Control

By MillaJO

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Luego de años de prejuicios y rechazo, la República ha logrado aceptar a los humanos tipo A, personas que po... More

Intervalo Primero
2. Tormenta
3. Caída
Intervalo Segundo
4. Contensión
5. Accidente
6. Preguntas
Intervalo Tercero
7. Traslado
8. Confianza

1. Rutina

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By MillaJO




"Un Incidente A se declara cuando un humano tipo A (de facultades especiales) pierde repentinamente el control sobre dicha facultad. Estos incidentes también pueden aparecer cuando un humano tipo 1 (de capacidades comunes) pasa a ser tipo A en edad avanzada. Si el incidente se declara nivel 3 no se presentan mayores riesgos, si se trata de nivel 2 y 1 es necesaria la inmediata evacuación del área afectada para así procurar el bienestar físico y mental de la población"

Guía de Resguardo Ciudadano, Edición Nº 29




1. RUTINA


El Centro de Salud General era un lugar permanentemente concurrido. Los chequeos médicos eran uno de los principales pilares del orden público, ya que ayudaban a mantener monitoreado el avance de las facultades de los tipo A y sondeaba a los ciudadanos jóvenes tipo 1 en caso de que pasaran al grupo A. No era muy común que se pasara de un tipo a otro luego de los diez años, pero existían casos de adolescentes que desarrollaban facultades, así que era imprescindible revisar a la población. Si eras un tipo 1, la cita era una vez al año.

Ese día Annia se levantó a las cinco de la mañana para hacer la fila en las ventanillas de atención. Cuando era pequeña su madre la acompañaba y le había heredado el sentido de la puntualidad. Sin embargo no fue la primera en llegar, en ese momento eran las ocho de la mañana y aún habían al menos siete personas antes que ella.

Jugueteaba distraída con su identificación mientras esperaba, observando la gran sala que antecedía al verdadero hospital. Sobre la ventanilla en que hacía fila se detallaba el grupo de personas que atendía, "Tipo 1-20 años-Agosto" Hacía años que iba a los chequeos anuales y ahora que observaba la distinción sintió un gran alivio ante la idea de que solo le quedaban cinco años antes de ser declarada oficialmente como una ciudadana tipo 1. No estaba muy segura de por qué, pero si no desarrollabas facultades antes de los 25 años, era porque eras definitivamente cien por ciento humano común.

Desvió sus ojos del indicador para posarlos en las filas que se formaban en el resto de las ventanillas, a su izquierda se hallaba una ventanilla de "Tipo 1-12 años-Agosto" repleta de preadolescente, algunos acompañados por sus padres y otros por cuenta propia. Recordaba cómo era toda una transición llegar solo a los chequeos, su primera vez fue a los trece años y se sintió como toda una niña realizada en la vida.

Una niña de pálido cabello rubio llamó su atención, iba acompañada de su padre y se veía ligeramente mareada. Un suave brillo de sudor le perlaba las sienes y su pecho subía y bajaba lentamente con cada respiración mientras sus manitos se aferraban a su identificación. Era probable que la muchachita sólo estuviera enferma, o quizás había pasado a ser una tipo A, si ese era el caso le tenía lastima... la pobre se pasaría el resto de la vida haciendo esas interminables filas.

-Siguiente.- llamó la secretaria de la ventanilla haciéndola volver al mundo real.

Delante de ella ya no quedaba nadie, al fin era su turno. Avanzó los cinco pasos que la separaban de la mujer y le entregó la identificación. Al otro lado la secretaria tipeaba rápidamente su nombre y número de residencia, luego todos los demás datos personales se rellenaban automáticamente y sólo debía ingresar la hora en que se registraba.

-Firme el consentimiento y ponga su huella a la derecha de la firma.- le indicó la mujer, como si no supiera el procedimiento.

Juntó los papeles y comenzó a firmar, plasmó su huella digital a un costado de la tinta y luego le devolvió los documentos a la secretaria, la mujer los timbró tres veces, luego le entregó la identificación y uno de los papeles.

-Muchas gracias, buen día.- se despidió Annia con una sonrisa.

Tener el papeleo hecho la ponía de buen humor. Ahora sólo debía dirigirse al box indicado a esperar su turno. "Annia Drenner. Mujer. 20 años. Box 279. 8:32 am" leyó. Atravesó el gigantesco salón por las vías habilitadas que ayudaban a mejorar el flujo de gente, ignorando los afiches del Ministerio de Salud que llenaban las paredes. La mayoría de ellos hablaba de la importancia de no saltarse chequeos, otros recordaban las reglas de convivencia ciudadana y unos pocos hablaban de los pasos a seguir en caso de desastre. No necesitaba mirarlos, en la escuela les recalcaban aquellas leyes y precauciones a los niños desde que eran muy pequeños.

