Kivi- One shots

By PaCDddd

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Algunos capítulos pueden contener escenas (+18) More

Un shippeo, una conversación y ¿dos parejas?
Inauguración I
Pequeño bachecito I
Inocente o Culpable
Inauguración II
Pequeño bachecito II
Es por ti
La llamada
El encuentro I
El encuentro II
Volver
Problemas
Tinder
Soy Chiara
Andorra I
Andorra II
Mala costumbre

Party

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By PaCDddd



Último día de clases y como cada cuatrimestre Denna organiza su ya famosa fiesta en la piscina. Esta vez no me apetece mucho ir, pero ¿qué más da? Tengo que salir de mi depresión y ¿que mejor que una fiesta en la piscina para salir de mi cama?

No he aprobado tres de las ocho asignaturas que llevo, así que para mi no es el fin del estudio, aun me tengo que preparar para los exámenes extraordinarios.
Me sorprende no haber suspendido más materias... he tenido que entregar dos trabajos extras para alcanzar el aprobado en otras dos asignaturas.

En fin, aun así puedo permitirme asistir por unas horas.

❤️⭐️❤️⭐️

La música suena fuerte, reggaeton y trap a full, Daddy Yankee y Bad Bunny hacen que el noventa por ciento de las chicas perreen y los hombres... bueno, ellos sólo tienen que quedarse parados, tocando culos de aquellas que, incitadas por el alcohol, se contonean sensuales sin importarles mucho de quiénes son las manos que las excitan.

Al principio toda la escena me parece de mal gusto, muy poco adecuada con mi estado de ánimo, más bien depresivo, pero el humo de segunda mano me mete en ambiente enseguida. Cuándo menos me doy cuenta, un hombre está intentando seducirme, mirándome con ojos de deseo y yo me río por dentro de toda la situación. Creo que lo he visto alguna vez rondando por la facultad, siempre con cara de chico estudioso.

—Hey, ¿qué bebes? —me dice con voz sensual y un aire desinhibido–¿bailas para papi?

Lo miró con extrañeza, pero no me alejo en seguida. Una pelirroja, se acerca con cara de ser su amiga y le pone la mano en el hombro.

—Perdón nena, Cristian se ha pasado de copas, ya lo tenemos bajo control.

—¿Qué que? ¿Cómo qué bajó control?
Que yo estoy bien... —espeta "Cristián", dedicándome una sonrisa que supongo desea que sea seductora, aunque más bien da lastima.

Se zafa de entre los brazos de su amiga y me sigue intentando seducir.

—No te preocupes, igual yo ya me iba. Suerte con tu amigo, deberías llevarlo a casa.

Pero la verdad, no tengo muchas ganas de irme, así que sólo me voy del lugar y me acerco a la piscina. Yo no sé nadar, ni estoy tan drogada como para meterme al agua con ropa, ni llevo bikini. No soy la clase de chica que se ve sensual en una fiesta de piscina. Más bien soy de las que pasan desapercibidas, riéndose de las bobadas de aquellos que sí se ven bien.

Me quedo parada, patética, sola en una fiesta. Sé que debería irme, pero sorprendentemente, me siento a gusto. Es la primera vez en el mes que no estoy encerrada en casa pensando tonterías.

Sin darme cuenta, empiezo a buscar a la chica sexy, a esa increíble mujer que se ha acercado a salvarme de Cristian.
Quiero verla una vez más, tengo curiosidad de si se podrán llevar a su amigo, supongo. No es que me haya gustado tanto.

Al fin, miro hacia mi derecha y ahí está, con otra chica, bailando, perreando.
Sensual en verdad, lleva un vestido ceñido al cuerpo y ya quisieran la mitad de chicas de aquí mover así las caderas. Me quedo embobada. No le puedo quitar la mirada de encima.

Sin darme cuenta, mis caderas se empiezan a mover. ¡NO! Yo no bailo estas cosas. Se mueven al ritmo de la música.
Acompañan el dulce contoneo de las caderas de aquella pelirroja y, por primera vez en la vida, quiero hablar con alguien dentro de una fiesta.

De pronto, siento un empujón, por detrás. Me desestabiliza y, así como así. Siento frío. El agua helada de la piscina está sobre mi. Por instinto, aguanto la respiración. Me pongo de pie y busco lógica. Pongo atención a mi entorno que, de la nada, se volvió un remolino.

Cuándo recuperó la razón, me descubro de pie en mitad de la piscina. Con la blusa pegada al cuerpo por el agua, gracias al cielo es de noche y nadie puede ver mi sujetador a través de la húmeda camiseta blanca que llevo puesta. Todas las miradas están sobre mí, y a un lado mío: el estúpido de Cristian.

