Siempre Leah

By jobyYurisch

464K 51.6K 5.7K

Leah y Efren son mejores amigos desde la escuela secundaria y comparten algo más que risas y secretos. Tambié... More

SINOPSIS
ADVERTENCIA
PREFACIO
CAPíTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SEIS
CAPITULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO ONCE
CAPÍTULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO CATORCE
CAPÍTULO QUINCE
CAPÍTULO DIECISÉIS
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPÍTULO DIECIOCHO
CAPÍTULO DIECINUEVE
CAPÍTULO VEINTE
CAPÍTULO VEINTIUNO
CAPÍTULO VEINTIDÓS
CAPÍTULO VEINTITRES
CAPÍTULO VEINTICUATRO
CAPÍTULO VEINTICINCO
CAPÍTULO VEINTISEIS
CAPÍTULO VEINTIOCHO
CAPÍTULO VEINTINUEVE
CAPÍTULO TREINTA
CAPÍTULO TREINTA Y UNO
CAPÍTULO TREINTA Y DOS
CAPÍTULO TREINTA Y TRES
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE
EPÍLOGO
FIN DEL JUEGO AMANDA

CAPÍTULO VEINTISIETE

7.6K 935 236
By jobyYurisch


LEAH

Me las he arreglado para mantenerme en la pista tomando pedidos mientras que mantengo un ojo en Efren. Sigue en su tarea de triturar servilletas y en las pocas veces que me acerco a la barra, solo me da miradas mordaces.

Me inclino para retirar los vasos vacíos de uno de los apartados, la pareja que se encuentra en él no hace nada por ser discreta. Les doy una furtiva mirada y una sonrisa viene a mis labios. No son más que un par de chicos de mi edad, totalmente ajenos a todo lo que los rodea mientras se lanzan el uno en los brazos del otro, dejando en claro su pasión con sonoros besos y manoseos no aptos para menores.

Mejor hago una rápida retirada si es que no me quiero encontrar con entretención para adultos. Agrupo un par de botellas a mi bandeja, haciéndolas sonar juntas. La parejita se separa. Cuando me doy la vuelta, puedo escuchar sus risitas cómplices y la sonrisa en mi rostro, se convierte en una nostálgica.

Hubo un momento, donde yo tenía a alguien con quien reírme de la misma manera.

Robar momentos con Efren era una extraña descarga de adrenalina que hacía a la situación valer la pena.

Mejores amigos con privilegios.

Quien lo hubiese dicho.

Estoy segura de que mi yo de quince años, locamente enamorada de su mejor amigo hubiese saltado en un pie asintiendo fervientemente.

He intentado por todos los medios no pensar en lo que sucedió hace solo horas atrás y hasta ahora lo he logrado de lo más bien. Como digo, hasta ahora.

Una noche atrás, no quise pensar en nada que no fuese en mí. En cómo me sentía. En lo que quería. Y sé que fui egoísta. Solo que lo necesitaba.

Necesitaba aclarar mi cabeza y lo que allí sucedió fue... No lo sé, me sacudió. Fue la mezcla perfecta de pasión y cariño. Fueron nuestros sentimientos a flor de piel y eso se reflejó en nuestros actos. En la forma en que nuestras manos tocaron, en como nuestros besos eran perezosos en los labios del otro. Repito, no lo sé. Creo que esto fue distinto a todas las veces anteriores. No éramos dos personas rascándose la misma picazón; éramos dos personas entregándose el uno al otro.

He estado con Efren las veces suficientes para saber que él se volcó de lleno en ello, sin embargo, cada vez que una de sus caricias significaba más, lo empujé lejos, tomando las riendas de la situación para no dejarlo entrar bajo mis defensas.

No podía dejarlo. No puedo.

Nunca me he considerado una persona miedosa. Es más, le temo a muy pocas en esta vida. Y suelo enfrentarme a cualquier reto que se me plantee. Pero Efren es... Si la situación no fuese tan horrible como está resultando ser, hasta me hubiese podido reír de la idea.

