No me rendiré || 2Yeon

By MyouiKen

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2Yeon> Nayeon sentía que tenía una vida perfecta en aquel momento, se había ubicado en la cima de un pedestal... More

I
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XXXIII
XXXIV
XXXV
XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL
FINAL

XIII

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By MyouiKen

—Entonces la beso en los labios y le dijo que sí —Terminó de contar Jinsol a Momo quien estaba tratando de contener la risa por lo adorable que le parecía la pequeña contando aquello.

—No puedo creer lo cursi que eras, Nayeon —dijo mirando a su mejor amiga que rodó los ojos y no hizo más que reír también.

—Cállate, Hirai —refutó tirándole un papel que había arrugado haciéndolo una bola, Jinsol río cuando este impactó la cabeza de la chica.

Ese día la chica llevó a su hija a la oficina y luego de un largo debate sobre el ascensor nuevamente y de una que otra cosa en el edificio ambas subieron a la oficina de Nayeon, Jinsol saludo a Jennie educadamente y recibió unos colores y unas hojas para distraerse, después del almuerzo madre e hija iban a salir por los uniformes de la pequeña porque definitivamente aquel lunes Jinsol iba a entrar a clases.

—¿De verdad tu corazón se aceleraba con solo mirarla? —Siguió molestando Momo a su amiga.

—Sí, y dice que sus manos sudaban de los nervios — afirmó la pequeña sin malicia.

Nayeon negó con la cabeza y cerró los ojos para recordar el momento.

Flash Back

Nayeon estacionó su auto frente a la pequeña casa donde vivía Jeongyeon con dos amigas, todas iban a la universidad y trabajaban medio tiempo para costear sus gastos.

Los padres de Jeongyeon habían muerto hace varios años y ella había quedado a cuidado de un tutor por parte del estado, aparte de ellos no tenía más familia en aquel país, toda su familia estaba en Corea, pero era tan lejano que a decir verdad poco o nada conocía.

Nayeon tomó el ramo de flores que había comprado y bajó de su auto para tocar la puerta de la casa donde vivía su futura novia.

—Jeongyeon, te está buscando tu novia —gritó la rubia apenas abrió la puerta y vio a Nayeon al otro lado.

—Buenas tardes para ti también —saludo con sarcasmo.

—Vamos, Im, no te pongas sensible y entra, Jeongyeon aún está colocándose los zapatos.

Nayeon no espero más e hizo su camino hacia el salón y espero pacientemente hasta que escuchó unos pasos provenientes del pasillo, rápidamente se levantó para recibir a Jeongyeon quien sonrió al verla, se dieron un afectuoso abrazo, luego Jeongyeon agradeció por las flores y se despidió de su amiga , para después salir de la casa junto a Nayeon.

—¿Dónde me llevas, Im? —preguntó Jeongyeon divertida al ver la cara de terror que tenía la chica.

—Es… es una sorpresa —tartamudeo.

—Espera —dijo Jeongyeon riendo— ¿Estás nerviosa?

—Noooo… —respondió rápidamente.

—Claro que si —rió Jeongyeon— ¿Dónde está la Nayeon confiada que siempre me está molestando o diciendo piropos?

—Yo… la verdad es que, no sé, hoy es diferente —dijo sin dejar de ver el camino.

—Eres adorable —Jeongyeon plantó un rápido beso en la mejilla de la chica y el resto del camino no hablaron simplemente compartieron miradas rápidas y sonrisas cómplices.

Cuando al fin llegaron al lugar Jeongyeon no pudo más que sonreír al ver dónde estaba, la chica se bajó del auto y corrió a abrir la puerta de la castaña.

—Te he dicho que odio que lo hagas —protestó Jeongyeon agarrando ambos lados de la chaqueta de Nayeon con sus manos.

—Solo quiero ser atenta.

—Lo eres lo suficiente —dijo arrugando su nariz con ternura— Si tú no me dejas que haga las mismas cosas por ti, no quiero que las hagas tú para mí.

—Bien, luego discutiremos eso, ahora vamos —Nayeon se soltó del agarre y tomó la mano de Jeongyeon entrelazando sus dedos.

Al entrar al lugar Jeongyeon no pudo contener su sonrisa, era un gigante invernadero, era lo más hermoso que había visto en su vida, todo el lugar estaba lleno de flores y árboles coloridos y lo mejor de todo aquello eran las cientos de especies diferentes de mariposas que revoloteaban de un lugar a otro.

—¿Te gusta? —preguntó Nayeon al ver el rostro de Jeongyeon.

—¿Estás bromeando? es hermoso —dijo emocionada, mirando todo como si fuera una niña pequeña en una juguetería.

—La vez que me dijiste que te gustaban las mariposas recordé este lugar, solía venir aquí cuando era pequeña y amaba ver mariposas y dibujarlas —contó abrazándola por la espalda y apoyando su mentón en el hombro de la más pequeña— Solo quise traerte aquí porque sé cuánto te gustan y quería que hoy fuera especial.

