CAPÍTULO DIEZ
OMNISCIENTE
Aun cuando habia estado deshabitada por años, la presencia de Lord Voldemort y sus seguidores en la Mansión Riddle no ayudaba con la sensación tenebrosa de la casa. Hasta se podría decir que se sentía aun más solitaria con tantas personas dentro de la casa.
Apenas con vida, el señor tenebroso yacía en un sofá rodeado por sus seguidores. Aun en su estado débil, los mortífagos estaban aterrados de su señor.
Todos sabían, incluido el mismísimo señor tenebroso, que la mayoría de sus seguidores no estaban ahí porque quisieran. Todos estaban demasiado asustados como para marcharse. Voldemort sabía que los únicos seguidores leales que seguían con vida permanecían en Azkaban.
La mente de Voldemort divagaba por los viejos tiempos, cuando Bellatrix Lestrange, su mano derecha y seguidora más cruel seguía libre, fuera de los muros de Azkaban. Recordó a Antonin Dolohov, quien también permanecía encerrado junto a Bellatrix, simplemente por ser leal a la causa oscura. Ambos mortífagos encerrados por torturar hasta la locura a los Aurores Alice y Frank Longbottom.
Pero no era momento para pensar en la antigua era. Era tiempo de pensar en el plan; el plan que lo traería de vuelta, que le permitir terminar con Harry Potter una vez por todas. Esa la razón que los convocaba a la mansión Riddle, el antiguo hogar de su padre y abuelos.
El único mortífago remotamente útil frente a Voldemort era Colagusano, en quien confiaba lo suficiente, ya que sabía que era muy cobarde como para traicionarlo.
Se cansó de que todos lo observaran sin darle noticias sobre el plan. Asi que dijo: "Caballeros, esperaba que vinieran con noticias para su señor."
"Si, amo. Excelentes noticias," dijo Colagusano, sus manos temblando al asegurarse de no mirarlo a los ojos. "Hemos recibido información de nuestro espía en Hogwarts. Harry Potter fue elegido como campeón de Hogwarts. Y será parte del Torneo de los Tres Magos, tal como lo habíamos previsto, mi señor."
"Excelente, Colagusano. Asumo que nuestro espía no tuvo problemas al colocar el nombre del muchacho en el cáliz." Dijo Voldemort.
"No hubo problema en absoluto, mi señor. Nuestro espía encantó el cáliz la noche anterior. Asi solo Potter podría salir como campeón de Hogwarts." Explico Colagusano.
"¿Dumbledore y Crouch lo dejaran competir?" impuso Voldemort severamente.
"Si, mi señor. Una vez que el cáliz elige a un campeón, este tendrá que competir en el torneo si o si. El mismo Barty Crouch lo dijo. Nadie puede imponerse a las reglas del cáliz."
Voldemort no lo expresaba muy bien, pero se sentía complacido con las noticias que acababa de recibir. Sin embargo, pudo notar como Colagusano temblaba aun más de lo normal.
"¿Qué estas ocultándome, Colagusano? Creí que eras consciente de lo que pasa cuando alguien no hace bien sus tareas..." siseo Voldemort.
"Disculpe, mi señor. Es solo que nuestro espía nos dio más información de la que esperábamos." Dijo Colagusano. "Me temo que... que p-podrían afectar su plan, amo."
Los ojos de serpiente de Voldemort se entrecerraron, haciéndolos casi inexistentes. "Habla antes de que corté tu lengua, Colagusano. O mejor aún, hare que Nagini lo haga."
Pero Colagusano temblaba demasiado como para contestar. Estaba demasiado concentrado en Nagini, quien de a poco se arrastraba hacia él.
"Si nos permite, mi señor" hablo una voz detrás de Colagusano. Dos figuras aparecieron detrás del tembloroso mortífago, bajando sus capuchas.
"¿Te atreves a interrumpir, Carrow?" hablo lentamente Voldemort.
"Lo que su inservible sirviente quiere decir, es que nuestro espía nos informo de una cuarta escuela en el torneo." Dijo con voz segura Amycus Carrow, quien era parte de una de las familias más leales al señor tenebroso.
Al escuchar la información, Voldemort decidió dejar su enojo con la interrupción fuera de su mente. "¿Qué saben de esta escuela?" preguntó Voldemort.
"Son solo tres estudiantes los que llegaron a Hogwarts, mi señor. Dos de ellos apenas tienen quince años." Contó Alecto Carrow, hermana de Amycus.
La voz de Voldemort se endurecía con cada palabra. "¿Y quién les permitió entrar al torneo? Se supone que Crouch crearía la regla de mayores de edad. Eso fue lo que le ordenamos a nuestro espía."
Amycus, lleno de coraje, le contesto a Voldemort. "Dumbledore hizo una excepción con la escuela en especifico. Al parecer estos estudiantes provienen de una escuela elite, por lo que sus conocimientos son más avanzados a tan poca edad." Explicó Amycus.
