Susurros del Bosque [#1]

By RedMoon_mel_16

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> Una chica que no recuerda su pasado y solo ve un futuro oscuro para ella y para los que la acompañan. Un ho... More

Aviso super importante
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13

Capítulo 2

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By RedMoon_mel_16

Año 1799.

El mercado de esclavos se extiende y tantos hombres, mujeres y niños esperan para ser vendidos al mejor postor. Una joven de quince años pasea cogida del brazo con un caballero. Ambos vestidos de finas ropas observan a todos los hombres en busca de alguna mercancía interesante. Su larga cabellera rojiza cae en suaves tirabuzones por toda su espalda y contrarresta con su vestido celeste.

El sonido de las olas rompiendo contra la costa queda opacado con los gritos de los comerciantes de esclavos. El tintineo de las cadenas eriza el vello de la joven y despierta en ella un sentimiento ya conocido. Compasión. Ver los grupos separados según sus facciones, color de pelo, color de piel le revuelve las entrañas. Es consciente de que la guerra es algo que crea mucho dolor y pesar. Pero a veces olvida que una vez acabada, aquellos que han perdido son los que más sufren las consecuencias.

A pesar de la situación y de su completa repulsión hacia lo que se está haciendo en ese lugar, la muchacha no aparta la mirada de los hombres y mujeres que están siendo vendidos. La mercancía, como ellos llaman a los esclavos que van a ser vendidos, no parece del todo interesante. Ella busca algo en concreto, algo fuera de lo normal. Se detiene al observar a un hombre joven de entre veinte y veinticinco años. Su barba es espesa y su cabello largo y está muy sucio. La muchacha se acerca y lo observa más detenidamente. Sus piernas y y brazos huesudos, producto de una mala alimentación, son de un color dorado un tanto enfermizo. Debe tener frío, solo viste un pantalón corto y ya roído. Sus manos rodean el pequeño cuerpo de un niño de apenas cuatro años de forma protectora. Ella ve las muchas cicatrices que adornan sus brazos y pecho. Eso no se hace así porque si. Ese hombre es interesante. Aunque aún no está segura de si es lo que busca.

— ¿Es interesante? —murmura su acompañante.

— Aún es pronto para saberlo —contesta sin apartar la mirada del joven.

Dos nobles se acercan al grupo de esclavos y miran con gran admiración al pequeño de corta edad.

— Queremos a ese niño —pide el cabecilla de los dos—. Es exactamente lo que estábamos buscando.

A la chica no le hace falta indagar quién son para saber que no tienen buenas intenciones para ese mocoso recién salido de la cuna. Bufa rabiosa por la depravada mirada que no apartan del niño. Un bago recuerdo inunda su mente y rabia se convierte de terrible ira. Aun así, no mueve ni un músculo.

— Cedrick —llama.

El hombre, quien se había avanzado un poco, vuelve sobre sus pasos y se posiciona a su lado. Con su mano rodea la cintura de la joven a modo de protección. Muchos son los que observan a la pelirroja como si de un bocado se tratase.

— ¿Qué quieres? —pregunta.

— Mira eso —murmura refiriéndose a la escena.

Los dos nobles negocian con el comerciante el pago por el pequeño. Han encontrado lo que quieren y están dispuestos a pagar lo necesario para obtenerlo.

— Señores, este joven es muy pequeño. Que tal si ven a otros más mayores que pueden trabajar mejor —interviene el mercader de esclavos.

Eso sorprende a la joven. A pesar de que es un comerciante de esclavos duda a la hora de vender a un niño. ¿Realmente le importa el futuro que esos hombres le pueden dar a ese muchacho? ¿O intenta conseguir más dinero?

— No queremos a uno más mayor, queremos a ese niño —insiste el otro hombre.

Cedrick frunce el ceño y observa a la joven con claro desconcierto. A veces mira a ese hombre, a ese humano, y se pregunta por qué alguien como él escogería el trabajo que tanto su Amo como ella realizan. Su posición es comprensible, desde que fue recogida siempre ha sido leal. Pero Cedrick es un noble de alta cuna que además es un gran médico. Podría hacer cosas increíbles y alejarse de esa peligrosa vida. Él es humano.

