tenemos que hacer esto, de una vez por todas.

- De acuerdo. – suspiró el chico.

Simón caminó por entre pinos, arbustos y troncos caídos un rato más, hasta que un pequeño punto a la distancia comenzó a tomar forma, convirtiéndose en lo que había ocupado sus sueños desde la primera vez que la vio, la cabaña de Nick.

El chico se detuvo, pero no bajó a Erika de su espalda. Miró hacia los lados con cautela, y olisqueó el aire disimuladamente.

- Nick no está aquí, o por lo menos eso creo. No lo huelo.

- Entremos. – dijo Erika decidida pero con el corazón acelerado.

- Con una condición.

- ¿Cuál?

- No te separarás de mí, y me harás caso en todo lo que te diga, si digo "vámonos", tienes que obedecer al instante y sin discutir. – Simón sonaba incluso más nervioso que ella, pero emanaba autoridad.

- De acuerdo, Simón.

- ¿Lo prometes? – el chico se esforzaba por ocultar los nervios de su voz, pero le estaba costando.

- Lo prometo.

Tras concluir con su breve conversación, Simón comenzó a caminar en dirección directa a la cabaña. Con cada paso que daba, más cerca estaban de saber lo que había en ella. Aquello le causaba un remolino de emociones.

Ni siquiera se dio cuenta cuando Simón se detuvo, justo frente a la puerta. Erika bajó de su espalda lentamente, sin quitarle los ojos a la vieja madera de las paredes y el techo. Las negras ventanas delataban que no debía de haber nadie.

- Esto es muy raro. – susurró Simón, como si temiera que alguien pudiera escucharlos.

- ¿Qué cosa?

- Percibo un aroma, pero es muy débil, como si estuviera desapareciendo poco a poco...

- Entremos.

El chico la tomó de la mano con firmeza, y abrió la puerta, la cual hizo un sonido que le erizó hasta el último vello de la nuca. Dentro, todo estaba en tinieblas. Sostuvo el aire y avanzó un paso, a lo que Simón se le adelantó rápidamente para entrar primero.

Miró a su alrededor, mientras su visión se adaptaba a la oscuridad. Divisó hogazas de pan tiradas en el suelo, mantas, y botellas de agua. Pasó su mano por una mesa cercana, palpando restos de velas derretidas, y algunos libros apilados. Alguien había estado viviendo ahí.

La cabaña estaba sumida en silencio, no había nadie. Ambos comenzaron a caminar con cuidado, mirando donde pisaban, procurando no hacer ruido. Pasando por alto las hogazas de pan, el lugar estaba muy limpio, y no olía mal, quien quiera que fuera, sabía cómo cuidar las cosas.

¿Acaso era Nick quien vivía ahí? No tenía sentido, ¿por qué Nick haría tal cosa? Tenía que ser algo más.

- ¿Qué crees que paso aquí?

- No lo sé, no logro reconocer el aroma, huele a... - el chico se paró en seco.

- ¿Qué p...

No pudo terminar la frase porque Simón le tapo abruptamente la boca con la palma de la mano, apretándola contra su pecho. Erika se quedó inmóvil, mientras él miraba en todas las direcciones a la defensiva.

Intentó regular su respiración, mientras apretaba la cara contra la sudadera de Simón. No sabía lo que estaba pasando.

- Algo anda mal, debemos irnos. – dijo mientras le quitaba la mano de la boca a Erika.

Ella asintió con la cabeza y se dispuso a seguirlo. Iba a darse la vuelta cuando un sordo y fuerte golpe cortó el silencio de la cabaña. Lo siguiente que vio fue a Simón tenido inerte en el suelo.

Todo comenzó a dar vueltas, pareciera como si de pronto su alma hubiera abandonado su cuerpo, observando todo como un espectador anónimo.

Se arrodilló bruscamente sobre el cuerpo del chico, intentando despertarlo. Un delegado hilo de sangre que salía de su cabeza y bajaba por su frente trazando una fina línea por su cara la dejó sin aliento.

De pronto la sensación de soledad se esfumó. Erika comenzó a temblar sin control, y sintió como sudaba en frío. Había alguien detrás de ella.

Aun arrodillada sobre Simón, cerró los ojos con fuerza, como si así pudiera desaparecer. Apretó las muñecas contra la sudadera del chico inconsciente, mientras intentaba dejar de temblar, pero era inútil.

- Hola, bebé. – dijo la burlesca voz a su espalda.


Continue lendo

Você também vai gostar

103K 8.4K 122
"Quizás debería aceptar que ya fue, que no fuimos, no somos y no vamos a ser " -Leah Amara Stilinski Leah Amara Stilinski, una joven de 15 años, qui...
565K 23.3K 26
Kaylie es una de chica 20 años que se mudó a la ciudad de Nueva York, dejando atrás su espantoso pasado, para empezar una nueva vida, pero no contaba...
272K 15.9K 89
Kenzo Parker se niega a creer que Jade, la hermana de su mejor amigo, sea su mate y destinada. Piensa que la Diosa Luna le está jugando una broma y n...
96.9K 5K 31
Disponible en dreame ... Una chica rebelde y maleducada, hija de los millonarios mas prestigiosos y reconocidos del país, cansada de que su vida viva...