—Sarah... —escuché un susurro en mi oído pero no le presté atención—. Sarah... despierta —insistió y supe que era Jin. De inmediato recordé todo.
—Hola... —contesté y me tapé con la cobija. No había abierto los ojos.
—¿Por qué te tapas? —Preguntó él con tono burlón y trató de quitarme la cobija.
—¡PORQUE SÍ! ¡SUELTA! —Agarré mucho más fuerte la cobija.
—¡¿Por qué eres tan complicada?! —Preguntó quejándose.
—Shh... quiero dormir —le callé.
—No estás en tu casa... —escuché su incomodidad al decirme eso.
—¡¿No?! ¡¿En serio?! ¡Yo no sabía eso! —Le respondí con todo el sarcasmo que pude.
—Ya sabes dónde puedes bañarte. Evita la fila y la suciedad. —Sentí que se levantaba.
—Está bien. Iré en seguida —contesté sin siquiera asomar un ojo. Él se refería a su baño.
Él no aportó algo más y escuché que se ponía su ropa. Minutos más tarde, abrió la puerta y salió. Al esperar unos segundos, me levanté con la cobija envuelta y después la dejé caer.
—¡Ajá! —Exclamó Jin y yo grité.
—¡¿Que no te habías ido?! —Volví a taparme, pero Jin se abalanzó contra mí y me la quitó.
Al luchar, caímos en la cama y él quedó sobre mí. Me dijo:
—Eres hermosa... —estaba a centímetros de mi cara. Comenzó a acariciar mi muslo y sentí cómo me mojaba.
—¿Quieres? —Sonrió al preguntarme. Yo sabía lo que estaba insinuando.
—No... —susurré y él llevó su mano a mi clítoris—. No, no, por favor —le supliqué. Yo tenía que desayunar y él tenía que salir a vigilar a las demás.
—¿Segura? —Preguntó mientras tocaba suavemente.
¡CLARO QUE ESTABA MUY SEGURA! ¡ESTABA JUGANDO CONMIGO, Y YO ODIABA SENTIRME USADA!
—Sí. —Empujé su mano y me levanté para vestirme. Sentí cómo su mirada quemaba mi trasero y el resto de mi cuerpo por la parte de atrás.
—Está bien. —Me dio una nalgada y le reclamé—. La puerta en mi habitación estará abierta. —Me tomó por la cintura y besó mi cuello—. Hasta pronto, Sarah. —Caminó hasta la puerta y se detuvo allí—. ¿Qué tiene esa pequeña caja? —Preguntó mientras miraba la caja en el suelo.
—Nada que te interese. Es un regalo —respondí tratando de no sonar nerviosa.
—Con que Namjoon te regala... —dijo riéndose y saliendo de allí.
Giré mis ojos y seguí escogiendo lo que me pondría. Cuando estuve decidida y lista, tomé mis toallas y salí. Afuera estaba Ji Eun.
—¡Hola! ¿Vamos a bañarnos? —Me preguntó sonriente.
—¡¿Qué hago?! —Me pregunté.
—Emm... esperaré hasta que todas estén listas —respondí.
—¿Y por qué sacaste eso? —Interrogó mirando las toallas.
—Quiero dar vueltas por ahí estando ya lista para mi turno —respondí nerviosa y rascando mi cuello.
—Está bien. Nos vemos en el desayuno, Sarah. Yo sí iré a la fila. He conocido una chica agradable. —Besó mi mejilla y se fue.
Suspiré calmada y caminé por el pasillo con los nervios desde los pies hasta la cabeza. Llegué y abrí la puerta. Seguramente Jin no estaría.
—Y no está —aseguré al entrar y mirar todo. Tenía calma, así que, comencé a mirar su biblioteca; tenía muchos libros interesantes. Le pediría que me prestase alguno.
—¿Te gusta leer? —Escuché detrás de mi espalda la voz de Jin.
Aunque me asusté porque pensé que no estaba, le respondí calmadamente:
—Me encanta. —Tomé un libro y lo abrí para leer un poquito.
—Te puedo prestar alguno cuando quieras. —Él caminó hacia mí.
—Hmm sí. Está bien. Iré al baño. —Fui a la puerta del baño y Jin se tiró a la cama mientras tomaba una revista.
Entré, cerré la puerta, comencé desvestirme y fui a la ducha. Esta vez quise agua caliente. Hace mucho no la sentía.
—YOUU AND IIIII —canté tanto como pude mientras el agua caliente me relajaba, hace mucho no lo hacía. Desgasté mis cuerdas vocales unos minutos más y cerré la llave para asearme con el jabón y el shampú.
—¡Sarah! —Jin tocó la puerta— ¿Por qué hoy estás demorando tanto? —Yo fruncí mi ceño al oír su pregunta.
