No me rendiré || 2Yeon

By MyouiKen

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2Yeon> Nayeon sentía que tenía una vida perfecta en aquel momento, se había ubicado en la cima de un pedestal... More

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XIV

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By MyouiKen

—¿De verdad lo es? —preguntó nuevamente Jinsol.   

—Sí, de verdad —afirmó Nayeon colocándole sus zapatos— Pero si no quieres podemos quedarnos aquí.   

—Mmm —La pequeña lo pensó por unos segundos— Está bien, pero si quiero irme de ahí ¿No te enojas?   

—Claro que no, mi amor —Nayeon dejo un beso en la frente de la pequeña— Tú solo debes decirme cuando quieras irte o simplemente podemos quedarnos aquí, jamás te obligaría a hacer nada.   

—Quiero ir —dijo la niña sonriéndole— Solo… solo que no sé, no la conozco y me da vergüenza.   

—Nada de eso, mi mamá ya te ama, pero no te sientas obligada a hacerlo tú o a llamarla abuela —dijo tranquilizando la— Solo quiero que seas tu —La pequeña asintió sonriendo.

—Me gusta tu chaqueta y tus botas —dijo Jinsol cambiando radicalmente el tema de conversación— Te ves diferente con esta ropa —Nayeon sonrió viendo lo que cargaba puesto, hace tanto que no usaba sus botas negras y su chaqueta de cuero, se había vuelto tan formal y aburrida que había hasta cambiado su forma de vestir.   

—¿De verdad te gusta? —La niña asintió sonriendo— Entonces compraré unas iguales para ti.   

—Gracias, Nayeon —dijo la pequeña para luego abrazarla, la chica la apretó entre sus brazos y besó su frente.   

—Ahora vamos que ya es casi hora del almuerzo y mi mamá odia que llegue tarde —La niña abrió los ojos asustados, tal vez tener abuela no era buena idea. 

—¡Oh, Dios mío! —gritó Seah cuando vio a la pequeña entrar a su casa— Pero si es preciosa, se parece a ti, Nayeon —dijo emocionada corriendo hacia la pequeña quien instintivamente abrazo la pierna de Nayeon como si no hubiera un mañana— Ven aquí, mi amor, soy la abuela Seah, tú abuelita favorita.   

—En realidad no tengo más abuelitas —dijo la pequeña aún aferrada a su madre— Y recién la conozco para que sea mi favorita, la dejaremos en mamá de Nayeon por ahora.   

—¡Oh Dios, y es inteligente como tú, ven aquí, mini Nayeon! —gritó emocionada.   

—Me llamo Yoo Jinsol, pero puede decirme Jinsol —apuntó la niña.

—Sí es una copia tuya, solo le falta rodar los ojos y no hay duda.

Como si le hubieran dicho que lo haga, Jinsol rodó los ojos y se cruzó de brazos, dos segundos después sintió como Seah la envolvía en sus brazos y la estrujaba hasta casi dejarla sin aire.

—Espere… espere —decía la niña tratando de zafarse— Aun no quiero morir, Nayeon, ayuda.

La chica rió ante el dramatismo de la pequeña y procedió a separar a su madre de su hija, a veces la pequeña podía ser idéntica a Jeongyeon.

Todas fueron a la mesa para que les sirvieran el almuerzo, Jinsol vio cómo dos mujeres en uniforme colocaban los platos y los cubiertos frente a ellas para luego traer grandes bandejas con comida y servirles.   

La pequeña frunció el ceño, su abuela la había invitado a almorzar,  sin embargo, eran otras personas que le habían servido y habían cocinado para ella, técnicamente su abuela no había hecho nada.   

—Pensé que dijiste que Jinsol era más tímida —cuestionó Seah a su hija.   

—Lo es, mucho en realidad, sin embargo, muchas veces puede sorprenderte cuánta confianza demuestra al hablar o demostrar lo que piensa.

Seah miró con adoración a su nieta, jamás imaginó que de un día a otro sería abuela.   

—Tengo una sorpresa, Jinsol, cuando termines la cena que preparé especialmente para ti quiero que me acompañes arriba.   

—Mentirosa —acusó la pequeña por lo bajo.   

—¡Jinsol! —Nayeon llamó su atención para que dejara de hablar— No seas grosera.   

—Pero es cierto, ella no preparó esto para mí.   

—Claro que todo esto es para ti —se defendió la mujer— ¿Por qué crees que no es así?   

—Porque usted no lo hizo, lo hicieron las señoras que están en la cocina —dijo señalando dicho lugar— Mamá dice que está mal robar el crédito por lo que hace alguien más y usted lo está haciendo.   

