East Of Heaven ~ Larry Stylin...

Por MrsHorik

6.2M 298K 489K

Harry es un adolescente víctima de bullying, todos sus compañeros lo maltratan y lo insultan por ser homosexu... Más

East Of Heaven ~ Larry Stylinson
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
AVISO
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
¡TRAILER DE LA NOVELA!
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Twitter, bitches.
Capítulo 26
Capítulo 27 - Maratón 1/2
Capítulo 28 - Maratón 2/2
Capítulo 29
Capítulo 30
AYUDA!
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Link 2ª Temporada
Capítulo 47
Capítulo 48
Aviso.
Capítulo 49 - FINAL
Epílogo ♥
Hola... Otra vez.

Capítulo 15

134K 5.9K 11.5K
Por MrsHorik

Holaa :)
Gracias por todos los comentarios y propuestas para los siguientes capítulos. Muchas habéis coincidido con que queréis algo entre Zayn y Niall... Bueno, aquí os dejo un nuevo capítulo, a ver qué os parece ♥

La voz de Johannah sonó por el salón justo cuando Louis cerró la puerta de entrada sigilosamente detrás de él, por lo que estrujé a los animales entre mis brazos, tratando de esconder sus maullidos bajo mi ropa.

El chico se acercó a mí, quedándose a mi lado para poder observar a los gatos. Alargó sus brazos y con cuidado tomó al gato marrón entre sus manos, parecía que le había cogido un afecto especial a ese animal, más que a los demás. La verdad es que yo también me había fijado en uno especial, el gato negro de patas blancas y ojos verdes. Ya tenía un nombre pensado para éste si llegaba a quedármelos.

-A éste le quiero llamar Dusty –acaricié a la cría con cuidado.

Louis frunció los labios con desagrado.

-No les pongas nombre o te encariñarás muy pronto… Y si resulta que mi madre no los quiere aquí…

-¿Louis? –Le llamó Jay desde la cocina-. ¿Eres tú?

-Hablando del rey de roma… –suspiró el chico-. ¡Sí mamá, ya estamos en casa!

-Por favor –susurré-. Intenta que se queden conmigo.

El oji-azul me entregó de nuevo al gatito sin decir nada para poder abrazarme con cuidado de no aplastarlos.

-Tranquilo, lo intentaré –me besó la mejilla y en ese momento la presencia de Jay se hizo notar.

La mujer salió de la cocina secándose las manos con un trapo blanco, un delantal verde manchado de una salsa rojiza adornando su cintura, dejándonos saber que había estado cocinando. Sus cejas se torcieron hacia abajo cuando su mirada se posó en mis brazos, visualizando a los animales, que comenzaban a trepar de nuevo por mis hombros. Lou atrapó uno de ellos, el marrón, acunándolo en sus manos.

-Chicos… ¿qué…?

-Mamá –le interrumpió Louis, dando un paso hacia adelante, poniéndose delante de mí-. Antes de que digas nada, sabemos… sé que esto no es de tu agrado y que a ti no te gustan los animales, pero era lo único que podíamos hacer, son recién nacidos y necesitan algo de cuidado… aunque nos adaptaremos a cualquier decisión que tomes… Simplemente, déjame explicarte todo.

La mujer abrió la boca para decir algo pero la cerró de nuevo, dejando que el chico continuara. Él me miró para que yo expusiera mi parte del argumento.

-Nos los hemos encontrado en una caja de cartón mientras caminábamos –comencé, captando la atención de ambos-. Personalmente me encantan los gatos, y no he podido resistir el hecho de ir a por ellos. Entonces he pensado que, al ser recién nacidos… bueno, imaginé que necesitarían ayuda… porque normalmente si son adultos se pueden apañar ellos solos, pero si los hubiéramos dejado solos con tan solo unos días de edad hubieran terminado por morir.

La mujer se cruzó de brazos y asintió con la cabeza, acordando con lo que yo decía.

