—Señor Sevi, ¿hay alguna esperanza? —preguntó Sílkaro, sosteniendo la vida que se desvanecía en sus brazos.
—Dependerá de ellos. Solo rezaré al Dios Rappel.
No se dejó intimidar por la cruel escena y levantó la barbilla con orgullo.
El traje blanco en medio del lugar rojo oscuro, resultaba especialmente doloroso para los ojos.
—¿Podrían retroceder un momento?
A petición de un sacerdote, Jess y Shuell también tuvieron que abandonar la escena.
Tan pronto como Shuell pisó el suelo, rápidamente corrió hacia donde se encontraba Rayglen, quien continuaba mirando con frialdad el campo de entrenamiento.
Shuell levantó la cabeza frente a Rayglen.
—¿Tú también sospechas? —preguntó fríamente Rayglen.
Shuell ladeó la cabeza por un momento al escuchar la inesperada pregunta.
—No.
Solo entonces Rayglen hizo contacto visual con Shuell.
—Dijo que no fue obra de los monstruos, entonces no lo fue —añadió Shuell, sonriendo ampliamente.
—...
Los labios, que por un momento parecieron estar a punto de decir algo, se volvieron a cerrar sin rastro de movimiento.
Shuell le creyó sobre que lo sucedido no fue causado por un monstruo. Aunque nunca había visto uno antes, no había manera de que una persona con las manos llenas de cicatrices por proteger el Norte dijera una mentira.
Shuell apretó con fuerza sus dos pequeñas manos y las levantó frente a Rayglen como si estuviera lista para pelear.
—¡Siempre estaré del lado del Gran Duque, no se preocupe!
Ante la exclamación de Shuell, Rayglen frunció el ceño como si no pudiera comprender su confianza ciega.
—¿En qué te basas para creerme?
¿Necesitaba hacerle entender y convencerlo? Nunca antes se había planteado algo así.
Cuando el puente de la nariz de Shuell se frunció a causa de la preocupación, exclamó una respuesta.
—¡Porque es el Gran Duque!
Por alguna razón, la mano que sostenía una espada pareció haber estado tensa durante un momento.
Sevi caminó por el campo de entrenamiento sin entusiasmo. De repente, su mano rozó ligeramente el aire y una suave luz fluyó a su paso.
Lo que se veía era su tremendo poder divino, el cual fue suficiente para curar en poco tiempo a los heridos.
También chasqueó los dedos hacia el caballero que estaba junto a Shuell, que seguía mirando la escena. De inmediato, una llama blanca chispeó brevemente y desapareció sin dejar rastro.
La respiración de los caballeros, que habían estado tosiendo sangre de forma intermitente, poco a poco se volvió normal.
Shuell se quedó con la boca abierta ante el poder divino que veía por primera vez. El campo de entrenamiento, que antes era un completo desastre, ahora parecía cobrar vida.
«¡Bien! ¡Ahora finalmente estoy viendo las recompensas de cargar esas piedras y cavar con desesperación!»
Shuell se llenó de emoción y gritó, juntando sus manos cuidadosamente.
—¡Señor Sevi!
Sevi se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja y levantó la barbilla.
—Me gusta esa mirada. Alábame un poco más.
—¡El continente está unificado gracias al poder divino del Señor Sevi!
—Esa es una declaración obvia, ¿no? No es una alabanza.
Después de todo, Dios es justo. En lugar de solo darle una apariencia hermosa y poder divino, le dio una personalidad mala.
Pero, ¿qué podría decirle Shuell? En esta situación solo...
Shuell abrió la boca con dolor, agarrándose el pecho con la conciencia punzándole.
—Es cierto...
Sevi claramente estaba esperando las siguientes palabras con una expresión de orgullo en su rostro.
Las arrugas entre las cejas de Shuell se hicieron más profundas al intentar decir algo que no quería.
—Creo que estaría dispuesta a dar toda mi fortuna por el bien del Señor Sevi —añadió Shuell, mostrando sin darse cuenta una expresión solemne.
