Trece Deseos

By Fraax_Fair

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Eva es un ángel de los deseos, y su misión es hacer feliz a uno de sus protegidos, es la única manera ascende... More

Introducción + Prólogo
I. Primer Deseo
II. Segundo Deseo
III. Tercer Deseo
IV. Cuarto Deseo
V. Quinto Deseo
VI. Sexto deseo
VII. Séptimo deseo
VIII. Octavo deseo
IX. Noveno deseo
X. Décimo deseo
XI. Undécimo deseo
XIII. Trigésimo deseo
Epílogo: Mañana o ayer

XII. Duodécimo deseo

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By Fraax_Fair

Eva

Aparecimos en la zona de los calabozos. Había estado aquí otras veces, era donde Totrian encerraba a sus victimas, y luego las sacaba cuando las usaba para sus ritos y sacrificios. Un escalofrío recorrió mi piel al imaginarme a mis amigos en esa situación, ellos podían estar encarcelados en este lugar. Les dije a los demás que miraran a ver si ellos estaban en las celdas. Miramos a fondo, pero no estaban en ninguna de ellas. Pero lo más extraño era que todas las salas estaban absolutamente vacías. Recordaba que siempre estaban llenas de pobres almas condenadas.

—Es raro que no haya nadie en las celdas —les advertí a los demás.

—Y si fuera una trampa —pensó Adán preocupado.

—En teoría no deben de saber que estamos aquí.

—Tienes razón Veuliah, pero si han raptado a nuestros amigos, tiene que ser porque saben que encontraremos una manera de llegar a ellos. —Roger debía de tener razón, ellos tienen que saber que estábamos aquí.

—Apuesto a que hubiésemos podido venir con mis poderes —dije preocupada.

—Claro, nos han engañado. Han debido de llevarse a Lilim para que vengas aquí. Prueba a usar tus poderes ahora —ordenó Veuliah.

—Bien —cambié mi vestido por un aspecto rockero, obviamente de color rosa chillón—. Funciona.

—Chicos a lo mejor solo pueden detectar su poder porque tiene energía diabólica, por eso cuando hemos venido aquí hemos usado la magia de Veuliah. Ahora que has usado tus poderes te habrán detectado y los habrán bloqueado —alertó Adán.

Intenté volver a cambiar mis ropas, pero esta vez no pude. No tardarían en venir a por nosotros.

—Van a venir a por nosotros —les anuncié a los demás con preocupación—. Adán y Veuliah será mejor que os escondáis, ellos no pueden detectar vuestra presencia angelical. Roger tu vuélvete invisible y no te separes de mí.

—Pero vosotros podéis correr peligro —dijo Veuliah.

—Tienen razón. Por ahora lo mejor será que hagamos lo que dice Eva, además si corrieran peligro les ayudaríamos. —Que mono era Adán cuando me daba la razón.

Adán y Veuliah se ocultaron. Roger se volvió invisible. Solo faltaba esperar. Por suerte no tardaron en llegar. La presencia maligna se notaba en cada átomo del aire.

—Vaya, que pronto has picado el anzuelo. Pensé que eras más lista. —Me quedé mirándole sin decirle nada—. ¿Te ha comido la lengua el gato? ¿O es qué no te acuerdas de mí? Soy yo Focalor.

De repente una tremenda risa estalló de dentro de mi ser. Sabía cuando le molestaba que se rieran de él, solo esperaba que fuese una buena manera de distraerlo.

—Ja, ja, ja, ja —fingí que me reía como en los viejos tiempos—. Foca de calor. Ja, ja, ja —Me hacía tanta gracia su nombre que cada vez que lo escuchaba empezaba a reírme para fastidiarlo.

—¡Deja de reírte estúpida! Siempre igual, no sé porque mi nombre te resulta tan gracioso.

—Ja, ja, ja. Perdona es que es muy gracioso. Es como un nombre de payaso —murmuré con picardia.

Enfadado Focalor me lanzó una fuerte ráfaga de viento. Choqué contra un muro. El impacto fue tan fuerte y doloroso que no pude evitar gritar.

—¿Qué? ¿A qué ahora no te hace gracia mi nombre? —Se preparó para lanzarme otro fuerte ráfaga de viento.

Cuando la ráfaga estuvo a punto de levantarme del suelo. Sentí que una energía me rodeaba, y impidiendo que me volviera a hacer daño. No tardé en darme cuenta de que era Roger, quien había usado sus poderes.

