Cuando los chicos regresaron del baño cualquiera hubiera pensado que no ocurría nada fuera de lo común, sin embargo Glen les conocía más que antes. Por ejemplo, notó con sorpresa que sabía darse cuenta si Urien estaba preocupado porque comenzaba a tronar los dedos de sus manos. Lo hacía cada vez que veía a Kaya luego de saber que la chica perdió todos sus recuerdos y lo hacía en ese instante. Ian por el contrario concentraba su mirada en algún punto lejano, como si tratará de encontrar en la lejanía una razón para no preocuparse más.
Osmed estaba ajeno a la situación, silbaba por lo bajo, pensando quien sabía qué. Glen quería preguntarle a los chicos que pasaba, pero tenía miedo de la respuesta.
Por lo tanto fue un viaje no solo largo, sino cargado de silencio y de tensión. Por fin llegaron a Agua. Pasaron los controles y salieron a la calle sin ningún problema. Glen incluso olvidó que a los chicos les preocupaba algo, porque no podía dejar de mirar en derredor con algo de oscura fascinación.
Lo primero que le vino a la mente fue la Uisce. Después de la primera impresión se dió cuenta que el lugar no se parecía a la Uisce en nada. Aquel barrio de gente Agua en la tierra no era más que una bruta y patética representación de lo que era el planeta Agua. Porque vaya que había agua, todo en aquel lugar era agua y la ciudad estaba construida sobre ella. La zona de aterrizajes era una zona hecha por completo en acero, dividida por paredes de cristales y las calles que conectaban el resto de la ciudad eran de madera. Los pocos vehículos que las recorrían eran pequeños, el más grande de cuatro asientos. Pero lo que más se apreciaba eran botes.
—Por favor, díganme qué no.
A Glen le tembló todo el cuerpo. Ian se giró a mirarla, una sonrisa burlona le baila en los labios.
—No, no viajaremos en bote. Iremos en algo mucho mejor.
Y por mejor, en realidad se refería a algo muchos más horrible: una especie de submarino, pues tal parecía que en agua existían varias ciudades y están se dividían entre las que estaban en la superficie y las que estaban en el fondo del agua. En resumen el viaje en el submarino fue espantoso. Osmed vómito, Glen sentía que en cualquier momento el agua se metería en el submarino y los ahogaría e Ian pasó todo el rato explicándoles cómo funcionaba la ciudad bajo el agua y cuan seguro era.
Sin embargo Glen tuvo que reconocer una vez llegaron que el lugar era impresionante. La ciudad era como una especie de cúpula y era muy extraño mirar hacia arriba y que el cielo fuese una inmensa masa de agua en dónde animales de muchas formas, tamaños y colores hacían su vida. A pesar de eso, Glen seguían teniendo la horrible sensación de que el agua se le vendría encima en cualquier momento.
Por fin llegaron a una zona residencial de la ciudad y caminaron hasta una gran casa de paredes blancas y techo azul, la cerca de la entrada tenía una palabra gravaba en azul brillante sobre la madera blanca: Macorne.
—No sabía que tenías una casa en Agua. —dijo Glen sin poderse contener, admirando la edificación, mientras Urien abría la cerca y se dirigía hacía la casa sin esperar.
—Tecnicamente es familiar, no solo mía. A pesar del exilio a mi madre, le permitieron que nos trajera un par de días cada cuatro años terrestres. Tenía 16 la última vez que vine aquí.
—Tienes sueños de agua en tu jardín principal —comentó Osmed detrás de ellos observando el lugar, Glen siguió su mirada. Era cierto, la parte principal de la casa estaba repleta de flores blancas con borde azul, los pétalos eran puntiagudos y el tallo negro azulado.
—Todo este vecindario las tiene.
—¿Y estas son como las de Sueño o son... Solo flores? —Glen preguntó curiosa.
—¿Cómo son las de Sueño? —Ian observaba las flores, pensativo y dijo.
—Si, son como las de Sueño. Si tienes suerte no te muestran nada, si no la tienes te da un destello de algo que va a pasar.
—¿Qué? —Glen miró las flores, en la tierra habían muchos tipos de flores, era cierto que no recordaba que hubiese alguna de tallo negro azulado, pero más allá de eso aquella flores parecían solo eso: flores.
—Dicen que si tocas una sueños de agua te muestra un vistazo del futuro —explicó Osmed—. Siempre me pregunté si era verdad o si eran habladurías.
—Es verdad —dijo Ian—. Pero no funciona con todo el mundo, no sé sabe muy bien porqué con unos sí y otros no. Urien y Mika por ejemplo no vieron nada la última vez que vinimos y las tocaron. Shannen y yo por otro lado sí.
—¿Qué viste? —sintió curiosidad Glen, pero él no contestó, en su lugar dijo.
—Ya llegaron los demás. —La puerta estaba abierta, Shannen apareció en el umbral y corrió hacia su hermano, lo tomó por las mangas de la camisa y lo sacudió.