-Al principio Louis me dijo que era mala idea, pero seguí insistiendo hasta que se rindió –me reí por lo bajo-. Entonces… había pensado en traerlos aquí por esta noche para darles algo de protección y mañana me los llevaría conmigo para ver a Louis entrenar, así que tan solo pasarían aquí unas horas. Sé la responsabilidad que implica tenerlos en casa, y más al ser tres, pero sé que los cuidaré perfectamente y nadie se enterará de su estancia, así que no serán ningún problema y nadie tendrá que ocuparse de ellos.

Louis se rió por lo bajo y me miró divertidamente, haciendo que me sonrojara.

-Hazza, coge aire entre palabra y palabra o te ahogarás –se burló.

De repente divisé una cabellera morena aparecer por las escaleras, dejando ver a Fizzy, llevando un vestido de tirantes blanco bastante ligero que le llegaba por encima de las rodillas, blanco con estampados azules de flores.

-Mamá, ¿qué te parece el vestid...? –giró su cabeza hacia nosotros y sus ojos se abrieron desmesuradamente, no sé si fue porque me vio a mí o porque vio a los gatitos- ¡OH DIOS MÍO!

Preferí quedarme con la segunda teoría.

Me reí inocentemente mientras la niña corría hacia nosotros, haciendo que Lottie también asomara la cabeza y bajara corriendo, preguntando qué narices pasaba.

-Hola a ti también, Fizzy –gruñó Louis.

-Calla. ¿De donde son los gatitos? ¿Nos los vamos a quedar? ¡Oh dios! ¡Qué bonitos!

-Se los encontraron Louis y Harry, y se los quedará él,  no nosotros –intervino la madre, acercándose.

-¿Me los quedaré? –sonreí con entusiasmo.

-¿Se los quedará? –la desilusión en su voz se hizo notar.

-Sí, se los quedará –sonrió mirándome a mí-. Pero solo por esta noche, mañana cuando vuelva a su casa se los llevará con él.

-¿Todos? –murmuró Lottie por detrás, haciendo un puchero.

-Hola, Lottie –se quejó su hermano mayor, siendo completamente ignorado.

Cogí los animales y se los acerqué a las dos hermanas, cada una cargó con uno de ellos, sonriendo.

-Mamá, quiero… necesito un gato –argumentó la más morena.

-Yo también –coincidió la rubia.

-Yo no voy a ser menos.

Todos nos giramos hacia Louis, que lanzaba al gato al aire y lo atrapaba segundos más tardes como si se tratara de un balón, diciéndole cualquier tontería. Sonreí ante la imagen.

-No tendremos un gato, chicos. No sois nada responsables.

-Yo sí que lo soy –protestó el mayor.

-Responsabilidad implica madurez, Lou –indicó la madre-. Y tú careces de ella, aunque deberías. Ya eres mayor.

-Crecer no significa madurar, mamá.

-Lo sé, me lo has demostrado.

Él rodó los ojos cruzando los brazos sobre su pecho y cargó su peso en una sola pierna, mientras ladeaba la cabeza.

-Vamos mamá –murmuró Lottie-. No tiene que ser tan difícil cuidar de una bolita de pelo más pequeña que la palma de la mano, además, somos cinco si incluimos a las gemelas. Cinco personas para un gatito.

-No creo que sea tan difícil –acordó Felicite.

La mujer agitó ambas manos sobre su cabeza sosteniendo el trapo blanco en una de ellas, como si se diera por vencida.

-Cuando venga vuestro padre se lo preguntáis a él, hacer lo que queráis –se di media vuelta y se metió de nuevo en la cocina, dejándonos a todos con una sonrisa satisfactoria.

Por lo que implica al resto de la tarde la pasamos escogiendo al gato que se quedarían los Tomlinson, también pensando en los nombres de los animales.

El primer gato negro, de ojos verdes y patas blancas, pensé en llamarle Dusty. Ese definitivamente iba a ser mi gato. El segundo gato, igual que el anterior pero de ojos azules, le llamamos Jess. Por último, al gato marrón al cual Louis le había cogido tanto cariño, le llamamos Molly.

Todos acordaron con quedarse con ese, así que yo me llevaría a Jess y Dusty a mi casa.

Las gemelas no tardaron en llegar con su padre y nadie puso ningún inconveniente en que Molly se les uniera a la familia.

