¿Quieres ser mía? (JASN Libro...

By ReynaCary

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¿Jugamos a ser novios? Libro #3 ¿Quieres ser mía? ¿El último juego? Con los planes de la boda de su hermana m... More

¿Quieres ser mía? #3 (Sinopsis)
¿No quería conocerte?
¿15 minutos?
¿El modelo?
¿Lentes de contacto?
¿Advertencia?
¿Olor a lluvia?
¿Ardilla?
¿La fotografía?
¿Gemelas?
¿Eres perfecto?
¿Nena?
¿Hablar de travesuras?
¿Personalidad especial?
¿Pequeña mentirosa?
¿Nuestro personaje?
¿Soltarás mi mano?
¿Piel contra piel?
¿Uno más?
¿Arrepentidos?
¿No estoy enamorada?
¿Lazarillo?
¿Juzgar por apariencias?
¿Gemelos fraternos?
¿Igualar el marcador?
¿Demasiado tarde?
¿Quieres ser mi...?
¿No es la novia de Julián?
¿Padrino de traje?
¿Quieres ser mía?
¿Final?
¿El mito del ramo? (Final)
¿Epílogo?
¿Juegas conmigo? Información + Sinopsis
¿Juegas conmigo? Fecha de publicación.

¿Azul?

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By ReynaCary

Capítulo O8

—Lissa —gritó Brenda desde su habitación. Estaba envuelta en varias mantas y casi en posición fetal.

Odiaba estar enferma en temporada escolar. Tan sólo el hecho de faltar a una clase la hacía sentir pérdida, ahora faltar tres días seguidos por una molesta infección de garganta, un resfriado y temperatura le estresaba de sobremanera. Además que no podía ni ponerse de pie porque el cuarto se movía y la dejaba tendida en el suelo.

Y sin Jeanne ahí para cuidarla, bueno, se sentía muy sola.

También estaba tratando desesperadamente olvidar que la última vez que se enfermó, pues su hermano había estado con ella cuidándola. Hacía muchos meses de eso.

Lo que la había hecho sentirse tranquila durante esos días, a pesar de estar sola la mayor parte del tiempo, había sido la música del reproductor de Julián. Sí, lo había estado escuchando desde el día de la sesión de fotos hasta ese preciso momento en que le había aparecido una advertencia de batería baja.

Sabía que su hermana menor tenía un cargador para ese reproductor y creyó escucharla hablar en el primer piso, por lo que era suponer que ya había regresado de la secundaria. Ojalá se apresurara, porque se había quedado en su canción favorita.

En realidad todas las canciones se llamaban "Julián", estaban ordenadas como Julián 1, Julián 2, etc. lo había notado un par de horas después de haber llegado a su casa. Eran 23 canciones, ninguna tenía letra, sólo era música, que nunca había escuchado, aunque ella no era una persona que escuchase demasiada música, y mucho menos comercial, prefería seguir a los artistas independientes.

Sus canciones favoritas habían sido Julián 5, Julián 7 y Julián 9, algo en la melodía, en la fuerza de la guitarra acústica le había llamado tanto la atención. Las había repetido tantas veces que había perdido la cuenta.

Pero ya no podía hacerlo porque su hermana no se daba prisa.

—Lissa —gruñó y dio patadas aun acostada en la cama—. Lissa.

—Ella se acaba de ir —dijo Brandon y Brenda se quedó quieta debajo de las mantas. Por suerte tenía cubierto todo el rostro y su hermano no iba a poder ver su expresión—. ¿Ocupas algo? —en lugar de preguntarle parecía estar ordenándole.

—¿En serio me harías un favor? —le respondió con frialdad, aun no se atrevía a salir de campo de protección. Soltó una risita molesta—. No, olvídalo, no ocupo nada. Sólo quería hablar con mi hermana de un chico, pero esas son cosas que no puedo hablar contigo ¿verdad?

Inmediatamente quitó las mantas de su rostro e intentó ver a su hermano, seguía estando acostada y no sabía en dónde había dejado sus lentes, pero hizo el esfuerzo por encontrar el rostro de Brandon y verlo directamente a los ojos.

—Hablo en serio —le dijo a su mellizo—. No te necesito.

Él no le dijo nada más y se marchó de la habitación azotando la puerta al salir. Un segundo después Brenda se hizo un ovillo y apretó sus ojos y labios intentando apartar el dolor. Su pecho le dolía. Nunca le había dicho esas palabras a su hermano, a ninguno de ellos, si ella hubiera sido la que las hubiera recibido directamente, con la frialdad con la que las dijo, probablemente se habría encerrado a llorar todo el día.

Tal vez podía disculparse con él más tarde y echarle la culpa a su estado de salud. Pero sabía que esa excusa no se la creería, su relación estaba tan dañada que tan sólo había hecho falta tiempo antes de que alguno de ellos saliera con ese tipo de palabras.

