12 CHICOS LOBOS ©

By bellaminelli

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Erika acaba de terminar con su novio, es de noche, hace frío y esta sola. Como si eso no fuera suficiente, la... More

12 CHICOS LOBOS - Capitulo 1
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 2
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 3
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 4
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 5
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 6
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 7
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 8
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 9
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 10
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 11
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 12
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 13
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 14
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 15
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 16
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 17
12 CHICOS LOBOS - Capítulo 18
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 19
12 CHICOS LOBOS - Capítulo 20
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 21
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 22
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 23
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 24
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 25
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 27
Capitulo 28 - 12 CHICOS LOBOS
Capitulo 29 - 12 CHICOS LOBOS
Capitulo 30 - 12 CHICOS LOBOS
Capitulo 31 - 12 CHICOS LOBOS
Capitulo 32 - 12 CHICOS LOBOS
Capitulo 33 - 12 CHICOS LOBOS
Capítulo 34 - 12 CHICOS LOBOS
Capítulo 35 - 12 CHICOS LOBOS
Capítulo 36 - 12 CHICOS LOBOS

12 CHICOS LOBOS - Capitulo 26

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By bellaminelli

Capitulo 26

- Simón, ya basta. – susurró sin levantar la vista de su cuaderno - ¿Podrías dejar de mirarme así? Me estas poniendo nerviosa.

- No puedo evitarlo, te ves demasiado bien.

- Juro que no volveré a usarlo si no te detienes. – intentaba no darle importancia, pero el chico tenía más de diez minutos sin apartar la mirada.

- ¡No puedes hacer eso! ¡Lo juramos por el meñique! – le reprochó.

Erika lo miró y colocó rápidamente un dedo sobre sus labios para callarlo. Si despertaba a Micaél, quien estaba dormido con un libro sobre su cara, se meterían en problemas.

- Dios, Simón, no grites. – le dijo entre dientes – Provocarás que nos dejen sin receso.

- Tú tienes la culpa. – se defendió el chico haciendo un puchero.

Rodó los ojos y se dio la vuelta, para intentar volver a concentrarse en su resumen sobre la Primera Guerra Mundial. Micaél había resultado ser un maestro bastante eficiente a la hora de dejar trabajos interminables, pero deficiente cuando se trataba de vigilar a sus dos únicos alumnos. Se había quedado dormido justo después de dejarles 3 resúmenes pendientes y un ensayo sobre el "¿Por qué los humanos insisten en destruirse a sí mismos?".

Sin embargo, era demasiado difícil intentar concentrarse cuando sientes una mirada constante haciéndote un agujero a un costado de la cara. Simón había insistido que debería usar el uniforme en el primer día, y ahora Erika estaba pagando las consecuencias.

- Hey, Baby Doll, - la llamó, pero ella no se voltio – Baby Doll, te estoy hablando, ¿Baby Doll? Tierra llamando a Baby Doll, oye tú, ¡Baby Doll!

- ¡¿Qué?! – gritó entre dientes llena de frustración.

- Hola.

Simón se cubrió la boca mientras se aguantaba las carcajadas. Era la tercera vez que le hacía eso en el día. La primera vez le dio risa, pero ahora comenzaba a agotar con su paciencia.

- Oye, Baby Doll, ¿ya terminaste tu resumen?

- Tal vez ya lo habría terminado si me dejaras concentrarme.

- ¿Podrías pasármelo cuando lo termines? – se acercó un poco.

- ¿Por qué? Tú puedes hacer el tuyo.

- Estoy algo cansado.

- Entonces, duérmete. – dijo sin mirarlo, abrazando la esperanza de que le hiciera caso.

El chico pareció pensarlo, mientras seguía mirando a Erika con aquellos ojos azul hielo.

- De acuerdo.

Simón recostó la cabeza en el brazo izquierdo de Erika, que era el que tenía enseguida. Ella pensó en pedirle que se recostara en la mesa, pero el chico ya se veía mucho más tranquilo, quizá si lo movía, ya no podría hacerlo dormir de nuevo. De todas formas no necesitaba ese brazo, ya que ella escribía con la derecha.

Con la bendición de Simón y su pesado sueño, terminó su resumen de la Primera Guerra Mundial. Se disponía a comenzar con el de la Segunda Guerra Mundial, cuando noto que Micaél estaba despertando.

