En un instante, las personas se amontonaron alrededor de la mesa de apuestas. Algunos incluso le dieron consejos a Shuell.
—Pareces una señorita bien educada, pero detente aquí para que después no llores por haber malgastado tu dinero.
—Aposté 10 monedas de oro en esto, no es por nada, pero no gané ni una sola vez.
A pesar de esas palabras, Shuell estaba acariciando con la hierba arrancada y esperando a que se barajearan las cartas.
Los alrededores se llenaron de tensión.
Se barajearon las cartas y se colocaron 3 de ellas frente a Shuell. Todos parecían fascinados por la bolsa llena con monedas de oro que había junto a ella.
Shuell, que sostenía la hierba y tocaba suavemente las cartas, miró a Rayglen y él señaló con la cabeza hacia una dirección.
Shuell señaló con confianza la primera carta. Por supuesto, el resultado...
—Lo lament-... ¿Eh? ¿Acertó?
—¡Waaaaah!
En un instante, una enorme ovación resonó lo suficientemente fuerte como para devorar la emoción del Festival.
Shuell agarró con alegría la mano de Rayglen y señaló el oro.
—¡Gané dinero! ¡Lo gané! ¡Diez veces más!
—Estás diciendo lo obvio.
A diferencia de Shuell, Rayglen se mostró indiferente.
—Se-Señorita, ¿quiere jugar una ronda más? Ganó, pero sería una pena llevarse todo el dinero así. ¡Si gana otra vez, le daré 20 veces más!
—¡Está bien! ¡Será una pena si quiebras!
Shuell le guiñó un ojo al comerciante, tomó el dinero, apretó ligeramente la mano de Rayglen y escapó como si huyeran.
La hierba que sostenía tenía la capacidad de cambiar cosas pequeñas. En la vida real era inútil porque solo se podía usar en objetos pequeños, de cualquier modo, ¿quién pensaría que una hierba, encontrada comúnmente a un costado del camino, sería útil para apostar?
—¡Gran Duque, elige todo lo que quieras! ¡Hoy invitaré hoy! —exclamó Shuell con orgullo, mirando su dinero que se había duplicado de tamaño.
—No habrías ganado si no fuera por mí.
Shuell fingió no escuchar y esbozó una sonrisa.
Habiendo sido entrenado para combatir monstruos demoníacos, podía distinguir fácilmente momentos que la gente común no podía. Al ver cómo reaccionaba incluso al sutil aroma del yeso, parecía ser mucho más asombroso de lo que Shuell pensaba.
«Bueno, recaudó el dinero de otras personas mediante fraude, entonces, ¿yo no podía hacer lo mismo?»
Sorprendentemente, Rayglen, de quien pensaba no escucharía su petición, no dijo "sí" o "no", pero le mostró un con gesto que el comerciante había sacado a escondidas la carta tal como se esperaba.
—Escuché que mañana habrá un mercado nocturno —dijo Shuell, mirando con satisfacción su amplia bolsa con monedas.
—Ya veo.
Shuell infló sus mejillas ante la despreocupada respuesta.
—¡Debe decir que hará un poco de tiempo para ir!
—No contestaré.
—¿Ni siquiera por un momento?
Shuell golpeó el suelo con los pies como si estuviera decepcionada por la respuesta despreocupada de Rayglen.
En el mercado nocturno del Festival habría mucha comida y bastantes eventos divertidos en la plaza. Incluso al final de la noche se decía que vivirás una vida larga y saludable si arrojabas dinero a la fuente de la plaza, que fluía como cascada, y pedías un deseo.
«¡Aunque deba invertir todo el dinero que gané hoy, lo haré!»
Sería una ventaja adicional ver a Rayglen pidiendo un deseo frente a la fuente.
Rayglen miraba a su alrededor ocasionalmente. Mientras tanto, Nevid fue el primero en acercarse.
—Mi Señor, un momento.
Aunque no hubo mayor explicación, Rayglen pareció comprender y agarró la cintura de la quieta Shuell.
—¡Bueno, entonces, hasta luego!
Nevid, que se despidió enérgicamente, desapareció primero a paso rápido. Shuell, que permanecía inmóvil siendo sostenida por Rayglen, miró a la multitud y preguntó.
—¿Qué ocurre?
—Me han seguido.
—¡¿Quién?!
—Nevid fue tras ellos.
Shuell miró a su alrededor, pero le resultó difícil encontrar a personas extrañas porque había mucha más gente en las calles de lo habitual. A diferencia de ella, Rayglen la envolvió y rápidamente se abrió paso entre la multitud sin chocar contra nadie.
Lo que llegó a la mente de Shuell fue un Nevid persiguiendo a unos mercenarios junto con Jess.
El horario ya salió mal. La máscara de Shuell también se había caído en alguna parte y no pudo encontrarla.