Apretó sus manos y sintió el reproductor de música de Julián. Gracias a su pésima vista no podía ver cuanta batería quedaba, pero la mancha roja que aparecía en la pantalla estaba parpadeando. Deslizó su dedo y la mancha roja desapareció, la música siguió sonando y por suerte estaba reproduciéndose Julián 7. Desde ese momento iba a ser su favorita.

Se quedó dormida y cuando despertó su cuarto estaba oscuro, había gritado el nombre de cada uno de los habitantes de esa casa, pero nadie había respondido. Se sentó en la cama e intentó encontrar a tientas sus lentes pero sólo estaba su celular. Frustrada buscó con sus pies sus pantuflas pero al hacerlo pateó una debajo de su cama y sólo tenía una en el pie izquierdo, decidió arrojarla también a una parte de la habitación y ponerse de pie.

Caminó lentamente hasta salir de su habitación y bajó las escaleras tocando la pared con una mano y con la otra usando su celular para obtener un poco de luz, aunque no pudiese verla mucho, detestaba tanto su mala vista. Llegó hasta la planta baja y caminó hacia la cocina, por suerte ese lugar lo conocía casi de memoria y pudo moverse para encender la luz y poder para tomar un poco de agua.

Salió y caminó hacia la sala en donde también encendió la luz, estaba segura que sus padres la iban a regañar por tener las luces encendidas, pero a pesar de tener 18 años aun seguía temiéndole a la oscuridad. En realidad estaba muy orgullosa de ella en ese momento pues se encontraba sola y a oscuras, además de no ver casi nada y no había entrado en ninguna clase de ataque nervioso.

Todo lo contrario a lo que le había pasado 4 días atrás en la tormenta, ahí no había sido capaz de controlarse, tuvo tanto miedo al escuchar los truenos que simplemente intentó protegerse inclinándose y cubriendo sus oídos. Sabía que le ocurriría eso y estuvo tratando de decirle a Israel la mayor parte del tiempo, pero al parecer él aún no aprendía a identificar las indirectas que ella le lanzaba.

Soltando un suspiro se encaminó hacia el sofá pero antes de dar otro paso la puerta se abrió inmediatamente quedando a escasos milímetros de golpearle el rostro. Alguien cerró la puerta y Brenda hizo un esfuerzo por distinguir cual de sus hermanos había entrado.

—¡Brenda! —exclamó Mark—. Hermana ¿Ya estás mejor como para estar de pie? —le preguntó rodeándola con sus brazos y encaminándola al sofá—. Creo que tienes un poco de fiebre.

Brenda se apoyó completamente en su hermano, que a pesar de ser menor que ella por 3 años era unos cuantos centímetros más alto. La ayudó a sentarse aunque ella no lo necesitara pero decidió dejarse consentir un poco.

—¿No es un poco tarde para que no haya nadie en casa? —preguntó viendo alrededor tomando asiento a su lado.

Le pasó un brazo por sus hombros y ella se acurrucó en él.

—Lissa llegó pero por alguna razón se marchó sin avisarme y Brandon también pero discutimos y también se fue —le explicó en un susurro.

—Ya veo —dijo pensativo—. ¿Aun no han arreglado las cosas ambos? —ella sólo negó, pero Mark vio que estaba triste—. Sabes que no es tu culpa ¿verdad? A veces simplemente no tenemos control sobre nosotros —se rio cansado—, yo lo sabré.

Brenda levantó su rostro hacia él.

—¿Te arrepientes? —le preguntó y el volteó a verla, no estaba segura pero le pareció que estaba sonriéndole—. De ser homosexual.

—No —negó rápidamente—, al darme cuenta que lo soy me he sentido mucho mejor conmigo mismo. Había ciertas cosas que no entendía porque no las sentía como los demás, ahora lo sé, y estoy muy feliz conmigo.

—¿Cosas que no sentías como los demás? —le preguntó divertida.

Mark sonrió y dio un apretón en su hombro.

—Ya sabes, cosas como besar a una chica o simplemente ver a una. Me extrañaba que mi vista se fuese frecuentemente más a un hombre que hacia una mujer —se encogió de hombros—, me parece difícil explicarlo.

Brenda asintió pero siguió cuestionándolo.

—Nunca te lo había preguntado pero ¿cómo te diste cuenta de tu orientación sexual? Siempre he querido saber eso —murmuró para sí.

—No fue nada extraordinario, simplemente había un chico del que me sentí atraído y el resto es historia. Fue cuando te lo dije a ti —le recordó y ella sonrió.

—Debo confesar que me sentí feliz de que fueses a mí a quien recurrieras, habiendo tantas personas en esta familia decidiste venir con una hermana más loca que tienes —ambos rieron—. Al menos no fuiste con Brandon.