"Los directores de Durmstrang y Beauxbatons estuvieron de acuerdo con el cambio de reglas." Añadió Alecto.
Voldemort se mantuvo en silencio. Estaba analizando cada pedazo de información que recibía su cerebro.
Luego preguntó, "¿Cuál es el nombre de esta escuela elite?"
Colagusano se compuso y dijo rápidamente: "La escuela Misó Aíma."
"Largo." Murmuró fríamente Voldemort.
"Mi señor, está seguro de que-" comenzó Alecto Carrow.
"¡Largo!" gritó él.
Una vez que escucharon el grito de su señor, no dudaron en largarse lo más rápido posible, cerrando la puerta detrás de ellos, dándole al señor tenebroso el espacio que tanto deseaba.
Aun en su estado débil, la mente de Voldemort no paraba de dar vueltas, analizando su plan una y otra vez. El mago oscuro tenía más que claro que no debía subestimar a Albus Dumbledore; más de una vez aprendió esa lección.
Sabía que Dumbledore estaba detrás de la cuarta escuela participante, pero no podía ver los motivos de traer a simples adolescentes a su escuela, darles ventajas en el torneo... ¿acaso Dumbledore piensa que niños sin experiencia alguna podrían proteger a Harry Potter?
Lo que más aquejaba su mente era el origen de esta escuela. Voldemort sabía lo que pasaba en cada rincón del mundo mágico. Tenía seguidores repartidos alrededor del mundo, quienes le informaban de cada situación. Tenía infiltrados en el ministerio, que le informaban de cada nueva ley, sospecha, criminales de Azkaban, etcétera.
¿Cómo es posible que nunca hubiera escuchado sobre la escuela Misó Aíma?
Mientras buscaba en todos los rincones de su mente por el mero recuerdo de tal escuela, un destello de luz dorada apareció por detrás de su sofá. La luz perduró por unos segundos, y una silueta alta y esbelta se reflejó en la pared frente a Voldemort. El mago oscuro estaba débil, apenas podía abrir los ojos, y estaba demasiado concentrado en el pequeño hincapié en su plan que no se dio cuenta de la nueva presencia por detrás de él.
"Estas perdiendo el tiempo." Dijo la presencia detrás de él, su voz fue baja pero firme, lo suficientemente alta como para que Voldemort la oyera.
"¿Quién eres?" preguntó Voldemort. "¡Muestra tu rostro, cobarde!"
Dicho esto, una mujer camino por su lado, colocándose frente a él. Tenía el cabello negro y la piel pálida, usaba un vestido negro, y sus ojos eran un verde pálido. El color de sus ojos añadía cierta actitud a la mujer; no mostraban ningún tipo de emoción, estaban vacios.
"No hay necesidad de altercaciones, hechicero. Yo soy Némesis, la diosa griega de la venganza, equilibro, y mucho mas." Respondió la mujer.
"¿Te atreves a blasfemar frente a Lord Voldemort?" siseó el mago. "Los dioses griegos no existen. Márchate antes de que le ordene a mi serpiente que corte tu lengua." Voldemort no podía creerlo. Esta mujer se atrevía a mirarlo a los ojos y decirle que era una entidad olímpica. Si hubiera tenido las fuerzas suficientes, la mujer ya estaría muerta en el suelo.
"Controla tu lengua, Tom Riddle. No es muy erudito de tu parte hablarle de blasfemia a una diosa." Dijo Némesis haciendo contacto visual con Voldemort, quien estuvo a punto de maldecirla en cuanto dijo su antiguo nombre. "Nunca he comprendido a los humanos. Exigen igualdad, justicia, solidaridad... pretenden querer lo mejor para los demás, y aun así son lo suficientemente egocéntricos como para no creer en otros seres. Pensé que, al ser un hechicero, pensarías distinto."
"Le estás hablando al mago más poderoso del mundo, Némesis. ¡Si alguien aquí es un dios, soy yo!" gritó Voldemort.
Por primera vez desde su aparición, los ojos de Némesis expresaron algo más que un verdoso vacío. Por un segundo, sus ojos destellaron con furia, para luego iluminarse en un dorado lucero. Voldemort vió como después del cambio de color, una daga apareció en la mano de Némesis. Esta la presiono contra la delgada garganta del mago a la velocidad de un rayo.
"Yo que tu no diría algo así otra vez. Especialmente frente a quien ha venido a ofrecer su ayuda." Gruño Némesis, su daga presionando cada vez más fuerte contra la garganta de Voldemort. "Exclamas que la blasfemia es un pecado y procedes a predicarla, todo en la misma frase. Aun no comprendo que fue lo que Hécate estuvo pensando cuando decidió bendecir a un montón de mortales."