NARRA NIALL

Un olor deliciosamente conocido entró por mi nariz cual dibujo animado cuando un fino hilo neblinoso se mete por una fosa nasal y sale por la otra, volviendo loco al protagonista, en este caso un servidor. El aroma se mezcló lentamente con el dulce perfume de las sábanas de mi amigo, volviéndolo todavía más apetecible y agradable de lo que ya de por sí era.

Mis párpados se abrieron lentamente, revoloteando un par de veces sobre mis mejillas luego siendo apretados con fuerza, tratando de despejarme. Traté de incorporarme, apoyando los codos sobre el blando colchón para poder ver algo mejor el panorama. Había estado durmiendo boca abajo en esa cama dios sabe cuánto tiempo, sin percatarme del paso del tiempo.

Poco a poco me fui despejando hasta el punto que pude sentarme en el borde de la cama sin riesgo a caer rendido de nuevo. Eché un vistazo al gran espejo que Zayn tenía colgado en su pared, sobre el tocador. Nunca llegué a entender aquella manía de poner espejos en todas partes. Yo, personalmente, odiaría que la primera cosa que viera al despertar fuera mi reflejo medio idiota, de pelos enmarañados y ojos hinchados.

En cuanto me levanté perezosamente pude notar la ausencia de mis Supras blancas. Tanteé el suelo con la mirada sin éxito alguno en mi búsqueda, así que decidí salir llevando solo mis calcetines viejos.

Al abrir la puerta de la habitación el olor se hizo más intenso y a la vez más delicioso, haciendo que mi estómago rugiera inconscientemente. Caminé por el pasillo de camino a la cocina, tratando de encontrar lo que se cocinaba. La puerta estaba entornada, por lo que la empujé ligeramente para entrar en la sala. Ahí me encontré con un muchacho alto y bronceado, pelo ligeramente despeinado, cocinado unas cuantas de lonchas de bacon.

-¿Zayn? –me llevé una mano a mi ojo derecho y lo froté perezosamente, soltando un largo bostezo.

El morocho se volteó hacia atrás con sus manos ocupadas en su tarea culinaria, dedicándome una sonrisa graciosa.

-Hombre, buenos días bello durmiente –sacó la lengua dedicándome una de sus mejores muecas de burla.

-Buenos días, Pocahontas –se rió por lo bajo ante mi saludo y se volteó de nuevo hacia su sartén, dándole la vuelta a las lonchas de bacon- ¿Qué hora es?

-Ahm… –miró hacia el techo dudando por unos segundos- Deben ser las ocho y poco, no lo sé, no llevo reloj.

-¿Tanto he dormido? –Caminé por la cocina y me planté delante de la nevera, abriéndola como si de mi casa se tratara- No deberías dejarme dormir tanto, Malik. Después por las noches no pego ojo.

-Lo siento, princesa. No imaginaba que la dulce doncella sería tan delicada.

-No te burles tanto, que te pego una hostia –le amenacé.

-Te recuerdo que aquí quien tiene la sartén al rojo vivo soy yo, Horan –alzó la espátula que estaba utilizando hacia mí, amenazándome con ella-. Intenta que se termine el día y no te hayas llevado ningún sartenazo.

Rodé los ojos y seguidamente me adentré en la nevera para buscar mejor algo que pudiera refrescarme, un fresquito agradable rozó mis mejillas. Levanté mi mano hacia una botella de cerveza y la cogí despreocupadamente, cerrando la nevera una vez estuvo en mi mano.

-¿Zayn? –Musitó una voz ronca y cansada desde el salón- ¿Niall?

Caminé  con normalidad por la cocina, abriendo cajones de par en par, buscando algo para abrir la botella.

-Negra, quiero abrir esta mierda.

-Y yo quiero un millón de euros. ¡Ya voy, Liam! –le avisó, para luego mirarme- Último cajón de la segunda estantería. Vigila el fuego, que como se queme el bacon serás tú el que se lo trague. Y no comas, que luego después no me tienes hambre.

-Siempre tengo hambre, Zayn –musité rebuscando en el dicho cajón.