—¿Qué? —Yo llevaba lo mismo aquí.
—Siempre demoras diez minutos, y hoy estás demorando más de veinte —avisó y yo abrí mi boca en «o».
¡¿Cuándo pasó tanto tiempo?! ¡Ji Eun debe estar buscándome!
—¡¿Estás hablando en serio?!
—Muy en serio.
Terminé de quitar el jabón y el shampú. Cerré la llave rápidamente y me sequé. Salí de la ducha y comencé a vestirme a la velocidad de la luz; eso era muy incómodo. Me miré al espejo, peiné mi cabello y cuando estuvo listo, tomé todo y salí.
—Wow... —admiró Jin al verme.
—¿Qué?
—Que ese vestido te queda precioso. —Halagó Jin al mirarme de arribabajo.
—¿Qué? —Tomé el vestido por los costados y lo estiré— Me queda igual, tonto.
—No.
—Sí, cállate.
—¿Namjoon te verá hoy?
—No que yo sepa, él viene cada semana —contesté y luego empecé a caminar.
Él me agarró por la mano y me detuvo.
—¿Quieres... quieres salir esta noche conmigo? —Me preguntó y se rascó el cuello con la otra mano.
—¡¿Cómo?! ¡Jin, no puedo salir! —Respondí desesperanzada.
—Si estás conmigo, sí. —Él me dedicó una débil sonrisa.
—Pero... ¿cómo? —miré su mano que todavía sostenía la mía.
—Ya verás... ¿aceptas? —Soltó mi mano.
—¿Y por qué tendría que hacerlo? —Crucé mis brazos en el pecho.
—Emm... ¡¿por qué preguntas eso?! —Dijo Jin riendo y yo también reí.
—Está bien, acepto. ¿Me llevarías a un centro comercial?
—Como quieras, «pero solo sales conmigo como un negocio» —indicó esto entre comillas con sus dedos.
—Bueno... —alcé los hombros y las cejas.
—Si quieres... ya puedes irte. —Yo suspiré al escuchar a Jin y me giré para abrir la puerta.
Sentí que Jin me tomaba por mi cadera, y como hizo desde que llegué: me besó en el cuello. Eso hizo que subiera mis hombros como reacción al estremecimiento.
—Hasta la noche —me susurró en mi oído.
—Hasta la noche. —Y como una tonta, salí de allí.
Caminé a paso largo por el pasillo con mis cosas bajo el brazo y la cabeza gacha. Otra vez había sobrevivido sin que nadie me descubriese, y esperaba que siguiera así. Yo rogaba porque Jin no se metiera en problemas.
Al entrar en la habitación (había dejado de llamarla «pocilga»), me recosté contra la puerta, la observé toda, y al ver la pequeña caja en el suelo, mis ojos se iluminaron.
—Gracias, gracias, gracias... —caminé hacia ella. Me agaché, tomé la caja y de inmediato saqué el reproductor MP4. Lo encendí y pude ver la hora: 10:22 AM.
Recordé a mi mamá y una punzada me atacó de inmediato. Recordé a Jungkook y todo me dolió mucho más. Busqué en la lista de reproducción y pude encontrar muchas que me gustaban. Agradecí a los cielos y a Namjoon por este regalo. Tomé los audífonos y me los puse, seguido de esto, me tiré a la cama mientras escuchaba música. No pude evitar llorar con las melodías que estaba escuchando, cuando la primera lágrima cayó, apreté mis labios.
—Jungkook... —dije con rabia, mucha rabia— te odio. Jin... te odio —gruñí al recordar que mi mamá no estaba para abrazarme.
¡MI MAMÁ! Era obvio que yo no era la única que sufría. Mi mamá podría estar llorando cada noche así como yo lo hacía. Me giré en la cama para quedar de lado y seguir llorando. En este momento ella podría estar llorando...
—¿Por qué? —Apreté las sábanas. Al llorar y llorar, fui cayendo en un profundo sueño.
...
—¡¿QUÉ LE HICISTE A SARAH?! —Le gritó mi mamá a Jungkook.
Estaban en mi casa. Él estaba en el sillón y claramente estaba intimidado. Mi mamá le miraba amenazante:
—Yo... no sé nada.
—¿Y por qué desapareció el mismo día que ella se enteró que la engañaste con Valery?
—¡No lo sé! ¡Yo no le haría nada a ella! Mucho menos daño.
—¿Ah no? ¿Y por qué la engañaste? ¿Por qué le fallaste? —Jungkook bajó la mirada y no respondió.
—Estarás en las investigaciones, Jungkook —le avisó mi madre más calmada—. Ahora puedes irte. —Y señaló la puerta con un movimiento rápido de cabeza.
...
