Aliados 4 Temporada

By FunnyStoryBlue

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Los aliados volvieron, y junto a sus misiones lograron formar una enorme y unida familia. Pero el mal les sig... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1: Con aliados
Capítulo 2: Una ayuda especial
Capítulo 3: Destino, España
Capítulo 4: Enfrentando al enemigo
Capítulo 5: Ángel Guardián
Capítulo 6: Nueva vida
Nueva Generación -brownie-
Capítulo 7: Reencuentro - Parte I
Capítulo 8: Reencuentro - Parte II
Capítulo 9: Investigando
Capítulo 10: ¿Bueno o Malo?
Capítulo 11: Diferente
¿Corazón Aliado?
Capítulo 12: Difícil
Capítulo 13: La primer señal
Capítulo 14: Decir la verdad
Capítulo 15: En alguna otra parte
Capítulo 16: Verdades que duelen, y otras no tanto - Parte I
Capítulo 18: Encerrados
Capítulo 19: Un mes después
Capítulo 20: ¿Celos?
Capítulo 21: El otro Plano
Capítulo 22: Ayudante Invisible
Capítulo 23: Idolos Pop
Capítulo 24: En familia
Capítulo 25: Que comience la fiesta
Capítulo 26: La furia de Bruno
Capítulo 27: Droga de la Verdad
Capítulo 28: Remodelación
Hola :)
Capítulo 29: Elige de forma inteligente
Capítulo 30: ¿Salvar el mundo?
Capítulo 31: Un pequeño empujón
Capítulo 32: Morir no es desaparecer
Capítulo 33: Luz

Capítulo 17: Verdades que duelen y otras no tanto - Parte II

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By FunnyStoryBlue

Después de salir del hotel, o "arca" como Noah le decía, Antonella se dirigió hacia el río que estaba algo cerca de su casa. No sabía que pensar de todo lo que les habían contado. Sólo quería escapar de ahí. Por eso eligió el lugar, donde sin saberlo, sus padres se habían conocido. Era el único lugar donde se sentía tranquila y sabía que podría pensar con más claridad. Claro que no contó con que Iván también estaría sentado frente al río, donde había ido a pensar después de que Jack le dijera todo lo que tenía que hacer a partir de ahora.

Cuando lo vio, no dudó en descargar su enojo en él.

- ¿Qué haces en mi río? -le preguntó molesta. Iván la miró sorprendido pero luego se puso serio.

- Este no es tu río -contestó él, ceñudo.

- Si, yo lo encontré cuando llegué a Argentina.

- Eso no lo hace tuyo. Yo vengo acá desde los diez años -contraatacó él.

- Bueno, quedatelo -aunque se sentía enojada, no tenía ganas de pelear con nadie. Se dio vuelta para irse hacia el lado contrario.

Iván notó que estaba diferente cuando ella no siguió la discusión hasta ganar, como siempre lo hacía. Se levantó rápidamente y la siguió.

- Hey pará -la tomó del brazo haciendo que se diera vuelta.- ¿Estás bien? -preguntó preocupado. Ella negó con la cabeza.- ¿Queres contarme? -esta vez, asintió.

***

Guada salió prácticamente corriendo del hotel, se sentía mal. No quería haberse ido así pero no podía quedarse mirando a las personas que le habían mentido sobre la muerte de su madre. Y mucho peor, sobre su madre. Ahora se sentía más lejos que antes de ella, ya ni sabía quien era Luz, no sabía de quien era hija.

Caminó y caminó hasta encontrar un viejo árbol y se sentó junto a este. Abrazando sus piernas y haciendo lo único que necesitaba hacer en este momento, llorar.

Adam también se sentía confundido pero no había salido por eso, había salido por ella. Sabía que Guada se ponía mal cada vez que recordaba a su mamá y con lo que les habían contado estaba seguro de que ahora ella estaba en su peor momento. La buscó por todo el jardín del hotel pero no encontró algún indicio de su amiga. Pero cuando estaba por darse por vencido y volver a entrar al hotel para encarar a sus padres, la vio.

- ¡Guada! -gritó al verla sentada bajo un árbol. Lejos, casi adentrándose al pequeño bosque que separaba el hotel de la universidad a la que iba Tomás. Caminó hacia ella.- Guada, ¿qué pasó? ¿Por qué...? -notó que estaba llorando y rápidamente se sentó junto a ella para abrazarla. Aunque no lo admitía, cada vez que la veía llorando, su corazón se partía en pedazos.

***

- ¿Entonces simplemente saliste corriendo sin decir nada? -preguntó Iván luego de que Antonella le contara todo. Ella asintió. Estaban sentados en el césped con el río frente a ellos.- ¿Y no les crees?

- No lo se -contestó sin despegar la vista del río. No quería mirarlo, se sentía apenada de que él la viera en ese estado de vulnerabilidad. Pero la verdad es que no había tenido alguna duda al contarle todo lo que había estado pasando en la últimas horas. Sentía confianza en él, aunque no lo conociera demasiado.- ¿Vos lo creerías?

- Yo creo que el mundo está lleno de magia, y que sólo hay que abrir los ojos para verla.

Antonella rió levemente.

