Estar ahí era lidiar a cada segundo con aquella energía que parecía asfixiarlo todo el tiempo.
Habían pasado un poco más de cinco meses; cinco largos meses de medicamentos y citas con estúpidos psicólogos que hasta ese momento no le habían servido en nada.
Quizá la estaba más difícil para él fue el haberse acostumbrado a comer como se debía, al principio sentía repulsión con tan solo pensar en que seria obligado a subir algunos kilos.
Sus momentos más felices sucedían cuando podía salir al jardín a tomar un poco de aire, cuando podía estar en libertad aunque fuesen unos minutos.
El estar día y noche encerrado en su habitación como parte de las indicaciones del doctor le hacía sentirse como un jodido animal.
Pero aún anhelaba aquel momento en el que pudiese salir y nunca volver a ese infierno.
Porque en ese momento se sentía abandonado a pesar de las escasas veces que su familia lo había visitado. Y debía recalcar que sí que habían sido pocas.
La última vez lo dejaron más depresivo de lo usual cuando Chris le habló de ese chico.
Ese chico de nombre Luke Hemmings del que no había escuchado casi nada, sin contar lo mucho que aún pensaba en él.
Hasta ahora recordaba perfectamente lo desalmadas que fueron sus palabras al decirle que ese chico se había olvidado de él, que había seguido con su vida y que su espera estaba siendo una total pérdida de tiempo, porque para Luke, él ya no era nada.
Recordó haber pasado las próximas horas llorando, preguntándose una y otra vez por qué la vida lo estaba castigando de esa manera.
Pero a pesar de todo, seguía manteniendo todas sus esperanzas, deseando que Luke le hiciera una llamada al menos.
Le dolía en sobre manera el no haberse despedido del rubio como se debía, hubiera podido abrazarlo, besarlo una última vez y decirle que lo amaba.
Algunas veces se detenía a imaginar que éste llegaría y lo sacaría del abismo, lo salvaría y nadie nunca jamás los separaría.
Tonterías.
Su realidad era otra muy diferente. Estaba encerrado en una clínica de rehabilitación, se estaba curando de un terrible desorden alimenticio, estaba deprimido, estaba solo, siendo juzgado por un montón de "especialistas" que creían saberlo todo acerca de él. Pero ellos no tenían idea de lo mucho que él necesitaba a Luke Hemmings, ellos no sabían que él sólo quería curar esas jodidas ganas de llorar y derrumbarse todo el tiempo; el sólo deseaba ser feliz, y ese fue su único propósito durante mucho tiempo.
Ese día era sábado y le tocaba su cita semanal con el psicólogo; ese tipo que no lograba más que darle dolores de cabeza. Para Michael, los psicólogos eran personas hipócritas, personas que sólo fingían escucharte cuando lo único que les interesaba era el dinero que ganarían al final del día por ejercer su "trabajo".
Pero no tenía de otra. Salió de su habitación y caminó hasta la pequeña oficina en donde ocurrían todas sus sesiones.
Se sentó en una silla al frente del escritorio, en donde se encontraba ese hombre canoso y con un rostro cubierto de algunas arrugas, él saludó y le preguntó cómo estaba, a lo que Michael contestó secamente un «bien». Entonces el hombre prosiguió.
—¿Sabes? Sería bueno que de vez en cuando pudieses contarme sobre ti, de eso se trata ésto— le dijo, mientras comenzaba a escribir algo en la pequeña libreta sobre el escritorio.
Michael bajó el rostro y asintió. —Pero no puedo contarle nada si la paso día y noche encerrado en una habitación — le dijo cínicamente.
El doctor hizo una mueca. —De igual manera podrías decirme lo que tú quieras, lo que piensas, lo que odias, no lo sé... — volteó a mirarle y prosiguió. —Por que en todo este tiempo no has podido decirme nada...
«de igual manera le pagan ¿no? eso es lo importante» pensó.
Y me gustaría poder hablar un poco contigo si eres mi paciente — terminó aquella frase.
Michael pensó. Su mente podría tener más de mil y un ideas en ese momento, pero decidió hablar sobre lo único que no era parte de sus descabellados pensamientos ni constaba de pesimismo puro.
