Trece Deseos

By Fraax_Fair

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Eva es un ángel de los deseos, y su misión es hacer feliz a uno de sus protegidos, es la única manera ascende... More

Introducción + Prólogo
II. Segundo Deseo
III. Tercer Deseo
IV. Cuarto Deseo
V. Quinto Deseo
VI. Sexto deseo
VII. Séptimo deseo
VIII. Octavo deseo
IX. Noveno deseo
X. Décimo deseo
XI. Undécimo deseo
XII. Duodécimo deseo
XIII. Trigésimo deseo
Epílogo: Mañana o ayer

I. Primer Deseo

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By Fraax_Fair

Ángel de los deseos

Horrorizada miré cómo Roger caía ante mis ojos. No tuve más remedio que usar mis poderes antes de que se estrellase contra el trafico, conseguí que el tiempo le ralentizara. Sin pensármelo, y tampoco sin mirar si había gente, yo también me tiré. Llegué hasta él, y le cogí, y gracias a mi magia pude volar, y volver al puente.

—¿Estas bien? —le pregunté.

—¿Qué eres? —me preguntó Roger aterrado.

—Ya te lo he dicho. Soy tu ángel guardián. —Él parecía demasiado sorprendido, así que le sugerí lo siguiente —: Será mejor que vayamos a algún sitio tranquilo, y así podremos hablar.

Roger

Juraría que hace unos segundos estaba cayéndome, y esta extraña chica me ha llevado levitando otra vez al puente. Ahora la chica me conducía a saber dónde. Yo estaba aun en shock sin poder pronunciar una palabra. Simplemente me dejé arrastrar caminando a su lado. Parecía una muchacha normal y corriente, pero algo en mi interior le tenía bastante miedo por lo que era capaz de hacer.

¿Pero qué es un ángel de los deseos? ¿De verdad la vida me había dado otra oportunidad?

Ángel de los deseos

Ya casi estaba atardeciendo, y fuimos al parque de antes. La mayoría de gente ya se había ido y estaba todo bastante tranquilo. Me quedé absorta al contemplar el rosáceo color del cielo, era tan hermoso que me quedé embobada con las coloridas nubes. Segundos después miré a Roger, el también se había quedado distraído, pero al contrario que yo el miraba el suelo.

—¿Roger? —pregunté, para que volviera a la realidad.

—Esto es una pesadilla —murmuró, y yo apenas le entendí.

—¿Por qué lo dices? —Debería estar contento porque voy a hacer realidad sus sueños, mira que me costaba entender a los humanos—. Soy tu ángel, he venido para hacerte feliz. Puedo cumplir todos tus deseos.

—¿Todos mis deseos? —preguntó incrédulo.

—Sí, bueno, menos en algunos casos específicos. No puedes pedirme que alguien se enamore de otro alguien, tampoco revivir a los muertos, tampoco otorgar la inmortalidad y mucho menos matar.

—Ya sé, esto es un programa de cámara oculta —comentó con cara de alivio.

—¿Cámara oculta? No, esto es de verdad. He visto que eras infeliz, y quiero ayudarte —le expliqué para intentar animarlo.

—Me parece que es algo imposible. Tu misma lo has dicho no puedes hacer que alguien se enamore de mí. Lo mejor será que vaya a mi casa, y ya que mi ataque de ansiedad ha sido boicoteado. —Con sus palabras me dio a entender que se trataba de un asunto amoroso lo que le quitaba el sueño.

—Por favor, dime que es lo que te atormenta —insistí.

—¿Para qué vas a hacerme feliz? Sería imposible —rechazó mi ayuda.

Cómo veía que este joven humano era muy cabezota. No me dejó más remedio que leer su mente para saber que le hacía infeliz. En cuestión de segundos descubrí todo lo que perturbaba al pobre Roger

—Ya sé lo que te perturba. Al menos, una de las muchas cosas que te afectan. Eres guay, y te has declarado a una ... ¡¿a un chico?! —¿Un chico que le gusta otro chico? Que cosa más extraña. Siempre pensé que los hombres tenían  que estar con mujeres. Pero la verdad era que esa idea me pareció igual de romántica. Un hombre,que lucha por el amor de otro. Hasta me pareció emocionante. Sería mejor que me centrara en el problema de Roger. Tenía que ayudar a mi protegido.

—¿Cómo sabes eso? Además se dice gay. —Roger se sorprendió.

—He leído tu mente. Sé que ese chico te ha dado calabazas, pero no ha sido cruel contigo, es más creo que ha sido muy educado. Han sido las arpías de sus hermanas. Ellas estaban espiando cuando te declaraste, y lo utilizaron en tu contra para meterse contigo. Cómo nadie lo sabía esto te puede meter en líos con tu familia —revelé los pensamientos que rondaban su mente.