- ¿Qué pasó? – balbuceó un poco desorientado mientras se quitaba el libro de la cara.

- Nada. – respondió Erika sin dejar de garabatear en el cuaderno – Solamente nos dejaste trabajo suficiente para el resto de la semana.

- Que niña tan quejumbrosa. ¿Qué ocurre con él? – preguntó señalando a Simón con la cabeza.

- Te ruego que no lo despiertes. Es mi primer momento de paz en toda la mañana.

Micaél se levantó y camino hacia el escritorio que ella compartía con Simón. Pensó que solo quería evaluar su trabajo, pero se detuvo justo en frente y comenzó a observarla. Erika siguió escribiendo como si nada pasara, después de todo no estaba pasando nada, ¿no es así?

- ¿Qué ocurre? – se atrevió a preguntar después de un rato.

- Tu mano. – contesto Micaél sin apartar la mirada – La manera en la que haces los trazos es tan... delicada.

De pronto el chico avanzó y tomó la mano de Erika, haciéndola que soltara el lápiz. Comenzó a trazar círculos por sus nudillos con su pulgar, provocándole un escalofrió por toda la espalda. Era la primera vez que un chico le hacía eso.

- Tienes la piel muy suave.

- Gracias. – dijo mientras retiraba su mano de las de Micaél.

Ambos se quedaron en silencio, mirándose a los ojos. El chico comenzó a recorrer todo el cuerpo de Erika con los ojos, haciendo que ella se incomodara.

- ¿Por qué te encanta torturarme? – le reprochó.

- ¿Eh?

- ¿Tienes idea de todos los pensamientos que pasan por mi mente al verte vestida así?

Erika hecho un vistazo rápido a su suéter negro y su falda a cuadros que le llegaba al medio muslo. La primera vez que vio la falda, le reclamó a Simón lo corta que era, a lo que el chico le había contestado: "Acordamos que la usarías en ocasiones, pero nunca acordamos el largo de la falda."

- Solo la estoy usando porque Simón no dejaba de insistir. Pero ahora que veo todos los problemas que acarrea, no pienso volver a ponérmela.

- ¿La estas usando... para Simón? – No pudo evitar que sus palabras sonaran un poco dolidas.

- No exactamente para él. – al ver que Micaél seguía comiéndosela con la mirada, se desesperó. - ¿Sabes qué? Iré a quitármela de una buena vez.

Con mucho cuidado, deslizo su brazo que seguía debajo de la cabeza de Simón y lo sustituyo por una pequeña pila de cuadernos, para su buena suerte, el chico no se despertó. Se levantó de la mesa y se dispuso a salir de la habitación. Antes de que lo hiciera, Micaél la detuvo por el brazo.

- ¿En serio vas a quitártela? No era mi intención incomodarte tanto. – se disculpó con la mirada.

- Tal vez no lo fue, pero aun así quiero quitármela.

- Está bien. – dijo soltándole el brazo – Pero no te demores mucho, aun te falta tu resumen de la Segunda Guerra Mundial y el de la Guerra Fría.

Erika dejó la habitación y se encamino por el pasillo. Seguramente Simón se molestaría si se negaba a volver a usar la falda, pero ya no le importaba.

Entró a la habitación donde dormían para buscar su baúl. Kaiser estaba tirado en el suelo sobre los cojines arrojando una pelotita a la pared una y otra vez. Erika pasó por un lado sin darle mucha importancia, pero su pie se enredó en una cobija tirada en el suelo, haciéndola caer sobre el chico. Kaiser alcanzó a detenerla antes de que sus frentes chocaran.

- Si quieres hacer eso, creo que deberíamos buscar un lugar más privado. – susurró el chico cómplice mente con una enorme sonrisa.

- ¿Qué? ¡No! Estás loco. – grito mientras se quitaba de encima de Kaiser.

- Yo no soy el que anda por ahí tirándome encima a la gente mientras visto un uniforme de colegiala pervertida.

- Fue un accidente. – se disculpó mientras se ponía de pie – Y no soy una colegiala pervertida.

- Ya lo sé, solo bromeaba. Oye Baby Doll, te tengo una sorpresa. – dijo Kaiser mientras se ponía de pie también.

- ¿En serio?