—Entonces le hablaré sobre Luke Hemmings— dijo con determinación.
×
Ahí acostado en su cama, se había quedado observando hacia arriba desde hace un rato, sólo porque desde su ventana podía ver el sol bajando; lentamente y sin prisas, regalando una hermosa vista para aquellos que vivían en libertad. Algo que se lamentaba era que si el sol se iba esa tarde, volvería a estar entre aquella obscuridad a la que tanto temía.
Se acurrucó entre las sábanas e intentó disfrutar de el único rayo que llegaba por su ventana. Escuchó la puerta de la habitación y sabia de sobra que era la enfermera llevándole algún medicamento.
Se giró sobre la cama, recostándose del otro lado y volteó a la puerta, en donde su mirada se detuvo drásticamente.
Su corazón se detuvo durante un segundo, y luego comenzó a palpitar muy rápidamente.
El mismo chico que vio aquel día por primera vez en unos estúpidos baños, y el mismo que se había convertido en una razón más para seguir, se encontraba ahí parado.
—M-Michael— murmuró.
Él sonrió enormemente y casi saltó de la cama para correr y abrazarlo como nunca lo había hecho. Escondió su rostro entre su pecho y así fue como se dio cuenta de que su verdadero hogar estaba ahí.
—Pensé que nunca volverías - le dijo al borde de las lágrimas, aún entre sus brazos. —Que me habías olvidado...
—Eso es muy estúpido — respondió Luke. -—buscándote por todos los hospitales de la zona, tus padres se negaban a que yo pudiese verte, entonces tuve que investigar por mi parte, buscar alguna manera para comunicarme contigo, y ahora estás aquí... finalmente— le dio un par de besos en las mejillas y volvió a abrazarlo fuerte.
A éstas alturas Michael se encontraba soltando algunas lágrimas, porque ahora sabía que todo lo que creyó sobre él era mentira, ahora había confirmado que era el único en el que valía la pena confiar.
—No lo puedo creer— le dijo mientras se aferraba a su pecho. —Por favor dime que ésto es real y que no es otro producto de mi imaginación...— volteó a mirar aquellos ojos azules, los que recordaba más que cualquier cosa al mirar el cielo todas las mañanas.
Luke sonrió y acarició sus cabellos teñidos. Trató de guardar en su memoria todo detalle en esa escena, tanto su piel pálida como su escuálida figura. Las lágrimas deslizándose por su rostro y sus ojos verdes secándose de a poco.
Juntó sus labios con los del chico, esos labios que tanto había extrañado. Acarició su mandíbula y luego lo tomó suavemente de la cintura, deseando que ese momento durase para siempre.
—¿Con eso tienes para saber que ésto es real?— susurró al despegar sus labios.
Michael soltó una pequeña risa y escondió nuevamente su rostro en su pecho. —Quédate conmigo— le pidió.
Luke dejó un beso sobre su sien. —Lo haré — dijo a modo de promesa.
Y entonces ambos dejaron de sentirse vacíos.
ו
Bien, me tarde mucho, no me lo recuerden :c
No se como comenzar a dar un discurso final sobre esto, uno que las haga llorar y me amen :v bueno no.
Al comenzar esta historia pensé que no funcionaria porque realmente es un concepto un poco usado, pero intente que no sonara tan monótono. Y de pronto me sorprendió mucho ver que muchas personas comenzaban a leerla, enserio, revisaba mis notificaciones y todas eran de votos en esta y mis otras historias... No se ni como sucedió pero me hizo sentir muuuy orgullosa :')
Extrañare sus comentarios, sus leídos, sus votos, su apoyo, TODO, ustedes hicieron que esta historia tuviera un sentido muy especial para mi :') gracias sinceramente!!
Y recuerden, si esto les gusta o no, haganmelo saber, NO LO CREO, HOY ACABA PARA SIEMPRE LA ETAPA EMPTY, JODEEEER (perdón, me emocione ;-;)
Sigan bellas y bellos, los amo... Gracias por todo y espero sigan conmigo y mis "historias" :'v
Por cierto, no se olviden de leer mi nueva historia TROUBLE, que por ahora es la que tiene menos votos y comentarios, lo cual me parece extraño :v las amaría más si se pasaran por ahi :') jdkwd