— El mayor no es alguien común. Costará encontrar una pieza igual. Los quiero —asegura ella—. A ambos.

El hombre suspira y pasa la mano por el hombro de la muchacha.

— Haz lo que quieras. Si los deseas tanto, compralos para Lord Orión. Ese será el regalo que buscaba para ti. Después de todo, te ha dicho que te compres lo que quieras.

Avy sonríe y observa todo con suma atención. Con el permiso conseguido, comienza a avanzar hacia ellos siguiendo las palabras de su Amo.

— Pero... —intenta persuadir el mercader.

Uno de los hombres coge la mano del muchacho y tira de ella abrazándolo con posesión.

— Ahora es mío. Hermano paga lo que tengas que pagar y vayámonos —insiste el que parece menor.

En ese momento el hombre que acompañaba al niño reacciona y se lanza sobre el noble con furia dispuesto a acabar con su vida. Avy se apresura a llegar y lo detiene de hacer una locura que le costará la vida. Posa su mano enguantada sobre el hombro del esclavo y éste detiene sus acciones de inmediato. Se gira y la mira con unos ojos de un azul intenso. Avy juraría que nunca había visto unos ojos tan azules antes.

— No lo haga. Déjeme a mí. A vuestro hermano no le pasará nada —asegura ella con voz autoritaria.

El hombre la mira a los ojos. Algo en esa joven parece hipnotizarle. Como si esos ojos, de un brillante esmeralda, lo llevarán de vuelta a un mundo más salvaje, más peligroso y más libre. Un mundo que solo aparece en algunas ocasiones dentro de sus sueños. El chico da un paso atrás y aprieta los puños. No comprende las reacciones que la presencia de la desconocida provocan en su cuerpo.

— Con el debido respeto joven lord y lord mayor. Estos dos esclavos son de la propiedad de mi señor. Orión Bird reclama esta mercancía como suya y está dispuesto a pagar el triple que ellos —por el rabillo del ojo ve como el hombre se tensa—. No solo por el niño, también por el hermano, claro está.

Los dos lords fruncen el ceño y el menor aprieta la muñeca del niño rehusando a soltarlo.

— Si no me entrega al muchacho, me veré forzada a buscar la ayuda de mi buen amigo Lord Cedrick y pedirle que os meta a ambos en una celda durante un par de noches. Créanme cuando digo que ustedes tienen más que perder que no yo —insiste.

Cedrick lleva su mano a su espada y finalmente los lords acceden a soltar al niño. Éste corre a los brazos protectores de su hermano. El mercader sonríe contento al ver que la nueva clienta es nada más y nada menos que lady Phoenix, la doncella protegida tanto por el Rey como por el joven y peligroso Lord Bird.

Avy se acerca al mercader y deposita una bolsa de monedas bastante pesada. Observa a los dos esclavos que acaba de comprar y sonríe para si. Parece haber encontrado algo mejor de lo esperado.

— Cedrick ocúpate de traerlos a palacio. Discúlpame pero debo volver antes de lo debido. Tengo que informar al Amo de la nueva incorporación —dice ella.

Sin más preámbulos desaparece entre la multitud y tanto los dos esclavos como el noble se quedan pasmados por la rapidez de actuación de la señorita.

— Sabía que al final me cargaría las compras —murmura Cedrick.

Mira tanto al niño como al hombre y suspira. Deberá ponerse manos a la obra para complacer las escrupulosas exigencias de la chica.

— Por favor, síganme —pide.

El hombre lo mira desconcertado. No se esperaba que usara tan buenos modales para hablarle a él. A un simple objeto.

Cedrick se lleva tanto al niño como al muchacho hacia el palacio perteneciente a lord Bird. Poco imaginan ellos las razones por las que han sido comprados y mucho menos la situación en la que se encuentran en esos momentos. Lord Bird, también conocido como Lord Orión, no es un simple noble de cuna. De hecho, ni siquiera es noble de cuna. Su título le fue dado después de la guerra y de salvar la vida del príncipe Carlos, sobrino favorito del rey Jorge II. Se le otorgó un titulo y tantas tierras como quisiera de las nuevas conquistas. De ser un simple plebeyo cuyo origen es incierto, paso a formar parte de una de las élites más poderosas del mundo. Claro que esa es solo la información conocida, poco se sabe del misterioso Lord.