El pasillo en que se ubicaba el box 279 estaba abarrotado de gente, estudiantes en su mayoría, incluso reconocía algunos rostros de la universidad. Los vio haciendo tiempo con libros de texto abiertos sobre sus piernas, computadoras portátiles y juegos, definitivamente no había sido una buena idea ir sin algún aparato electrónico. Sabía muy bien que la espera a las afueras de los box solían ser igual de tediosas que las filas, pero ese día simplemente no se le había pasado por la cabeza. Suspiró resignada y trató de buscar un asiento, pero se encontró con que todos estaban ocupados, lo único que le quedaba era unirse a los valientes que se habían sentado en el suelo.

-¡Annia!.- escuchó que la llamaban de pronto.

Se volteó rápidamente en busca de la fuente de la voz, pero habían tantas personas que le costaba distinguir el lugar del cual provenía.

-Aquí.- dijeron enterrándole el dedo índice en el hombro, haciendo que se encontrara de frente con un rostro conocido.

-¿Enzo?.- preguntó confundida, pero con una sonrisa formándose en sus labios.-No lo creo, ha pasado mucho tiempo.- reconoció estrechándolo en un abrazo amistoso.

Encontrarse con un viejo compañero de escuela era algo que en serio podía alegrarle el día, sobre todo cuando se trataba de alguien con quien había pasado momentos tan divertidos. Al soltarlo se tomó un momento para mirarle y se dio cuenta de que en realidad no había cambiado, que seguía manteniendo la segura sonrisa que tantas "amigas" le había otorgado.

-¿Dos años, más o menos?.- preguntó él.

-Sí, vaya... parece una eternidad.- sonrió.-¿Qué has estado haciendo con tu vida?.- le preguntó ansiosa de comenzar una conversación. No había mejor manera de hacer que el tiempo volara que una buena platica.

-Lo mismo que todos, estudiando, trabajando...- dijo sin darle mayor peso al asunto.

-Vamos, puedes darme más detalles.-

-Estoy estudiando Ciencias Médicas.- le dijo.

-Eso es...- "Terrible" pensó. Era cierto que un trabajo en los Centros de Salud era bien remunerado, pero los horarios eran esclavizadores. Era cosa de ver la cantidad de gente que se debía atender al día.

-Lo sé, todos me dijeron lo mismo.- dijo Enzo rodando los ojos.-Pero me gusta, ¿qué se le va a hacer?.- dijo alzando los hombros con despreocupación.

-Así que no estás aquí por el chequeo.- adivinó.

-No, de hecho, debería ir a revisar estos expedientes...- indicó alzando unas carpetas, las cuales ella no había notado antes.

-Oh, te estoy quitando tiempo, lo siento.- se disculpó algo decepcionada. Su plan de hablar hasta que llegara su turno había fracasado.

-No te preocupes, aquí nadie es muy puntual.- rió.-De cualquier manera, ¿y tú?.-

-¿Yo qué?.-

-¿Estudias o...?.- dijo dejando la frase en el aire para ser completada.

-Oh, sí. Sí.- asintió.-Educación A con mención en Instrucción.- le dijo, a pesar de que odiaba dar el nombre completo de su carrera, pero lamentablemente las siglas eran demasiado comunes.

-Serás una gran Instructora, los niños te aman.- le dijo él con una expresión de aprobación.-Sólo espero que no tengas incidentes.- agregó luego.

"Yo también" pensó. Los Instructores eran aquellos encargados de enseñarles a los niños tipo A cómo manejar adecuadamente sus facultades, generalmente se asignaban tres niños por Instructor con tal de crear una relación de más cercanía. Todos los tipo A eran clasificados en niveles, siendo los nivel 5 los más bajos y los nivel 1 los más altos. Annia sólo llevaba dos años en la universidad y en un año debía decidir qué nivel deseaba instruir, aunque hasta el momento no lo tenía claro.

-Creo que ahora sí debo irme...- suspiró Enzo luego de echarle un vistazo a u reloj.-Pero mira... ¿recuerdas a Helen?.- ella asintió, Helen también era una ex compañera.-Genial, estamos saliendo hace unos meses y se me ocurre que podríamos reunirnos ¿no?.-

-Eso suena bien, me gustaría volver a verla.- le dijo con sinceridad.

-Genial, te enviaré un...- la frase se vio interrumpida por un ruido.

Cada una de las personas en el pasillo, incluyéndola, pudo reconocer la alarma emitida por los parlantes. El sonido era agudo y ensordecedor, parecía provenir desde el interior del cerebro y lo único que hacía era abrir los sentidos. De pronto todos estaban de pie, guardando sus pertenencias los que las llevaban en las manos, y esperando a oír la instrucción, que llegó a los segundos después. "Incidente A en Sala de Registros, por favor abandonar la zona. Fuerzas especiales del CPD serán enviadas a la brevedad. Favor de mantener la calma. Incidente A en Sala de Registros..." continuó repitiendo.