Nunca quise que las cosas entre nosotros se complicaran y ahora se han ido al carajo.

Si pienso en cada momento con él; en la forma en que nos reíamos de nada, en como hablábamos de todo y en como sus besos me derretían las piernas, siento que me ahogo. No sé qué haré sin poder sostener su mano nunca más; él es el primero que llamo para todo. A quien le cuento cada cosa que me sucede y siempre voy a querer hacerlo. Siempre voy a sentir el impulso de buscarlo, de querer ver sus ojos azules brillar intensamente. De sentir sus brazos abrazarme cuando las cosas se vuelvan complicadas o solo por el placer de sentir su cuerpo junto al mío. Sé que tal vez, las cosas están demasiado gastadas entre nosotros y tengo toda la culpa de ello.

Lo que más quise evitar fue, al final, lo que terminó pasando.

Entiendo que esté dolido. Entiendo que tal vez está confundido y bueno, yo también lo estoy. Lo amo. Dios, yo sé eso.

Lo sé desde que entre en edad adolescente y las hormonas en mi cuerpo se volvieron todas locas a su alrededor. Viajar a esa época es tener que recordar como patéticamente feliz me sentía, cuando él simplemente se sentaba a mi lado en la escuela. O en como atesoraba cada momento en que nuestras manos entraban en contacto, las cuales eran muy escasas, ya que Efren parecía asegurarse de no tener ningún contacto no planeado. Fui una adolescente sobrecargada de emociones, relegada a la zona de amistad por siempre, cuyos sentimientos solo se resignaron.

Fueron emociones que me mantuvieron en un constante sube y baja en la montaña del amor más difícil de la historia.

No fue fácil mantener una amistad cercana con él cuando yo quería mucho más y él parecía tener atención para cualquier chica en la escuela, excepto para mí. Que estaba justo a su lado. Siempre cubriendo su espalda.

No fue mi culpa cuando mis sentimientos de amor romántico, se hicieron a un lado. Escondiéndose y quedándose prisioneros aun cuando comenzamos con los juegos sexuales. No era una garantía de nada. No me podía arriesgar. Demasiad vulnerabilidad.

Sin embargo, después de los recientes acontecimientos, ha sido como una revelación. Ha vuelto a mí, todo de golpe. Se ha abierto la caja de pandora y no parece haber una llave que la selle esta vez.

Me gustaría que todo fuera tan fácil como solo confesarnos y listo. Lo que obviamente no es. No me siento preparada para entregarme a sus brazos de cabeza. Hay muchas cosas de por medio que poner sobre la mesa. Efren es un niño aún y mi futuro está tomando forma.

Lo quiero todo de él y él no puede darme eso.

Ni tampoco puedo forzarlo a ello; él no me lo perdonaría, ni siquiera yo misma lo haría.

Dejo mi bandeja llena de vasos vacíos sobre el mesón para notar que Efren no está. Doy un vistazo a donde él se encontraba sentado y su asiento yace vacío. Oh, chico.

Giro sobre mí misma para ver la puerta de vaivén de empleados moverse, mostrándome exactamente a donde se ha dirigido. Voy detrás de él, saliendo al frío exterior en donde lo encuentro doblado por la mitad, las manos tomadas detrás de su nuca; se yergue tomando una honda respiración.

—¿Estás bien? —Dejo que la puerta del bar se cierre detrás de mí.

Asiente, dejando a sus brazos caer y llevando a su vista más allá del estacionamiento y la carretera.

Apunto con un dedo a mi espalda.

—¿Por qué estás aquí afuera? Está helando. No creo que quede mucho más que esperar por Eddie.

Efren me mira atentamente mientras me le acerco. Últimamente, exactamente un mes antes de que nos enrolláramos, él comenzó con eso. Esa clase de miradas como si viese mi alma o como si se fijara en mí de una manera que no había hecho antes. Fue justo en la celebración de mi último semestre en la universidad cuando lo sorprendí viéndome así. Es intenso y atrayente; dejándome de pronto sin aire, como si todo mi cuerpo fuese completamente consiente de él, llevando toda mi cordura consigo.

