Suya por contrato

CaroYimes által

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Lily jamás podría decirle que no a su jefe. ¿O era al revés? Több

Rossi
Pacto con el diablo
Amenazas
El comienzo de la guerra
Guerra fría
El arrepentimiento
Escenario sorpresa
Un precio
Los sueños
Complicidad
Rendirse
Celos
Monstruo
666, el número de la bestia
Megalodón
Los pedos y el hámster
Primeros sentimientos
Suya por contrato
Suya por contrato, parte dos
Cataratas del Niágara
Pequeño demonio
La subasta
Lobo feroz
La fiebre
Cliché y Nobel
Cuidar mi corazón
Pruebas
Familia, peleas y celos
Pollo frito
Bastones y llamada
Gestos
La chica del momento
En otra vida
Lista de pareja
La madre que no fue
Pedir ayuda
Cinco minutos... o menos
Cosecha
Cita romántica
Sentimientos y alteración
Creer
Ojos tristes
Borrador: segundas oportunidades en la moda
Cinta métrica
El filósofo y lo más valioso
Nueva familia y mesa de acero
Niño asustado y lanzamiento
Arresto y talento
Chiste
Cuarenta minutos
Gallo y mesa
Corazón y mente
El mundo entero
Juego de palabras
Fabulosa, inspiradora y fondo de retiro
Intercambio
El hibrido
Muros elegantes
Confianza y rompecabezas
Tronca y juicio
Carne, sospechas y corazón
Elección
Nueva cláusula
Precoz y lujo
La confianza
La venganza y Rolls Royce
Juicio y veneno
Despedida y gracias

Primero y último

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CaroYimes által

Algunos minutos después, sus platillos llegaron.

No estuvieron muy seguros de qué habían pedido, así que les tocó mirar la comida con caras de pocos amigos.

Intentaron disimular y actuar con amabilidad, sobre todo después de haber tenido sexo descaradamente en ese lugar público.

Estaba delicioso, por supuesto, el lugar merecía todo el reconocimiento del mundo, pero el problema fue que... terminaron como habían llegado: hambrientos.

La comida no fue suficiente y no tuvieron ganas de pedir más nada.

—Comienzo a sospechar que tengo una adicción a los carbohidratos —reconoció Chris.

Lily se rio.

—¿Crees que tengan papas fritas en el menú? —Lily preguntó.

Christopher se rio más fuerte y apenas pudo reconocerse cuando le dijo:

—Pagaré la cuenta y buscaremos una maldita pizzería. —Lily le sonrió—. Nadie me separa de mis malditos carbohidratos —gruñó y se levantó para buscar a la camarera.

No quería esperar ni un solo minuto más.

Lily se rio y se acordó de la primera vez que había firmado el contrato de Revues y Craze.

Había dicho exactamente las mismas palabras y empezaba a creer que Christopher y ella se habían convertido en uno.

Si hasta pensaban igual.

—Antes de que nos marchemos, hay algo que quiero que leas y firmes —le dijo Chris al regresar.

Sabía que no tendría otra oportunidad así. Aunque la comida no había sido la mejor, la noche sería inolvidable.

Ella se tensó al saber que se trataba de la nueva cláusula.

Se imaginó muchas cosas terribles, pero sabía que estaba preparada para todas.

Lily tomó una copia del nuevo anexo de su contrato y leyó la nueva cláusula con el ceño apretado.

Le tensó tener a Christopher detrás de ella, apoyado en su silla, respirándole en la nuca.

Leyó las primeras líneas sin entender mucho. El corazón se le disparó con lo que leyó y tuvo que repasarlas para convencerse de que no estaba alucinando:

«Lilibeth López, en lo sucesivo, denominado cónyuge potencial 1 y, Christopher Rossi, en lo sucesivo, denominado cónyuge potencial 2, por medio del presente anexo de contrato acuerdan lo siguiente:

1- El cónyuge potencial 1 y el cónyuge potencial 2 contemplan contraer matrimonio en un futuro cercano y desean establecer sus respectivos derechos y responsabilidades con respecto a los ingresos y bienes de cada uno, y con respecto a los ingresos y bienes conyugales que se vayan a adquirir durante el matrimonio.

Todo ingreso y bien, adquirido antes y después del matrimonio, le pertenecen por derecho absoluto al cónyuge potencial 1.

2- Para tales efectos, el cónyuge potencial 1 y el cónyuge potencial 2 hicieron una revelación total y completa entre sí sobre todos sus activos y pasivos financieros, como se establece detalladamente en los soportes y estados financieros adjuntos a este contrato. Véase en anexos A y B.

3- A menos que se indique lo contrario, a continuación, el cónyuge potencial 1 y el cónyuge potencial 2 acuerdan formar una familia de un mínimo de tres miembros. Si el cónyuge 1 se niega a atravesar el proceso de gestación y parto, la adopción es una alternativa con la que el cónyuge 2 está a favor.

