You Belong with me || Ángelo...

By TheFranne

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-¿Qué estás haciendo?-le dije con mi respiración entrecortada. -Tú me perteneces a mí Javiera, espero que est... More

2: "Retos y Disculpas"
3:"Maldito"
4:"Tregua"
5: "Primer partido"
6: "7 minutos en el paraíso"
7: "Partido sin la cábala"
8: "Complicaciones"
9: "Celos y Joteos"
10: Chile v/s Bolivia
11: "Día libre"
12: "Salida nocturna"
13: "Resaca"
14: "Chupón"
15: "Beso"
16: "Perra suertuda"
17: "Injusticia"
18: "Cuartos de final"
19:"¿Trato?"
20: "Juego"
21: "Helado"
22: "Día de mierda"
23: "Paz"
24: "Semifinal"
25:"Pelea"
26:"Chato"
27: "Enfermedad"
28:"La gran final"
29:"Celebración"
30:"Punta Cana"
31:"Realidad v/s Fantasía"
32: "Cumpleaños"
33:"Un día inolvidable"
Sorry for breaking your heart

1: "Maldito día"

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By TheFranne

                  

He estado en clases todo el día, así que durante la última hora de clases, ya no me quedaban energías, además, no dormí casi nada la noche anterior, ya que estuve estudiando casi toda la noche para mi examen de Anatomía Patológica, en el cual me fue relativamente bien. O bueno eso creo porque uno nunca sabe que esperar en la Universidad. Así que cuando mi profesor de ética clínica empezó a hacer la clase no le tomé atención en lo absoluto. El sueño me comenzó a vencer. Así que me dejé llevar por los brazos de Morfeo y no supe nada más hasta que...

—Señorita Montés.—escuché una voz lejana que me hablaba—Señorita Montés—abrí mis ojos y me encontré con que todo el curso me estaba mirando y con la mirada inquisitiva de mi profesor, el Dr. Krausse. Lo miré expectante, puesto no sabía por qué había interrumpido mi dulce sueño—¿Puede responder la pregunta que le hice?

—Emm... ¿me podría repetir la pregunta? Por favor—le puse ojos suplicantes, pero él me miró de manera dura.

—Concéntrese señorita, no la quiero ver más durmiendo en mi clase—dijo de manera demandante y amenazadora.

—Sí, señor—le dije. Luego continuó con su clase.

El doctor Krausse, mi profesor, era el sueño de todas las alumnas del área de la salud de la Universidad de Chile, era joven, no pasaba de los 33 años,  sus ojos eran de un celeste intenso, eran hipnotizantes, tenía el cabello rubio, y siempre tenía una barba insipiente que lo hacía muy atractivo, pero su cara no era lo único bonito, sino que también su cuerpo, tenía una figura imponente, medía aproximadamente un metro con ochenta, y era muy musculoso. A todas nos encantaba ese profesor, obviamente me incluyo, es que nadie se podía a resistir a admirar su belleza. Y además de ser un bombón, era muy inteligente, era traumatólogo e hizo su especialización en Alemania, era demasiado bueno en lo que hacía, a mí me gustaría alguna vez poder llegar a ser como él, era como mi modelo a seguir, porque a su corta edad había conseguido mucho.

—La clase ha terminado—dijo el profesor Krausse.—Pueden retirarse—empecé a arreglar mis cosas, el profesor fue a su escritorio, miró un papel y dijo:—Todos excepto Montés y Zaror—paré con lo que hacía y me quedé ahí sentada, miré a mi compañero con cara de interrogación y él se encogió de hombros.

                No creo que sea nada malo ¿o sí? Si yo no he hecho nada, bueno excepto quedarme dormida en su clase... Pero mi compañero Matías Zaror no creo que haya hecho nada, porque no mata ni una mosca, es un nerd y es el mejor de la generación.

—No me miren con esa cara de susto si no es nada malo—dijo mi profesor. Expulsé todo el aire que no me había dado cuenta que retenía—Bueno los llamé a ustedes dos, porque son los mejores de mi clase, y me gustaría invitarlos a que conozcan más el trabajo que hace un traumatólogo. Sería como una especie de práctica antes de que lleguen al momento del internado, además me encantaría que ustedes como son los mejores elijan mi especialidad en el electivo en internado.

                Traumatología era una especialidad optativa en internado, antes él que dirigía esa clase era un viejo que era demasiado exigente y muy pesado, por eso solo lo tomaban personas a las que realmente les gustaba la traumatología, pero desde este año el doctor Krausse se está haciendo cargo de la asignatura, hubo un aumento en los inscritos por el cambio de profesor, pero no mucho, por eso creo que está tomando estas medidas para que más personas se interesen por su clase. Aunque a mí me faltan dos años todavía para llegar a la etapa del internado aún voy en cuarto año.

—¿No van a decir nada?—preguntó.

—¿Y qué tenemos que hacer?—preguntó mi compañero.

