La vida de Ux

By NSanchez0000

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Uxue es una adolescente que, por culpa de la crisis, se encuentra de la noche a la mañana obligada a empezar... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
GLOSARIO

Capítulo 20

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By NSanchez0000


 Estamos sentados en la arena mientras Aquiles corretea detrás de una tonta gaviota que no se decide a alzar vuelo.

—¿A qué quieres dedicarte dentro de unos años? ¿Has pensado lo que vas a estudiar cuando acabemos el instituto?

Es domingo, ya ha pasado una semana desde la boda y este viernes se acabaron las clases. Desde entonces no dejo de pensar, que si Ángel no hubiera sufrido aquel tonto accidente con la moto, este fin de curso hubiera supuesto su graduación. Tenemos un año más para pensar en todo eso, pero la pregunta no deja de formularse en mi cabeza y en mi caso no tengo respuesta.

Ángel me mira y esboza su magnífica sonrisa, esa que hace que me tiemblen las rodillas y se forme un huracán en el estómago. De verdad, tiene que dejar de mirarme así o no respondo.

—¿No lo sabes?

Le observo extrañada. ¿Por qué habría de saberlo? Me estrujo la cabeza pensando si me lo ha contado en algún momento y no le he prestado atención. Si así ha sido, acabo de quedar de pena.

—Pues no... —digo con duda—. ¿Debería?

Su carcajada hace que la gaviota se asuste y salga escopetada, con lo que Aquiles se acerca a nosotros frustrado por haberse quedado sin diversión.

—Piensa un poco. —Me da un suave golpecito con el dedo índice en el centro de la frente—. Si atas cabos no debería resultarte tan difícil...

Me cruzo de brazos enfurruñada por el hecho de que no me lo quiera contar sin más, pero después decido que la mejor solución es descubrirlo y darle en las narices.

—Vale, déjame pensar.

—Si lo aciertas, te doy un beso. —Me alienta con un tono que demuestra lo divertido que le resulta todo esto.

—¿Qué pasa? ¿Chantaje? ¿No me ibas a besar de todas formas?

—Tienes razón. De acuerdo, entonces como aliciente, dejaré que elijas tú lo que quieres a cambio.

Eso me parece mejor. Le devuelvo la sonrisa y comienzo a pensar en lo que sé de él. Le gusta la fotografía. Lee todo lo que cae en sus manos pero que yo sepa no escribe. Creo que por ahí voy mal. A ver, vive en un pueblo y le encanta, aunque tiene amigos en la ciudad. No sé si eso significa que estaría dispuesto a vivir en una. Me doy cuenta de que estoy divagando sin llegar a ninguna conclusión interesante. Lo intento por otro camino, miro a Aquiles y pienso en los campamentos, ¿quizás le guste ser monitor? Pero lo más relevante de su estancia allí fue Aquiles...

De pronto tengo una intuición que me hace atar los cabos de los que él hablaba. Aquiles, mi gatita Beltza, los animales de la granja, el zorro que no quiso atropellar. Le gustan, le importan, disfruta ocupándose de ellos.

—¡Dios mío! Ya está, ¡quieres trabajar con animales!

Ángel asiente.

—Muy bien, pequeña Sherlock.

¿Cómo no me he dado cuenta antes?

—Pero ¿qué es lo que quieres hacer exactamente? ¿Ser veterinario o así?

—Justo eso. Siempre he estado rodeado de animales, es algo que me encanta.

Vaya, me sorprende que lo tenga tan claro.

—¿Y cuál es tu plan?

Ángel se inclina hacia mí y puedo notar el entusiasmo en su voz.

—En realidad lo tengo todo más pensado de lo que imaginas. El veterinario del pueblo, se jubilará en unos pocos años y está dispuesto a que le eche una mano y después me quede con su consulta. Ya sé que puede parecer poca cosa, ser el veterinario de la zona, pero él colabora con el Centro de conservación de fauna y con un par de asociaciones que se dedican a la recogida de animales abandonados.

—Suena genial...

Sin embargo, una pregunta me ronda la mente. ¿Dónde encajo yo en todo esto? Ya sé que apenas hemos empezado algo, que somos unos críos y mañana todo puede irse al garete, pero me gustaría pensar que podemos tener un futuro juntos y ver que para él está todo tan decidido, no ayuda.