—Vaya, así que tienes un aliado. —La ráfaga de viento sopló hacia donde debía de estar Roger. Hizo que el cayera, y volviera a ser visible—. Es tan fácil venceros, que me resulta hasta aburrido. Bueno, Lilith, ya es hora de que te dejes de tonterías. Si quieres salvar a tus amigos. Tienes que entregar tu existencia al gran Totrian.

—No, tiene que haber otra manera —contestó Roger.

—La otra manera, sería mataros a todos. Pero imagino que querrás salvar a tus amigos humanos al menos. Estoy seguro de que un "ángel de los deseos" jamás permitiría que le pasara algo a la gente que le importa. No querrás que les pase como a tu amiga muerta. ¿Cómo se llamaba? Ah, ya. Se llamaba Evangélica. —Las palabras de Focalor eran como puñales envenenados. Nunca permitiría que le pasara algo a mis amigos, no quería que nadie pagara por mis errores.

—Llévame hasta Totrian —hablé decidida.

—Así me gusta. —Focalor sonrió siniestramente.

—Pero Roger viene conmigo —exigí, ya que no quería que el estuviera solo.

—Está bien. El pelirrojo de los ojos bonitos puede ir contigo. —Roger parecía mosqueado con Focalor, pero algo me decía que no era solo por lo que estaba pasando, sino que había pasado algo más entre ellos.

Focalor nos guió por la guarida. Salimos de las celdas y fuimos por los laberínticos pasillos. La decoración no había cambiado nada. Todo seguía en ruinas y sucio. El olor a muerte y maldad inundaba todo el ambiente. Recordé una vez en que había puesto toda la guarida de color rosa chillón. Totrian se había enfadado conmigo pero fue divertido. Llegamos a la entrada principal. Subiendo las escaleras llegaríamos al trono de Totrian, pero seguramente el estaría en su laboratorio de alquimia, practicando experimentos perversos de magia negra, como había hecho siempre. No me equivocaba Focalor nos llevaba hasta allí. Justo paramos delante de la puerta. Mi corazón palpitaba de puro terror. No quería a ver al causante de mi existencia, y de todos mis problemas.

—Maestro Totrian. Traigo el espécimen —dijo Focalor desde el otro lado de la puerta.

—Adelante pasa —la voz de Totrian me puso los pelos de punta.

Miré a Roger, y el también parecía tan aterrado como yo. La puerta se abrió, y entramos en el laboratorio.

—Cuanto tiempo, Lilith —me saludó Totrian nada más verme. Su aspecto era el mismo que la ultima vez que le vi. Vestía una túnica negra con dibujos plateados de letras satánicas. Su pelo grisáceo era casi tan largo como el de la profesora Luna, o mejor dicho Veuliah, eso si no era ni la mitad de bonito. Sus ojos eran como los de un peligroso felino.

—Libera a mis amigos —le exigí enfadada.

—¿Te refieres a ellos? —Totrian señaló a unos enormes tubos de cristal.

—¡Mamá! ¡Lesly! —gritó Roger, al ver que su madre, y su hermana pequeña también estaban allí.

Igualmente estaban el resto de nuestros amigos, incluyendo a las gemelas, y a Bruce. Cada uno estaba dormido en uno de esos tubos. Parecía que su interior había un liquido azulado. Solo esperaba que estuviesen bien.

—¿Qué les has hecho? —interrogué atemorizada.

—Tranquila, Lilith. Están durmiendo plácidamente. Era la única manera de que entregaras tu vida a cambio de la de ellos.

—Está bien me entrego —dije sin pensarlo, ver a todas las personas que había conocido corriendo peligro fue suficiente para que me rindiera.

—Al menos eso es lo que tenía pensado. Lo que quería ver era como luchabas contra Lilim, y morías. Pero por lo visto esa herida causada por una espada angelical está tardando en curarse. También tenía otras planes para Lilim que he tenido que posponer. —Odiaba que se fuera por las ramos cuando quería algo.

—Ve al grano —exigí, quería saber que era lo que quería hacer conmigo.

—Quiero que hagas su misión, y si fracasas al menos habrás muerto. Por lo visto el chico pelirrojo tiene poder sobre tus deseos. Quiero que el deseé que viajes a la Antigua Grecia, en concreto a la Isla de Creta. Allí buscareis el Báculo del Minotauro.

—¿Y no sería mas fácil pedir ese báculo directamente? —preguntó Roger.

