East Of Heaven ~ Larry Stylin...

By MrsHorik

6.2M 298K 489K

Harry es un adolescente víctima de bullying, todos sus compañeros lo maltratan y lo insultan por ser homosexu... More

East Of Heaven ~ Larry Stylinson
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14
Capítulo 15
AVISO
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
¡TRAILER DE LA NOVELA!
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Twitter, bitches.
Capítulo 26
Capítulo 27 - Maratón 1/2
Capítulo 28 - Maratón 2/2
Capítulo 29
Capítulo 30
AYUDA!
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Link 2ª Temporada
Capítulo 47
Capítulo 48
Aviso.
Capítulo 49 - FINAL
Epílogo ♥
Hola... Otra vez.

Capítulo 13

138K 6.5K 12.5K
By MrsHorik

Hola hola :D ¿qué tal?
Ay dios, os adoro, enserio. Aquí teneis otro capítulo, espero que os guste ♥

-¡MAMÁ! –los gritos procedentes de la cocina me asustaron nada más la puerta de la casa de los Tomlinson se abrió.

Louis soltó un suspiro pesado, sus ojos rodando hacia arriba como si ya estuviera harto de escuchar esa historia cada día. Fruncí el ceño mientras trataba de comprender la razón de todos aquellos gritos. Louis se deshizo de su gorro rojo y comenzó a caminar hacia la cocina con él en su mano, jugando con algún que otro hilo de lana que se le escapaba de las costuras, así que lo perseguí cual sombra y ambos nos paramos en la puerta de aquella sala donde se encontraban Fizzy y Phoebe… o Daisy, una de las dos gemelas, cargando platos y vasos en sus pálidas manos.

-¡AHORA NO PUEDO, FELICITE! –respondió la voz de la mujer desde el segundo piso.

-¡MAMÁ, QUE ME LLAMES FIZZY, NO FELICITE!

-¡TE LLAMO COMO ME APETEZCA, QUE POR ESO ERES MI HIJA!

-Muero por mudarme a Londres –suspiró la chica.

Mi acompañante se apoyó en el marco de la puerta cruzando los brazos con una sonrisa divertida.

-Ya estamos de vuelta –les anunció por lo bajo.

Las chicas no parecieron darse cuenta de nuestra presencia hasta que el oji-azul decidió interrumpir aquel montón de gritos con su voz. Ambas levantaron sus cabezas dejando de prestar atención a la vajilla y enfocaron sus caras hacia nosotros.

-Oh –fue lo único que la mayor se atrevió a decir, mientras que sus mejillas se volvían de un color rojo intenso sin dejar de mirarme.

Yo, tratando de ser amable, le sonreí cortésmente.

-¡Hola Harry! –gritó la pequeña.

-Hola… esto…

-Phoebe –susurró Louis a mi lado.

-Hola Phoebe –me reí finalmente.

-Hola a ti también, Lou –ensanchó su sonrisa, dejando ver una hilera de dientes blanquecinos, algunos recién salidos de sus encías-. ¡MAMÁ, LOUIS Y HARRY YA HAN LLEGADO!

-Phoebe –susurró Fizzy, enfocando de nuevo su atención a los platos, con la cara totalmente roja-. Compórtate, por favor.

-¡VALE! –gritó la madre.

Como si se tratara de un espejo, tanto Louis como Fizzy rodaron los ojos con un gesto de desprecio muy peculiar en ellos.

-Qué familia de locos… -suspiró Fizzy.

-Es una familia original –opiné.

-Te acabas cansando de ellos –habló como si los demás no estuvieran presentes-. Phoebe, lleva los cubiertos a la mesa, por favor.

La niña asintió y los cogió con cautela para no hacerse daño, luego salió de la cocina haciendo lo pedido. Su hermana cargó con todos los platos y vasos todos amontonados en sus brazos, haciendo equilibrios con ellos para que no se le cayeran y se rompieran en cientos de trozos al estallar en el suelo.

-Espera, te ayudo –me ofrecí al notar que Louis no prestaba menor interés en socorrer a su hermana y facilitarle el trabajo.

-Oh, eh… Vale, claro –ella se quedó algo parada ante mis palabras.

Con cuidado cogí un par de platos con una mano, poniendo dos vasos encima de estos; con la otra mano llegué a coger tres vasos. Mis manos grandes era un tema del cual siempre había estado avergonzándome ya que nunca en mi vida me hubieran servido para algo más que no fuera coger vasos.