—¿Y tú?

Vaya, la gran pregunta. Me encojo de hombros.

—No tengo nada pensado.

—Pero algo te gustará especialmente...

Me doy cuenta de que apenas he analizado mi futuro y que el próximo curso tendré que elegir carrera. Me retuerzo las manos, nerviosa.

—¿Leer? No creo que de eso se viva. En fin, me tendré que poner a ello cuanto antes, visto que "otros" lo tienen tan claro.

Ángel me coge de la cintura y me acerca a él dando por zanjada la conversación. Hunde la cabeza en mi cuello y su voz suena más grave cuando me pregunta:

—Y bien, ¿cómo quieres que te pague el haber acertado?

Echo un vistazo a mi imagen en el espejo de la entrada antes de salir. Mis padres ya me están esperando y aunque preferiría ir sola hasta la playa, no le veo mucho sentido a esperar cinco minutos en casa solo para que me saquen ventaja. Da igual, no tardaré en deshacerme de ellos.

—¿Has cogido chaqueta?

El título de "Mejor madre del mundo" se consigue cumpliendo varios requisitos. Uno de ellos es hacer preguntas de ese tipo. Las madres nunca piensan en que no se trata de llevar chaqueta o no. Se trata de si luego te la pones.

—Sí, ama —agito la chaqueta de punto para que se quede tranquila antes de llegar a su lado.

—Hacía años que no íbamos a una fiesta de San Juan en la playa.

Mi padre está entusiasmado con la idea y no seré yo la que le quite la ilusión.

—Mientras no te emborraches, te dé por saltar una hoguera y te prendas fuego...

Él frunce el ceño pero sé que no está enfadado.

—Oye... ¿Quién es aquí el padre? Eso te lo debería decir yo a ti.

—Yo sé cuidarme...

Según nos acercamos al paseo de la playa, más gente se nos une y algo me dice que esto es como las bodas. Va todo el pueblo. Hasta el abuelo que no sale de casa en todo el año, hoy estará viendo las fogatas.

La playa está preciosa, iluminada por hogueras de distintos tamaños. Hay un enorme puesto de comida típica: pulpo, cachelos, pimientos, churrasco y filloas de postre. En otro puesto cercano, están preparando una olla gigantesca de queimada y al fondo hay un pequeño escenario donde una animada orquesta toca bailables.

—¡Pues sí que cunde la recaudación del santo! —exclamo sin ningún pudor.

Mi madre me arrea un codazo y me señala con la cabeza dos señoras de edad avanzada que se santiguan mientras cuchichean.

Se me olvida que no todo el mundo es tan poco creyente como yo. Esas mujeres ya me habrán tachado de bruja o algo peor.

Me despido de mis padres y me dirijo a una zona bastante apartada donde me dijo Paula que podría encontrarles. Al llegar entiendo por qué han elegido un lugar tan alejado del resto del bullicio y en el que apenas hay luz. Para que no se vea el montón de litros que han llevado. Han encendido una fogata pero es tan pequeña que apenas ilumina la cara de los que están sentados a su alrededor.

—Hola —saludo al llegar.

Están todos, como siempre y las chicas se acercan a hablar conmigo mientras el resto continúa en su corrillo bebiendo.

—¡Por fin has llegado! —exclama Paula un poco pasada de alcohol.

—Pensábamos que nos habías dado plantón —Noa alza las cejas en un gesto que me deja claro lo que piensa.

—Ya os dije que vendría...

Y ahí está parte del problema. Que ante su insistencia para que hoy quedara con ellas, el plantón se lo tuve que dar a Ángel cuando me preguntó qué planes tenía. Me sentí fatal, pero le prometí que más tarde nos veríamos y le reservaría una parte de la noche. Es difícil contentar a todo el mundo.

Paula me coge del brazo y tira de mí.

—¡Genial! Porque Manuel ha preguntado un montón de veces por ti.

No me da tiempo a pensar en lo que me está diciendo y para cuando me quiero dar cuenta me arrastra al corrillo y me sienta con ella junto al resto. Alguien me ofrece un vaso y al cogerlo, veo que es Manuel. ¡La muy puñetera me ha sentado a su lado! Me da rabia que Paula quiera que me lie con él cuando sabe que estoy con Ángel. Entiendo que piense que así sería todo más fácil, pero si de verdad fuera mi amiga, me respetaría a mí y a la persona que he elegido como pareja.