- Eso es muy de película norte americana -comentó.

Iván sonrió, asintiendo.

- Pero es cierto.

- Quizas... ¿Puedo contarte algo más?

- Soy todo oídos.

- Ayer en la noche, cuando estaba con mis amigos, pasó algo... raro -pensó en como decirlo sin que sonara extraño.- Uhm... había un auto, que yo no robé -aclaró a lo que él rió-, y en un momento yo pensé en que se prendiera fuego... y se prendió fuego. Y después comenzaron a salir bolas de fuego de mi mano estrellándose contra los árboles y... -al darse cuenta de que lo que decía sí sonaba bastante extraño, volteó a verlo. Iván estaba serio, como si estuviera pensando en algo sumamente importante.- Pensás que estoy loca ¿no?

Él la miró.

- No... -se levantó y le tendió la mano, decidido.- Quiero mostrarte algo.

- ¿Qué?

- Vos seguíme -insistió él. Antonella, al ver que él no apartaba la mano, se la tomó e Iván la guió hacia un pequeño puente que dividía ambos lados del río.

Apenas ella le había contado sobre su poder, él se había puesto a pensar en que Jack seguramente saltaría de alegría al escuchar tal noticia. No había tenido que investigar nada, Antonella por sí sola se lo había contado. Ahora sólo le faltaba saber que tipo de guardianes eran los otros tres. Sin embargo, en vez de correr hacia "su casa" para contarle todo a Jack cómo el hombre seguramente esperaba, él decidió hacer algo mucho mejor y más divertido. No le importaba lo que Jack pensara sobre lo que iba a hacer, él no estaba presente así que no podía hacer mucho.

Sabía que seguramente a Antonella le aterraba un poco el haber descubierto lo que podía hacer con el fuego, él había pasado por lo mismo cuando tuvo su primer uso de poder accidental. Pero al menos había tenido a Jack y a los hombres que trabajaban para él, que lo habían entrenado y enseñado a usar sus poderes al máximo.

- No recuerdo haber visto ese puente antes -comentó Antonella mientras se adentraban al bosque, después de cruzar el pequeño puente de madera.

- Eso es porque recién ahora abrís los ojos -respondió Iván y ella se soltó de su mano dejando de caminar.

- ¿Qué es lo que pretendés decirme rubio? -lo miró molesta.- ¿Me estás insultando o es porqu...?

- Lo que quiero decir -la interrumpió-, es que estás más abierta a la magia del mundo. Y ese puente lo hice yo. Sólo lo pueden ver los que también usan los ojos del alma.

Ella alzó una ceja, intentando aguantar la risa.

- Sos raro...

Él se encogió de hombros.- Y vos también. -Antes de que ella pudiera reclamar la volvió a tomar de la mano para caminar lo que faltaba del recorrido.- ¡Llegamos!

- ¡Genial! -exclamó sarcástica.- Ahora explicame porque me traes acá. Es por lo que te dije del fuego que sale de mi mano ¿no? Si pensas que estoy loca ¿verdad? ¿Me vas a dejar acá para que me muera y así un fenómeno menos en el mundo?

- Hablas mucho ¿sabias? -respondió él.- Y no, no es eso. -la tomó de los hombros para darla vuelta y así pudiera ver donde se encontraban. Ella apartó sus manos mientras observaba el lugar.- Esta es mi parte favorita del río, es como mi lugar secreto. Yo la creé, antes acá sólo había pasto.

Estaban en medio de un pequeño prado lleno de flores de todo tipo y colores. Al rededor, había grandes y verdes árboles que rodeaban el prado formando un círculo.

- Uhm claro... Si que sos un apasionado de la jardinería... ¿Vos plantaste todo esto?

- Algo así -contestó.- Vení, hay algo que te va a gustar aún más -pasaron por detrás de uno de los árboles encontrándose con una gran roca y un pequeño lago azul. El lugar también estaba repleto de vivas flores, sólo que estas eran de tonos azules. En esta parte no había grandes árboles, se podía ver perfectamente el cielo y el sol, que de a poco se iba escondiendo.- ¿Que tal?

- Se siente bien -dijo mientras se sentaban en la roca para admirar el sol.

- Si, pero no sólo se siente bien porque es una puesta de sol muy hermosa, sino porque el sol está lleno de fuego, y vos también -explicó.- Eso que podes hacer con el fuego no es sólo un poder, es un don. Tu manera de estar en contacto con la naturaleza y también tu manera de protegerte. Un ser elevado te llamaría Guardiana del fuego. Un ser humano te diría que podes manejar uno de los cinco elementos.

- ¿Pero no son cuatro elementos? -preguntó confundida.

- Eso es lo que los humanos creen.

- ¿Por qué hablas de los humanos como si vos no lo fueras?

- Porque yo también soy un guardián.

- Ok, ya me perdí. Vengo de que mis padres y tíos me dijeran que hay seres de luz que vienen de otros planetas a cambiar a las personas y que se meten en espejos y esas cosas, y ahora vos me decís que soy una guardiana de no se que y que vos no sos humano y no se que más...

- No estoy diciendo que no soy humano, sólo digo que soy un humano diferente a los demás.- aclaró él.- Como vos.