- Si, mira.

La tomó de la mano y la llevo hasta su baúl personal, cuando lo abrió, dejo al descubierto una botella de vino tinto. Los ojos de Erika se ensancharon.

- ¿Cómo lo...

- El idiota de Chris volvió a esconder la llave en el mismo sitio. Fue pan comido.

- Te encanta meterte en problemas, ¿No es así?

- No seas tan malagradecida. Aunque sí, me encanta. – sonrió mostrándole dos hileras perfectas de dientes.

Kaiser sacó la botella del baúl, y se asomó por el pasillo una vez más para asegurarse que estuviera despejado. Se sentó en el suelo, y Erika hizo lo mismo. El chico le quito el corcho con cuidado intentando no hacer tanto ruido, y le ofreció la botella a Erika.

- ¿No usaremos copas?

- ¿Desde cuando eres tan quisquillosa? – se burló Kaiser dándole el primer sorbo a la botella – Tendrás que conformarte con ser la segunda.

Ella tomó la botella con ambas manos demostrando su completa falta de experiencia. Se empino la botella completa bebiendo un gran sorbo y provocando que se derramara un poco sobre su suéter. Comenzó a toser.

- Cielos, Baby Doll, apenas llevas un sorbo y ya actúas como una ebria. – rio Kaiser tomando la botella de las manos de ella.

- Fue un accidente. – repuso mientras limpiaba las comisuras de su boca.

Debía admitir, que aquel vino no sabía nada mal. Definitivamente sabía mucho mejor que la porquería que le había dado Jim, lo que sea que aquello fuera.

Kaiser bebió otros dos sorbos, para después pasárselo de nuevo a Erika. Ambos siguieron haciendo aquello durante la siguiente media hora. Sorprendentemente, nadie vino mientras hacían aquella actividad ilícita.

- Oye Baby Doll.

- Dime, Kaiser. – sonrió Erika con los ojos cerrados.

- Kaiser.

- ¿Eh?

- Tú dijiste, "dime Kaiser". – balbuceo el chico.

Ambos explotaron en carcajadas. Erika se sentía estúpida, pero se sentía estúpidamente bien. Nunca se había sentido así en toda su vida. Nada importaba, y todo era divertido. Tomó la botella de vino para empinársela, pero se topó con la sorpresa de que estaba vacía.

- Idiota, - balbuceo arrogando la botella por el suelo – te lo acabaste todo.

- Claro que no, fuiste tú.

- Noooo, - negó enérgica pero torpemente con la cabeza - yo solo tomé cinco tragos.

- Si claro, - se burló el chico – cinco tragos por minuto.

- Cierra la boca.

- Tú cierra las piernas.

- Las tengo cerradas. – dijo mientras checaba sus piernas.

- Entonces ábrelas. – sonrió Kaiser.

- Jodete.

Aquello hizo que Kaiser se retorciera de la risa. Era como la cuarta vez que Erika decía una grosería, y al chico parecía causarle demasiada gracia.

- Eres una niña con una boca muy sucia, le diré a Chris que te la lave con jabón.

- Y tú tienes una mente sucia, lo cual es peor aún.

- Y tú te disfrazas de colegiala pervertida.

- Y tú eres mitad perro.

- Pero eso te encanta. – la provocó.

- Es cierto. – asintió sonriendo como una idiota.

Ambos volvieron a reír como si jamás hubieran discutido por absolutamente nada. Estaba tan desorientada que todo le llamaba la atención. Hasta Kaiser.

- Woooooow, tienes unos ojos muy bonitos.

- Gracias, Baby Doll.

- No, en serio en serio, - avanzó hasta donde el chico estaba y tomo su cara entre sus manos – son muuuuuy bonitos.

- Creo que me agradas más cuando estas borracha.

- Creo que yo también me agrado más cuando estoy borracha. – sonrió.

Se quedaron en silencio. Erika seguía sosteniendo la cara de Kaiser entre sus manos a pocos centímetros de la suya. Ambos se miraban a los ojos sin parpadear.

- Creo que quiero besarte.

- Creo que quiero que lo hagas.

Después de decir eso, Kaiser tomó a Erika por detrás de la cabeza y la acercó hasta que sus labios se encontraron, fundiéndose en un beso. Se besaron por un momento, después Erika se separó y comenzó a recorrer toda la quijada de Kaiser con pequeños y fugaces besos. De pronto, un destello de cordura boto en su cabeza haciendo que se detuviera.