El chico salió de la cocina  en busca del perdido de Liam mientras que yo seguía buscando algún chisme para abrir la botella de cerveza. Una vez lo encontré abrí el tapón metálico sin dificultad y me llevé el recipiente a la boca, finalmente saboreando la fresca y burbujeante bebida de sabor amargo. Adoraba ese tipo de placeres en mi vida.

Miré de reojo al sabroso bacon que se freía en la sartén aceitosa, prácticamente devorándolo con la mirada. Me acerqué a éste y lo volteé con la espátula mientras le daba otro trago a mi cerveza fresquita, escuchando como Zayn y Liam comenzaban a hablar de sus cosas, acercándose de nuevo.

De repente algo arañó mi tobillo desnudo, seguidamente tirando de la goma elástica de mis calcetines. Agaché la cabeza para encontrarme con una temblorosa bola de pelo marrón que se sentó impaciente a mi lado, rogando que algo de comida cayera por accidente para poder saborearla.

-Fuera, bicho –lo retiré con el pie por lo que el perro se deslizó por el suelo unos centímetros atrás. Volvió a su posición inicial a los pocos segundos-. Zayn, tu perro está violando mi espacio personal.

El morocho apareció seguido del castaño, de pelos rizados y revueltos sobre su frente, frotándose los ojos al igual que yo había hecho nada más entrar.

-Hey –le saludé, recibiendo un bostezo como respuesta.

-Hatchi, ¿qué haces aquí? –exclamó Zayn- Vete fuera, corre.

El perro se lo quedó mirando confundido.

-Perro, te habla a ti –le susurré.

El cachorro alzó su cabeza para mirarme y le hice un gesto con la cabeza para que se largara, que curiosamente entendió a la primera, obedeciendo.

Zayn sonrió y volvió a mi lado para echarle  otro vistazo a la sartén, haciendo que me apartara a un lado.

Una vez todo estuvo listo, el moreno preparó tres bocadillos de bacon deliciosos, dándome a mí el más grande. Los tres nos sentamos alrededor de la mesa del salón donde antes habíamos dejado todo lleno de pañuelos inundados de lágrimas y mocos. El chico ya se había ocupado de recogerlo todo y dejarlo impoluto, cómo no.

-Oye, ¿tienes otra cerveza? –le pregunté mientras masticaba el pan.

-No se habla con la boca llena, guarro –protestó haciendo que tanto Liam como yo voláramos los ojos-. Y no, ya es la segunda que bebes y tienes que volver conduciendo. No quiero que te mates de un accidente, no me gustan los cementerios.

-¿Insinúas que no visitarías mi lápida para dejarme flores? –alcé una ceja, Liam se echó atrás en el sofá.

-No, lo confirmo –le dio un sorbo a su botella medio vacía sin darle mucha importancia al asunto.

-Vaya amigos que tengo, joder –reí-. Ahora me dirás que tienes miedo de los fantasmas.

-¿Sabes Niall? Tengo bastante con soportarte en esta vida, no quiero tener que soportarte después de muerto –sonrió con malicia, Liam no tardó en reír ante su comentario.

-Vale, gracias –gruñí comiéndome el último trozo de bocadillo y levantándome del sofá.

-Creo que me voy a ir marchando para casa –murmuró Liam, también levantándose detrás de mí-. No quiero llegar muy tarde.

-No te enfades, Ni –se rió el morocho, para luego levantarse detrás de Liam- ¿Hablamos mañana?

-Claro, ya nos veremos para el entreno –ambos chocaron los puños en forma de despedida y se dieron un abrazo-. Lo mismo digo, Nialler.

-Adiós, guapa –le guiñé un ojo y él rió, ya de camino a la puerta de entrada.

-Rubia, coge a Hatchi antes de que salga corriendo, por favor –me pidió Zayn.

-Voy.


En cuanto Liam se fue pude notar como el estado de ánimo de Zayn cambió, ahora pareciendo más agotado, soltando suspiros cada dos por tres.

-Me tenéis agotado –se echó en el sofá mientras yo lo observaba apoyado en el marco de la puerta de la cocina-. Necesito dormir.

-¿Sabes lo que en realidad necesitas? –Comencé a caminar hacia él vacilante- Necesitas relajarte y olvidarte de todo.

