Tienes que ser tú (TQST Libro...

נכתב על ידי Zara_Black

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― Así que dime, ¿Qué te ha motivado para correr desnudo por mi instituto?―preguntó el director, Jose tragó sa... עוד

Introducción
Capitulo 1.Un nuevo comienzo
Capitulo 2.La alarma de incendios
Capitulo 3.En la biblioteca
Capitulo 4.Una muy mala idea
Capitulo 5.La feria
Capitulo 6. Dafne y Ann
Capitulo 7. El ascensor
Capitulo 8. Claustrofobia
Capitulo 9. La casa del terror I
Capitulo 10. La casa del terror II
Capitulo 11. Investigando
Capitulo 12. Maldita Bel
Capitulo 13. El partido de los jefes
Capitulo 14. Un acto heroico.
Capitulo 15.El atrapa-rayos
Capitulo 16. Bajo la lluvia
Capitulo 17. El trato
Capitulo 18. Una cita desastrosa
Capitulo 19.Sucesos inesperados
Capitulo 20. Algo obvio para todos.
Capitulo 21. Nuevos problemas
Capitulo 22. Un día explosivo
Capitulo 23. Conversaciones
Capitulo 24. Los jefes de Quevedo
Capitulo 25. Navidades en el hospital
Capitulo 27. Me gustas, ¡mierda!
Capitulo 28. ¿Celosa?
Capitulo 29. Llamadas teléfonicas
Capitulo 30. Valentin's Day
Capitulo 31.Nuestro pasado en común
Capitulo 32. Son cosas del amor..
Capitulo 33. Dan y Sonia (1º parte)
Capitulo 34. Dan y Sonia (2º parte)
Capitulo 35. Te protegeré.
Capitulo 36. No me odies por favor
Capitulo 37. Las cosas claras
Capitulo 38. El plan de Evan
Capitulo 39.¿Correr desnudo? ¡Ni loco!
Capitulo 40. Nuestro final feliz
Saga TQST y retirada de wattpad
Disponible en librerías a partir del 13 DICIEMBRE 2018

Capitulo 26. El Parque Lorca

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נכתב על ידי Zara_Black

¿Pero qué demonios? Contempló el video con horror una y otra vez mientras Bel sollozaba a su lado.

 —También me mandaron un mensaje.―habló Bel con voz temblorosa tomando el móvil de entre sus manos y enseñándole un mensaje que también había sido mandado desde el teléfono de Evan.

— "Si vuelves a tener contacto con Evan o le cuentas esto a alguien, unas costillas rotas será el menor problema de tu amigo" ―leyó Jose en voz baja haciendo que Bel se pusiese a llorar con fuerza, el castaño apretó los puños con ímpetu y estrujó el móvil en sus manos, ¿quién podía ser tan cruel como para hacerle eso a Evan y a Bel? Pero inmediatamente la respuesta llegó a su mente. Iván. ―Tienes que decírselo a Sonia o a Nora, ellas seguro que pueden hacer algo.

Bel negó con la cabeza.

 — Ya leíste el mensaje, si se lo cuento a alguien le harán daño a Evan y yo no quiero que le pase nada por mi culpa.―comentó Bel entre lágrimas sacando más pañuelos para sonarse, Jose le devolvió el móvil a la pelinegra y ella lo guardó en un cajón de su escritorio.

—Pero tienes que decírselo a alguien.―continuó Jose, no iba a permitir que el responsable de que su amigo estuviese en cama quedase absuelto.

— No y me prometiste que no se lo dirías a nadie, no quiero involucrar a Sonia y a Nora en esto, no quiero que les pase nada.―contestó Bel con desesperación aferrándose a su chaqueta y mirando con suplica, Jose respiró hondo y apretó más sus puños. ―Jose, me lo prometiste...dijiste que no se lo contarías a nadie.

— Pero Bel...―intentó protestar Jose para que la chica entrase en razón.

—¡Lo prometiste! ―exclamó ella con los ojos llenos de lágrimas, Jose apretó la mandíbula y asintió, la pelinegra lo abrazó enseguida y Jose frunció el ceño, las cosas no se iban a quedar así. ―Ya sé que debería correr y decírselo a Sonia, pero no quiero que le pase nada más a Evan, ¡no podría soportarlo!

— Está bien, no se lo diré a nadie si es lo que tú quieres.―dijo Jose intentando ocultar su enfado, ahora mismo lo menos que necesitaba Bel era que empezaran a gritarle por lo que se limitó a pasarle el brazo por encima del hombro y tratar de animarla.

—Gracias.―susurró la pelinegra intentando sonreír.

—Por cierto, ya vi el vídeo de mi caída.―contó Jose cambiando de tema para intentar animar a la pelinegra, ella soltó una pequeña risita y Jose empezó a quejarse.

Se quedó sólo una hora más en casa de Bel y tras declinar la oferta de su madre de quedarse a cenar se fue a su casa. Cuando llegó se encontró a su padre con una enorme cesta de galletas que quería entregarle al día siguiente a Evan, Jose asintió y se alegró enormemente al ver a su madre dentro de la cocina haciendo de comer, por fin una comida decente en esa casa.