—Pensaba que los ángeles no tenían sexo, y tu pareces una chica. Aunque sea verdad que seas un ángel, no puedes hacer que ese chico se enamore de mí, y tampoco matar a sus hermanas—¿Matar a sus hermanas? Sonaba tentador pero yo no podía hacer tal cosa.

—Lo de que los ángeles no tenemos sexo, se puede interpretar de varias maneras. Los ángeles somos puros y castos. Espera ... —dije al ver que se levantaba dispuesto a irse—, veo algo más también hay una fiesta esta noche en tu instituto.

—¡Quieres dejar de hacer eso! Ya te creo —exclamó Roger enfadado.

—Es genial. Pues entonces porque no pides tu primer deseo. Tal vez no pueda hacer que ese chico se enamore con mi magia, pero si realzar tus encantos, y hacer que le parezcas atractivo. Con eso puede ser posibles que llames su atención y le gustes.

—Esta bien. genia de la lampara —dijo aún sin creerme del todo.

—No me llamo genia de la lampara. Soy un ángel, y me llamo Evangélica. Mejor llámame Eva —le corregí.

—Que nombre tan angelical. Deseo ser atractivo para el chico que me gusta —dijo con un tono desmotivado e incrédulo, como si no se lo creyera todavía.

—Tus deseos se harán realidad. —Que ilusión me hacía cumplir el primer deseo de Roger.

Me concentré en usar mi poder mágico, y en volver a Roger atractivo para ese chico. Iba a ser algo difícil ya que no podía manipular las emociones de los demás, pero si intentar hacer má satractivo a Roger. La energía salió de mis manos, y mi poder recorrió el cuerpo de Roger de arriba hacia abajo. La transformación fue algo lenta pero gracias a mis mágicas habilidades Roger se convirtió en ...  ¡¿una chica?!

—¡Ups! Ahora seguro que eres atractivo para ese chico —dije atónita por el resultado.

Roger se palpó el cuerpo nerviosamente y vio que tenía un par de algo que no tenía antes, y también que le faltaba otro par de cosas que tenía antes. Su cabellos rojos había crecido y ahora le llegaba hasta la cintura. Los rasgos de su cara se habían perfilado y eran totalmente femeninos. Diría que era mucho más guapa que yo.

Roger

—¡Aaaaaaaaaaaaaah! —grité horrorizado por los cambios de mi cuerpo,  y me asusté al escuchar mi aguda voz —. ¿Qué me has hecho? Soy una chica.

Mi cuerpo era el de una mujer. Ya no me quedaban dudas de que esta chica era mágica, aunque aún guardaba la esperanza de que fuera todo una horrible pesadilla. ¿Cómo podía ser esto real?

—¿No es lo que querías? —preguntó ingenuamente.

—Soy una chica —volví a repetir enfadado—. ¡Que sea homosexual no quiere decir que no me guste ser un chico!

—Tranquilo el efecto se pasara a media noche. —Ni que esto fuera un cuento de hadas, yo no quería ser una chica—. ¿Por qué no vas al baile de San Valentín de tu instituto? Ya sé. ¡Nos vestiremos de princesas! ¡Siempre he querido sentirme como una princesa de cuento!

—Ni se te ocurra ... —No pude acabar la frase, instantáneamente estábamos con horribles disfraces de princesas.

Ella iba con un vestido dorado, con volantes de mal gusto. Su pelo estaba recogido en un moño, que realzaba sus ojos azules, era muy hortera. Yo si que estaba horrible, mis largos cabellos estaban recogidos en una trenza, jamás había sentido tanta vergüenza e indignación. Mi vestido de princesa parecía el traje de una novia, salvo que su color era plateado.

—¡Quiero volver a ser como antes! —bramé.

—Pero si estas guapísima. —Ella se volvía a hacer la tonta.

—Me importa un bledo. Yo quiero volver a mi casa, y olvidarme de todo.

Estaba harto de esta pesadilla sin sentido y absurda. Lo único que me apetecía era escuchar música triste y llorar hasta quedarme dormido, en lugar de ir a esa absurda fiesta de San Valentín, además ni siquiera tenía pareja.

—Has pedido un deseo. Aprovéchalo en el baile —dijo animada.

—Aunque consiguiera gustarle, le gustaría mi yo chica, estaría engañándolo —usé la lógica para persuadirla para que me volviera todo a la normalidad.

—Esa es la única pega —habló despreocupada

—¿La única pega? Pues yo veo otras pegas. Quieres ir a una fiesta de los enamorado como si fuera carnaval. Me voy a mi casa —le di la espalda y me marché andando cómo pude con aquel terrible traje.