-¿Mejor? –Le sonreí con ganas y la chica pareció dejar la vergüenza de lado para devolverme aquella sonrisa abiertamente.

-Sí, gracias.

Con todo esto se me ocurrió el mirar a Louis de reojo, que ahora se encontraba con cara seria mirando fijamente a la chica de cabello castaño, una línea recta formando sus finos labios, su mandíbula siendo notablemente apretada. Me encantaba aquella faceta celosa del chico, era realmente gracioso verso enfadado por algo tan básico.

-Harry, no deberías hacer eso –intervino el chico, dando un paso intimidante hacia nosotros-. Eres el invitado.

-Ya lo sé Louis, pero como he visto que no tenías la intención de ayudar a tu hermana, he tenido que hacerlo yo –respondí sin mirarle, ahora saliendo de la cocina, rozando nuestros hombros al pasar por la puerta.

-Ese no es motivo para hacerlo. Ella podría habérmelo pedido.

-No rechistes, Louis. Hago mejor el papel de hermano mayor que tú. Lo sabes.

-Yo he hecho muchas cosas por ella, ¿eh? –se defendió-. Que no le ayude con esto no significa nada. Le he ayudado muchísimas veces, le ayudé a aprender a nadar y a montar en bici, por ejemplo. Soy un buen hermano mayor.

-Bien, cielo –le resté importancia-. Ahora solo falta que plantes un árbol y que no se te muera para haber cumplido tu objetivo de persona madura y responsable.

Sonreí victoriosamente al escuchar su silencio, inundado por una pequeña risita procedente de su hermana, que me seguía por detrás.

Ambos colocamos la vajilla en su sitio correspondiente dejando que Louis nos observara con su mejor cara de odio y frustración pegada en su rostro, estrujando su gorrito de lana entre sus manos.

-Me voy a mi habitación –gruñó a mala gana, dándose la vuelta hacia las escaleras.

En ese momento me quedé quieto por unos segundos, viendo como Fizzy seguía mirándome disimuladamente por detrás de su pelo castaño. Me hubiera gustado pasar más tiempo con ella y con toda la familia, pero no me había separado de Louis desde que llegué a Doncaster y mi plan no era separarme hasta que estuviera de vuelta a mi casa.

-Esto… vuelvo luego, ¿sí?

La cara de la chica se tornó algo más apagada mientras que sus ojos se clavaron en el suelo, soltó un suspiro desilusionado.

-Claro…

Me supo mal verla en aquél estado así que sin aviso previo la estreché entre mis brazos.

-Espero poder hablar más contigo –finalicé, dejándola ir.

-Y-yo t-también…

Y en menos de dos segundos ya me encontraba corriendo escaleras arriba en busca de mi media naranja.

-Lou –murmuré mientras abría la puerta tímidamente.

Entré en su habitación guardando el silencio que ésta desprendía de por sí, cerrando la puerta con cuidado de no hacer el más mínimo ruido posible. El chico de cabellos de bronce se encontraba sentado en su cama con las piernas cruzadas y el codo izquierdo apoyado en la misma pierna, para poder dejar reposar su mejilla en su pequeña mano, mientras que con la otra mano lanzaba una pelota de tenis contra la pared contraria, creando una especie de percusión cada vez que la bola rozaba una superficie plana.

-Qué –gruñó desinteresadamente.

-¿Estás enfadado? –pregunté con hilo de voz, acercándome a su cama.

Soltó un suspiro y de repente atrapó la pelota de tenis con su mano y la dejó en la cama, mientras que dejó de apoyarse en su mano y levantó su mirada hacia mí. Vaciló por unos instantes hasta que me hizo un gesto para que me acercara, así que obedecí al instante, caminando hasta quedar junto en frente de él.

-No me ha gustado eso, y lo sabes –protestó.

-A mí tampoco me ha gustado que me obligaras a salir del coche en medio de la nada –le ataqué-. Considéralo una venganza.

-Ya te he dicho que lo siento –levantó sus manos y las dejó en mi cintura, atrayéndome a la cama, obligándome a ponerme de rodillas en ella-. Sabes que nunca lo haría y que te quiero.

-¿A sí? –sonreí y él se echó hacia atrás en el colchón, dejándome espacio para que me sentara en frente suyo.

-Sí.

-Repítelo –musité notando como Louis me empujaba hacia él con sus manos.

-Te quiero –susurró.