—¿Efren?

—Necesito saber qué fue lo que pasó la otra noche. —dice. Su postura rogando mientras parece estar tentando en su lado sobrio. —¿Qué te hizo salir corriendo, por Dios? ¡Pensé que todo estaba bien! ¡Que al fin habíamos dejado toda la mierda atrás!

Un muro se levanta alrededor de mis sentimientos cuando es la charla que he estado temiendo. Necesito protegerme, de quién específicamente, no lo sé y por un momento, creo que la amenaza más grande para mi corazón, soy yo misma. Necesito una ruptura limpia; en definitiva, voy a mentirle aún más. Obligo a mi fachada a verse segura y hasta desinteresada, completamente opuesta a cómo me siento en el interior. Mi tono es sorprendentemente calmado cuando hablo:

—¿De qué me estás hablando Efren, demonios? Solo fue sexo, ¿de acuerdo?

Sus ojos se oscurecen de una manera que solo he visto hacer justo antes de enfrentarse en una pelea a golpes. No temo por mí, aun en estos momentos sé que él preferiría cortarse un brazo antes de hacerme algún daño intencional, pero eso no quita que el aliento se quede atascado en mi garganta. Sin duda, esta es una grande.

—¿Eso es lo que fue para ti? ¿Así es como serán las cosas de ahora en adelante? ¿Solo fingirás?

—No estoy fingiendo.

—Me has roto el corazón —Mi garganta se aprieta, no solo por su declaración si no por la forma vulnerable en que lo confiesa. Sus ojos se estrechan cuando mira más de cerca. —Sé lo que estás haciendo, puedo ver a través de ti. Estás alejándome.

Toda la sangre deja mi cara, cuando él me cala hondo y rápido y por un segundo, mis defensas caen y solo estoy ahí de pie, luchando contra algo que es tan obvio para mí y tan oculto para él; la incompatibilidad.

Comienzo a negar con mi cabeza.

—Tal vez tu no puedas verlo, pero yo sí. Esto ya es otra cosa, ya no estamos jugando. Se acabó, ya no más.

—Hace mucho que yo dejé de jugar —Él dice y toma un tambaleante paso hacia mí. —De eso quería hablar anoche. Quiero esto. Quiero estar contigo.

Esas palabras. Esas deliciosas palabras que ponen a mi corazón a cantar con tan solo la posibilidad detrás de ellas.

—No de la misma manera que yo.

—¿Cómo sabes eso? —Suelta una risa sin humor. Escéptica.

—Efren, no necesitamos mentirnos entre nosotros. Respecto a las relaciones, no es un secreto que esperamos cosas distintas conectadas con el compromiso. —Intento explicarme, pero él solo niega sin siquiera poner oído completo a lo que digo.

Nunca arreglaremos esto.

Nos daremos vueltas alrededor del asunto como dos perros persiguiendo sus colas, sin llegar jamás al meollo de la cuestión. Nos diremos cosas que ninguno de los dos quiere oír, nos haremos daño, irremediablemente. Y si por esas cosas de la vida, solo seguimos con la cosa del sexo sin ataduras, mi corazón no podrá soportarlo. Cada día querré que signifique más, que sea real y si Efren solo comete algún desliz, si no es capaz de cumplir con el compromiso, terminaré por odiarlo.

—Leah, pero... —Él mismo se detiene.  Toma mi mano y deposita en el centro lo que no es más que un botón blanco. —Ten.

No sé qué decir ante su gesto, tal vez si está muy ebrio.

—Será mejor que entremos Efren, llamará a Eddie... o solo le diré a Carl que me marcho y te llevaré yo misma...

—No tienes que llevarme a casa.