—No puedes irte a tu casa así. Tu familia no te reconocerá. No te preocupes preparare un carruaje para que nos lleve a tu instituto.

Antes de que pudiera volver a quejarme apareció un carruaje de color rosa chillón, y acompañado por dos corceles del mismo tono. Era el carro más cursi y horrible que había visto nunca. Encima el techo estaba lleno de rosas multicolores. Era todo tan hortera que me daban ganas de vomitar.

Eva

—Princesa Rogerina, su carruaje esta listo para llevarla al baile. ¡Cómo me encanta el rosa chillón! —al principio simulé un tono elegante, pero no pude reprimir mi grito de emoción.

—¿Qué? —se quedó sorprendido o mejor dicho sorprendida, al ver el vehículo—. No pretenderás que suba en eso. Encima el color es horrible.

Cogí a Roger del brazo y lo arrastré al carro usando todas mis fuerzas. Él intento oponer resistencia pero no le sirvió de nada.

—¡Quiero bajar de aquí! —gritó con fuerza.

—Venga. Encima de que te hago un favor. Piénsalo será muy divertido.

—No te voy a negar, que por un lado me parece divertido. Aunque mañana cuando despierte de este sueño me reiré de todo esto. —Algo me decía que intentaba engañarme pero le seguí la corriente.

—Bueno no es un sueño, pero si prefiero creerlo así. —No me importaba que creyese que fuera un sueño, al fin y al cabo estoy ayudando a un humano.

Al fin llegamos al instituto, y bajamos con cuidado para estropear nuestros vestidos.

—Así que este es tu instituto. —Me quedé contemplando el centro. Que lugar más maravilloso, ojala pudiera ser una estudiante.Se notaba que era un instituto con prestigio, seguramente fuera privado. Eran varios edificios grandes de un color negro, y estaban rodeados de grandes zonas con jardines. Roger parecía "incomoda"por que todo la gente nos miraban como burlándose de nosotras.

—Estamos haciendo el ridículo con estas pintas —se quejó otra vez.

—Que va, si estas monisima. Llévame a donde esta el baile. Aunque quiero ver cada parte, este sitio es tan chulo que parece que casi un castillos de princesas —dije ilusionada.

—Creo que lo están celebrando en el gimnasio —comentó desanimado.

Me llevó hasta las puertas del gimnasio. Me encantó mucho ver la decoración, todo lleno de corazones, y habían muchas parejitas bailando románticamente. Roger cada vez parecía más nervioso,quería decir nerviosa. Esto del cambio de sexo me liaba bastante.

Evangélica céntrate. Pensé para mí misma.

¿Por qué Roger no parecía contento? Entonces desde el otro lado de la puerta escuché unos extraños ruidos provenientes del interior.

—¿Qué es ese ruido? —pregunté.

—Pues música —contestó.

¿Eso era música? Debía de ser que esa música no le gustara a Roger, y por eso estaba tan agobiado. Lo que necesitaba era escuchar buena música, y recordé mi canción favorita.

—No te preocupes cambiaré la música —dije para animarla... animarlo.

—Si a mí me gusta. Además es una fiesta de San Valentín, se supone que hay que venir con pareja. Así que vayámonos.

—Será mejor que nos mezclemos con la gente —le cogí del brazo.

Eso hicimos. Toda la gente paró de bailar, y clavaron sus miradas en nosotras. Era obvio estábamos realmente hermosas, normal que nos miraran. Esa extraña música, también debía aburrirles. Lo sentí por Roger, pero decidí cambiar la música. Chasqueé los dedos y mis poderes cambiaron esa horrible canción por una obra de arte de Mozart, Eine Kleine Nachtmusic.

—¡Evangélica! —Roger me miró con cara de psicópata.

—Esta música es más divertida. ¿No crees que es una melodía alegre?

La gente se estaba quejando por la bonita melodía. Estos humanos de hoy en día desde luego si que son raros, estaba claro que el sentido musical lo tenían en el cu ..., bueno quería decir que no tenían buen gusto.

—Disculpad, hemos tenido un problema con la música, algún gracioso ha debido cambiar la canción —anunció el que se encargaba de la música.

Otra vez volvió a sonar esa música ruidosa, sería mejor que no volviera a cambiar la música, sino Roger se enfadaría todavía más.

—¡Ey! ¿Vosotras de que vais? Esto no es una fiesta de disfraces.—Nos dijo un chico con pintas extrañas.

—¿Acaso esto no es un baile? —le contesté al chico con pintas raras.

—Sí, pero no de la época prehistórica.

—¿Prehistoria? Si en la prehistoria no existían princesas como nosotras ... —reñí al chico pero Roger me interrumpió.

—Por favor. Déjalo, y vayámonos de aquí —me susurró incomodo.

—No nos iremos de aquí hasta que te encuentres con el chico de tus sueños.