Doy un trago totalmente enfadada y sin pensar.

—¡Ey, tranquila! Bebe despacio o te sentará mal —me dice Manuel empujando mi vaso hacia abajo.

—Hola Manuel. Verás, es que me acabo de dar cuenta de que una de mis amigas está empeñada en fastidiarme. —No sé por qué se me ha ocurrido ser tan sincera en este momento. Aunque hay poca luz, veo su gesto de extrañeza y decido que no vale la pena explicarme—. Bah, olvídalo.

Aun así, él no pierde las ganas de hablar.

—Tu primer San Juan aquí, ¿no?

Asiento mientras me termino el vaso. Él se ofrece a llenármelo de nuevo.

—Sí. Es bonito, aquí en la playa... en Bilbao lo celebramos en un parque que hay muy grande, con conciertos y tal, pero he de decir que así también tiene su encanto.

—Yo nunca me lo pierdo. Las fogatas tienen algo especial...

Vaya, ahora nos vamos a poner místicos. Decido llevar la conversación por otro lado.

—Bien. Y me puedes decir, ¿por qué estamos aquí bebiendo cuando hay un montón de comida y bebida gratis ahí mismo?

Señalo los puestos y él se echa a reír.

—Cierto. Luego nos acercaremos a comer algo, pero la bebida... ahí solo hay ribeiro y cerveza. Y en cuanto a la queimada... ¿la has probado?

—Nunca.

—Bien, cuando la bebas, entenderás que con un vaso es más que suficiente.

No sé por qué lo dirá, pero supongo que sabrá de lo que habla así que decido no cuestionarle. Nos pasamos un buen rato más allí sentados, hablando y bebiendo mientras de fondo suena la orquesta de barrio.

Cuando ya he perdido la noción de cuántos vasos he bebido, la cantante avisa de que es la hora de la queimada y casi agradezco levantarme por fin y acercarme a la fiesta. Manuel no se separa de mi lado y al llegar a las hogueras, veo que han sacado la gran olla y una señora con aspecto adusto, prende el líquido mientras recita en voz alta:

"Mouchos, coruxos, sapos e bruxas. Demos trasgos e diablos, espritos das nevoadas veigas. Corvos, pitingas e meigas, feitizos das menciñeiras..."

Muchos se unen al conjuro y a mí se me ponen los pelos de punta al oír tantas voces al unísono recitando tan larga plegaria. No entiendo nada, pero hay algo de antiguo y poderoso en ello. Al acabar, el fuego desaparece y la mujer comienza a servir con un cazo, vasos del líquido embrujado.

—Espera, yo me encargo —me dice Manuel.

Se acerca a la señora y no tarda en regresar con dos vasos. Me lo paso cerca de la nariz y el olor no es nada halagüeño, parece alcohol de desinfectar.

—¿De verdad me lo tengo que tomar? —pregunto intentando escaquearme.

—Piensa que te protegerá del mal de ojo. Venga, de un trago. Una, dos y ¡tres!

Me tapo la nariz y trago sin pensar. Al acabar me arde todo, la boca, la lengua, la garganta... ¡incluso el estómago!

—¡Argg! Esto es veneno.

Pero no puedo evitar reírme porque la vida está para hacer cosas nuevas y esta es una más de ellas.

Daniela se acerca a nosotros con los ojos llorosos.

—Menos mal que con el fuego pierde parte del alcohol, que si no... ¡nos mata! Vamos a por algo de comer.

Nos acercamos todos al puesto, donde mucha gente ya hace cola para coger una ración. Miro a mi alrededor, extrañada de no haber visto todavía a Ángel pero sigo sin encontrarle entre la multitud. Decido que si en la próxima hora no le veo, le mandaré un mensaje. No quiero que piense que no tengo ganas de pasar un rato con él...