- ¿Qué pasa? – preguntó Kaiser.

- Esto no está bien, - dijo al tiempo que se separa del chico – me arrepentiré de esto cuando se me baje el alcohol.

- Entonces, aprovechémoslo mientras aun tengas alcohol en la sangre. – bromeó él.

- Hay que salir.

- ¿Qué?

- Salgamos afuera. Quiero ver la nieve.

No esperó respuesta del chico y se levantó, dispuesta a salir de la madriguera. Para su suerte, Kaiser también se levantó y la siguió. No había nadie por los pasillos, debían de estar merendando, lo cual les daba mucha ventaja.

Salieron a la luz del día, entrecerrando un poco los ojos para aminorar la ceguera producida. No entendía como a Chris no le gustaba aquel panorama tan impresionante.

- ¡Kaiser, mira, el suelo es blanco! – grito señalando en todas las direcciones.

- Dios, Chris va a matarme. – rio Kaiser mientras observaba a la ebria chica saltando por todos lados.

- ¡Hay que hacer un mono de nieve!

- ¿Por qué demonios estas gritando? Estoy justo a tu lado.

- ¡Perdón!

El chico comenzó a juntar nieve para construir un muñeco. Solo la perdió de vista por unos minutos, pero para cuando se dio la vuelta, no vio a Erika. Alzo la cabeza lo más que pudo para ver en todas las direcciones mientras el pánico lo invadía.

- ¿Baby Doll? – comenzó a caminar desesperadamente por entre los arbustos - ¡Baby Doll!

Se adentró en el bosque con desesperación. Gracias al vino, sus sentidos de lobo estaban entre despiertos y dormidos, igual que el cuerpo de cualquier persona ebria. De pronto, percibió una pizca de su aroma, y lo siguió con toda la agilidad que su cuerpo le permitía tener en ese momento.

Erika no estaba muy lejos, pero seguía avanzando perdiéndose cada vez más entre los arbustos. Kaiser corrió hacia ella y la detuvo por el brazo.

- ¿¡Qué demonios crees que haces!? – grito mientras recuperaba el aliento.

- ¿Acaso no es obvio? Voy a la cabaña de Nick, tontito. – sonrió Erika, quien estaba mucho más ebria que Kaiser.

- ¿Qué? Claro que no, tu no iras a ningún lado en este estado. – tomó a Erika del brazo y comenzó a guiarla de vuelta a la madriguera - ¿Qué crees que pensara la familia de Nick si te ven así? Tú no quieres eso, ¿verdad?

La chica se detuvo y soltó una carcajada. Kaiser la miró confundido, una cosa era que estuviera borracha, pero aquella reacción era extraña.

- No voy a la cabaña de Nick, tontito, voy a la oooootra cabaña de Nick.

- Dios, Baby Doll, no debí de haber dejado que bebieras tanto, ahora hasta estas alucinando.

- Si no me crees, ven conmigo.

- Ven, le diré a Demián que te de café negro. – continuó tirando del brazo de la mareada chica.

- ¿Tú qué crees que esconda ahí? Tiene que ser algo muy grande para que necesite ser guardado en una cabaña...

- Baby Doll, comienzas a asustarme, ¿De qué cabaña estás hablando? – se detuvo para verla a los ojos.

- Una cabaña graaande, - Erika comenzó a hacer gestos con los brazos y las manos – que está en medio del bosque, muy muy lejos, donde Nick va por las noches, pero yo no sé qué es lo que hay dentro, porque Simón no me dejo entrar, pero sshhh – balbuceo mientras ponía un débil dedo sobre los labios de Kaiser – no puedes decir nada, porque es el secreto de Nick...

Kaiser la miro perplejo por un momento. Ella no dejaba de sonreír, riéndose por cualquier cosa, lo cual le daba poca credibilidad a cualquier cosa que dijera. "¿Estará hablando en serio? ¿O solo está realmente borracha?" Pensó para sí mientras se subía a la risueña Erika a su espalda.

- Ven, entremos de una buena vez. Creo que no volverás a beber nada que no sea jugo de frutas en un largo tiempo, Baby Doll.

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