                                                                * * * *

 Suspiró y negó con la cabeza, lo que estaba haciendo era una locura pero no podía quedarse de brazos cruzados viendo como Bel aceptaba tan tranquilamente apartarse de Evan para que no fuese golpeado de nuevo. Estaba rompiendo la promesa que le había hecho a la pelinegra ayer por la tarde pero prefería romper esa estúpida promesa antes de quedarse sentado sin hacer nada, es por eso que estaba sentado en un vagón del metro con una enorme cesta llena de galletas en dirección al Parque Lorca.

 La cesta de galletas había sido cortesía de su padre (porque creía que iba a visitar a Evan) aunque al principio rehusó llevarlas, finalmente decidió que no podía plantarse en casa de Nora sin algún tipo de soborno. ¿Y por qué iba a buscar a la morena? La respuesta era simple, necesitaba ayuda para averiguar qué estaba pasando. Y de los siete jefes de Góngora Nora era la única con la que más o menos se llevaba y la que menos miedo le daba.

 Siendo sincero, no se veía pidiéndole ayuda a Sonia o a Dan; a Triz ni la conocía oficialmente; Dafne y Ann le daban demasiado miedo y a Matt no le pediría ayuda ni aunque su vida dependiese de ello (por no mencionar que el chico estaba en alguna parte de Inglaterra) por lo que Nora era la única a la que podía recurrir. ¿Y por qué no contárselo a Cris? Bueno, después de ver cómo niños-indios eran capaces de capturarlo y atarlo, su amigo había perdido gran parte de su respeto; además tenía que aprovechar cualquier oportunidad que pudiera surgir con Nora.

 Se bajó del metro en cuanto vio el letrero que indicaba que había llegado a su destino, subió las escaleras y salió a la calle. Lo primero que divisó fue el enorme parque rodeado de gigantescos edificios de distintos colores, ¿y ahora qué iba a hacer? No sabía ni por dónde empezar a buscar a la morena, si es que sólo a él se le ocurriría ir allí sin saber en qué edificio vivía Nora.  Caminó por la calle, siempre sin perder de vista el parque para ver si tenía suerte y se encontraba con alguien conocido y que éste le indicase dónde carajos vivía la morena.

 Harto de dar vueltas por la calle decidió internarse en el parque para probar suerte, allí sí que tuvo mucha más suerte y vislumbró a un gran número de alumnos de Góngora que jugaban a baloncesto y a beisbol mientras los indios habían atado a varios estudiantes a un tronco y bailaban alrededor de ellos. También habían miembros de varias bandas en los bancos del parque discutiendo estrategias para arrebatarles el mando a Dafne y a Ann, Jose parpadeó confuso, sabía que muchos alumnos de Góngora vivían por allí pero nunca hubiera imaginado que fuesen tantos; prácticamente había medio instituto en ese parque y muchos de ellos eran jefes de bandas.

 —Miguel mira quién está aquí, ¡el roba novias!―Jose se dio la vuelta para encontrarse a Mario cruzado de brazos, el niño iba vestido con unos vaqueros y un chaquetón gris, al igual que en la pista de patinaje llevaba el pelo negro en pincho hacía arriba. Miguel llegó segundos después cargando un balón de fútbol y vestido de la misma forma que su hermano.―¿A qué has venido aquí? ¡Eh!

—Mario no seas tan borde.―pidió su hermano gemelo haciendo que Mario le lanzase una mirada asesina, Jose puso los ojos en blanco, ¿por qué de todas las personas tuvo que encontrarse con ese par?

— Vine a buscar a Nora, ¿os importaría decirme dónde vive?―preguntó Jose intentando sonar lo más amable que le fue posible, los dos niños se miraron entre ellos y luego se cruzaron de brazos a la vez.

— ¡Nunca! ―exclamaron los dos niños al unísono.

— Os daré galletas si me decís dónde vive.―propuso Jose enseñándoles la cesta, los dos niños se asomaron y le echaron una rápida mirada a las galletas pero luego negaron con la cabeza.

—No vas a comprarnos con tus feas galletas, ¡nunca te diremos dónde vive Nora! ¡Roba novias! ―exclamó Mario mientras a su lado Miguel asentía.

—Eso, eso... le prometimos a Matt que mientras no estuviese nosotros la protegeríamos.―declaró Miguel inflando el pecho; Jose puso los ojos en blanco, incluso desde otro país el rubio se las arreglaba para fastidiarlo.

—Pero si yo no voy a hacerle daño, sólo quiero darle estas galletas y hablar con ella.―contestó Jose con toda la paciencia que pudo, los dos niños lo examinaron de arriba abajo y luego se miraron entre ellos.

—No nos fiamos de ti, seguro que quieres robarle a Nora a Matt, porque eres un roba novias.―afirmó Mario señalándolo con el dedo; a la mierda la paciencia.

— Primero: no soy un roba novias; y segundo: Nora y Matt no y repito no son novios.―dijo Jose con voz seria y amenazante, luego se acercó a Miguel y le quitó el balón de fútbol de las manos.―Os reto a un duelo, si consigo hacer más toques que vosotros, me decís dónde vive Nora.

