El heredero Bouffart

By SarahiSalinas_

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[Contenido +21] [Diferencia de edad] A Adrien le han roto el corazón, la mujer de la que se enamoró ya tenía... More

Sinopsis
1. ¿Casarme?
2. Poco tiempo
3. ¡Estás demente!
4. ¿Qué soy tu que...?
5. De desconocida a novia y quizá un poco más
6. ¡¿Cómo que tú novia?!
7. Oficialmente somos pareja
8. Siguiente paso: Matrimonio
9. ¿Cómo no ilusionarme?
10. A tan solo unos pasos
11. Dulce unión
12. Miel en el hielo
14. Bajo la noche de las auroras
15. Eres mi esposa
16. Desnúdate
17. No me sueltes
18. Injusta realidad
19. La cruda verdad

13. Sentimientos llenos de deseo

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By SarahiSalinas_

No sé en qué momento cerré los ojos durante la noche.

Adormilada abro los ojos, la luz que entra por el techo hace que vuelva a cerrarlos así de rápido.
El cielo ya está teñido en su color azul más bonito que tiene.

Me muevo en la cama para ver que estoy envuelta en unos brazos masculinos que conozco muy bien.

Adrien tiene un brazo rodeando mi cintura, su cara está encajada en la almohada haciendo que no lo vea, solo una mata de cabello es la que veo.

Anoche solo puedo decir que hubo más de un cruce de límite. Me dejé llevar por todo lo que mi cuerpo ansiaba.

Un beso, y uno que solo viniera de Adrien. Aunque he de admitir que no fue un beso, fueron muchos, demasiados como para olvidar la cuenta. Nos cansamos de tanto besarnos, de juntar nuestros labios y dejarlos hinchados y rojos por toda la fricción.

Ahora estoy aquí envuelta en su brazo donde se supone que deberían estar los cojines que puse durante la noche, fue para nada.

Le doy unas cuantas miradas viendo como descansa, ayer también lo hice. Toco su cabello es sedoso entre mis dedos.

Nunca pensé que acabaría besándome con Adrien.

Se remueve entre sueños, la luz de día entra por todos lados. Me encanta este lugar, es hermoso por todos los lados posibles. Guardaré cada recuerdo cada detalle de todo el lugar para cuando regresemos a París tendré muchas ganas de pintar. Quiero revivir lo más que recuerde en los lienzos en blanco que hay en el departamento.

Gira su rostro quedando ante mi, ya no diré nada en voz alta o pasaré de nuevo vergüenza es demasiado bueno fingiendo que duerme.

Me jala más a su cuerpo, mi cara pega a su pecho, es tan cálido. No me suelta para nada, no me quejo. Mis manos viajan por su cadera hasta posarse detrás de su espalda, también me doy el gusto de sostenerlo entre mis brazos.

—Esto se siente tan cómodo —murmura sin abrir los ojos—. Aprovechando que estoy dormido, que aprovechada Alessia.

Lo que dije, no pase vergüenza hablando de nuevo pero si demostrando contacto físico. Se me sube el color a las mejillas, no quiero que abra sus ojos y me vea toda colorada, ya es mi día a día.

Mis brazos aún se encuentran a su alrededor, él también no me ha soltado.

—¿No dirás nada? —susurra muy cerca de mi oreja, siento su aliento.

Su voz por la mañana es ronca y muy sexy para mi propio gusto.

—Buenos días Adrien —me giro para esconderme en su pecho algo que no le molesta en absoluto.

—Buen día Alessia —acaricia mi espalda tan lentamente.

Me da un escalofrío, sus manos son grandes y saben lo que hacen. Estamos en una posición muy íntima.

—Ahora sí parecemos una pareja recién casada —puedo adivinar que ya ha abierto sus ojos—. Sabía que los cojines no funcionarían.

Lo sabía aún así no dijo nada, se reservó su opinión.

—Esto no viene en el contrato —recuerdo—. No deberíamos estar así.

Lo oigo gruñir.

—Lo se más que nadie, estoy disfrutando estar así —suelta sincero—. ¡Carajo!.

—¿Qué pasa?

—Me pasa de todo, estamos rompiendo cada parte del contrato, ya solo falta dar el último paso —agrega con un sonido de frustración—. Y no se porque lo estoy disfrutando tanto cuando no debería.

Lo está disfrutando. Está a gusto a mi lado, yo también me siento de la misma manera.

Me jala para subirme más arriba, me da una mirada muy distinta a las demás de siempre.