La ropa mojada me impide moverme con agilidad para salir, aún así, intento ser lo más rápida que puedo, no me gusta ser el cetro de atención y menos de esta manera. Cada paso me pesa y me empiezan a  tiritar los dientes. La furia, la vergüenza y el frío me hacen temblar, si no hiciera tanto frío, tal vez me pondría roja como un tomate, pero dudo mucho que el clima me permita tomar ese color en este momento.

Llegó a la orilla e intento salir. No puedo. ¡Mierda! En este momento me gustaría ser más atlética, o al menos conocer un poco más de la estructura de las piscinas. Me cojo del bordillo y doy un pequeño brinquito, me levanto lo suficiente para asomar mis hombros por encima del borde y luego, mi peso me arrastra de nuevo hacia adentro. Hago el intento una vez más, pero no logro salir. Siento como las personas me siguen mirando y cada vez me encuentro más ridícula.

Debí haber caminado hacia la escalera, obviamente el peso de la ropa y la delgadez de mis brazos, no me permiten levantarme por encima del borde de la piscina. ¡Qué vergüenza! Deseo desaparecer... ¿Qué no podría dejar de convertirme en una ridícula andante?
Odio a ese tal Carlos o Cristian o como quiera que se llame... Tan borracho y mira... ya salió de la piscina.

Me doy media vuelta y me quedo evaluando mi situación. Puedo intentar salir una vez más, puedo caminar de nuevo, esta vez hacia la escalera o puedo dejarme ir y ahogarme de una vez por todas. Creo que voy a elegir la última.

—¿Te ayudo?

Alzo la mirada, la verdad no quiero que nadie me ayude. Pero ya he hecho suficiente ridículo por hoy y, seamos sinceras, no puedo dejarme morir dentro de esta piscina. Estiro el brazo para recibir la ayuda. Doy un brinco y con la mano que me queda libre me impulso.

Y así, en un acto de heroísmo, la hermosa pelirroja  que me había intentado salvar de las garras de su borracho amigo, queda tan empapada como yo. Arrastrada por mi peso, va a dar de cabeza directa con el agua helada.

Cae y se gira para, con gracia, quedar de pie a mi lado. El agua le cubre hasta abajo del pecho y yo no puedo evitar mirar la exquisita escena que se pinta ante mis ojos.

No lleva sujetador y su vestido se ha vuelto transparente con el agua. Sus pezones excitados se endurecen bajo el frío de la noche y sus pechos, como dos hermosas montañas, se comienzan a mover, justo a mi lado, de un lado para el otro. La hermosa Pelirroja que tengo por heroína fracasada se ha puesto a bailar de nuevo, mojada, con los brazos al aire y ciñendo su cuerpo contra el mío.

Sus hermosas curvas se mueven de un lado a otro, en una danza sensual al ritmo de la música, describiendo círculos perfectos con cada parte de su cuerpo. Haciendo que mis manos instintivamente se muevan hacia sus caderas.

La toco y noto su piel firme, delicada y sensual. Pone una de sus manos sobre la mía y la guía despacio hacia arriba, guiando mis dedos alrededor de uno de sus pezones erectos. Sus ojos están cerrados, creo que también ha bebido demasiado. Sé que me arrepentiré de ésto pero creo que debería sacarla de la piscina de inmediato.

–Creo que tenemos que salir de aquí... hace frio y estamos vestidas...

–Shhh... —susurra y pone su dedo índice sobre mi boca, haciendo la señal de silencio. Lo deja ahí durante unos segundos y en verdad me tiene embelesada. La admiro. Aún en ese estado es hermosa.

Rodeo su muñeca con mi mano e intentó retirarla de mi boca. Deseo que mi lado racional guarde silencio, deseo dejarme llevar por las sensaciones, la droga dentro de mi sistema intenta apoderarse de mi parte racional, pero el frío hace que mi cerebro vuelva a entrar en funcionamiento.

La mujer enfrente de mi sigue contoneando sus caderas, cuándo, de la nada, me toma del cuello y me besa. Su sabor es sensual y arranca de tajo cualquier
ápice de racionalidad que aun me quedaba. Devuelvo el beso y dejo ir a mis manos viajar por las montañas, alcanzar la cima y quedarse en ella.

Ladeo el cuello dirigida por el baile de sus dedos alrededor de mi piel y la Pelirroja pasa su lengua, caliente por mi clavícula.

—Vamos... —me dice en un susurro.

Yo ya no sé de que habla, me olvido de todo lo exterior, me olvido del frío, del agua, de la pesadez de mi ropa, de la gente que nos mira, de la vergüenza...sólo quiero seguir bailando con ella. No quiero ir a ningún lado.

Aún así, ella empieza a caminar. Se acerca a la otra orilla y ahí, un par de escalones nos ayudan a salir sin mayor esfuerzo. La Pelirroja me lleva cogida de la mano y yo la sigo como si no me importara a donde planee llevarme.