Ahora yo me encontraba prácticamente encima de él, sus brazos rodeando mi cintura con fuerza como si no quisieran dejarme ir. Me reí nervioso ante su posesividad.

-Yo también te quiero.

Una de sus manos pasó a mi mejilla a una velocidad vertiginosa para acercar mi rostro al suyo juntando nuestros labios una vez más. Este beso fue algo más bruto que los demás, dejando claro quién era el único que podía probar mis labios; y la verdad, no me importaba nada que lo quisiera demostrar.

-Como vuelvas a contestarme de nuevo de la manera que lo has hecho en la cocina, te pegaré –me amenazó, tirando de mí para que ambos quedáramos tumbados entre las sábanas ahora deshechas de su cama.

-No me pegar… –sus cejas se alzaron y una sonrisa autosuficiente, por lo que rápidamente me tapé la boca con las manos, sabiendo que era capaz.

-No, no lo haré –se rió, apartando mis manos y dejando un beso en mi nariz.

Suspiré y escondí mi cara en su pecho mientras que él me abrazaba con fuerza. Nunca imaginé que un fin de semana hubiera llegado a ser lo que era en esos momentos; siempre me había quedado en mi casa, sin salir siquiera a tomar un poco el aire. Yo era una de esas personas que prefería quedarse encerrado en su habitación delante del ordenador, jugando a juegos estúpidos que terminaban por aislarme del injusto mundo exterior. La verdad es que no es que no me apeteciera, sino que si quedaba era para ir a casa de Perrie, y con un poco de mala suerte siempre terminaba por encontrarme con alguien por la calle que comenzaba a insultarme o a reírse de mí.
Pero con Louis... con Louis todo era muy diferente. Con él sentía como si nada de eso me pasara, como si estuviera protegido.

Sumergí mi mente en un gran mar de pensamientos, perdiendo la noción del tiempo mientras me mantenía en silencio junto al oji-azul, que de vez en cuando soltaba un suspiro.

Llevó sus manos a mi cabeza, tirando lentamente del gorrito naranja para deshacerse de él. Cerré los ojos mientras notaba como sus dedos peinaban mis rizos enmarañados con destreza,  relajándome al instante. Si seguía acariciándome los rizos iba a terminar por dormirme.

-Oye Lou –musité con los ojos todavía cerrados-. ¿Qué me querías decir en el coche?

Se ve que esa pregunta le cogió desprevenido ya que abrió su boca en busca de una respuesta pero rápidamente la cerró, mordiendo sus labios. Abrí los ojos y levanté la cabeza para mirarle a la cara.

Sin darle tiempo a responder, alguien picó en la puerta haciendo que nuestros cuerpos, todavía entrelazados entre ellos, se giraran para ver quién era. Se sentía tan bien en sus brazos que me olvidé que toda su familia estaba en casa en esos momentos. Pero la puerta no se abrió, simplemente se escuchó la voz de la madre de Louis por detrás.

-Chicos, la comida está lista –nos anunció.

-Ya vamos, mamá –respondió mi “amigo”, para luego dirigirse a mí-. Te lo digo luego, ¿sí?


La hora de comer se pasó rápida, debido a que todos estábamos realmente hambrientos y la madre de Louis había preparado uno de los mejores pollos que había probado en mi vida. Esta vez, el chico ayudó a recoger toda la mesa.

-Nos vamos hacia arriba, mamá –anunció Louis de camino ya a las escaleras.

-Espera, ¿Harry? –me llamó la mujer.

Tanto el oji-azul como yo nos giramos hacia atrás confundidos, no sé decir cuál de nosotros pareció más extrañado.

-¿Sí? –murmuré.

-¿Podríamos… hablar? –Jay echó su vista hacia atrás mirando a su marido, que se levantó de la silla de inmediato.

-Eh… claro –tragué saliva y giré mi cabeza hacia Louis-. Ahora subo.

-Claro –frunció el ceño, dirigiéndole una mirada extrañada a sus padres.

Dicho esto, el muchacho de pelo cobrizo se encaminó hacia arriba, dejándome a solas ante el peligro.

-Harry –comenzó a hablar Jay-, primero de todo queríamos… Mark quería pedirte disculpas por lo ocurrido ayer por la noche. ¿Verdad?

El hombre asintió con la cabeza antes de ponerse en pie añadiendo un suspiro y acercándose a mí.

