Hermanatros (1)

Da Joskanawut

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Gulf Kanawut es un chico lindo de carácter fuerte pero es amable y tranquilo, y aveces es grosero y no mide s... Altro

Prólogo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21

Capitulo 22

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Da Joskanawut

Mew

Ardía por dentro. En todos los sentidos posibles de la palabra, estaba ardiendo. Hacia una semana que no había dejado de pensar en el beso que nos dimos en las carreras y eso me había puesto cada vez de peor humor. Verlo allí en mi casa restregándome algo que no podía tener era algo que no podía soportar. Aquella noche estaba increíble, y no podía quitar mis ojos de su cuerpo. De sus piernas, de su escote, de su pelo increíblemente largo y brillante, pero lo que no podía aguantar era que bailara delante de mis narices con mis amigos y ver como todos se lo comían con los ojos. Ya había tenido que soportar como varios de ellos decían obscenidades refiriéndose a el y me sorprendía lo mucho que me afectaba puesto que yo era de los primeros en decir ese tipo de cosas cuando aparecía una tía que estuviese buena, ¿pero con Gulf?

Simplemente era algo que me enloquecía.

Cuando lo vi con mi móvil y me fijé en las fotos que le estaban mandando sentí un poco de pena por el y rabia hacia quien fuera incluyendo a ese ex novio suyo, pero lo que claramente no había planeado era llevarlonal despacho de mi padre y enrollarme con el. Estaba claro que tenia varias copas de más y no me di cuenta de lo que estaba haciendo hasta que no se encendió la luz y la vi claramente. Sus mejillas estaban sonrosadas y sus labios hinchados por mis besos...

Joder solo de pensarlo me daba ganas de ir en su busca otra vez, pero no podía hacer eso, no con el, era mi hermanastro por el amor de Dios, el mismo hermanastronque había puesto mi mundo patas arriba y el mismo que había hecho que perdiera mi coche. Me quité aquellos pensamientos de mi cabeza y salí al jardín. Iba a permanecer alejado de ella, no podía acostarme con alguien que vivía en mi casa, alguien que vería todos los días y menos con alguien que era hija de la persona que había ocupado el lugar de mi madre, un lugar que hacía muchísimo tiempo había descartado de mi vida.

Me quedé fuera hasta que la mayoría empezó a marcharse, dejando a su paso un completo desastre, con vasos de plásticos tirados por el césped, botellas cerveza, y quién sabe qué más. Frustrado me encaminé en dirección a la de puerta de la cocina, no sin antes fijarme en los que quedaban por allí. Entre los pocos rezagados estaban Jenna y Lion. Ella estaba sentada sobre su regazo mientras él le besaba en el cuello haciéndola reír.

Por poco y no vomito por el camino. Quien me iba a decir que esos dos iban a acabar así. Lion era como yo, le encantaban las mujeres, las fiestas, las carreras, la droga... y ahora se había convertido en el perrito faldero de una cría como Jenna. Las mujeres solo servían para una cosa, todo lo demás acarreaba problemas, ya lo había comprobado con mis propias experiencias.

-¡Eh, chico! -me gritó Lion haciéndome girar- Mañana hay barbacoa en casa de Joe, ¿te veo allí? Barbacoa en casa de Joe, eso solo significaba fiesta hasta la madrugada, muchas tías buenas y buena música... pero yo ya tenía planes para el día siguiente, unos planes que quedaban a más de seis horas de distancia y los cuales adoraba y odiaba al mismo tiempo. Me giré hacia él.

-Mañana me voy a las Vegas-le dije mirándolo con cara de circunstancias. ÉI lo comprendió al instante y asintió.

-Diviértete y mándale recuerdos a Maddie- me dijo sonriendo a la vez que Jenna me observaba con interés.

-¿Quién es Maddie?-me preguntó con voz melosa-¿Una show girl de las Vegas, Mew? Veo que cada vez apuntas más alto... o más bajo dependiendo de cómo se mire.
La fulminé con la mirada, antes de que Lion interrumpiera lo que estaba a punto de decirle.

-No te metas, Jenna-le dijo antes de volverse hacía a mí y dejarme claro con su mirada que no la tomara con ella.

Respiré hondo y me calmé.