—Estaré mucho más tranquila si te dejo en casa y me aseguro de que estés bien... yo como que lo necesito. —Comienzo a darme la vuelta, entonces aventuro una mirada a donde le he dejado de pie y en un débil momento, decido sincerarme un poco más. —No estoy bien, Efren. Me siento como una perra justo ahora, de algún modo siento que he jugado con tus sentimientos y los míos, de paso.

Él me incita a que revise el botón en mis manos, que se abre como capullo en primavera. Hay una figura que se forma en ella. Mi corazón sube hasta cerrar mi garganta.

Es un gesto cursi e infantil, para nada propio de él; es por eso que me rompe.

Efren está de pie frente a mí y se queda así sin hacer nada cuando las convulsiones del llanto comienzan a sacudir mi cuerpo. Sus manos cuelgan inertes a los costados de su cuerpo. Me digo que soy una maldita por querer que me abrace justo ahora y entiendo que no quiera hacerlo. Las lágrimas salen con más ganas.

—¿Por qué me das esto? —Me las arreglo para preguntarle, mientras le muestro el papel abierto.

Él se encoje de hombros.

—Solo quería que entendieras.

Un corazón. Eso es lo que ha formado. O eso es lo que me imagino que significa.

Dios, qué par que somos. Me he convertido en una chica chillona y él va por el camino de los borrachos. Creo que he cubierto mi cuota de llanto para toda esta vida y Efren ha bebido lo suficiente en este último tiempo como para dos vidas después de esta.

—No tienes que estar triste, dulce. —Sus ojos desenfocados son curiosos sobre mi rostro, frunciendo el cejo excesivamente. —Lo solucionaremos, ¿no? Somos amigos, siempre lo solucionamos.

Tomo una larga respiración que para calmar mi agarrotado cuerpo. Estoy cansada y creo que es de mi vida.

—Cariño, nos hemos hecho tanto daño. Esto no es una buena relación. En las buenas relaciones la gente normal, se ama sin hacerse daño. No hay lágrimas ni malos entendidos. Solo, nadie corre, creo.

—Tú y yo nos amamos...

Me siento sonreír entre las lágrimas que nublan mi visión.

—Así es Efren. Es que parece no ser suficiente si estamos en este estado, ¿no crees? —Él me da una mirada completamente desolada que supongo refleja la mía. Le he dado muchas vueltas al asunto y solo ese pensamiento, por doloroso que sea, le da sentido a todo esto.

No somos parte de una novela donde todo terminará bien; esto es la realidad y los amores en la vida real, suelen apestar.

Abro mis brazos para él y sin dudarlo estrella su cuerpo contra el mío, agachándose para poder abrazarme por completo y encajar su rostro en la curva de mi cuello. Lo siento inhalar un par de respiraciones profundas y temblorosas y volteo mi rostro para besar el hueco en su cuello. No hay lugar que se sienta más correcto que estar aquí, no entiendo cómo es que no lo podemos hacer funcionar.

Sus brazos pasan justo por encima de mis costillas causando la presión justa para sostenerme armada y no derrumbarme en este preciso momento.

Nunca pensé que amar a Efren pudiese llegar a doler de esta manera.

Su calor calienta mi propio cuerpo. Su respiración errática pasa a una acompasada y su mano se hunde en mi pelo. Aferrándose a mi como si me necesitara para estarse en pie.

Somos uno solo. Una pequeña mega persona unida en dolor. Nada nos alcanza.

Unos bocinazos me hacen alzar la cabeza. Eddie y su camioneta están aquí. Dando un paso atrás, Efren me deja ir. Hay tal aprensión en sus ojos que inevitablemente tengo que mirar a otro lado. Mi mirada vaga desde la posición de Johnny en las puertas delanteras para revisar identificaciones al estacionamiento, donde hay muy pocos lugares ocupados.

—Quiero verte mañana.

—No creo que sea buena idea. —Guardo el botón blanco en mi delantal para ganar tiempo. No puedo verlo, es muy pronto ¿y si me hace cambiar de opinión?

Él me da una media sonrisa.