- ¿Qué es lo que podes hacer?

- Te muestro -abrió la palma de su mano e hizo aparecer un pequeño capullo, que al instante se convirtió en una rosa.

- Ahora entiendo como aparecen plantas de un día para el otro en mi casa -acotó Antonella.- Al menos tu poder no es peligroso.

- No subestimes el poder de la tierra -dijo él.- Y lo que vos podes hacer es genial.

- Claro que no -lo miró como si estuviera loco.- Podría matar a alguien.

- Puedo enseñarte lo básico -propuso Iván. Él sabía todo sobre como los demás guardianes debían manejar sus poderes. Jack no había omitido enseñarle sobre eso también.

- ¿Cómo?

- Así -nuevamente la tomó de la mano haciendo que se levantara de la roca, y guiándola hacia otra parte del bosque.

- Hey, no te acostumbres a tomarme de la mano cada vez que cambiamos de ubicación -avisó ella.

- ¡No prometo nada! -rió él.

***

Dentro del arca, el silencio inundaba el lugar mientras los chicos que quedaban, miraban a sus padres como intentando sacar algún indicio de que todo lo que les habían contado era mentira.

- Así que... son de otros planetas... -habló Maxi mirando a sus padres respectivamente.- Y vinieron a la tierra para cambiar a ellos -señaló a Maia y Manuel.- Wow...

- Ustedes si nos creen ¿no? -preguntó Venecia mirando a Maxi, Felipe, Gabriel, Mía, Flor, y los tres chiquitos, que aún no se habían ido corriendo como los demás.

- Yo creo que esta es una familia de locos -dijo Mía parándose.- Voy a ir a ver si alguna otra familia me quiere adoptar -y se fue con la cabeza en alto, refunfuñando en voz baja.

- Otra menos... -declaró Noah recibiendo un codazo de Venecia.

- Yo... voy con ella -dijo Maxi siguiéndola.

- ¿Y ustedes? -Manuel miró especialmente a su hijo.- ¿Qué piensan?

- Yo si les creo -afirmó Gabriel.- Pero en diez minutos tengo mi clase de guitarra así que me tengo que ir -salió rápidamente.

Manuel suspiró.- Al menos él si nos cree.

- Yo también creo... -dijo Flor.- Creo que están locos -se levantó para irse. Felipe se levantó tras ella y al ver el ceño fruncido de Joaquín, aclaró:

- No voy con ella eh, sólo voy a... por ahí -y se fue corriendo.

- Bueno, sólo nos quedan los chiquitos... -murmuró Azul.

- Yo ya sabía todo -dijo Elena con simpleza y al percatarse que todos la miraban sorprendidos, explicó:- Me lo contó mi angelito guardián.

- ¿Quien? -preguntó Matías, extrañado.

- ¿Angel? -esta vez, habló Noah.

- Si papi -contestó la pequeña pelirroja.- ¿Cómo sabés su nombre?

- Sólo adiviné -se excusó éste, que ya tenía los pensamientos en otra parte. Ahora todos lo miraban a él, la mayoría asegurandose de que después Noah les contara bien sobre eso.

- Yo si les creo, después de todo, yo hablo con los animales -dijo León inteligentemente. Devi y Valentín sonrieron orgullosos.

- ¿Y vos hijo? -le preguntó Franco a Mateo.

- Yo creo que... ¡Es genial! -exclamó.- ¿Entonces ustedes tienen poderes? ¿Pueden hacer algo? -preguntó ansioso a los antiguos seres de luz.- ¿Son como superhéroes?

- No somos héroes... pero la verdad sí, somos super -dijo Inti con falso ego y una divertida sonrisa de superioridad.

***

Bruno no sabía que pensar de todo lo que le habían contado. ¿Su padre había muerto y su alma deambulaba como un persona normal llamada Ian? ¿Sus tíos eran seres de luz? ¿Su madre una persona rencorosa, cruel y violenta? Por una parte les creía y por otra no. Su madre era la persona menos rencorosa y violenta del mundo, y su padre no tenía indicio de que alguna vez hubiera sido un ser de luz. Era todo tan complicado. Él había estado investigando sobre seres de luz y hasta le había preguntado a Daimon sobre lo del video pero él le había negado todo. Y ahora venían con que era verdad.

Y si era verdad, ¿entonces porque se los habían ocultado por tanto tiempo? ¿Qué ganaban ellos con eso? Quizas había algo más que aún no les habían dicho...

Al doblar por una esquina y encontrarse en medio de un callejón, Bruno pudo darse cuenta de que había caminado más de lo que se hubiera imaginado. Desconcertado, vio como un cuarteto de hombres forcejeaba con una chica que no debía tener más de quince o dieciséis años. Observó su cabello castaño oscuro y largo atado en una coleta, y sus ojos negros que demostraban terror. Y entonces se dio cuenta de que él estaba parado sin hacer nada.

- ¡Eh! ¡¿Que hacen?! -gritó. Los hombres soltaron a la chica que se acurrucó contra la pared, y voltearon a verlo enojados. A pesar de estar en medio de un callejón, sólo y con esos cuatro tipos que parecían peligrosos, Bruno no tenía miedo.

