III. Tercer Deseo

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Eva

El despertador sonó con mi canción favorita de Mozart. De un salto me levanté de la cama. Hice unos estiramientos para ponerme en forma. Me esperaba un gran día, podía sentirlo en el ambiente, estaba muy emocionada.

—Bueno, tendré que vestirme. Si no me equivoco el uniforme tiene que estar en una maleta —rebusqué entre mis cosas.

Lo encontré rápidamente. Me lo puse y me examiné en el espejo, me pareció un uniforme bastante feo. Estaba compuesto por un jersey estampando de cuadros, y una falda corta con el mismo estampado. Por si fuera poco era de color gris. Chasqueé los dedos y cambié el color gris, por un rosa chillón. Me recogí el pelo en una coleta, como a mí me gustaba, pero el color rubio, y mis ojos azules no me convencieron para el uniforme, aunque me gustase mi aspecto. Se me ocurrió una brillante idea, chasqueé de nuevo los dedos. Mi pelo se volvió pelirrojo y mis ojos verdes. Un perfecto homenaje a la familia de Roger.

—Mucho mejor —sonreí.

Era hora de que preparase mis libros. Entonces vi entre mis cosas una maleta enorme, y con ruedas. Era igualmente de color rosa chillón. Ya sabía donde metería mis libros para ir al instituto.

Fui a la cocina, y me encontré a Roger desayunando.

—Buenos días, Roger —saludé alegremente.

—Hola —dijo desganado y somnoliento, me miró de arriba a abajo con cara de sorprendido—. ¿Qué le has hecho al uniforme? ¿Y tu pelo?

—Le he dado mi toque personal, y me he puesto el pelo como vuestra familia. ¿A qué ahora parezco de vuestra familia?

—Yo de ti dejaba tu pelo como estaba antes. Sé supone que eres una estudiante del extranjero no alguien de mi familia.

—Bueno es una lastima —murmuré, y volví a ser rubia de ojos azules. Mi uniforme volvió a ser soso y aburrido.

—¿Y esa maleta enorme? —interrogó enfadado.

—Aquí es donde llevo mis libros. ¿A qué es mona?—sonreí con inocencia.

—Será mejor que desayunes antes de que llegue el bus a recogernos —. No entendía por qué parecía avergonzado.

Me atiborré con todo lo que pillé en la mesa. Era uno de los desayunos más ricos que probé en vida de ángel.

—¿Dónde están tu madre, y tu hermana? —pregunté con la boca llena, tenía muchas ganas de verlas.

—Mi madre ha ido a llevar a mi hermana al colegio, y después irá al trabajo.

Un rato después salimos de a la calle y delante de la casa de Roger esperamos el bus. Éste no tardó en llegar.

Estaba muy ilusionada cuando entramos, había un montón de gente en el bus. Los estudiantes me miraban, debía de ser porque era la chica nueva, o a lo mejor era que tenían envidia de mi preciosa maleta. Por suerte habían dos asientos libres, pero no estaban juntos. Roger se puso detrás del todo, y a mí me toco ponerme por la zona de delante. Me senté al lado de una chica que parecía bastante insegura, tenía la cabeza agachada. Levaba el mismo uniforme de color gris que llevaban todos. Intuí que no era una chica muy alta. Su pelo era negro y llevaba un flequillo que le tapaba un ojo.

—Hola —saludé a la chica—. Me llamo Evangélica, pero puedes llamarme Eva.

—Hola —contestó tímidamente y después no dijo nada más.

—Es mi primer día en vuestro instituto. —Volví a hablar para ver si se animaba a entablar una conversación.

La chica no me respondió simplemente se limitó a asentir con la cabeza. Tenía curiosidad por saber como se llamaba, y no pude contener la tentación de leer sus pensamientos. Se llamaba Allison, tenía quince años, su película favorita era "La bella, y la bestia", y se consideraba una chica insegura e inútil. ¿Por qué pensaba esas cosas tan horribles? Su autoestima era casi igual a la de Roger, si no fuera porque soy la protectora de él, ayudaría a esta chica con mi magia .Aun así quería ser su amiga para apoyarla. Volví a intentar mantener una conversación con ella, pero parecía un poco nerviosa,así que dejé de intentarlo.

Trece DeseosWhere stories live. Discover now