—Claro, pero quiero divertirme. Tengo curiosidad por ver si sobrevivís. Si fracasáis ya le pediré el deseo a Lilim.

—¿Si lo conseguimos liberaras a nuestros amigos? —Sabía que si lo conseguíamos Totrian no sería tan generoso, pero al menos no me rendiría fácilmente.

—Claro que sí. Para que veas te daré un pequeño adelanto. Tráelo Focalor. —Me partí de risa al oír el nombre de Focalor. No era el momento indicado para reírse, pero era tan gracioso provocarlo. Para de reírme cuando vi a quien traía.

—¡¡¡Roofy!!! —Fui corriendo a abrazarle.

—Bien. Pide el deseo, e ir a por ese báculo —ordenó con una voz amenazante.

Roger me miró dubitativo. Pero yo asentí con la cabeza, mi pobre perrito también corría peligro. El suspiró hondo, y se preparó para pedir el deseo.

—Deseo que viajemos en el tiempo, y me lleves a la Antigua Grecia, a la Isla de Creta —Era el duodécimo deseo, para Angélica el duodécimo deseo fue el último, esperaba que para Roger no.

—Marchando el duodécimo deseo. —Un torrente de magia nos rodeó, y nos llevo hasta otra época. Eso sí, por si acaso me había acercado a Roofy para que viajara con nosotros. Noté el aumento de mi poder. En unos segundos ya estábamos en otro tiempo.

Contemplé el paisaje, estábamos delante de un enorme edificio. Parecía un castillo o una fortaleza, no se parecía en nada a ningún edificio que hubiese visto antes.

—Este debe de ser el palacio-ciudad del rey Minos —dijo Roger completamente absorto examinando el castillo.

—¿El rey Minos? ¿Quién es ese? —No tenía ni idea.

—Veo que no tienes ni idea de la cultura clásica. Tenemos suerte de que me apasione, seguramente tendremos algo de ventaja. Pero si tenemos que buscar el Báculo del Minotauro intuyo que debe de estar junto al Minotauro, o sea en el laberinto. Pero no recuerdo de que en los libros de historia hablaran de un báculo —reflexionó.

—Entonces deberíamos entrar en ese castillo. Roofy venga vamos —llamé al animal para que nos siguiera.

—¿No pretenderás entrar con las ropas de nuestra época? Sería mejor que cambiases nuestras vestimentas a las de esta época, para no llamar la atención.

—Tienes razón, Roger. Pero ... ¿cómo es la ropa de la gente de este lugar?

—Busquemos a gente, lo mejor será observarlos a escondidas para que veas como es la ropa que llevan —dijo Roger suspirando.

Nos adentramos en interior del palacio con sigilo para que nadie nos viera. Parecía que toda la gente vivía en el interior. Me quedé sorprendida al ver las vestimentas de las mujeres, eran muy coloridas, y preciosas. El estilo no parecía en nada a lo que hubiera visto. Pero lo peor de todo era que todas las mujeres, iban con los pechos descubiertos.

—Ni hablar. No pienso hacer en topless como una p... —Roger me interrumpió antes de que pudiera decir pelandrusca.

—Me suena que oí algo en un documental. Las mujeres son muy liberales, y por lo visto esta de moda entre las mujeres minoicas.

—Antes prefiero convertirme en hombre. —Me fijé que los hombres llevaban telas en el lomo, y una especie de falda. Me concentré, y nuestros vestidos se convirtieron en el de tres chicos minoicos. ¿Tres? Roofy también llevaba un traje la mar de mono.

—Me parece que el traje de Roofy sobra. —Ya tardaba Roger en ir de listillo. Volví a Roofy a la normalidad—. Aún sigues teniendo aspecto femenino, no ibas a convertirte en chico. Vas a llamar la atención.

—Claro siendo una chica vestida de chico llamo la atención, pero ir con las domingas al descubierto en lo más normal del mundo, con eso no llamaría la atención, ¿no?—dije con sarcasmos, aunque no me quitaba de la cabeza que nuestras vidas y la de nuestros amigos estaban en peligro—. Está bien me convertiré en un muchacho.

Mi me pelo se acorto, y mis rasgos de la cara se volvieron masculinos, pero conservando su actual belleza.

—Ya está. Que gay, digo guay ahora tengo voz de tío, y también más cosas de tíos. —Estaba muy ilusionada o mejor dicho ilusionado por ser un chico.