Los murmullos comenzaron a acumularse en el corredor, algunos bajos y discretos mientras que otros se dejaban escuchar a buena distancia. Los pacientes que se encontraban en los box comenzaron a salir de a poco, seguidos por los médicos y las enfermeras.

-¿Estaremos bien aquí?.- le preguntó Annia a su viejo amigo, acercándosele inconscientemente.

-No lo sé, depende.- dijo él mirando hacia la puerta de entrada.-Si es un nivel 3 no debería armarse alboroto...- le indicó comenzando a avanzar.

Annia, algo nerviosa, lo siguió. No le agrada la idea de estar sola durante un Incidente A, menos si no estaba segura de que nivel se trataba. Hacía unos años le había tocado la mala suerte de encontrarse con un Incidente A nivel 2, estaba sola cuando sucedió y quedó marcada, tanto física como emocionalmente.

Chocó con la espalda de Enzo cuando él se detuvo de súbito, se tambaleo un poco y luego se dio cuenta de que su amigo observaba con ojos fijos y mates hacia algún lugar. Siguió su mirada con curiosidad y se encontró con que la puerta de entrada estaba cubierta por una sólida capa transparente de algo hasta el piso, pero lo que más llamó su atención fue que dicha capa avanzaba lentamente por el suelo, abriéndose paso más allá de la puerta.

-¿Es...?.- preguntó ladeando la cabeza.

-Hielo.- terminó Enzo. De un momento a otro él se subió a uno de los ahora desocupados banquillos y miró a la multitud.-¡Es nivel 1, tienen que salir!.- gritó.-¡Ahora!.-

Casi al mismo tiempo los parlantes resucitaron transmitiendo la misma información "Incidente A nivel 1 en Sala de Registros. Evacuar instalaciones inmediatamente. Fuerzas especiales del CPD en camino. Incidente A nivel 1..." Esta vez el mensaje se oía más potente, con la molesta melodía de la alarma de evacuación resonando con impaciencia e induciendo el pánico. O quizás era ella la que se encontraba en aquel estado, su respiración se había vuelto dificultosa y sentía que la cabeza le palpitaba.

-Vamos.- dijo Enzo tomándola del brazo para que avanzara.

En ese momento volvió a la realidad y sus pies se movieron, siguiendo a la masa de gente que había empezado a movilizarse a paso rápido pero seguro hacia la salida más cercana. Trató de llenar su cabeza con los pasos a seguir en aquellas situaciones, recordaba lo que decía al principio de la Guía de Resguardo Ciudadano, pero sólo una cosa estaba en su mente en aquel momento: salir.

Mientras avanzaba cometió el error de mirar hacia atrás, captando justo el momento en que las puertas se abrían de golpe, trayendo consigo una caída de temperatura abrumadora. Vaho blanquecino salió de su boca y los vellos del cuerpo se le erizaron, el frío era agudo e hizo que las puntas de los dedos le dolieran.

-Dios...- murmuró para sí misma.

Allí, avanzando con dificultad, se distinguía la menuda figura de una niña con pálidos cabellos rubios. Sus extremidades se movían como si se trataran de pesados bloques de cemento y no lograban flectarce con normalidad, es más, parecía que las rotulas de sus piernas habían desaparecido. El pecho de Annia se llenó de angustia, era la misma muchachita que había estado observando en las filas, la misma que creyó enferma. Ahora sabía el por qué.

Un jadeo de miedo y asombro colectivo se escuchó cuando el hielo subió por las paredes hasta congelar los tubos fluorescentes de luz. Los movimientos de la niña emitían crujidos desagradables para el oído, sobretodo porque se esmeraba en caminar.

-¡Detente ahí!.- gritó una voz, áspera pero tranquilizadora.

Annia y varias personas mal alzaron la mirada para encontrarse con un grupo de agentes del CPD entrando por la misma puerta de la que había aparecido la chica. El hombre que hablaba llevaba el traje negro de los agentes, el rostro descubierto y las manos desnudas, alzándolas en el aire como para mostrarle que no llevaba nada. El problema era que tras él cinco agentes más llevaban los rostros y las manos cubiertas, sosteniendo diferentes instrumentos de contención. El trabajo de los agentes era contener el incidente con la menor cantidad de violencia posible, la idea era que el afectado se entregara y la mayoría de ellos terminaba cediendo.