—Él sería mi última opción en el universo —espetó—, y respecto a la hermana más loca, lo siento, Lissa te ha ganado el puesto, no existe mujer más loca que ella. Hablo en serio.

—Entonces ¿qué tipo de hermana soy? —preguntó inconforme.

—En este momento, no lo sé, antes eras muy buena consejera, pero esta mierda que tienes que Brandon te ha convertido en una llorona. Me dan ganas de romperle la cara cada vez que lo veo —dijo con molestia—. No sé quién de nosotros está mal.

Brenda se apartó de él y alisó su cabello con las manos.

—No quiero que te lleves mal con Brandon por mi culpa —acomodó sus manos sobre su regazo y empezó a presionarlas, como hacía cada vez que se ponía nerviosa—. He tratado de ocultar esta pelea de nuestros padres, no quiero que nadie se involucre.

—Pues para mi es una mierda —protestó Mark acomodando sus brazos detrás de su cabeza—. Brandon me cae mal por ser tan estúpido.

—No digas que te cae mal tu propio hermano —dijo con pesar—. Mejor considera molesta a una cosa en lugar de una persona.

—Bien —guardó silencio y tras unos segundos de pensarlo habló—, el amor es una mierda.

Brenda asintió.

—Sí —le dio un golpe en la cabeza—. Deja de repetir "mierda" en cada oración —lo regañó viéndolo fijamente, o intentándolo.

—No tienes tus lentes de contacto ¿verdad?

—No, ¿recién te das cuenta?

—Espera aquí, iré por tus lentes a la habitación.

—¿A dónde más iría si no puedo ver? —renegó pero Mark ya se había levantado del sofá.

Apenas su hermano había subido las escaleras Brenda escuchó cuando Lissa entró a la casa haciendo ruido, arrojó la mochila a una parte y corrió hacia ella, la abrazó y empezó a sorber por la nariz.

—¿Debo de preguntar qué tienes? —dijo sintiéndose extraña.

—¿Soy una mala chica? ¿Soy fea? ¿No soy femenina? —preguntó sollozando—. ¿Qué es lo malo en mí?

—¿Quién y qué te hicieron? —cuestionó con tono de advertencia.

—¿Recuerdas al chico que estaba conmigo el día de la visita a la agencia de modelaje donde trabaja Julián? —Brenda asintió—. Pues él me había pedido ser su novia, y no hemos pasado ni una semana y ya terminó conmigo —se limpió el rostro con una mano y embarró las lágrimas en el sofá—, y cuando le pedí una explicación dijo que no era lo que buscaba en una chica. ¿Pues qué es lo que busca en una? ¡Maldito cerdo!

Qué bueno que te gustaba, pensó Brenda.

—Cualquier estúpido que no aprecie a mis hermanas —dijo Mark bajando las escaleras, pero en ese momento entró Brandon y se quedó de pie en la puerta, ambos se vieron unos segundos y él volvió a enfatizar—, cualquier hombre que no aprecie a mis hermanas no merece ser llamado así.

Llegó hasta ellas y le acomodó los lentes a Brenda. Ella sonrió con alivio al ver todo claro.

—Y sólo para aclararlo —comentó Brenda—. Lissa, de nosotras 3, eres la chica más femenina, bonita y buena persona, no hay nada malo en ti, no dejes que un chico te haga sentir menos.

—Ninguna de las dos —habló Brandon sin verlas—, dejen que les hagan eso —terminó de hablar y subió rápidamente las escaleras.

Lissa asintió mientras volvía a secar sus lágrimas.

—¿En qué momento llegó? —preguntó Brenda.

—Da igual —Mark se sentó entre las dos—. Yo las voy a cuidar.

—Por cierto —dijo Lissa—. En 5 días cumples años ¿Qué vas a querer? —le preguntó a su hermano.

—Cumpliré 16, no necesito ningún regalo, con un abrazo tuyo estaré bien.

—Fiuu! —silbó Brenda—. Qué bueno porque creo que por culpa de Julián mi cámara ya no sirve y tendré que comprarme otra. ¿Sólo un abrazo?

Mark entrecerró los ojos.

—Sí, y por favor no intentes hacerme pastel, ni galletas ni ningún postre, siempre te salen salados, incluso los que no llevan sal —le reclamó y Lissa soltó una carcajada.

—Pero todos los postres llevan sal ¿no? —dijo Brenda haciéndolos reír aunque ella lo decía en serio.

—¿Y cómo salió Julián en la sesión de fotos? ¿Crees que me puedas dar una foto para presumirla en Instagram? —preguntó emocionada.

—En primer lugar, salió genial, después de todo yo tomé las fotos y en segundo, no, ni siquiera yo tengo una foto.

Lissa sacó su labio inferior e infló las mejillas, Mark colocó sus dedos pulgar en índice en el rostro de su hermanita y le sacó el aire de las mejillas provocándole hacer un sonido extraño.