El problema es que no pasa una hora, sino dos. Tengo tanto alcohol en sangre que he perdido la noción del tiempo y si no llego a tener la tripa llena de churrasco, seguramente estaría aún peor. Cuando miro el móvil en busca de un mensaje y veo la hora, casi me da algo y decido llamar a Ángel cuanto antes. Suenan varios tonos antes de oír descolgar, pero nadie contesta al otro lado.

—¿Hola? ¿Ángel?

—Hola.

Suena enfadado y yo cruzo los dedos para que no sea así.

—¿Dónde estás? No te he visto en toda la noche...

—En casa.

—¿En casa? No lo entiendo... quedamos en vernos en la fiesta.

Le oigo resoplar por el teléfono e intento pensar cuál es el problema pero mi mente no anda precisamente rápida. Él se encarga de aclarármelo.

—¿Y qué querías? ¿Qué te esperara toda la noche mientras veo cómo te diviertes con tus amigos?

Recalca las dos últimas palabras y sé que eso significa que me ha visto con Manuel. ¡Maldita sea! La culpa es mía, tenía que haber quedado con él y en vez de eso, he bebido más de la cuenta, le he estado riendo las gracias a un chico que no me interesa y he perdido el tiempo con unas amigas a las que les importo un pimiento.

—Lo siento. Se me pasó la hora... pero no quiero que pienses así. Sabes que ni siquiera quería quedar con ellos, que lo he hecho por contentar a Paula. Venga, ¿por qué no vuelves y pasas lo que queda de noche conmigo?

Me preocupa el silencio en el otro lado de la línea y prácticamente estoy aguantando la respiración.

—Está bien. Ahora voy.

Un suspiro de alivio escapa de mi boca.

—¡Genial! Te espero en el paseo.

Cuelgo y busco con la mirada al resto del grupo, están lo suficientemente despistados como para que me largue sin que se den cuenta. Me siento en el muro del paseo dispuesta a esperarle y no tardo ni cinco minutos en ver aparecer su moto. Aparca frente a mí y cuando se quita el caso aún está serio. ¿Qué pensabas Uxue? ¿Qué con dos palabras tuyas se le iba a pasar el mosqueo?

Me acerco a él un poco cohibida pues no estoy acostumbrada a meter la pata.

—Soy una idiota.

—No sé por qué dices eso... —responde negando.

—Porque he pasado más de media noche con gente que no me interesa en vez de estar con quien quiero estar...

Aprovecho mi confesión para acercarme un poco más a él y aunque parece que quiere hacerse el difícil, veo una leve sonrisa aparecer en sus labios. Me envuelve entre sus brazos y yo me dejo hacer.

—No me importa que quedes con tus amigos. Me fastidia que hablemos de quedar y te olvides de mí.

—¡Te juro que pensaba que era más pronto! Venga... vamos a bailar un rato.

Tiro de él y aunque no parece por la labor, finalmente se pone en marcha. Nos acercamos a la zona de la verbena y agradezco que la música que suena sea lenta. No estoy yo para muchos meneos. Nos mezclamos entre la gente y comenzamos a bailar.

—¿Hoy no te importa que nos vea tu padre? —pregunta con sarcasmo.

Apoyo la cabeza en su pecho y me acerco más a él.

—Algún día se tendrá que enterar... Además no creo que ande a estas horas todavía por aquí.

Bailamos unas cuantas canciones así, casi sin movernos, disfrutando de nuestro abrazo. Sin embargo, como con las leyes de Murphy, si tiene que pasar algo, pasará y si se tiene que saber algo, se sabrá.

—Vaya, ¡por fin te encontramos!

La voz de Paula me sobresalta e inconscientemente me separo de Ángel de golpe, como si me hubieran pillado haciendo una trastada.

Miro a Paula que está a mi lado con Manuel. Más allá hay algunos del grupo bailando y haciendo el idiota, pero está claro que ella no nos va a dejar tranquilos.

—¿Cómo se te ocurre marcharte sin avisar? —continúa—. Estábamos preocupados.

No me creo sus palabras y me gustaría saber qué trata de conseguir.

—Había quedado con Ángel...

—¡Ah! Después de estar tonteando con Manuel en la boda, pensaba que lo tuyo con Ángel se había acabado.

Miro su sonrisa incapaz de creerme las palabras que han salido de su boca. ¿De verdad acaba de decir eso? Me da igual que esté borracha, se le ha ido la mano con el comentario.