A pesar de los baches, el carruaje se dirige a las afueras de la pequeña ciudad. En concreto, una pequeña montaña donde dos décadas más atrás se mandó construir el palacio de la familia Real. Recientemente había sido adquirido por Orión durante una de sus muchas partidas de cartas con el rey. Al aristócrata no le importó demasiado cederle el palacio, alegó que era demasiado campestre para alguien de su posición. Sin embargo, la joven Ávalon se enamoró de él al instante.

Tras llegar al lugar Cedrick se dispone a mandar que alguien les preparé algo de comer. Verles tan desnutridos le hace dudar de su utilidad hacia la joven Phoenix. Pero ella parecía tan decidida.

— La comida no es lo que necesitan en estos momentos —dice la joven. Aparece en lo alto de la escalera justo cuando el hombre hace el pedido a las sirvientas—. Preparad un baño y sacadles toda la suciedad de encima. Primero hay que limpiar su orgullo, luego, ya si eso, se inclinarán a saciar su hambre.

El hedor que desprenden se hace más intenso en un lugar cerrado y remueve las tripas de la joven en lo alto de la escalera. Necesitan muchas cosas pero primero y, ante todo, un baño.

— Traedles ropa nueva y limpia, y por favor, que alguien queme esos harapos malolientes que llevan puestos. A saber las infecciones que podría causarnos toda esa roña asquerosa incrustada en sus prendas.

Cedrick observa a la joven y ve que a su espalda está el gran amo de la casa. Un hombre alto y de buen porte. Con cabellos oscuros como la noche y una mirada que parece ver a través de su alma. Una mirada que impone respeto y, sobretodo, admiración de quienes lo contemplan. La joven da media vuelta y se encara al hombre.

— ¿Tengo razón o no? —dice con alegría.

Una sonrisa se pinta en los labios del hombre y éste vuelve a analizar a los dos recién llegados.

— Si, sin duda. Pero dudo que logres domarlo —dice.

Su voz resuena con dulzura y con cierto tono de humor. La chica bufa y niega.

— No quiero domarlo, puede seguir siendo libre si ese es su deseo. Lo que quiero es que se convierta en mi aliado —asegura ella.

En ese momento no lo sabe, pero sus palabras han sido escuchadas por el hombre. Éste sujeta a su hermano con fuerza y observa a la chica. Es obvio que ya sabe qué es. Lo ha sabido desde el primer momento en que ha posado sus ojos en él. Pero lo que le sorprende no es eso, es el hecho de que no desea domarlo. Todos sus anteriores dueños lo intentaron y fracasaron. Pero ella ha dejado claro que no lo desea. Y eso le desconcierta.

— Amo Orión le aseguro que no se arrepentirá. Será un buen aliado —asegura sonriendo.

El chico asiente y se da la vuelta dispuesto a volver a su despacho. La chica los observa a todos desde lo alto de la escalera y suspira.

— ¿A qué esperáis? Moved el culo —dice frunciendo el ceño.

La sirvienta se apresura a llevarse tanto al hombre como al niño para cumplir las demandas de la señorita.

— No me has contado que has visto en él. Me interesa saber por qué tanto interés —dice Cedrick.

La chica lo mira alzando una ceja y muestra una media sonrisa.

— Por curioso mi gato murió, amigo. Pero si tanto deseas saberlo... Acompáñame —responde.

Cedrick la sigue con curiosidad. Sabe que la muchacha es capaz de ver cosas que los demás no son capaces de percibir siquiera.

Avy lo guía hasta su alcoba y abre la puerta con cuidado. Su habitación de estilo gótico está claramente desordenada. Papeles por el suelo, las telas del dosel rasgadas, las ventanas tapiadas con rejas para evitar que algo salga o entre... Del techo cuelga una jaula en la que se encuentra un precioso cuervo tan blanco como la nieve y de unos ojos tan profundos como el abismo.