-Los veo cuando vuelva-les dije a modo de despedida para después atravesar la casa y subir hasta mi habitación. Había una tenue luz bajo la puerta del cuarto de Gulf, y me pregunté si estaría despierto, para después recordar que le tenía miedo a la oscuridad.

Algún día cuando las cosas se calmarán entre los dos le preguntaría por ello; esa noche solo me quedaba descansar; mañana sería un día muy largo.

***

La alarma del móvil sonó a las seis y media de la mañana. La apagué con un rugido al mismo tiempo que me decía a mí mismo que tenía que espabilar si quería estar en las Vegas a eso de las quería estar en las Vegas a eso de las doce del mediodía. Esperaba que conducir durante tantas horas me ayudara a calmar el mal humor que aún persistía desde la noche anterior. Salí de la cama y me di una ducha rápida; me puse los vaqueros y una camiseta de mangas cortas consiente del calor infernal que haría en Nevada y el cual detestaba desde la primera vez que había estado allí. Las Vegas era un sitio alucinante siempre y cuando estuvieras dentro de los hoteles con aire acondicionado; fuera era casi imposible estar más de una hora sin agobiarte por el calor húmedo del desierto.

Los recuerdos de la noche anterior volvieron a azotarme en cuanto pasé por la puerta entreabierta de Gulf; como si no hubiese tenido suficiente con haber soñado con el toda la maldita noche. Se me había metido en la cabeza y no había manera de sacarla de allí.

Bajé los escalones y me fui directo a la cocina a por una taza de café. Sophie no llegaría hasta pasadas las diez por lo que me las ingenie como pude para hacerme un desayuno más o menos decente. A las siete ya estaba montado en mi coche y listo para marcharme.

Con la música distrayéndome intenté ignorar la sensación que siempre me embargaba cuando tenía que ir a ver a Madison, aún recordaba el día en el que me había enterado de su nacimiento. Tenía diecinueve años cuando llegó aquella llamada que me afectó tanto o más que la desaparición de la persona que la hacía. Mi madre, Anabell Grason, antiguamente Anabell Suppasit, nos había abandonado a mi padre y a mí cuando yo solo tenía doce años. Aún podía recordar el vacío que se adueñó de mí mismo cuando comprendí que nunca más iba a volverla a ver. Mi relación con ella siempre había sido muy estrecha, mi madre me adoraba o eso siempre me decía, al contrario que mi padre, cuya relación conmigo siempre había sido de frío contacto y peleas constantes. Mi madre había sido la mediadora en esas peleas, hasta que se marchó. La tristeza que sentí al comprender que se había marchado sin más se fue convirtiendo en un profundo odio hacia ella y a las mujeres en general, la única que debía quererme por encima de todas las cosas me había cambiado por otro hombre, un millonario dueño de uno de los hoteles más importantes de Las Vegas y cuyo nombre mi padre había limpiado después de que se le acusara de fraude por más de diez millones de dólares. Así se conocieron mi madre y él, porque había sido un cliente de mí padre, un amigo, un socio... Y la muy zorra lo había abandonado.

Cuando fui creciendo y cualquier

sentimiento hacia ella hubo desaparecido

mi padre me contó toda la verdad. Mi madre nunca había sido feliz con él, me había querido a mí, pero era una infeliz que lo único que deseaba era tener más millones a cada día que pasaba. No le bastó estar casada con uno de los empresarios y abogados más importantes del país, prefería acostarse con el fraude de Grason. Ese hombre, el
marido de mi madre, fue el que le prohibió volver a verme o a tener cualquier contacto conmigo o con mi padre y en el momento en el que ella acepto esa petición dejó de tener cualquier relación conmigo. Los abogados de mi padre
consiguieron la custodia completa y mi madre renunció a cualquier derecho sobre mí... hasta hacía cuatro años, cuando se enteró de que estaba embarazada y su vena maternal resurgió de la nada.

Me había llamado después de siete año sin saber absolutamente nada de ella para decirme que quería volver a verme y quería que conociera su hija recién nacida, mi hermana, Madison, que cumplía cinco años aquel mismo día.

Al principio lo único que fui capaz de hacer fue colgar el teléfono y decirle que no volviera a llamarme nunca más. Dos días después tres fotos de un bebe diminuto me llegaron a mi correo electrónico. Ni siquiera sabía cómo lo conseguía, pero sabía mi teléfono, mi correo y también donde poder localizarme.