—¡Yo no estuve tonteando con él! —respondo cabreada.

—Le dijiste que con Ángel no tenías nada serio...

El corazón se me sube a la garganta. No me creo que haya sido capaz de decir eso en voz alta. Manuel detrás de ella me mira avergonzado y cuando me vuelvo hacia Ángel, la expresión de su cara me dice que sabe que es cierto.

—Ángel...

Doy un paso hacia él, pero se aparta y la decepción de su rostro me rompe por dentro. Echa a andar y yo intento seguirle, sin embargo, Paula me sujeta del brazo y yo me giro con brusquedad.

—¿De qué vas? ¿Por qué has dicho eso?

—Uxue, es mejor así. ¿No te das cuenta? No encaja contigo, ni con nosotros...

—Paula ¡déjame en paz!

Echo a andar entre la gente intentando localizarle, pero no le veo. Al alejarme de la verbena, me detengo y escudriño a mi alrededor. No hay rastro de él. Manuel llega corriendo y se coloca frente a mí para que le preste atención.

—Lo siento.

Sigo mirando por las fogatas, intentando ignorarle.

—Lo digo en serio. Se lo conté antes, pero no pensé que lo diría delante de él. Puedo hablar con Ángel y explicarle...

Me detengo y le miro. Realmente parece preocupado, sin embargo tiene que entender que me da igual lo que me diga.

—Manuel, las explicaciones mejor en otro momento.

Le dejo allí plantado y voy al paseo, hasta el lugar donde Ángel dejó la moto. Ya no está. ¿Habrá regresado? Resignada emprendo el camino de vuelta a casa, esperando poder hablar con él y arreglar las cosas. Aunque entendería que no quisiera saber nada de mí. "Esta noche te has cubierto de gloria, Uxue". Primero pierdo la noción del tiempo y me olvido de él y después esto. Me siento fatal, sobre todo porque Paula no ha dicho nada que no sea cierto. Tonteé con Manuel aunque no me interesaba, simplemente porque estaba celosa de la chica que estaba con Ángel en la boda. No puedo dejar de pensar que he sido una idiota y bien me merezco que me mande a paseo. Cojo el móvil y le envío un mensaje. "Habla conmigo". No obtengo respuesta. "Voy de camino a casa. Espero que estés allí y me des la oportunidad de explicarme". Mando el segundo mensaje y hago el resto del camino esperando recibir una respuesta. Nada. Con el corazón en un puño y la respiración agitada por las prisas atravieso la puerta de entrada de nuestra parcela y me acerco a mi casa, dispuesta a mirar si Ángel está en la playa, pero al llegar a mitad de camino, le veo sentado en la valla que separa su terreno del nuestro. Respiro aliviada y acelero aún más el paso para llegar hasta él.

—Lo siento —digo con voz entrecortada. Observo su rostro serio y sé que aunque esté allí sentado no me lo va a poner fácil.

—¿Es la frase del día? —pregunta con rabia que deja ver lo enfadado que está.

Aparto la mirada avergonzada.

—Eso parece. Ángel, lo que ha dicho Paula...

—Era cierto —me interrumpe—. Yo mismo te vi en la boda. No puedes negarlo. Y no me vale que digas que yo estaba haciendo lo mismo. Te aseguro que tu actitud y la mía eran totalmente diferentes. Pero entiendo que te guste Manuel, es un buen partido ¿no?

Levanto la vista y estudio su mirada. ¿Lo está diciendo en serio?

—A mí no me gusta Manuel... —me fastidia tener que aclararlo porque pensaba que era obvio—. Sí, en la boda le seguí el rollo y hoy ha sido Paula la que se ha empeñado en juntarme con él, pero todo eso no significa nada. ¡Nada!

—Esto no es solo por él, simplemente tengo la sensación de que no lo tienes claro y tú misma estás boicoteando nuestra relación.

Ahora sí que me he perdido. ¿Por qué piensa así?

—¿Por qué crees eso?

—Porque creo que esto no tiene que ver conmigo sino contigo —dice con una nota de resignación en su voz—. Cuando te hablé de mis planes a futuro, vi tu expresión. Tú no has decidido nada, aún no sabes lo que quieres pero verme tan convencido te ha echado para atrás.