Voldemort quedó petrificado una vez que presenció la aparición de la daga en las manos de Némesis. Pocos hechiceros podían realizar magia sin varita, pero aun así, ninguno poseía ojos dorados al realizar hechizos. "¿Qué tipo de ayuda vienes a ofrecerme?"
Una sonrisa vacía apareció en el rostro de Némesis, quien bajo la daga y la hizo desaparecer sin siquiera moverse.
"Aunque no lo creas, los dioses prestamos atención a los mortales de vez en cuando. Después de todo, no somos nada sin ellos. Y tú, Tom Riddle, has sido el centro de atención desde muchos solsticios atrás." Dijo Némesis, quien se sentó frente a Voldemort. "Y tal como mis dominios lo dicen, debo hacer que la balanza sea justa. Puedo decirte lo que se. Solo necesito que contestes mi pregunta. ¿Qué es lo que quieres obtener con tu plan?"
Los ojos de Voldemort flamearon con las llamas de su furia interna, su sed de venganza contra el niño que vivió.
"Harry Potter arrebató todo de mi. Mi cuerpo, mi poder," siseó Voldemort. "Estuve en la cima del mundo mágico, después de años de trabajo y preparación, un mediocre y simple bebe acabó con todo. ¿Qué es lo que quiero? Quiero venganza."
Némesis ella sonrió maliciosamente, y gracias a sus ojos vacíos, su sonrisa la hizo lucir extremadamente espeluznante.
"Si venganza es lo que deseas, yo soy la persona indicada." La diosa se inclino hacia delante, apoyando sus codos sobre sus rodillas. Una pose muy casual para la diosa de la venganza. "Te diré todo lo que necesites saber. Información que no encontraras en ningún otro lugar. Pero debes saber que mi ayuda siempre viene con un precio."
"No me sorprende que una entidad como tu pida un tipo de pago." Exclamó Voldemort. No era estúpido, sabía que la diosa pediría algo a cambio de su ayuda. Pero él no era fácil de engañar; no se dejaría manipular.
"¿Y tú no harías lo mismo? Al igual que la magia, todos mis favores vienen con un precio que pagar. Te lo dije antes, hechicero. No solo soy la diosa de la venganza; el equilibrio también se encuentra bajo mi dominio. Mientras tu obtienes tu venganza, yo obtengo el equilibro que el mundo necesita."
"¿Y qué pides a cambio de tu asistencia?" preguntó Voldemort con avidez. "Debes saber que el oro no me es problema. Pagaré lo que sea necesario, siempre y cuando me digas como encargarme de Harry Potter."
"Puede que los objetos monetarios muevan el mundo mortal, pero para los dioses, no hay nada más inútil que el dinero. Mi asistencia absoluta viene con un precio del cual sabrás cuando sea el momento. Así que, ¿Qué será?"
Voldemort consideró lo que el destino le habia presentado. Odiaba pensar en que habia sido el destino quien le habia traído a Némesis. Pero que más podía pensar. Mientras planeaba su venganza contra Harry Potter, la diosa de la venganza y el equilibro se presentaba frente a él, ofreciendo su ayuda absoluta. Esta podría ser su única oportunidad de balancear las cosas entre él y Harry Potter. Finalmente, el mundo temblaría a los pies de Lord Voldemort.
La discusión del precio podía esperar.
"De acuerdo." Dijo Voldemort. "Lo que sea que quieras, tómalo. Ahora dime lo que sabes. ¿Qué está ocurriendo en Hogwarts?"
"Todo a su tiempo, mortal." Dijo Némesis. "Primero que todo, debes saber que no solo existen los dioses. Los mitos sobre los semidioses, nacidos de mortales y dioses, son reales también. Ellos son tu problema principal."
"¿Qué insinúas?" exclamo Voldemort. "Si intentas decir que estos semidioses son más poderosos que mi magia, estas equivocada."
"No subestimes a los semidioses, mortal. Yo misma he sufrido de su ira. Son peligrosos y muy poderosos, especialmente los que se quedan en Hogwarts en este momento."
"¿Semidioses en Hogwarts?" Némesis vio como los ojos entrecerrados de Voldemort se agrandaron por un milisegundo, pero lo suficiente como para que Némesis se diera cuenta de que la estadía de los semidioses en Hogwarts explicaba todo y nada al mismo tiempo.
"La escuela Misó Aíma no existe. Solo fue creada para cubrir las verdaderas intenciones de los semidioses. Los extranjeros de los que hablaban tus seguidores, todos son semidioses. Tan solo fingieron ser estudiantes para poder entrar al Torneo de los Tres Magos." Explicó Némesis, y procedió a sonreírle burlona a Voldemort. "No has cubierto muy bien tus huellas. En cuanto se anunció el torneo, Dumbledore sospechó que intentarías recuperar tu cuerpo."