—¿Cuánto tienes? —preguntó Sevi con indiferencia.
Shuell miró en silencio la flor que tenía en la mano y se la dio con un ligero temblor. Mientras tanto, los angustiados caballeros se reunieron uno a uno y las flores cayeron de sus cuerpos.
Sevi miró la manzanilla esparcida por el suelo y chasqueó los dedos.
—Kora, ¿qué parecen a tus ojos?
—Flores.
—¿Crees que pregunto porque no sé que son flores?
—Es manzanilla.
—¿Pregunté qué tipo de flores son?
Tal vez porque Kora sea una persona paciente, respondió con una mirada y voz inquebrantables.
—Se parecen a la flor que el Señor Sevi tiene en la mano.
—Pensé que tenías mala vista por no reconocerla. Por cierto, ¿por qué no has contestado hoy sobre mi nivel de belleza?
Kora cerró su boca con fuerza, y Sevi recogió las manzanillas esparcidas por el suelo.
Parecían que las flores ya habían llegado al final de su vida y se habían marchitado, quedando solo unos pocos pétalos. Sin embargo, la sutil energía en su interior le resultaba familiar a Sevi.
Las flores que recibieron los caballeros de Shuell eran simplemente unas manzanillas comunes y corrientes. Unas flores tan comunes que se podían conseguir en cualquier lugar.
La cantidad de sangre que fluyó de los caballeros en el campo de entrenamiento era suficiente para causarle una muerte rápida a cualquier ser humano normal. Sin embargo, continuaron con vida hasta que Sevi llegó.
Sevi miró la manzanilla que le ofreció Shuell.
—Kora, ¿quién te dijo que me llamaras?
—Escuché que la Comandante Elina dio la orden.
—Que yo recuerde, nunca escuché que el siguiente cabeza de la familia Netri hiciera florecer la manzanilla.
—Sé que la flor que hace florecer el siguiente cabeza de familia es la Lantana.
¿Dos personas con la habilidad en la misma generación? Es un escándalo porque se suponía que solo una persona podía obtener tal poder en cada generación.
Sin embargo, esta sensación familiar era lo mismo que Sevi había estado buscando durante mucho tiempo.
—Definitivamente era un monstruo.
El caballero, que recobró el sentido, habló con voz llena de miedo.
—¿Estás seguro de que era un monstruo?
Cuando Rayglen preguntó, la respuesta se volvió muy vaga.
—No estoy muy seguro, pero creo que definitivamente era un monstruo.
Si bien la vaga declaración no convenció a nadie, el caballero superviviente, Tepper, se mostró firme y consistente en que vio a un monstruo.
—¿Recuerdas el aspecto del monstruo? —preguntó Elina con tono severo y expresión seria.
—¡Sí! Era negro, tenía ojos rojos como joyas y era del tamaño de un enorme castillo.
Fue coherente al describir el aspecto del monstruo.
—¿Existe un monstruo como ese? —preguntó Shuell en voz baja a Jess.
—Sí. Los que se me vienen a la mente ahora superan fácilmente los 300.
La descripción del caballero era una afirmación difícil de llamar característica única.
En respuesta, Elina le gritó a la Segunda Orden.
—¡Envíen una fuerza de ataque a la zona fronteriza ahora mismo!
Sílkaro, que siempre parecía relajado, miró en silencio el número de personal en los caballeros imperiales y se preparó para partir.
Rayglen, que estaba escuchando con atención, le preguntó al caballero llamado Tepper.
—¿Recuerdas alguna otra característica o sonido?
—No escuché ningún sonido...
—La zona de la herida es un corte limpio. Debes haber visto sus garras.
—Las garras eran largas y afiladas.
—¿Fue solo una?
—Eso... Sí.
Jess, que estaba escuchando la respuesta, chasqueó levemente la lengua.
Tras escuchar al caballero, Rayglen miró a Sílkaro, que estaba listo para partir.