Había despertado. Esta vez no tenía nada de sueño; miré la hora mientras me rascaba los ojos y me exalté por completo: ¡2:30 PM! A esta hora debería estar almorzando (hoy no habría ejercicio). Me levanté de la cama, me acomodé el vestido, y en el reflejo del reproductor miré mi cara para organizarla un poco. Salí y bajé al comedor. Cuando entré, todos voltearon de inmediato al verme, estaba incluido Jin. Disimuladamente miré mis piernas, me toqué la cara y el cabello. ¿Qué tenía? ¿Por qué todos me miraban? Mis pies me pesaban mientras caminaba hacia el buffet. Llegué y en cuestión de milésimas, tomé una bandeja para recibir arroz con pollo y vegetales; cuando la tuve en mis manos, busqué a Ji Eun entre la multitud y estaba con otra chica, que seguramente era la chica amable y genial de la que me había hablado esta mañana. Vi una mesa desocupada y fui a sentarme allí. Comencé a comer mientras observaba el comportamiento de muchas y de Jin. Él estaba con un montón de chicas en una mesa y entre ellas estaba la de la otra vez: Kim Lim. Quien de vez en cuando, me dedicaba miradas llenas de odio mientras acariciaba el brazo de Jin. Yo sonreía al ver lo estúpido que se podía llegar a ser cuando alguien te gustaba. Dejé de sonreír cuando recordé de nuevo a Jungkook y el sueño. ¿Y si eso era verdad? Jungkook estaba siendo acosado por mi madre y policías, por culpa de Jin y mía. Comí más pollo.
—¡Agh! Qué se joda él y «su viajecito a Corea del Sur». —Bufé y alcé los hombros.
—¿A quién le haces así? —Salí de mi trance y vi a un Jin parado frente a mí, mirando para todos lados.
—No me hagas caso. —Comí arroz.
—Eso se vio raro y aterrador. —Se sentó a mi lado.
—¿No estabas con esa de la mirada asesina? —Le pregunté mirando a Kim Lim que también me miraba. Jin miró y esta quitó la mirada.
—Puedo estar con quien yo quiera. —Se recostó contra la pared.
—¿Y si ese o esa no quiere estar contigo? —Le pregunté con mala intención.
—No me importa. Hago que cambie de parecer para que quiera estar conmigo. —Me apretó la mejilla izquierda.
—¡Auch! —Me quejé y también tomé un cachete de él. ¡JIN SÍ QUÉ TENÍA!
—¿Son pareja o qué? —Esa era la voz de Ji Eun. Yo reí sarcásticamente.
—¡No! Solo que Jin siempre insiste en molestarme —contesté mirándole feo.
—Ella es Ji Young —habló Ji Eun presentado a la chica que había estado en silencio.
Jin hizo una venia y ella también. Yo solo la saludé con mi palma y ellas dos se sentaron.
—Así que... no son nada —dijo incómoda Ji Young.
—Exacto. Jin es de Kim Lim —dije en tono burlón.
—Yo soy de la comida, Sarah. —Todas reímos por su respuesta.
—Yo amo comer ensalada —dijo Ji Eun. Jin y ella chocaron las palmas.
—Pues yo todo, menos eso y las sopas —dije con asco y terminé mi último bocado.
—Hmm... —Jin miró por debajo de la mesa—. Por eso tienes las piernas tan gordas.
—¿Qué? —Miré asustada.
—¡JIN! —Le regañó Ji Young.
—¡Pero si es verdad! —Abrió sus brazos. Luego se dirigió a mí— Por eso ahorita todos voltearon a verte, por gorda. —Yo abrí mi boca.
—Sarah, no le escuches. Eres la que tiene las piernas más gruesas, pero son lindas. —Dijo Ji Eun tratando de animarme. Yo miré mi plato de comida y gruñí.
—Eso no es bueno —susurré.
—No, no. Las delgadas son las mejores —dijo Jin riendo—. Mira a Kim Lim y a Song Haye. O a Ji Eun y a Ji Young. Tienen piernas hermosas.
—Sí, Ji Young y Ji Eun más que todo. No menciones a las otras dos —dije imitando una falsa risa.
—Deberías dejar de comer. Así gustas más y eso significa menos tiempo aquí —dijo Jin apoyando los codos en la mesa.
—Sí, claro. —Escuché susurrar a Ji Young.
—¿Sabes? Tienes razón. Con permiso. —Me levanté.
—¿A dónde vas? —Preguntó Ji Eun.
—Quiero dormir, porque anoche no lo hice muy bien —dije recordando al idiota de Jin.
—Así engordarás más, y ya bastante gorda estás, Sarah. Quebrarás las sillas después.
—Lo siento, pero no voy a dejar de dormir por esa tontería. —Me despedí y salí de allí rápidamente mientras aguantaba las ganas de llorar y golpear a alguien.