- Pibe rajá de acá -dijo uno de ellos sacando una navaja.

- Me voy pero ella viene conmigo -propuso Bruno con seguridad.

El hombre rió y de un momento a otro estaba rodeado por los cuatro.- Me parece que no entendiste. -dijo el que había hablado antes.- Ese caramelito es nuestro, y si no te vas de acá vamos a tener que sacarte de nuestro camino a la fuerza.

Los hombres habían cerrados sus puños, listos para pelear. Bruno sonrió mientras alzaba una ceja con ironía.- Bien, pero después no se quejen de que un adolescente de dieciséis años les haya pateado el trasero.

Sin decir nada más, los cuatro hombres se abalanzaron sobre Bruno que esquivó cada uno de sus movimientos, devolviéndoles los golpes aún más fuerte. Lo que ellos ignoraban, era que el chico era un profesional en las artes marciales; disciplina que su padre le había enseñado desde que era un niño. No pasaron ni cinco minutos, que los hombres que habían intentado abusar de la chica ya estaban en el suelo, adoloridos y sin poder moverse.

Bruno los miró con desagrado y luego volteó hacia la chica que seguía acurrucada contra la pared. Se acercó a ella y le tendió la mano para ayudarla a levantarse. La chica dudó un poco, pero luego la aceptó.

- ¿Estás bien? -le preguntó una vez que estuvo parada frente a él.

Ella asintió. No parecía muy afectada con lo que acababa de pasar pero sí se podía notar algo de tristeza en sus ojos.

- Gracias, pero no necesitaba tu ayuda -miró hacia los hombres que estaban en el suelo.

- Yo creo que sí -afirmó él.- Soy Bruno. ¿Cuál es tu nombre?

La chica lo miró por unos segundos antes de contestar.

- Sam.

- Lindo nombre, Sam -sonrió. Sam miró hacia abajo donde sus manos seguían entrelazadas y él al darse cuenta la soltó al instante.- Lo siento, no me di cuenta.

- No pasa nada. Ahora creo que... deberías irte -medio como que lo empujó para que se fuera. Bruno la miró extrañado.

- ¿Me estás echando de un callejón? -preguntó. Ella quiso volver a empujarlo pero le fue inútil, él tenía mucho más fuerza.- ¿En serio queres quedarte sola después de lo que casi te acaba de pasar?

Sam lo miró molesta.

- Gracias por recordármelo -contestó sarcasticamente.

- No, quiero decir... -Bruno pasó una mano por detrás de su cuello buscando las palabras correctas.- Te llevo a tu casa. Sí, te acompaño hasta ahí, así no andas sola -al decir esto último ella pareció ponerse bastante nerviosa.- ¿Qué pasa?

- No tengo casa, yo... vivo en la calle -bajó la cabeza apenada.- Más precisamente en este callejón.

Bruno por primera vez, no supo que decir. Que una chica viviera sola en un callejón donde el peligro acechaba todos los días... No era algo que le gustase saber.

- Eso es terrible...

Ella se encogió de hombros restándole importancia.

- Uno se acostumbra con el tiempo. -Contestó al tiempo que pequeñas gotas comenzaban a caer del cielo. "Lluvia en el momento menos indicado" pensó Bruno.- Deberías irte o te vas a empapar -acotó Sam.

Bruno la miró. No iba a dejar que esa chica se quedara sola de nuevo con la posibilidad de que otros hombres quisieran abusar de ella. Pensó en llevarla a su casa pero no era tan buena idea. Su madre era algo celosa con las chicas que él llevaba a su casa y no las trataba precisamente de una manera "amable". Entonces una idea se asomó por su cabeza: el hotel.

- Vení conmigo.

- ¿Qué...?

- Sé de un lugar donde podes quedarte. No voy a dejar que duermas bajo la lluvia -la tomó de la mano casi arrastrándola ya que ella se resistía.

- ¿No me vas a llevar a un orfanato o sí? -preguntó con miedo, intentando soltarse.

- Obvio que no -negó al instante.- Te voy a llevar al mejor hotel que vas a ver en tu vida -sonrió. Esta vez ella no se resistió, y siguieron caminando mientras Sam le preguntaba de que hotel estaba hablando.

No sabía que era lo que pensarían los demás de que alojara a una desconocida en el hotel, pero si de algo estaba seguro, era de que no dejaría que ella volviera a pasar otra noche sin un techo.

***

Adam acariciaba el cabello de Guadalupe que lloraba en silencio con la cabeza recostada en su hombro. Él también se sentía un poco mal con lo que le habían contado. No sólo por saber que su padre había sido muy cruel con su hermano Tomás y Emma, sino porque su madre era como una especie de "extraterrestre". No entendía mucho, y tampoco tenía ganas de entenderlo. Estaba feliz con la vida que tenía, con sus padres mas o menos normales, pero ahora todo cambiaba. ¿Cómo los miraría después de hoy? No estaba enojado con ellos, pero sí tenía muchas preguntas. Necesitaba saber más para poder sentir que les creía.