Solo tiene un mes y deseo que mi hija tenga un hermano mayor como tú. Siento haberte abandonado, Mew, espero que el poder dejarte ver a tu hermana haga que algún día puedas perdonarme por lo que te hice.

Estuve otros dos meses sin tener ningún contacto con ella aparte de las fotos que me enviaba constantemente contándome todo lo que hacía mi hermana. Sentía un nudo en el pecho cada vez que pensaba que esa niña, sangre de mi sangre, solo conocería al estafador de su padre y a la arpía y loca de mi madre.

Así pues, mi padre se enteró, y le dejé muy claro que quería obtener algún derecho sobre mi hermana, pero sin tener ningún contacto con mi madre o su marido. Ella había renunciado a mí y yo solo sentía desprecio y odio hacia aquella mujer que había arruinado mi infancia.

Después de meses luchando con abogados el juez me cedió libertad para ver a mi hermana dos días de cada semana, siempre y cuando la dejara a las siete de la tarde en casa otra vez. Mi madre y yo no tendríamos ningún contacto y una asistente social se encargaría de llevarme a Madison para que yo pudiera recogerla y pasar tiempo con ella. Debido a la distancia que nos separaba eran pocas las veces que la veía, pero por lo menos dos veces al mes me la llevaba por ahí y disfrutaba de la compañía de la única chica a la que decidí abrir mi corazón.

Mi madre y yo no volvimos a vernos después del juicio y pareció aceptar que no volvería a tener ninguna relación con su hijo primogénito. Aunque no podía evitar que Madison hablara de ella o le hablara a mi madre de mí. Eso era lo que odiaba de aquellas visitas, porque de algún modo no podía romper la relación del todo, siempre estaría ese pinchazo de dolor cada vez que escuchara hablar de aquella madre que decidió abandonarme por otro hombre.

***

Seis horas y media más tarde, me detuve en el parque donde siempre me esperaba mi hermana y la asistente social. Me aseguré que el regalo de mi hermana estuviera bien escondido en el asiento del copiloto y bajé del coche encaminándome hacia la fuente que había en el centro del parque. Miles de niños correteaban y jugaban por ahí. Nunca había sido fan de los niños pequeños y aún seguía pensando que Nunca había sido fan de los niños pequeños y aún seguía pensando que eran insoportables y llorones, pero había una pequeña insoportable y llorona que me tenía cautivado.

No pude evitar que se me formara una sonrisa en el rostro cuando vi a lo lejos una cabecita rubia de espaldas a mí que se inclinaba en aquel instante sobre la fuente, sin importarle el hecho de que podía caerse en cualquier momento.

- ¡Eh, Maddie! -grité, captando su atención y viendo como sus ojos se agrandaban al verme allí de pie a tres metros de distancia- ¿Piensas darte un chapuzón? - le grité al mismo tiempo que se formaba una sonrisa enorme en su rostro de ángel y salía corriendo en mi dirección.

- ¡Mew! -gritó en cuanto me alcanzó y me incliné para agarrarla en brazos y levantarla en el aire. Sus rizos rubios como el oro revolotearon a su alrededor y sus ojos azules iguales a los míos me miraron llenos de emoción infantil-¡Has venido!- me dijo enroscando sus bracitos entorno a mi cuello.

La abracé con fuerza, sabiendo que esa niña tenía mi corazón en su pequeño puño regordete.

-Pues claro que he venido, no todos los días se cumplen cinco años, ¿Qué esperabas? -le dije dejándola en el suelo y colocando la palma de mi mano en su cabeza-Estas enorme. ¿Cuánto has crecido? Diez metros por lo menos-le dije disfrutando al ver como sus ojos brillaban con orgullo.

-Mas que eso, casi sientimil-me dijo inventándose por completo aquel número.
- ¡Eso es un montón! dentro de poco estarás más alta que yo, incluso-le dije a la vez que una mujer alta y regordeta con una carpeta bajo el brazo se acercaba hacia nosotros.

¿Qué hay Anne? -le dije en modo de saludo a la mujer que el gobierno había encomendado encargarse de que yo viera a mi hermana pequeña.

-Tirando-dijo en su habitual tono seco- hoy tengo mucho trabajo así que te agradecería que me trajeras a tú hermana a la hora pactada, ni un minuto más ni un minuto menos Mew, no querrás que se repita lo de la última vez-me dijo mirándome con cara de pocos amigos.