-¿Y cómo quieres que lo haga?

Me apoyé en el respaldo del sofá, observándolo con una sonrisa cínica en mis labios.

-Ahogando tus penas en el alcohol –entrecerré un poco los ojos con picardía, esperando su respuesta.

-No creo que sea buena idea –se dio la vuelta sobre el sofá para darme la espalda.

-¿Sabes, Zaynie? –Me agaché para poder quedar cerca de su oído-. A veces deberías hacerle caso a lo que dice tu corazón y no tu mente.

Escuché como tragaba saliva sonoramente sin el suficiente coraje para mirarme a los ojos. Me reí por lo bajo al notar su nerviosismo.

-No tengo buenas experiencias con el alcohol, Niall –decidió volver a ponerse de pie en un solo movimiento, evitando la mirada a toda costa.

Caminé por detrás de él  y le puse una mano sobre el  hombro, acariciándolo suavemente.

-No ocurrirá nada, Zayn –lo calmé-. Estás conmigo, en tu casa, ¿qué puede pasar?

Un suspiro salió por sus carnosos labios, su cuerpo se giró lentamente hacia mí y acompañado de una sonrisa leve asintió con la cabeza.

-Voy a por más cerveza.

NARRA HARRY

Acomodé a los gatitos en una cazuela vieja que Jay me había dado aquella misma noche. Me dijo que la había estado utilizando durante años para hacer sopa, pero hacía poco habían comprado nuevos utensilios para la cocina así que estos los iban a tirar pronto.

Y ya que los gatitos no tenían ningún sitio para quedarse a dormir, tuvimos que inventarnos algo.

Llené la cazuela con trapos viejos para que se mantuvieran calientes y blanditos, seguidamente los dejé uno por uno, arropándolos.

-Hazz, déjalos ya –murmuró Louis por detrás de mí-. No necesitan tantos cuidados, son gatos.

Me giré hacia él ya que me encontraba agachado en el suelo, el oji-azul se encontraba acomodándose la camiseta del pijama. Lo fulminé con la mirada por unos segundos, cosa que hizo que levantara sus brazos como si pidiera disculpas. Ambos terminamos sonriendo.

Volví a girarme hacia los gatos y cogí la vieja cazuela para llevarla al final de la cama, dejándola reposar encima del colchón. Sentí unas cálidas manos rozar mis brazos que provocaron que se me pusieran los pelos de punta, un escalofrío recorriendo toda mi columna vertebral.

-Parece que te los vayas a comer –susurró en mi cuello con una risita, mirando a los animales.

-Cállate –rodé los ojos y me volteé para quedar cara a cara.

-Cállame.

Junté nuestras frentes compartiendo una gran sonrisa, disfrutando del momento.

-Te gusta que te calle, ¿verdad? –me reí.

Ni siquiera se dignó en contestar, ya que sus finos labios rápidamente adornaron los míos, alientos mentolados mezclándose en nuestras bocas. Esta vez, Louis decidió morder mi labio inferior como si de una fruta madura se tratara. La verdad es que realmente no me importó, ya me había acostumbrado a los besos inocentes que el chico me daba cada vez que podía y ahora tan solo esperaba que se fueran intensificando.
Me comenzó a chupar, morder y lamer los labios con dulzura como si no hubiera un mañana, yo simplemente me dejé llevar, disfrutando de cada segundo que pasaba.

Llevó sus manos a mi cuello y comenzó a caminar, repartiendo pequeños besos sobre mis labios, recorriéndolos con ansias. Sin saber por qué, comencé a reír como un tonto.

-¿Qué pasa? –al parecer mi risa le resultó contagiosa ya que se rió conmigo.

-Que te quiero mucho, eso es lo que pasa –enrosqué mis brazos alrededor de su cuello y él me condujo hasta su cama, acostándome en ella.

-Pues yo a ti no –susurró-. Yo te amo.

Solté una risita al notar sus labios sobre mi cuello, mordiendo y chupando sobre mi piel. Un suave dolor sobre éste que me dio a entender lo que Louis estaba haciendo, por lo que decidí retirarme unos centímetros.