Porque si era cierto todo eso de los seres de luz, entonces necesitaba saber por qué no se los habían contado antes. Podrían haberles ahorrado esos años de mentiras e ignorancia. Vivían en una burbuja, y se la habían pinchado de un momento a otro. Si sabía que todo esto pasaría sólo por haber encontrado ese hotel, hubiera preferido nunca haberlo visto.

Al no sentir el peso de la cabeza de su amiga en su hombro, se dio cuenta de que ya no lo abrazaba y había dejado de llorar. Se le quedó observando mientras ella miraba hacia ningún punto en específico.

- Vos si les crees ¿no? -adivinó Adam.

Ella dejó salir el aire que había estado conteniendo y asintió.

- Claro. Es solo que me molesta que no me lo hayan dicho antes. Al menos lo de Luz. No deberían haber jugado con eso...

- Quizas no querían que sufrieras.

- No lo pensaron muy bien -lo miró.- ¿Vos como estás?

- No se, es raro -dijo él mirando hacia el frente, donde un pájaro intentaba levantar una pequeña rama.- Ahora entiendo algunas cosas sobre mi mamá. Yo siempre me pregunté sobre su familia ya que nunca nos habló de ellos. Pero ahora sé que era porque era un ser de luz y vivía en otro lugar. Claro que no es fácil eso de saber que ella no es de este planeta pero creo que puedo superarlo -suspiró.- Pero si me pone un poco mal saber lo horrible y oscuro que era mi viejo. Yo siempre lo vi como un crack, siempre ayudando a los demás, dándonos todo. El mejor esposo para mi mamá... Pero ahora sé que él antes era la peor persona del mundo, que le repugnaba saber que Tomás era su hijo, que no le importaba nadie. Ya no sé quien es mi padre.

- Es el que está ahí dentro Adam -dijo Guadalupe señalando el hotel con la cabeza.- Es el que ayuda a los demás, el que te cubre cuando te vas de joda, el que ama a tu mamá y se preocupa por todos... Mirá yo se que tu papá y el mío eran unos idiotas, pero ya no lo son. Y no me importa como eran en el pasado porque ahora estamos en el presente. Y en el presente ellos son los mejores padres del mundo y así los amamos.

Adam sonrió. Ella siempre sabía que decir.

- Tenés razón. No sé que haría sin tus sabias palabras -musitó.- Ahora entiendo porque sos tan buena persona. Tu mamá era un ser de luz, de seguro ella era tan genial como vos.

- Pero ella no me quiere.

- ¿Por qué pensas eso? -preguntó viendo como Guadalupe cambiaba su expresión a una de enojo.

- Si ahora es un ser de luz podría venir a visitarme, pero no lo hace.

- Quizás no es tan fácil.

- Sí le fue fácil venir dos veces para ver a mi tía Azul, ¿pero no le es fácil venir a ver a su hija? ¿Igual sabes qué? Ya no me importa -declaró.- Lo tengo a mi papá, no la necesito a ella.

- Guada... -Adam entendía que a Guadalupe le hubiera afectado mucho ese tema, pero no quería que ahora ella odiara a su madre. Quizas Luz tenía sus razones para no venir.

- No intentes hacerme cambiar de opinión. Hace años que lloro porque no está y ella nunca hizo nada. Quizas ya sea hora de dejar de llorar.

Él asintió, no muy convencido. Se quedaron en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos, hasta que pequeñas gotas de lluvias comenzaron a caer, mojándolos.

- Genial, lluvia era lo único que faltaba -murmuró Adam mientras cada vez más gotas caían sobre su cabeza.- Vamos adentro.

Ambos se pararon y caminaron juntos hacia el hotel. Se sorprendieron al ver que sólo estaba Tomás ahí dentro. ¿Adonde se habían ido todos? Tomás al verlos se acercó a ellos, el joven parecía preocupado.

- ¿Todo bien hermano? -le preguntó a Adam. Quería saber cómo se sentía su hermano menor después de todo lo que les habían contado. Adam lo miró, ceñudo.

- Vos lo sabías todo ¿no? -interrogó. Tomás asintió.- ¿Y porqué nunca nos lo contaste?

- No podía -fue lo único que dijo.

- Claro, nadie podía -contestó Adam con ironía, dirigiéndose a la cocina.

***

- Bien, ahora quiero que pienses en el fuego como si fuera parte de vos, o cómo si vos fueras el fuego. Estirá una mano y visualizá ese árbol -ordenó Iván. Seguían en el bosque detrás del río, frente a un árbol de gran tamaño.

- Mirá no es que a mí me preocupe pero, ¿prendiendo fuego un árbol no sería estar a favor de la deforestación? -cuestionó Antonella.

- No te preocupes, yo puedo volver el árbol a la normalidad luego -avisó él.

- Ok. -Antonella estiró la mano en dirección al árbol, como él le dijo.- ¿Ahora que hago?

- Una vez que estés concentrada en el árbol, sólo pensá en que queres incendiar sólo una parte de él. Que sea algo leve, pequeño. -dijo. Ella así lo hizo, una pequeña bola de fuego salió disparada hacia el tronco del árbol, provocándole una leve quemadura a la madera.- ¡Bien! -celebró.

- Creo que puedo acostumbrarme a esto -dijo Antonella mientras hacia aparecer una pequeña llama en la palma de su mano.