—Paremos entonces, detengamos esto —añado para que vea que no hay problema—. Estamos a tiempo.

—Ese es mi maldito problema...

Puedo ver como agarra mi cara para darme suaves toquecitos en mis mejillas.

—No quiero retroceder, eres como un imán y yo soy el metal —sus dedos pasan tocando mis labios de manera muy suave y coqueta—. Es como castigarme si me detengo, la única condena que deseo es estar entre ti y aún así la disfrutaría al máximo.

Está demasiado cerca, puedo ver como roza sus labios con los míos. Si el ansia un beso más, yo deseo mil más.

—Necesito apagar todas las ganas que tengo —su lengua sale para pasarse encima de mis labios—, estoy creando una adición peor que la droga.

—¿Qué ganas tienes?

Chérie, es mejor que no lo sepas o te espantarás y no quiero hacerlo.

—Quiero saberlo...

Necesito saberlo, después de todo soy la causante de esas ganas que posee.

—Solo te diré que que yo no me conformo con besos —confiesa—. Tu solo eres apenas una jovencita, yo soy ya un hombre que le gusta disfrutar del contacto físico.

Me está queriendo decir que le gusta la intimidad, lo carnal.

—Me estás hablando de sexo —soy lo suficientemente mayor como para entender—. No soy una niña a la cual le tienes que hablar con palabras ocultas, tal vez me sonroje por decirlo en voz alta pero sé suficiente sobre el tema.

No sé cómo fui capaz de decir sexo sin ponerme sonrojada.

—Sabrás sobre el tema, sin embargo no tienes idea de cómo va —otra vez sus manos se ponen juguetonas con mi rostro—. Tengo veintiocho años, llevo años teniendo sexo y me gusta disfrutarlo.

Una mano acaricia más abajo de mi cara, baja por mi mandíbula llegando a mi cuello para rozar con el pulgar puntos sensibles.

—Eres virgen Alessia, nunca he estado con una —recuerdo que dijo que le gustan con experiencia y yo estoy con nada, soy nula ante esto—. Soy muy posesivo.

—Me estás queriendo decir que quieres tener...

—No, no puedo simplemente. Si lo hago voy a ser muy egoísta y después de hacerlo no te dejaré ir —porque tiene que ser tan sincero—. Me conozco como saber que serás una adición que no acabará.

No sé qué decir, busco algo correcto que hablar. Bueno, ya ha dejado en claro que no lo hará.

—Está bien

—Tampoco debo de besarte más —hace un momento estaba diciendo otra cosa—. Debo de seguir lo que dice el contrato.

En cuanto lo deja claro se aleja de mí, me deja de abrazar y yo dejo de abrazarlo por igual. Se levanta de la cama.

—Entonces no deberíamos dormir en la misma cama —se tensa deteniendo su camino al baño—. Podemos buscar algo que poner en el suelo, ya sea uno de los dos que duerma ahí.

Quiere que nos alejemos de lo poco que nos acercamos, muy bien yo no le impediré nada.
Quiere límites, también los pondré yo.

—No hay ningún problema seguir compartiendo la cama —se gira—. Se mantener mis manos.

—No es eso, hay que seguir como antes de llegar aquí —separados lo más prudente que se pueda—. Solo nos hemos casado, nada debe de cambiar.

Veo como frunce el ceño, seguro que le ha disgustado la idea. Pero vamos, ha sido él que ha puesto tierra de por medio antes de haber iniciado.

¿A qué le teme en realidad?.

¿Le molesta que sea virgen?, solo lo considero una palabra que muchos lo ven como algo tabú.

Vale, en el orfanato las cuidadoras se aseguraban que no hiciéramos mucho esfuerzo o hacer ciertas cosas porque debíamos mantener nuestra virginidad. Las clases hablaban sobre el cuerpo humano y cada parte de ello.

—Tienes razón —¿cuánto le ha costado decirlo?—. Cámbiate para ir a desayunar.

Se va al baño.

Me acerco a la maleta donde sigue todo lo que he traído, no sé si sea buena idea sacar toda la ropa y colocarla en los cajones de la habitación.

Saco un conjunto negro, pantalón de tela negro que se ajusta a mis caderas y para abajo es suelto y calientito de adentro, un suéter de cuello largo del mismo color. Saco una bufanda blanca, y unas orejeras blancas de peluche muy lindas.