—Y si pierdes te irás para nunca volver, pero nos dejas las galletas.―indicó Mario mirándolo fijamente mientras Miguel le murmuraba a su hermano que lo pensase mejor; Jose extendió la mano y Mario la estrechó.

— Empezáis vosotros.―dijo Jose entregándole el balón a Mario, el niño dejó el balón en el suelo para levantarlo de una patada, entre Jose y Miguel contaron los toques que Mario dio, once antes de que el balón se le cayese al suelo. ―Ahora tú.

Miguel tomó el balón del suelo y empezó a dar toques con más torpeza que su hermano, pero aún así el niño se las apañó para llegar hasta nueve.

 — Entonces tú tienes que hacer... esto... mis once más sus nueve... que es...―Mario se puso a contar con los dedos.

—Tengo que hacer más de veinte.―sentenció Jose acercándose a dónde estaba el balón y pegándole una patada para levantarlo.

Hacer más de veinte toques, eso era pan comido. Los dos gemelos se colocaron frente a él y se pusieron a contar en voz alta, los dos miraban con admiración como lanzaba el balón lo suficientemente alto como para darle varios toques con las rodillas y luego volver a darle con los pies.

—Deja de presumir.―se quejó Mario cruzándose de brazos mientras a su lado su hermano seguía contando; Jose sonrió y lanzó la pelota al cielo para luego darle un cabezazo seguido de una patada, sin perder el control en ningún momento. ―¡Presumido!

—Veinte, veintiuno, veintidós, veintitrés, veinticuatro, veinticinco...¡nos ganaste! ―dijo Miguel con tristeza, Jose dio un último toque antes de parar y devolverles el balón; los dos gemelos lo miraron y luego se miraron entre sí. ―No nos dijiste que eras tan bueno, ¡eso es trampa!

— Eso por llamarme roba novias, y ahora decidme dónde vive Nora.―ordenó Jose, los dos niños lo miraron con cierto rencor y comenzaron a caminar, Jose recogió la cesta de galletas del suelo y caminó tras ellos.

Abandonaron el parque y caminaron hacia un gigantesco edificio de color naranja con balcones y ventanas de color blanco, se detuvieron justo en la entrada y uno de los gemelos se sacó unas llaves del bolsillo con las que abrió la puerta del portal.

 — Nora vive en el 6º-C. ―indicó Miguel, Jose asintió y entró en el edificio.

—Oye roba novias, la próxima vez te ganaré.―se despidió Mario, Jose sonrió y asintió; los dos gemelos se despidieron de él y se marcharon.

Menudos niños esos, ¿quiénes serían sus padres? Agitó la cabeza y se adentró en el edificio hasta encontrar un ascensor, apretó el botón y esperó a que las puertas se abriesen, una vez dentro pulso el botón de la sexta planta y se puso a mirarse en los espejos. Iba vestido con una cazadora negra y unos vaqueros, su pelo castaño lo llevaba como siempre, ligeramente despeinado y dándole un aspecto de chico duro; no se había arreglado más de la cuenta pero sí que estaba mejor vestido que los anteriores días.

 Se bajó en la planta indicada y buscó la puerta que debería ser la casa de Nora, caminó hasta ella y se detuvo en frente, ¿y si los gemelos lo habían engañado? Agitó la cabeza, si esa no era su casa preguntaría si conocían a la morena y punto. Con nervios apretó el timbre y esperó unos incesantes segundos hasta que le abrieron.

—¿Sí? ―preguntó un hombre de la edad de su padre, alto bastante corpulento y de mirada fija e intimidatoria.―Identifícate.

—Jose Medina, señor. ―contestó rápidamente con voz temblorosa, él hombre lo examinó concienzudamente y Jose tragó hondo, ese hombre le daba mucho miedo.―Esto...yo... venía a ver a Nora.

El hombre se hizo a un lado y le permitió pasar a la casa, cerró la puerta tras él y se colocó delante suya.

—¿Y de qué conoces a mi hija? ―preguntó el hombre abriendo un cajón del mueble que había al lado de la puerta.

—Somos compañeros de clase, yo... vine... a que me ayudase con un asunto. ―contestó Jose tratando de parecer seguro, el hombre asintió y sacó unos folios. ―Le traje galletas.

Mentalmente se llamó imbécil, pero es que no sabía que más hacer.

—Bien, relléname estos formularios y déjame tus huellas dactilares, tengo que ver si tienes antecedentes.―dijo el hombre entregándole un bolígrafo y una pila de folios, luego sacó tinta y una cartulina.

—¡Cariño, mira la pancarta que hice! ―una mujer alta de pelo castaño oscuro y ojos miel apareció de la nada con una pancarta en la que se podía leer "No a las pieles, vístete con ropa sin sangre de animal"―¿Ya estás otra vez pidiendo huellas dactilares a las visitas? Por cosas como esas nunca vienen a visitarnos.

—Pero es que quiere ver a Nora.―protestó el hombre con voz de niño pequeño.

—¿Y? Nora sabe cuidarse solita, y por cierto, Dafne está aprovechando para matar zombis en el videojuego ese.―indicó la mujer señalando hacia el salón.

—¡Dafne no seas tramposa! ―reclamó el hombre caminando hacia el salón con fuertes pisadas; Jose lo vio irse y la madre de Nora se puso a examinar las galletas. Sin embargo, el hombre se dio la vuelta en el último minuto y le lanzó una mirada asesina. ―Estaré vigilándote.