No puedo quitarle razón a lo que dice y saberlo hace que un fuerte dolor se instale en mi pecho.

—Siempre he pensado que viviría en la ciudad y quiero viajar mucho, quiero conocer esos lugares que veo en las revistas.

Ángel suelta una carcajada.

—¿Qué crees? ¿Que yo no quiero salir de aquí y conocer otros lugares? No son cosas incompatibles, pero tengo la sensación de que un pueblo como este nunca será suficiente para ti. Que yo nunca seré suficiente para ti. Y te estás bajando del carro antes de tiempo. En ningún momento te he pedido que pienses en nosotros a largo plazo, somos jóvenes para eso, solo te pido que seas sincera mientras estés conmigo.

—Yo... aún no sé lo que quiero.

—Pues tendrás que averiguarlo.

—¿Y mientras? —en mi interior estoy rezando para que no me diga que lo mejor es dejarlo.

Ángel baja de la valla de un salto y se acerca a mí.

—Te daré espacio. Verás, me llamaron para ir de monitor durante el verano. No tenía pensado aceptar, pero ahora creo que es lo mejor. La verdad es que el dinero me vendrá muy bien y así tú tendrás tiempo para pensar.

Trago saliva con dificultad. Se va, se aleja de mí. No voy a verle durante todo el verano...

—Oh, bien. Esos niños tendrán suerte de contar contigo —respondo intentando no llorar —. ¿Cuándo te irás?

—Por la mañana. Creo que es lo mejor. Los campamentos no empiezan hasta el día uno, pero un amigo que también es monitor me ha invitado a su casa hasta entonces, si aceptaba el trabajo. Le avisaré de camino. Sé que no habrá problema por su parte...

Deja de hablar cuando se da cuenta de que estoy llorando como una idiota. He intentado aguantarme, porque no me gusta parecer débil, pero saber que en unas horas se va, ha podido conmigo.

—¿Por qué lloras? —pregunta preocupado.

—Lo siento. —Me siento superada por el momento—. Sé que he hecho cosas mal, que no tenía que haber dejado que Paula me mangoneara, no haberle seguido el rollo a Manuel, pero no quiero que lo dejemos...

Ángel me abraza con fuerza y yo hipo contra su pecho.

—No lo estamos dejando... no seas tonta. Te estoy dando tiempo para pensar porque quiero que tengas las cosas claras.

Me separa con delicadeza y acerca sus labios a los míos. En el momento en que estos se juntan, le beso con desesperación, pensando en el tiempo que no podré tener un momento así con él. Sé que no está cerrando las puertas a nada y sin embargo lo siento como una despedida definitiva.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que por fin nos separamos pero se me hace insoportable pensar en dejarle ir. ¿Tanto le necesito?

—Cuídate, ¿vale? Y cuida de Aquiles, no me lo puedo llevar y le vendrá bien tu compañía.

—¿Hablaremos?

—Creo que es mejor que no mantengamos contacto hasta que decidas si quieres estar conmigo o no. —Al ver mi expresión se apresura a explicar—. No es lo que piensas. Me resultaría difícil hablar contigo y mantener la distancia. Espero que cuando sepa de ti, sea porque hayas decidido que sigamos juntos. Tengo que irme, he de organizar varias cosas.

Me besa de nuevo, salta la valla y sube hacia la casa sin volver la vista atrás.

Me acerco a mi ventana y entro por ella a mi habitación. Me cambio de ropa sin dejar de pensar en sus palabras y cuando me acuesto sé que no me será fácil conciliar el sueño.

No quiero que se vaya, pero sé que tiene razón en muchas cosas. Tengo que aclarar mis ideas y decidir qué es lo que quiero y si él entra en esos planes. Entiendo que no se quiera involucrar más, hasta que yo haya tomado esa decisión, pues descubrir más tarde que queremos cosas distintas y que nuestra relación no funciona, solo nos haría daño.

Un buen rato después comienzo a adormilarme y durante ese duermevela, oigo la ventana abrirse y los ruidos de alguien entrando en la habitación. No me hace falta girarme para saber que es Ángel y su abrazo me lo confirma cuando se mete entre las sábanas y me acerca a él.

—Pensaba que lo de antes había sido una despedida...