Busco las botas que me hizo cargar Scarlett. Son negras de igual manera con un tacón ancho.
Saco una gabardina color gris que combina.

Adrien busca también una ropa oscura para el día de hoy, unos pantalones negro cargo que le quedan como a un guante y un suéter negro. Si, todo de negro, le queda perfecto.

Salimos sin decir nada, no hay nada que decir cuando ya hemos dejado las cosas más que claras.

Cuando entramos al restaurante ya hay gente desayunando. Mi compañero pide algo sencillo, yo no protesto.

Hay una familia una mesa más allá que nosotros, puedo escuchar desde aquí su conversación que hablan en inglés.

—Fue maravilloso ver las auroras boreales —habla la señora—. Es tan hermoso compartir esto con ustedes niños, y contigo amor —le da la mano, su pareja no duda en tomarla.

—Por ustedes hago todo, son mi familia, son mi todo —hay una manera única en la que se ven—. Me alegro que les haya gustado, es una experiencia única.

Es una familia muy unida, una que jamás nunca yo conoceré. El señor ve con tanto amor a su esposa y a sus hijos.

¿Qué habrá pensado mi madre al abandonarme en la basura?. Solo era una bebé de días, no tenía culpa de nada y aún así pagué mucho.

Estoy por hacer lo mismo, dejaré a mi futuro bebé con su padre, yo me iré y así será. Estoy siendo cruel, con ese bebé que vendrá y sobre todo conmigo.

Traen el desayuno, lo veo, debo de comerlo. Se me cierra el estómago con todo lo que navega en mi mente. Se me hace difícil pasar cada bocado.

—¿No quieres desayunar?

Bajo la mirada a mi plato, está casi entero y solo he bebido el café.

—Si, solo que mi mente estaba en otro lado —disimuló escondiendo con palabras—. Ahora me apuro.

Hago lo posible para comer lo que hay, si como un poco más no notará nada.

—Si no te apetece no lo hagas —me detiene con su mano—. Está bien no tener ganas de desayunar.

—Esto se echará a perder e irá a parar a la basura —no quiero que solo desperdicie comida y que gaste en vano—. Lo comeré despacio.

Me como lo suficiente como para no dejar lleno el plato.

—¿Has acabado?

—Si

Se levanta de su asiento para ir a pagar la cuenta.
Yo hago los mismo, en cuanto regrese nos iremos.

—Vámonos

—¿A dónde iremos? —sigo sus pasos.

—A estar entre la nieve —no revela más.

Nos metemos en un lugar más donde hay mucho material para hacer diferentes actividades, Adrien habla con el que está atendiendo el lugar.

Se acerca a mí.

—Nos llevará un guía a hacer una actividad fuera —señala—. Es algo que me gusta hacer cuando viajo a lugares que hay nieve, así que no pienso irme sin hacerlo.

—¿Y qué actividad es?

—Lo verás cuando estemos llegando allí.

Siempre con sus secretos.

Nos llevan, no está muy lejos así que el viaje es súper corto, veo desde aquí a que se refiere.

—¿Esquiar?

—Si, me gusta esquiar en la nieve aunque hay más podemos andar montarnos en un trineo o en una moto propia para la nieve —a lo lejos veo como se pasean es la moto.

Hay una pendiente donde se deslizan con los esquís.

—Esto sería mi primera vez.

—Será una de las experiencias muy divertidas te lo aseguro —nos llevan hasta lo alto.

Veo como se ve todo desde aquí arriba, como algunos se deslizan con facilidad, me entra el pánico y el miedo.

—No creo poder hacerlo, de aquí te estaré observando. Disfruta por mi —lo empujó.

—No, tú vendrás conmigo. Quiero que vivas la misma experiencia que yo —me jala—. Es mejor de lo que parece, yo te cuidaré.

Me pongo a pensar un poquito, si se ve muy interesante y con ganas de que si te deslizas se te sale el alma com el corazón de paso. Adrenalina pura.

—Lo haré contigo, yo te llevaré —se ofrece—, no dejaré que te avientes de aquí sola.

Bueno, eso suena mejor así me animo mejor.

—Parece mejor idea esa —concuerdo—. ¿No nos caeremos?.

—Estas al lado de alguien experto en esquiar —veo la altanería—. Venga, solo será una vez y ya, será tu decisión si lo haces otras veces.

Nos pasan los esquís, me ayudan a ajustarme detrás de Adrien, si, él irá enfrente de mí para poder moverse y yo solo iré viendo. Llegó el material que te dan para poder hacer esto, las gafas, las muñequeras y las rodilleras.