-Nunca fue mi intención ofenderte, Harry. No quiero que me malinterpretes y que pienses que estoy en contra de esto, porque no es cierto –me aseguró el señor Tomlinson-. Es solo que todavía no me he acostumbrado a este cambio tan radical. Pero yo siempre apoyaré las decisiones de Louis, sean las que sean, y si él piensa que tú eres la persona adecuada para él, quiero que sepas que eres bienvenido a la familia.

-Gracias señ…

-Ni se te ocurra llamarme señor, Harry –su tono amenazador me recordó al de Louis.

-Pues, gracias… ¿Mark?

El hombre me sonrió complacido, así que le devolví una de mis mejores sonrisas.

-Y por último –intervino la mujer- simplemente quería decirte que pase lo que pase entre Louis y tú, siempre podrás tenerme como una segunda madre, puedes considerar ésta tu casa, ¿sí? Ya sabes… por si algún día te… ocurre… algo.

La voz de la mujer se fue apagando, sus ojos ahora rodando hacia sus pies. Todos habíamos entendido a qué se refería.

-Eres muy amable, Jay. Te lo agradezco mucho, enserio –se me ensanchó el corazón al ver el amor que ya me habían entregado tanto Louis como su familia.

-Solo era eso, ya puedes volver con Louis –me sonrió.

Asentí con la cabeza y vacilé por unos segundos delante de ellos, dudando si debería hacer o decir algo más. Sin aviso previo caminé hacia Jay y le di un abrazo rápido, que sorprendió tanto a la mujer como al hombre que se mantenía a su lado.

-Gracias –repetí, antes de salir corriendo hacia las escaleras.

Louis se encontraba tumbado en el suelo de su habitación cuando entré, sus piernas levantadas, apoyadas en la pared, dándole pequeños golpes con los talones. En cuanto me vio bajó sus piernas para luego incorporarse y levantarse, caminando en mi dirección.

-¿Todo bien? –Me sonrió y asentí con la cabeza-. ¿Qué te han dicho?

-Tu padre se ha disculpado por lo de ayer y tu madre ahora me considera como un hijo más –expliqué.

-Pues yo no te considero como un hermano –sonrió picaronamente pasando sus manos por mi cintura.

-Eso sería raro.

Enredé mis brazos alrededor de su cuello para acercarlo más a mí.

-Sería muy sucio –se rió, su aliento ahora mentolado chocando en mis labios, cosa que me hizo recordar que yo todavía no había entrado al baño.

-Hablando de cosas sucias –me alejé de él de un tirón, como si tuviéramos un imán del mismo polo incrustado en nuestros cuerpos-, voy a lavarme los dientes, huelo a pollo.

-El pollo está bueno –trató de acercarme de nuevo a él.

-Solo cuando está en el plato.

-Pero a mí no me importa –insistió con un puchero infantil.

-A mí sí –me reí y me deshice de su agarre, dirigiéndome hacia fuera.

-¿No me dejarás que te de un simple beso? –inquirió, quedándose en la habitación mientras que yo ya salía.

-No –levanté la voz desde el pasillo.

-¿Ni uno pequeñito?

-¡No! Solo serán dos minutos, Louis.

-Cuando vuelvas te haré sufrir.

-Claro –reí.

Finalmente entré en el baño y me encerré adentro, mirándome al espejo detenidamente.



NARRA NIALL


Me paré en frente de la puerta del viejo apartamento de Zayn, echándole un vistazo a mi reloj de muñeca, que marcaba las tres y media de la tarde. Raramente, llegué treinta minutos antes de lo previsto ya que no tenía gran cosa que hacer en mi casa junto a mis padres, que comenzaban a incordiarme con temas como que debería estudiar más y ponerle más interés a las clases.

Obviamente el instituto me la traía al pairo.

Me acomodé un poco el pelo, dejándolo seguramente peor de lo que ya estaba, y rápidamente piqué al timbre. Del interior se escucharon ladridos.

Espera un segundo, ¿ladridos?

La puerta se abrió lentamente y un gran remolino de cabellos negruzcos se dejó ver por detrás, mostrando una de las mejores facetas de Zayn: el perezoso dormilón.

 -¡Cállate, Hatchi! –remugó el muy tarugo, soltando un bostezo similar al de un hipopótamo con insomnio.

Cogió a la pequeña bola de pelo del collar, apenas visible entre todo aquél escándalo peludo, impidiendo que saliera corriendo hacia mí. Caminé por su jardín sin dejar de mirar a su perro.

-¿Qué pasa, Chocolatito? –le saludé, parándome enfrente de la puerta.

