Luz.

By KarlaAltuve

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Qué ironía, ¿no? llamarte Luz y estar repleta de oscuridad. More

Capítulo 1.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Nota.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18. Tiempo.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.

Capítulo 2.

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By KarlaAltuve

Los recuerdos me invaden.
Me tumban y paralizan.
La vida me ahoga.
Y el dolor me brota.

El sol brilla a través de los cristales de mi ventana, los pájaros cantan y todo parece sacado de un cuento o de una película. Genial.

Me levanto y voy al baño, cepillo mis dientes y me doy una ducha larga. Al vestirme me pongo una camisa de mangas largas morada y unos pantalones negros. Antes de bajar tomo un pequeño bolso que me cuelga desde un hombro hasta el lado opuesto de mi cintura y meto mi teléfono, los audífonos y un poco de dinero. Bajo a la cocina y me encuentro a mamá desayunando.

-Buenos días -saluda.

-Hola -le digo cortante.

-¿Vas a comer?

-Comeré una manzana, gracias.

-Pero te hice panqueques -dice mientras hace pucheros.

-Gracias, pero no quiero.

Tomo la mazana y salgo de la cocina.

-¡Voy a salir! -le grito desde la puerta.

-¡Cuídate! -me devuelve.

Salgo de casa y empiezo caminar. Sé que está mal tratar así a mamá, pero no sé qué más hacer. No me gusta hablar con nadie, y ella siempre está intentando hablar conmigo, es muy buena para mí, no debería comportarme así con ella, pero yo no lo controlo, ya se me es costumbre no interactuar con nadie. No quiero que por uno de mis estúpidos ataques de estrés o de depresión ella salga herida. Ella no tiene la culpa de que yo esté así. No hizo nada malo.

Muerdo la manzana y un sonido entre los arbustos me saca de mis pensamientos. Me volteo a ver qué es y sale de entre ellos una rata. Estúpidas ratas de campo. Doy un brinco al verla. Las odio. Se va y respiro hondo. Sé que parezco una estúpida, pero de verdad que no me gustan. Sigo mi camino y me debato de entre sacar mis audífonos o seguir contemplando la naturaleza que me rodea. Gana la madre Tierra. Sigo caminando y al tiempo tarareo Heroine de Sleeping with Sirens.

Luego de un rato caminando, al adentrarme al bosque, llego al arroyo al que vengo casi todos los días. Me siento en una roca y empiezo a pensar en todo. ¿Por qué diablos hago eso? Mientras más pienso, más me destruyo. Es como si me torturara a mí misma, como si mutilara mi propio cerebro y corazón al mismo tiempo. Como si muriera a cada instante.

-Al Diablo -digo mientras me levanto de la roca y me quito el bolso, la camisa y los zapatos. Igual, nadie viene por aquí.

Entro al agua, no sé nadar, pero en este momento no me importa, en este momento no me importa nada. Me sumerjo y suelto todo el aire contenido. Cuando salgo a la superficie me dejo llevar por el agua y floto boca arriba con los ojos abiertos, admirando las ramas de los arboles sobre mí y el cielo azul, que parece que está más azul que nunca. Inhalo y cierro los ojos, intento bloquear mi mente, exhalo y me concentro en el cantar de los pájaros a la lejanía, en el sonido de la pequeña cascada que está a unos cuantos metros de aquí, en mis respiraciones calmadas, y en el sonido de unos pasos acercándose hacia aquí. ¿Pasos? ¡Pasos! Me reincorporo e intento hundirme en el agua, pero ya es muy tarde, la persona -que no tengo idea de quién es- ya está observándome. Me mira detalladamente y dice:

-Hola, Luz.

Genial, es el chico de la frutería.

-¿Qué haces aquí? -le pregunto, ignorando su saludo.

-Me gustan tus Converses, están geniales -dice admirando mis zapatos.

-¿Qué haces aquí? -repito.

-¿No tienes frío? -frunce el ceño- Tu camisa también está genial -levanta mi camisa y la mira de arriba a bajo, sonriendo de lado. Su mirada alterna entre mí y la camisa. Este chico está loco.

-¿Me puedes pasar la camisa, por favor? -le pido.

-Claro.

Lanza la camisa y alzo el brazo para atraparla, por suerte, no se moja, pero es inútil, igual la mojaré cuando me la ponga.