—Bueno no mucho porque todavía no están capacitados, pero estarán junto a mí y aprenderán bastantes cosas que les puede servir demasiado para el futuro. Además será entretenido—dijo muy entusiasmado.

—Bueno acepto—dijo mi compañero.

—Así me gusta señor Zaror y usted señorita Montés ¿qué me dice?—dijo dirigiendo su mirada a mí, esa mirada me ponía nerviosa.

—Está bien—dije a lo que mi profesor sonrió. No sé por qué le dije que sí, nunca me ha interesado mucho la traumatología, lo que yo quiero ser es Ginecólogo Obstetra, pero bueno quizás sea una oportunidad interesante, aunque como el profesor no nos dio mucho detalles, no sé de qué se trata.

—Mañana me acompañarán, nos vemos aquí a las 10am. Bueno eso es todo—dijo mi profesor. Matías fue a buscar sus cosas, se despidió del profesor y salió, iba a hacer lo mismo que él pero cuando me iba a despedir del profesor, él me detuvo—Todavía no se vaya señorita Montés.

—¿Qué pasa profesor?—le dije. Ay Dios me ponía nerviosa.

—Solo que no quiero verte más durmiendo en mi clase.

—Le aseguro que no volverá a pasar

—Eso espero porque o sino ¿Quién responderá mis preguntas?—dijo dramático—aparte tú eres mi alumna estrella no sé qué haría sin ti en mi clase—dijo guiñándome un ojo ¿acaso me estaba coqueteando? Ay Dios me muero.

—Profe le prometo que nunca más me quedo dormida y que volveré a ser la más atenta de su clase— si mi piel se sonrojará estoy segura que sería un tomate porque siento toda la sangre en mi cara, gracias piel por no sonrojarte o si no hubiese quedado como una ridícula.

—Muy bien así me gusta— tomó su maletín y luego dijo:— Nos vemos pronto Javiera— ¡Mierda! La forma que pronunció mi nombre, fue de una manera tan pero tan sensual, que quedé aturdida, sentía que mi cara estaba ardiendo.

                Luego de eso tomé mis cosas, aunque todavía estaba hiperventilando, por la manera en que me habló el profesor, quizás solo fue mi imaginación, sí, eso debe haber sido. Así que obligué a mi mente a pensar que todo fue mi imaginación, porque sería ridículo pensar que un profesor podría estar interesado en mí y más encima con lo guapo que es. No es que yo sea fea, pero no soy la media mina, soy solo una chica normal.

                Llegué al departamento que compartía con mi amiga Paz, estaba desierto mi amiga no estaba por ningún lado, debe estar todavía en la Universidad. Conocí a Paz en el colegio, hemos sido amigas desde cuarto básico, cuando dimos la PSU, nos fue muy bien, entonces las dos decidimos cambiarnos de ciudad, irnos desde nuestro querido Concepción a Santiago. Ella ama estar en la capital, pero yo lo detesto, es que Santiago es tan asqueroso, smog, mucha gente, tráfico, prefiero mil veces mi Concepción, aparte ahí está mi familia, y mis otras amigas, Daniela y Maite, quienes se quedaron estudiando allá. Antes de venirnos las cuatro éramos inseparables, pero ahora desde el verano que no las veo.

                Me metí a la cama sin siquiera ponerme pijama, estaba exhausta, me quedé dormida en cuestión de segundos.

—Javiera ¡DESPIERTA!—escuché a mi amiga decir.—¡DESPIERTA!—lentamente salí de mi inconsciencia.

—¿Qué quieres?—le dije enojada, puesto me estaba robando minutos de sueño

—Tu alarma no ha dejado de sonar, no sé cómo no la escuchas— ¡MIERDA! Me levanté como una loca, miré mi celular y eran las 9.30 y a las 10 debía juntarme con mi profesor, media hora era lo que me demoraba en llegar. Me vestí con lo primero que pillé, ni siquiera me arreglé, mi pelo era un desastre, parecía una leona, pero no me importó, corrí y corrí hasta llegar al metro, cuando me subí al vagón estaba demasiado agitada, no estaba acostumbrada a la actividad física.

                Al bajarme del metro eran las 9.55am, ¡mierda! Me quedaban 5 minutos para llegar y tenía que caminar varias cuadras, así que tuve que ponerme a correr. Ya no daba más, en verdad estaba mal, la falta de ejercicio me tenía con la frecuencia cardíaca por las nubes, cuando llegué al campus de la Universidad, eran las 10.10 y tenía que subir al tercer piso a la oficina del profesor Krausse, para encontrarme con él. Cuando iba ingresando al edificio choqué con alguien. Casi me caigo, pero ese alguien me agarró antes de tocar el suelo.

                Cuando me levantó, me encontré con una mirada color cielo. La agitación que tenía ya no estaba, ahora estaba conteniendo la respiración. Siempre que lo veía me quedaba sin respiración.

—Señorita Montés, debería tener más cuidado—me dijo con su voz sensual.