Que miedo.

—¿Estás lista?

—No

—Vale, te doy unos segundos para que te prepares.

—Vale

¿De qué me voy a preparar?, no hay nada a qué.

Que sea lo que tenga que ser, después de todo lo guardaré como recuerdos.

—Estoy lista.

No necesita más para dejarse ir por la nieve, siento ese desliz, no va tan rápido lo va controlando a su paso y lo agradezco pero si siento como se me sale el alma. El vértigo no está nada chistoso.

—Mi corazón se quiere salir —gritó casi—. No te vuelvo hacer caso.

—Solo disfruta Alessia, vive experiencias para que el día de mañana los recuerdes como los mejores cosas que hiciste en tu vida —no tardamos en llegar hasta la parte baja.

Hay más gente que se divierte con esquiar, yo para nada lo hice. Mi corazón bombea rápido.

—Ves no ha pasado nada malo —yo lo veo muy tranquilo—. Yo lo haré de nuevo, tú solo puedes observar.

—Me parece mucho mejor así —desde arriba disfruto ver solo.

—Después podemos ir a pasear en las motos —sugiere—. Solo si no vas a tener miedo.

—No te burles de mí Adrien, sigue con lo tuyo —le señaló su esquí—. Luego me llevarás a pasear en esa moto.

Veo como de nuevo se vuelve a deslizar con mayor facilidad y más rapidez sin miedo.

—¿No lo harás tú? —quito la vista de Adrien para ver quién se ha dirigido a mi.

Claro que entiendo lo que dice.

—¿Disculpa?

—Me preguntó si tú no te deslizaras —señala para abajo—. ¿No te ha gustado?.

—Yo paso en realidad, prefiero ver —es un hombre como de la edad de Adrien.

—Te pierdes mucho —va en un traje de frío color negro.

—Me lo ahorro —estoy hablando con un extraño que no sé de dónde salió.

—¿Vacaciones?

—Algo así

—¿Has venido con tus padres? —si supiera que no tengo.

—Eso, la realidad es que...

—Ha venido conmigo —la voz dura de Adrien hace que pare mis palabras.

No sé en qué momento llegó de nuevo hasta acá.

—¿Es tu hermano? —pregunta con curiosidad.

Mi esposo suelta una risa seca para nada graciosa.

—Ya quisieras —se jacta—. No es mi hermana —recalca muy bien para que lo escuche a la perfección—. Es mi esposa, mía.

Toma mi mano para alzarla, así le muestra la alianza que llevo en el dedo.

—No parece ser alguien que esté casada —no le tiembla y ni se inmuta ante el hombre que está a mi lado—. Eres muy joven.

—Eso a ti no te importa —gruñe Adrien—. Si nos disculpas tenemos más cosas que hacer.

No hay más que decir, su mano toma la mía para llevarme en sentido contrario de ese tipo. Nos alejamos lo suficiente hasta que se detiene.

—¿Por qué hablas con desconocidos? —me interroga.

—Yo no lo he hecho, solo se ha acercado —justificó—. Tú te has portado muy grosero.

—No debiste hacerle caso Alessia, no lo conocemos de nada —me mista serio—. Además te miraba más de lo normal.

Ya está imaginando cosas que no.

—Yo no lo noté.

—Claro porque tienes una inocencia aún —declara—, por eso no lo notaste.

—Además si fuera así ¿a ti qué más te da? —no es como si de verdad le interesara, ha puesto un muro entre los dos—. No sería problema para ti.

—¿Qué mierda estás diciendo? —se ha enfurecido, no lo había visto así—. Es un extraño que no sabes de dónde a salido, puede ser algún idiota que quiera pasarse contigo de listo.

—¿Solo eso? —no sé que estoy buscando con todo esto.

—No, hay más. También porque eres mi esposa y por lo tanto debo de cuidar de ti —inquiere—. Mi esposa, que quede claro y nadie puede ponerte un dedo encima salvo yo.

Si, su esposa de un contrato, ya lo sé. Necesitaba tal vez escuchar algo más, algo que no dirá para nada.

—Dominique tiene razón cuando me dijo que eras un posesivo.

—¿Eso te dijo?

—Si —me lo dijo en cuanto nos conocimos.

—Pues créelo, yo mismo ya te lo dije.