Roger no dejaba de mirarme sorprendido. Puede ser que sea tan atractivo que haya cautivado su corazón. ¿Y sí Roger se había enamorado de mí? No podía ser. Me sonrojé un poco.

—Roger, por muy guapo que sea sigo siendo Eva. Yo no puedo corresponderte.

—¿Pero qué dices? Si te estoy mirando es porque te has olvidado de convertir una parte de tu cuerpo.

Miré mi cuerpo, y comprobé que Roger tenía razón. Mis pechos aún seguían como antes, pero lo resolví en seguida. Ahora era un joven de verdad.

—Entremos, y mezclémonos con la gente —dijo Roger.

Todo parecía muy animado aunque el lugar parecía un laberinto. Había muchos dibujos, y estatuas de toros. No solo habían muchas decoraciones relacionadas con este animal, sino que también habían toros de verdad. Llegamos a un sitio que parecía una plaza. Lo cierto era que estaba perdida. ¿Cómo encontraremos el báculo en un lugar como este?

—Roger. ¿Dónde crees que estará el báculo? —pregunté, ya que parecía saber mucho sobre esta época.

—Pues lo más seguro es que este en el laberinto de Dédalo. Pero no estoy seguro de que estemos en algún año de sacrificio. Quien sabe a lo mejor conocemos a Teseo.

—¿Qué sacrificio? —Me sentí asustada.

—Si mi memoria no me falla cada nueve años, sacrifican a siete jóvenes doncellas, y a siete jóvenes muchachos. Lo hacen para que el Minotauro pueda alimentarse.

—No me extraña. Seguro que Totrian quiere que muramos a manos del Minotauro. Así que doy por sentado que sí, que pronto va haber un sacrificio. Mira que le gusta el morbo, si no fuera porque no puedo usar mis poderes contra el te juro que le mataría —dije encolerizada o encolerizado.

—Tranquila, por ahora consigamos ese báculo. Además tenemos la ventaja de contar con ángeles. —La voz de Roger me sosegó, y asentí con la cabeza.

—Bien. Preguntemos a la gente.

Vi a una chica con sus pechos al aire como casi todas. Pero me mordí la lengua para no decirle cuatro cosas o taparla con una manta.

—Disculpe, muchacha. ¿Sabe si este año habrán sacrificios? —intenté ser educado con la joven, pero ella me respondió en un idioma extraño. Por lo visto ni mis poderes de lenguaje no entendían. Puede que sea por que su idioma sea demasiado antiguo—. No pasa nada, adiós.

Me giré hacia Roger con cara tensa.

—¿Puedes hacer que entendamos su idioma? —me preguntó Roger.

—En teoría yo debería entender cualquier idioma. Pero puede que con el aumento de magia consiga que podamos entenderlo, y hablarlo —usé mi poder para entender el idioma de este lugar, y pude notar lo fuerte que se habían vuelto mis habilidades. En teoría ahora deberíamos entender lo que dice todo el mundo—. Prueba a ver si funciona.

Roger paró a un muchacho que pasaba cerca de nosotros. Tenía la sensación de estar triste, y enfadado. Su mirada reflejaba esa angustia, no pude evitar entender sus emociones.

—Perdona, chico. ¿Sabes si este año habrán sacrificios? —le preguntó Roger.

—Sí, para mi desgracia van haber sacrificios —habló con tristeza, por suerte le entendíamos absolutamente. Me fijé más en él, llevaba el pelo corto, y sus ojos eran castaños. Sus vestimentas también eran parecidas a las de todo el mundo. Llevaba un pequeño colgante con un dibujo de un paisaje pintado en miniatura.

—¿Y eso? —le pregunté al joven.

—Han escogido a mi hermana mayor para el sacrificio —respondió con pena.

—Que lastima. ¿Por casualidad no sabrás que es el Báculo del Minotauro? —Que poco sensible fue Roger al hablar, aunque sino conseguimos el báculo nosotros estaríamos igual o peor.

—He oído hablar poco sobre ese báculo, pero por lo que sé pertenece al rey.

—Tranquilo. Te ayudaremos a rescatar a tu hermana. Pero también necesitamos ayuda para conseguir ese báculo —le dije al chico.

—No os conozco de nada. Pero si ayudáis a mi hermana, os estaré agradecido. Decidme como os llamáis, por vuestro comportamiento intuyo que no sois de aquí, a pesar de que vuestras vestimentas sean iguales que las de este lugar. —La cara del joven se iluminó de esperanza.