Jose asintió con miedo y el hombre se señaló los ojos y luego señaló a Jose.

 —No le hagas caso, la habitación de Nora es la segunda puerta a derecha.―reveló la madre con una sonrisa, Jose asintió y le entregó la cesta de galletas.

 Pasó por el salón y pudo ver cómo padre e hija apuntaban a la televisión con unas pistolas de juguete y disparaban al grito de "muere zombi de mierda" hasta que el comisario le dijo a su hija que cuidase el vocabulario. Avanzó por el pasillo y pasó la primera puerta que debía ser la habitación de Dafne ya que tenía varios carteles con calaveras, de "No pasar" y de "Prohibido el paso", continuó caminando y llegó hasta la segunda puerta a la derecha, al igual que la de Dafne era de color blanco y había un cartel de "Prohibido el paso", golpeó la puerta con los nudillos y esperó a que alguien le abriese pero tras varios minutos de espera decidió abrir la puerta él mismo.

 La habitación era bastante grande y luminosa, había un enorme escritorio a la entrada del dormitorio con un ordenador sobre él, a su lado habían dos estanterías llenas de libros como era de esperar; la cama estaba en uno de los laterales pegada a la pared de color naranja. Jose vislumbró a Nora tumbada sobre la cama con las piernas sobre la pared leyendo un libro mientras en cantaba la canción que en esos momentos sonaba en el ordenador. Carraspeó para llamar su atención pero al no conseguirlo se acercó al ordenador y detuvo la música, fue en ese momento cuando la morena volteó hacia él y se colocó unas gafas que había a su lado.

—¿Qué haces tú aquí?―preguntó Nora cerrando el libro y sentándose rápidamente sobre la cama con el libro en alto por si tenía que golpearlo, Jose señaló hacia fuera.

—Tu padre da mucho miedo, quería mis huellas dactilares para ver si tenía antecedentes.―comentó el moreno, ella entrecerró los ojos y Jose se sentó en la silla giratoria, dio un par de vueltas y luego deslizó la silla hasta dónde estaba la morena. ―No sabía que llevaras gafas.

—Normalmente uso lentillas, ¿qué haces aquí? ―volvió a preguntar golpeándolo en el brazo con el libro, Jose se acarició el lugar donde ella lo golpeó y le lanzó una mirada asesina. ―¿Quién te dijo dónde vivía?

—Tus vecinos los gemelos, tuve que desafiarlos para que me dijeran dónde vivías porque al parecer le habían prometido a Matt que iban a protegerte.―explicó Jose quitándole el libro de las manos para evitar futuros golpes, Nora suspiró y Jose la observó en silencio, la morena usaba unas gafas de pasta de color rojo fuerte; no se veía mal, sólo era bastante extraño verla usar gafas. ―Por cierto, te traje galletas... se las di a tu madre en agradecimiento por ayudarme a no tener que rellenar todos esos documentos.

—Jose, ¿qué haces aquí? ―preguntó Nora con seriedad, Jose respiró hondo y empezó a contarle lo sucedido ayer en casa de Bel y quién era su principal sospechoso en todo ese asunto; cuando terminó la morena estaba con el ceño fruncido y miraba hacia la nada intentando pensar.

—¿Vas a ayudarme, verdad? Puede que yo no sea de tu agrado, pero ni Bel ni Evan se merecen eso.―dijo Jose, Nora dejó de mirar hacia la nada y asintió. ―¡Genial! Estuve pensando, y Sonia dijo que había robado una cartera; si localizamos al chico podemos obligarlo a que nos diga por qué fue a por Evan.

—Las cosas no son tan sencillas como tú crees, ese chico es alumno de Quevedo...―murmuró Nora rodeando sus rodillas con sus brazos; Jose la observó en silencio, esperando a que siguiera hablando pero ella se quedó callada hasta que de repente se puso en pie. ―Voy a ponerme las lentillas, ahora vengo.

—¿Dónde vamos? ―curioseó Jose sin levantarse de la silla viendo como Nora se ponía en pie y sacaba unas botas negras del armario empotrado que había en la esquina.

— A ver a Dan, Triz ha debido mandarle a él toda la información que consiguió de ese chico.―contestó Nora colocándose las botas mientras daba pequeños saltitos para no perder el equilibrio.

—¿Y por qué no vamos a ver a Triz directamente? ―interrogó Jose apoyando los brazos sobre el respaldar de la silla y girándola hacia dónde estaba Nora.

—Porque Triz está en un pueblo perdido de la mano de dios visitando a sus abuelos hasta pasado mañana.―respondió Nora sacando una chaqueta del armario y tirándola sobre la cama, a continuación salió de la habitación sin mediar palabra.

 Jose dio una vuelta en la silla y luego se puso en pie, caminó hacia las estanterías y se puso a examinarlas. Nora tenía una gran cantidad de libros, leyó los títulos de todos ellos y como era de esperarse todos eran libros de misterio, acción y policiales; sin embargo, los libros de los estantes inferiores eran libros infantiles, seguramente los que leía cuando era pequeña. Se agachó y sacó un libro al azar, "La sirenita" leyó el castaño; qué raro, ese libro le resultaba familiar. Depositó el libro en la estantería y se puso en pie, lo siguiente que llamó su atención fueron las fotos que había pegadas en los laterales de las estanterías.