—¡Estoy harto de ti! —gritó.

—Pero este puede que sea un sueño. —Intenté confundirle un poco—. Disfruta del momento.

—Tienes razón. Todas estas cosas jamás ocurrían el vida real. Iré a buscarle.

—Así se hace. —Me sentí muy orgullosa de mis capacidades de persuasión, y de su iniciativa por buscar a su amado.

Fui junto a Roger a buscar el chico de sus sueños. No parecía que estuviera en la fiesta, porque no le encontrábamos por ningún lado.Pero si que encontramos a las arpías de sus hermanas, Roger me dijo que eran ellas. Eran dos gemelas. Vestían de una manera entre choni y pija. Una era rubia, y la otra morena. Seguramente la rubia era teñida.

—Voy a saludarlas. —Me lancé hacia ellas.

—Yo prefiero mantenerme lejos de esas estúpidas.

Me acerqué a ellas, y me miraron de arriba a bajo como si me analizaran con unos rayos x, sus miradas delataban que se creían superiores a los demás, o eso era lo que aparentaban para esconder sus inseguridades.

—Hola, me llamo Evangélica —me presenté.

—¿No ves que haces ridículo, con ese traje tan hortera? —espetó la rubia.

—Nadie con dos dedos de frente vestiría así —habló la morena con un acento pijo.

Yo las miré igualmente, sus vestidos eran muy descarados y pecaminosos. Yo al menos iba muy recatada, pura, y elegante.

—Al menos yo no visto como una hortelana, mantengo mi dignidad y mi pureza. Se supone que es un baile de San Valentín, y tenias que ir con vuestras parejas. No tiraros del cuello de cualquier caballero—hablé como hablaría una dama con clase.

—Lo que tu digas Sor Petarda —repuso la rubia.

—No soy ninguna monja. Soy un an ...  anacardo.

—¿Qué se ha fumado esta chica? —dijo la morena.

—Vayámonos de aquí antes de que nos contagie —contestó la otra.

Las dos gemelas se fueron y un chico se acercó a mi.

—No me suena tu cara. ¿Eres nueva en el instituto? —Aquel chico me pareció amable.

—Bueno, aún no lo sé —me planteé la idea de estudiar junto aRoger.

—Deberías tener más paciencia con esas dos. Son unas prepotentes, y se creen las mejores. Me llamo Will. —Se presentó.

—Yo soy Evangélica —Me fijé en él. Era un chico de raza negra y gordito. Contemplé su cara, tenía los ojos de un tono grisáceo, y su pelo corto era oscuro y algo rizado —. Ver su actitud de superioridad me pone de los nervios.

—Te entiendo perfectamente. Puedo hacerte una pregunta —me dijo.

—Claro.

—¿Por qué vas vestida así, y también la chica que te acompaña?

—Porque pensaba, que en los bailes había que vestir así. —Estaba dándome cuenta que este no era el tipo de evento para vestirse de princesa y me estaba arrepintiendo.

—Tal vez en otra época. Me gustaría conocer a tu amiga —se refirió a Roger.

—Seguro que él, digo ella, estará encantada.

Busqué a Roger con mi mirada. No estaba por ningún lado, seguro que se había marchado.

—Mi amiga debe de haberse ido. Lo siento, yo también me tengo que ir. Ha sido un placer conocerte. —Me despedí.

—Pues ya nos vemos el lunes en el instituto —dijo como si creyese que yo fuera una estudiante.

Tuve que irme tan de repente como la Cenicienta, salvo que no perdí ningún zapato. Salí del gimnasio, y usé mi magia para teletransportarme a donde estaba Roger. Aparecí en una parada de autobús que estaba cerca del instituto. Roger estaba allí sentado.Parecía estar llorando. La culpa se removía en mi interior.

—¡Roger! —Quise llamarle con suavidad, pero sin querer me salió un grito.

—Déjame en paz —habló fríamente, mientras limpiaba sus lagrimas con su vestido.

—Lo siento. No pensé que te iba a molestar tanto. Utilizaré mi magia, y te llevaré a casa. Mañana por la mañana despertaras, en tu cama, y pensaras que todo ha sido un sueño.

Con mi magia llevé Roger hasta a la puerta de su casa. Era un pequeño chalet, pero no me atreví a entrar al jardín. Había deshecho el hechizo, y volvimos a ser como antes.

—Siento haberte causado tantas molestias. Yo solo quería ayudarte, y hacerte feliz, pero esta claro que como ángel guardián no valgo nada. Solo te he conseguido ponerte de mal humor. Adiós. —Me despedí. Me sentía fatal, y sin ninguna esperanza de poder hacer feliz a la gente.

Estaba claro que como ángel de los deseos era un fracaso.
















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