-Sí que llegas pronto hoy, ¿no? –finalmente decidió coger al animal entre sus brazos.

-Me encanta la manera en la que saludas a tus invitados, Zayn. Por cierto, ¿Es eso una rata?

-No te metas con Hatchi y pasa para dentro, anda –me invitó.

Sin decir nada me adentré en la casa, dejando al morocho detrás de mí para que pudiera cerrar la puerta y dejar al perro en libertad.

-¿Hatchi? –me reí-. Me suena a hachís, Zayn. ¿Pretendes fumarte a tu perro también? Esa adicción al tabaco te tiene ciego.

-Cierra el pico, Niall –se rió conmigo, aceptando la broma-. Yo no le puse el nombre.

-¿Quién, entonces?

Ambos nos dirigimos hacia el salón siendo perseguidos por aquella pequeña bola de pelo marrón. El sofá se encontraba deshecho, por eso y por los pelos que Zayn lucía, intuí que lo acababa de despertar de un dulce y profundo sueño.

-¿Te acuerdas del centro de animales abandonados que hay al lado de la universidad? –preguntó, ahora arreglando los cojines del sofá.

-La perrera –acorté.

-No es una perrera, Niall –rechistó girándose hacia mí-. Siéntate, si quieres.

No tardé en obedecerle. Su casa era como mi casa, ambos lo teníamos más que claro.

-Claro que no, Zayn –bufé sarcásticamente-. Es un hotel de 5 estrellas, una casa de colonias. Lugar de vacaciones para animalitos independientes, la crème de la crème.

-A veces te pasas de sarcástico.

-No lo puedo controlar –sonreí abiertamente, haciendo que volara los ojos-. Entonces, ¿lo recogiste de ahí? ¿Por qué?

Se encogió de hombros y observó al perrito pasar por su lado.

-Me sentía solo y es una monada –sonrió como un bobo.

-Sigo pensando que lo cogiste porque te lo querías fumar –me burlé una vez más.

-Te voy a pegar un cojinazo si no te callas –me amenazó, sentándose a mi lado.

-Yo también te amo, Negra… Oye, ¿si te sientes solo por qué no te echas una novia? Me presento voluntario.

El moreno se rió entre dientes, mirándome picaronamente.

-Estoy esperando a mi chica ideal –se recostó en el respaldo del sofá estirando los brazos por encima, cruzando las piernas con despreocupación-. Algún día la encontraré.

-Eres un romántico –le critiqué.

-Dice el chico que hace un dos semanas me dijo que su princesa estaba de camino –se carcajeó con ganas.

-Ese era mi yo antiguo. Ahora soy un nuevo Niall, más maduro y seguro de sí mismo –me entusiasmé-. Estoy orgulloso de ser soltero. Soy libre.

-Niall –siguió riendo-, hay cosas en esta vida, como los calcetines, que se cambian día a día. Pero hay otras cosas que no, y una de esas es la manera de ser. No intentes cambiar de personalidad, no lo conseguirás.

Volé los ojos sin responder y bajé mi mirada hacia la nueva mascota de mi amigo, que se había sentado silenciosamente delante de mí mirándome con ese par de ojos redondos y brillantes.

-¿Y tú qué miras?

La bola de pelo soltó un ladrido como respuesta pero rápidamente giró su pequeña cabeza, sus orejas apenas visibles entre todo aquél pelo se levantaron al igual que todo su cuerpo, y de repente salió corriendo.

-Mierda –Zayn se levantó de un salto y salió corriendo detrás del perro.

Segundos después picaron al timbre; Liam había llegado, también antes de tiempo.


NARRA HARRY

 


En esos momentos me encontraba mirando el televisor en la sala de estar de la casa de los Tomlinson, echaban un documental de animales sobre los chimpancés, que estaba siendo completamente ignorado por mi cerebro, que se negaba a recopilar cualquier otra información que no tuviera que ver con Louis.

El padre de la familia había salido a pasear de nuevo con las gemelas, la madre salió a tomar un té con sus amigas y tanto Fizzy como Lottie se encontraban en sus habitaciones. El oji-azul se encontraba de pie en el salón, delante del teléfono; la llamada había comenzado hacía más de quince minutos.

-Sí, abuela –voló los ojos con pesadez, apoyándose en el mueble que le quedaba a la altura de su trasero-. Harry. Sí, Harry. Sí abuela, es un chico.