-¿Quieres que me dé la vuelta? -pregunta.

-No, tranquilo, puedes quedarte a ver cómo me visto -le digo sarcásticamente mientras ruedo los ojos. Considerando que estoy en brasier, sumergida en el arroyo más claro del mundo ¿Cómo diablos va a preguntarme eso?

-Si tú lo dices... -dice mientras se sienta en la roca y apoya la mandíbula en sus manos.

-¡Claro que quiero que te voltees!

-Tienes que ser más especifica la próxima vez, Luz -dice mientras me da la espalada.

-No habrá próxima vez -le aseguro.

-Quién sabe.

Es estúpido. Dios, es tan estúpido. Ruedo los ojos de nuevo y salgo del agua, me paro detrás de él, pero muy cerca de la orilla y muy lejos de la roca. Me pongo la camisa y le digo que se voltee.

-Estás muy mojada, Luz.

No puedo evitar reír ante eso. Él ríe también.

-Ahora que te suavizas, ¿qué haces cuando vienes aquí? -pregunta.

-¿"Cuando"? Ah, cierto que me acosas.

-Por décima vez: no te acoso, te...

-Me admiras secretamente -completo.

-Sí -dice riendo. Río con él.

-¿Vas a responder a mi pregunta?

-No.

-Dios, en serio eres terca.

-Lo soy -le digo mientras me acerco a la roca para ponerme los zapatos. Me siento junto a él y no se aparta.

-¿Cuándo fue la última vez que reíste? -me pregunta.

-¿Por qué la Tierra es el único planeta con capa de ozono? -le pregunto ignorando su pregunta anterior, de nuevo.

-Dios, ¿responderás a una de mis preguntas?

-¿Por qué Marte no tiene también una? ¿Por qué sólo la Tierra?

-No lo sé.

-Tal vez es porque fuimos elegidos para algo más importante -le digo mientras amarro las trenzas de mis zapatos -. Pero hasta ahora lo único que hemos hecho ha sido destruirnos mutuamente.

-Tienes razón.

-Lo sé -le digo sonriendo-. También me gustan tus Converses.

-Gracias -dijo levantando el pie, viendo sus Converses negras.

Levanté la vista hacia él en cuanto terminé con mis zapatos, estaba sonriendo y mirándome. Dios. Se levantó de la roca y dijo:

-Te acompaño a tu casa.

-No quiero ir a casa -le dije apartando la vista mientras también me levantaba de la roca y recogía mi bolso.

-¿Adónde quieres ir?

-No lo sé.

-¿Dejas que te guíe?

Titubeé un segundo, pero al final acepté.

-¿Adónde iremos? -le pregunté.

-Al fin del mundo -dijo sonriendo.

-Tu sonrisa es contagiosa -le dije sonriendo.

-Y la tuya es escasa. En todo el tiempo que te he estado acosando, perdón, admirando secretamente -rió- , no te he visto sonreír. O sea, sí, pero no como lo estás haciendo ahora.

-Y eso es muy cierto. Y ahora quiero cambiar el tema, ¿sí?

-Claro.

-¿Cómo te llamas? -le pregunté mientras salíamos del bosque a la carretera.

-No te lo diré.

-Entonces, ¿cómo voy a llamarte?

-¿Quieres llamarme? -preguntó. Y antes de darme cuenta ya tenía mi teléfono en sus manos.

-¿Cómo diablos haces eso? -le pregunté riendo.

-Tengo mis trucos -sonrió de lado- . Aquí tienes mi número, Luz. Cuando me necesites, llámame.

-Ahora sabré tu nombre -dije mientras tomaba el teléfono.

-No, no he guardado el número. Dejaré que me llames como quieras.

-¿Qué tal... Light?

-¿Como Light Yagami? -preguntó con la voz aguda y los ojos abiertos.

-No -reí- , como Luz en inglés, porque siempre estás sonriendo y llegas como con un aura de luz y así.

-Ah, ya. Entonces tú serás Dark.

-¿Por qué? -le pregunté sonriendo mientras escribía Light como nombre en los contactos.

-Porque no eres feliz. Qué ironía, ¿no? Llamarte Luz y estar repleta de oscuridad.

-Sí -susurré.

-¿Te gusta el helado? -preguntó segundos después.

-Me encanta el helado.