Nayeon y Seah se quedaron en silencio mirándose una a la otra al escuchar eso, no sabían cómo alguien tan pequeña podría llegar a razonar de esa manera.   

—Bueno, es cierto que ellas cocinaron todo lo de hoy, pero yo pedí que lo hagan especialmente para ti —se excusó la mujer mayor.   

—Está bien, creo que cuenta, sin embargo, usted no fue quien la hizo, simplemente la planeó.   

—Prometo la próxima vez cocinar yo para ti.   

—¿Es una promesa? —preguntó la pequeña cerrando los ojos ligeramente.

—Ella toma muy en serio las promesas —dijo Nayeon asintiendo con la cabeza.   

—Es una promesa —afirmó sonriéndole— Ahora termina de comer y vamos por tu sorpresa.   

La niña asintió con la cabeza y continuó comiendo, Seah y Nayeon comenzaron a conversar mientras terminaban de almorzar, Jinsol poco o nada prestaba atención a aquella charla y prefirió dedicarse a sus vegetales los cuales estaban más que deliciosos.   

Cuando terminaron la pequeña subió las escaleras junto a Seah para luego entrar a la primera habitación que había a la derecha.   

—¿Te gusta? —preguntó ansiosa la mujer expectante de lo que diría su nieta.   

La habitación tenía las paredes pintadas de un lila pastel y aún se podía percibir el olor a pintura fresca, la habitación tenía detalles en blanco como el pequeño mueble de cuero y la mesita frente a ella, los bordes del piso y la enorme ventana eran de igual color, la enorme pared a la izquierda tenía escrito Jinsol en letras doradas y una pequeña corona de lado sobre la I.                                                                                               

Solo una pequeña casita de muñecas hacía contraste con el extravagante lila y azul, la pequeña miró todo a su alrededor pero su rostro era indescifrable.   

—Esta va a ser tu habitación, Jinsol —dijo Seah suavemente arrodillándose frente a la pequeña— Aún falta que compre la cama, el vestidor y muchos juguetes y cosas más, pero no podía esperar a que la veas.   

—Yo… yo… gracias —dijo al fin la niña abrazando a su abuela— Pero yo… quiero seguir viviendo con Nayeon —dijo mirando a su madre avergonzada al recordar su comportamiento días antes— Claro si ella no le molesta.   

—Claro que no, mi amor —Le sonrió la niña— Nunca lo harías.   

—Mucho menos quiero que pienses que quiero separarte de tu madre —rió Seah— Esta va a ser tu habitación para cuando vengas a visitarme y así puedes jugar, este es tiene que ser tu lugar favorito en casa de la abuela —La pequeña asintió regalándole una sonrisa.   

—Prometo que vendré a visitarla —La pequeña volvió a mirar a su madre esperando una aprobación la cual llegó rápidamente— Si Nayeon dice que sí, entonces vendré a visitarla seguido.   

—Bien, porque si no yo seré quien vaya a visitarte a ti —La niña rió cuando Seah la atacó a cosquillas.   

—Está bien,  pero ¿puedo pedir algo? —preguntó la pequeña cuando se recuperó de su ataque de risa.   

—Lo que tú quieras.   

—No quiero muchos juguetes —Ambas mujeres se miraron sin entender muy bien, eso es lo más raro que podría decir una niña de esa edad— Solo está bien un par porque cuando venga a visitarla voy a pasar tiempo con usted, así que no jugaré tanto, no quiero que me compre juguetes que no voy a usar, con la casita y unas Barbies está bien de verdad, y bueno, si… si puedo pedirle algo quiero un coche porque tengo un conejito blanco —La pequeña se rasco la nuca nerviosa— Sería divertido poder pasearlo en uno, antes tía Hyo me regaló uno pero cuando mamá Jeongyeon fue al hospital y me llevaron con otras personas no me dejaron tomarlo.

Nayeon tuvo que contenerse para no correr y estrujar a su hija, aquel ser pequeño era una cajita de sorpresa y Nayeon ya no podía imaginarse su vida sin ella.

—Está bien —dijo la mujer aclarando la voz que se le había quebrado a causa de unas lágrimas— Esta es tu habitación y quiero que sea como tú quieras.

El resto de la tarde la pasaron en la sala conversando y más de una vez Jinsol hizo reír a ambas mujeres con sus ocurrencias, Seah también le contó a su nieta que conoció a Jeongyeon y la pequeña no pudo estar más feliz por eso.

—¿Te gusto ir a casa de la abuela? —preguntó Nayeon mientras le terminaba de hacer un tranza a Jinsol, ambas estaban sentadas en la cama, Nayeon con sus piernas cruzadas y Jinsol encima de estas.

—Sí, ella es divertida creo —admitió la pequeña— Quiero ir a verla otra vez, ella está sola y debe sentirse triste.