— Bonito... Aunque un tanto lúgubre —murmura el chico.

Ya ha estado antes en ese lugar pero sigue sin acostumbrarse a las extrañas formas de vivir que tiene la chica.

— Acostúmbrate de una vez —murmura ella-

Se acerca a un podio situado al lado de la ventana y examina un libro, encuadernado en piel, de aspecto antiguo. Lo coge y hace una seña para que el hombre se siente en la cama.

Avy deposita con sumo cuidado el libro sobre sus piernas y señala un párrafo. Allí se ve una ilustración de una bestia envuelta en pelo que anda sobre sus dos piernas. Con sus grandes colmillos y sus garras tan afiladas como cuchillas destroza a un pequeño cervatillo.

— Las Bestias del otro lado son muy peligrosas. Pero ésta en especial lo es mucho más. Los lividus son primos hermanos de los licántropos, más conocidos como los hombres lobo. Los licántropos, como bien sabes, reciben ese nombre por la bestia mitológica. Pero lejos están de esa leyenda. No son bestias de la noche amigo, son criaturas vivientes que no pertenecen a este mundo. Todo eso de la plata, la mordedura que te envenena y te convierte en uno de ellos, es pura ficción. Son criaturas reales, bestias reales que llegan a nuestro mundo por pasajes ocultos. No tiene nada que ver con la magia, aunque en antaño se confundiera con ella —explica Ávalon—. Los lividus, a diferencia de sus primos, poseen una fuerza superior y una inteligencia comparable a la nuestra. Eso les hace extremadamente peligroso pues no se rigen por el instinto. A su vez, se regeneran a una velocidad superior y la única manera de matarlos es destrozando su cerebro o cortándoles la cabeza. Pero lo más peligroso de ellos es que tienen la capacidad de metamorfosis.

— Bestias con pieles humanas —susurra.

Cedrick no puede evitar tragar saliva, no es la primera vez que conoce a una especie con esa habilidad.

— ¿Qué tiene que ver esto con ese mocoso? —pregunta Cedrick.

— Ese hombre es un lividus. Bueno, un híbrido. Lo más seguro es que su madre fuera humana. Es algo posible cuando las bestias pueden tomar forma humana —responde la chica—. Al tener parte humana lo más seguro es que no se transforme, aun así su poder es superior a la de un duo normal. Su fuerza es como los lividus normales y adultos.

Cedrick abre los ojos de par en par y se levanta de golpe de la cama.

— Si es tan peligroso deberíamos matarlo ahora. ¿Quién sabe lo que podría hacer si se enfada?

— Como he dicho antes, amigo, no se guían por el instinto —le recuerda—. Sabe que no tiene escapatoria. Ya ha visto a Orión. Además puede se útil.

— Has dicho que no se dejará domar.

— No quiero domarlo. Sería una perdida de tiempo. No es un animal. Es una semi bestia y se le tiene que tratar como tal —asegura Avy

— Pero...

— No hay más que hablar. No te preocupes. Yo me encargaré de todo.

Cedrick suspira y luego medita un momento sobre la información recibida. De inmediato recuerda que no es solo uno, son dos hermanos.

— El niño...

— Es humano —le corta Avy—. Tan humano como tú. Son medio hermanos. De padres diferentes. El chico lo protege con su vida así que te recomiendo que no te acerques al muchacho si quieres conservar la vida.

— Gracias por la advertencia. ¿Algo más? —pregunta.

— Evita al híbrido hasta que yo te lo diga. No es como Sasha o Palas. No le importa matar. Estoy segura de que en su niñez le adiestraron para eso.

Cedrick hace una mueca y asiente. Se vuelve y sale de la habitación de la muchacha quien mira el libro de nuevo. Unas letras aparecen dibujándose en una esquina en blanco.

"Danyan"

Avy sonríe y cierra el libro volviéndolo a poner en su sitio. Sin decir nada sale de la habitación dispuesta a ir a buscar al lividus en ese mismo instante. Es hora de poner las cartas sobre la mesa.

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