En la mayoría de ellas salía Matt con Dan y Sonia, y sólo en muy pocas se podía ver a Nora. La morena siempre estaba abrazada por Matt, a excepción de una en la que estaban Sonia y Nora delante con Matt y Dan por detrás, los cuatro con el signo de la victoria y sonriendo felizmente. 

Sonrió y siguió examinando las fotos hasta que dio con una que lo intrigó, eran seis niños; cuatro de ellos en pie y de aproximadamente diez años y dos chicas sentadas que aparentaban unos pocos años menos que los demás. Todos ellos tenían la ropa sucia y varias heridas en el rostro. Por el aspecto de las dos niñas, una rubia y otra morena, tenían pinta de ser Ann y Dafne, ambas sonreían y estaban abrazadas con los dedos pulgares en alto. Intrigado pasó a la segunda fila, al final a la derecha había una niña de cabellos muy cortos de color rojo y con varias pecas en el rostro, ese rostro le resultaba familiar pero no había nadie pelirrojo, un momento...¿Triz? ¿Esa niña de pelo rojo alborotado podría ser la peliblanca? Al no estar seguro pasó al siguiente, era un niño muy gordo, pero que muy gordo con el pelo negro y rizado ¿¡Dan?! Jose abrió los ojos de par en par, ¿ese era Dan? Pero si parecía un luchador de sumo, ¡wow! Era sorprendente que con lo gordo que era, ahora estuviese tan delgado. La siguiente era una niña morena con un vestido de color rosa y que llevaba el pelo revuelto como si acabara de pegarse con alguien, además de que estaba pellizcando una de las mejillas de Dan; Jose sonrió, sin lugar a dudas esa era Sonia. Pasó al último y no le hizo falta pensar mucho; rubio y con unos enormes ojos azules, ese era Matt.

¿Y Nora? ¿Por qué no estaba en la foto? Quería verla de pequeña, fue entonces cuando se dio cuenta de que la foto estaba doblada al llegar a Matt; por lo que Nora sí que estaba en esa foto, era sólo que la morena la había doblado para no verse. Intrigado como nunca lo había estado en su vida deslizó la mano por la estantería buscando la manera de despegar la foto y poder ver a Nora de pequeña; estaba seguro que sí la veía conseguiría recordarla.

—¿Qué haces? ―preguntó la morena sobresaltándolo tanto que dio un bote hacia atrás, Jose la miró con espanto y vio como ella estaba con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

— La foto...―dijo Jose señalando hacia la foto que estuvo a punto de despegar, Nora hizo una mueca de espanto y rápidamente se colocó entre él y esa foto. ― Yo sólo quería verte de pequeña, ¿por qué la doblaste por dónde estás tú? ¿Es que no quieres verte?

—Eso no es asunto tuyo. ―contestó la morena con voz fría y lanzándole una mirada de odio; Jose la miró sorprendido, hacía tiempo que no era tan fría con él...se dio la vuelta y salió de la habitación irritado, él sólo quería verla... ¡no tenía porque enfadarse tanto!

Nora salió tras él y cerró la puerta, ambos caminaron en silencio hasta que llegaron a la puerta del salón dónde continuaban Dafne y su padre jugando a los videojuegos mientras su madre pintaba más cartulinas reivindicativas.

 —Voy a salir.―indicó Nora haciendo que su padre la mirase.

— ¿Y dónde vas a estas horas? ―preguntó su progenitor lanzándole una mirada asesina a Jose que tragó saliva.

—Papá no son ni las seis de la tarde, y voy al bar de Sonia y luego a la biblioteca a devolver unos libros.―explicó Nora, su madre asintió y su padre señaló hacia su bolso.

—Oye, oye... así que tú eres el de las galletas, la verdad es que están muy ricas; dale saludos a tu padre.―felicitó Dafne antes de continuar jugando a los videojuegos, Jose asintió sorprendido (al final había sido una magnífica idea llevar las galletas) y siguió a Nora.

Una vez fuera la morena comenzó a bajar las escaleras sin mediar palabras por lo que la siguió hasta la calle. Giraron en una esquina y frente a ellos apareció un restaurante llamado "La pequeña Italia", Jose miró hacia Nora y ella abrió la puerta de cristal haciendo que unas campanillas sonasen. El interior del local era sencillo, todas las mesas tenían manteles blancos y un pequeño jarrón con una flor en medio. Las paredes estaban pintadas de color beige y habían cuadros con los monumentos más famosos de Italia, Jose miró a su alrededor, el local estaba bastante vacío a excepción de dos mesas que tenían un par de personas comiendo.

 —¡¿Queréis dejarme en paz?! ―Jose al escuchar el grito volteó hacia la barra y encontró a dos jóvenes de unos veinte pocos molestando a Sonia; uno de ellos le hacía trencitas en el pelo mientras él otro le daba puñetazos en el brazo.