—No te preocupes por eso, mi amor —La tranquilizó la chica— Ella siempre está con sus amigas en el club jugando cartas o se van de compras.                                                                                            

—Está bien —La pequeña asintió conforme.

—Ahora vamos a dormir, mañana te llevaré a la escuela antes de ir al trabajo y cuando salgas Charles pasara por ti y te llevará a mi oficina —La chica colocó una liga en la punta de la trenza para que esta no se soltara y besó la cabeza la pequeña— ¿Estás nerviosa?

—No, estoy bien —dijo la pequeña metiéndose entre las sábanas— Hasta mañana, Nayeon.

—Hasta mañana, mi amor, descansa.

—¡Nayeon! —gritó Momo entrando a la oficina de la chica— ¿Quiero todos los detalles de cómo le fue a mi hermosa sobrina hoy en la escuela? Por cierto, te ves fabulosa hoy.

Nayeon rió al ver su atuendo, no era diferente a como iba a trabajar siempre, simplemente quiso agregarle un detalle que lo hiciera ver menos rígido pero sin perder su elegancia.

Llevaba sus pantalones de tela perfectamente planchados, una blusa de seda con un pequeño encaje en el cuello pero dejó su saco a un lado por un moderno pero formal cardigan de lana y una botas de tacón, su pelo estaba ligeramente ondulado y sus labios pintados de un color rojo oscuro.

—Gracias,  Momo —agradeció sincera dejando a un lado las carpetas que estaba revisando— Y sobre Jinsol, fue muy bien, en la mañana pasamos a ver a Jeongyeon y cuando llegamos a la escuela la ayude con su maleta y su lonchera, no se veía feliz pero tampoco estaba asustada, Jinsol es tan.... —Nayeon trató de encontrar la palabra adecuada— Ella es tan auto suficiente algunas veces, es como si ya fuera grande.

—¿Entonces no lloró? —preguntó riendo.

—Yo fui la que casi llora, se veía tan linda en su uniforme, me recordó tanto a Jeongyeon hoy, segura de todo lo que hace —La chica suspiró recostandose sobre su silla.

—¿Puedo preguntarte algo? —Momo usó un tono serie anticipándole a Nayeon por dónde iba la conversación.

—Eso creo.

—¿Qué sucedió entre Jeongyeon y tú? ¿Por qué se fue así? —Nayeon desvió la mirada, sabía que Momo era su mejor amiga y podía confiar en ella sin embargo eso no hacía más fácil contar lo que había sucedido.

—Yo cometí varios errores.

—Nay, si no quieres contarlos está bien, no te sientas obligada —La chica la calmó.

—Hubiera preferido no haber sido tan idiota —se lamentó— La amaba tanto y sin embargo le falle —Los ojos de la chica comenzaron a brillar por un par de lágrimas que querían escaparse.

Momo estaba por hablar, sin embargo, Nayeon la cortó comenzando a contar lo sucedido, era tan difícil de creer lo que salía de la boca de la chica, Momo conocía a su amiga y jamás imaginó que hubiera hecho algo como eso, su integridad moral y su honestidad siempre la había caracterizado, sin embargo, al parecer en una etapa de su vida simplemente aquello era ajeno a su amiga.

Realmente estuvieron tan sumergidas en la conversación que pasó alrededor de una hora, Nayeon cedió ante sus lágrimas y ahora tenía un ligero llanto que trataba de controlar.

Momo la miraba sorprendida desde su asiento sin poder decir nada, todo había sido tan diferente a lo que esperaba, así que simplemente se levantó de su asiento y corrió a abrazar a su amiga.

—Nayeon, cálmate, por favor —le pidió.

—La extraño tanto, yo arruine todo, Momo —dijo sollozando pero antes de que pudiera continuar su puerta se abrió mostrando a una pequeña Jinsol con el ceño fruncido y los brazos cruzados, la chica rápidamente se secó las lágrimas con el dorso de su mano y respiró profundo para que su voz se aclare.

—Ven aquí, mi amor —le pido separándose de Momo y abriendo sus brazos hacia la pequeña quien corrió hasta estrellarse contra su pecho— ¿Qué pasó? ¿No te gusto la escuela?

—Sí...

—¿Pero?

—Un niño tonto me molesta, hoy me empujó y me saco la lengua.

—¿Quieres que mañana vaya a la escuela a hablar? —preguntó sobándole la cabeza.

—No, solo quiero ir a casa contigo y dormir, estoy cansada.

Momo le sonrió a Nayeon.

—Ve, yo le digo a Jennie que termine de organizar las cosas por aquí.

—Vamos, mi amor, vamos a casa —dijo tomándola de la mano.

—Te quiero, Nayeon, gracias.

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