—Mínimo quiero ir a una sesión de fotos ¡por favor! —pidió suplicante—. Pide que me dejen entrar y limpio tu habitación por lo que resta del año.

—Hecho —Brenda estrechó su mano sin detenerse a pensar.

—No descansarás hasta que hayas conocido a todos los modelos del mundo ¿verdad? —preguntó Mark viendo a Lissa. Ella le sonrió enseñando todos los dientes.

—Pues se tendrá que conformar con Julián, porque es al único que conozco —señaló.

—Con Julián es más que suficiente —exclamó Lissa y Brenda sonrió. Le alegró lo rápido que su hermanita había olvidado su "rompimiento" con aquel chico—. ¿Crees que se quiera casar conmigo?

Mark reaccionó rápidamente.

—¿No es como 10 años mayor que tú?

—No. Son 11 años —contestó y él se dio una palmada en la frente—. Sólo que tendría que usar unas zapatillas con tacón muy alto el día de nuestra boda. Uno de los atractivos de Julián es su altura —la mirada de Lissa en ese momento era poesía—, aparte de su hermoso rostro...

—Y sus ojos —interrumpió Brenda. Mark volteó a verla divertido y ella se encogió de hombros, aunque sus mejillas se sonrojaron levemente, el muchacho le tocó el rostro y la notó caliente. "Tienes temperatura" le murmuró al oído.

—¡Sí! Sus ojos —exclamó Lissa—. Y sus labios, daría todo por poder besarlo en los labios aunque fuese una vez —ambos hermanos negaron al escucharla—, ya que no pude besar a Matt. ¡Sólo en la mejilla! Jeanne sí que me tomó el pelo hace unos años. ¡Brenda! Tienes que dejarme besar a Julián y tomar una fotografía de ese momento.

Brenda negó con su cabeza y se puso de pie.

—Estás loca, no les voy a tomar una fotografía. Y préstame el cargador de tu reproductor de música —le pidió caminando hacia donde estaba arrumbada la mochila, cerca de la puerta.

—Está en la bolsa de en medio —le dijo Lissa.

La puerta se abrió repentinamente y dejó a Brenda aplastada.

—¡Brenda! Castaña estúpida, me dijiste que hoy sí irías a la universidad —gritó Laini buscándola con la mirada.

Mark se puso de pie y señaló hacia la puerta.

—Es esa que aplastaste con la puerta —caminó y desapareció en el interior de la cocina.

Laini cerró la puerta y vio a su amiga sobándose la nariz.

—¿Lo siento? ¿Ya te recuperaste? Israel me fue a buscar a mi facultad para que te entregara esto —le extendió un sobre blanco con el logo de la agencia de modelaje—. Me gustaría dejar de ser la mandadera de ese hombre. Ah y esta vez no leí nada.

Sin embargo se acomodó al lado de Brenda y estuvo atenta cuando ella empezó a abrir el sobre. En el interior había una hoja impresa y una tarjeta bancaria.

Laini tomó la hoja y empezó a leer.

—Para Brenda, bla bla, le otorgamos la siguiente tarjeta bla bla, un gusto tenerla con nosotros —terminó y le dio la hoja con desinterés.

—¿Qué decía? —le preguntó la castaña.

—Nada interesante. Sólo que en esa tarjeta está tu paga por haber participado en la sesión fotográfica y otras cosas aburridas. Creí que sería algo más interesante. Para la próxima ignoraré a Israel —se quejó.

—¿A los practicantes se nos paga? —preguntó sorprendida observando el plástico rectangular.

—A mí me pagaban en el instituto por ser la presidenta del consejo y también cuando me involucré en los planos para el segundo edificio y se supone que ambas actividades contaban como practicas supongo que contigo a pasado igual.

—Igual le preguntaré a Israel o mejor a Jona.

Laini le sonrió.

—¿Ya te sientes mejor? —entrecerró los ojos estudiándola—. Te noto un poco sonrojada —le colocó las manos en las mejillas—, creo que tienes temperatura. Ve y acuéstate —le ordenó apuntando hacia las escaleras—. Necesito que vayas mañana a la universidad, te extraño, los descansos no son divertidos sin ti.

Brenda sonrió y la abrazó fuertemente. Cuando recién conoció a Laini no hubiera soltado esas palabras así de fácil, sin embargo ahí estaba, yendo a visitarla en la noche y diciéndole que la extrañaba.

—Torpe pelirroja —murmuró—. Deja que te acompañe a la parada mínimo.

—No es necesario —señaló a la puerta—. Tengo chofer.

Abrieron la puerta y Brenda asomó la cabeza, fuera había aparcada una camioneta. Rodó los ojos.

—Entonces vete tú sola —le señaló a fuera.