La última vez mi hermana había llorado tanto cuando le había dicho que debía irme que había llegado una hora y media tarde al encuentro con Anne. Se había formado el caos, ella había llamado a la policía, a los asuntos sociales, y por poco me prohíben volver a verla sin supervisión.

- Tranquila estara aqui a las siete-ie aije en modo de despedida al mismo tiempo que cogía a Maddie en brazos y me la llevaba hasta mi coche.

¿Sabes una cosa Mew? -me dijo pasando sus deditos por mí pelo. Desde que había tenido la capacidad de hacerlo ese siempre había sido su entretenimiento favorito, despeinarme.

- ¿Qué? -le pregunté mirándola con
diversión. Mi hermana era diminuta. Aun teniendo cinco años era más pequeña de lo normal y eso era porque había nacido con una enfermedad, padecía de Diabetes tipo 1, una enfermedad frecuente en niños producida por la falta de fabricación de insulina por parte del páncreas. Mi hermana llevaba ya dos años teniendo que pincharse inyecciones de insulina unas tres veces al día, y debía tener muchísimo cuidado con la comida que ingería. Era una enfermedad común sí, pero si no se tenía cuidado podía ser muy peligrosa. Madison tenía que llevar siempre con ella un aparato electrónico que leía la cantidad de glucosa que tenía en la sangre. Ese aparato funcionaba con una gota de sangre procedente de un pequeño pinchazo en uno de sus dedos; si la glucosa no estaba en un nivel normal necesitaba que le suministraran insulina.

-Mamá me ha dicho que hoy puedo comer una hamburguesa-me dijo con una sonrisa radiante. La miré con el ceño fruncido. Mi hermana no mentía, pero no quería arriesgarme a hacerla comer algo que luego le sentara mal, y tampoco iba a Ilamar a mi madre para comprobar si
decía la verdad. Esas cosas debían de comunicarse atreves de la asistente social y Anne no me había dicho nada.

-Maddie, Anne no me ha dicho nada de eso-le dije mientras llegábamos al coche y la dejaba en el suelo, a mí lado.

Mi hermana abrió mucho los ojos y me observó detenidamente.

-Mamá me ha dejado-dijo con terquedad- me ha dicho que es mi cumpleaños y que puedo comer en McDonald's-agregó  mirándome con sus ojitos suplicantes.

Suspiré. No quería negarme a que mi hermana pudiese comer lo que todos los niños adoraban. Ya bastante odiaba saber que no podía disfrutar de una vida completamente normal, yo había tenido que pincharla bastantes veces en su barriguita de niña pequeña y odiaba ver los hematomas que los pinchazos continuos dejaban en su blanca piel.

-Está bien, llamaré a Anne a ver qué opina, ¿Vale? -le dije al mismo tiempo que abría el maletero y sacaba la sillita para el coche que llevaba para aquellas ocasiones.

-Mew, ¿hoy jugaras conmigo? -me preguntó emocionada. Sabía a ciencia cierta que a mi hermana la criaban dos niñeras no muy propensas a jugar a lo que ella quería. Mi madre casi nunca estaba en casa, viajaba casi todo el tiempo con el cabrón de su marido, y mi hermana se pasaba muchísimos días sola, rodada de gente que no la querían como ella se merecía.

-Hablando de jugar, te he traído un regalo, princesa, ¿lo quieres ver? -le dije terminando de colocar la silla adecuadamente en el asiento trasero y estirándome para coger el regalo redondo envuelto en papel plateado y con un gran lazo que la dependienta de la tienda le había puesto por mí.

- ¡Sí! -dijo emocionada saltando en su sitio.

Con una sonrisa le tendí el más que obvio paquete.

Le rasgó el papel a una velocidad alucinante y el balón de fútbol americano de color fucsia quedó a la vista.

- ¡Qué bonito! Me encanta, Mew, es rosa, pero un rosa guay, no ese rosa para bebes que le gusta tanto a mamá, y es un balón de fútbol, mamá no me deja jugar, pero contigo jugaremos, ¿a que sí? -me dijo gritando con esa vocecita que hería los tímpanos de cualquiera pero que yo adoraba por encima de todas las cosas.
Que podía decir, a mi hermana le encantaba el fútbol, y lo prefería a cualquier tipo de muñeca cursi, cosa que al parecer sus padres no dejaban de comprarle.