-Sabemos que estás asustada, pero te prometo que todo saldrá bien.- continuó el hombre. Su mirada cayó por un milisegundo sobre el reloj digital que llevaba en la muñeca, en él aparecía información básica, como el nombre del afectado, su edad y estado.-Sally, escúchame.- dijo llamándola por su nombre.

La niña se estaba dejando llevar poco a poco por el pánico. Era demasiado joven y aun no entendía correctamente lo que sucedía con las personas que sufrían incidentes. No parecía confiar en los agentes e incluso había tratado de acelerar la marcha.

-No tienes que escapar, nosotros podemos ayudarte.- insistió el hombre.-Sé que duele, nosotros podemos hacer que pare.-

Annia se encontraba sumida en la situación, le recordaba el incidente en el que había estado presente hacía años. Aquella vez fue un nivel 2, pero se sintió tan aterrador como el nivel 1 que presenciaba en aquellos momentos.

-Tu padre está bien, no murió cuando lo tocaste.- le dijo el hombre con suavidad.-Sólo se desmayó.- afirmó.

Esto llamó la atención de la niña, se detuvo de golpe y cayó de rodillas al piso profiriendo pequeños sollozos. El hombre aprovechó el momento para acercarse cautelosamente, haciéndoles un gesto con las manos a los agentes para que mantuvieran las armas sedantes sobre la niña. Se agachó a su lado con un escalofrío por las bajas temperaturas y continuó hablándole.

-Eres muy fuerte, estás controlándolo a la perfección.- la animó, llevándose la mano derecha a un bolsillo en el pantalón sin que la niña lo viera.-Sólo haz afectado cosas inanimadas, si no fuera por tu esfuerzo estaríamos congelados como paletas heladas.-

Acto seguido, en un rápido movimiento, sacó una jeringuilla y la clavó en el cuello de la niña. Ella se llevó las manos al lugar y terminó de caer al piso retorciéndose, profiriendo suaves quejidos que se fueron apagando poco a poco hasta quedar en nada.

-Traigan la camilla y a los de prevención, hay que llevarla al vehículo antes de que despierte.- ordenó el hombre una vez hecha la tarea.-Llamen a los forenses para que retiren los cuerpos del salón y terminen de evacuar el lugar.- agregó luego.

-Oh no...- murmuró Annia llevándose las manos a la boca.-Ella...-

-Sí.- afirmó Enzo a su lado.



-¿Pero te encuentras bien?.- le preguntó su madre.

Acababa de llegar a la universidad luego del incidente y lo primero que hizo fue llamar a su familia para hacerles saber que estaba bien. En las noticias ya se estaba dando el informe de incidentes nacionales y que apareciera su ciudad obviamente preocuparía a sus padres.

-Sí, afuera habían ambulancias y nos dieron unas cuantas mantas y bebidas calientes para apaciguar el frío. Sólo hubo 15 personas con hipotermia.- le informó, omitiendo el número de muertes.

-Por Dios.- murmuró la mujer.-No sé si es idea mía o los incidentes se han vuelto más fuertes.- le dijo.-Hace unos años eran en su mayoría nivel 3.-

-Lo sé, pero... bueno, así es como es.- dijo con simpleza.

-Sí.- suspiró.-¿Clausuraron el centro?.-

-Sí, deben limpiar y hacer mantención.-

-¿Entonces donde te harás el chequeo?.- preguntó.

Caminó por la habitación de su residencia hasta llegar a la cama, una vez cerca se sentó en la orilla y comenzó a quitarse los zapatos. Las cortinas de la venta estaban abiertas y dejaban ver el cielo gris y tormentoso que se encontraba en el exterior. El invierno no era su época preferida, pero debía vivir con él.

-Habilitaran un consultorio pequeño.- le informó.-Los que presenciamos el incidente debemos presentarnos en dos días, nos están dando prioridad.-

-Eso está bien, esas instancias suelen ser estresantes.-

-Sí...-

-Ok, te llamó mañana, cariño.-

-Dale saludos a los demás, adiós.- se despidió.

Dejó el móvil sobre la mesita de noche y luego se recostó sobre la cama, cubriéndose los ojos con el antebrazo y suspirando sonoramente. Estaba segura de que esa noche soñaría algo relacionado con el incidente, habitualmente cuando algo le causaba impacto, fuera bueno o malo, aparecía en sus sueños representado de maneras fantásticas y surreales.

Por su mente se pasó la vez en que presenció el primer incidente, en esa ocasión soñó que su casa ardía en llamas hasta convertirse en nada más que material chamuscado y maloliente. Afuera de la casa lloraban sus padres, con las manos manchadas de ceniza y pieles que ardían bajo el sol.

La cicatriz de su pierna izquierda se sintió escocer ante el recuerdo, por lo que se levantó de golpe con intenciones de salir y distraerse.







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