—Me voy —caminó hacia la salida. Se giró hacia ella—. Descansa bien porque si no te veo mañana en la universidad vendré por ti y te llevaré aunque estés enferma, en pijama y apestosa —y dicho eso se fue corriendo hacia el auto.

Brenda cerró la puerta después de que el auto arrancase. Decidió que era hora de moverse a no ser que quisiera que los demás integrantes de su familia la aplastaran con la puerta. Tomó el cargador de la mochila de su hermana y subió a su habitación.

Conectó el cargador a la toma de corriente y después el reproductor. Lástima que no tenía bocinas compatibles porque hubiese querido escuchar aquella música hasta que fuera hora de dormir. Además al día siguiente que fuera a la universidad iba a tener que entregárselo a Israel para que se lo devolviera a Julián.

* * *

Brenda entró corriendo a la recepción justo antes de que la lluvia la alcanzara. Se quedó unos segundos de pie observando a través de las puertas de cristal como caía la lluvia fuera del edificio. Esperaba que no tronara esta vez.

Se giró acomodándose la bufanda y caminó hasta la secretaria que había estado viéndola desde que entró, había sentido su mirada al instante.

—Estoy buscando a Jona —dijo Brenda y la mujer asintió, le echó un vistazo a la computadora y le indicó al estudio que debía ir—. Gracias —se dio media vuelta para salir corriendo.

—No puedes correr —le gritó alguien pero ella lo ignoró hasta que llegó a las escaleras.

Había pensado utilizar el ascensor pues iba a subir hasta el cuarto piso, pero después de haber pasado 5 días en cama sentía la enorme necesidad de mover sus piernas. Al llegar al piso indicado ya se había agitado y estaba empezando a toser, tuvo que recargarse en la pared para recuperar el aliento. Aun no se había recuperado del todo.

Apoyó la cabeza en la pared y escuchó el sonido de una guitarra, prestó más atención y la melodía se le hizo familiar. En cuanto la reconoció siguió el sonido y llegó hasta una puerta que tenía un pequeño letrero que decía "Azul". Sin llamar antes, abrió la puerta lentamente, tratando de no hacer ruido.

Dentro de la habitación estaba una muchacha sobre un banquillo sin respaldo, en una de sus manos tenía unas hojas de papel y la otra mano se apoyaba en su pecho en donde daba ligeros golpes con su dedo índice al mismo ritmo que la música. La joven empezó a cantar con voz muy suave pero, a pesar que Brenda no sabía mucho sobre canto, pudo distinguir que se escuchaba nerviosa. Mientras la observaba notó como dudaba cuando trataba de hacer un agudo.

Al verla con más detalle la identificó como la modelo que Julián había acorralado en el pasillo.

—Relájate —dijo una voz masculina. Brenda apartó la vista de la chica para encontrarse con Julián sentado en un sillón a tan solo un metro de distancia. Él estaba tocando la guitarra mientras veía con atención a la joven—, imagina que estás en tu lugar favorito —ella asintió y volvió a cantar—. Intenta hacer el próximo agudo.

No pudo hacer el siguiente agudo ni el último, justo cuando tenía que hacerlo dudaba, no tenía mala voz, pero los nervios le ganaban.

Cuando terminó la canción la joven cubrió su rostro con las hojas que tenía y negó con la cabeza.

—Nunca podré cantar si sigo así —bajó las hojas y las colocó sobre su regazo, levantó la mirada hacia Julián—, deja de escribirme canciones con tantos agudos. Apenas puedo manejar el vibrato.

El modelo apartó la guitarra y se puso de pie para acercarse a ella.

—Sé que puedes hacerlos, deberías de alejar los nervios, si no puedes cantar en este momento en que solo somos 3 ¿cómo pretendes cantar frente a miles de personas? —Brenda asintió de acuerdo con Julián, tenía mucha razón.

—¿Nosotros tres? —preguntó la chica y Julián apuntó hacia la puerta.

Brenda volteó hacia atrás pero la puerta estaba cerrada, un segundo después captó la mirada de Julián sobre ella y reaccionó. La habían atrapado.

—Hola —los saludó como si la hubiesen invitado a pasar—. Concuerdo con Julián, tienes una voz muy agradable, pero los nervios te traicionan. No permitas que te saboteen.

—Viste mi horrible actuación —se quejó la chica moviendo las piernas, dándole un golpe a Julián en la espinilla, se quejó pero ella lo ignoró para prestarle atención a la castaña—. ¿Cómo te llamas? Lo siento, olvido los nombres fácilmente.

—Brenda —contestó esta estrechándole la mano.

—Soy Azul, sí como el color —dijo rápidamente—. Antes de que lo menciones... —se interrumpió para ver acusadoramente a Julián—. ¡Deja de verla así! —le reclamó y el modelo se sobresaltó apartando la mirada de Brenda—. No es como si ella hubiese hecho algo ilegal.