—¿Por qué hoy tiene que ser especial? —preguntó Jeongyeon girando para quedar frente a Nayeon.

—Señorita Im, está todo listo —interrumpió un hombre vestido de traje negro— Por favor por aquí —La llamo.

Jeongyeon no objetó y comenzó a seguir al hombre con Nayeon a su espalda, ambas llegaron a una pequeña casita la cual estaba pegada al invernadero y tenía una amplia ventana que dejaba ver todo el lugar.

Una pequeña mesa estaba situada frente aquella ventana, un par de platos y cubiertos era todo lo que tenía la mesa, junto a unas enormes velas largas que ya estaban encendidas.

Jeongyeon sacó la silla de Nayeon para que esta se sentará y la chica rió ante aquello, luego se sentó en la suya guiñandole un ojo.

El resto de la velada la pasaron contándose cosas y riendo, la química entre ambas era exorbitante, sin embargo, Nayeon se sentía nerviosa y no se llenaba de valor para pedirle que sea su novia, por otro lado, Jeongyeon amaba la atención que le daba Nayeon y aquella era la razón por la cual aún no le pedía a la chica dar el siguiente paso, amaba verla nerviosa hasta el punto de convertirse adorable, sabía lo que Nayeon tramaba aquel día y estaba más que dispuesta a decirle que sí.

Durante la cena, ambas veían por el cristal como las mariposas volaban de un lugar a otro, muchas de ellas se posaban contra la superficie transparente dejando ver el increíble y hermoso color de sus alas que estaban llenas de diferentes formas fascinando a ambas.

Luego del postre ambas volvieron al invernadero, la rubia miraba cada detalle fascinada y la chica solo la podía ver a ella, pasaron varios minutos en silencio disfrutando de aquel mágico lugar, Nayeon reía a carcajadas cuando las mariposas revoloteaban sobre su cabeza o se posaban sobre sus hombros, la chica tenía una lucha interna de cuando al fin tomar el valor y hacer aquella pregunta importante, sentía su garganta seca y sus manos húmedas por los nervios.                                                                                            

—Jeongyeon —llamó su atención por lo bajito— Yo… sé que nos conocemos hace poco —Jeongyeon volteo para mirarla a los ojos y asintió con su cabeza afirmando aquello.

—Desde el principio dejé claro que no quería ser solo tu amiga —Nayeon soltó un suspiro— Yo… yo, Dios, esto es tan difícil —Negó con la cabeza.

—Ven aquí —rió Jeongyeon tomándola en sus brazos para calmarla— Sé que vas a pedirme, sólo hazlo.

—¿Yoo Jeongyeon, quieres casarte conmigo? —preguntó expectante esperando la respuesta de Jeongyeon.

—Eres una idiota —rió Jeongyeon negando con la cabeza y dándole una palmada en el brazo a Nayeon.

Nayeon llevó sus manos a ambos lados de la cara de Jeongyeon y recobró toda la confianza que siempre había tenido, áureo la confianza y seguridad que Jeongyeon siempre le transmitía, la chica miraba a su castaña con adoración y sonrío antes de hacer la pregunta.

—¿Jeongyeon, quieres ser mi novia? —preguntó al fin.

—Pensé que nunca lo preguntarías —dijo haciéndose la sorprendida— Claro que quiero ser tu novia —Jeongyeon rompió la distancia besando a Nayeon por primera vez, sintiendo como si todo el invernadero estuviera dentro de su estómago.

Fin del flash back

—¡Tierra llamando a Nayeon! —gritó Momo comenzando a aventar papeles en su dirección.

—Lo siento —Se disculpó meneando la cabeza— Estaba pensando.

—Pensé que te ibas a quedar así todo el día, ya estábamos pensando con Jinsol tirarte un vaso de agua encima.

—Momo, a trabajar, sigo siendo tu jefa —Molesto divertida la chica— Vamos, Jinsol, debemos ir por tus uniformes.

—¡Adiós, Momo! —gritó la pequeña corriendo a la puerta.

—¡Tía, Tía Momo! —gritó divertida.

—¡Adiós, tía! —gritó para complacerla desapareciendo de la oficina.

—Es adorable, quiero una igual.

—Es mía así que atrás —rió Nayeon tomando su cartera y levantándose de su silla para irse.

Cuando salió se sorprendió al ver a Jinsol bloqueando la puerta del elevador de empleados esperando por ella.

—¿Por qué estás haciendo eso? —preguntó.

—Porque vamos a usar este ascensor hoy —dijo tranquilamente, Nayeon no protestó y se metió dentro de la cabina de aluminio.

Esta vez Nayeon decidió que usarían el chofer de la empresa para que las llevara, hicieron varias paradas aquel día; llegaron al colegio por los uniformes para luego ir a una librería por unos textos que Jinsol utilizaría y sus última parada fue una papelería donde Jinsol agarro los últimos crayones y carpetas que iba necesitar.