Simplemente hoy me está confundiendo más de lo normal, ha dicho que mantendremos las distancia para después salir con que soy suya. Ya sé que si lo soy, nadie lo debe de saber a excepto de sus amigos.

Dejo el tema en paz, nos vamos de ahí par ir a rentar una moto de nieve. Me ha prometido dar una vuelta entre los alrededores.

Se sube enfrente para que yo suba en la parte de atrás.

—Tendrás que sujetarte en mi cintura —me dice—. No te sueltes para nada.

—Bien —pasó mis manos por su cadera.

Por mucho que lleve un suéter desde aquí puedo sentir su abdomen muy bien trabajado y seguro musculoso.

—No hagas eso —me advierte.

—¿Hacer que?

—Manosearme —me da una mirada de soslayo—. Eso es peligroso para ti.

Para molestarlo lo vuelvo hacer, toco más de lo que debería, hasta por encima de la tela siente mis manos.

—No Alessia —gruñe para que pare—. Estas jugando con fuego.

—Yo aquí veo solamente mucha nieve y mucho frío —me burló de él—. Para nada de fuego.

Dejo de hacer lo que le estaba haciendo, me posiciono bien para que arranque.

—Cuando detenga esta moto me las vas a pagar —su tono va lleno de advertencia, quiero ver que es capaz de causarme—. Te arrepentirás de haberme toqueteado y no salir ilesa.

—Es una amenaza —enciende el motor—. Ya quiero verlo.

Sus manos aprietan el manubrio muy fuerte.

¿Contra qué está luchando?, después de todo su rollo de no estar tan juntos, de mantener una distancia considerable le está siendo difícil controlarse y cumplirla.

Todos llevamos un detonante que si pulsamos los lugares correctos tendemos a explotar antes de tiempo.

—Una amenaza que pienso cumplirla —sentencia—. Vas arder conmigo —arranca la moto para empezar el paseo entre la nieve y los pinos que nos rodean.

· · • • • ✤ • • • · ·

Después de un rato se para en medio de la nada, solo veo pinos y nieve, mucha nieve.

—Baja —hago lo que dice.

Siento el frío que se cuela entre mi ropa.

—Se siente más frío aquí —me frotó los brazos.

Siento el frío aún trayendo suficiente ropa de frío, tal vez al ser más desolado tiende a ser la temperatura más baja.

—Prometí algo —baja de golpe de la moto dando un buen salto—. Alessia, Alessia no te salvas de mis garras.

¡Oh dios!, va a cumplir su promesa.

Retrocedo chocando con la gigantesca moto.

—Te dije que no me tocaras —camina calculando sus pasos—, al parecer me voy a divertir un rato.

—¿Qué es lo que piensas hacerme?

—Mejor deberías preguntar ¿qué es lo que no te quiero hacer?, que es poco —con ese traje negro se ve tan bien—. Hay una larga y enorme lista de lo que quiero hacer contigo.

Encierra mi cuerpo entre el de él y la moto, no tengo escapatoria.

—No hay forma de escapar —está tan cerca de mi, mis ojos bajan a sus labios—. Tengo unas ganas de torturarte.

Toma un mechón entre sus dedos para enroscarlo y ponerlo detrás de mi oreja.

—Eres muy hermosa —deja un beso en mi mejilla—. Me estas confundiendo, hace mucho que nadie lo hace.

Dejo que acaricie mi rostro, dejo que deslice sus labios por toda mi cara. Disfruto del contacto.

—¿Quién fue la última persona que te confundió?

Se de quién se trata, solo quiero escucharlo viniendo de él.

—Eso ahora no importa ya —una mano se desliza para posarse en mi cintura, aprieta—. Ahora solo quiero apreciar la vista.

—No deberíamos estar cerca, nosotros quedamos en que nos alejaremos —trato de decir sin sentir nervios por su toque en mi cintura.

—Se lo que dije. Tengo una irresistibles ganas de mandar todo al carajo y que todo me valga mierda. Así podré solo disfrutar de ti —baja la otra mano para tomarme por completo de la cintura—. Si tan solo tenerte así me está matando por no hacer nada indebido.

Veo como sus ojos han cambiado, ese gris se ha vuelto más oscuro.

—¿Qué te detiene?

—Que no estás lista

No sé cómo se maneja, no sé cómo se lleva. Tengo la información, la teoría y ahí es donde me falta la práctica. El color rojo sube a mis mejillas.

—¿Qué es lo que piensas? —cada apretón me hace querer besarlo, tomarlo de su cara y dar un profundo beso hasta saciarme.