—Me importa en realidad una mierda, quiero verte mañana y volver a hablar cuando esté sobrio. —Se inclina hasta tener sus ojos a mi altura. Trago audiblemente ante lo que veo en sus pupilas. —Te amo y no voy a dejar esto así. Tu eres mía, dulce; no olvides eso.

Me va a hacer cambiar de parecer. Lo sé simplemente por el fuego en su mirada. Este es su nuevo reto y ebrio o no, tiene la suficiente capacidad para comenzar a trabajar en ello.

Una garganta es aclarada a mis espaldas. Tengo que agradecer a Eddie por la interrupción.

—Leah.

Me quedo helada.

Aarón.

Con ropa informal y expresión de hielo. ¿Qué hace aquí? Mis ojos pasando de Efren que aprieta su mandíbula hasta un punto que casi puedo escucharla, a Eddie que se ha quedado de pie a unos pasos de distancia, hasta Johnny que mira en nuestra dirección.

— ¿Aarón? ¿Qué... por qué estás aquí? ¿Vienes a Carlston?

Sus ojos se pelean por mirar a Efren y a mí al mismo tiempo, decidiéndose momentáneamente por mí para verse ofuscado.

—Ese era el plan. Necesitaba hablar contigo y no respondías tu teléfono, así que pensé en darte una sorpresa, aunque la sorpresa me la he llevado yo, claro está.

No hay duda de lo que implican sus palabras. Efren se tensa a mi espalda. El enfado y los celos emanando de él como olas.

—No creo que este sea, ni el momento, ni el lugar como para hablar. El lunes, en la oficina, podríamos...

—Yo te recuerdo —Comienza a decir Aarón ignorándome y pasando detrás de mí. —Eres su amiguito. Efren, ¿no?

—No soy su amiguito y la verdad viejo, es que el bar está por allá. Así que... —Efren le hace un gesto despectivo, indicando con su barbilla el lugar del bar.

Ay no.

Doy un paso más cerca, hielo corre bajando por mi espalda.

Aarón invade el espacio personal de Efren, luciendo totalmente amedrentador. O al menos lo es para mí. Sé de lo que es capaz; creí que después de aclararle las cosas, no iba a tener que lidiar con él otra vez. Al parecer, estaba mucho más que equivocada.

Como si de una conversación secreta se tratara, Efren y Aarón se mantienen la mirada, tensión pasando entre ellos.  Aarón alza las manos y agarra a Efren por el cuello de su chaqueta.

—Hey —advierte Eddie. Efren nos hace una señas a él y a mí de que nos mantengamos a distancia. ¿Qué es esto? ¡Él no sabe en lo que se está metiendo!

—Aarón, ¿qué haces? Suéltalo.

Él jala más fuerte de Efren, quien solo se ríe. ¡Se ríe! O ha perdido la cabeza o es que, en realidad, está más allá del estado etílico soportable.

—Me pareció escuchar algo... La llamaste tuya —Sus ojos se estrechan. —Yo tengo toda la intención de que sea mía.

—¡Hijo de puta!

Ellos forcejean, Efren agarrando las manos de Aarón de su cuello y empujándolo atrás. Apenas se mueve. He estado en el lado receptor de sus agarres, sé lo fuerte que es.

Lanzo una mirada nerviosa a Eddie. Me da un ligero movimiento negativo de cabeza. Será muy código de hombre no interferir en la pelea de otro, pero esto está fuera de lo racional, por todos los cielos.

—Dame una razón, solo una de por qué no debería romperte toda la cara justo ahora.

Efren se sonríe y se encoge de hombros desde su posición.

—No me importa. Porque, aunque hagas eso, sabes que no cambia el hecho de que ella es en realidad mía.

Ay Dios.

Y antes de que me dé cuenta de cuáles son sus intenciones, Aarón levanta su brazo y le da un puñetazo de lleno en la mandíbula. El ruido es horrible y la sangre explota de su boca mientras cae de espaldas.

Yo solo atino a llevarme las manos a la boca para ahogar el grito que suelto.