Némesis hizo una pequeña pausa, antes de continuar. "Gracias a tu incompetencia, Dumbledore inmediatamente pidió la ayuda de los semidioses. Saben que eres un peligro eminente, por lo que enviaron a los semidioses más poderosos en vida, los hijos de los Tres Grandes: Hades, Poseidón, y Zeus. Los semidioses participaran en el torneo, arriesgaran sus vidas para proteger a Harry Potter. Y lo lograran, a menos que sigas mis instrucciones."
"¿Por qué debería escuchar lo que tengas que decir? Soy más de capaz de formar mis propios planes. Estás aquí con el único propósito de brindarme información." Si era posible, los ojos de Voldemort se estrecharon aun más. Sus ojos rojos apenas visibles para la diosa.
"Es tu decisión. Pero te advierto; si no sigues mis indicaciones, tu plan fallará." Némesis dijo lentamente.
Voldemort se quedo en silencio. Al ser el líder de los mortífagos, siempre habia sido el que tenia la última palabra, el que creaba los mejores planes, y jamás se equivocaba. Pero ahora que se encontraba en presencia de una diosa griega, sabía que no tendría éxito sin ella como guía. Con tantas cosas nuevas en su camino, necesitaría de sus consejos. Sin ellos, no podría llegar a Harry Potter.
Necesitaba llegar a Harry Potter. Quería vengarse del muchacho que le hizo perder todo su poder. Quería matarlo. Necesitaba su venganza.
Voldemort se resigno por dentro, y le preguntó a Némesis. "¿Qué consejos tienes para mi, Némesis?"
La diosa sonrió a la decisión del mago. "No podrás ganar mientras los semidioses estén de lado de Harry Potter. Por lo que debes hacer que se vuelvan uno contra el otro. Presenta a los semidioses como enemigos frente a Harry Potter. Debes desenmascararlos y revelar su verdadera identidad. De esta manera, el niño Potter no aceptara su ayuda, ya que no podrá confiar en ellos. Solo así podrás atraparlo."
"¿Solo debo revelar sus identidades? Imaginaba un plan más digno de la diosa de la venganza." Exclamó Voldemort tratando de herir a la diosa.
"¿Quieres algo digno de una diosa? Bien. Desásete de los semidioses. Mátalos en sangre fría. Asi podrás avanzar con tu plan sin preocupaciones." Dijo Némesis, inafectada por las palabras del mago. "Puedes matarlos con la maldición asesina, o atravesarlos con una espada hechas de hierro estigio o de simple metal. O si te sientes un tanto dramático, puedes convocar a monstruos griegos en Hogwarts y ellos se encargaran del trabajo sucio."
A la mención de asesinato a sangre fría, Voldemort sonrió siniestramente. "Eso suena mucho mejor."
"Muy bien. Espero que uses la información que te he dado sabiamente. Ahora, te dejare a solas. Piensa muy bien en tu siguiente paso, mortal. Un error podría costarte lo más preciado." Dijo Némesis levantándose del asiento frente a Voldemort, dirigiéndose a una esquina de la habitación.
Se detuvo por un segundo, se dio la vuelta y miro la forma debilitada de Voldemort aun acostada en el sofá, con una expresión de
"No olvides mis palabras, Tom Riddle. No subestimes a los semidioses, especialmente al que llaman Perseus Jackson. Es más poderoso de lo que parece, y respetado por la mayoría de los dioses. Fuerte, ágil, astuto, y demasiado leal para su propio bien. Todos esos rasgos, y muchos más, son lo que lo hace uno de los semidioses más peligrosos en esta era." Advirtió Némesis. "Eso es todo lo que puedo decir. El pago está hecho. Aconsejo que cierres los ojos."
Voldemort no seguía las reglas de nadie, pero sus mortífagos no necesitaban saber que había escuchado inmediatamente a la diosa cuando dijo que cerrara los ojos. En sus parpados se reflejó un destello, y cuando desapareció, Voldemort abrió los ojos.
Todo lo que quedaba de la presencia de Némesis fue un brillo dorado en la esquina a su derecha, el cual desapareció también.
Esperaba sentir algo distinto una vez que Némesis tomara su parte del trato, pero se sentía exactamente igual. Probablemente había sido algo insignificante, o algún objeto que no extrañaría. No sabía porque esperaba sentirse distinto. Quizás la diosa no es tan poderosa como aparenta.
Invocó a sus seguidores nuevamente, y comenzaron a crear un segundo plan. Eliminar permanentemente a los semidioses.
Les ordenó buscar todo lo posible en monstruos griegos y como convocarlos. Como recompensa, los monstruos obtendrían carne fresca de semidioses. Y Voldemort tendría a Harry Potter al alcance de su mano.
publicado: 24/09/2015
editado: 30/11/2018
~WOLLEY