Tuvimos una pequeña discusión en la que llegué a decir que no quería hacer más música a tu lado, me dolieron esas palabras y no las pensé. Simplemente salieron.
—Entonces ten—sacaste algo de tu bolsillo.
— ¿Tu plumilla favorita de guitarra?—estiraste los hombros—. ¿Para qué quieres que yo la tenga?
—Si es mi plumilla favorita, quiero que esté en manos de mi persona favorita. Y si este es el adiós, quiero que al menos sepa que es mi inspiración favorita, de cada canción que compuse favorita, y que jamás volveré tocar mi guitarra favorita si no está todo lo favorito, o sea tú.
—No hagas esto... Creo que me precipité por lo de hoy, lo siento...—iba a decir mil palabras más pero no dejaste que hablara, caminaste lejos—. Espera, espera. No hemos terminado.
—Lo sé, sólo nos estamos dando un tiempo—parafraseaste en el aire y diste vuelta.
—Cuando afrontaste tus sentimientos la primera vez, dijiste que querías ser mi piano, si mi piano se va para siempre... Yo tampoco tocare jamás—confesé.
—Ya va, solo que me iré...
—No quiero que te apartes—me lancé sobre ti, buscando sumergirme en tu pecho.
—Pero qué impulsiva eres, no me dejas terminar. Me iré... a pensar cómo voy a conquistarte de nuevo, pero que bueno que has hecho esto, en realidad esperaba que lo hicieras.
— ¿Entonces fue trampa? —levanté la vista.
—No, en realidad te dije que te iba a compensar la travesura. Ya estoy planeándolo en mi mente sólo que, si discutíamos mas, no iba a concluirlo.
— ¿Así que esto no es un adiós?
—No—reíste.
— ¡Me has engañado! —crucé los brazos.
—No, tu misma te diste cuenta que estabas cometiendo un error. Digamos que yo sólo te di un empujón.
—Te detesto. Sentí que en verdad te perdía.
—Vamos, jamás me perderás, incluso si no me encuentras.
—Te quiero—susurré.
—My love show you everything—citaste una canción.
Y era verdad, nuestro amor nos mostrará todo.