—Hey, hey, ¿qué coño te sucede...? -Eddie protesta mientras se interpone a coger a Efren que se desparrama en el piso.

—Joooder...

—¿Estás bien? Hombre, qué rayos...

Efren comienza a ponerse de pie, puteando peor que un camionero.

Aarón se extiende hasta mí.

Cristo, no puedo lidiar con esto.

—No, Efren ya basta. —Él no luce cooperador, luchando con mis manos en sus hombros y mirando al puto lanzándole puyas. —No puedo dejar que pelees en las condiciones que estás. Por favor, vete a casa y me haré cargo de todo. —Sus ojos azules se ablandan algo. La determinación de la pelea justo allí, encendiéndose y apagándose. Debatiendo entre sus instintos y hacer lo que le pido. Al final, veo a la cordura abrirse paso. —Por favor, solo por ahora. Podemos hablar mañana y te explicaré todo. Solo deja que Eddie te lleve.

Efren asiente, mirándome al fin solo a mí y se queda dónde está. La contusión en su labio sangra, afortunadamente parece ser solo un corte.

Aarón nos mira con los ojos entrecerrados. Odio puro en lo profundo de su mirada. Debería de llamar a la policía por este incidente y más, declararlo como acosador. Hay algo en él espantándome. Aunque sería del todo absurdo. Con todo el dinero que posee, preveo una pérdida de tiempo.

El tipo está forrado, puede comprar a cualquiera y tergiversar los hechos a su beneficio.

Solo debo calmarlo lo suficiente como para que vuelva por donde ha venido.

Eddie estabiliza a Efren, dejándolo sentado en el pavimento y una vez que está seguro de que no se desmayará, comienza a dirigirse hasta Aarón.

—Tu, pedazo de...

Johnny aparece de la nada, lo alcanza por el medio cuerpo antes de que alcance a su objetivo. Esto se va a transformar en una batalla campal si seguimos así. Eddie se revuelve entre sus brazos hasta que lo sueltan y apunta a Aarón con un dedo.

—Este idiota acaba de golpear a mi amigo. Que le den.

Cuando arremete de nuevo contra él, alcanza golpearlo en el pecho y Aarón trastrabilla. Johnny se mete entre medio de ellos dos, verdaderamente enojado.

—Joder, ya basta Eddie. Solo llévate a Efren de aquí —Eddie sigue mirando a Aarón con unas ganas asesinas. —¡Ahora!

—Respeté el espacio de mi amigo en esta pelea, pero esto no se va a quedar así —Amenaza a mi puto jefe, que a su favor, ni siquiera pestañea en su dirección.

Eddie niega con la cabeza y se da media vuelta.

—Y en cuanto a ti —Johnny se vuelve hacia Aarón. —Será mejor que salgas ya de este estacionamiento.

Aarón evalúa sus chances. Johnny es un edificio con extremidades. Nunca he visto a alguien plantearle cara.

Mi interior grita y mi exterior está congelado. No puedo moverme. Son miles de crudas emociones estrellándose contra mi cuerpo. Veo como guían a Efren a la camioneta. Revolcado, perdiendo el paso. Para nada como él.

—¿P-Por qué has hecho eso?

Aarón está extrañado.

—Te estaba tocando —señala lo obvio.

—Solo estábamos hablando y, de todos modos, no es asunto tuyo... No tenías... N-No tenías que golpearlo de esa manera.

—Leah, estaba tocando algo que quiero considerar mío y no permitiré...

Carajo. Vete a la mierda. Que te den. Hijo de puta.

—¡Tú no tienes que permitir nada, él es mi amigo! ¡Y a la mierda si es que soy algo tuyo!

No noto cuando comienzo a gritar. Simplemente algo dentro de mí se rompe y caigo en la cuenta de lo que acaba de suceder. El idiota acaba de golpear a Efren. No me importa quién sea él. Ese muchacho que tiró al piso, como si nada, es mi amigo desde que somos unos críos. Es al chico que condenadamente amo. No hay nadie que lo golpee excepto yo.