Jose miró bien a los chicos, los dos eran bastante grandes y corpulentos, pero mientras que uno llevaba el pelo negro largo y sujeto en una coleta baja; el otro llevaba el pelo en pincho y era de color rojo, como el de Sonia.

 — Mira, nuestra hermanita se ha enfadado; ¿no te parece adorable? ―dijo el chico que le estaba haciendo las trenzas tomando una de las mejillas de Sonia y tirando de ella, por lo que la pelirroja le pegó un bofetón.

—¡Iros a la mierda! ¡Los dos! ―exclamó Sonia intentando golpear al del pelo largo que era el que había estado pegándole puñetazos, sin embargo, el chico la agarró de un solo movimiento y se la colgó de la espalda. ―¡Bájame Matti! ¡Cómo no me bajes te mato!

— Bah...una pulga como tú no puede hacerme nada.―contestó Matti mientras Sonia golpeaba la espalda del chico con fuerza. ―Creo que una pulguita está intentando pegarme, pero es tan débil que no siento nada.

—Mira, si es Nora. ¡Nora, yujuu!―exclamó el otro chico saludando a la morena, el chico con un ágil movimiento saltó por encima de la barra y corrió hacia ellos. ―¿Qué haces por aquí? ¿El comisario te dejó salir a estas horas?

¿Comisario? ¿¡Su padre era policía?!

—No es tan tarde y vine a ver a Sonia y a Dan; él es Jose, es compañero nuestro en Góngora.―presentó Nora, el chico le tendió la mano a Jose y él la estrechó.

— Soy Marco, hermano de la pulga rabiosa que ves allí. ―se presentó el chico señalando hacia Sonia que había cogido una sartén y golpeaba a Matti con ella. ―¡Eh pulga, han venido a verte!

— ¡No me llames pulga! ―gritó Sonia lanzándole la sartén a Marco que la atrapó sin problemas, Sonia al percatarse de su presencia los saludó; Jose le devolvió el saludo con miedo; ahora que veía a Sonia con sus hermanos entendía muchos aspectos del comportamiento de la pelirroja.

Marco se despidió de ellos y se metió en lo que Jose supuso que sería la cocina, Matti por su parte liberó a Sonia, la pelirroja tras pegarle una patada caminó dignamente hacia ellos.

 —¿Nos sentamos? ―preguntó la pelirroja tomando asiento en una de las mesas que habían cerca de la puerta, Nora asintió y colocó en el asiento que había frente a Sonia, Jose se quedó un rato mirando a ambas chicas hasta que decidió sentarse junto a Nora.

—¿A qué no sabes una cosa? ―preguntó Dan a Sonia saliendo de la cocina y sentándose al lado de la pelirroja, Sonia negó con la cabeza y Dan se quitó el sombrero de chef que llevaba.―Tu madre le va a poner mi nombre a una pizza, "Pizza Daniel", ¿a que suena genial?

—Vaya mierda de nombre, ¿es que quiere arruinarnos?―protestó la pelirroja; Dan le lanzó una mirada asesina y luego volteó hacia Nora y Jose a los que saludó.―Mamá debió volverse loca cuando accedió a dejarte cocinar con ella, debió hacerle caso a papá y ponerte a fregar los platos otra vez.

—Dan, ¿Triz llegó a mandarte información sobre el chico de Quevedo al que Sonia le robó la cartera?―intervino Nora para evitar una discusión entre ambos chicos, Dan asintió y sacó el móvil del bolsillo.

—¿Ocurre algo? ¿Por qué estás tú aquí?―se interesó Sonia mirando hacia Jose, el moreno miró hacia Nora y ella le hizo una señal para que le contase lo sucedido con Bel; cuando terminó de narrar lo que había averiguado la cara de Sonia era de indignación total y golpeaba la mesa con los puños.―¿¡Cómo se atreven?! ¿Y Bel en que está pensando? Ahora mismo voy a su casa a darle un par de bofetadas para que entre en razón.

— Cálmate fierecilla.―dijo Dan cruzándose de brazos y cerrando los ojos. ―Ahora que no está Matt, yo asumiré el rol de líder relajado y estratega.

—Déjale eso a Nora, anda.―contestó Sonia mirando hacia la morena.―Que la última vez que te hicimos caso acabamos en una plataforma de los limpiacristales a treinta metros de altura.

— ¿Qué averiguó Triz?―volvió a preguntar Nora, Dan miró hacia el móvil y se puso a leer.

— Pues tiene quince años, es rubio teñido de ojos marrones pero usa lentillas de color negro; sus padres tienen una tienda de deportes y es miembro importante del grupo más radical de Quevedo, "Los camisas negras" por lo que apresarlo e interrogarlo va a ser un problema.―explicó Dan levantando la mirada del móvil, Nora y Sonia se miraron con preocupación.

Jose los miró sin entender nada, ¿por qué no podían apresarlo y golpearlo hasta que confesase? Vio como Nora se recostaba sobre el asiento y Dan pasaba el brazo por encima de Sonia, la pelirroja lejos de quejarse apoyó la cabeza sobre el brazo, vistos así parecían hasta una pareja.

 —No lo entiendo, ¿por qué no podéis cogerlo? ―preguntó Jose.