Julián apartó la mirada de ambas y señaló con el dedo a Brenda.

—Tiene una bufanda con patitos —apuntó—. ¿Quién usa una bufanda de patitos a los 18 años?

—Uy, calma, hombre de mediana edad —respondió Brenda—. Además, mi bufanda es muy linda, seguro te mueres de envidia por tener una así.

—La verdad es que se ve muy tierna —dijo Azul acercándose para poder ver mejor la bufanda que rodeaba el cuello de la castaña—. Aunque no combina nada con tu ropa —finalizó.

Brenda se observó, la verdad es que no buscaba que su ropa combinara con alguna otra prenda, por eso el abrigo café que llevaba no lucía muy acuerdo con la bufanda azul llena de patitos amarillos de hule, pero al menos se sentía calientita. Y no iba a desperdiciarla. Sonrió al recordar que ese había sido un regalo para su hermana mayor pero al ver a los patitos se había negado a usarla, aun con el color amarillo.

Levantó la mirada al escuchar como Julián y Azul habían empezado a hablar sobre su canción.

—Ensayemos la 7 —dijo Julián regresando al sillón para tomar la guitarra. La joven rodó los ojos y se sentó de nuevo en el banquito—. No nos iremos hasta que te salga una bien.

—Será un largo día —respondió la chica con tristeza.

Brenda se acercó hasta ellos y se sentó en el sillón al lado de Julián. Al verla, el modelo le lanzó una mirada extraña.

—Es una práctica privada...

—¡No tienes lentes de contacto! —dijo Brenda emocionada. Toqueteó su cuello rápidamente y se molestó cuando recordó que no tenía consigo su cámara. Buscó su celular pero tampoco lo llevaba con ella porque había olvidado cargar la pila la noche anterior. Se cruzó de brazos haciendo un puchero y recargó su espalda en el sillón con molestia. Tener la oportunidad de fotografiar sus ojos y no poder hacerlo, sólo a ella le pasaba—. Tenía que ser hoy —murmuró para sí—, maldito modelo.

—No puedes estar aquí —insistió Julián.

—No está bien —habló Azul—. Creo que me puede ayudar si hay alguien más aquí. Trataré de esforzarme más.

—Como quieras —se rindió.

En cuando Julián tocó los primeros acordes Brenda sonrió. Esa era una de las canciones que había estado escuchando en el reproductor del modelo, le había gustado tanto y el poder escucharla teniendo la oportunidad de conocer la letra la hacía feliz.

Azul abrió primero un ojo y luego el otro cuando terminó de cantar. Julián le asintió con aprobación pero al voltear a ver a Brenda la vio con una expresión preocupada. ¿Tan mal lo había hecho? Si había sentido que lo hizo mucho mejor que la vez anterior.

—No pensé que tuviese una letra tan triste —dijo Brenda sin ver a ninguno de los dos—. ¿Quién la compuso? —volteó a ver a Julián acusadoramente.

Azul sonrió viendo la reacción de su amigo, él dejó la guitarra y se alejó lo más que pudo de ella pero sin levantarse del sofá. Julián nunca hacía eso, jamás. Nadie era capaz de poder con el carácter del modelo, él simplemente tenía que ver fijamente a las personas para ponerlos nerviosos y hacerlos retroceder. Por eso, ahora que se habían invertido los papeles los estaba viendo con interés.

—¿Y qué si la compuse? —preguntó el modelo y Azul rodó los ojos. Muy bien, qué respuesta tan madura, pensó la chica.

—¡Tiene una letra muy triste! —le reclamó—. Esa me encantó. La reproduje como mil veces.

—¿Cómo que la reprodujiste? —intervino la chica—. ¿Ya la habías escuchado?

Brenda asintió y sacó el reproductor de Julián de la bolsa de su abrigo. El modelo intentó quitárselo pero la castaña reaccionó rápidamente y se puso de pie mientras lo veía con burla.

—¿Se lo prestaste? —recriminó la modelo—. ¡A mí nunca me lo has prestado! Dijiste que hay cosas secretas ahí.

—No tuve opción —se apresuró a decir.

—Aquí no hay nada secreto —dijo Brenda empezando a revisar el reproductor—. Sólo un montón de canciones que tienen el nombre de Julián —ya había empezado a huir del modelo que estaba persiguiéndola para poder quitarle el aparato—. Escuché todas las canciones durante estos días que estuve enferma.

—Dámelo —exigió Julián.

Brenda negó con la cabeza retándolo con la mirada. Julián nuevamente desvió la vista y Azul sonrió. Que esa niña no se fuera nunca porque definitivamente quería seguir viendo esa nueva expresión de su amigo.

—Soy miembro del periódico universitario —comentó Brenda—. ¿Sabes lo bien que me iría si meto algún secreto del famoso Julián en la sección de espectáculos locales? —fijó la vista en el reproductor con un ligero brillo de ambición en los ojos—. El mundo sería mío.