- Lo haces como una profesional -comentó Iván.

- ¿Y hay algo genial que vos puedas hacer con tus poderes? -preguntó ella. Él sonrió tomándola por la cintura con una mano, y con la otra apuntando hacia el suelo.- ¡Hey! -ignorando las quejas de la chica, hizo crecer un alto árbol debajo de ellos, que quedaron sentados sobre una de las gruesas ramas.- Wow.

- Sorprendente ¿no? -dijo golpeando el tronco del árbol.

- Si... -Antonella miró hacia abajo. El árbol si que era alto, ¿cómo bajarían de ahí? No tenía la menor idea.- Pero le tengo miedo a las alturas -agregó mirándolo con terror.

- ¿En serio? -preguntó Iván preocupado y asustándose.

- No -negó riendo.- Sólo quería ver que cara ponías.

- Que cruel -a pesar de que por un momento se había asustado, sonrió. Luego admiró el paisaje que estaba frente a ellos y preguntó:- Si crees esto que podemos hacer, ¿entonces porque no creer sobre la existencia de seres de luz? -dijo volviendo al tema que ella le había contado.

- Quizas es que no quiero creer en eso -admitió.- Cambiaría totalmente la imagen que tengo de mis padres. Por ejemplo, yo ya sabía que mi papá era delincuente pero nunca me importó, porque ya no lo es. Pero ahora sé que no sólo era un simple delincuente, también secuestraba y hasta casi mata a su propio hermano. 

- Pero él ya no es así. El pasado no determina que clase de persona somos.

- ¿Siempre tenés las palabras correctas?

- Que te puedo decir, nací para consolar a las personas -dijo él con falsa modestia.

Ella sonrió, observando el rostro del chico que miraba hacia el frente.

- Te digo algo -dijo haciendo que Iván volteara a verla.- Aunque a veces no te trate de una manera -buscó la palabra correcta- ...agradable, me caes bien.

- ¿Eso significa que podemos ser amigos? -preguntó Iván, ansioso.

- Bueno.... amigos es una palabra muy grande. Mejor conocidos. ¿Qué te parece?

- Conocidos suena bien -asintió él al instante.

- Sos muy sumiso -comentó Antonella al ver que él ni siquiera se había quejado.

- No me das otra opción. Si te contradigo, seguro me freís con tus nuevos poderes. -Ella iba a contestar, pero una gota de agua que cayó del cielo llamó su atención. Después de esa gota, le siguieron muchas más.

- Está lloviendo. -Dijo Iván.

- No me había dado cuenta, genio.

Él la miró, fingiendo estar molesto.

- ¿Sabes? No tengo problema en dejarte acá toda la noche eh -dijo cruzándose de brazos.

- Y yo tampoco tengo problema en freír tu rubio pelo dejándotelo negro. Aunque quien sabe, capaz morocho sos más lindo.

- ¿Más? ¿O sea que así también soy lindo? -preguntó alzando una ceja.

- Si -afirmó.- Pero no te agrandes, fue sólo un pequeño cumplido -agregó al ver que él sonreía con algo de superioridad.

- Las chicas no suelen hacerme cumplidos muy seguido, dejame ser feliz -exageró él haciendo que ambos rieran. Iván apoyó una mano en el tronco e hizo que este descendiera hasta desaparecer, dejándolos a ambos parados en el suelo. Antonella miró sorprendida el lugar donde antes estaba el enorme árbol pero no dijo nada, realmente ya no sabía que esperar después de ese día tan extraño.- ¿Vas para tu casa?

- No, voy al hotel -y luego preguntó:- ¿Me acompañas?

Él asintió, alegre.

- Dale.

- Pero no somos amigos eh -dijo mientras caminaban.

- Ya lo tengo entendido. Conocidos. -aclaró él ante el comentario de ella. Luego paró en seco.- Anto -la llamó.- Que lo de mis poderes quede entre nosotros ¿si? -ella asintió aunque no entendía la razón de porque ocultar algo tan maravilloso.

*****

Después de investigar toda la cocina y algunas habitaciones, Adam y Guadalupe bajaron aburridos al lobby, donde Tomás estaba. Habían querido hablar con sus padres pero ellos se habían ido antes de que llegaran, además aún había partes del hotel que no conocían.

- Mi papá le dice arca -comentó Adam recordando las palabras de su padre.- No se si eso significa que los que vivían acá eran animales o cual es la razón...

Guadalupe rió.

En ese momento entraron al lobby Iván y Antonella que venían hablando como si fueran amigos de toda la vida. Los chicos se miraron extrañados, en toda la semana esos dos apenas se habían dirigido la palabra y ahora aparecían juntos.

- ¿Vos estás viendo lo mismo que yo? -preguntó Adam a Guada en voz baja sin dejar de mirar a los chicos.

- Ajá... -Guadalupe también parecía desconcertada. Se miraron y se acercaron a ellos.

- Hola chicos -saludó Adam.

- Hola -saludaron.

- Veo que ya se llevan bien... -sonrió Adam guiñándoles un ojo.

- Somos conocidos -dijo Iván que parecía bastante feliz.

- ¿Conocidos? -Guadalupe frunció el ceño, confundida.