—Aunque te va a parecer raro, a la hora de pelearnos con Quevedo hay una serie de normas como por ejemplo no pegarse cuando uno de los bandos se ha rendido o respetar los tratados de paz mientras los jefes así lo deseen o no delatarnos los unos a los otros a la policía; el problema de Los Camisas Negras, es que les dan igual esas normas, por lo que Góngora pactó con Quevedo no involucrar a los alumnos pertenecientes a esa banda en nada relacionado con los conflictos entre institutos.―explicó Dan con tranquilidad mientas Sonia a su lado asentía.―¡Ey! Podríamos pedirle a alguno de los jefes de Quevedo que investigase por nosotros y que los amenazase de muerte si vuelven a pegarle a Evan, así Bel no tiene que preocuparse por nada, ¿es una buena idea verdad?

—¿¡Tú estás loco o es que la masa para la pizza te ha llegado al cerebro?! Primero: no estamos tan desesperados; segundo: ellos no nos ayudarían ni aunque les pagásemos un millón de euros; y tercero: aunque estemos desesperados y estén dispuestos a ayudarnos, no tenemos como localizarlos. ―discutió Sonia a voces, Dan sonrió y miró hacia Nora.

—Primero: es por tus amigos Bel y Evan; segundo: por intentarlo no perdemos nada; y tercero: Nora puede comunicarse con Ren por e-mail y no creo que tenga problemas para comunicarse con Damien.―respondió Dan mirando hacia la morena, Jose miró a Nora ¿qué tipo de relación tenía ella con Damien? Aunque respiró con cierto alivio al saber que no tenía forma de contactar con el rubio ligón.―¿Qué te parece Nora?

—Podemos intentarlo.―contestó Nora no muy convencida.

—¡No! ¡Me niego! ―exclamó Sonia formando una X con los brazos.

—Está bien, iremos sin ti.―indicó Dan por lo que Sonia le lanzó una mirada asesina; Dan chasqueó los dedos.―O podemos dejar que vaya Nora sola.

— ¡No! ¡De eso nada!―exclamó Jose captando la atención de los tres, Nora y Sonia lo miraron con confusión y Dan soltó una risita.

— ¿Qué es tan divertido? ―preguntó Sonia tirando de uno de los rizos de Dan.

—Es que acabo de entender porque Matt le tiene manía, no entiendo cómo no me di cuenta antes.―contó Dan señalando a Jose, el moreno frunció el ceño y Sonia le tiró de otro rizo para que hablase.―Son cosas de chicos, no puedo decírtelo. 

—¡Pulga, ¿vas a pasarte toda la tarde de cháchara?! ―gritó Matti desde la barra.

— ¡Que no me llames así! ―gritó Sonia de mal humor volteando hacia Nora y Jose.―Tengo que seguir trabajando, mándale un e-mail a Ren que Dan y yo vamos contigo cuando quedéis.

— Yo también me voy a la cocina para seguir practicando con el lanzamiento de pizzas.―indicó Dan poniéndose en pie y ayudando a Sonia a salir del asiento, en cuanto la pelirroja estuvo libre salió disparada hacia su hermano al que empezó a golpear.―¿Te vas para tu casa?

— No, voy a llevar unos libros a la biblioteca.―contestó Nora señalando hacia su bolso, Dan asintió.

—Ten cuidado, Triz me dijo que Damien y Will dijeron que darían un premio a los que consiguiesen capturarte a ti o a Dafne.―contó Dan, Nora asintió y el chico se colocó el sombrero de chef antes de volver a la cocina.

Ambos se despidieron de Sonia y de sus hermanos con la mano y salieron del local, Jose miró el reloj apenas eran las siete de la tarde y ya estaba anocheciendo. El horario de invierno era un asco, caminó con Nora hasta la parada de metro y ambos bajaron a los subterráneos.

—¿Vas a ir a la biblioteca?―preguntó Jose, Nora asintió y él la detuvo sujetándola del brazo.―¿Qué pasa si te cruzas con algún alumno de Quevedo?

—Lo electrocuto.―contestó Nora con simpleza encogiéndose de hombros, Jose frunció el ceño.―Pues le atizo con un libro, ¿te gusta más eso?

—Voy contigo a la biblioteca.―aseguró Jose comenzando a caminar, Nora puso los ojos en blanco y lo siguió.

—No necesito que vengas conmigo, puedo cuidarme yo solita.―protestó Nora entrando en el vagón del metro, al ver que no habían sitios libres se quedó en un lateral sujetándose a la barra de hierro al igual que Jose que se colocó frente a ella.

—No te creo, si no fuera por mí ya te hubiera atropellado un coche, te hubieran dado un balonazo, te hubieras intoxicado por culpa de Kyle, y sigue una larga lista.―contestó Jose, ella lo ignoró y se puso a mirar por las ventanas.

Pasaron el camino en silencio, pero al contrario de lo que le pasaba con los demás no era un silencio incómodo, sólo era silencio. Nora se dedicaba a mirar por la ventana mientras él admiraba a los demás pasajeros, ahora con las vacaciones de navidad había bastante gente joven que iba de un lado a otro. Reparó en un grupo de  seis estudiantes que lo miraban para luego cuchichear entre ellos, extrañado se fijó en ellos; eran todos chicos y de aproximadamente dieciséis años, vestían camisetas deportivas y llevaban gorras de color verde. Uno de ellos levantó la cabeza y señaló claramente hacia ellos, luego se agachó y formaron un corrillo.