—No seas exagerada —comentó Julián tratando nuevamente, sin éxito, de quitarle el reproductor—. ¿Qué mierda tengo qué hacer para que me lo devuelvas? Te lo presté porque no quería que tuvieras una crisis nerviosa aquél día, deberías ser más agradecida.

Ella levantó la vista.

—No digas mierda —lo regañó—. Y no pedí tu ayuda, ese día. Pero aun así, muchas gracias. Me evitaste una ida a la clínica.

Azul hizo un puchero al sentirse excluida, no sabía de qué estaban hablando ¿acaso Brenda sufría de alguna enfermedad? Julián era de esas personas que no se preocupaban por cualquier persona.

—Que me lo des —volvió a decir.

—No, es tu culpa por decir que tienes secretos aquí.

—¡Yo no lo dije! —respondió levantando la voz y volteando a ver a Azul.

La chica sonrió tímidamente y se acercó a Brenda pero en lugar de tratar de quitarle el reproductor se quedó a su lado viendo como la castaña buscaba en las diferentes carpetas.

—Esa carpeta luce sospechosa —le dijo a Brenda y ella asintió. Abrieron la carpeta pero no había nada por lo que siguieron buscando—. Tal vez tenga una fotografía vergonzosa de él.

—Eso valdría oro —murmuró.

—Suficiente —dijo Julián antes de tomar a Brenda por la cintura levantándola de suelo—. Dámelo.

Ella se removió tratando que la soltara pero no logró nada.

—Toma, Azul —le lanzó el reproductor y esta lo atrapó con dificultad.

—No sabía que hoy era día de molestar a Julián —dijo la chica viendo el reproductor, sonrió con malicia—. Esto será divertido.

—¿Te vas a poner del lado de ella? —preguntó el modelo, incrédulo.

—¿Me vas a dejar en el suelo? —cuestionó Brenda.

—No cachetona —respondió ganándose un golpe en las costillas.

—¡Bájame! —le gritó sacudiéndose.

—No y guarda silencio, las ardillas no hablan... ¡Quieres dejar de pegarme en las costillas! —la castaña negó.

—Aquí no hay nada —comentó Azul con desilusión.

—Les dije que podían quedarse si no hacían tanto ruido —dijo Jona entrando a la habitación. Se quedó de pie observándolos y negó la cabeza al ver el alboroto que tenían—. Así que todo era por ti —fijó la vista en Brenda que aun seguía entre los brazos de Julián.

—Lo siento, Jona —dijo Azul al mismo tiempo que el modelo.

—Hola acosa... Jona —saludó Brenda con una sonrisa.

* * *

—Me dijeron que venías a verme —dijo Jona sentándose en su silla detrás del escritorio. Brenda asintió dejándose caer en una de las sillas disponibles y Julián no tuvo más remedio que sentarse a su lado. Azul se había quedado en su habitación ensayando las canciones.

—Sí, verás —empezó Brenda sacando de su abrigo la tarjeta bancaria que le habían dado en la agencia, la dejó sobre el escritorio y la señaló mientras hablaba—. Hoy en la mañana revisé la tarjeta sólo por curiosidad y creo que se han equivocado. Estoy pensando que esta no es la mía porque tiene una cantidad de dinero que no creo se le paga a un practicante.

Jona asintió serio pero antes de que pudiera hablar Julián lo interrumpió.

—Es cierto —habló el modelo luciendo pensativo—. Hace un par de días que consulté me tarjeta también tenía una cantidad de dinero que no me corresponde. Te envié un correo electrónico para avisarte. Probablemente la agencia cometió un error.

Su representante asintió y de un cajón del escritorio sacó dos revistas dejándolas con la contraportada hacia arriba, las acercó a ellos y los invitó a tomar las revistas.

Brenda fue la primera en tomarla y ahogó un grito al ver la portada, al ver su reacción Julián tomó la otra revista, que en realidad era un catalogo, y al voltearla desvió la vista.

—Las fotografías de Brenda fueron utilizadas —anunció Jona—, y no solo dentro del catalogo, sino que nos pidieron la autorización para utilizar una de esas fotografías para la portada. Los malditos me despertaron a las 3 de la madrugada para hablar al respecto —dijo molesto—. A las 5 de la mañana ya estaba firmando papeles. Por eso es que tienen dinero en sus tarjetas.

—¿Por qué no me dijiste nada? —preguntó Julián intentando ocultar su felicidad.

—Porque estabas en cama con fiebre y no sé qué otras cosas más —lo acusó—. Además que soy tu representante y puedo tomar esas decisiones sin importarme un comino tu palabra.

Jona en realidad no era un mal representante, pero por el trabajo a veces solía estresarse y ponerse de mal humor, más si no fumaba sus cigarrillos, cosa que Julián no le dejaba hacer mucho menos en la agencia.