- Si -afirmó Antonella.- ¿Y los demás? Quería hablar con mis papás...

- Se fueron todos, sólo quedó Tomás -Adam señaló hacia la sala donde Tomás estaba recostado en el sillón frente a la tv, jugando con su móvil.

- ¡Hola! -saludó el universitario con una sonrisa.

- ¡Estúpido cara de mono y retrasado mental! -fue al contestación de Antonella. El chico levantó la vista de su celular, sorprendido.

- ¿Y esas dulces palabras hacia mi persona a que se deben? -preguntó con tranquilidad.

- Sabías todo y nunca nos lo dijiste -explicó refiriéndose a la charla que habían tenido hacia unas horas.

- Hice un voto de silencio, no podía hablar sobre eso -aclaró Tomás por segunda vez.- Y yo no tengo cara de mono -agregó ofendido.

- Ahora callate. Ya es tarde para hablar.

Tomás iba a reclamar y defender su postura, pero otras personas entrando al hotel lo interrumpieron. Esta vez, eran Bruno con una chica morocha de baja estatura, que miraba a su alrededor analizándolo todo.

- Parece que Bruno ya tiene una nueva conquista -dijo Guadalupe mientras Bruno y la chica se acercaban a ellos.

- Chicos, ella es Sam -presentó Bruno.- Sam, ellos son mis primos y mejores amigos.

La chica los miró.

- ¿Son primos? -preguntó sorprendida.

- No de sangre, pero nuestros papas se conocen hace mucho y es una larga historia. -Aclaró Bruno.- Chicos, ella se va a quedar unos días a vivir acá -avisó.

- No hay problema -contestaron.

Sam comenzó a caminar por el lobby analizándolo todo, "Es un lugar bastante extraño", pensó.

- ¿Qué este lugar? -preguntó volteando a ver a los chicos que la miraban.

Adam hizo una de sus típicas sonrisas conquistadoras mientras se le acercaba.

- Un hotel, una casa, un espacio recreativo, lo que vos quieras muñeca -llegó junto a ella y acarició su mejilla. Bruno y Guada fruncieron el ceño e Iván sonrió divertido.

- Ah bue -musitó Antonella.- Vamos, quiero ver que hay arriba -tomó a Iván del brazo arrastrándolo hacia las escaleras.

- Me llamo Sam, niñito -dijo la morocha sacando la mano de Adam de su mejilla. Él seguía sonriendo.

- Y yo Adam, un placer -tomó su mano depositando un casto beso. Bruno rápidamente se acercó a ellos.

- Adam ¿podemos hablar? -murmuró entre dientes tomándolo del hombro. Su amigo asintió, extrañado.- ¿Qué te pensas que estas haciendo? -preguntó una vez que se apartaron de Sam, que había vuelvo a su tarea de analizar el lobby.

- Lo que siempre hago, hacer que me amen -contestó, pero al ver la cara molesta de su amigo, añadió:- Siempre compartimos a las minitas ¿por qué te enojas?

- Ella no es una "minita" -dijo haciendo un gesto de comillas con la mano en la última palabra.- Es sólo una chica. Y no la traje para acostarme con ella, sólo quiero darle un lugar donde vivir por unos días.

- Ahh ya veo -Adam sonrió, alzando las cejas.- Te picó el bichito del amor ¿eh?

- No, sólo que... ella es diferente -susurró Bruno, nervioso.

- Claro -Adam golpeó el hombro de su amigo, amistoso.- Está bien, no te preocupes no la voy a seducir.

Bruno asintió dándole una última advertencia con la mirada, y volvieron a acercarse a la chica.

- Sam si queres podes ir a buscar alguna habitación -dijo Bruno señalando las escaleras.

- ¿La que quiera?

- La que quieras -le sonrió. Sam se dirigió hacia las escaleras.

- ¿Y Guada? -preguntó entonces Adam, percatándose de la ausencia de su amiga.

- Se fue arriba -avisó Tomás que seguía recostado en el sillón.- Cuando Bruno te apartó para hablarte en privado, ella te miró con odio y creo que murmuró algo de que sos un tonto mujeriego y luego se fue arriba. -Rió acomodándose mejor mientras Adam miraba hacia las escaleras, extrañado.

Media hora más tarde, Tomás seguía en el sillón desparramado y Adam intentaba hacer funcionar la televisión. Bruno miró la hora en su teléfono y luego miró hacia afuera, donde la lluvia cada vez era más fuerte por lo que pensó en que mejor sería irse a su casa antes de que las calles se inundaran, o él muriera ahogado en el camino.

- Yo creo que mejor me voy a casa -avisó y luego de que ambos hermanos lo saludaran con un asentimiento de cabeza, se dirigió hacia la puerta. Cuando la quiso abrir, esta no se movió. Forcejeó un par de veces pero no había caso, estaba completamente cerrada.- Está cerrado.

- ¿Qué? -Adam se acercó.

- No abre.

- A ver... -Adam intentó abrirla pero tampoco pudo. Tomás, al ver que los chicos estaban forcejeando con la puerta, se acercó.

- ¿Qué pasa? -preguntó.

- Esta cosa se trabó.