 —¿Qué les pasa a esos chicos? ―masculló Jose en voz baja, Nora que lo escuchó dejó de mirar por la ventana para centrarse en el lugar dónde miraba Jose.

—Mierda.―protestó la morena, Jose miró hacia ella y lo comprendió todo. Esos chicos debían ser alumnos de Quevedo, por eso los miraban tanto; estaban asegurándose de que ella era la chica a la que tenían que capturar.―En cuanto se abran las puertas, corre.

—De acuerdo.―dijo Jose viendo como los chicos se levantaban de sus asientos y comenzaban a caminar hacia ellos mientras hacían crujir sus nudillos.

Tal y como Nora ordenó ambos salieron corriendo nada más abrirse las puertas del vagón, pero como era de esperar los alumnos de Quevedo corrieron tras ellos al grito de "atrapadla". Subieron las escaleras a toda velocidad esquivando como podían a los pobres transeúntes que caminaban tranquilamente, giraron en varias esquinas y Jose miraba de reojo todo el rato para asegurarse que Nora seguía corriendo tras él; al comprobar que la chica seguía tras él deslizó la mano hacia atrás para tomarla del brazo pero ella se negó y lo animó a seguir corriendo más rápido. Jose asintió y aumentó el ritmo, corrió calle abajo y luego giró hacia la izquierda y luego a la derecha, deteniéndose sólo cuando le pareció no escuchar los gritos de los alumnos de Quevedo.

 —Creo que los hemos despis...―Jose se quedó callado al comprobar que la morena no estaba con él, miró hacia los lados pero allí no había rastro de Nora. ―¡Mierda!

Se dio la vuelta y volvió sobre sus pasos, Nora tenía que estar por ahí, ¡no podían haberla capturado! Miró por todas las calles y callejones que había pasado de largo, ¡joder! Ni siquiera sabía en qué punto del trayecto la había perdido.

Apretó los puños con frustración, ¿y si la morena había sido capturada y ahora la llevaban con el rubio ligón? Se revolvió el pelo con las dos manos, se sentía de la misma forma que cuando el coche casi la atropella; nervioso, abatido y desesperado por verla y gritarle que era una imprudente y que jamás debió separarse de él. Le daba igual llamar la atención de la calle entera, sólo quería gritarle que era una estúpida y que no iba a dar un solo paso más sin ir cogidos de la mano; le importaba un bledo que Nora se negase en rotundo, porque sabía que se iba a negar, pero no pensaba volver a perderla de vista.

Siguió caminando en silencio, ¿desde cuándo él se preocupaba tanto por Nora?  ¿podría ser que Evan tuviese razón y esa maldita preocupación significase que le gustaba? ¡Ja! ¡Eso era una locura! ¿Nora gustarle a él? ¡Imposible! Se rió ante su ocurrencia y giró por una esquina, fue entonces cuando divisó a la morena caminando con cara de indignación y jugando con el bolso.

 —Maldito Damien, cuando lo vea se va a enterar.―escuchó decir a la morena; Jose respiró aliviado y cerró los ojos agradecido porque ella estuviese bien. ―No puedo ni ir a la biblioteca sin que traten de capturarme, ¡esto es indignante!

— ¡Nora!―gritó Jose corriendo hacia ella, cuando llegó hasta ella la tomó de los hombros y comenzó a agitarla.―¿¡Dónde coño te habías metido?! ¡No vuelvas a separarte de mí, nunca; me oyes!

— Pues estuve...¡¿pero qué crees que haces?!―reclamó la morena en cuanto sintió como Jose deslizaba sus brazos por su espalda y la abrazaba estrechándola con fuerza hacia él; Jose hundió la cabeza sobre los hombros de ella y se dejó llevar por el olor a naranjas que desprendía su pelo.―¡Tú... sepárate... de mí...ya!

Gritó Nora tartamudeando, Jose sonrió y siguió abrazado a ella; seguro que estaba roja y maldiciéndolo en todos los idiomas existentes, y en cuanto se separasen le atizaría con el libro, eso sí tenía suerte porque había que recordar que también tenía una pistola eléctrica y spray de pimienta. Se separó un poco de ella para poder contemplar cómo efectivamente su rostro estaba completamente rojo y le lanzaba una mirada asesina, Jose amplió su sonrisa y acercó sus rostros hasta notar la respiración de Nora sobre su boca... ¿y si Evan tenía razón? Acarició sus narices y sintió como el suelo comenzaba a desaparecer bajo sus pies mientras su corazón latía con tanta fuerza que no estaba seguro de que fuera a permanecer en su pecho durante más tiempo; se acercó más a ella y rozó ligeramente sus labios haciendo que una corriente eléctrica le recorriese el cuerpo entero.

 —Vaya, vaya mira a quién tenemos aquí.―dijo una voz, inmediatamente Nora le pegó un fuerte empujón y lo apartó de ella, Jose se dio la vuelta y apretó los puños con fuerza cuando vio a Iván frente a él sonriendo con burla.

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