—Nayeon —La niña jaló el costado del pantalón de su madre.

—Un momento —le pidió a la cajera para luego voltear a ver a su hija que traía un libro en las manos— ¿Qué es?

—Es un libro de Frozen —dijo tímidamente— Y tiene muchos stickers, como un millón —Nayeon rió al ver como la portada del libro solo decía 500, tomó a Jinsol en brazo y la puso frente a la cajera para que esta leyera el código de barra del libro y poder pagarlo.

En el auto la pequeña iba viendo las figuras de su libro y pasaba página por página del cuento como si estuviera leyendo.

—¿Sabes leer? —preguntó confundida Nayeon.

—Casi tengo seis, así que si, leo un poco, aunque hay muchas palabras muy largas que no entiendo —contestó volviendo a su lectura.

—Espera —llamó su atención, la pequeña levantó la vista curiosa— ¿Cuándo es tu cumpleaños?

—El 5 de febrero —dijo la pequeña arrugando el ceño tratando de pensarlo bien— Sí, sí es el cinco.

Nayeon sonrió y asintió dejándola seguir con su lectura, faltaba muy poco para aquello, tal vez un mes y medio o poco más, claramente iba a celebrar el cumpleaños de su pequeña e iba a darle la mejor fiesta que pudiera para compensar todas las que se había perdido.

Tuvieron que volver al banco por el auto de la chica y a recoger varios informes que debía revisar para el día siguiente, aunque era sábado debía ir a la oficina para terminar el trabajo que se había acumulado por sus constantes salidas.

—Pon la silla de Jinsol en mi auto y luego siéntala ahí, solo entraré por unos minutos —le pidió Nayeon a Charles quien asintió una sola vez.

Nayeon tomó las carpetas que Jennie le tendió y sin perder tiempo salió del edificio encontrándose a Jinsol en toda la entrada con la cabeza baja junto a uno de los señores de mantenimiento que tenía los brazos cruzados, por lo visto alguien había hecho alguna travesura.

—Señora Nayeon, lo siento, pero encontré a esta niña llenando la entrada principal con figuritas de princesas —habló el hombre claramente enojado.

—No son solo princesas, son Elsa, Anna y Olaf —discutió la pequeña ofendida ante la falta de conocimiento del hombre.

—¡Acaso no te enseñaron a respetar a tus mayores, niña maleducada! —le gritó el hombre haciendo que la pequeña corriera hasta donde estaba Nayeon escondiéndose detrás de sus piernas.

—Escuche, porque no se lo voy a volver a repetir, usted no le grita a mi hija ni a ningún otro niño cuando está dentro de mis instalaciones o me veré en la penosa situación de despedirlo, y respecto a los stickers ella puede colocarlos ahí sí eso es lo que quiere —habló enojada tomando la mano de la niña— Vamos, Jinsol.

La niña caminó junto a su madre sin levantar la mirada, sabía que tenía la culpa de hacer que su madre se enojara y le gritara a aquel hombre aunque no entendía porque aquel señor había sido grosero con ella.

Nayeon salió a ver la razón por la cual había enloquecido su empleado y a decir verdad no ayudó mucho, una de las cosas que más amaba la chica era la pulcritud y el orden, su edificio se caracterizaba por aquello, no sólo era pulcro y lujoso por dentro sino por fuera también, siempre estaba pendiente de que nada estuviera fuera de lugar o sucio y todos sabían aquello, la entrada tenía unas enormes puertas de cristal en las cuales no había ni una sola huella, sin embargo, ahora había una docena de stickers regados cerca de la agarradera de una de las puertas de cristal, Nayeon arrugó su nariz y sacudió su cabeza al ver como aquello desentonaba con toda la fachada.

—De verdad lo siento —se disculpó la pequeña.

—Jinsol, no puedes ir por ahí pegando tus figuritas en todos lados —Jinsol abrió sus enormes ojos al recordar cómo había llenado su asiento del auto con ellos con ayuda de Charles, que bueno que aquel hombre gruñón la había detenido antes de hacer lo mismo con el escritorio principal del primer piso.

—Lo siento —dijo agachando la cabeza— Yo solo quería que tu oficina se viera más linda —Nayeon no pudo contener el golpe de ternura que la impactó, claramente Jinsol era su debilidad— Prometo que los quitaré todos.

—Está bien, déjalos ahí, pero quiero que la próxima vez preguntes antes de hacerlo ¿Está bien?

—Bien —sonrió la pequeña— Por cierto, también llene mi silla del auto con stickers y tu maletín —Antes de que Nayeon pudiera decir algo la niña corrió hacia el auto para entrar en el asiento traérselo.

—¡Jinsol! —gritó Nayeon— Hoy no tienes postre.

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