¿Y permitir?

Aarón no es mi puto dueño, nadie lo es. Él no tiene que venir aquí a sermonearme ni velar por nada. Que se vaya a coger.

Su rostro se ensombrece como hace un momento atrás. Decidido a rebatirme. Carl sale del bar con un bate en sus manos. Sí, mi jefe no es lo que se llama del todo civilizado. Entre él y Johnny me dan un poco de espacio comenzando a espantar a la multitud de mirones que dejaron el bar para alrededor de nosotros.

Si fuera por mí, agarraría el bate de Carl y se lo partiría en la cabeza a Aarón. Mis manos pican por ello.

Las luces de la camioneta de Eddie nos iluminan, ha conseguido meter a Efren en el asiento trasero de su Ford y me hace una seña antes de ponerse en marcha. Yo abro la boca, pero nada sale de ella. ¿Qué decir? ¿Lo siento? Vaya basura. Eddie está también cabreado conmigo. Con la situación. Con todo. Las ruedas chirrían cuando se incorpora a la acera y se va hecho una furia. Lo último que veo de mi chico, es su frente pegada al vidrio trasero y mis ojos se llenan de lágrimas.

—¿Qué acaso estás sordo? ¡Que te largas!

Johnny vuelve para empujar a Aarón.

—No me pongas las manos encima...

Johnny se ríe.

—¿O qué? ¿Vas a intentar golpearme a mí? Me gustaría ver eso.

Carl está de pie detrás de él dejando caer el bate descuidadamente en su mano derecha y cuando habla, su voz es helada.

—Esto es todo. Estás en propiedad privada, hombre. O te largas ahora o te sacamos de aquí y entregamos lo que quede de ti a la policía. Tú decides.

Nunca he visto a Carl pelear. Su temperamento calmo y el cabello rizado no te dan la imagen de alguien que soluciona las cosas con los puños. Quizás no tenga que olvidar Efren es también su amigo y esta situación nos está superando a todos.

Aarón está definitivamente en desventaja y lo nota. Da un suspiro frustrado.

—No sé si valgas la pena con toda esta basura que arrastras. Esto no ha terminado.

Y pasa por mi lado golpeando mi brazo.

—¿Disculpa? ¡Ni siquiera sé qué has venido a hacer aquí!

Soy vagamente consiente de que Carl y Johnny me preguntan cómo me siento.

—Estoy bien. —miento. —Estoy bien.

—¿Conoces al tipo, Leah? ¡Está jodido!

—Es mi ex jefe. Estaba haciendo una pasantía para él, he renunciado recientemente.

Hay reconocimiento en los chicos.

Regresamos al bar. La multitud retoma su ritmo. Johnny vigilando con ojo de halcón. Yo me dirijo hasta el baño de empleados. Aseguro la puerta y apoyándome en ella, me deslizo hasta el piso. Me siento como si estuviese dentro del ojo de un huracán. Me duele el pecho y el estómago y casi no puedo respirar.

La forma en que Efren cayó al suelo y no se levantó.

Santo Dios... ¿En qué clase de mierda se está convirtiendo todo esto?


Continue Reading

You'll Also Like

249K 21.9K 55
Segundo libro de la bilogía "El juego" • • • • Para Lana todo se ha ido a la mierda. Los A+ se han acabado y las escapadas a fiestas también. Su vida...
59.7M 1.3M 16
Sinopsis Kaethennis ha disfrutado de los placeres de la vida, mucho, casi se puede decir que demasiado. Un alma libre, al menos así se definiría el...
7.8K 1.5K 67
Rydel y Ryan comparten un lazo de hermandad. Para ellos, lo más importante es la FAMILIA. Su familia y seguir con el apellido RIZON. Solo se tiene el...
1.3M 103K 54
"Solo bastó una arrebatadora sonrisa de esos irresistibles labios rosados" Rosie Hamilton es una chica estructurada. Sabe cuantos pasos existen desde...