—¿Supiste, viste el mensaje? —Ian asintió a lo que Glen y Osmed intercambiaron una mirada de incomprensión.
—Vamos a dentro, tenemos mucho que discutir.
Ellos comenzaron a caminar y Osmed y Glen le siguieron, sin amargo Osmed exclamó antes de dejar el jardín.
—Que carajos, tengo que saber. —Se inclinó y tocó una flor, Ian y Glen se detuvieron y le miraron, Shannen sin embargo se perdió en el interior de la casa sin percatarse de lo que pasaba. La cara de Osmed fue de decepción.
—¿Algo malo? —preguntó Glen, pero Osmed movió la cabeza en negación.
—Nada en lo absoluto. Supongo que soy como Urien y Mika.
Él e Ian entraron a la casa, Glen sintió curiosidad también, estiró la mano, tentada, pero la voz de Ian se la detuvo a medio camino pues la instaba a entrar a la casa, así que lo hizo, se alejó de las flores y se adentró a la casa de los Macorne.
***
Bastiaan quería prenderle fuego a todo. Encontraba su situación actual desesperante, asfixiante, horrible y necesaria. Por desgracia, con cada cosa que sucedía se convencía de que no iba a lograr su objetivo sin ayuda. Siempre pensó que Owen era quien se la brindaría, pero sin él en la pintura tendría que conformarse con los niños Agua. Osmed sin embargo balanceaba un poco la situación, la miró entonces a Glen mientras entraba a la casa Macorne. Él estaba de pie tras una de las sillas del comedor, cuando ella cerró la puerta tras de sí y se acercó mirando todo a su alrededor él apoyó los antebrazos en la silla frente a sí. No estaba muy seguro de como se sentía respecto a Glen. Una parte de él quería meterse en su cabeza y recordarle que ellos dos tenían mucho más sentido que ella y el idiota de Macorne, otra parte del él quería superarla, concentrarse en su objetivo y olvidarla, se había ido, la había perdido y dolía.
—Kaya está en mi habitación —Informó Shannen, extrayendo una de las sillas del comedor y tomando asiento. Urien hizo lo mismo en la cabecera de la mesa, Ian lo hizo en la cabecera opuesta. Bastiaan se encogió de hombros, y se sentó a la silla en la que se apoyara antes, ésta quedaba frente a Shannen, Glen se acercó, se sentó junto a él. Habían dejado las mochilas en la entrada, abandonadas en el suelo. Osmed no tomó asiento, se dirigió a la ventana junto a la puerta y miró hacia afuera, sin embargo habló desde allí.
—Muy bien chicos, ¿qué es lo que está pasando?
—La Hermandad ha sacado un comunicado —habló Urien—. En pocas palabras admiten haber hecho experimentos con híbridos, pero se excusan diciendo que estos son muy peligrosos y advierten a la población de ellos. Quieren que denuncien a cualquiera con sospecha de sangre mezclada. Además se están adjudicando la derrota de Owen. Dicen que era un ente de violencia y que ellos actuaron para cuidar a los otros planetas de que no terminaran como Tierra y hay imágenes de la Tierra. —Hubo un silencio profundo y pesado, Glen apoyó la mano izquierda en la mesa y dió golpecitos al vidrio al tiempo que preguntaba.
—¿Qué tan mal está? —Urien se alborotó el cabello antes de contestar.
—Mal. Ya no hay gente de Owen ahí, pero el lugar está destruido. Hay muchas muertes y los lugares fueron quemados en su mayoría. La Hermandad dice que va a ofrecer su ayuda para reconstruir y cuidar del lugar.
—Todo esto pinta muy mal —comentó Ian—. La Hermandad se está aprovechando de todas estas desgracias para colarse bajo la mejor luz.
—Están preparando todo para declarar a Artús como otro entre violento y así poder usar la fuerza contra todos nosotros y que siga pareciendo que son ellos los únicos que se preocupan por la paz. —comentó Osmed desde su asiento en la ventana, su voz era suave y tranquila.
—Entonces deberíamos apresurarnos a atacar. —Intervino Bastiaan aunque toda esa guerra a él le daba igual, lo único que quería era llegar hasta Sueño, hasta el corazón de La Hermandad y mirarlo a los ojos.
—No creo que sea la mejor estrategia en este momento —expresó Osmed—. Stephan solía tener un plan B por si la invasión fallaba. Me la contó el día de mi boda. —Ian se giró en la silla y lo miró a Osmed.
—¿Crees que podría funcionar? —le preguntó, Osmed miró al chico y luego a su hija Glen, para finalmente decir.
—No lo sé, pero en este punto valdría la pena intentarlo.
—¿En qué consistia el plan B? —pregunto Shannen y Osmed tomo una bocanada de aire antes de contestar.
—Una bandera blanca y un parlamento.
No más escucharlo Bastiaan lo supo. Esa era la mejor estrategia para favorecer su objetivo, así que la apoyaría hasta las últimas consecuencias.