4- El cónyuge potencial 1 y el cónyuge potencial 2 contemplan contraer matrimonio en un futuro cercano y convivir...»

—Christopher... Dios mío... ¿qué es esto? —preguntó Lily, confundida por lo que estaba leyendo—. ¿Me estás...?

—Sí —le confirmó él con total seguridad y le ofreció una pluma para que firmara.

Lily la aceptó con el pulso tembloroso y, antes de que se preparara para tomar una decisión, Chris se arrodilló frente a ella.

—Dios mío —hipó Lily al verlo de rodillas y tuvo que levantarse de la silla para que su cuerpo asimilara todo lo que estaba ocurriendo—. Christopher, ¿estás seguro? —preguntó tocándose las mejillas con claras ansias.

Chris le dio una de sus sonrisas seductoras.

—Cuando compartimos la cama por primera vez... fue ahí cuando supe que tenía que casarme contigo. —Le miró con enamoramiento.

—No... —Ella sollozó.

Pero supo que era inevitable y, mierda, lo deseaba.

—Por mucho tiempo he sido un egoísta, un ególatra, un hombre cruel, pero es un hecho, Lilibeth, que me conviertes en un hombre mejor. —Los ojos se le llenaron de lágrimas, porque no iba a negar que su crecimiento con Lily lo enorgullecía—. Tu tomaste la peor versión de mí y conseguiste algo que nunca pensé que viviría... —le dijo y le mostró el hermoso anillo que alguna vez le había pertenecido a su madre—. Me enseñaste a amar, Lilibeth, aun cuando creí que no estaba hecho para algo tan maravilloso... revertiste el hechizo, pequeño demonio.

Lily sollozó al escucharlo y se arrojó a sus brazos, aun cuando el seguía arrodillado a sus pies.

Lo tomó con dulzura por la nuca y lo llenó de besos.

—Es hermoso —lloró ella cuando él le puso el anillo y besó su mano con deleite.

—Pensé en encontrar algo nuevo, algo que nos ayudara a romper el pasado, pero luego recordé nuestra primera noche juntos... —La miró con los ojos brillantes y se levantó para decirle lo que nunca había olvidado y que lo había cambiado todo dentro de él.

»Me dijiste que no estamos obligados a ser lo que nuestros padres fueron y que podemos forjar nuestros propios caminos. —Ella le sonrió gustosa al recordar esa primera noche juntos, con las emociones a flor de piel—. Amaba a mi madre, pero pasé toda mi vida guardándole rencor —reconoció Chris con los ojos llorosos—. Y sé que ella te habría amado también, porque, maldición, Lily, tienes una habilidad increíble para ganarte el corazón de todos.

—No sé si sea una habilidad —se rio ella, tratando de escucharse humilde.

Christopher la tomó por las mejillas y con enamoramiento la miró a los ojos y le dijo:

—Te amo, Lilibeth López. Eres mi primer y mi último te amo, porque en esta vida y en todas las otras, te amaré solo a ti —le aseguró con firmeza—. Hazme el maldito honor de ser mi esposa, por favor, calma mi angustia y déjame decirle al mundo que eres mía para siempre...

Ella sonrió emocionada y pensó muy bien en lo que le diría.

No quería arruinarlo. Era su noche especial.

—Siempre he sido tuya, Christopher Rossi —le respondió ella con los ojos llenos de lágrimas—. Siempre, ferviente y completamente tuya. —Firmó el contrato sin dudarlo más y, al terminar, miró a Christopher y le dijo—: Y yo también te amo, y en esta y en todas mis vidas, siempre te amaré.

Chris se rio aliviado al escuchar su respuesta y no vaciló en cogerla por la nuca para besarla apasionadamente.

Por supuesto que aseguró la copia del contrato dentro de su saco y tras pagar la cuenta, salieron de allí para buscar lo que tanto les urgía: carbohidratos.

A medianoche terminaron atrapados en un restaurante en Brooklyn, comiendo pollo y papas fritas, hablando sobre los hijos, la crianza y el amor.

Por ningún motivo querían cometer los mismos errores que habían cometido sus padres. Querían romper el círculo y liberarse de todas esas cargas que los atormentaban.

Juntos redactaron nuevas cláusulas para su contrato. Iban a criar a sus hijos bajo el amor, el respeto y la comprensión, algo de lo que Chris aprendía cada día.

Cuando terminaron, Lily cogió el contrato y lo guardó dentro del saco de Chris.

—Nunca lo pierdas —le dijo dulce—. Si alguna vez nos rompemos, úsalo para retenerme... contigo... —le dijo entristecida. Él le miró con lio—. Aunque nos rompamos mil veces, Christopher, por favor, nunca me dejes ir —le rogó con los ojos llorosos.

Christopher supo lo que eso significaba.

Asintió firme y la abrazó fuerte, conteniéndola con caricias que llenaron de bálsamo sus corazones.  

Olvasás folytatása

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