-Tienes que tomarte esto.- Insiste Bruno, mi mejor amigo.
-De verdad que no. No creo tus cuentos de hadas. Además, son las dos de la mañana, en serio no sé cómo te metiste a mi casa. Agradecería que me dejaras dormir.-
-Escúchame bien. Se lo compré a un hombre que se dedica a estas cosas. Viajes en el tiempo, hablar con los muertos y todas esas cosas.-
-Bruno, es imposible viajar en el tiempo.-
-Bébete eso, piensa en la época en la que más quieras estar, y llegarás.-
-Bien, si no pasa nada, me debes cien dólares.-
-Ana, esto es serio. Bébetelo. Ten mucho cuidado. Cualquier detalle podría cambiar la historia y el universo entero. Cada mes allá, son dos años aquí. Cuando quieras regresar, no tienes más que tomarte esta pastilla junto con otro trago de esa cosa.-
-Si Sherlock.- Me da un abrazo cálido, y me ve nervioso.
No pierdo nada tomándome este fluorescente líquido azul, así que le doy dos tragos, pie tras pienso en Aberdeen, en 1988, un año antes de Bleach... Pienso en Kurt, pienso en Krist, y en Chad... Un dolor de cabeza espantoso ataca mi cabeza, y mis ojos se cierran de golpe. Veo unas luces... ¿Moradas? No lo sé...
Despierto en un suelo frío. Espero estar en mi cuarto, con Bruno a mi lado, riendo porque no funcionó su mágica bebida. Pero no es así. Esto ni si quiera es España. Esto es muy diferente. Es frío, hay niebla y una llovizna helada. Hay pinos por todos lados y casas de Madera alumbradas por faroles negros. Me levanto antes de que un coche pueda matarme. Seguramente Bruno me jugó una broma. Tengo que buscar una maldita tienda, un periódico o las noticas. Tengo que ver qué año es. Tengo que ver que es 2015, y comprobar que él jueguito de Bruno no es agradable.
Llego a una tienda que está abierta las veinticuatro horas. El señor que está atrás del mostrador me mira extrañado, y hasta ese momento me doy cuenta de que traigo puesta mi pijama, y seguramente mi cabello está hecho un desastre. Ni si quiera tengo dinero. Tomo uno de los periódicos, y siento que caeré desmayada al piso al ver que son las noticias de "Aberdeen" y que además, estoy en Febrero de 1988.
-Hey, niña, deja eso. Si no lo vas a comprar, no juegues con el.- Lo miro boquiabierta, y dejó el periódico en su lugar.
-¿Qué... ¿Qué año es?- Le digo muy nerviosa.
-¿Cómo que qué año es? Ponte a estudiar y deja las drogas, es 1988.- La vista se me nubla, y siento que me caeré. Miro mis manos, mis pies, y toco mi cara, esto definitivamente no es un maldito sueño. Esto está pasando en serio. ¿Cómo es posible? Tengo que ser sumamente cuidadosa con mis acciones, Dios, en serio no puedo creer que esto esté pasando. No sé dónde ni de que viviré, y si esta noche no cumplo con mi objetivo, tomaré la pastilla que me dio Bruno, y espero con eso regresar al 2015, a pesar de que tod sea una mierda por allá.
Escucho unas voces roncas acercándose hacia dónde estoy. Volteo a ver, necesito conocer un poco en este lugar. De espaldas a mi, y ellos volteando hacia el mostrador. Veo a tres chicos. Uno es sumamente alto, y su cabello es negro como la noche. El siguiente no es tan alto, pero tiene lo suyo. Su cabello es marrón, y llega un poco más abajo de sus hombros. El tercer chico, tiene el cabello despeinado, es un poco más alto que yo, su cabello brilla como oro, y están comprando dos packs de cervezas. Mi vista se vuelve a nublar, y esta vez, no siento que caeré desmayada, todo lo contrario, caigo desmayada...