No sé dónde me han dando ganas de pensar algo que jamás creí, muero por un beso de Adrien. No es el único que está creando una adición.

—En nada

—No me mientas —levanta mi barbilla—. Se directa.

Me pondré en evidencia, todos esos pensamientos los sabrá. Si se los digo quizá se hagan realidad.

—Pienso en tus labios sobre los míos —no quiero verlo a sus ojos—, quiero besarte. Además que no eres el único que está siendo adicto a algo que no debe.

Siento mis mejillas coloradas, me siento acalorada y eso que no hay nada de sol. El frío se ha esfumado de mi cuerpo, ha nacido un calor que no sabría cómo catalogarlo.

—Me gusta tu sinceridad, no tengas miedo a serlo a mi me gusta —baja su cabeza a mi altura—. Debemos buscar una solución a todo esto.

Tiene razón, debe de haber una solución a todo esto. No puede seguir así, nosotros firmamos un contracto donde dice lo que se debe de hacer, no podemos cruzar la línea.

—Si nosotros decidimos dar otro paso ¿entonces no habrá ninguna inseminación? —necesito aclarar todo—, ya sabes a qué me refiero.

Parece pensarlo, tarda en darme una respuesta clara que pueda comprender.

—Exacto, en ese entonces no necesitaremos ningún doctor de por medio —sonríe sabiendo que le gustará la forma en la que lo haremos—. Lo haremos a la antigua.

—No sabía que tener sexo ya se ve como a la antigua —ocultó mi sonrojo o trato de hacerlo.

Se agacha para ver la nieve en el suelo. No sé qué es lo que pasa por su mente.

—Y no se ve, al menos como yo suelo ser no es nada a la antigua —insinúa—, me gusta disfrutar, me gusta tocar, acariciar y no ser delicado.

Me está describiendo básicamente como es en la cama, muerdo mi labio para saber que el sonrojo no se ha ido para nada de mis mejillas.
Maldito sonrojo que me delata para todo, quiero chocar con algo para quitarme ese color.

Si solo con posar sus manos en mi cintura desprende lo posesivo que es, no quiero imaginar cómo será en la cama.

—Ya se está haciendo tarde debemos volver, continuaremos esta conversación en el iglú —se quita para que me pueda mover de donde me tenía aprisionada.

Espero a que suba él primero a la moto para poder hacerlo yo.

Siento un tirón bruscamente para voltearme tan rápido, tan veloz. No me da tiempo de protestar o darme cuenta de lo que sé avecina.

Llega como un tornado como una tormenta haciendo que me desestabilice de todos mis sentidos provocando que solo me concentre en su cuerpo, en sus labios.

Pega tan duro, tan voraz su boca con mis labios. Muerde uno para darle paso entre mis labios, no sé cómo logra colarse y meter su lengua. No sé qué hacer, me dejo llevar por su insensatez.

Profundiza cada beso, cada estocada. Me aprieta contra su duro pecho. Puedo sentir como me derrito entre sus brazos.

No hay manera de parar, no hay nadie que nos detenga de esta irracionalidad.

—No hay manera de parar, deseo continuar hasta donde me sea posible —susurra dándome un corto beso—. Es hora de irnos.

Me deja helada, me deja deseando más.

Subo para tomarlo por la cintura, regresamos a donde está el local, entregamos la moto y de ahí seguimos para llegar al iglú.

Entramos recibiendo lo acogedor y caliente que está aquí dentro.

Adrien se avienta a la cama con los brazos completamente abiertos ocupando todo el espacio que hay.

La ropa que llevo está fría, está casi tiesa. Un baño caliente no me caería nada mal con un cambio de ropa más cómoda, más liviana a todo lo que llevo encima.

Encuentro en la maleta un vestido de frío tipo tejido de mangas largas y holgado.

Me meto debajo de la regadera, el vapor se eleva mientras cae el agua en mi cuerpo. Tallo con cuidado cada zona de mi cuerpo, enjabonó mi cuerpo y mi cabello.

Cuando acabo me envuelvo en la toalla para luego de ahí poder ponerme con cuidado el vestido holgado.

Al salir solo con la toalla tapando mi casi desnudes, piso con cuidado el suelo.

Adrien levanta la vista viendo como camino para poder ponerme la ropa limpia.

Sus ojos se mantienen firmes ante mi cuerpo, siento cada recorrido que le da a mis piernas, paso por alto cada mirada, la ignoro sabiendo que está aquí enfrente de mi. Me muevo un poco para peinar el cabello mojado.