Me fijé en el vestido azul que llevaba, en los zapatos de charol y las medias de puntillas.

¿Pero quién te ha disfrazado? -le dije levantándola en al aire otra vez. Era un peso pluma, seguramente pesaba menos que el balón que sostenía. Era muy parecida a mi madre, y siempre que la miraba sentía una punzada en el pecho. De alguna forma Madison era mi consuelo por haber perdido a mi madre siendo tan joven; y el gran parecido que tenía era alucinante. A mí solo se parecía en los ojos claros y las pestañas oscuras, por Dios hasta tenía los mismos hoyuelos que ella.

Madison me miró con cara de pocos amigos, un gesto que claramente había aprendido de mí.

-La señorita Lillian no me ha dejado ponerme el equipo de fútbol, le he dicho que contigo jugamos y me ha regañado, me ha dicho que no debo hacer ejercicio físico porque entonces me pondré enferma, pero eso no es verdad, puedo jugar siempre y cuando me haya dado la inyección tú lo sabes, ¿a qué, si jugaremos, Mew? ¿A que sí?

-Eh tranquila, enana, claro que jugaremos y ya le puedes ir diciendo a la Lillian esa que conmigo se juega todo lo que nosotros queramos, ¿Vale? -me sonrió encantada.

-Te comprare algo de ropa para que podamos jugar sin que te ensucies ese vestido-le dije dándole un beso en la mejilla y sentándola en la silla. No se quedó quieta, tirando arriba y abajo el balón y cuando le hube puesto el cinturón me encaminé hacia el asiento del conductor.
Durante el trayecto llame a Anne para preguntarle sobre lo de la hamburguesa y en efecto, mi hermana podía comer aquel día en el McDonald's. Resuelto ese problema disfruté de la conversación infantil mientras conducía en dirección al mejor McDonald's de las Vegas. Antes de bajarnos cogí de su mochila la inyección que debía darle siempre a la misma hora y antes de comer.

- ¿Lista? -le pregunté subiéndole el vestido, cogiéndole un pellizco de piel por debajo del ombligo y acercando la aguja a su piel traslucida.

Sus ojitos siempre se ponían llorosos, pero nunca se quejaba. Mi hermana era valiente y detestaba que le hubiese tocado aquella enfermedad. Si pudiera me la pasaría a mí en menos de un segundo, pero la vida era así de injusta.

-Sí-dijo en un susurro.
Diez minutos después estábamos comiendo rodeados de personas con niños gritando y gente riéndose a carcajadas.

- ¿Esta buena? -le pregunté mientras se manchaba toda la boca con Kétchup. Asintió y disfruté al verla comer.

-¿Sabes Mew?, dentro de poco empezaré a ir al cole-me dijo cogiendo patatas y metiéndoselas en la boca-mamá me ha dicho que será muy divertido y estaré con un montón de niños nuevos- siguió contándome-Mamá dice que cuando tú empezaste el cole te peleabas con las niñas como yo, porque ellas querían que fueras su novio, y tú no querías porque decías que eran tontas.

Intenté ocultar la rabia que me provocaba saber que mi madre hablaba de mí, como si hubiese sido una buena madre, como si no me hubiese dejado solo cuando más la necesitaba.

-Eso es verdad, pero a ti eso no te pasará, porque tú eres mucho más divertida que cualquier otra niña. -le dije bebiendo de mi coca-cola.

-Yo nunca voy a tener novio-me dijo y no pude evitar sonreír. - ¿Tú tienes novia o novio, Mew?

Al instante y sin ningún motivo aparente el rostro de Mewapareció en mi cabeza. Novio no, pero sí que me gustaría hacer cosas de novios con el... Joder, ¿Qué coño estaba pensando?

-No, yo no tengo novia ni novio-le dije-tú eres mi única chica-agregué inclinándome hacia adelante y tirándole de uno de sus rizos.

Maddie sonrió y después de eso seguimos hablando. Era divertido hablar con ella, me sentía tranquilo, y yo mismo. De alguna forma estando con una niña de cinco años encontraba más paz interna que con cualquier otra mujer. Después de comer la llevé a dar una vuelta por los miles de sitios que había en las Vegas. Le compre un conjunto de fútbol de color rosa y blanco al completo, incluyendo las zapatillas y el vestido y los zapatos de muñeca nos lo dejamos accidentalmente olvidado en el cuarto de baño. El resto del día pasó volando y cuando me quise acordar solo faltaban diez minutos para que Anne viniera a recogerla. Ya estábamos en el parque, llevábamos jugando a pasarnos el balón más de media hora y sabía que se avecinaba la peor parte.