-¿Cuando fue la última vez que comiste uno?

-¿Cuántos pares de Converses tienes?

Hizo un gruñido.

-Vamos, Dark, tienes que contestarme.

-Yo tengo tres.

-Tengo sólo uno, éste -dijo cediendo.

-¿Por qué tienes sólo uno, Light?

-No lo sé.

-Sí lo sabes.

-¿Quieres helado?

-De chocolate.

Rió.

-No me gusta el chocolate -dijo.

-¿Cómo puedes decir eso? ¿cómo sigues en este mundo? ¿qué clase de persona eres? ¿a quién no le gusta el chocolate? Estás loco.

-Si lo como, muero -dijo arqueando las cejas y levantando los hombros.

-¿Eres alérgico?

-Sí -dice haciendo un puchero.

-Qué horror -le digo agachando la cabeza- . Entonces... ¿nunca has probado el chocolate?

-Nop.

-Mal por ti. No sabes lo que te pierdes

-Oye, gracias por restregármelo en la cara -dice elevando el tono mientras ríe.

-Lo siento, pero es la verdad -le digo levantando las manos y riendo.

-Eres mala, Dark.

-¿Adónde iremos? -le pregunto riendo.

-Iremos a la heladería.

-¿En serio?

-Sí.

-No voy desde... -empiezo a decir, pero me callo.

-¿Desde cuándo, Luz? -pregunta con el ceño fruncido.

-Nada, olvídalo -le digo sacudiendo la cabeza..

-Cuéntame, Luz. Si quieres que esto funcione tienes que hacerlo.

-¿Que funcione qué? Ni siquiera te conozco -le grito.

-Pero yo quiero conocerte, ¿sí? -me grita de vuelta- ¿qué quieres que haga? Sólo quiero ayudarte. ¡Quiero ser tu amigo, Luz!

-¡Pues yo no quiero amigos, ¿sí?! Así estoy bien. Estoy bien sola.

-¡No lo estás, Luz! -grita- Te haces daño a ti misma. Así no estás bien. Yo quiero ser tu amigo, quiero conocerte y quiero que me conozcas. Puedes contarme lo que sea, yo no te juzgaré, te ayudaré.

-¿Por qué? -le pregunto, las lágrimas amenazan con salir.

-Porque quiero ayudarte -me susurra acercándose a mí.

-Nadie quiere ser amigo de una chica que odia su vida.

-Pero entonces estoy loco, porque yo quiero ser tu amigo.

Me toma de las manos y sonríe. Sus ojos están fijos en los míos y sonrió también.

-Gracias -le susurro, agachando la cabeza.

-No llores, ¿sí? -me dice levantándome la barbilla con uno de sus dedos. Asiento con la cabeza mientras cierro los ojos- ¿Aún quieres helado de chocolate?

-Sí -le susurro riendo, aún con los ojos cerrados.

-¿Dark? -susurra.

-¿Sí?

-Han pasado diez minutos, ¿quieres ir a la heladería o no? -dice.

Abro los ojos y me doy cuenta de lo cerca que está su cara de la mía, y sus manos aún están sobre las mías, también de que en serio pasó mucho tiempo. Él no se aparta, me mira y sonríe. Está loco.

-Sí, claro -le digo suavemente mientras me separo de él.

Supongo que yo también estoy loca, porque quiero conocerlo.

Rió.

-¿De qué te ríes? -le pregunté sonriendo.

-De nada, Dark.

-Te estás riendo por algo. Y ese algo soy yo, ¿no?

-Podría ser. No lo sé. Tal vez.

-Estás loco, Light -le dije rodando los ojos y cruzándome de brazos.

-Te ves linda cuando cierras los ojos -dijo mirándome mientras caminábamos.

No dije nada, me quedé en silencio mientras él seguía mirándome. Sonreí, y él rió.

-Es verdad. Pero no me malinterpretes. Te veías linda porque estabas cerca de mí. Eres más hermosa de cerca.

¿Qué se supone que deba hacer?

-¿Gracias? Nunca me habían dicho eso.

-No lo creo, Dark. Eres preciosa. No creo que nadie te haya dicho alguna vez que eres bonita.

-Pues sí, pero sólo mi mamá y algunas tías. Igual, nunca me lo creí.

-¿Por qué? -preguntó mientras fruncía el ceño.