—Tomaré un baño —se va tan rápido para no seguir cerca de mí.

Aprovecho que se ha ido para ponerme el vestido, saco un par de calcetines que llegan arriba de las rodillas color blanco, el vestido llega arriba de las rodillas dejando una franca de piel entre el vestido y las calcetas.

Se siente cálido, no me da frío.

Me subo a la cama para sentarme mientras sale de la ducha el chico.

Al salir va sin camisa, solo esos pantalones negros de tela que cuelgan en sus caderas, lo marcado de su abdomen queda a la vista.

No tengo vergüenza al recorrer todo su torso desnudo, llego a la cadera donde tiene una uva marcada que se pierde entre los pantalones.

Se me seca la garganta con la idea de tocar ese pecho descubierto.

—¿Ya has acabado de comerme con la mirada? —atrapada infraganti—. Me siento comestible con esa mirada que me has dado detallando cada parte de mi pecho desnudo.

Deja a un lado la toalla que llevaba para secarse el cabello rubio. Se acerca a la cama quedando tan cerca de mi.

La distancia no es mucha, un movimiento más y lo tendré encima de mi.

—Estoy por cometer la mayor estupidez, estoy por romper cada barrera que se interpone entre nosotros —se sienta en la cama, roza mis piernas desnudas.

Una oleada de escalofríos me recorre, estoy al tanto de sus movimientos.

—Quiero que me beses Adrien —pido sabiendo que no habrá más límites.

—No sabes lo que pides Chérie —se inclina para estar frente a mí—. Aquí no hay nadie que detenga mis manos.

—No quiero que detengas nada —me acomodó para poder recibirlo el beso.

—Justo lo que necesito.

Se lanza para tomar mis labios, la destreza con las que los mueve me vuelve loca, me recargó en la cabecera de la cama, sus manos viajan para tomar mi cuerpo, sus manos me aprisionan de la cadera.

Entierra sus dedos tratando de tocar de más, se está reteniendo para no vagar más de lo que desea.

Nos perdemos entre los suspiros robados, entre los besos poco delicados y entre las ganas que poseemos ambos.

—Quiero acariciar tu piel, quiero sentirla —se detiene para hacérmelo saber.

—Yo quiero que lo hagas —me armo de valor para contestarle—. Quiero sentir tus manos en mi cuerpo.

—No habrá vuelta atrás para nada, seré tan paciente y tan delicado contigo. Me detendrás hasta donde desees, no haré nada que tú no quieras —me informa—. Aún no habrá más que toqueteos, primero disfrutarás de mis caricias, poco a poco lo haremos.

Asiento dándole bienvenida a mi cuerpo.

Sus manos se mueven hasta posarlas en mis piernas, el vestido se ha subido a la mitad de mis muslos. Desciende tan lentamente, tan despacio que parece una tortura que quiero que acabe dando inicio a otra más.

Sus ojos no dejan de verme, sus movimientos son certeros y no vacilan a la hora se seguir el camino.

Llega al borde de mi vestido, sube la tela hasta dejar al descubierto de mi cintura para abajo. Deja a la vista mis bragas de encaje blanco.

Puedo ver como sus ojos se llenan de puro deseo, se oscurecen dándole bienvenida un hambre voraz que jamás creí ver en él.

—¿Estás segura? —ha pasado a tener una voz más grave—. No lo haré si no quieres.

—Estoy segura.

Su recorrido sigue hasta detenerse en mis bragas que tapan mi intimidad. Puedo disfrutar de su toque, empiezo a temblar y no de miedo.

Llega a la cinturilla para tirar de ellos para a abajo, un airecito se cuela entre mi cuerpo casi desnudo por instinto cierro los ojos.

—No lo hagas Alessia o me detendré —amenaza—. Quiero que veas cómo te toco.

Me ha quitado las bragas, las arroja donde no estorben, sigue con el vestido, se desase del trapo.

Ahora si mi cuerpo queda expuesto ante Adrien.

Examina con cuidado cada curva, cada rincón de mi. Se detiene entre mi pechos, me clava una mirada que quema.

Sus manos suben por mis costillas dejando rastros que queman, arqueo mi cuerpo por su toque posesivo. Sus dedos tocan el inicio de mis pechos.

Me saca un suspiro, una nueva sensación que me hace desear más.