—Yo soy Ev... Ev.. Evo, me llamo Evo. —Vaya nombre acababa de inventar, en momentos como este me gustaría tener mas imaginación.

—Yo soy Rog. Tienes razón venimos de tierras lejanas para buscar el báculo —explicó.

—Así que tengo razón. Yo me llamo Egeo, creo que hay un rey que se llama así. Seguramente los jóvenes para el sacrificio estén en la sala del trono, podríamos ir allí.

Egeo nos guiaba por el lioso castillo laberíntico.

—¿Cómo pretendes a rescatar a su hermana? —me susurró en voz baja Roger, para que Egeo no nos escuchara.

—Pues usando mi magia —le dije en voz baja.

—Podrías hacerte pasar por un dios griego —me sugirió.

—Decís algo —nos miró Egeo al escuchar nuestros cuchicheos.

—Nada, solo que este lugar es precioso —dije nerviosamente.

Llegamos a la sala del trono. La gente de baja clase podía mezclarse con la nobleza, este sitio me estaba empezando a gustar. Había un montón de gente, pero los elegidos para el sacrificio estaban en el medio.

—Lera —oí murmurar a Egeo.

—¿Quién de ellas es tu hermana? —pregunté.

—La chica que va vestida con una túnica blanca en primera fila. —Me fue fácil distinguirla ya que la mayoría parecían de clase baja. Las ropas de Lera, parecían de clase media, y sus rasgos eran parecidos a los de su hermano.

Podría hacer que desapareciera pero sería inoportuno. Recordé la idea de Roger, utilizaré mi energía para proyectar mis pensamientos, y que parezca que sea un dios que habla. Eso si sin que se me note que soy yo quien habla. Había que ser muy discretos.

—Roger, no te asustes por lo que voy hacer ahora. Solo dime como se llama el dios al que más veneran aquí.

—Si no recuerdo mal. Creo que era Poseidón, en su honor sacrifican los toros. Pero un año el rey de Minos se encapricho con un toro blanco por su belleza, y no quiso sacrifico...

—Vale. Corta el rollo. No quiero que me cuentes toda la historia de este lugar solo quería saber el nombre de un dios importante. Pues allá voy.

La sala tembló ligeramente lo justo para que todo el mundo se alarmara.

—MORTALES —sonó una voz potente, y grave retumbando en la sala, por su puesto era yo el que la provocaba—. SOY VUESTRA DIOSA PISEIDON.

—Se llama Poseidón, y es un dios no una diosa —se quejó Roger en voz baja.

—QUIERO DECIR QUE SOY VUESTRO DIOS POSEIDÓN. REY DE MINOS QUIERO QUE LIBERES A LA CHICA LLAMADA LERA, ELLA NO ES DIGNA PARA EL SACRIFICIO.

—¿Cómo es posible? Liberad a la joven —ordenó el rey atemorizado.

Egeo fue junto a su hermana, y la abrazó fuertemente.

—BIEN. TAMBIÉN QUIERO ME ENTREGUES EL BÁCULO DEL MINOTARURO —seguí proyectando la voz.

—Eso es imposible. El báculo lo tiene el Minotauro.

—MECACHIS. ENTONCES QUIERO QUE MANDES AL JOVEN RUBIO APUESTO, Y ATRACTIVO JUNTO CON EL CHICO PELIRROJO PARA QUE VAYAN A BUSCAR EL BÁCULO. TAMBIÉN AL ADORABLE PERRO QUE VA CON ELLOS.

—Como guste.

Roger y yo intentamos fingir que estábamos sorprendidos.

Todos nos miraban a nosotros parecía una locura. No teníamos alternativa estaba claro que con nuestros poderes sería pan comido acabar con el Minotauro.

—ENTONCES CAMBIO, Y CORTO. ADIOS VULGARES MORTALES. —Convertir mis pensamientos en voces era agotador.

—Así que vosotros tenéis que ir al laberinto del Minotauro. No sé que trata de hacer el gran Poseidón, pero esta claro que moriréis. Adelante llevadles al laberinto. —Los guardias nos rodearon.

—¿Vosotros habéis hecho eso? —nos preguntó Egeo—. Gracias por salvar a mi hermana.

Pero antes que pudiéramos decir algo más, los soldados del rey de Minos nos agarraron, y nos llevaron hasta el laberinto. Nos tiraron en el como si fuéramos basura.