Me giro y observo su rostro en la penumbra a pocos centímetros del mío.

—Me he dado cuenta de una cosa —dice pensativo—. Se me ha olvidado decirte lo importante que eres para mí.

Mi resquebrajado corazoncito comienza a latir desbocado y las mariposas de mi estómago, alzan el vuelo.

—Lo tendré en cuenta —es lo único que acierto a decir.

—Y también se me ha olvidado darte los motivos por los que deberías querer estar conmigo.

No puedo evitar sonreír al escuchar sus palabras. Ángel me besa suavemente en los labios y después continúa dejando un camino de besos por el cuello hasta llegar al borde de mi camisón. Me baja los tirantes y mi cuerpo de forma inconsciente se acerca más a él. No puedo evitar desearle en este momento, por encima de la cordura que me recordaría que mis padres están durmiendo en el piso de arriba. Solo pienso en que anhelo sentir que me necesita tanto como yo le necesito a él. Tiro de su camiseta hacia arriba y en cuanto consigo deshacerme de ella recorro con mis manos su espalda mientras él regresa a mi boca con un beso urgente. Estoy a todo y a nada. Mi mente vaga por las sensaciones que inundan cada rincón de mi cuerpo mientras mis manos y mi boca exploran el suyo con exigencia y necesidad. De pronto recuerdo el motivo por el que ha venido y con la voz entrecortada consigo preguntar:

—¿No ibas a darme los motivos para querer estar contigo?

Me mira a los ojos durante un instante antes de responderme.

—Para darte esos motivos, no necesito palabras.

Cuando me despierto, la luz inunda la habitación y algo me dice que es cerca del mediodía. Me siento de golpe, sobresaltada y miro a mi lado en la cama, pero no hay nadie más en ella. No sé en qué momento Ángel se habrá marchado pero de nada me servirá salir en su busca. Sé que ya se ha ido y que durante dos meses no sabré nada de él. Me tumbo de nuevo mientras mi mente no puede evitar recordar fragmentos de lo que he vivido apenas unas horas antes. "Dime que quieres esto. Dime que lo necesitas tanto como yo". El cosquilleo en mi estómago regresa mientras me entretengo pensando en cada detalle de ese momento. Después de todo lo malo que pasó anoche, el final fue especial, maravilloso, perfecto.

Me giro hacia la mesilla para coger el móvil y mirar la hora. Una hoja de papel doblada asoma debajo de él, tiro de ella con cuidado y leo: "Tú decides. Piensatelo".

Abro la nota con interés y mis ojos recorren las líneas.

"Quiero que pienses en todos los motivos por los que deberías elegirme. Quiero que decidas estar conmigo, porque no te imagines estar sin mí. No quiero que cambies y que te adaptes a mi idea de futuro, quiero... que tus planes y los míos puedan ir de la mano o por lo menos que estos no nos separen... Quiero disfrutar contigo de días de sol en la playa mientras debatimos sobre algún libro que hemos leído, quiero viajar contigo y conocer lugares nuevos, quiero pelearme con Aquiles por ver quién acapara más tu atención, quiero escuchar cómo suspiras mientras te beso, quiero... en realidad no sé por qué le doy tantas vueltas. Es mucho más fácil de lo que parece. Ux, te quiero a ti".



*Por recomendación de una lectora, además gallega, añado la traducción del Conxuro da Queimada que aparece más arriba: "Buhos, lechuzas, sapos y brujas. Demonios, duendes y diablos. Espíritus de los valles brumosos. Cuervos, salamandras y hechiceras. Hechizos de las curanderas..."

MULTIMEDIA: Txoria txori

Traducción:

"Si le hubiera cortado las alas, habría sido mío, no habría escapado.

Pero así, habría dejado de ser pájaro.

Y yo... yo lo que amaba era un pájaro"

Me parece una canción preciosa, no solo por las voces, sino por el significado de las palabras y me parece perfecta para la parte final del capítulo.

Espero que os haya gustado aunque como veis la historia ha sufrido un cambio radical. ¿Qué hará Uxue?

Os diré que solo faltan dos capítulos para acabar la historia. Ya sabéis, si os ha gustado, podéis votar y comentar. Gracias a todos. Besitoss


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