Salimos de la piscina y sigue avanzando, no se detiene por nada. Llegamos hasta la puerta de la casa y entramos. Parece que sabe lo que hace, yo me dejo arrastrar por ella. Me da un vaso rojo que sirve de una mesa en la que están todas las bebidas.

—Calientate

Ella también toma un vaso igual y lo bebe sin quitarme los ojos de encima.
Yo no suelo beber mucho, pero esta vez hago caso, me tiene hechizada. Me bebo de un trago el vaso entero y descubro que me ha dado tequila sólo. Saboreo el trago quemando mi garganta y de inmediato siento el alcohol calentando mi cuerpo.

Se sirve otro igual y lo bebe, pero no lo traga, esta  vez, me besa. El fuerte sabor del tequila brota de entre sus labios y pasa hasta mi paladar. Inyecta fuertemente la bebida dentro de mi boca y me sigue besando. Doy un segundo trago aún con su lengua entre mis labios. Después de unos segundos, se separa de mí y comienza a buscar con la mirada.
Yo me siento como niña pequeña, esperando a que le den instrucciones. Suelo ser una mujer independiente y autosuficiente, nunca me dejaría guiar por una niña borracha, pero esta mujer. Me hace perder la razón.

Seguimos empapadas y nuestras ropas se transparentan, siento frío, pero siento más curiosidad por seguir sus pasos. Enfoca la mirada. Parece que ha encontrado lo que estaba buscando.

—Sígueme.

Me toma de la mano de nuevo y me arrastra hasta donde está un grupo de gente. Yo la sigo sin dudar. La seguiria hasta el mismo infierno.

Llegamos hasta el grupo de personas y la Pelirroja  aísla a una de ellas, le susurra algo al oído y miró como la otra le entrega un manojo de llaves. No comprendo lo que está pasando. No comprendo cómo es que estoy metida en este lío, pero quiero seguir con ella.

Me vuelve a tomar de la mano y me muestra las llaves.

—¿Vienes?

No he dicho palabra desde que la he arrastrado a la piscina conmigo y esta vez no es la excepción. Asiento con la cabeza sin saber bien a donde me está invitando. Aún así, la continuó siguiendo.

Subimos las escaleras y la Pelirroja me muestra las llaves de nuevo.

–Denna nos ha dado permiso para secarnos.

Abre la puerta de una habitación, toda ella es roja, hay peluches en la cama y un lindo puf con forma de cereza. Parece que estoy en la habitación de Betty Boop. Yo pensaba que este tipo de personas, este tipo de fiestas, solo se veían en las películas de guiris.

—Se dice por ahí que eres lesbiana–me increpa a la vez que baja de un tirón su vestido empapado y lo deja caer a sus pies. Da un paso atrás y, sin dejar de mirarme a los ojos, se agacha en cuclillas para recogerlo.

Sigo sin palabras, desnuda luce aún más espectacular que antes. La miro embobada intentando recuperar un poco del aliento que la escena me ha hecho perder.

—...¿y —sigue —no te vas a cambiar?

—Ehh... No.. no tengo más ropa... —logro responder.

La Pelirroja se acerca a mi, sin levantarse del suelo e intenta bajar mis pantalones con suavidad, sus manos torpes por el alcohol tardan una eternidad en lograrlo. Me causa ternura y la tomó por el rostro, acarició sus mejillas, su cuello y su cabello empapado.

La música de la fiesta se escucha de fondo, atenuada por las paredes que sólo los bajos penetran y las hacen vibrar.

—Yo creo que si eres lesbiana, porque sólo así se explica que te hayas podido resistir a Cristian...

—Si, si soy

—Cristian estaba convencido de que no eras, me apostó a que te podría besar...—me siguió relatando con tono suave mientras me bajaba los pantalones que se pegaban a mi cuerpo por el agua.

—Hey... —dije queriendo callar — si soy lesbiana, pero no creo que tu y yo deberíamos... –mi instinto casi me hace callar, pero mi parte moral me invita a seguir —, ¿sabes? Creo que has bebido mucho y para serte sincera, estoy un poco drogada.

Y así, con mi discurso no escuchado de fondo, la Pelirroja comienza a besarme a través de mis bragas mojadas. Cierro los ojos y contoneo la cadera al ritmo de sus besos y la música. Entrelaza mis dedos con su cabello y la empujo hacia mi. Se separa por un segundo y alza mi camiseta  en señal de querer quitarla. La ayudó sacándome toda la ropa de encima.

El deseo, la lujuria, la inconsciencia se apoderan rápidamente de mi y sólo un último beso que traspasa la tela de mis bragas hace falta para desencadenar mis más bajos instintos.

—Sólo... SoSólo dime tu nombre antes...—alcanzó a gemir —, por favor.

Pero ella no responde, sólo susurra un
"shhh", baja mis bragas y sigue en su tarea, decidida a llevarme al cielo de un sólo tirón.

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😮‍💨

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