-Por nada -le respondí mirando hacia otro lado.

-Ya hablamos de esto, Luz. Y no quiero gritar de nuevo -dijo mirándome.

No le respondí. Un auto venía en dirección contraria a la nuestra y nos separamos por un segundo. Yo rezando para que olvidara su pregunta.

-¿Y bien?

-¿Te gustan los autos? -pregunté.

-Oh no. Tienes que contestarme, Dark. Por favor. Si quieres me arrodillo. Y lo digo en serio.

-Hazlo -lo reté, sonriendo de lado.

-No te daré el gusto -dijo sonriendo.

-Yo tampoco te lo daré.

-Entonces lo dejamos así.

-Mejor para mí.

-No, Luz -dijo haciendo pucheros- dímelo por favor.

-Tal vez la próxima.

Casi llegamos a la heladería.

-¿Entonces aseguras que va a haber una próxima? -dijo arqueando una ceja y con un tono seductor. Es estúpido.

-Eres estúpido -le dije riendo.

-Y tú estás loca.

-No, tú estás loco.

-Ambos somos locos, ¿de acuerdo? -dijo riendo.

Asentí cerrando los ojos mientras reía.

-Hemos llegado.

-Eso parece.

Abrió la puerta y entró detrás de mí. Apenas y hay tres personas aquí. Y esas tres personas están sentadas en la misma mesa. Nos sentamos en la más apartada a ellos. No es racismo ni nada parecido, es sólo que no me gusta estar con otras personas. Lo sé, es estúpido, pero simplemente no me gusta.

-Iré a pedir los helados -dijo Light mientras yo me sentaba a la mesa.

-Está bien.

Caminó hasta el mostrador, volteó hacia mí y guiñó un ojo, está loco.

No sé si debería contarle lo que siento. Si debería contarle lo que pienso. Él es la primera persona que de verdad me inspira confianza, me cae muy bien. Pero no lo sé... no me gusta dudar tanto, es horrible, ¿por qué no puedo simplemente hacerlo y ya? ¿Por qué es tan difícil para mí? Dejé de pensar y bloqueé mi mente.

-Mi padre es alcohólico -solté cuando llegó a la mesa con dos copas de helado en las manos. Me miró con los ojos como platos y después se sentó frente a mí.

-Wow -susurró, aún mirándome.

-Sí, lo es.

-Oye, si no quieres hablar de eso está bien, de verdad.

-No, quiero contarte.

-Entonces sí quieres que esto funcione, ¿no? -preguntó levantando una ceja.

-Estás loco.

Rió.

-Lo sé.

-Le pegaba a mi mamá y bebía casi todas las noches -le dije segundos después.

-Si no quieres...

-Déjame hablar, ¿sí?

-Ok.

-Él era malo. Pero no era su culpa. No fue su culpa caer en ese vicio. Tenía amigos aún más malos. Pero de alguna manera... él también era terrible. Se fue de la casa cuando yo tenía diez. Desde ese entonces somos sólo mamá y yo, bueno, prácticamente sólo ella. La trato mal, ¿sabes? No le doy la atención que debería, apenas y la saludo. Y todo por su culpa, todo por culpa de ese estúpido -las lágrimas empezaban a caer- . Lo siento -dije pasando mis manos por mi cara- . Es que...

-Está bien -dijo en un tono suave mientras me miraba.

-Por él estoy así. Por él lloro siempre. Por él. Recuerdo cuando llegaba a las tres de la mañana y lo único que hacia era tambalearse mientras gritaba babosadas y buscaba a mamá para pegarle. Lo hacia sin razón, sólo porque quería.

En este momento ya estoy llorando a mares, ni siquiera puedo ver con claridad y mucho menos pensar. Light me sostiene una mano y con la otra limpia mis lágrimas.

-¿Te dije que también eres hermosa cuando lloras? -susurró.

No pude responder.

-Pero eso no significa que me guste verte llorar -susurró de nuevo.

Tampoco pude responder. Mis respiraciones son entre cortadas y a lo mejor me resfrío por estar con la ropa mojada.

Él no dijo nada más, se quedó callado y posó su otra mano sobre la mía cuando se sentó junto a mí.

-Está bien -susurró mientras me estrechaba contra sí.

Estoy inmóvil. Paralizada. Llorando.

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