Mientras seguía ciegamente las instrucciones de Rayglen, no podía decir dónde se encontraba. Había pasado mucho tiempo desde que ya no se escuchaba el discurso de felicitación de Sevi, que se escuchaba débilmente en la plaza.
«¿A qué distancia de la plaza estamos?»
En algún momento, el número de sacerdotes había aumentado notablemente entre las personas que caminaban por las calles. Finalmente, un rostro familiar apareció.
—Oh, supongo que deseaba ver este hermoso rostro antes de partir.
A pesar de la interrupción de Sevi, Rayglen miraba hacia atrás. Se quedó mirando un lugar desconocido por un momento, luego rápidamente retiró la mirada.
La boca de Sevi dibujó una parábola como si estuviera disgustado e insatisfecho con toda la situación.
Con el cabello atado a un lado y recostado torpemente en un banco de la plaza como si fuera un vagabundo, ¿quién pensaría que se trataba del Sumo Sacerdote que acababa de leer el discurso de felicitación? Sin embargo, tampoco parecía importarle las miradas de las personas porque...
—No pueden vernos.
Kora estaba colocando una vista falsa para encubrir a los sacerdotes.
«Es un enorme desperdicio de mano de obra.»
Shuell sintió que sabía por qué Rayglen se acercó a Sevi. Debido a que era un lugar donde se encontraba el sumo sacerdote, los guardias eran fuertes.
Desde Caballeros Sagrados hasta los sacerdotes, la mayoría de ellos parecían tener el propósito de evitar que Sevi escapara en lugar de estar preparados para ataques externos.
—¿Qué le parece el Festival? —preguntó Shuell amablemente.
—Odio las aglomeraciones de personas.
—¿Qué tendría de divertido si no hubiera personas en el Festival?
—Entonces lo mejor es encontrar un lugar donde no haya gente, ¿no es así, Kora?
Viendo brochetas de fruta, globos, molinillos y hasta una diadema que simbolizaba el festival fundacional en las manos de Sevi, parecía como si Kora hubiera vuelto a ser víctima de una ridícula coacción.
«¿No es un completo turista que lo pasó bien?»
Al parecer había paseado mucho más decentemente que Shuell, quien compró simplemente una máscara y caminó.
Mientras lo miraba con calma, Sevi sopló descaradamente un molino de viento.
—¿A dónde va ahora? —preguntó Shuell, observando girar el molino de viento.
—Kora sabe el itinerario. ¿Acaso escucha mi opinión sobre lo que quiero hacer?
En respuesta, Kora informó el itinerario con voz rápida.
—En principio no estaba previsto dar un discurso de felicitación, pero se hizo por conveniencia porque estamos varados. Recorreremos todo el Continente en un mes.
Sevi se disgustó por esas palabras y se puso de pie.
—De todos modos, este lugar no es bueno. Ahora, ¿qué más quieres que haga hoy? ¿Fijar una fecha para la boda de la Familia Imperial? —preguntó disgustado Sevi.
Estaba resentido por el aumento de la carga de trabajo.
Los sacerdotes alrededor palidecieron cuando Sevi soltó casualmente todas esas palabras.
—¿Familia Imperial? —preguntó Shuell, como si se hubiera dado cuenta de algo después de escuchar a medias las quejas.
Rayglen también giró su cabeza en dirección a Sevi por primera vez, probablemente porque era algo que no había escuchado antes.
—Cuando habla de la Familia Imperial, ¿se refiere a Su Alteza Sílkaro?
—Oh, ¿ese es su nombre? No lo sé. De todos modos, es una ceremonia de boda con la familia Netri.
No había ninguna razón por la que tuvieran que casarse con tanta prisa. Además, desde el principio ambos no comenzaron su compromiso con el matrimonio en mente.
Incluso hoy, ¿Elina no llegó tarde a su cita con Sílkaro?
«¿Por qué Elina se retrasó?»
En la novela original, Sílkaro tenía una excusa porque "Shuell" se enteró de la cita de antemano y causó un gran problema. Incluso entonces, Elina esperó frente a la fuente para cumplir con puntualidad la cita.
Parecía una relación más sutil ahora con fecha de boda que cuando no había afecto. Sílkaro, a quien vio brevemente hoy en la plaza, todavía era vívido.
—¿Ha elegido? —preguntó Rayglen.
—Ni siquiera lo vi, y mucho menos lo puse en primer lugar. ¿Por qué lo haría? —respondió Sevi, echando la cabeza hacia atrás de forma exagerada como si hubiera escuchado algo muy extraño.
En cierto modo, casi impresionó su tenacidad y determinación inquebrantable.
—Aunque no fuera así, no es posible porque últimamente he estado usando mucho de mi poder.
En respuesta a la declaración confiada, los sacerdotes fueron estrechando el cerco humano.