-L-Lou –lo aparté lentamente, provocando un suave puchero por su parte-. No quiero llegar a casa mañana y que lo primero que vea mi madre sea un chupetón en medio de mi cuello.

-No lo llames así –frunció los labios y seguidamente dejó un beso en mi mandíbula-. Son mordidas de amor –rió, otro beso rodó por mi cuello.

-Como sea –lo aparté de nuevo y él gimió en modo de protesta.

-Quiero que todos sepan que ya estás ocupado por alguien –se echó a un lado, quedando tumbado en la cama a mi derecha.

-Nadie necesita saberlo –musité-. Con que lo sepa yo es suficiente.

La verdad es que no me agradaba mucho la idea de llegar al instituto y que todo el mundo viera lo que Louis y yo habíamos estado haciendo un sábado por la noche. No sabiendo que tendría a alguien ahí esperándome para burlarse de ello. Él suspiró, notando mi inseguridad.

-No quieres que nadie sepa que estás saliendo con un chico, ¿verdad? –apoyó la cabeza en la almohada, mirándome fijamente.

No me atreví a mirarle a los ojos, por lo que me di media vuelta y quedé de espaldas a él, cruzando mis brazos sobre el pecho. Unos brazos rodearon mi vientre rápidamente, empujándome hacia atrás. Era increíble pensar que hacía un par de minutos estábamos los dos riendo y ahora yo me encontraba con un nudo en la garganta que no me dejaba apenas respirar. Louis volvió a besarme, me besó la oreja, el cuello, los hombros y la espalda, ronroneando cada vez que sus labios hacían contacto con mi piel.

-No es porque me de vergüenza, Louis –musité, girando de nuevo para encararme con él-. Simplemente… Me da miedo.

Sus brazos se deslizaron por mi cuerpo hasta llegar a mi cuello, una vez ahí me acercó a él y me besó la frente, permitiendo que me escondiera en su pecho.

-No quiero que tengas miedo, amor –mis manos se agarraron a la tela de su camiseta en cuanto lo escuché decir esas palabras.

-Lou no dejes que me hagan más daño… No permitas que me vaya de aquí, no quiero irme, quiero quedarme contigo.

Lo escuché suspirar a mi lado, sus manos comenzaron a trazar pequeños círculos en mi espalda durante varios minutos. La respuesta era más que obvia. Debía volver.

La habitación se sumió en un gran silencio que terminó por relajarme. Eran las 10:49pm de la noche cuando decidí romper el silencio, alejándome un poco del cuerpo caliente de Louis.

-Lou –mi voz ronca se hizo notar, así que tosí levemente para aclararme la garganta. Él me miró pacientemente con una sonrisa en sus delgados labios, sus ojos me analizaban con dulzura dejando ver alguna que otra pequeña arruga en sus costados, haciendo que pareciera todavía más adorable-. ¿Podré dormir contigo esta noche?

Él sonrió con ternura, asintiendo con la cabeza. Pasó de nuevo una mano por mi cintura, apegándome a él, yo lo sostuve entre mis brazos cual niño pequeño que abrazaba su osito de peluche, sintiéndome protegido. Sabía que estaba siendo muy paciente conmigo ya que yo no dejaba de comportarme como un bebé, siempre pidiendo su protección, pretendiendo tenerlo todo cuando en realidad no me merecía gran parte de ello. Realmente no merecía a Louis, él era demasiado perfecto.

-Harry, ¿recuerdas que a lo largo del día he estado intentando preguntarte algo?

Asentí con la cabeza y él se removió por la cama para poder coger las sábanas, rápidamente las sacó por debajo de él, yo lo imité y, sin salir del colchón, logré destaparlo y deshacer la cama. Lou se ocupó de taparme con delicadeza, arropándome igual que yo había arropado a mis gatitos.

-¿Qué era lo que querías? –pregunté, esperando a que él terminara de acomodarse.

-Bueno… he estado pensando… –se tumbó boca arriba, así que aproveché para apoyarme en su pecho, escuchando los latidos de su corazón- Me encanta llamarte “mi” Harry, ya sabes… Pero no eres mío realmente.

-Sí lo soy –musité.

-No oficialmente –en ese momento su corazón latió con más fuerza aumentando las pulsaciones, al contrario del mío, que se paró en seco.