—Gracias por atraparme—le dije nerviosa, y con la sangre acumulándose en mi cara.

—No se preocupe, fue un gusto atraparla—dijo guiñándome el ojo. ¡Ay Dios! Creo que en verdad no me lo imaginé, en verdad me está coqueteando. Muero de la emoción.

—Profe ¿ya nos vamos?—dijo mi compañero Matías Zaror, saliendo del edificio. ¡Maldito nerd! Interrumpió mi momento con el profe

—Sí, señor Zaror—dijo el Dr. Krausse volviendo a la seriedad—Ahora señorita Montés si vuelve otra vez a llegar tarde, la reemplazaré, así que por favor que esto no se vuelva a repetir—dijo serio.

—Por supuesto profesor, no se volverá a repetir—ay qué vergüenza ser retada dos veces en dos días y por el profesor Krausse, tierra trágame por favor.

—Bueno vamos en mi auto—dijo mientras se ponía a caminar en dirección al estacionamiento—Ahora espero que les guste mi trabajo, se van a sorprender.

                Y ¡Cómo nos sorprendimos! Es que no lo podía creer cuando llegamos, nos llevaba a Juan Pinto Durán, al lugar de concentración de la Selección Chilena. Es que JPD para un futbolero como yo, era como la iglesia para un católico, el templo para un evangélico, la sinagoga para un judío, la mezquita para un musulmán... Era como un sueño, desde chiquitita que he querido conocer este recinto deportivo, es como mi sueño loco, como chica futbolera. Sí, me gusta el fútbol y mucho, soy fanática de la Universidad de Chile y de la selección por supuesto, es que en mi casa, mi padre y mis dos hermanos, me inculcaron ver fútbol desde pequeña. Lo único malo del fútbol son los futbolistas, es que no estoy ni ahí con ellos, me cargan, son tan mujeriegos, a veces tan flaites, ay es que los detesto.

—Ahora iremos a conocer al staff médico de la selección, que por supuesto me incluye—dijo mi profesor, mientras su auto cruzaba las puertas de Juan Pinto Durán.

                Me miré en el espejo del auto y oh Dios, estaba desastrosa, mi pelo era un asco, aparte me sentía pésimo por el correr tanto, iba a dar una pésima primera impresión, el cuerpo técnico me iba a odiar, lo sabía. Miré a mi compañero Matías y estaba impecable, todo estaba bien puesto en su lugar, incluso su pelo tenía un peinado perfecto. ¡Maldición! Tenía que arreglar mi cabello de alguna manera, antes de conocer al staff médico de la selección. Y la única manera que se me ocurría era mojándomelo, así lo podría controlar.

                Al bajar del auto de mi profesor, vi una manguera a la distancia, oh sí eso ayudaría pero ahora debo librarme de Matías y el Profesor Krausse.

—Profesor—le dije.

—Señorita Montés, me gustaría que me dijera por mi nombre aquí, al igual que usted sr. Zaror—ambos asentimos con la cabeza—ahora dígame, Javiera.—ay no su voz sensual otra vez.

—Profe...—me miró feo, ah sí, tenía que llamarlo por su nombre—Kristian—eso sonaba raro en mi boca—tengo que hacer una llamada urgente a mi madre. Ahora.—le dije pareciendo desesperada.

—Claro, haga su llamada Javiera. Nosotros con Matías nos adelantaremos.—dijo.

                Me acerqué a la manguera, y no veía donde estaba la llave que la abría, la busqué durante un rato hasta que la encontré, era una llave un poco vieja y oxidada, me costó mucho abrirla, y eso que solo pude abrirla un poquito, me acerqué a la punta de la manguera, y salía un chorrito muy delgado de agua. Bueno con eso bastaría para mojarme un poco el cabello. Puse la manguera sobre mi cabeza si total no salía mucha agua, así que no era mucho lo que me mojaba, por mientras con mis dedos arreglaba mi cabello, sí al fin algo de buena suerte mi pelo estaba quedando perfecto. De repente sentí como el flujo de agua comenzó a crecer y PUM, me mojé entera, la manguera estaba con mucha presión de agua. Miré hacia la llave a ver qué había pasado y vi a un chico vestido con el buzo de la selección quién abría y abría la llave de agua.

—Oye para—le dije. Solté la manguera para no seguir mojándome, pero cuando quise continuar diciéndole que parara al chico que al parecer no me había escuchado, la manguera apuntó justo en la dirección de mi cara, entrándome agua en los ojos, en la nariz y en la boca, tuve que cerrar mi boca o sino ahí sí que hubiese perdido la poca dignidad que me quedaba ese día.

              Cuando el chico abrió toda la llave, se giró en mi dirección y ahí parece que me vio. Porque su cara estaba llena de sorpresa, corrió a atrapar la manguera que estaba poseída y giraba en todas las direcciones, preferentemente en mi dirección. Creo que el día no iba a mejorar, era mi maldito día de mala suerte.

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