Mi hermana no acogía bien las despedidas, no comprendía por qué debía marcharme ni porque no podía vivir con ella como hacían los demás hermanos y hermanas de sus amigas. La niña estaba hecha un lío y siempre que tocaba separarnos me quedaba con una tristeza horrible en el pecho y unas terribles ganas de llevármela conmigo.

-Bueno, Maddie, dentro de poco llegará Anne-le dije sentándola sobre mi regazo. Estábamos echados sobre el césped y ella me pasaba las manitas por el pelo otra vez. En cuanto dije aquello sus manos se detuvieron y su labio inferior comenzó a temblar.

Lo que me temía.

- ¿Por qué tienes que irte? -me dijo con los ojos llorosos. Sentí un dolor en el fondo de mi alma al verla llorar.

-Vamos ¿Por qué lloras? -dije moviéndola con mi pierna-Nos lo pasamos muy bien cuando vengo, si estuviera aquí siempre te aburrirías de mí-le dije limpiándole las lágrimas con uno de mis dedos.

-No me aburriría-me dijo con voz entrecortada-Tú me quieres, y juegas conmigo, y me dejas hacer cosas divertidas... No estás todo el tiempo diciéndome que estoy enferma...

-Mamá solo se preocupa por ti, además te prometo que esta vez vendré más a menudo-le dije y me juré a mí mismo que lo haría-¿Qué te parece que esté aquí para cuando empieces el cole? A mi hermana se le iluminaron los ojos.

-Pero mamá también estará-me dijo preocupada. El solo hecho de que a ella le preocupara eso ya era bastante para saber que la vida de mi hermana no era para nada normal.

-Tú no te preocupes por eso-le dije y entonces vi detrás de ella que Anne se acercaba por el camino empedrado.

Me levanté sujetándola en brazos y ella se giró para ver a Anne.

- ¡No te vayas! -comenzó a gritar, llorando enmorecida y escondiendo su cabecita en el hueco de mi cuello.

-Vamos, Madison, no llores-le dije intentando controlar mis sentimientos. Me partía el alma verla así, odiaba separarme de ella-Ya está-le dije pasándole una mano por la espalda.

- ¡No te vayas por favor! -me suplicó mojándome la camisa con sus lágrimas. Entonces llegamos junto a Anne, que automáticamente estiró las manos para arrancármela de los brazos. Di un paso hacia atrás, aún si estar listo para dársela.

-Si dejas de llorar, la próxima vez te traeré un regalo especial, ¿Qué te parece? -le dije, pero ella seguía llorando escandalosamente con sus brazos apretados firmemente contra mi cuello. Intenté soltarla, pero se aferraba con  un regalo especial, ¿Que te parece? -le dije, pero ella seguía llorando escandalosamente con sus brazos apretados firmemente contra mi cuello. Intenté soltarla, pero se aferraba con todas sus fuerzas.

-Vamos, dámela-me dijo impaciente Anne. Odiaba aquella mujer.

-Maddie, tienes que irte-le dije intentando mantener la calma. Ella me aferro con más fuerza. Un minuto después tiré de ella con fuerza hasta apartarla de mi lado. Tenía el rostro rojo y empapado en lágrimas al igual que su pelo rubio, cuyos rizos se le pegaban a la frente.

Anne la cogió en brazos y ella comenzó a tirar sus bracitos hacia a mí, gritando mi nombre.

-Márchate Mew-me pidió Anne agarrando con fuerza a mi hermana. Quería arrancársela de los brazos y llevármela lejos, cuidarla y darle el cariño que sabía que le faltaba...

-Te quiero, princesa, nos vemos pronto- dije acercándome para darle un beso en lo alto de la cabeza y girarme para no mirar atrás. El llanto de mi hermana fue en lo único que fui capaz de pensar en las seis horas de vuelta hasta Los Ángeles.
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Gracias por ver este capítulo estuvo un poco largo espero y les haya gustado ayúdenme con lo votos, comentarios les agradecería
✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨Que estén bien y que le MewGulf los acompañe ❤️
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