-¿Entonces…?

-Me gustaría que fueras mío oficialmente ahora que nos hemos visto en persona y que sabemos seguro que podremos estar en contacto… me gustaría que fueras mi novio.

Me escondí bajo las sábanas con un notable rubor tiñendo mis mejillas, ambos reímos nerviosos.

-Estoy muriendo de vergüenza, Lou –admití con un murmullo.

-Hazza… –retiró las sábanas de mi cabeza e hizo que le mirara a los ojos-. ¿Quieres ser mi novio?

Me reí de nuevo, asintiendo con la cabeza con entusiasmo. Él volvió a sonreír de aquella manera que lograba volverme loco, marcando pequeñas arruguitas en sus ojos. Trepé por su pecho para llegar a sus labios, que fueron besados por un par de segundos, soltando un dulce y tímido chasquido al finalizar.

-Novio… –suspiré y me reí de nuevo.

Hacía unas cuantas semanas me hubiera resultado realmente imposible de llegar a tal punto de felicidad, ahora estaba que explotaba de tanta que tenía en mi cuerpo.

-Ahora que es oficial y ya no tengo que preocuparme de que nadie me separe de ti… ¿Qué te parece si dormimos? –se acurrucó a mi lado, tapándose mejor con las sábanas.

-Me parece muy… –bostecé- muy bien.

Con una sonrisa cargada de ternura nos arropó a ambos de nuevo con las sábanas.

NARRA NIALL

Cerveza.
Alcohol.
Fiesta.
Risas.
Una cama.
Zayn, borracho.
Yo, borracho.
Más risas.
Más cerveza.
Más alcohol.
Las imágenes vienen y van, borrosas. Cojo la séptima, puede que la octava botella de cerveza. Le doy un trago largo, de tanto que la inclino termina por desbordarse por la comisura de mis labios. Zayn ríe. Lo imito, la botella cae al suelo ya casi vacía.
“¿Quieres más?” pregunta con dificultad, sentado en el suelo del salón. Lo miro, tiene las  mejillas rojas, al igual que sus ojos. Ladeo la cabeza, buscando el sofá. Las paredes se mueven, cuando decido dar un paso me caigo al suelo. Zayn gatea hacia mí. Sonreímos. Reímos. Nos carcajeamos. Ladeo de nuevo la cabeza, sigo tumbado en el suelo. Me fijo en su entrepierna. ¿Por qué me fijo en eso? Él sigue la dirección de mis ojos. Sonríe.
Obviamente, estaba excitado. Pienso que es el efecto del alcohol. Me doy cuenta de que yo también lo estoy. No podía ser bueno.
Nos miramos a los ojos. Nos reímos. Intento levantarme. Me imita. En pocos segundos estamos de pie. Nos miramos de nuevo. Se acerca a mí.

¿Qué mierdas está pasando?

No puede ser. Nada bueno iba a salir aquella noche.

Nos estamos besando.

Bueno, ¿qué os ha parecido?
Espero haber acertado con lo que pedíais :3 A partir de ahora las cosas se van a ir complicando... ;)
Me gustaría decir que a partir de ahora intentaré colgar capítulos cuando pase de las 300 leídas, pero en caso de que no pueda, cada viernes habrá un capítulo nuevo :D 
Cuantos más votos tenga antes colgaré ^^
MUCHÍSIMAS GRACIAS por leer, votar y comentar, ¡Seguir haciéndolo!

Besoooos xxx

Seguir leyendo

También te gustarán

121K 17.7K 47
¿cómo es posible que este casado con un fanboy? Por algo que no debió firmar taehyun es obligado a casarse con su fan que resulta ser un hombre y oc...
34.8K 2.7K 38
"Styles... Harry Styles" Observé a la secretaria buscar mi nombre en el gran expediente que tenía. "Styles, Styles, Styles... ¡Ahí está! Habita...
23.4K 1.7K 8
EDITANDO Esta historia se encuentra actualmente en edición. OJO: Edición lenta. Historia Corta En donde Zayn embaraza a Liam y tiene que hacerse carg...
199K 14.8K 26
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...