—Pero que soldados tan estúpidos —dije enfadada, ya me daba igual fingir en mi mente que era un varón—. Será mejor que busquemos al Minotauro. Verdad mi Roofy. —No le había prestado mucha atención al pobre Roofy, le di un fuerte abrazo—. Bueno mi amor. Busca. Busca al Minotauro.

Roofy me ladró dándome a entender que era un sí. Empezó a olfatear el suelo, y nosotros le seguimos. No tardamos en oír fuertes bufidos. ¿Sería el Minotauro? Roofy empezó a gruñir, y a ladrar. Como si quisiera defendernos de algo.

—Ten cuidado. Todo esto me da mala espina —alertó Roger.

Un montón de extrañas criaturas de sombras aparecieron. Tenían la forma de pequeños Minotauros. Roger se puso delante de mí, y empujó unos cuantos con sus poderes. Pero cuando una de esas criaturas extendió su brazo para moverlo con su magia, pero en lugar de moverse se creó un escudo de energía.

—¿Qué acabó de hacer? —Roger estaba sorprendido.

—Debe de ser por el deseo de aumentar los poderes. Puede que a raíz de los tuyos se hayan desarrollado otros.

Unos cuantos de esos mini-minotauros de sombras estaban a punto de atacarme. Pero creé una poderosa bola de fuego, y los chamusqué en un instante. Yo también estaba sorprendida por el aumento de mis poderes. Pero siguieron apareciendo más. Roger y yo estábamos completamente sincronizados. Por suerte los monstruos desaparecían con facilidad, aunque también aparecían otros. Estaba atenta en proteger a Roofy.

—¡Detrás de ti! —me previno Roger.

Lanzó otras bolas de fuego, y volvieron a desaparecer.

—Esto empieza a ser agotador —dije exasperado. Era un lío todo esto del cambio de sexo se me había olvidado.

Mejor sería que volviera a ser chica. También puse a Roger con su ropa.

—Mucho mejor ahora —volví atacarlos a todos.

Como si nada todas las sombras desaparecieron. Roger y yo nos miramos asustados por el silencio que había en el laberinto.

—Algo va a pasar. Puedo sentir una poderosa energía —dije asustada. Unos temblores me confirmaron lo que temía.

El Minotauro había aparecido. Era tan temible como me lo imaginaba. Su cuerpo era el de un hombre, pero su cabeza era la de un toro. Sus ojos inyectados en sangre, trasmitían un odio intenso. Un odio que solo podían sentir los seres que habían sido torturados y maltratados. Su aspecto fiero me pareció una mascara que ocultaba su dolor. Entre sus manos llevaba algo. Era el Báculo del Minotauro.

—Lo siento no pienso pelear contra ti —le dije al Minotauro, y le paralicé con mi magia—. Adelante coge el báculo —le ordené a Roger.

—¿Así de fácil?¿Por qué no has hecho con las sombras? —Roger me fulminó con su mirada.

—Es que quería un poco de acción, y probar lo potente que son mis poderes ahora. Además apuesto que esas sombras las creó el Minotauro con el báculo.

Roger cogió el báculo.

—¿Crees que los liberara cuando le entreguemos el báculo? —Roger parecía apenado.

—No lo sé. Yo tampoco confío en Totrian, pero tenemos alternativa.

Roofy se puso al lado de Roger, y empezó a lamer su mano como si quisiera animarlo. Al menos esto le hizo sonreír.

—Sabes creo que hacemos bien en no pelear contra el Minotauro. No somos nosotros quienes tenemos que derrotarlo. Estoy seguro de que queda poco para que venga el príncipe Teseo, y le derrote gracias a la ayuda de la princesa Ariadna. Como cuentan las leyendas.

—Sé que te apasiona los temas de la cultura antigua. Sería grato volver a viajar en el tiempo en plan pic-nic. —Por un momento recordé los viejos tiempos con Angelica, pero pronto volví a centrar mi mente—. Por ahora será mejor que volvamos a nuestra época. Cuando nos vayamos de esta este tiempo el Minotauro volverá a moverse.

Preparé mi magia para volver a nuestro tiempo y a la guarida de Totrian. Donde me esperaba la batalla decisiva. Algo dentro de mi sabía que no sobreviviría, pero haría todo lo posible para proteger a las personas que quiero. Recé para que todo saliera bien, me daba igual perder la vida si con ellos salvaría a mis seres queridos.

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