Toca las puntas haciendo que se pongan duros, me quedo quita con la respiración tan fuerte. Mi corazón bombea tan rápido. Disfruta de la vista y del toque.

—Tienes un cuerpo tan maravilloso Chérie, esto es para mi deleite —tapa los pechos con sus manos—, no sabes cuánto lo estoy disfrutando.

Traza leves círculos en mi cuerpo para bajar de nuevo a mi zona íntima.

La electricidad que desprendemos, el deseo que vuela en el aire. Recorre sus dedos más abajo de mis caderas llegando casi a mi vagina.

Abro la boca para soltar un suspiro.

—Eso es cariño, disfruta de mi toque —un dedo se posa en mi clítoris—, voy a saborearme, voy a tocarte hasta que te retuerzas y pidas más.

Hace una leve caricia que hace que sujete un gemido bajito.

—Abre esas bonitas piernas para mi, no te cohibas —lo hago, le muestro por completo mi cuerpo—, voy a trazar caricias aquí y luego voy a hundir mis dedos en ti pero todo con tu consentimiento.

Acaricia de arriba abajo mi vagina, la sensación es tan fuerte que suelto gemidos. Puedo sentir como se desliza ese dedo como me empiezo a mojar.

Disfruta tocar mis labios, disfruta acariciar mi punto sensible.

—Estas tan mojada, tan fácil de deslizar —su otra mano es guiada a mi pecho para apretarlo—. Me tienes tan duro.

Mis ojos viajan a su pantalón donde hay un bulto que es bastante notorio.

—Luego de acabar contigo me ocuparé de mí pero por ahora te haré sentir lo más valioso que hay —su dedo empuja casi entrando.

—¿Puedo ayudarte? —preguntó entre un jadeo.

—Me encantaría pero no estás lista, cuando lo estés dejaré que lo hagas. Ocuparás eso labios tan lindos —saca el dedo.

Vuelve a introducir un poco más, la invasión entrando en mi.

—No quiero hacerlo tan fuerte, lo único que atravesará ahí será mi pene —me hago una gelatina entre su cuerpo—. Esto solo es una preparación para lo que te haré.

Vuelve a introducir un poco, se siente tan bien.

—Puedo sentir tu estreches, cómo succionas mis dedos —gruñe—, solo me hace pensar cómo tomarás mi verga.

Sus intento de entradas y salidas hacen más fáciles, más deslizantes y un nudo se empieza a formar en mi vientre bajo.

—Voy hacer que te corras por primera vez Alessia —sigue con su trabajo—. Está siendo fácil.

Cada vez siento esa presión más.

Baja para atrapar mis labios, me besa mientras me toquetea entre mis piernas.

—Siento que voy a...

—Hazlo Chérie, déjate caer —me aflojó, me sujetó para dejar salir todo esa explosión.

Mi cuerpo se hace más lánguido, una explosión me invade liberando mi cuerpo.

Los dedos de Adrien me embarran todo en mi vagina para después sacar sus dedos, los alza para mostrarme y sin temor se los lleva a sus labios para chuparlos.

Mete dos dedos en su boca comiendo cada flujo.

—Sabes a gloria cariño —mis mejillas están por explotar de lo roja que estoy—. Tienes un sabor exquisito.

Me vuelve a besar, no me preocupo que hace poco se metió los dedos probando mis jugos.

—Iré al buscar algo para limpiarte, ahora vuelvo —me deja ahí en la cama.

En nada vuelve con papel higiénico, pongo mi mano para que me lo de y él niega.

—Lo haré yo —sus manos tocan mis muslos para limpiar con cuidado.

Va a mi zona íntima que pasa con cuidado para limpiarme. Cuando acaba tira todo a la basura.

Hace todo el trabajo, me coloca las bragas y el vestido quedando de nuevo tapada.

Se sube a la cama para quedar a mi lado.

Toma mi cuerpo para abrazarlo. Recargó mi cabeza en su pecho escuchando sus latidos.

—Duerme —besa mi frente—. Yo cuidaré de ti.

· · • • • ✤ • • • · ·

Bonito domingo pecadorxs 🔥

Con calma gente, nada es con prisa que yo estoy disfrutando cada momento.

¿Qué les pareció?

Por cierto, ¿cómo dieron con mi libro?, los estaré leyendo...

Y SAMP llegó a los 2 millones de leídas 🥳 yo la más feliz porque ustedes hacen realidad esto 🫶🏻

Hasta la próxima 🔥💋

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