- Oigan chicos arriba hay habitaciones con nuestros nombres... ¿Qué hacen? -preguntó Antonella que bajaba con Guadalupe, Iván y Sam.

- La puerta se trabó -dijo Bruno.- Llamemos a alguien -ordenó entonces. Todos sacaron sus teléfonos e intentaron llamar a quien sea para que los ayudara.- ¿Es joda? No hay señal.

- ¿No hay nadie afuera que pueda ayudarnos? -preguntó Iván.

- No. Está lloviendo y ya se fueron todos -dijo Tomás. Sorprendentemente, él estaba tranquilo y no parecía para nada asustado.

Sam apartó a los chicos y tomó el picaporte de la puerta.- Dejen a la experta -dijo a lo que ellos la miraron sorprendidos.- Creo que pue...do... -abrió la puerta de un tirón y todos suspiraron aliviados.- ¡Si! -celebró.

- Sos una genia -alagó Bruno. Ella le sonrió orgullosa.

En es momento, alguien entró haciendo que todos retrocedieran unos pasos ya que estaban bastante cerca de la puerta.

- Y hasta que abren, me estaba muriendo allá afuera -una joven, alta y con la ropa completamente mojada, entró con la cara en alto y una expresión molesta.

- ¿Paula? -Tomás la miró desconcertado. ¿Qué hacía ella ahí?

- Si, quien más -contestó cerrando la puerta.

- ¡¡No!! -gritaron todos al mismo tiempo. Ella los miró extrañada.

- ¿Por qué gritan "no" tan desesperadamente? -preguntó con una sonrisa arrogante.

Los chicos la miraron enojados, menos Tomás que negaba con la cabeza exasperado.

- La mato, la mato -murmuró Antonella pero Bruno la agarró antes de que se abalanzara sobre la novia de Tomás.

- La puerta estaba trabada y cuando pudimos abrirla, la volviste a cerrar. Así que estamos encerrados, de nuevo -explicó el mayor de los García Iturbe.

- ¡¿Qué?! -chilló Paula.

- Y con la zorra adentro, ¿algo mejor? -exclamó Antonella con notable sarcasmo. Paula la miró furiosa.

- Mirá chiquita, me volves a decir zorra y te juro que te...

- Basta -la cortó Tomás.- A ver si nos calmamos, hay que pensar con claridad -todos lo miraron.

- ¿Con claridad qué? Estamos encerrados -dijo su hermano.- Y encima afuera se está inundando todo.

- Antes que nada, hay que aceptar que esta noche vamos a dormir acá -declaró Tomás.

- ¡¿Qué?!

- ¡Dije calmados!

- ¿No hay otra manera de salir? -preguntó Guadalupe.

- No, el agua inundó las otras salidas -explicó Tomás.- Hay comida en la cocina así que de eso no se preocupen. Sólo intenten no matarse en lo que resta de la noche ¿puede ser? En especial ustedes dos -señaló a Paula y Antonella que se miraron con odio.

- ¿Ni siquiera puedo romperle un brazo? -preguntó esta última haciendo que Paula cambiara su expresión a una de terror.

- No -la voz de Tomás, sonó firme.

- Que amargado...

- Va a ser mejor que vayamos a buscar una habitación donde dormir -opinó Bruno y los demás asintieron, resignados.

- Yo ya me agarré la 202 -avisó Sam que se había tirado en uno de los sillones como si fuera su propia casa.- Pero si les sirve de algo, la 155 tiene jacuzzi.

Guada y Anto se miraron sabiendo cuales eran los pensamientos de la otra. Al instante, comenzaron a correr hacia las escaleras.

- ¡Es mía! -gritó Guadalupe mientras subían a los empujones.

- ¡No, yo la quiero!

- ¡No seas egoista!

Detrás de ellas, subían Adam y Bruno también corriendo. Ambos se miraron divertidos para luego agarrar cada uno a una de las chicas y alzarlas sobre sus hombros como sacos de papas.

- ¡¡Esto es Esparta!! -gritó Adam mientras subían entre quejas y risas.

Tomás miró a las dos personas que quedaban frente a él. Iván se encogió de hombros y dio media vuelta para ir también a la planta alta, sólo que él iba caminando como una persona normal. Y Paula sólo se limitó a resoplar e ir hacia el sillón donde Sam estaba.

Una vez que se aseguró de que nadie lo miraba, sacó su móvil para mandar un mensaje. Al contrario de los demás, él si tenía señal. Y no era simple suerte.

"Ya está todo listo. Aunque Paula, Iván y una amiga de Bruno también entraron. No hay problema, ¿no?" escribió en su teléfono y esperó una respuesta. A los segundos, ya tenía un nuevo mensaje.

"No, está perfecto hijo. Sólo asegurate de que no se maten esta noche."

Tomás miró hacia la planta alta, donde se escuchaban gritos y cosas que caían al suelo.

"Eso va a estar difícil" escribió.

*****

Espero que les haya gustado este cap. Les mando un beso a todos, gracias a los que votan y comentan. Es lindo saber que hay personas a las que les gusta lo que escribo.

En multimedia Sam y Brunito.

Pd: No se olviden de pasar por C. Aliado <3

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