—Deberías estar feliz igual que ella —señaló a Brenda que había subido los pies a la silla y escondía su rostro con los brazos.

—No luce muy feliz —murmuró Julián y se acercó un poco a ella—. ¿Estás llorando?

—Por supuesto que no —respondió en voz baja—. Estoy tratando de no hacerlo.

—Por cierto, niña —habló Jona haciendo que Brenda levantara su rostro—. Probablemente Israel estará un poco molesto, te sugiero que le lleves esto —le acercó una caja blanca de cartón y la muchacha lo observó extrañado esperando que prosiguiera—. Me imagino que estará molesto cuando se entere que ninguna de sus fotografías fueron elegidas para el catalogo, aun no se lo he dicho, pero todas las que incluyeron fueron tuyas. Incluso decidieron usar 4 fotografías de las que tomaste en la lluvia, eres una niña con suerte.

Brenda se puso a hojear el catalogo hasta que llegó a la sección de ropa masculina o más bien debieron llamarla la sección de Julián pues se encontraba él, después un modelo desconocido y de nuevo Julián, así en cada página. Regresó rápidamente a la portada y la observó con detenimiento, en realidad tenía ganas de llorar, la que usaron era la "foto libre" que le había tomado al final, aquella donde Julián salía sonriendo sin ver a la cámara; tenía la mirada ligeramente inclinada, las gotas de agua caían de su cabello y sujetaba la chaqueta como si estuviera a punto de quitársela.

Seguía sin creérselo.

—Tú debes estar agradecido —comentó Jona viendo a Julián—, tenías rato sin aparecer en una portada. La buena noticia...

—¿Hay más cosas buenas? —preguntó Brenda con los ojos brillosos.

—Sí. Los quieren a ambos —los señaló—, para una nueva campaña y así como vamos, probablemente, habrá mucho trabajo para ustedes muy pronto —el hombre apartó la vista y revolvió unos papeles, unos minutos después los vio y frunció el ceño—. Ya pueden irse —les ordenó y ambos se pusieron de pie.

Brenda tomó la caja blanca, su tarjeta junto con el catalogo y se apresuró a salir apenas despidiéndose torpemente. Estaba tan feliz que quería llegar a contarle a su familia todo lo que le había pasado. Pensar que había estado molesta por todas las clases que había perdido a consecuencia del resfriado la hacía reír en ese momento.

* * *

—¿Hablas en serio? —preguntó Israel con sorpresa, tenía una enorme sonrisa que Brenda dudaba que la noticia le hubiese sentado mal. Ella asintió en respuesta y su amigo se apresuró a abrazarla separando sus pies del piso y sacudiéndola hacia los lados—. ¡Felicidades! Te lo mereces, no hay nadie más que se lo merezca más que tú.

Ella le devolvió el abrazo y se separó de él.

—Deberíamos entrar a la agencia, aquí hace mucho frío —sugirió la castaña metiendo sus manos en los bolsillos de su abrigo.

Durante toda la tarde del día anterior Brenda estuvo tratando de contactar con Israel y cuando lo consiguió quedaron de verse en la agencia al día siguiente, pues él aun tenía que hablarle sobre el estado de su cámara.

Aunque fuese increíble en ese momento no le importaba mucho su cámara pues aun estaba feliz de la noticia que había recibido el día anterior y con el apoyo que había obtenido en su casa aun se sentía en las nubes.

—Primero vamos a entrar a ver una sesión con un fotógrafo extranjero, te sugiero que prestes atención —le avisó Israel con ánimo—. Después saldremos a cenar a donde quieras para celebrar.

Brenda sacudió su cabeza al escucharlo decir aquello y sintió una incomodidad en su estómago, decidió no prestarle atención y asentir con una sonrisa.

Caminaron hasta llegar al estudio en donde el equipo se estaba preparando, aun no estaba el fotógrafo ni los modelos por lo que supuso que era temprano pero aun así el ambiente se sentía muy tenso, las expresiones del staff lo decían todo.

—Iré por unas botellas de agua, vuelvo en seguida —anunció Israel—, si quieres ve agarrando asiento.

Él desapareció y Brenda buscó con la mirada algo con qué entretenerse. Sobre una mesa vio algo familiar y se apresuró a correr.

Julián se acercó a la mesa que estaba frente a él para tomar el guión que Jona le había dejado. Al levantar la vista vio como Brenda se apresuraba corriendo hacia su dirección. La chica llegó y dejó caer sus manos sobre la mesa para soltar unas palabras extrañas.

—Aquí estás. Juro que nunca me alejaré de ti. Eres mi único amor.

******************************

Sí, regresé con nuevo cap, y qué mejor que publicarlo a las 4 a.m :D

Si les gustó no olviden dejarme una estrellita o un comentario :D


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