Desvié los ojos de los chimpancés de la pantalla del televisor para poder observar a Louis. Él me sonreía con ternura, cruzando su brazo izquierdo sobre su pecho mientras que con el otro sostenía el teléfono pegado en su oreja. Cruzó sus piernas, apoyando todo su peso en el mueble.

-No, ella ya no es nadie para mí –dejó de mirarme cuando dijo esas palabras, esperando su respuesta-. Lo sé, nana, pero es agua pasada. Ahora la única persona que quiero es a Harry.

Sonreí al escuchar sus palabras.

-Abuela, enserio, le quiero mucho –murmuró, sus mejillas ruborizándose-. ¡Él no es alguien pasajero! ¡Le amo!

Se me aceleró el pulso ante aquellas palabras, eso no lo había dicho nunca. Amar era una palabra muy fuerte, y ambos lo sabíamos. Desde que todo empezó nos habíamos dicho miles de “te quiero”, pero nada más que eso. Quizás le dábamos demasiada importancia al significado de las palabras.

Me levanté del sofá con pereza y me fui acercando lentamente a Louis, quien me miraba con curiosidad mientras escuchaba las palabras de su abuela. Una vez a su lado levanté los brazos en dirección a su cintura, por lo que el chico se incorporó, apoyándose de nuevo en el suelo con sus piernas y dejando libre su otro brazo con el que me acercó hacia él.

Lo abracé con la máxima ternura que pude, escondiendo mi rostro en su cuello repartiendo pequeños y húmedos besos en él.

-S-sí nana –titubeó-. De acuerdo, ¿quieres hablar con alguna de las chicas? Seguro que Lottie tiene muchas cosas que contarte sobre su novio –hizo una pausa en la que su abuela comenzó a hablar y el chico aprovechó para comenzar a besarme la mejilla y la mandíbula-. De acuerdo, adiós, te quiero. ¡LOTTIE, LA ABUELA AL TELÉFONO!

Me agarré con fuerza a su cintura, escondiendo mi cara todavía más en su cuello. Ese grito tan espontáneo me había asustado y prácticamente dejado sordo.

-Ay –susurré.

-¡YA VOY! –gritó la rubia desde su habitación.

Louis finalmente colgó el auricular del teléfono y sus brazos me rodearon con ansias, estrujándome a él. Me reí por lo bajo mientras él besaba mi cuello, haciéndome cosquillas.

-¿Puedes repetir lo que has dicho antes? –musité, encogiendo mis brazos para llevarlos a su pecho.

-¿Qué he dicho? –se hizo el tonto.

-Lo que sientes por mí –me ruboricé sonriendo en su cuello.

-¿Te refieres a que te amo?

Asentí con la cabeza sin dejarle ver mi rostro, seguramente colorado.

-Dilo –pedí con un hilo de voz.

-Te amo –musitó acariciando mi espalda todavía abrazándome.

-Yo también te amo –dejé caer otro beso en su cuello y él rió, haciendo que su pecho vibrara al compás.

- Harry, ¿tienes fiebre? Estás ardiendo –se carcajeó-. Apuesto a que estás rojo, déjame ver.

Le di un golpe flojo en el pecho en forma de queja, no quería despegar la cara de su cuello ya que seguramente estaba hecho un tomate.

-Cierra el pico –reí, finalmente dejando ver mi rostro.

-Tranquilo, es muy tierno cuando te sonrojas –se burló, pasando una mano por mi mejilla.

-Cállate.

-Cállame –me retó.

Y esta vez fui yo quien inició uno de los besos más cursis y románticos de la historia.

¿Qué os ha parecido? Me he puesto tierna en la última parte :')
Muchisísisimas(?) gracias por leer y comentar, de verdad, se aprecia mucho.
Seguir votando y comentando qué os ha parecido el capítulo, que nunca me canso de leeros :3

Besitos :D xxx

Continue Reading

You'll Also Like

121K 17.7K 47
¿cómo es posible que este casado con un fanboy? Por algo que no debió firmar taehyun es obligado a casarse con su fan que resulta ser un hombre y oc...
34.8K 2.7K 38
"Styles... Harry Styles" Observé a la secretaria buscar mi nombre en el gran expediente que tenía. "Styles, Styles, Styles... ¡Ahí está! Habita...
721K 65.7K 67
Harry Styles junto con su madre vivieron un momento que cambiaría toda su vida a inicios de un otoño inolvidable en 1995 cuando el pequeño rizado con...
177K 13.4K 17
Harry va a la misma cafetería siempre a la misma hora, pues sabe que Louis estará ahí.